Esta tesis es el resultado de una investigación etnográfica realizada entre octubre y diciembre de 2021 en la comunidad nahua de San Isidro Buensuceso, ubicada en la ladera sur del volcán La Malinche, en el estado de Tlaxcala, México. El objetivo del trabajo fue investigar el impacto y la percepción local de la crisis climática y ambiental en la comunidad, con un enfoque en el conocimiento ecológico local, fundamental a nivel comunitario para leer, comprender y adaptarse a los cambios que se están produciendo. A nivel teórico, el trabajo se basa en las reflexiones de autores que han cuestionado la relación entre el conocimiento subalterno y el oficial, con los objetivos de sacar a la luz las relaciones de poder que han guiado su relación a lo largo de la historia y establecer un diálogo igualitario y transdisciplinar entre ambas formas de conocimiento. En particular, el punto de partida teórico lo representan las reflexiones de Ramón Grosfoguel (2013) sobre el extractivismo epistémico y cognitivo, las de Vandana Shiva (2007) sobre bioprospección y biopiratería, y las de Boaventura de Sousa Santos sobre el epistemicidio y la urgencia de configurar una Epistemología del Sur. Finalmente, son los trabajos pertenecientes a la vertiente de la etnoecología, disciplina con un fuerte enfoque en las cuestiones relativas al patrimonio biocultural de México y los conflictos socioambientales que lo afectan, los que me han ofrecido las pistas decisivas para la investigación, tanto teórica como práctica. La crisis ecológica y climática fue el punto de partida de la investigación etnográfica, realizada mediante entrevistas abiertas y semiestructuradas y observación participante prolongada sobre el terreno. La comunidad de San Isidro Buensuceso se ubica en las faldas del volcán La Malinche, llamado así en honor al traductor e intérprete de Hernán Cortés, quien jugó un papel central en el desenlace de la conquista. Para sus habitantes, esta montaña representa un lugar de gran importancia desde el punto de vista ecosistémico, económico y cultural. La cambiante relación entre la comunidad y la montaña ha provocado un fuerte deterioro ecológico de sus bosques, que se ha agravado desde la conquista española. Durante las dos últimas décadas, la principal amenaza para La Malinche han sido los taladores, los leñadores ilegales: las entrevistas tanto con ex taladores como con residentes locales han demostrado que en su mayoría son personas de las propias comunidades, organizadas en grupos y cuyo comportamiento se considera violento y peligroso. Esto ha llevado al endurecimiento de los controles sobre los bosques de montaña, mediante una fuerte militarización del parque. En este intrincado y confuso paisaje, investigaciones recientes (Martínez Arellano, 2017) han destacado cómo es en realidad en dirección a la ciudad de Puebla, con su gran demanda de madera, agua y otros recursos naturales, hacia donde hay que voltear para encontrar las principales causas del deterioro ecológico actual. El tema de la crisis climática y ecológica también fue explorado desde el punto de vista de la percepción local: en este caso, me centré en los saberes ecológicos locales de los habitantes de la comunidad de San Isidro Buensuceso, particularmente los relacionados con la actual crisis climática y ecológica, que emergen como formas de conocimiento que proceden según lógicas distantes de las capitalistas y son capaces de ofrecer claves de interpretación y resistencia a los cambios que se están produciendo. Uno de los resultados arrojados por la investigación etnográfica es la estructura del extenso aparato etnometeorológico nahua presente en la comunidad, fuertemente vinculado a las actividades agrícolas y a la cosmovisión prehispánica. En el trabajo, este complejo conocimiento se dividió en cuatro modalidades principales: a) las previsiones climáticas a corto plazo, con la observación minuciosa de las nubes, los astros y el comportamiento de los animales (insectos, mamíferos, aves, etc.); b) las previsiones climáticas a largo plazo, con la lectura de las cabañuelas, es decir, los 12 primeros días de enero a los que corresponden los 12 meses del año en curso; c) el conocimiento técnico-científico de los propios pobladores de la comunidad; d) el conocimiento del tiempero, el meteorólogo ritual. En la última sección, cuestioné el conocimiento curativo, en particular el del curandero más importante de la comunidad y las modalidades de medicina doméstica (autoatencion), fuertemente basadas en el uso de plantas medicinales. Esta urgencia se consolidó durante las entrevistas, de las que se desprendió cómo la crisis climática ha entrado en el saber curativo de la comunidad, que siempre ha estado atenta a las dimensiones ambientales y climáticas.