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Resumen
Este tex to examina a lgunos de los ejes que sostienen l as prácticas de repor-
teo y valores profesionales de periodistas mexicanos a la luz de narrati-
vas teóricas que sugieren la profesionalización del periodismo mexicano
como proceso paralelo de la democ ratización política. Tras una i nvestiga-
ción cualitativa basada en entrevi stas profundas con 90 periodistas de 21
medios nacionales, sostenemos que los periodistas mexicanos discursi-
vamente ma nifiestan apego a los valores liberales-a nglosajones del perio-
dismo, como la autonomía, la objetividad o el papel del perro guardián
(watchdog). Sin embargo, en la práctica, tales principios se han re-inter-
pretado y adaptado a usos culturalmente heredados y a reglas no escritas
del autoritarismo. Por ejemplo, la objetividad ha perpetuado hábitos de
narratividad existentes antes de la alternancia política, que privilegia a
las fuentes oficiales y a su discurso, y que deviene en el llamado “perio-
dismo declarativo”, que tiende a la superficialidad y oficialismo y no a la
investig ación, verificación o contex tualizac ión, como supondrí a la lectura
que han hecho sobre México los investigadores que apoyan la tesis de la
apertura democrática.
AbstRAct
This paper examines some of the axes that sustain reporting practices and
professional values of Mexican journalists, especially in regard to theoretical
narratives that suggest the overall professionalization of newsrooms as a parallel
process to those of political democratisation and economic liberalisation.
Based on a more comprehensive qualitative study consisting of 90 in-depth
interviews w ith print and radio journalists from 21 news organisations of the
national press, the paper argues that Mex ican journalists pay lip service and
discursively attach to the traditional Anglo-Saxon normative values such as
autonomy, objectivity or the watchdog role of the press. However, in practice,
such principles have been re-interpreted and adapted to existing practices
culturally stemming from the authoritarian days. For example, through values
such as objectivity, journalists per petuate pre-democratisation narrative habits
that privilege (almost solely) elite sources, producing what is locally called
sound-bite journalism . Upon relying heavily on political statements on-the-go,
such a methodology generates officialism and superficiality rather than the
investigation, cross-checking, accuracy or contextualisation of news stories
that the “journalis m in change” thesis assumes a s a trait of professionalisation .
1Proyecto fin ancia do por el Consej o Nac ional de Cienc ia y Tec nolog ía de México .
Normative Values and Reporting Practices in Tension:
Professional Perceptions of Journalists in Mexico
MIREYA MÁRQUEZ. Universidad Iberoamericana, Ciudad de México, México (mireya.marquez@uia.mx)
Recibido: 27/marzo/2012. Aceptado: 22/mayo/ 2012
(ARTÍCULO)
Palabra s clave: cultura periodística, valores profesionales, prácticas autorita-
rias, periodismo mexicano.
Keywords: journalism culture, professional values, authoritarian practices, Mexican
journalism.
Valores normativos y prácticas de reporteo en tensión:
percepciones profesionales de periodistas en México
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CUA DERNO S DE INFO RMACIÓN Nº 30 / 2 012 (Enero-Junio) / ISSN 0716-162x / Versión electrónica: www.cuadernos.info ISSN 0717-8697
nARRAtIVAs De lA PROFesIOnAlIZAcIÓn
en el PeRIODIsmO
Un argumento ampliamente defendido por muchos estu-
diosos del periodismo mexicano, especialmente extranjeros,
apunta hacia la observación de un aparente cambio sostenido
en el periodismo mexicano que implicaría la gradual profe-
sionalización de las salas de redacción en las últimas décadas,
lo que a su vez habría incidido en la calidad y pluralidad de la
oferta informativa de los medios. Se sostiene que estos proce-
sos de cambio serían, como veremos, paralelos a la apertura
política y liberalización económica que precedió a la alternan-
cia política del año 2000. Los defensores de la tesis del cambio
(Lawson, 2002; Rockwell, 2002; Wallis, 2004; Hughes, 2006
y 2009) aducen que en el marco de un ambiente comercial más
plural y polít icamente democrá tico se habría ge stado la consoli-
dación de un per iodismo má s asertivo, proactivo, indepe ndiente
y autónomo, apuntalado por un puñado de public aciones clave
y de periodistas pioneros con renovadas ideas. Se argumenta
que a la vez que una interrelación de factores externos e inter-
nos produjo el desarrollo de una nueva cultura profesional en
la década de 1990, también se fueron diluyendo muchos de los
pilares que sostenían las ya conocidas relaciones de subordi-
nación, instrumentalización y complicidad entre la prensa y el
Estado durante el régimen del Partido Revolucionario Institu-
cional (PRI) (Fromson, 1996; Hallin, 2000; Rodríguez, 2007).
Incluso, al inicio del nuevo milenio, algunos autores preveían
que durante el sexenio de Vicente Fox, el primer presidente
surgido de la oposición en setenta años, se rompería con los
viejos esquemas del pasado “y [se] daría un gran empuje a la
modernización de los medios” (Rockwell, 2002, p. 109, tra-
ducción propia).
Para los autores e stadounidens es Chappell La wson (2002) y
Sallie Hughes (2006 y 2009) el proceso de aper tura y democra-
tiza ción de los medios mexica nos y lo que consideran el pas o del
period ismo “autoritar io” al “libre” –seg ún Lawson – o de “autori-
tar io” a “c ívico” –según Hug hes– estuvo en marcado no solo por
variables exógenas importantes, como la liberalización econó-
mica y política, sino también por factores exógenos al interior
de las salas de redacción, que Hughes en particular atribuye a
un cambio de me ntalidad entre u na nueva generación de per io-
distas poseedores de nuevos estándares profesionales no solo
producto de su nuevo est atus de graduados un iversitarios, si no
de una voluntad tanto para ejercer la crítica como para ventilar
la corrupción y los escándalos, dispuesta a ejercer y defender
la libertad de expresión y a visibilizar fuentes de información
alternativa y actores políticos opuestos al régimen. La autora
identifica, por tanto, “un primer núcleo de agentes del cambio
en las redacciones [que] transformó su identidad profesional
siguiendo valores políticos disidentes” (2009, p.145), y que
gradualmente se fue propagando a varios medios nacionales
que, de acuerdo con la autora, habrían abandonado las iner-
cias autoritarias y vuelto proactivos y asertivos en su abordaje
de la problemática nacional.
En este tr abajo se pretende exam inar tal lí nea discur siva a la
luz del análisis de lo que consideramos la interrelación de dos
elementos constitutivos de la cultura periodística en México:
los valores profesionales de periodistas mexicanos y sus prác-
ticas de reporteo. Sostenemos que, pese a que los periodistas
mexicanos del siglo X XI discursivamente manifiestan apego a
los valores normativos del periodismo, como la autonomía, la
objetivid ad o el papel del vigil ante o watchdog (Hanitzsch, 20 09),
en la práctica tales valores y funciones se han adaptado a la
pasiv idad de prácticas de r eporteo cultura lmente heredada s del
pasado. Por ejemplo, valores como l a objetividad o factu alidad,
emblemas de l llamado “modelo lib eral de periodi smo”
2
(Hallin
y Mancini, 2004) o bien “periodismo anglosajón” (Schudson,
2001 y 2005; Schudson y Tifft, 2005; Schudson y Anderson,
2008) con el que usualmente se teori zan y miden los procesos
de profesionalización periodística en sociedades post-autori-
tarias, han adquirido, como veremos, su propio matiz a la luz
de la cultura política en México. Encontramos que en la ope-
racionalización de estos valores se han perpetuado hábitos de
narratividad que ya existían3 antes de la alternancia política,
a través de los cuales se privilegia predominantemente a las
fuentes oficiales y a sus discursos y acciones verbales como
elemento naturalmente const itutivo de la noticia. Tal metodo-
logía de tr abajo ha producido una tendenci a al llamado “p erio-
dismo declarativo”, una práctica de reporteo que pondera el
fragmento de discurso sobre el contexto, la investigación o el
proceso de verificación, como supondría la lectura que han
hecho sobre México los investigadores que apoyan la tesis de
la apertura democrática.
Sostenemos, p or tanto, que las tesi s de la transfor mación del
periodismo y la profesionalización del periodista en México,
o bien aquellos estudios que indagan sobre culturas profesio-
nales con frecuencia: 1) no exploran suficientemente estados
de ambigüedad o de contradicción semántica de los valores
periodísticos a los que se refieren, 2) dan por sentada la trans-
plantación de los valores y bondades del periodismo de paí ses
democrát ic os a contextos post-autorit arios, 3) ignoran el com-
plejo sistem a de la estructu ra política y económic a que moldea
a los medios, así como microrelaciones entre los periodistas
2 Dicho modelo, también
llamado “anglosajón” (Hallin y
Mancini, 2004) o “democrático”
(Overholser y Hall Jamieson,
20 05) sup one que para
ser vir a la democracia , un
sis tema de me dios debe ser
independiente de cualquier
posible interferencia o
regulación del Estado para
pod er gara ntizar su pa pel de
vigil ante o
watchdog
del Estado
y ejercer li breme nte la cr ítica
y la li bert ad de exp resió n
con el fin último de que los
ciudadanos puedan informarse
y por tanto tomar decisiones
responsables . Los valores
noticiosos en este modelo
liberal, por tanto, estarían
en teoría encaminados a
fom entar el debat e p lural par a
evitar sesgos: objetividad,
factualidad, distanciamiento
edi toria l por par te del
periodista e imparcialidad
(Kovach y Rosenstie l, 200 1).
3 Uno de los pocos estudios
cuantitativos realizados
durante la cúspide del sistema
autori ta rio a pr incipios de 198 0,
mostró que los periodistas
carecían de habilidades para
obtener información, actuaban
como simples transmisores de
declaraciones, tenían escasa
capacitación y entrenamiento,
gozaban de pobres condiciones
laborales; eran propensos
a aceptar sobornos para
complementar sus salarios;
se habían formado dentro del
med io al asim ilar la cultur a de
rep orteo de su s coleg as y, por
(Cont)
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MÁRQUEZ, M. / Valores normativos y prácticas de reporteo en tensión: percepciones profesionales de periodistas en México (pp.97-110)
y sus fuentes, los medios y sus anunciantes, o las jerarquías y
tensiones impuestas por la división del trabajo; 4) no conside-
ran con suficiente profundidad el impacto y asimilac ión de las
rutinas de producción en la concepción del trabajo periodís-
tico; 5) tienden a subestimar la variable de la cultura en tanto
expresión colectiva de rituales y valores no escritos y 6) con
frecuencia asumen el proceso de profesionaliz ación del perio-
dismo en países en desarrollo como el de una occidentalización
en el que los valores anglosajones se adoptan, y no como un
complejo proceso de “adaptación creativa”, concepto que pro-
pone Afonso de Alburquerque en su estudio sobre el perio-
dismo brasileño (2005).
En todo caso, cuando se utiliza el término “cultura perio-
dística”, tales estudios usualmente se refieren a cultura como
una variable o un factor externo que incide o impide que el
periodismo liberal termine de adoptarse,4 no como la matriz
de códigos de interpretación y rituales que le dan significado
a las prácticas sociales y a la relaciones de los periodistas con
sus pare s y sus públicos. Esta c oncepción más holíst ica de cul-
tura per iodística que propon emos, es entendida no ún icamente
desde el ám bito estructur al de las inst ituciones period ísticas en
tanto agente s de poder, sino desde las cos movisiones y subjetiv i-
dades de los agent es que las hacen po sible. Nos permite des en-
trañ ar la forma en que el per iodismo es ente ndido, visuali zado
y ejercido por los miembros de una misma ocupación en un
campo c ambiante, din ámico y sometido a múltiples pre siones.
Para examinar el grado y dirección de la aparente transfor-
mación en el periodismo mexicano es crucial que lo hagamos
no solo desde las lecturas tradicionales sobre sistemas de pro-
piedad de los medios, o las variables sociopolíticas, laborales
y demográficas de los periodistas, sino desde una mirada a la
subjetividad del periodista y su cultura de hacer periodismo,5
para así revelar cómo es que las condiciones estructurales del
sistem a de medios en México y de la c ultura polític a imperante
se hace pat ente en la concepción de per iodismo. Hemos de pre-
cisar, sin embargo, que el presente texto es solo una pequeña
parte de u n elaborado estudio doc tor al multidimen sional que,
a la luz de la tradición híbrida de periodismo mexicano –que
se ha nutrido de diversas corrientes como el periodismo mili-
tante, el “factual” y el del autoritarismo– examina tres pilares
funda mentales de la cu ltura period ística mexic ana: 1) los valo-
res y orien taciones profesionale s de los periodist as, sus cultur as
organizacionales y sus estándares de ética; 2) las condiciones
–legales, políticas, sociales y organizacionales– que permiten
o limitan la autonomía editorial y libertad de expresión en el
marco de la continuidad de relaciones de poder entre medios
y gobernantes, las presiones de los anunciantes, la publicidad
gubernamental y los conflictos de interés; y 3) las prácticas
periodísticas, las relaciones de periodistas con sus fuentes, la
preponderancia de fuentes de élite y las rutinas de producción
que visibilizan su discurso en el marco del continuo reposicio-
namiento político de los diversos actores en competencia y la
continua relación de clientelismo político.
Media nte el análisi s de factores exter nos e internos, conclu i-
mos en aquel tr abajo que la cultura per iodística me xicana no se
ha transformado de fondo, tal y como proponen los defensores
de la tesis evolucionista; debido a que subyacen muchos de los
pilares que sostenían las relaciones de los medios y el Estado y
al reposicionamiento de los actores políticos como agentes de
presión, la adopc ión de valores profesionale s anglosajones se ha
amalgamado a la cultura política post-autoritaria.
Por razones de espacio, en este texto solo nos enfocamos a
ofrecer una explicación, desde la subjetividad del periodista,
sobre la compleja y ambig ua relación entre los va lores profesio-
nales y l as formas contrad ictorias de operacionalizarlos a la lu z
de una supuesta cultura democrática.
MARCO TEÓRICO
lO cultuRAl Del PeRIODIsmO
Hemos de entender a la cultura de hacer periodismo como
la interacción de elementos individuales (creencias, hábitos y
métodos), organizacionales (demandas de las salas de redac-
ción, prácticas y rutinas institucionalizadas) y ocupacionales
(sistema de valores y principios normativos universales) con
las condiciones que genera el sistema mediático comercial en
México. Para fines de este artículo, solo nos abocaremos a los
aspectos de la cultura periodística que tienen que ver con roles
profesionale s y prácticas de repor teo. Como concepto, el térmi no
“cultura periodística” adquirió especial relevancia en el último
lustro. El investigador Thomas Hanitzsch (2007) es uno de los
primeros en usar el término como una dimensión analítica y
observable a través de varios niveles y moldeada por diversos
contextos sociopolíticos, y no solo como una única “ideología
profesional ” (Deuze, 2005). La defi ne como “la aren a en que una
diversid ad de ideologías profesiona les están en con stante lucha
y resistencia contra las interpretaciones dominantes sobre la
función so cial del period ismo y su identidad ” (Hanitz sch 2007,
p. 370, traducción propia). Tanto Hanitzsch (2007) como Nico
Carp entier (2005) argument an que el entendim iento de culturas
periodísticas y sus valores necesariamente pasan por los con-
trastes que se generan entre las identidades profesionales hege-
mónicas, basadas en el deber ser como objetividad, factualidad,
tanto, carecían de educación
universitaria (Baldivia, Planet,
Sol ís y Guer ra, 1981).
4 Ver por ejemplo, el reporte
de Steyn y De Be er (200 4) en
el que dan cuenta de cómo las
pobres habilidades laborales
de los periodistas sudafricanos
impedían su capacitación;
o los de Sha fer y Free dman
(20 03) o Ken ny y Gros s (2 00 8)
quien es dan cu enta de cómo
las costumbres autoritarias
sov iétic as hacen dif ícil la
adopción de los valores
y principios del modelo
occidental.
5 La comunidad académica
ha definido los elementos
con st ituti vos en la cultur a de
hac er period ismo de var ias
formas. Por ejemplo, Mark
Deuze (2005) considera que
hay ras gos uni vers ales de
ideología ocupacional entre
trabajadores de las noticias.
Alg unos le llaman “cultur a
de producción de noticias”
(Sc hudso n, 19 97 ), otro s “news
culture” o cultura noticiosa
(All an, 199 9), y otros má s
“imaginación profesional”
(Kunelius y Ruusunoska,
2009). Sin mencionar el
concepto como tal, algunos
aut ores di sting uen la cu ltura
periodística como “el conjunto
de fó rm ul as , pr ác ticas ,
valores normativos y mitología
per iodís tica qu e pasa de
generación en generación de
periodistas” (Harrison, 2000,
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distanciamiento editorial, imparcialidad, vigilancia o actitud
de servicio público (como en el modelo liberal anglosajón), y
las contra-hegemónicas como partidismo, opinión, militancia e
interpretación.
6
En estud ios previos, la polar ización de cult uras
period ísticas opuest as había supuesto h istóricamente l a distin-
ción de un per iodista factual meramente di seminador y distribui-
dor de noticia s (como en los pa íses anglosajone s) del p eriodista
militante o intervencionista, agente de opinión y movilización
socia l, y en casos ex tremos, como propagandis ta o al serv icio de
interes es privados (Chalaby, 1996; Donsbach, 1995; Donsbach
y Patterson, 2004; Hallin y Mancini, 2004; Weaver, 2005). El
entendimiento e identificación de estas diferencias y sus nego-
ciaciones en diversos contextos y momentos por los que atra-
viesan ciertos medios, posibilitan la reconstrucción del campo
discursivo que rodea la identidad profesional del periodista.
En este artículo nos abocaremos a mencionar las contradic-
ciones insertas en la concepción de identidades profesionales
y valores de los periodistas, y la forma en cómo éstas se mani-
fiesta n en sus prácticas de r eporteo, es decir, las ten siones entre
el deber ser y el se r.
METODOLOGÍA
Nuestro e studio está bas ado en una metodología cua litativa,
que consi stió en entrevi stas indiv iduales en profundid ad con 45
periodistas de radio y 45 de prensa escrita de 22 medios nacio-
nales con sede en el Distrito Federal entre agosto y octubre de
20 07,7 a qu ienes se ofreció anon imato para su ident ificación. Se
considera ron al menos cuatro per iodistas por me dio, uno de los
cuales fue siempre a nivel gerencial o directivo, con alto grado
de injerencia en la toma de decisiones editoriales, aunque en
varios casos hubo mayor número de participantes. La muestra
se generó luego de entrevistar a periodistas de siete empresas
radiofónicas con transmisión de noticieros a nivel nacional y
diez di arios de alcance n acional con más a lto tiraje en la Ciudad
de México, bus cando que el espect ro radiofónico e impreso est u-
viera equitativa mente repre sentado. Originalmente la r azón de
escoger a por lo menos cuatro periodistas por medio se debió a
que uno de los objetivos pr imarios de investigación er a indagar
las v isiones que tenía n un año después los p eriodista s asignados
tanto a las tres principales campañas presidenciales de 2006,
como al per iodista encar gado de la planeación editor ial respe cto
del conflic to postelectoral que se s uscitó, incluso si pa ra la fecha
de la entrev ista ya todos el los habían sido reas ignados de fuente
informativa y, en promedio, cubrían cuatro sectores inform ati-
vos por periodista. La decisión, por motivos de acceso y recur-
sos, fue eliminar a periodistas de televisión y solo enfocarnos
en periodistas de radio (un segmento muy subrepresentado
en los estudios sobre la profesión periodística), conocidos por
el gran volumen de trabajo que producen, y contrastarlo con
sus colegas de prensa e scrita, quiene s tradicionalmente tienen
mayores recursos y espacios para producir. La forma de pro-
cesar l a información con sistió en identific ar temas recu rrentes
además de las áreas de ambigüedad entre los diversos temas.
Encontramos que, aunque las realidades entre periodistas de
radio y prensa escrita divergen, hay temas, rutinas, realidades
y preocupaciones comunes.
RESULTADOS
ROles PROFesIOnAles en cOnFlIctO
Uno de los más importantes estudios sobre culturas perio-
dístic as que se haya llevado a cabo en la s últimas décadas para
examinar comparativamente las funciones y valores a los que
se adhieren los periodistas (Hanitzsch et al, 2011), revela un
énfas is en tres roles nor mativos preponderante s: 1) el des apego
editorial del reportero sobre lo que reporta, 2) la provisión
de información y, 3) el actuar como vigilante y monitor del
gobierno. Tales hallazgos parecen confirmar múltiples con-
signas de que “los ideales occidentales tradicionales [...] están
floreciendo entre los estándares aceptados por los periodistas
alrededor del mundo” (Hanitzsch et al, 2011, p. 280, traduc-
ción propia). Al igual que sus contrapartes en otros países, los
period istas mexic anos retóricame nte se han adher ido, i ncluso
al mismo o mayor nivel que s us contrapartes estadoun idenses
y de otros países de mayor tradición liberal, al rol principal de
“proveer a los ciudadanos con información para actuar polí-
ticamente” y “ser un observador absolutamente distanciado”
que evita intervenir en el contenido de su información. Hasta
ahí, ambos son consistentes con el modelo liberal de vigilante
(watchdog), de objetividad y de factualidad. Pero, paradójica-
mente, en una comparación que hemos realizado para este
texto con seis países de los 22 estudiados por Hanitzsch y sus
colegas, que ejempli fican tradicione s periodístic as contrasta n-
tes o bien que son o f ueron política, geogr áfica y cultura lmente
afines a México (Estados Unidos, España, Chile, Brasil, Rusia
y China), encontramos un escenario interesante. Los perio-
distas mexicanos fueron quienes, de entre la muestra de paí-
ses seleccionados, se manifestaron en un mayor grado por las
funciones de “ser agentes de cambio”, “establecer activamente
una agend a” y “apo yar a los gobiernos en la impleme ntación de
política s públicas”. Estas funcione s obtuvieron mayor puntaje
entre periodistas mexicanos que entre los propios españoles,
quienes según algunas categorizaciones y clasificaciones teó-
p. 108, tr aducc ión pro pia),
como “el nebuloso complejo
de tradiciones, psicología
social y hábitos domésticos
que condicionan la unidad
de la s persona s y los hace
diferentes a otros” (De Burgh,
20 03 , p .174 ); o bien co mo el
capital cultural compartido por
los per iodistas en tanto que
constituyen “comunidades de
interpretación” (Zelizer, 1993).
6 En la lite ra tura sobre
funciones y roles periodísticos,
se ha atribuid o el par tidis mo,
la militancia, la interpretación
o el comen tario en la nota
periodística a otras tradiciones
de pe ri odism o opues tas
al mo delo li beral , como
ser ía el cas o de la pre ns a
franc esa o ita liana donde el
concepto de objetividad no
tuvo históricamente el mismo
arraigo que en E st ados Unido s
y Reino Unido (Chalaby 1996
y 1998; Mancini , 20 00 y 200 5;
Ben son, 20 02 y 200 5; Hall in y
Gil es , 20 05; Bou dana, 2010 ).
De ac uerdo con Daniel Hallin
y Pao lo Mancini (20 04), esto
se ex plica rí a porque en países
com o Francia , Italia o Es paña,
el “paralelismo político” de
la pr ensa resp ecto de su
sistema de gobierno es alto
y los hace vul nerab les a la
intervención en su regulación
y a su “instrume ntalizació n”,
es de cir, a su utiliz ación con
fines propagandísticos. Aun
con estas diferencias, diversos
estudios comparativos
(Cont)
(Cont)
101
MÁRQUEZ, M. / Valores normativos y prácticas de reporteo en tensión: percepciones profesionales de periodistas en México (pp.97-110)
(Cont)
concluyen que el tipo de
per iodis mo inter pretati vo y de
amplia intervención por parte
del per iodis ta que se pra ctica
en diarios como
Le Monde
consistentemente
pro vee al lector co n m ayor
con tex to y anál isis qu e la
simple descripción factual de
la información, como ocurriría
con el
New York Tim es
(Ben son
y Hal lin, 200 7).
7 Los me dios de los qu e
provienen los entrevistados
son siete grupos radiofónicos
(Imagen, ACIR, MVS-Monitor,
Rad io Cent ro, NRM, Rad io
Fórmula, Televisa Radio),
nueve diarios nacionales
(
El Un iv er sa l, Refo rma, El
Economista, EL Financiero,
Cen tr o, L a Jornada, Mi lenio,
Excél sior, El Centro),
uno
regional
(La Crónica),
cuatro
semanarios
(Día Siete, Eme
Equis, Cambio, La Crisis
)
y una agencia de noticias
(Notimex). La muestra incluyó
49 repor teros; 27 per iodis ta s
en cargos editoriales como
directores editoriales,
jefes de redacción, jefes de
información, directores de
noticias, editores de programa
o sec ción, pro ducto re s;
seis conductores de radio,
tre s columnis tas y el re sto
redactores (algunos de ellos
en lí nea) o subedit ores.
ricas –por ejemplo, la de Hallin y Mancini (2004)–, tendrían
una cultura periodística altamente opinativa debido al alto
nivel de par alelismo político y d e instrumen talización pol ítica
de los periodistas, y casi tan alto como los periodistas de paí-
ses post autoritarios o c uyos medios están i nstrument alizados,
como en China y Rusia.
Cabe resalta r que tanto en la tipología de Han itzsch (2007)
como en la de est udios previos igua lmente influyente s (Weaver,
1998 y 2005) la función de movilizador social se asume como
opuesta y cont rastante con la de diseminador o vigilante, porque
suponen un a lto grado de interve nción editorial del p eriodista en
el contenido, y no el di stanciam iento neutral y postura altamente
descr iptiva que implica el periodismo en el modelo liberal. En
esta si mple comparación podr ía observar se que los mexicano s
pretenden establecer la agenda y ser agentes de cambio desde
postur as editoriale s distanci adas y meramente de d iseminac ión
de información. Como se observa en la Tabla 1, encontramos
que los periodistas mexicanos dijeron “sí” a las respuestas que
les parec ieron apropiadas para defi nir su trabajo en for mas que
no implican contradicción o ambigüedad alguna de acuerdo
con las polaridades de las tipologías de Hanitzsch o Weaver.
Podemos inferir que los periodistas mexicanos que constitu-
yeron la muestra piloto consultada del estudio de Hanitzsch
et al (2011) simultáneamente apoyan con casi igual prioridad
las funciones de diseminar, colaborar y movilizar, sin que por
ello les resulte problemática. Esta tendencia es visiblemente
contraria a lo que ocurre típicamente con los periodistas de
Estados Un idos que, en concordancia con el modelo liberal de
periodismo, se asumen como diseminadores distanciados de
información, pero no como movilizadores activos de cambio
o como agentes de apoyo de políticas públicas.
¿Cuáles son las implicaciones de esta simultaneidad de
ideologías profesionales y por qué las problematizamos en el
contexto mexicano? Aunque la gradual adhesión de los per io-
dist as mexicanos a los v alores profesionales o ccidentales (aquí
llamados liberales) ha sido documentada como un elemento
de cambio y progreso en el periodismo respecto del siglo XX,
es preciso contrastar tales valores y funciones con muchas de
sus prácticas de reporteo para comenzar a entender la ambi-
güedad y las tensiones semánticas que implican tales valores
y funciones con la realidad mexicana del postautoritarismo y
la polarización política. Encontramos que la mayoría de los
periodistas se ven a sí mismos(as) como agentes de cambio
generacional y como profesionales, en tanto que son gradua-
dos de licenciatura, en posesión de m ayores herramientas que
la de su genera ción antecesora, aquel la autocapacitad a sobre la
march a que recibía prebendas y s obornos y sobre la que recaen
muchos señalamientos y reproches de corrupción y complici-
dad (Fromson, 1996; Cleary, 2003; Scherer y Monsiváis, 2003;
Rodríguez, 2007).
Entre nues tros halla zgos, por ejemplo, al elegir defini rse como
parte de una ocupación consensual y como miembros de una
profesión, emerg ió una imagen muy cla ra en apoyo a los valores
liberales/anglosajones del periodismo: en concordancia con el
rol de vigilante (watchdog), los periodistas mexicanos reiterada
y enfáticamente manifestaron que su trabajo consiste, como el
de sus colegas de otras partes del mundo, en contrarrestar los
poderes políticos, servir de contrapeso al E stado, escudriñ ar la
gestión de los gober nantes y, por tanto, serv ir a los intereses de
los ciudadanos. El reportero, en la autorrepresentación ideali-
zada de su ocupación, juega un papel social y está a la caza de
noticias que revelen corrupción. Las siguientes citas de estos
reporteros resumirían la adherencia al modelo liberal:
Yo creo que los medios tenemos que plantearnos ser críticos del
poder, y ser críticos del poder no solo del poder del presidente o
del secre tario de Gober nación, si no del que se genera en cu alquier
espacio; del dirigente de taxistas, de los billeteros. Debemos ser
críticos del poder. (Reportero 2, Per iódico “H”)
Mi trabajo consi ste en obtener infor mación de diversa s fuentes de
inform ación para red actarlas c on un enfoque per iodístico [...] para
orient ar a la opinión públic a de modo que tome sus dec isiones que
afecten a su vida cotidiana y su relación con los demás, principal-
mente con los po deres públicos. (R eportero polít ico 1, Periódico “B”)
Los reporteros salimos a oler las calles, a ver dónde está la noti-
cia, a ver qué es lo que le interesa a l a gente y a reflejarlo en el ca so
mío en un medio radiofónico. (Reportera política 2, Radio “K”)
También manifestaron que su trabajo consiste en aprender
a sortear los obstáculos para llegar a la verdad, para informar
sin sesgos o prejuicios, y para proveer información relevante y
oportun a. Su elección de vocabula rio para defini r su ocupación,
tal como “veracidad”, “inmediatez”, “oportunidad”, refuerzan
los esquem as normativos del mode lo liberal de perio dismo. Sin
embargo, se encontró que pese a que retóricamente los perio-
distas mexicanos encuentran adjetivos que definen su profe-
sión con facilidad, la definición última de cuál es el papel del
periodismo en la sociedad fue más complicada: si el informar,
explicar, analizar, denunciar o fomentar el cambio. En cuanto
a la función del periodismo, los participantes tuvieron menos
claridad de su puesta en marcha cuando describían su trabajo
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CUA DERNO S DE INFO RMACIÓN Nº 30 / 2 012 (Enero-Junio) / ISSN 0716-162x / Versión electrónica: www.cuadernos.info ISSN 0717-8697
Papel del
periodismo México EE . UU. España Rusia China Brasil Mundo
Ser un observador
absolutamente
distanciado
4.48 4.42 4.32 3.95 4.16 4.42 4.22
Actuar como vigilante
del gobierno 3.90 4.39 3.71 3.56 4.21 4.45 4.05
Proveer a los
ciudadanos con
información para
actuar políticamente
4.49 4.58 4.05 3.99 4 .11 4.81 4.38
Concentrarse en
noticias que atraigan
el mayor público
3.39 3.05 3.12 3. 61 3.91 2.74 3.37
Establecer la agenda
política 3.20 2.07 2.28 3.24 3.21 2.65 2.94
Influir en la opinión
pública 3.55 2. 41 2.77 3.62 3.87 2.59 3.23
Apoyar las políticas
de Estado que
atraigan desarrollo y
prosperidad
3.11 1.74 2.77 2.66 3.73 3.17 2.70
Apoyar el cambio
social 3.89 2.50 3.16 3.03 3.71 3.49 3.37
Motivar a la población
para actuar en debates
políticos
4.16 3.46 3.60 3.37 3.36 3.74 3.76
Tabla 1 Roles institucionales de los periodistas en 6 países en 6 países. (Media).*
Fuente: datos extraídos del estudio “Worlds of Journalism” (Hanitzsch, 2009).
*Escala gradual donde 5 equivale al grado más alto y 0 al más bajo.
103
MÁRQUEZ, M. / Valores normativos y prácticas de reporteo en tensión: percepciones profesionales de periodistas en México (pp.97-110)
diario o las notas que cubrieron en los días previos a los que la
entrevista tuvo lugar. Una encuesta entre periodistas locales
en Salamanca, España (Merayo, 2005), encontró que el que
los period istas se defin an como transm isores de la real idad no
signi fica que también asuman el rol de v igilantes del gobier no
sino que, de hecho, lo as umen para evit ar ese papel. En con cor-
dancia, nuestro estudio revela que los periodistas han apren-
dido, ya de entrada con la descripción de su trabajo cotidiano,
a interiorizar el papel de estenógrafos del poder público y el
distanciamiento editorial como un trabajo que no requiere,
esencialmente, la inter vención del reportero en la ver ificación
y contrastación de la información, como supondría el papel
de vigi lante que dicen adoptar. Estos fragmentos de entrevista
parecen ilustrarlo:
Los med ios de comunicación e xistimos por que el funciona rio no
puede ir a informar a cada una de las person as qué es lo que está
haciendo o qué es lo que recomienda que se haga; como no pue-
de hacer eso utiliza los medios de comunicación [así que] noso-
tros lo ún ico que tenemos que hace r es decir: “el func ionario dijo
esto; yo lo escuché”, pero a través de mí lo van a escuchar cin-
cuenta , cien, 500 mil persona s. (Reportera pol ítica 2, Radio “N ”)
Mi objetiv idad es: yo fui a una conferencia, estoy pasando lo que
dijo él, y ya. Sin prejuzgar, sin decir “ bueno, pues vamos a ver si
pueden porque parece como que no es muy talentoso”. Ya le es-
tás diciendo a la gente “este funcionario es muy tonto”. O sea tú
no tienes que influir, tú tienes que pasar tu nota, así limpiecita,
normal. (Reportero 5, Radio “L”)
Encontramos, pues, rasgos claros que Hallin y Mancini
(2004) atribuyen a lo que l laman Modelo Plura lista Polar izado
de medios, el cual prevalece en países mediterráneos como
Francia, Grecia, Portugal, España y Francia. Aunque la inte-
gración for mal de los medios de comunic ación en la política de
partidos no está presente en México, sí han estado presentes
otras variables que los autores proponen, como: 1) el grado de
paralelismo político entre las instituciones mediáticas y polí-
ticas y 2) la instrumentalización de los periodistas, es decir,
como mecanismos de influencia política y comercial.
En el caso mexicano, valores como la objetividad o la fac-
tualidad son interpretados no como la narración detallada de
una nota con base en hechos verificables, sino como la trans-
cripción pu ra de declaraciones política s de diversos actores en
conflicto y p or tanto, como una activ idad en la que los per iodis-
tas se convierten en simples vehículos de transmisión para las
élites políticas. La actividad de transcripción le aleja, por tanto,
de la función última de servicio a la sociedad y le confiere el
papel de simple caja de resonancia de conflictos político-par-
tidistas, como también demostró el detallado estudio de Sil-
vio Waisbord (2000) en Colombia, Argentina y Brasil. Sirve
a los valores de la objetividad y el distanciamiento editorial
en tanto que transmite fielmente el discurso político, pero le
aleja de los papeles que ellos mismos se trazan, de establecer
la agenda y promover el cambio. Aunque cómodo y asimilado
como el trabajo que le s demandan en sus redaccione s, el papel
de estenógrafo, sin emba rgo, implica a la m ayoría de los perio-
distas una fuente constante de conflicto para definir su propia
función y el g rado de contexto que supone l a nota periodís tica:
A veces...tú quieres explicar y analizar por qué están pasando
las cos as, pero el medio no te lo per mite, te dice: “No, no, no, eso
es editorializar. Tú no eres editorialista. Tú tráeme la nota dura:
el qué, cómo, cuándo”. De repente el medio te limita. (Reporte-
ro 1, Diario “D”)
Por ello, aunque hay un con senso evide nte de que su obliga-
ción últim a es la de informar al público, la c uestión del cómo y
qué tanto s alirse del est ándar normat ivo y operativo de la obje-
tivid ad se mantiene problem ática y difíci l, especial mente entre
aquellos per iodistas c uyas funciones e stán definid as (y extrema-
damente limitadas) por la posición que ocupan en la jerarquía
organizacional e institucional: si son conductores, redactores
o reporteros, y l a fuente inform ativa que cubren. Aunque, ta l y
como lo documentó S allie Hughes (2006 y 200 9) en s u estudio
previo, los periodistas mexicanos han asimilado que la inter-
pelación y l as preguntas c ríticas no sólo son conduct as válidas,
sino esp eradas en el contex to de la polari zación política ac tual,
muchos de ellos sienten que sin la autoridad para comentar y
analizar en profundidad o con el estrecho margen de manio-
bra con que cuentan para proveer a sus notas de contexto y
reflexión, su invaluable capita l y conocimiento se des perdicia.
Los pres entadores de radio, sin em bargo, parecen llena r este
vacío de interpretación al ser los responsables de fungir como
modeladores de la opinión pública, claramente visualizando
su rol en la sociedad en el tenor en que lo hacían sus antece-
sores, los intelectuales del siglo XIX, y el papel que otrora des-
empeñara un reducido número de influyentes columnistas de
diar io que, durante el régi men político, eran los ún icos capaces
de desentrañar y descifrar el lenguaje político.
Nosotros lo s informadore s [...] debemos p ensar, cuando h acemos
nuestro t rabajo, en que somos un p oco, sin querer, mae stros ¿no?,
somos gu ías, somos mae stros de escuel a, que le traemos a la gen -
te la información que consideramos relevante con base a nuestra
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CUA DERNO S DE INFO RMACIÓN Nº 30 / 2 012 (Enero-Junio) / ISSN 0716-162x / Versión electrónica: www.cuadernos.info ISSN 0717-8697
exper iencia, con base al interés –hay forma de mediarlo– y lle-
vamos a la gente a que analice la información. (Conductor 2 de
Radio y T V, Estación “N”)
La tensión que implica la función del conductor de noticia-
rio de radio en México parece implicar una distinción mani-
fiesta con s us reporteros subord inados o con colegas de medios
impresos, para quienes los conductores de radio “no interpre-
tan o an alizan, sino simplemente opinan”, como mani festaron
varios reporteros entrevistados. En tanto que las estrategias
comerciales de los medios informativos, en un mercado cada
vez más competitivo y audiencias más pulverizadas, obligan a
dirigirse a nichos específicos, los conductores de radio se han
convertido en los canales de expresión de segmentos partidis-
tas diversos, o bien, de la clase política en general para “esgri-
mir arg umentos de sentido común, más o menos coincidentes
con las tendencias de las audiencias que los siguen” (Martin i y
Luchess i, 2004, pp. 54-55). Un seg mento de periodis tas siente
que tal partidismo es necesario en el contexto de pluralidad
y madurez que se requiere para el debate político. Al mismo
tiempo, otro segmento percibe la libertad con la que emiten
opiniones como una vulneración a los cánones de imparciali-
dad y objetividad a los que les obliga su ocupación y a los que
discursivamente se adhieren. De cualquier forma, el derecho
a la militanci a y al partidismo, incluso si está disfra zada, pare-
ciera ser el pr ivilegio ún icamente confer ido a lo s comentaris tas
de radio y editorialistas. Los reporteros que se autodenomi-
nan “de a pie”, los que estuvieron “atestiguando los hechos” u
“oliendo las c alles en busca de l a noticia”, deben, como dijimos,
limitarse a la transcripción acrítica.
PRÁctIcAs De RePORteO: lA PAsIVIDA D e n lA cultuRA
PeRIODÍstIcA cOntInÚA
Los análisis de los estudiosos de la transformación de los
medios en México constantemente han omitido una observa-
ción más fi na de las práctica s de reporteo y de relación con su s
fuentes y c on sus colegas de otros med ios que sí existen e n otros
países (Sigal, 1973; Davis, 2000 y 2009). El periodista debe
asumirse no solo como individuo con su propia carga de valo-
res y principios (pragmáticos o teóricos), sino también como
una entidad profesional colectiva en la que se desempeña en
conjunto con sus colegas y competidores en una fuente infor-
mativa específica para la que los proveedores de información
y sujetos noticiosos son fundamentales. Es decir, los facto-
res que impactan el trabajo periodístico y que influyen en la
agenda, decididamente trascienden el ámbito de los valores
individuales y de sus propias organizaciones y se extienden a
otros donde no necesariamente se puede observar la transfor-
mación del llamado periodismo autoritario hacia el llamado
periodismo cívico.
La cultura periodística mexicana se caracteriza, como en
muchos otros países del mundo –democráticos o no– por las
rutinas diarias y narrativización de la noticia que, tal y como
ocurría dur ante el régimen autoritar io, cont inúan reporta ndo,
observ ando, criticando y por tanto, privilegiando los “sitios de
poder donde se conce ntran las élit es” (Davis, 2007, p. 74). Desde
la logística de asignación de fuentes y repartición del trabajo
inform ativo, a los procedimiento s de recolección de inform ación
en fuente s en que se genera un volumen impor tante de noticia s
como el Congreso o la Presidencia, las rutinas de información
están designadas para maximizar la visibilidad de las élites
políticas o actores en ejercicio de poder, y no necesariamente
para vigilarlas o cuestionarlas (como ya dijimos) y, por exten-
sión, para m inimizar la inter vención editorial del reportero en
su propio contenido. Estos entrevistados así lo ejemplifican:
Mi trabajo es esencialmente interaccionar con los políticos del
país, preguntarles cosas, hacerlos rabiar a veces, hacerlos enojar
a veces pa ra que ellos te pueda n dar una nota o t e puedan dar un a
noticia q ue sea de interé s común. (Report era Política 2, R adio “K”)
Yo creo que en México hay una mezcla, no encontramos bien el
periodismo que queremos hacer, de repente el propio ritmo de
cada medio de comunic ación lo lleva a dejar esa objetividad a un
lado, y a veces a hacer un periodismo de reacción, es decir, bus-
car la reacción del funcionario, buscar lo que está ocurr iendo en
el momento y se deja un poco la investigación. ( Jefe de Redac-
ción, Radio “P”)
El producto de esta metodología de procesamiento de
información es llamado, entre los propios periodistas como
“period ismo declarat ivo”, y el ambiente que lo genera fue rec u-
rrentemente llamado “diarismo” o “cuota de notas diarias”. Se
trata de un sistema de hábitos y prácticas predominante en
la cultura periodística mexicana (y en la latinoamericana, de
acuerdo con Mig uel Ángel Basten ier, 20 09) en el que se bus can
y anticipa n declaraciones p ara luego continuar con l as reaccio-
nes de la contraparte y alimentar el círculo informativo hasta
que se desvanece. En tanto acciones discursivas, las declara-
ciones políticas se sostienen a sí mismas como la nota por lo
que pueden predecirse y manufacturarse en complicidad con
los declarantes, quienes buscan la publicidad y visibilidad de
su puesto. En este escenario, el acto periodístico de investiga-
105
MÁRQUEZ, M. / Valores normativos y prácticas de reporteo en tensión: percepciones profesionales de periodistas en México (pp.97-110)
ción y verificación de información, como supondrían los roles
de movilización social o de establecimiento de la agenda, y no
digamos el de vigilante del Estado, se perfila como empresa
difícil, pues el servicio público y la inclusión de la sociedad
civil, que supone la tesis de la transformación del periodismo
autoritario al cívico, no se da. Para los periodistas, la prepon-
derancia del declaracionismo como metodología funcional y
cultura aprendida del periodismo mexicano contraviene sus
funciones centrales:
Muchas veces las declaraciones no son más que expresiones de
unos para atacar a otros y de otros para defenderse de los unos,
es decir, es un metalenguaje en donde los grandes grupos de po-
der se están comunicando, batallando, peleando, utilizando a los
medios de comunicación, los reporteros, y a la sociedad ¿no? Y
la sociedad queda como frente a un aparador de enseres domés-
ticos que no puede comprar, ni siquiera puede opinar. (Conduc-
tor de Radio y T V, N2)
Yo aspiro a ex plicar lo que veo, yo no me puedo que dar con la pos -
tura de ser un estenógrafo, hay muchos aquí que nos negamos a
eso. Pero las declaraciones y los pleitos son lo que venden, es el
escándalo, es el morbo. (Reportero 1, Diario “G”)
Se trata, entonces, de una forma pasiva de recolección de
inform ación que no parece haber prog resado de los proceso s de
recolección y t ransmis ión –así como el leng uaje– del periodi smo
autoritar io del priismo, en el que el repor tero era el mero canal
de transmisión del régimen. Evidentemente, el gran cambio es
la inclus ión de una diversidad de voc es críticas y con trastante s
que trajo cons igo la pluralidad y diver sidad partid ista de actores
políticos que d ecla ran su post ura luego de la alter nancia polític a.
Pero las metodologías de verificación documental y contrasta-
ción de fuentes parece no formar parte de la rutina diaria del
reportero común, especialmente ante el número de sectores,
fuentes y notas que cubre a diario. Adicionalmente, en tanto
que los eventos cubier tos y descritos por nue stros entrevi stados
nutren en su mayoría la agenda del día, observamos que sus
actividades se remiten a la cobertura de eventos ya agendados
o predecibles, y no ne cesaria mente son fruto de la i nvestigación
o la iniciativa del periodista de oler las calles. Como señala el
periodista br itánico David R andall (2000), las conferencias de
prensa son un monumento a lo “enteramente prev isible”. En la
descripción de eventos de los periodistas que entrev istamos, y
de los eventos y noticias que dieron a conocer en una semana,
se comprobó que sus asignaciones se centraron predominan-
temente en la cobertura de fuentes oficiales y las actividades
que realizan los políticos y funcionarios públicos. Incluso, la
asignación de fuentes es reflejo de la división estructural de
los poderes del Estado y sus oficinas gubernamentales, tal y
como lo documentó León Sigal en su emblemático estudio de
periodistas hace ya varias décadas (1973).
En la concepc ión ocupacional de var ios reporteros de rad io,
y muchos de prensa e scrita, “cua ndo la conferencia [de prens a]
se termina, mi trabajo se termina”, como dijo una reportera
de radio. De tal forma, el fragmento auditivo de la declaración
política se convierte en la noticia y por tanto, sirve para llenar
los ciclos de noticias y la demanda de trabajo que les imponen
sus redacciones. Esta postura sin duda debilita la autoridad y
legiti midad que requieren (y dema ndan) los entrevi stados para
reporta r las noticias c on el contexto e invest igación necesar ios.
Así pue s, no mucho ha cambiado des de que los llamados repor-
teros pasivos del pasado le conferían con notable servilismo,
toda la autoridad moral y editorial de sus notas a sus fuentes,
usualmente al político de cuyo patronazgo dependía la super-
vivencia del medio. Si acaso, lo que ha cambiado es la actitud
del periodista, el tono más agresivo y confrontacional de sus
preguntas durante conferencias de prensa o entrevistas infor-
males o de banqueta, y su interés por poner a los políticos en
evidencia. También los políticos han refinado sus habilidades
para sortear preguntas y redirigirlas hacia los mensajes que
quieren comun icar y por tanto la luch a diaria de los p eriodista s
no es ejercer el periodismo cívico, sino ganar la eterna batalla
de determinar e imponer la agenda y el ángulo de la noticia
(cfr. Solórzano, 2006).
Además de l a distinción entre segmentos ocupacion ales, la
jerarquización y prestigio de las fuentes cubiertas por repor-
teros se designa con base en su reflejo de la propia estructura
jerárquic a política que, pes e a la democratiz ación que supuso el
arr ibo de nuevos actores políticos a l escenario electoral, cont i-
núa priv ilegiando a los depos itarios del poder ejec utivo y legis-
lativo. Los entrevistados señalan que pese a que, como nunca,
tienen la libertad de contrastar posturas políticas opuestas, la
oferta de fuentes disponibles sigue siendo monopolizada por
las fuentes oficiales y de élite y no por organismos ciudadanos
o independientes. Hallin y Mancini (2004) sostienen que el
profesionalismo en el periodismo es más débil en sociedades
donde la cultura polít ica permite el favorecimiento de los inte-
rese s particula res sobre el interé s público, y se da especi almente
en ámbitos donde la sociedad c ivil no es tan fuerte o donde los
partidos políticos están en constante búsqueda de visibilidad
mediática. Incluso los reporteros está n conscientes de que por
la función que ha asumido el per iodismo como ventana de los
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conflictos e n el poder y a diferencia de l as tendencias gen erales
que se observan en países con una tendencia más comercial,
las notas de interés humano aún son dejadas de lado en favor
de la publicac ió n de inform ación de índole político-pa rtidista.
Hay nota s que a muchos reporte ros a lo mejor no les cuest a el me-
nor sacr ificio, porque saben que s on notas que solit as se colocan,
como son las del presidente. El presidente puede decir tontería y
media y los noticiarios pueden abrir con esa información, cuan-
do a lo mejor hay un de scubrimiento médico, como es el del des -
cifrar el genoma humano de los mexicanos, y la meten a la mit ad
del noticiario. Y eso sería una not a de ocho en Europa. Pero aquí
si el presidente se cayó y se resbaló entra la nota del presidente
que se cayó y se resbaló. (Reportera “6”, Radio “L”)
A los dueños les interesa también que su medio sea una venta-
na para que el gobernante, el poderoso, vea que puede salir ahí,
y entonces pues “aguas si te portas mal, o haz las cosas bien por-
que ahí v as a estar”. Entonce s es como un círculo don de están to-
dos muy ligados y no p uedes decir, “ya no h ablo de política na da”.
(Reportera 3, Radio “N”)
El argumento sostenido por los defensores de la tesis del
cambio, de que los periodistas muestran más autonomía
editorial porque ejercen periodismo de investigación que
exhibe a los actores políticos, debe examinarse a la luz de
la distancia que guardan los reporteros de sus fuentes, así
como por el tipo y grado de promoción que hacen de sus
discursos mediante la metodología de reporteo consistente
en cubrir los discursos y eventos del presidente y otros fun-
cionarios públicos (independientemente del partido polí-
tico). Es decir, pese a que la alternancia política en México
significó la transferencia de poder a un partido alternativo
y la pluralidad y multiplicación de voces en los medios,
esa propia multiplicación implica una sobresaturación de
declaraciones que, de acuerdo a los entrevistados, deviene
en que criterios de calidad –que se consideraban durante
los años de transición, como la equidad en cobertura y la
exhibición de políticos de todos los colores– se hayan con-
vertido en mecanismos obsoletos de reporteo. Los reporte-
ros entrevistados coinciden en que los temas de verdadero
interés público se están dejando de lado en pos del escán-
dalo político y rápido.
Por tanto, argu mentamos que las transfor maciones en los
roles, va lores profesiona les, prácticas, pr incipios y proces os
del periodismo, así como su posición jerárquica respecto
de otros actores, están imbuidos de patrones de ambigüe-
dad. La manera en que los periodistas valoran e interpre-
tan su papel en la sociedad y asumen cierto tipo de valores
como objetividad, parcialidad, revela más que una adop-
ción del modelo anglosajón de crítica y vigilancia al poder,
una adaptación de estos cánones a su realidad inmediata y
a sus posibilidades de interacción con las fuentes que gene-
ran información, a sí como los microprocesos de interacción
organizacionales y metaorganizacionales en los que está
insertado el periodismo.
Con la llegada de más y nuevos actores políticos al escena-
rio de debate no solo se robusteció la esfera pública y se posi-
bilita ron los espacios a la cr ítica y al debate, como asu me Sallie
Hughes (2006 y 2009), sino que la confrontación estéril y el
conflicto se multiplicaron y viralizaron a través de un perio-
dismo declarativo que usualmente falla en poner las discu-
siones en un contexto más profundo, de política pública o de
estrat egia. Al per iodismo vigi lante que presupon ían los repor-
tajes de la década de 1990 parece seguirle una tendencia que
identificó Silvio Waisbord (2000) en varios países sudameri-
canos: el “denuncismo” o la práctica de acusaciones y denun-
cias de “to do s contra todos” que es posibi litado a través de est a
cadena de declaraciones y reacciones en el que los periodistas
hacen muy poco por verificar, según sus propios testimonios.
Es verdad que no se trata ya solo de una fuente única, el PRI,
la que determina la dirección y tono de la información, como
antaño. Sin embargo, son los conflictos entre las élites políti-
cas y fuentes oficiales, y no los ciudadanos o eventos no inme-
diatos que requieren análisis y perspectiva, las que continúan
monopolizando la atención de los medios, así como su narra-
tiva y, por tanto, incidiendo en la agenda pública.
REFLEXIONES FINALES
Hay gran consenso, entre los periodistas entrevista-
dos para este trabajo, en que el periodismo mexicano se
ha transformado sustancialmente respecto del pasado,
pero no en la dirección ni con el grado de profesiona-
lismo, calidad y rigor que muchos desearían. La reali-
dad política y social parece haber opacado una primera
etapa de profesionalización y cambio que vivieron las
redacciones de la década de los 1990, bien documenta-
das por autores como Sallie Hughes y Chappell Lawson,
en donde la monopolización de los flujos y agendas de
información estaban en manos de un sistema de par-
tido único o abismalmente mayoritario. En países en
transición, un gran segmento de investigadores han
buscado comprobar si la democratización política está
107
MÁRQUEZ, M. / Valores normativos y prácticas de reporteo en tensión: percepciones profesionales de periodistas en México (pp.97-110)
relacionada o favorece la llamada adhesión de cánones
profesionales en el periodismo, basados en la autonomía,
el interés público y la objetividad. Las ambigüedades y
tensiones encontradas en este estudio, que ha privilegiado
(por lo menos para fines de este texto) la exploración de
la realidad diaria de los periodistas y sus percepciones
sobre el trabajo que realizan, revelan que los periodistas
aprenden a asumirse, a través de cánones como la objeti-
vidad, como estenógrafos del poder y cajas de resonancia
de conflictos político-partidistas. Mediante la obser vación
de valores profesionales en conflicto y prácticas profe-
sionales que sugieren la continuidad de la instrumenta-
lización de los periodistas (si bien en formas más sutiles
que durante décadas anteriores), comprobamos que la
tesis del cambio y profesionalización debe no solo con-
siderar rasgos demográficos y educativos, sino indagar
en las tensiones entre la teoría y la praxis.
Propongo entonces la recomposición del lente ana-
lítico que frecuentemente se utiliza en la investigación
anglosajona –y que hemos heredado en América Latina–
sobre las normas y estándares periodísticos que damos
por sentado pero cuya viabilidad en el contexto mexicano
raramente interrogamos. El modelo con que se evalúa el
periodismo tiende a estar apuntalado por normatividad
y valores liberales anclados en la realidad de las demo-
cracias maduras, industrializadas y de libre mercado. Sin
embargo, en sociedades tan complejas como las latinoa-
mericanas, nuestro estudio es un llamado a repensar el
modelo de periodismo que se necesita en el contexto mexi-
cano actual, justo cuando las agendas de investigación se
enfocan cada vez más en la diversidad de plataformas de
distribución de noticias, cuando la pregunta fundamental
de “qué tipo de periodismo necesitamos” aún no ha sido
suficientemente discutida.
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CUA DERNO S DE INFO RMACIÓN Nº 30 / 2 012 (Enero-Junio) / ISSN 0716-162x / Versión electrónica: www.cuadernos.info ISSN 0717-8697
Mireya Márquez Ramírez concluyó estudios de doctorado en Comunicación y medios por la Universidad de
Londres, Goldsmiths. Maestra en Estudios sobre Per iodismo por la Universidad Cardiff, Reino Unido. / Profesor a
de tiempo completo en el Departamento de Comunicación en la Universidad Iberoamericana, Ciudad de México.
Profesora visitante en Salzburg Academy of Global Media Literacy, Austria. / Miembro del proyecto internacional
de investigación comparativa Worlds of Journalism, capítulo México, y del Grupo Internacional de Estudios sobre
la Profesión Periodística. Dirección:Universidad Iberoamericana, Departamento de Comunicación, Prolongación
Paseo La Reforma 880. Lomas de Santa Fé, México. Email: mireya.marquez@ibero.mx
sObRe lA AutORA:
•Forma de citar es te artíc ulo /
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