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Los conceptos actuales de susceptibilidad, peligrosidad y
riesgo, en la prevención de movimientos de ladera, con
ejemplos de aplicaciones prácticas.
José Chacón Montero
Departamento de Ingeniería Civil.
E.T.S. de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos
Campus de Fuentenueva s/n.
Universidad de Granada, 18071 Granada, España
jchacon@ugr.es
30 Octubre 2008
Curitiba (Brasil)
José Chacón Montero. Universidad de Granada (España)
44º Congresso Brasileiro de Geologia (Curitiba, Paraná) 30/10/2008
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ABSTRACT
A general overview of methods of preparation of landslide forecasting maps is here presented
based on current basic concepts and some practical examples. First, a contribution to the
identification and analysis of single landslides is included, with proposal of new concepts and
tables for the classification of diachronic landslide history and its destructive capacity. Then a
description of the available maps of landslides is made. Despite the conventional division of
these landslide forecasting maps, depending of method of analysis, a different approach is
adopted considering the type of data information included in the maps, from which maps of
spatial incidence and maps of spatial and temporal incidence of landslides are distinguished.
Maps of spatial incidence of landslides are landslide susceptibility maps and other landslide
maps based exclusively in terrain properties. Maps of spatial and temporal incidence of
landslides include landslide hazard maps and landslide consequence maps such as landslide
risks maps. This proposal is supported on current basic concepts of landslide susceptibility,
hazard and risk, which are applied to many recent landslide forecasting maps. The advantages
and limitations of the different type of maps are discussed and some conclusions and
recommendations are proposed for the improvement of it usefulness as basic documents in the
preliminary stages of civil and building works, land-use planning projects or risk prevention.
Key words: Landslide definition, typologies, activity and diachronic history, destructive
capacity; landslide forecasting maps; landslide susceptibility, hazard, vulnerability and risk.
RESUMEN
Se presenta una revisión general de métodos de elaboración de mapas previsores de
movimientos de ladera a partir de los conceptos básicos más actuales y se presentan algunos
ejemplos prácticos. En primer lugar se presenta una novedosa contribución para la
identificación y análisis de movimientos de ladera singulares, con inclusión de nuevas tablas y
conceptos para la clasificación del comportamiento diacrónico o de la vida de los movimientos
de ladera y su capacidad destructiva. Después se aborda la descripción de los mapas actuales
relativos a movimientos de ladera. Frente a la división convencional de los mapas previsores
según métodos de elaboración, se proponen aquí tres grupos de mapas según la naturaleza de los
datos utilizados en su elaboración: mapas de incidencia espacial y mapas de incidencia espacial
y temporal de movimientos de ladera. Los mapas de incidencia espacial incluyen a los mapas
de susceptibilidad y otros mapas basados en propiedades del terreno. Los mapas de incidencia
espacial y temporal incluyen los mapas de peligrosidad o amenaza y los mapas de
consecuencias de los movimientos de ladera, es decir los que muestran zonaciones de riesgo
específico y total. Se justifica tal división por su adecuación a los conceptos básicos de
susceptibilidad, peligrosidad o amenaza, y riesgo, usuales en los actuales mapas previsores. Se
discuten las ventajas e inconvenientes de los distintos tipos de mapas, se proponen conclusiones
y recomendaciones para la mejora de su utilidad como documentos básicos en los estudios
previos de obras civiles y de edificación, o para la planificación del territorio y la prevención de
riesgos.
Palabras clave: Definición de los movimientos de ladera, tipos, actividad y diacronía,
capacidad destructiva. Mapas previsores de movimientos de ladera; susceptibilidad,
vulnerabilidad, peligrosidad y riesgo.
José Chacón Montero. Universidad de Granada (España)
44º Congresso Brasileiro de Geologia (Curitiba, Paraná) 30/10/2008
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1. INTRODUCCIÓN
Los movimientos de ladera se originan cuando la resistencia de los materiales
geológicos se ve superada por las fuerzas gravitatorias que tienden a desplazarlos ladera
abajo. Ese balance suele expresarse, en los métodos deterministas, mediante el factor de
seguridad, generalmente aproximado a partir de parámetros geotécnicos o mecánicos de
los materiales geológicos implicados, y que estima cuantas veces la resistencia de la
masa afectada es superior a las tensiones gravitatorias que la afectan. Los métodos no
deterministas calculan las probabilidades de que las combinaciones posibles de los
parámetros resistentes del terreno definan un escenario de estabilidad suficientemente
fiable respecto a las tensiones gravitatorias. En cualquier caso, el análisis de estabilidad
se aplica a la escala del talud o ladera en proyectos geotécnicos, aunque se emplea
también para obtener mapas basados en modelos físicos del terreno implícitos en el
análisis de estabilidad.
En los procesos asociados a la inestabilidad de vertientes, se distinguen factores que
determinan las condiciones generales de estabilidad, o factores determinantes, y los
factores que activan o desencadenan los movimientos o factores activadores. Desde los
pasados años 70, se han sucedido diferentes métodos para obtener mapas previsores a
partir del análisis de la distribución de los movimientos de ladera, y su correlación con
los factores determinantes (1, 2).
Sea cual sea el contexto disciplinar, los movimientos de ladera cobran significado en los
conceptos actuales de peligro o amenaza y riesgo natural, de origen geomorfológico,
como expresiones de la interferencia entre actividades humanas y dinámicas naturales,
interferencias de las que resultan no solamente determinados impactos ambientales sino
también la exposición de elementos del territorio, usos y actividades humanas,
caracterizados por una determinada vulnerabilidad, a escenarios de riesgo y
eventualmente el desencadenamiento de catástrofes naturales (3).
Tanto para la ingeniería civil como para la geomorfología ambiental, la presencia de
actividad humana en un escenario de peligrosidad o amenaza natural, es la condición
necesaria para en generación del riesgo, y su magnitud dependerá de la vulnerabilidad
de los elementos valiosos para la sociedad o elementos en riesgo. La peligrosidad
natural dependería de la probabilidad de que el proceso natural (deslizamiento,
terremoto, inundación, etc) se desarrolle en un momento y lugar dados, con una
determinada magnitud, intensidad o capacidad destructiva, y de la vulnerabilidad de un
elemento dado (ej: urbanización, vivienda, presa, carretera, etc..) entendida como el
grado de pérdidas que experimentará el elemento bajo la acción destructiva, para
expresar el riesgo específico a que está sometido el elemento. La sumatoria de los
riesgos específicos de todos los elementos del territorio afectados cuantifica el riesgo
total para la región (3). Si no hay actividad humana en un escenario de peligrosidad
natural, sea cual sea su potencial destructivo, no se producen riesgos si bien se puede
analizar la peligrosidad del fenómeno, entendida como una expresión de su capacidad
destructiva.
La importancia del impacto económico de las catástrofes naturales y los deslizamientos
de tierra, así como de los recursos económicos necesarios para combatirlos y paliar sus
consecuencias, han sido objeto de discusión y análisis en numerosos estudios (4, 5) y,
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en general, se ha establecido la puesta en marcha de planes especiales de prevención y
mitigación, allí donde las condiciones climáticas, ambientales, geomorfológicas y/ o
tectónicas determinen la incidencia de catástrofes mayores.
2. CLASIFICACIÓN Y ANÁLISIS DINÁMICO DE LOS MOVIMIENTOS
DE LADERA
2.1. Clasificaciones y criterios terminológicos y cartográficos.
La literatura sobre la descripción del proceso de deslizamiento, en sentido general, o
sobre la terminología de los movimientos de ladera es abundante. De muy amplia
aceptación internacional es la clasificación de Varnes (6), así como las de Cruden y
Varnes (7) o Corominas y García Yagüe (8). Revisiones extensivas de la experiencia en
la realización de mapas previsores con SIG se encuentran en 1 y 2. Un apreciable
esfuerzo regulatorio de los mapas previsores, y de la terminología asociada se ha
realizado a través de la Comisión conjunta JTC-1 Joint Technical Committee on
Landslides and Engineered slopes (70) con aclaraciones suplementarias (71) , y
contribuciones de numerosos expertos, en el que se aplican conceptos previamente
extendidos (1, 2, 3 y 64 a 69) y se adoptan criterios para la gestión de riesgos, en la
línea de las propuestas de la Sociedad Australiana de Geomecánica.
Las diversas clasificaciones, en general, distinguen tipos básicos de movimientos de
ladera tales como: a) caídas y desprendimientos; b) colapsos de ladera o taludes; c)
deslizamientos planos; d) deslizamientos rotacionales; e) flujos, coladas y avalanchas
de tierras; f) extensiones laterales y g) movimientos complejos. Además, los
movimientos de ladera se diferencian según que los materiales afectados sean suelos
geotécnicos gruesos o finos, o sean macizos rocosos (Figura 1).
Figura 1. Tipologías de movimientos de ladera en relación con los tipos
fundamentales: caída, flujo o deslizamiento (76).
Para diferenciar entre diferentes tipos de movimientos, conviene analizar la
deformación que experimenta la masa. En el caso de los desprendimientos y caídas, o
los deslizamientos rotacionales y planares, la deformación se produce básicamente por
el desplazamiento de la masa respecto a su posición original, ya que el movimiento no
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implica, necesariamente, la deformación interna del material desplazado,
especialmente si se trata de macizos rocosos. Las diferencias entre ellos se aprecian al
observar si hubo trayectoria en caída libre (desprendimientos), o si el desplazamiento
de la masa implica su basculamiento hacia atrás (deslizamiento rotacional) o el simple
avance ladera abajo (deslizamiento planar).
En el caso de los flujos, la fluencia plástica o viscosa supone, por el contrario, que los
puntos de la masa se deformen o desplacen unos con respecto a otros, con una
acentuada pérdida de la forma original. La proporción de agua, suelos granulares
gruesos o finos, y la consistencia del material permite distinguir entre flujos de
derrubios, flujos de tierra o coladas de barro. Son muy frecuentes los movimientos de
ladera complejos que involucran dos o más tipos, como, por ejemplo, los
deslizamientos con flujo de la masa.
2.2. Tamaño o magnitud y velocidad
Las magnitudes de las masas movilizadas son muy variables. Una clasificación
propuesta por Rodríguez Ortiz (9) distingue los tamaños: Pequeño: 1 - 50 m3;
Moderado: 50 - 500 m3; Grande: 500 - 5.000 m3; Muy grande: 5.000-50.000 m3 y
Excepcionalmente grande: > 50.000 m3.
Sin embargo, Fell (10) propone la siguiente: Extremadamente grande >5.000.000 m3 ;
Muy grande >1.000.000 m3, < 5.000.000 m3; Medianamente grande>250.000m3,
<1.000.000 m3; Medio>50.000 m3, <250.000 m3; Pequeño >5.000 m3, <50.000 m3; Muy
pequeño >500 m3, <5.000 m3; Extremadamente pequeño <500 m3.
Las variaciones entre ambas clasificaciones expresan diferencias de escala entre las
cadenas y regiones montañosas de la Península Ibérica y las del continente australiano
y SE asiático, así como la dificultad de establecer rangos de validez universal.
Hansen (11) diferenció los siguientes intervalos de velocidades de propagación de la
masa: Extremadamente rápida >3 m/min; Muy rápida <3 m/min y > 0,3 m/min;
Rápida <0,3 m/min y 1.5 m/día; Moderada <1.5 m/día y >1.5 m/mes; Lenta <1.5
m/mes y > 1.5 m/año; Muy lenta <1.5 m/año y > 0,06 m/año y Extremadamente lenta
<0,06 m/año. Las velocidades extremadamente lentas comprenden el régimen de
reptación de la masa, término también aplicado a la evolución lenta de las vertientes
en condiciones periglaciares.
Las mayores velocidades se alcanzan en avalanchas de hielo, nieves y rocas en alta
montaña cuando las magnitudes son moderadas o superiores. Las más lentas,
incluyendo procesos de reptación, se asocian a pequeñas deformaciones en suelos,
posiblemente inducidas por la infiltración del agua y el reajuste volumétrico de las
partículas del suelo durante ciclos de helada y deshielo. Suelen ir acompañadas por
ciertas formas características como es el desarrollo de “terracitas” o laderas
escalonadas.
2.3. Actividad y grado de desarrollo del movimiento
La actividad de los movimientos describe la evolución de la inestabilidad o las etapas
de evolución del movimiento desde la aparición precoz de deformaciones en el
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terreno, la delimitación del escarpe principal y de los escarpes menores, la
delimitación de la masa movilizada y su propagación, hasta que se alcanza la
estabilización o el agotamiento del proceso (12, 13, 14, 15, 16). Desde el punto de
vista espacial y temporal, el desarrollo de los movimientos de ladera, desde su inicio a
la finalización es extraordinariamente variable, aunque todos ellos se pueden englobar
en dos grupos, en lo referente a la cinemática de su actividad: movimientos
monocrónicos y diacrónicos.
Movimientos monocrónicos son los desarrollados en un intervalo temporal y espacial
discreto y definido, interrumpiendo después la movilidad con carácter definitivo.
Corresponden a movimientos de todos los tamaños, especialmente los de volumen
pequeño y moderado, disminuyendo la frecuencia con el aumento de volumen. Una
vez producido el movimiento, la masa no está en disposición de mantener
desplazamientos posteriores generalmente porque lo impide la posición topográfica
alcanzada en la base de la vertiente.
Figura 2. Flujo de derrubios de La Rocabilliére (Alpes Marítimos, Francia) de 1902. Decenas
de víctimas y destrucción del pueblo en un movimiento monocrónico súbito durante lluvias
torrenciales.
Movimientos diacrónicos son los que se desarrollan con una sucesión de intervalos
temporales que se prolongan en el tiempo, con duraciones entre años y miles de años,
alternando periodos de actividad variable, sin que sea posible establecer si la
movilidad ha finalizado con carácter definitivo. Implican la persistencia de la
inestabilidad gravitatoria a lo largo de un considerable intervalo de tiempo, sin que
sean desmontados por la erosión o fijados por la vegetación, por lo que incluyen
movimientos de tamaños “grande” a “excepcionalmente grande”, en los que las
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masas pueden propagarse a lo largo de vertientes con suficiente longitud disponible
para la propagación.
Los movimientos monocrónicos engloban a la mayor parte de los movimientos de
ladera y recorren un determinado itinerario entre el escarpe de salida y la posición de
reposo, en un plazo temporal limitado, sin que se aprecie o no sea posible un
movimiento posterior de la masa, independientemente de que otras nuevas masas sean
suministradas por el remonte de la inestabilidad sobre el escarpe de salida (Figuras 2 y
3). No aparecen encajados en el relieve como elementos dinámicos permanentes, sino
que modifican el relieve inicialmente para ser sometidos después, como elementos
pasivos, a los procesos del modelado característicos de la región.
Figura 3. Desprendimientos de rocas en Los Olivillos, Alicún de Ortega, Granada, España.
Bloques de areniscas calcáreas conglomeráticas del Plioceno (9).
El tiempo de desarrollo de los movimientos monocrónicos, su magnitud o tamaño son
variables, si bien se desencadenan en un determinado intervalo temporal, entre
segundos y excepcionalmente meses, antes de interrumpir definitivamente su
evolución dinámica. Se asocian a los valores inferiores de la escala de tamaños
observable y, entre ellos predominan los movimientos superficiales, es decir con
espesores que no superan los diez metros. Sin embargo sus consecuencias pueden ser
muy elevadas, especialmente cuando afectan a zonas urbanas densamente pobladas en
climas lluviosos.
En cualquier caso, la diacronía o duración de los movimientos de ladera es muy
variable. La Tabla 1 propone un sistema de clasificación de la diacronía basada en la
escala y el grado de los procesos de movilización de vertientes. La escala se refiere al
entorno temporal en el que se desarrollan. La escala contemporánea incluye a todos
los movimientos que suceden en la actualidad, así como todos los que han sucedido o
han mantenido actividad en los últimos cien años. En general son movimientos de los
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que están más disponibles los documentos gráficos o descriptivos, las memorias o los
estudios. En cualquier caso la información suele referirse a la fase de propagación o
desarrollo del movimiento, ya que generalmente las fases previas, de preparación e
inicio, pasan desapercibidas en la mayoría de los casos.
Escala
Grado
Diacronía
(años)
Equivalencia
Ejemplos
y referencias
Contemporánea
I 0 - 10
-
7
0 - 3,15 s Caídas y desprendimientos de rocas o suelos compactos
II 10
-
7
– 10
-
6
3,15 s–3,15 m Deslizamento de rocas de Frank (Alberta, Canadá, 1903) (
47
)
III 10
-
6
– 10
-
4
3,15 –52,6 m Avalancha de Huascarán (Perú, 1970; 46)
Avalancha y flujo de barro (Kolka, Cáucaso, Rusia 2002, 45)
IV 10
-
4
– 10
-
2
52,6 m –3,65 d Flujos y coladas del valle de Monachil (Granada, 1924) (
1
)
V 10
-
2
– 10
-
1
3,65 - 36,5 d Flujo deslizamiento de Olivares (Mocín, Granada, 1986) (40-42)
Desprendimiento-Flujo de derrubios de Riogordo (Málaga, 1970-2) (38,39).
VI 10
-
1
– 10
0
36,5 d – 1 año Flujo de derrubios de Riogordo (Málaga, 1971) (
2,3
)
Flujo de derrubios de Nara (Japón) (44)
VII 10
0
– 10
1
1 – 10 años Deslizamiento de Torvizcón (Granada, 1996-1998)
VIII 10
1
– 10
2
10 – 100 años Deslizamiento de Almegíjar (Granada, 1996)
Histórica IX 10
2
– 10
3
100 – 1000 años La Grieta de Benamejí, Córdoba 1730-2001 (Zona inestable con flujos y
coladas de barro singulares de Grados IV y V, 43)
X 10
3
– 2 x 10
3
1000 – 2000 años
Deslizamiento flujo de Slumgullion (Colorado, USA; 48)
Hiperhistórica XI 2 x10
3
-5 x10
3
2000 – 5000 años
Deslizamiento y flujo de Man Tor (Derbyshire, UK: 49)
XII > 5 x10
3
> 5.000 años
Rincon Mountain Landslide (La Conchita, California, USA; 50)
Tabla 1. Escala de diacronía de movimientos de ladera y zonas inestables
La escala histórica incluye los movimientos que pueden ser documentados a partir de
técnicas historiográficas convencionales, dentro del periodo de los últimos 2000 años,
a través de documentos, evidencias directas o informes. La escala hiper-histórica
engloba el periodo anterior, con edades superiores a 2000 años, establecidas a partir de
evidencias geológicas o geomorfológicas, arqueológicas o dataciones radiométricas,
estudio de líquenes o dendrocronología.
Los movimientos diacrónicos determinan en el relieve condiciones de inestabilidad
que se prolongan durante centenares o miles de años, al involucrar masas de tamaño
“grande” a “excepcionalmente grande”, de materiales suficientemente coherentes
para no disgregarse a corto plazo por efecto de la erosión, no ser fijadas en su posición
topográfica por el crecimiento de la vegetación y, en consecuencia, mantener la
búsqueda del equilibrio a lo largo del tiempo mediante formas sucesivas del relieve en
periodos activos continuos, discontinuos y con velocidades igualmente variables
(Figura 4). Generalmente, por lo tanto, se trata de movimientos en macizos rocosos o
en suelos, si el tamaño es excepcionalmente grande.
A menudo la dinámica de un movimiento diacrónico evoluciona dentro del rango de
velocidades lentas a extremadamente lentas, por lo que la observación directa en
plazos temporales de años puede no reflejar con claridad el movimiento en curso. Sin
embargo, el empleo de técnicas actuales de teledetección mediante interferometría
diferencial de imágenes radar (DInSAR, 17) permite medir la velocidad del
movimiento en términos de hundimiento subvertical (en el sentido de la incidencia de
las emisiones del sensor de radar) en magnitudes de milímetros por año.
Las zonas inestables son porciones de vertientes naturales, o taludes, sujetas, de
manera natural o inducida por obras, a distintos tipos de movimientos de ladera,
superficiales o profundos, que dependen de factores determinantes y activadores
característicos. Se denominan también zonas susceptibles a movimientos de ladera.
José Chacón Montero. Universidad de Granada (España)
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FASE
Preparatoria o
Incipiente
Inicio
Desarrollo
Avanzado
Agotamiento
DESARROLLO
Poco apreciable.
Cambios en
manantiales y fuentes.
Abombamientos
locales, grietas de
tracción en cabecera.
Duración imprevisible.
Apreciable: ruidos,
abombamientos,
extensión lateral de las
grietas que delimitan
desde coronación al
pie. Hundimientos
locales. Escarpe
perimetral , destacado
en cabecera y
escarpes menores en
la masa. Inicio del
frente de acumulación
de depósitos.
Duración, progresión y
continuidad variables
Despliegue del
escarpe de cabecera y
avance de la masa
ladera abajo.
Hundimiento
(rotacional) o
elevación(traslacional)
en cabecera de la
masa y lo opuesto
hacia el pie. Duración,
progresión y
continuidad variables
Desarrollo del escarpe
principal y despliegue
de escarpes menores
y de la masa ladera
abajo. Posible remonte
del escarpe principal
ladera arriba.
Duración, progresión y
continuidad variables
Masa acumulada en
zona de reposo y
reducción de la
pendiente media.
Derrumbe de bloques
en escarpes menores
y cabecera.
ACTIVIDAD
Activo, velocidad
lenta a rápida.
Intermitente o
permanente. Puede
ser inactivo largo
tiempo antes de
reactivarse
Activo, velocidad
muy variable y no
siempre continua.
Puede detenerse y
permanecer inactivo
largo tiempo antes
de la reactivación
o permanecer
dormido
indefinidamente.
Activo, velocidad
muy variable y no
siempre continua.
Puede detenerse y
permanecer inactivo
largo tiempo antes
de la reactivación
o permanecer
dormido
indefinidamente.
Activo, velocidad
muy variable y no
siempre continua.
Puede detenerse y
permanecer inactivo
largo tiempo antes
de la reactivación
o permanecer
dormido
indefinidamente.
Poco activo.
Reactivación posible
por obras civiles o
por erosión o
excavación de ríos,
terremotos o
explosiones
DAñOS POTENCIALES
Daños lineales por las grietas
en estructuras afectadas. Alto
potencial según magnitud de
la masa y distancia a zona de
reposo
Daños mayores en zonas del
borde de la masa y algunos
sobre el interior a lo largo de
escarpes menores, frente y
grietas transversales o
longitudinales.
Potencial de daños muy alto
según magnitud de la masa y
distancia a zona de reposo
Se extienden a toda la masa
movilizada y a las zonas
situadas bajo el frente y en la
trayectoria de la masa.
Potencial destructivo limitado
a la trayectoria posible hasta
la zona de reposos y la posible
extensión ladera arriba por
remonte de la cabecera.
Se agravan en toda la masa
movilizada y en las zonas
situadas bajo el frente y en la
trayectoria de la masa.
Potencial destructivo limitado
a la trayectoria posible hasta
la zona de reposos y la posible
extensión ladera arriba por
remonte de la cabecera.
Peligrosidad para transeúntes
por derrumbes locales en la
masa, depósitos y escarpes.
Potencial mínimo salvo
reactivaciones parciales por
obras, terremotos, erosión,
inundaciones o explosiones.
Reajustes parciales en
bloques con movimientos
verticales asociados.
Tabla 2. Dinámica general de movimientos de ladera diacrónicos (16)
La actividad diacrónica propia de la inestabilidad persistirá mientras la condición de
inestabilidad se mantenga y hasta que la vertiente, modelada por los movimientos en
masa, no adopte un nuevo perfil estable. Así, por ejemplo, los escarpes montañosos
sujetos a caídas y desprendimientos de rocas (Figura 3) evolucionan mediante
sucesivas emisiones de bloques individuales o en grupos, que constituyen
movimientos monocrónicos desde la zona de salida hasta la posición de reposo,
mientras que la vertiente en su conjunto, el escarpe, va modificando su perfile y
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retrocediendo a lo largo del tiempo en un proceso diacrónico. Así mismo, las
vertientes inestables muestran, en conjunto, una evolución diacrónica que tiende a
suavizar el perfil morfológico mediante la emisión de masas, según los tipos de
movimientos de ladera característicos del sector, sean monocrónicos o diacrónicos. La
zona inestable, o susceptible a los movimientos de ladera, puede evolucionar durante
periodos de tiempo muy largos, bajo procesos erosivos, por movimiento de partículas,
sin necesidad de generar nuevos movimientos en masa, si bien la inestabilidad se
evidenciará cuando se realicen obras civiles o excavaciones. En consecuencia, es de
gran interés relacionar la evolución diacrónica de la zona inestable con la peligrosidad
de los movimientos de ladera y su evolución temporal, a partir de estudios históricos
de series de imágenes y documentación de la zona.
Figura 4. Deslizamiento planar de mármoles alpujárrides sobre filitas en la Serreta de Jubiley
(Órgiva, Granada) diacrónico con movimiento de hasta 6 mm/año entre 1993 y 2000 (17).
El análisis del grado de desarrollo y la actividad de los movimientos de ladera, en el
caso de los movimientos profundos y diacrónicos, requieren el seguimiento del
movimiento a lo largo de periodos de tiempo considerables, ya que los movimientos
superficiales y monocrónicos conservan el grado de desarrollo de las formas del
relieve alcanzado durante el efímero periodo del movimiento. Para analizar la
dinámica del movimiento, resulta conveniente disponer de unos criterios que permitan
el seguimiento del proceso tanto en lo referente a la evolución de la masa movilizada
y las formas del relieve asociadas (grado de desarrollo) como al régimen de
velocidades asociadas (actividad). La Tabla 2 resume esos criterios (16). En cualquier
caso, el régimen diacrónico depende del tipo de material, la morfología de la vertiente
y la masa, el régimen de lluvias, la evolución del nivel freático, el balance entre
tensiones y resistencia en el plano de corte, o la actividad sísmica, de manera que a
igualdad de masa y parámetros geomorfológicos y en materiales similares, la
evolución temporal o diacronía del movimiento puede expresarse de forma muy
diferente en cada región geológica.
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Finalmente, el término activo o actividad se emplea también, en diferentes sentidos,
para la descripción de procesos de inestabilidad. Así, en el contexto de los
desprendimientos y caídas de rocas, se emplea para describir la frecuencia con la que
se producen tales episodios; se aplica también para indicar la inestabilidad de una
ladera o talud o la generación de movimientos de diversos tipos.
2.4. La intensidad de los movimientos de ladera.
Se expresa en función de la masa movilizada y la velocidad alcanzada durante el
desplazamiento, de manera que i = f (volumen, velocidad) (18, Tabla 3).
M = f (volumen,
velocidad)
VELOCIDAD (estimada)
Movimiento rápido
Lento
Caída de rocas
Flujo de
derrubios
Deslizamien
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DÉBIL (1) DÉBIL (1)
500-10,000 ALTA
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6
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MODERADA
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4
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MODERADA
(
3
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10,000-500,000
MUY ALTA
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8
)
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9
)
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MUY ALTA
(
15
)
MUY ALTA
(
14
)
MUY ALTA
(
13
)
Tabla 3. Clasificación de intensidades de los movimientos de ladera, modificada y adaptada
a partir de la original (18). Se establecen quince clases crecientes: débil (1), moderada (2-4),
alta (5-9), muy alta (10 a 15).
La principal dificultad de la clasificación es su aplicación extendida a todos los tipos
de caídas de rocas, flujos de derrubios y deslizamientos. En particular los
movimientos profundos, como ciertos deslizamientos, pueden presentar intensidades
variables a lo largo del tiempo de actividad, y, por otra parte, la intensidad de los
movimientos lentos presenta características o consecuencias muy diferentes de los
movimientos rápidos. Mientras una avalancha de rocas de intensidad muy alta podría
tener consecuencias catastróficas, las de un deslizamiento lento podrían ser corregidas
y desde luego ofrecería un margen de tiempo en su evolución mucho mayor, lo que
permitiría atenuar o paliar los efectos catastróficos.
En cuanto al potencial destructivo de los deslizamientos de ladera diacrónicos, a partir
de la experiencia, se pueden indicar algunas conclusiones respecto a su relación con
el grado de desarrollo, la actividad del movimiento, su intensidad, duración o
diacronía y las posibles consecuencias. Es interesante retener que:
1. Los daños en las viviendas y construcciones se pueden producir ya desde una
etapa muy incipiente del movimiento en cuanto que la aparición de grietas de
tracción, abombamientos o depresiones se produzca bajo ellas. Son muy
frecuentes los daños que se producen en urbanizaciones, caminos, carreteras,
muros, saneamientos, etc., a veces con graves costos económicos. Cuando tales
elementos de la estructura territorial se encuentran sobre la traza de la coronación
o de los flancos laterales de los deslizamientos los daños se producen desde la
fase más incipiente.
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2. Conforme progresa la deformación de la vertiente, el desarrollo y la cinética de la
masa depende del tipo de movimiento. En general se puede admitir que el
potencial destructivo, que depende de la masa movilizada y de la velocidad de
propagación, decrece con el transcurso del tiempo y conforme progresa el
movimiento. En deslizamientos planares o rotacionales, y sus combinaciones, la
masa se puede mantener internamente poco deformada, el desplazamiento se
produce sobre la superficie de rotura, por lo que los daños pueden ser mucho
menores en elementos del territorio situados sobre la masa que en los situados
hacia los bordes de la misma. Cuando el movimiento se propaga, la deformación
interna de la masa aumenta y se ven igualmente afectadas las construcciones que
reposan sobre la masa movilizada.
3. Al mismo tiempo el desarrollo del movimiento, en general, supone la reducción
del potencial destructivo bien porque los elementos estructurales y bienes
afectables han sido ya destruidos, bien porque restan pocos sin ser afectados o
simplemente porque la masa movilizada ha agotado su posible itinerario de
propagación, a lo largo del cual ha ido destruyendo bienes, y no puede incrementar
sustancialmente su magnitud o su velocidad.
4. Un primer balance de daños potenciales atribuibles a un deslizamiento de tierras
dependería de su grado de desarrollo (Tabla 2). También se debe de tener en
cuenta la actividad de los movimientos identificados para determinar la intensidad
(Tabla 3) o potencial destructivo (Tabla 4), o la peligrosidad (Tabla 5) en un
sector, lo que no se suele considerar en los actuales mapas de peligrosidad, aunque
sea actualmente abordable con ayuda de SIGs y una adecuada investigación sobre
el terreno.
5. Los daños asociados a los movimientos de ladera se asocian a la ruptura del talud
o la ladera y de la masa (escarpes principales y menores), el desplazamiento de la
masa ladera abajo y a las consecuencias indirectas del movimiento,
particularmente la perturbación de la red de drenaje ocupada por los depósitos del
movimiento. De esta forma se pueden generar represas naturales de materiales
sueltos y mal consolidados que podrán ceder ante el empuje del agua acumulada y
generar olas de inundación o avalanchas de agua, rocas y barro.
6. En regiones semiáridas, como algunas zonas del SE ibérico, la actividad de los
deslizamientos de tierras suele quedar suspendida en cualquiera de las etapas del
desarrollo incluyendo las incipiente e inicial. La reactivación, generalmente parcial
de movimiento de la masa, puede producirse mucho tiempo después, cuando
nuevos cultivos, adecuación del terreno para urbanizaciones, etc, pueden haber
ocultado las trazas del movimiento (suavizado del escarpe principal, zona de
acumulación, escarpes laterales, etc..), sin embargo el potencial de daños, amenaza
o peligrosidad, puede ser muy elevado. Los movimientos de ladera activos en cada
región suponen una fracción del total de los movimientos inventariados, mucho
menor en zonas áridas que en zonas lluviosas. En zonas de lluvias anuales
moderadas o escasas (por debajo de 600 l/año aproximadamente) la mayor parte
de los movimientos que pudieran ser diacrónicos, permanecen suspendidos, en
régimen durmiente o, en algunos casos, se expresan como movimientos muy
lentos.
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7. Por ejemplo, la actividad de algunos deslizamientos profundos observados en las
Cordilleras Béticas se expresa por velocidades muy lentas o bien se considera en
estado dormido. Los deslizamientos de origen sísmico presentan las mismas
características en cuanto a la actividad y pueden ser eventualmente reactivados
parcialmente por las lluvias intensas o por terremotos de magnitudes similares o
superiores a los que los originaron. Un reciente análisis mediante DInSAR del
valle del río Guadalfeo (17) ha mostrado que algunos deslizamientos planares
profundos en macizos rocosos metamórficos, considerados inicialmente dormidos,
son, en realidad, activos con velocidades lentas (5 a 12 mm/año).
8. La intensidad de los movimientos de ladera es relativamente previsible a partir del
análisis histórico de los movimientos por tipologías. Así, por ejemplo, todos los
movimientos de ladera excepcionalmente grandes que han afectado a la región
central de la Cordillera Bética corresponden a modalidades de flujos con una
fuerte presencia de suelos blandos, si bien los factores activadores han sido
terremotos y/o lluvias (44).
9. La diacronía de los movimientos determina la permanencia de la capacidad
destructiva a lo largo del tiempo y a través de sucesivas etapas del desarrollo del
movimiento (Tabla 2). Si se considera la capacidad destructiva del movimiento de
ladera como la integración de la intensidad (volumen y velocidad) a lo largo del
tiempo, la evaluación de las consecuencias requiere considerar la diacronía
específica de acuerdo con los mecanismo de rotura, propagación, tipo de material
y factores activadores.
De las anteriores consideraciones se desprende que la determinación de la peligrosidad
o riesgo por deslizamientos de tierras debe ir precedida de un detallado inventario en el
que datos referentes a la actividad y grado de desarrollo son fundamentales para una
correcta evaluación (1, 2, 16, 19, 20). Para la evaluación detallada de los factores
activadores de deslizamientos de tierras superficiales del tipo de los flujos de tierras o
las coladas de barro, una combinación de datos geotécnicos y modelos hidrológicos
permiten la obtención de mapas predictivos (21) ya que en tales casos el desarrollo del
movimiento es muy rápido y se asocia a cambios de presión de poros durante o
inmediatamente después de lluvias intensas.
A escalas medias (1:10.000 a 1:200.000), la predicción de zonas susceptibles para los
diversos tipos de movimientos, mediante análisis de correlación en SIG entre rupturas,
depósitos y factores determinantes (1, 2, 22, 23, 24) ofrece resultados satisfactorios y ha
permitido su validación con muy buenos resultados (25, 26).
2.5. Diacronía y potencial destructivo de los movimientos de ladera
La escala de diacronía de la Tabla 1, permite clasificar las consecuencias de los
movimientos de ladera de forma combinada con la clasificación de intensidades de la 3.
De hecho el empleo exclusivo del concepto de intensidad es insuficiente para una
completa evaluación de procesos que pueden disponerse en el relieve con duraciones
muy variables. Un ejemplo podrá definir las limitaciones que propongo superar. Una
masa de tamaño excepcionalmente grande y que se desplaza a una elevada velocidad
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podrá generar consecuencias destructivas tanto mayores cuanto mayor sea su duración,
siempre la trayectoria esté ocupada por elementos del territorio.
Así, el grado de diacronía (Tabla 1), evalúa entre I y XII esa combinación de
intensidades y duración de los movimientos, y por lo tanto expresa el potencial
destructivo de cada movimiento de ladera. Las consecuencias, como la exposición a
riesgos, dependerán de la presencia o ausencia de elementos del territorio vulnerables
que puedan ser dañados. En cualquier caso si la capacidad destructiva (Cd) es una
función de la intensidad, y la diacronía específicas de cada movimiento, es decir Cd = f
(volumen, intensidad, duración), es posible establecer una escala de capacidad
destructiva combinando datos de grado de diacronía de la Tabla 1 e intensidad de la
Tabla 3. Así se podrán identificar la siguiente escala de movimientos de ladera en
cuanto a la capacidad destructiva. Escala que se propone como base para determinar su
utilidad una vez aplicada a un suficiente número de casos conocidos.
Intensidad
Grado duración
(años)
Débil(1)
Mod
(2)
Mod
(3)
Mod
(4)
Alta
(5)
Alta
(6)
Alta
(7)
Alta
(8)
Alta
(9)
Muy
Alta
(10)
Muy
Alta
(11)
Muy
Alta
(12)
Muy
Alta
(13)
Muy
Alta
(14)
Muy
Alta
(15)
I 0 - 10
-
7
II 10
-
7
– 10
-
6
III 10
-
6
– 10
-
4
IV 10
-
4
– 10
-
2
VI 10
-
2
– 10
-
1
VI 10
-
1
– 10
0
VII 10
0
– 10
1
VIII 10
1
– 10
2
IX 10
2
– 10
3
X
10
3
–
2 x 10
3
XI 2x10
3
-5x10
3
XII > 5x10
3
Tabla 4. Escala de capacidad destructiva de los movimientos de ladera.
Para elaborar la Tabla 4, además de integrar los parámetros que integran y definen la
capacidad destructiva a partir de la intensidad (Tabla 3) y la duración o diacronía
(Tabla 1), se han suprimido combinaciones que aparentemente no corresponden a
procesos naturales, y que se podrá revisar posteriormente conforme se adquiera mayor
experiencia en la aplicación del criterio. Así se desestiman movimientos de ladera con
volúmenes pequeños para diacronías superiores al año o a la escala contemporánea. Se
agrupan las combinaciones de movimientos en la escala contemporánea para
volúmenes menores y se entiende que un gran volumen se asocia a una considerable
Cd Color Descripción
1 Daños moderados, reparables, o nulos ; posibles víctimas, incluso mortales, en casos muy excepcionales
2 Daños serios en viviendas o infraestructuras, reparables y alguna posible víctima mortal ocasional
3 Daños en poblaciones o infraestructuras, con reparación costosa y posible víctimas mortales ocasionales
4 Daños en poblaciones o infraestructuras, con reparación muy costosa o inviable. Posibles víctimas mortales ocasionales
5 Daños en poblaciones o infraestructuras, con reparación muy costosa o inviable. Con víctimas mortales numerosas
6
Daños en poblaciones o infraestructuras, con reparación inviable. Víctimas mortales numerosas
7 Daños en poblaciones o infraestructuras, con reparación inviable. Destrucción masiva de poblaciones afectadas
8 Destrucción completa de infraestructuras y poblaciones con reconstrucción inviable. Cifras de víctimas muy elevadas
No ofrece interés la combinación de criterios de intensidad y diacronía
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16
diacronía. No obstante, en investigaciones posteriores, se podrá perfilar mejor la
escala de capacidad destructiva propuesta para su uso práctico en proyectos de
cartografía de exposición a riesgos, en el ámbito de la obra civil, el urbanismo o la
protección civil.
La longevidad o diacronía de los movimientos de ladera, su intensidad y capacidad
destructiva, están determinados por el relieve, las condiciones climáticas, las
condiciones geológicas y geomorfológicas y la actividad sísmica de cada región.
Sería necesario desarrollar investigaciones que promuevan estudios comparativos que
permitan establecer sistemas universales de caracterización, tal como se han
desarrollado para evaluar los terremotos o los tsunamis, de forma que se supere la
situación actual, en la que predominan los sistemas de valoraciones relativas de la
susceptibilidad, peligrosidad y riesgos o consecuencias (1, 2).
3. IDENTIFICACIÓN DE MOVIMIENTOS DE LADERA EN ZONAS
SEMIÁRIDAS DE ESPAÑA.
El SE de la Península Ibérica registra precipitaciones y temperaturas propias de zonas
de clima continental templado con aridez marcada por un régimen de precipitaciones
por debajo de los 600 mm/año y una distribución temporal muy variable (Figuras 5, 6 y
7). El relieve en zonas de montaña se caracteriza por la ausencia de una cobertera
vegetal continua y el desarrollo de formas de erosión extensas que progresan en amplios
sectores de las cuencas del borde mediterráneo desde la región valenciana a la andaluza.
Figura 5. Balance pluviométrico de la Cuenca Sur andaluza (27)
Los episodios de torrencialidad ligados a condiciones de “gota fría” son frecuentes e
intensos. El último afectó considerablemente a Almuñécar en Septiembre de 2007 con
106 litros/m2 en menos de un día, dato que ha marcado el máximo diario del mes en
todo el registro histórico disponible en la localidad (aproximadamente 60 años). El
evento de precipitaciones extraordinarias del año hidrológico 1996-1997 señaló nuevos
máximos históricos de precipitaciones mensuales y diarias en la región andaluza y
fueron acompañados por abundantes episodios de movimientos de ladera que dañaron la
red de carreteras de las zonas montañosas y numerosas localidades (29).
La dinámica de vertientes se ve fuertemente condicionada por el carácter esporádico de
las precipitaciones que activan los movimientos de ladera, de manera que los intervalos
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entre los episodios pueden ser muy amplios (15 a 30 años) y la investigación requiere la
experiencia necesaria para identificar los movimientos de ladera muchos años después
de su generación, cuando la erosión y otros efectos enmascaran su apariencia.
Figura 6. Distribución de precipitaciones anuales totales promediadas en mm/año entre
1970 y 1990. Fuente Instituto Nacional de Meteorología. Madrid.
Figura 7. Precipitaciones máximas en 24 horas esperadas en 100 años en Andalucía
(27).
José Chacón Montero. Universidad de Granada (España)
44º Congresso Brasileiro de Geologia (Curitiba, Paraná) 30/10/2008
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Figura 8. Inventario de movimientos de ladera de la provincia de Granada (28) en el
Sur de España, de extensión 12350 km2.
La investigación y el desarrollo de proyectos de cartografía de riesgos por movimientos
de laderas en la región deben de considerar, como en todas las regiones del mundo,
cuáles son sus especificidades climáticas. En este sentido, para la identificación de
movimientos de ladera en regiones como las descritas, son útiles los siguientes criterios:
1. Criterio topográfico: un mapa de curvas de nivel a 1:10.000, o más detallado,
debe permitir diferenciar la perturbación del relieve causado por el movimiento
de ladera, identificar escarpes y zonas deprimidas hacia la cabecera y las zonas
de acumulación en la base. Se aplica en el estudio previo a las investigaciones
sobre el terreno.
2. Criterio geomorfológico: consiste en la identificación directa en el relieve de las
formas propias de un movimiento de ladera: zonas de cabecera de la masa y
zonas de acumulación, así como el aspecto del escarpe principal, grietas de
tracción y escarpes laterales y menores. Se aplica en el estudio previo, mediante
el análisis de fotografía aérea convencional en visión estereoscópica, o bien
sobre imágenes LIDAR, con el software correspondiente, y con visores
tridimensionales adecuados. También resulta útil el análisis de fotogramas
verticales (ortofotos) en color de la región. Se completa durante los estudios
sobre el terreno.
3. Criterio geológico: uno de los efectos de los movimientos de ladera es la
perturbación de la disposición en el terreno de las unidades geológicas cuyos
contactos se ven desplazados o sepultados por las masas movilizadas, así como
los cambios en el sistema de fracturas o discontinuidades que aparecen abiertas,
en los macizos rocosos afectados.
4. Criterio fitoedáfico: se distinguen modificaciones o perturbaciones en las
especies vegetales que acusan los cambios en el terreno, bien sea por la
concentración de matorral propio de zonas húmedas, la muerte de especies
arbóreas por la rotura del aparato radicular o la pérdida del ordenamiento o de la
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regularidad en la distribución de los especímenes, tanto en bosques autóctonos
como en cultivos extensivos de olivar, almendros, etc. El desarrollo de suelos de
alteración y recubrimientos propios de zonas movilizadas o la perturbación de
formaciones superficiales por los movimientos de ladera son también criterios
que se aplican tanto en el análisis de fotos aéreas como en el terreno
5. Criterio de consecuencias: observable cuando existen elementos del territorio
dañados por el movimiento tales como caminos, carreteras, viviendas, acequias,
etc..
La investigación de los movimientos de ladera de la región granadina se ha concretado
en numerosos proyectos, tesis doctorales y publicaciones en revistas o en la forma de
libros, entre los cuales destaca el Mapa de Susceptibilidad de los Movimientos de
Ladera editado en 2007 como parte del Atlas de Riesgos Naturales de la Provincia de
Granada (28) (Figura 8).
Es evidente la determinación climática de la longevidad de los movimientos de ladera.
Así, mientras existen numerosos ejemplos de flujos de tierras con diacronía milenaria,
grados X a XII de la Tabla 1, en regiones de climas templados y lluviosos, los
registrados en la región granadina, y en climas semiáridos, incluso los de tamaño
excepcionalmente grande, muestran diacronías limitadas a los grados IV o V, ya que los
largos periodos de intenso estiaje que siguen a cortos periodos de intensas o moderadas
lluvias, desecan las masas de margas y arcillas, que detienen su evolución de manera
definitiva, una vez que los niveles freáticos se encuentran por debajo de la masa y la
escasa permeabilidad de la arcilla no permite una posterior recuperación de la
consistencia plástica o viscoso plástica que mantenía cuando se movilizó.
4. CONCEPTOS BÁSICOS PARA ELABORAR MAPAS PREVISORES
DE MOVIMIENTOS DE LADERA.
4.1.- Un nuevo enfoque para el análisis de los mapas previsores
Para presentar los avances recientes basados e introducir algunos ejemplos
significativos, se distinguen aquí tres grupos de mapas según el significado general de la
información que transmiten (1,2):
- Mapas de incidencia espacial de los movimientos de ladera:
Mapas de susceptibilidad,
Mapas geotécnicos de condiciones de estabilidad
- Mapas de incidencia espacial y temporal de los movimientos de ladera:
Mapas de peligrosidad
Mapas de consecuencias de los movimientos de ladera:
Mapas de vulnerabilidad de los elementos del territorio
Mapas de riesgo específico para distintos tipos de movimientos
Mapas de riesgo total para todos los movimientos de ladera
Varnes (1984) (3), a partir de la experiencia acumulada entre los años 50 y finales de la
década de 1970 a 1980, propuso tres principios básicos en los estudios de zonación de
áreas inestables, que aún hoy son de gran utilidad:
. El pasado y el presente son claves para el futuro
José Chacón Montero. Universidad de Granada (España)
44º Congresso Brasileiro de Geologia (Curitiba, Paraná) 30/10/2008
20
. Se pueden identificar las condiciones principales que determinan la inestabilidad de vertientes
. Se pueden estimar grados de peligrosidad
Hoy, se puede añadir un cuarto principio (1,2):
. Los riesgos también se pueden estimar y cuantificar.
Los mapas previsores de movimientos de ladera actuales se realizan con la ayuda de
SIG y, cada vez más, apoyados en técnicas de teledetección que emplean imágenes de
satélite, imágenes que se obtienen mediante LASER emitidos desde equipos
aerotransportados (LIDAR), o imágenes de variada naturaleza. En definitiva constituye
un campo de especialización complejo que requiere estudios detallados previos y en el
terreno.
4.2. - Mapas de incidencia espacial de los movimientos de ladera.
El conocimiento de los movimientos de ladera de una región dada se expresa
inicialmente en la forma de un inventario que muestra la localización y características
de los movimientos de ladera e un mapa topográfico de la región de estudio. El
inventario reúne un conjunto de datos referentes a uno o muchos eventos o episodios de
inestabilidad de vertientes registrados en la región.
Los mapas de inventario a pequeña escala (1:10.000.000 a 1:200.000) muestran los
movimientos de ladera mediante un punto o por la delimitación del conjunto de la masa,
la zona de ruptura y el escarpe o escarpes. Los mapas a gran escala (1:10.000 a 1: 500)
permiten la distinción de las zonas de origen de las masas (zonas de rupturas, o cuencas
de emisión) de los depósitos resultantes, y clasificar los diferentes tipos de movimientos
de ladera, además de mostrar otros datos pertinentes (actividad, desarrollo, velocidad,
espesor, etc..) (1,2). Los mapas a escalas intermedias (1:200.000 a 1:10.000) pueden
mostrar detalles dependiendo del tamaño de los movimientos de ladera y la finalidad del
mapa. El inventario de movimientos de ladera de la región, en su totalidad o bien una
muestra representativa del mismo, se emplea en la elaboración de mapas previsores que
se describen a continuación.
Mapas de susceptibilidad a los movimientos de ladera
El concepto de susceptibilidad del terreno apareció en los mapas del Servicio Geológico
de EE.UU de los años 70 (1, 2, 3). Se basa en la delimitación de la distribución espacial
de factores relacionados con los procesos de inestabilidad, para obtener una zonación de
áreas propensas a los movimientos de ladera, sin que se derive implicación temporal
alguna. Sin embargo, la susceptibilidad de los terrenos a generar movimientos de ladera
también fue considerada como una expresión de la peligrosidad (hazard) relativa (1,2)
al asociar, implícitamente, el incremento del grado de susceptibilidad con la mayor
frecuencia temporal.
La susceptibilidad del terreno en un sector dado, no es inmutable ya que se puede
incrementar, “cuando nuevas excavaciones y rellenos y otras actividades
humanas…alteran las condiciones topográficas e hidrológicas naturales ..” (3), o bien
reducir si los factores condicionantes se modifican, por ejemplo por procesos de
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reforestación, excavaciones que suavicen el relieve, los efectos de movimientos de
ladera ya sucedidos, etc.
Para clarificar la información del inventario de movimientos para la elaboración en SIG
de los mapas de susceptibilidad (22, 23) es necesario el empleo de datos de los píxel del
terreno del entorno de la zona de ruptura y no los cubiertos por el depósito o masa que
no están implicados en la rotura (Figura 9).
Se ha sugerido también que hay un significado temporal implícito en las zonaciones de
los mapas de susceptibilidad, ya que es de esperar que la probabilidad o frecuencia de
que se desencadenen en el futuro nuevos movimientos de ladera, sea mayor en las zonas
de mayor susceptibilidad (1,2).
Figura 9. Zonas de análisis de datos en SIG: a) Zona de ruptura en planta y en sección
entre 1 y 5. b) Escarpe principal en planta en sección entre 1 y 2. c) Buffer del escarpe
de anchura según tamaños entre 10 y 100 metros, d) Zona del píe en planta y en
sección entre 5 y 6. (23).
2.8 2.1 10.1
23.1
61.9
0
20
40
60
80
MB B M A MA
Nivel de susceptibilidad
Frecuencia relativa
(%)
Figura 10. Histograma de porcentajes de distribución de 125 nuevos movimientos en
un mapa de susceptibilidad anteriormente obtenido con 833 movimientos de ladera y
un análisis de factores por el método de la matriz (25,26).
a) Zona de ruptura
b) Escarpe principal
c) Buffer del escarpe
d) Zona del pié
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22
Una reciente validación práctica de un mapa de susceptibilidad (25, 26) ha confirmado
esta hipótesis, cuando 125 nuevos movimientos de ladera, activados por las lluvias
intensas de 1997, se registraron en la cuenca del embalse de Iznájar (Granada), en la que
con anterioridad, en 1994 se había realizado un mapa de susceptibilidad a partir de un
inventario de 833 movimientos previos a esa fecha y un análisis de factores
determinantes por el método de la matriz. Un 61.9% de de los nuevos movimientos de
1997 se proyectaron en la zona de alta susceptibilidad del mapa de 1995 (Figura 10).
Una validación similar se ha obtenido en otras zonas al Sur de Sierra Nevada (26).
También en la zona Cantábrica de España se han empleado técnicas de análisis
comparativo de fotografías aéreas de zonas con movimientos de ladera correspondientes
a diferentes momentos: 1954 (278 movimientos); 1954-70 (109); 1970-83 (104); 1983-
85 (141); 1985-91 (133); 1991-93 (95) y 1993-97 (223), para validar mapas de
susceptibilidad (51 a 53). Los resultados son excelentes y muestran la capacidad
predictiva de los mapas de susceptibilidad.
En cualquier caso, desde un punto de vista más estricto, como estos mapas no suelen
incorporar datos que permitan el análisis de la frecuencia temporal de los movimientos
de ladera, han de ser considerados como mapas de incidencia espacial con valor
predictivo en cuanto a la distribución futura de los nuevos movimientos de ladera, que
se generarán con mayores probabilidades relativas en las zonas de mayor
susceptibilidad, sin que ello implique una determinada probabilidad temporal absoluta
de desencadenamiento en cada zona.
Se dispone actualmente del apoyo gratuito para la elaboración de mapas de
susceptibilidad en ARCGIS (ESRI), mediante un conjunto de rutinas desarrollado con
Model Builder (ESRI) que conduce el proceso completo, desde la introducción del
inventario hasta la obtención del mapa de susceptibilidad a los movimientos de ladera
final (72). Se descarga como una herramienta de ARGIS para la realización de mapas de
susceptibilidad mediante el método de la matriz con SIG (22 a 26), y asegura la
validación interna de su calidad (Figura 11).
Figura 11. Esquema de la metodología general para la obtención de mapas de
susceptibilidad con el método de la matriz en SIG y Model Builder (72, 73).
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El modelo de susceptibilidad, que el usuario puede obtener del programa, parte del
Modelo Digital de Elevaciones (DEM) que permitir añadir los rasgos geomorfológicos
y morfométricos de la zona de estudio, y después formalizar un Modelo Digital del
Terreno (MDT) del que se obtienen algunos de los factores determinantes significativos
para los movimientos del terreno, como son la elevación, la pendiente y la orientación
de las vertientes. Además se añade otro factor determinante, la litología, independiente
del MDT, en una capa de unidades litológicas.
Una vez que se reclasifican los factores determinantes, en formato vectorial, se
determinan todas las combinaciones entre las clases de los factores determinantes,
empleando para ello las capacidades de geo-procesado de ArcGIS. El siguiente paso
para obtener el modelo de susceptibilidad de la zona de estudio a los movimientos de
ladera, consiste en la identificación de zonas de ruptura o áreas fuente de los
movimientos de ladera, en cada una de las combinaciones de las clases de los
movimientos de ladera. Este paso conduce a la obtención de la matriz de movimientos
de ladera de la región, basada en una base de datos geo-referenciada, en la que se
distinguen solamente dos clases de unidades del terreno: con o sin movimientos de
ladera.
En la última etapa, para construir el modelo de susceptibilidad a los movimientos de
ladera, el usuario calcula los porcentajes de áreas afectadas por rupturas del terreno en
cada una de las combinaciones de las clases de los factores determinantes. Se obtiene
finalmente una zonación progresiva de unidades de terrenos con tendencia creciente a la
generación de movimientos de ladera. También se incluye un modelo para la validación
interna del mapa de susceptibilidad resultante, basado en la determinación del grado de
ajuste de un conjunto de zonas de ruptura no incluidas en el análisis de susceptibilidad
con respecto a la zonación de susceptibilidad obtenida.
El programa está disponible en http://www.ugr.es/local/ren03366/susc_model.rar .
Para su preparación se comprimió con el software WinRAR v 3.62.00. Una descripción
detallada del uso y desarrollo del modelo se encuentra en 72.
Los mapas de susceptibilidad actuales muestran escalas de susceptibilidad relativa y,
consecuentemente su utilidad es local o regional. Sería necesario adoptar escalas de
validez internacional para poder comparar los mapas de diferentes regiones y
comprender su significado real. Una propuesta en tal sentido se encuentra en 2 (Figura
12).
Figura 12. Propuesta de leyenda para mapas de susceptibilidad absoluta basada en
los porcentajes de zonas de rupturas por movimientos de ladera en cada intervalo de
susceptibilidad (2).
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24
4.3. Mapas de incidencia espacial y temporal de los movimientos de ladera:
Cuando se pretende evaluar algo más que las condiciones generales de estabilidad de los
terrenos o la zonación según la propensión a generar deslizamientos, es decir algo más
que la susceptibilidad de los terrenos, se requieren datos temporales relativos a la
frecuencia con la que se generan los movimiento, y también datos relativos a su
intensidad y capacidad destructiva.
Mapas de peligrosidad
El término peligrosidad por movimientos de ladera (landslide hazard) es un caso
particular de “peligrosidad natural” (natural hazard) definido como: la probabilidad de
ocurrencia de fenómenos potencialmente destructivos dentro de un periodo de tiempo
específico y en una zona dada (3).
La diferencia entre susceptibilidad (incidencia espacial) y peligrosidad (incidencia
temporal y espacial) se muestra en la Figura 13. Los movimientos provienen de zonas
de alta susceptibilidad y llegan a zonas de susceptibilidad moderada y baja. La
peligrosidad en la zona de baja susceptibilidad depende del período de retorno o
frecuencia de movimientos que provienen de zonas más elevadas de la vertiente con
mayor susceptibilidad y también de la intensidad de la masa movilizada. El riesgo
(consecuencia de los movimientos de ladera) sobre cualquier elemento en la zona de
baja susceptibilidad puede ser elevado por movimientos que llegan desde la zona de alta
susceptibilidad (1,2).
La peligrosidad depende, por lo tanto, de características de los movimientos de ladera
que se generan desde una zona de susceptibilidad determinada, sea muy alta o
moderada. La definición original (3) de peligrosidad se refiere a la “probabilidad de que
se genere un movimiento de ladera potencialmente destructivo en una zona dada”. No
involucra una definición precisa del nivel de potencialidad destructiva. Una alta
peligrosidad es equivalente a una elevada probabilidad de que se produzcan
movimientos de ladera destructivos.
ZS: I III II I II III I
Figura 13. Esquema de la sección de un valle con proyección horizontal de zonas de
susceptibilidad (ZS: I bajo, II moderada, III alta) y trayectoria de la masa para hasta
alcanzar una pendiente de reposo (1,2).
En la actualidad (1, 2), el concepto de peligrosidad debería incluir la definición de la
potencialidad destructiva del movimiento de ladera característico de la zona. Si bien los
autores se han decantado por el empleo del concepto de intensidad (Tabla 3), en mapas
en los que se evalúa la peligrosidad anual, parece clara la necesidad de integrar la
Alcance del movimiento
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peligrosidad con un concepto más amplio, el de capacidad destructiva (Tabla 4), tal
como se ha definido en párrafos anteriores, especialmente para evaluaciones de la
peligrosidad a medio y largo plazo, tal como se requiere para obras civiles de
importancia especial, tales como autovías, presas, etc.
De esa forma, una definición actualizada del concepto de peligrosidad sería “la
probabilidad de que suceda en un lugar y momento dados un movimiento de ladera de
una capacidad destructiva determinada”.
La capacidad destructiva describe características propias de cada movimiento de ladera,
mientras que la peligrosidad define la probabilidad de que el lugar o emplazamiento se
vea afectado por un movimiento de ladera en un intervalo temporal dado. De esa forma
la peligrosidad es una función del porcentaje de probabilidades (0 a 100%), el tiempo de
observación (t), la susceptibilidad (S) del terreno y la capacidad destructiva del
movimiento de ladera (Cd) generado en el plazo temporal de la evaluación , sea anual o
plurianual. Así Peligrosidad (p) = f %(t, S, Cd).
Mientras que la escala de capacidad destructiva (Tabla 4) permite calificar movimientos
de ladera singulares o concretos, el concepto de peligrosidad se refiere a una
característica de un terreno o sector, en un momento dado, definida por la probabilidad
de que se desencadene un movimiento de ladera con determinada intensidad. El mapa
de peligrosidad debe indicar el periodo temporal de referencia para la zonación que
presenta, que con frecuencia es anual (Tabla 5).
La peligrosidad a largo plazo de una región dada puede evaluarse teniendo en cuenta la
capacidad destructiva de los movimientos de ladera previsibles en ese rango temporal.
Se ha de tener en cuenta, finalmente, que la peligrosidad de un sector será tanto más alta
cuanto mayor sea la capacidad destructiva de los movimientos de ladera que se puedan
producir con elevada probabilidad en el rango temporal considerado.
La peligrosidad puede ser igualmente elevada, si se producen con elevada frecuencia
movimientos de ladera con menor capacidad destructiva, aunque los de mayor
capacidad destructiva sean menos probables o improbables.
Peligrosidad % Descripción
.
≥30 Extremadamente alta
≥20,<30 Muy alta
≥10,<20 Alta
≥7,<10 Media
≥3,<7 Baja
≥2 Muy baja
Tabla 5. Clasificación de peligrosidad (10)
Por ejemplo, una carretera, con vida de obra en proyecto calculada para 50 años,
construida en un tramo dado sobre un gran deslizamiento con diacronía de Grado IX,
con actividad reconocida en un tiempo superior a los 100 años e inferior a 1000 años,
con velocidad muy lenta, de tamaño excepcionalmente grande e intensidad muy alta,
por lo tanto con capacidad destructiva de nivel Cd = 3 a 4 (Tabla 4), se vería afectada
por roturas permanentes y progresivas desde el corto al medio plazo, con reparaciones
anuales y mantenimiento muy costoso, ya que dada la magnitud del fenómeno no sería
posible la estabilización previa del terreno. En la zona de susceptibilidad de la que
José Chacón Montero. Universidad de Granada (España)
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procede el movimiento de ladera, algunos centenares de metros lejos del movimiento y
manteniendo el mismo tipo de material, morfología de la vertiente, factores
determinantes, etc,,, la referencia para la evaluación de la peligrosidad, en lo referente a
la capacidad destructiva, sería el movimiento anterior, a pesar de que su tamaño sea
excepcionalmente grande, y pudiera discutirse si se podría repetir uno similar a cierta
distancia del mismo. Un análisis del posible factor activador y su probabilidad de
ocurrencia permitiría obtener una respuesta. La escala de peligrosidades debería ser
sintética y determinar intervalos admisibles o no admisibles para cada uno de los
elementos del territorio. Un ejemplo de clasificación general se muestra en la Tabla 5
(10); en ella, a partir de un 10% de probabilidades de ocurrencia del fenómeno
destructivo, la peligrosidad se considera alta.
Mapas de consecuencias de los movimientos de ladera
Las consecuencias de los movimientos de ladera, según se resume en la Tabla 2,
aparecen desde las fases más incipientes del desarrollo y durante la vida del
movimiento, en la medida en que los terrenos afectados incorporen elementos del
territorio valiosos. La primera aproximación para la evaluación de la probabilidad de
que suceda un movimiento en una zona afectada por un nivel de peligrosidad dado,
implica la evaluación de la resistencia que ofrecerán los elementos del territorio ante
una masa en movimiento o un proceso de rotura del terreno. Aparece aquí el concepto
de vulnerabilidad del elemento del territorio. Posteriormente será posible evaluar la
probabilidad de que se produzca un determinado nivel de daños en el elemento del
territorio en la evaluación de riesgos. Los párrafos que siguen muestran avances
recientes en la metodología.
La evaluación de la vulnerabilidad
En la última década se ha producido algunas contribuciones que merecen ser reseñadas.
Leone et al., (54, 55) consideran tres componentes:
1) una función de daño estructural que depende de la intensidad del fenómeno y
la resistencia de la estructura,
2) el daño corporal de la gente que depende de la intensidad del fenómeno más
la incidencia intrínseca (nivel de percepción del peligro, conocimiento de técnicas de
autoprotección y factores de movilidad) y extrínseca (protección física y técnica y
circunstancias funcionales incluyendo los sistemas de alarma y emergencia) y
3) una función de daño operacional de las diversas actividades que dependen del
nivel de daños de los materiales (factores técnicos), la gente (factor humano) y las
funciones secundarias para asegurar la actividad (factores técnicos) así como la
capacidad de la sociedad afectada para restaurar su actividad (factores sociales,
económicos e institucionales).
Los autores proponen una serie de tablas de tipos y niveles de daños que muestran, en el
eje de ordenadas, los elementos del territorio, en seis grupos (5 tipos de edificios, redes
(carreteras, tuberías, ferrocarriles y canales), superficies naturales (terreno, ríos,
embalse, lagos), sub-elementos (internos o exteriores a los edificios como fauna,
vegetación, vehículos, equipamiento) y almacenamiento de productos. En el eje de
abscisas se proponen los modos y gradientes de los daños, para cada uno de los
anteriores elementos, D, entre 0 y 1. Así, por ejemplo, un elemento carretera puede ser
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degradado (D=0.05-0.3), débilmente deformado (D=0.3-0.6), obstruido (D=0.4-0.9) o
afectado por la rotura del firme (D=0.8-1).
También proponen matrices para correlacionar el gradiente de pérdidas de los elementos
afectados, con asignación de valores a los cruces entre elementos y procesos dañinos.
Un ejemplo de aplicación práctica en el área de Trièves (Francia) se presenta como un
mapa en el que gráficos circulares muestran en proyecciones de cuatro ejes (pérdida
relativa de capital, pérdida de ingresos, pérdida funcional y pérdidas individuales) las
consecuencias de los movimientos de ladera, aunque no en la forma de las zonaciones
habituales en los mapas de zonas inestables (ver también 56).
Chardon (57) evaluó la vulnerabilidad global en Manizales (Andes colombianos) a
partir de un complejo análisis que considera los factores naturales, socioeconómicos,
técnicos, circunstanciales y funcionales asociados a los frecuentes movimientos de
ladera y terremotos, también algunas inundaciones, que afectan ese distrito. Establece
una estrecha correlación entre morfología, pendiente y vulnerabilidad global.
También se han empleado tablas condicionales con ponderación de la importancia de
variables en categorías de vulnerabilidad (baja, media y alta) según los elementos del
territorio y sus características de contenido, contexto, geometría, presencia de personas,
líneas vitales, tipos de actividad, etc, para aplicarlo a una estación de ski en el SW de
Francia (58).
En el mapa de riesgos de Bíldudalur (Islandia) (59) se diferencian la vulnerabilidad de
personas aisladas, de personas en edificios y de los propios edificios, en tres grupos
separados, en función del tipo de suceso (derrubios, caídas o avalanchas) y de su
magnitud. Valoran la vulnerabilidad desde 0.1 para personas en derrubios y caídas de
rocas, hasta 0.5 para personas en edificios afectados por tales procesos, a partir del
análisis de sucesos antecedentes en la región o adaptando otros estudios a las
condiciones de Islandia.
Para un tramo de carretera que une las localidades de Aigle y L´Etivaz (Suiza) muy
afectado por los deslizamientos de La Frasse y La Lécherette, y por frecuentes caídas de
rocas, avalanchas y corrientes de derrubios, se ha elaborado un mapa de riesgos (56) en
el cual la estimación de la vulnerabilidad se basa en cuatro aspectos: físicos, sociales,
ambientales y económicos que expresan para la carretera con el gráfico de Leone et al.
(54, 55). La contribución de cada uno de los cuatro aspectos de la vulnerabilidad varían
entre 0 (no hay impacto) y 100 (total destrucción). Los autores sugieren algunas
recomendaciones de orden práctica para evaluar la vulnerabilidad y destacan el
concepto de vulnerabilidad secundaria, como la sobrevenida ante un suceso imprevisto
desencadenado por el suceso principal, por ejemplo la vulnerabilidad frente a
inundación rápida inducida por la represa natural que se genera cuando una masa de
rocas se acumula sobre un cauce fluvial, lo que requiere que la investigación para
evaluar peligrosidad y vulnerabilidad se extienda por un entorno suficientemente amplio
alrededor de los elementos en riesgo del proyecto en cuestión. Distinguen cuatro clases
de riesgos cualitativos desde 0 a 4, en colores que van desde el gris (0, no se evalúan
riesgos) al rojo (4, requiere inmediatos trabajos de protección).
Igualmente Hollenstein (66) describe cuatro tipos de definiciones del término
vulnerabilidad como variable: Booleana, semicuantitiva, difusa e interpolada. Para el
José Chacón Montero. Universidad de Granada (España)
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28
caso de los peligros naturales de origen gravitacional, propone la definición del objeto
diana (elemento en riesgo) como un vector S, compuesto por una serie n de
características de comportamiento si, donde i= 1 a n, que se seleccionan según el
propósito o utilidad del objeto. Inicialmente se definen un estado de referencia, sin
afección funcional ni estructural alguna, tal que SND = (s1=1, s2=1, s3=3, .. sn=1) y la
pérdida total del objeto como STD = (s1=0, s2=0, s3=0, .. sn=0). Para la evaluación, se
han de identificar cadenas causales de impacto-estado-comportamiento, para obtener
una descripción del impacto del suceso I, mediante un número limitado de componentes
de I. El autor propone una ecuación diferencial para expresar el cambio relativo causado
por el impacto en la función de comportamiento, y obtener la vulnerabilidad de los
objetos diana, así como un proceso de estimación del impacto, con algunas aplicaciones
conceptuales aunque no se muestran aplicaciones a mapas en SIG.
Finalmente en una aplicación a una zona árida, la cuenca de Banga en Vunguvungu
(Norte de Malawi), se propone (70) un procedimiento para evaluar la vulnerabilidad de
los elementos del territorio, entre los que predominan los propios terrenos de la región
con diferentes cultivos, sistemas de irrigación, caminos, carreteras y las escasas áreas
urbanas, frente a corrientes de derrubios. Aplican una tabla de condiciones compuesta
por los factores: pendientes (tres intervalos), perturbación de la superficie del terreno
(nula, moderada y alta), vegetación (tres clases), porcentaje de arena (tres intervalos),
índice de porosidad (tres intervalos), índice de plasticidad (tres intervalos) y densidad
global (tres intervalos) que se ponderan con pesos entre 1 y 3 según su contribución a la
vulnerabilidad. Se establece un índice de vulnerabilidad que determina las condiciones
de estabilidad del terreno, y varía desde >2 (inestable), 1.5-2 (potencialmente inestable)
y <1.5 (estable). Se aplicó a 8 sectores de la cuenca de los que 4 resultaron, 3
potencialmente inestables y 1 estable. En este caso, el concepto vulnerabilidad es
integral y se aplica a todo el medio físico y no solamente a los elementos del territorio,
como en la metodología de Varnes (3).
Mapas de riesgos
Un mapa de riesgos de movimientos de ladera muestra la expectativa anual de costos
derivados de los daños por movimientos de ladera en la región afectada y combina la
información probabilística de un mapa de peligrosidad con el análisis de las posibles
consecuencias (daños a la propiedad, víctimas y pérdidas de servicios e infraestructuras)
(1, 2). Aunque los conceptos de Varnes (1984) son valiosos y definen una metodología
que ya ha dado resultados, también es cierto que multiplican las exigencias de datos,
como las ya señaladas para los mapas de peligrosidad, ya que además de la información
probabilísticas del evento, de su capacidad destructiva, o de los factores activadores
como son las lluvias o terremotos desencadenantes, se requiere una estimación adecuada
de la vulnerabilidad de los elementos en riesgo para el movimiento de ladera concreto,
y en el caso de los mapas, de los movimientos característicos de cada zona del terreno
investigado, incluyendo datos cuantitativos sobre la capacidad destructiva de la masa,
como son la velocidad, presencia de agua, rigidez, viscosidad o fluidez de la masa, etc..
En el caso de la evaluación de la vulnerabilidad, en particular, las clasificaciones o
caracterizaciones actuales, son de forma explícita o implícita, cualitativas (1, 2). Como
se puede apreciar los términos peligrosidad y riesgo constituyen actualmente el núcleo
más duro de resolver en cuanto a la metodología para la ejecución de los mapas
previsores. En cualquier caso, los siguientes ejemplos permitirán presentar los avances
más recientes, sus posibilidades y sus limitaciones.
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El modelo de gestión de la peligrosidad en Suiza (60,61)
La gestión del territorio en Suiza dispone de una regulación para la determinación de las
condiciones de estabilidad de los terrenos sometidos a actuaciones urbanísticas. Se
denomina “Consideración de los peligros debidos a los movimientos del terreno en el
cuadro de las actividades de planificación del territorio” y está auspiciado por diversas
agencias federales suizas, después de haber sido propuesto por un panel de expertos
entre los cuales fue muy activa la contribución de C.Bonnard. El procedimiento de
evaluación de las condiciones del terreno parte de una primera caracterización de los
movimientos del terreno entre los cuales distingue como tipologías las caídas de
piedras o bloques, los desprendimientos, los deslizamientos, las coladas de tierra.
Añaden también las subsidencias. Como rasgos de los movimientos son significativos
los siguientes:
- Según la profundidad del deslizamiento se distinguen los tipos: superficial
(0-2m); semiprofundo (2-10 m); profundo (> 10 m)
- Según la actividad se distinguen: muy lento o subestabilizado (v:0-2
cm/año); poco activo, lento (2-10 cm/año); activo o lento con fases rápidas
(>10 cm/año).
- Según tamaño, volumen y velocidad: piedra (Ø <50 cm) o bloque (Ø >50
cm); caída > 100-100,000 m3 a 10-40 m/s y colapso > 1 millón m3 a > 40
m/s;
En cuanto a la intensidad del movimiento de ladera emplean valores de energía cinética
E en kilojulios kJ, espesor de la masa en movimiento e, espesor del depósito resultante h
y velocidad v, para diferenciar:
- intensidad débil (E<30 kJ; v ≤ 2cm/año; e ≤ 2 m)
- intensidad media (E=30-300 kJ; v >2cm/año; e = 0,5-2 m)
- intensidad fuerte (E > 300 kJ; v > 1m/día en mov superficiales ; e = >2 m)
Distinguen tres zonas de peligro, tipo semáforo, en la cartografía preventiva. Son las
zonas roja, azul y amarilla.
En la zona roja las personas se verán afectadas tanto en el interior como en el exterior
del edificio si el proceso puede destruirlo con rapidez. Si son procesos de intensidad
más débil pero frecuentes las personas se verán afectadas en el exterior de las viviendas.
La zona roja es básicamente una zona de prohibición de actividades urbanísticas.
En la zona azul las personas son poco o nada afectadas en el interior del edificio ya que
el proceso no puede destruirlo. Hay que contar con daños en los edificios pero no con su
rápida destrucción ya que la construcción ha tenido en cuenta las condiciones del
terreno, de forma que es posible el desalojo posterior. La zona azul es básicamente una
zona de regulación donde las principales afecciones pueden reducirse mediante las
medidas oportunas.
En la zona amarilla el peligro para las personas es pequeño o inexistente. Hay que
esperar ligeras reparaciones en los edificios. Es básicamente una zona de
sensibilización.
José Chacón Montero. Universidad de Granada (España)
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También se pueden marcar zonas con un bandeado oblicuo en amarillo y blanco cuando
hay una probabilidad muy baja de que suceden fenómenos de intensidad fuerte. Se trata
de zonas de sensibilización.
Es interesante el procedimiento de estimación de la probabilidad p del movimiento de
ladera con periodo de retorno T que puede suceder en una zona dada y afectar a un
elemento constructivo con un periodo de uso de n años. Se estima mediante la
expresión:
p = 1 – (1 – 1/T)n
Por ejemplo si n= 50 años (periodo de uso del elemento) y T= 30 años (periodo de
retorno del fenómeno): p = 1 – (1 – 1/30)50 = 1-0,1836= 0,8164 ( 82%)
Una escala de referencia para la probabilidad de ocurrencia sobre elementos con
periodo de uso de 50 años es (Tabla 6):
Probabilidad p% Periodo de retorno T(años)
elevada 100-82% 1 a 30
media 82-40% 30 a 100
baja 40-15% 100 a 300
Tabla 6. Probabilidad y periodo de retorno de movimientos de ladera para elementos
con periodo de uso de 50 años (61).
Un aspecto muy importante de la regulación suiza es el carácter informativo pero
obligatorio del plan director que muestra la zonación de los diferentes cantones de
acuerdo con las zonas antes descritas en escalas progresivas en detalle desde 1:50.000 a
1:10.000 o exige a los agentes demandantes de terreno mapas previsores de escalas
1:10.000 a 1:2.000. El carácter prohibitivo o regulatorio de las actividades en las zonas
rojas o azules se traslada a los usuarios y a las empresas constructoras en documentos
que establecen condiciones o actuaciones para la mejora de la estabilidad del terreno y
de la afección por movimientos de ladera de las zonas próximos, de forma que
contractualmente es posible obtener autorizaciones si se demuestran las
correspondientes actuaciones de protección y estabilización y se asumen las
responsabilidades derivadas.
Mapa de peligrosidad y riesgo de movimientos de ladera en Umbria (Italia) (18)
Se ha obtenido integrando datos de tipología, edad, actividad, espesor y velocidad del
movimiento de ladera, también la frecuencia, integrando información histórica en cuatro
categorías, según se observaran 1 a más de 3 movimientos de ladera, y finalmente, la
intensidad, una medida de la capacidad destructiva del movimiento en función del
volumen y la velocidad. La evaluación de la peligrosidad se obtiene con datos de
frecuencia (datos temporales) e intensidad. Se evaluó la vulnerabilidad de los elementos
del territorio mediante una clasificación de grados de vulnerabilidad expresados como:
A: daños menores F: daños menores o funcionales S: daños estructurales o totales. Las
consecuencias para la población se expresan en tres niveles: directa, cuando se esperan
víctimas; indirecta cuando solo se esperan daños socio-económicos y finalmente pérdida
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temporal o permanente de propiedades con evacuación de personas sin hogar. Después
en el SIG cruzaron 16 clases de peligrosidad con 3 clases de vulnerabilidad para obtener
mapas de riesgo específico. Incluyen ejemplos de una carretera nacional, dos
secundarias y dos localidades, de baja y alta densidad de población. En 79 áreas del
proyecto identificaron 980 zonas de peligrosidad por movimientos de ladera y de ellas
solo un 21.4% de la superficie total se incluyeron en los mapas de riesgo específico por
las limitaciones de tiempo y presupuesto. Este es, probablemente, uno de los ejemplos
más avanzados hasta el momento de aplicaciones prácticas de SIG a la cartografía de
riesgos por movimientos de ladera que se han publicado hasta el momento y,
evidentemente muestra una puerta abierta a la mejora general de las técnicas empleadas
en la especialidad, en particular en lo referente a su aplicación en la planificación del
territorio y la evaluación de coberturas de seguros, así como en los programas de control
y mitigación de riesgos y reducción de la vulnerabilidad.
El mapa de riesgos de Bildudalur (Islandia)(59)
Este proyecto realizado en SI, sigue una metodología basada en Varnes (3), y Fell (12,
67) para cartografiar las consecuencias de caídas de rocas y corrientes de derrubios. El
riesgo (R) es una función de la probabilidad de un suceso peligroso o un suceso natural
(H) y sus consecuencias (C) sobre el elemento en riesgo (E) de manera que en este caso,
R = H x C x E.
El nuevo parámetro de consecuencias C se define como los resultados potenciales del
desencadenamiento de un fenómeno natural que incluye la vulnerabilidad, la
probabilidad de impactos temporal y espacial, así como la probabilidad del suceso
estacional, así,
C = Ps x Pt x Vp x Vpe x Pso,
donde Ps es la probabilidad espacial, Pt la probabilidad temporal, Vp la vulnerabilidad de
los edificios, Vpe la vulnerabilidad de las personas y Pso la probabilidad del suceso
estacional, por ejemplo las avalanchas de nieve solo ocurren en invierno. A partir de
esas ecuaciones el riesgo individual de las personas se obtiene por la expresión
Ripe = H x C x Eipe
y el riesgo de las personas en los edificios por la expresión
Rpe = H x C x Epe,
con vulnerabilidades referidas, en cada caso, a personas o personas en edificios.
Proponen métodos para calcular los diferentes parámetros y obtienen distintos mapas
para cada circunstancia a escala 1:5,000 derivados de la aplicación SIG.
El proyecto europeo IMIRILAND
Un interesante proyecto europeo, IMIRILAND Project (EEC), ha aportado interesantes
resultados, (63, 64, 65) con algunas variaciones respecto al método de Varnes (3),
añadiendo el concepto de consecuencia relativa, un término empleado también en 59,
básicamente consistente en asumir que una evaluación de la vulnerabilidad es posible no
solo a partir del efecto del suceso sobre el elemento en riesgo, sino también a partir del
análisis de la intensidad del suceso (ver igualmente 62). Realizan un análisis
cuantitativo del riesgo en tres escenarios diferentes afectados por caídas y avalanchas de
rocas. Prepararon modelos de propagación en los tres casos y estimaron la zonación de
energía por unidad de masa (J/kg) de acuerdo con las velocidades de caída de las rocas.
Estimaron diferentes energías de impacto para diferentes valores de vulnerabilidad
física, económica, ambiental y social (50%, 75% y 100%). Las consecuencias de los
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movimientos de ladera se obtuvieron multiplicando el porcentaje de vulnerabilidad por
los valores de los elementos en riesgo basados en índices relativos para diferentes
elementos. Los resultados se mostraron en la forma de zonación de consecuencias
relativas en una escala de 0 a 4.
La zonación de peligrosidad y riesgo de la provincia de Granada (España)
Un plan de prevención de peligrosidad y riesgos en áreas urbanas de la provincia de
Granada (España) se ha propuesto para su desarrollo futuro, empleando un método de
análisis progresivo que se basa en la escasez o ausencia de información histórica sobre
eventos destructivos previos se concluyó en 2007 (28, 73).
CASCO URBANO DE BENALÚA DE LAS VILLAS
Figura 14. Susceptibilidad en Benalúa de las Villas (Granada). Baja 25.6% Moderada
37.5% Alta 36.9% (28, 73).
A partir de una serie de mapas de susceptibilidad de los terrenos a movimientos de
ladera realizados a escala 1:20.000 en el SIG para las tipologías de caídas de rocas,
deslizamientos, y flujos superficiales, y editado a escala 1:200.000 en papel, se ha
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propuesto un procedimiento para identificar las poblaciones o áreas urbanas de la
provincia de Granada (168 localidades en 12352 km2) según el porcentaje de incidencia
de las zonas de alta, media y baja susceptibilidad, así como del potencial destructivo de
los movimientos de ladera del sector.
Se aplica un conjunto de criterios (Tabla 7) para estimar la peligrosidad de las zonas
afectadas por movimientos de ladera y considerar las posibles actuaciones para definir
los riesgos asociados y los tratamientos preventivos. El ejemplo de la Figura 14 ilustra
el procedimiento y el gráfico de la Figura 15 muestra la distribución de localidades
afectadas según número de habitantes.
10 90
8020
30 70
6040
50 50
4060
70 30
2080
90 10
908070605040302010
LOW
HIGH
MODERATE
< 5000
5000-10000
10000-20000
20000-60000
> 60000
Granada province
Figura 15. Distribución de zonas de susceptibilidad de 168 pueblos y ciudades de la
provincial de Granada. La leyenda a la derecha indica el nº de habitantes. (Granada
capital: 238,292 hab.). (74).
Tabla 7. Clases de peligrosidad según la susceptibilidad del terreno para movimientos
con diferentes potenciales destructivos.
PD SUSCEPTIBILIDAD
BAJA MEDIA ALTA
Muy bajo BAJA MODERADA
Bajo
Moderado MODERADA ALTA
Alto
ALTA MUY ALTA
Muy Alto
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44º Congresso Brasileiro de Geologia (Curitiba, Paraná) 30/10/2008
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Los movimientos de ladera de la región granadina de mayor intensidad han sido flujos
de tierras con diacronía limitada al Grado IV a VI (Tabla I) mientras que la mayor
longevidad (Grados VI a VIII) se aprecia en movimientos más profundos del tipo de los
deslizamientos de macizos rocosos (74) y existen zonas inestables con actividad
sostenida en Grado IX.
Se aprecia que la mayor parte de los términos municipales se localizan en terrenos con
susceptibilidad fundamentalmente baja, aunque abundan los situados en terrenos con
susceptibilidad moderada, y algunos aparecen en zonas con susceptibilidad alta.
La metodología pretende abordar el análisis de la peligrosidad, en primer lugar, en las
poblaciones con mayor número de habitantes situadas en terrenos con susceptibilidad
alta, de acuerdo con la metodología resumida en la tabla 7. Una vez identificados, en
las zonas urbanas y las principales infraestructuras, los elementos del territorio
sometidos a mayores tasas de peligrosidad, el posterior análisis de riesgos implicaría la
previa definición de vulnerabilidad y las medidas para paliar o remediar la exposición y
sus posibles consecuencias. Se incluye en el Atlas de Riesgos Naturales de la Provincia
de Granada editado en 2007 por la Diputación Provincial, órgano competente de la
administración que podría impulsar los estudios a escala local, de acuerdo con los
Ayuntamientos, para evaluar los riesgos sobre las poblaciones más expuestas (28, 75).
5. CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
a) Sobre la dinámica de los movimientos de ladera
Los estudios de movimientos de ladera emplean los conceptos de tipología, actividad,
velocidad, intensidad y grado de desarrollo para la elaboración de mapas de
susceptibilidad, peligrosidad o riesgo. No se considera, sin embargo, para tales estudios
la vida completa de los movimientos. Mientras que la inmensa mayor parte de los que
se generan en los terrenos inestables suceden en un tiempo muy corto, unos pocos
evolucionan a lo largo de un tiempo considerable, y algunos se propagan durante
centenares o miles de años de manera continua o discontinua.
Se propone el análisis de los vida de los movimientos de ladera, mediante la evaluación
del Grado de diacronía (Tabla 1) que permite diferenciar los que requieren tener en
cuenta el grado de desarrollo y la actividad durante la vida del movimiento, de lo que
suceden de una sola vez y no experimentan cambios ni procesos de propagación
posteriores. De esta forma se podrá incorporar al estudio un conocimiento más detallado
y real de la incidencia futura y de las consecuencias del movimiento diacrónico y de
otros similares que se puedan generar en el futuro.
La capacidad destructiva (Tabla 4) de un movimiento de ladera no puede moverse
exclusivamente por el criterio de intensidad (Tabla 3) ya que los movimientos
diacrónicos pueden evolucionar a lo largo del tiempo con intensidades variables,
relación entre masa y velocidad, y acumular una capacidad destructiva muy superior a la
que resulta de la simple definición de la intensidad en un momento o periodo de tiempo
dado. De esta forma la evaluación de las consecuencias a largo plazo de los
movimientos de ladera diacrónicos será más ajustada a la realidad.
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Coordendores Cláudio Palmeiro deo Amaral & Renato Eugenio de Lima 35
b) Sobre los mapas previsores de movimientos de ladera
Se dispone en la actualidad de revisiones detalladas de la experiencia acumulada en la
preparación de diferentes mapas previsores realizados con distintas metodologías (1, 2)
y parece clara la implantación de los conceptos de Varnes (3) en las propuestas
metodológicas generales más recientes y reconocidas (70, 71). Sin embargo tales
metodologías siguen siendo presentando lagunas importantes ya que no consideran
algunos parámetros de gran importancia en áreas con movimientos de ladera con
diacronía histórica o hiper histórica o no incorporan un tratamiento integral como el
concepto de capacidad destructiva. Los mapas actuales, en cualquier caso, presentan una
amplia gama de conceptos y términos comunes, que seguramente se completarán, de
alguna forma, en el futuro (Figura 16).
Figura 16. Esquema de relaciones en un SIG para la cartografía de zonas inestables
(1).
Los mapas de incidencia espacial de los movimientos de ladera son aquellos que no
incorporan ni requieren una explícita dimensión temporal en el análisis y se pueden
obtener con diversos métodos de análisis en el SIG y con ayuda de paquetes de software
externo. Son los mapas de susceptibilidad y los mapas geotécnicos de condiciones de
estabilidad que no han sido tratados aquí y de los que puede encontrarse un análisis en 1
y 2.
Los mapas de susceptibilidad se obtienen con distintas metodologías (1, 2), algunas de
las cuales han sido validadas y gozan de amplio respaldo, pero adolecen del carácter
relativo de la valoración básica, lo que impide la comparación entre mapas de regiones
distintas o la evaluación regional de la susceptibilidad. El método de la matriz en SIG
INVENTARIO
DE
MOVIMIENTOS
DE
LADERA
ANÁLISIS
DE FACTORES
E INVENTARIO
SUSCEPTIBILIDAD
(zonas propensas)
PROBABILIDAD
TEMPORAL
PELIGROSIDAD
VULNERABILIDAD
RIESGO
Tipo,
Intensidad
Grado de diacronía
Actividad, Frecuencia
Grado de desarrollo,
Velocidad,
Ángulo de alcance
Ángulo de reposo,
Distancia de propagación
MDE y
derivados
Capas de factores temáticos:
geología, agua, lluvia, suelos,
alteración, geotecnia,….
Capacidad
Destructiva Cd.
Tipo x I x D x f
Teledetección:
óptica orbital,
bandas temáticas
interferometría,
Lidar,..
Lluvias Terremotos
ELEMENTOS EN
RIESGO: CAPAS DE
CLASES
José Chacón Montero. Universidad de Granada (España)
44º Congresso Brasileiro de Geologia (Curitiba, Paraná) 30/10/2008
36
(22 a 26) permite conocer los porcentajes de zonas de ruptura en cada intervalo de
susceptibilidad, lo que la convierte en candidata al uso internacional para fines
comparativos, mientras otras metodologías basadas en muestreos de movimientos de
ladera cuya significación se analiza con técnicas estadísticas y no emplean inventarios
exhaustivos de la zona de estudio, no lo permiten. Se dispone del apoyo gratuito de
rutinas en Model Builder para la elaboración del mapa de susceptibilidad en ArcGis
(73).
Los mapas de susceptibilidad, en cualquier caso, son, en general, los más elaborados y
mejor ajustados a los datos de campo reales disponibles de entre todos los mapas
previsores de movimientos de ladera.
Las escalas del mapa son variables y dependen de la finalidad del mapa. Los SIG
permiten el análisis a escala local (1:5.000 a 1:20.000) y la expresión cartográfica a
escalas provincial o regional (1:50.000 a 1:400.000).
Los mapas de incidencia espacial y temporal de los movimientos de ladera incluyen
mapas de peligrosidad que, actualmente (70, 71), integran criterios de susceptibilidad,
intensidad y frecuencia temporal basada en el análisis de series temporales de los
factores activadores de los movimientos de ladera, sean lluvias o terremotos, o
directamente en el análisis de edades de los movimientos. No obstante no incorporan
datos de diacronía y capacidad destructiva de los movimientos de ladera de Grado
histórico e hiper histórico (Tabla 1) por lo que resultan limitados en cuanto a la
evaluación integral de la peligrosidad. En regiones semiáridas en las que los datos
temporales del inicio de los movimientos son mal conocidos y difíciles de establecer,
los mapas de peligrosidad deben asumir simplificaciones y basarse en escalas
cualitativas de la peligrosidad (Tabla 5) aplicadas dentro de un amplio margen de error.
En consecuencia parece recomendable reservar la elaboración de mapas de peligrosidad
para los casos en lo que se dispone de abundantes datos temporales de movimientos de
ladera, sea en mapas a escala local a regional, o bien limitarlos a mapas de sitio (escalas
1:500 a 1:5.000) con el apoyo de datos geotécnicos, modelos físicos de la estabilidad
del terreno y datos temporales de los factores activadores.
Finalmente, los mapas de consecuencias de los movimientos de ladera que se realizan a
partir del mapa de peligrosidad, al integrar los elementos del territorio y su
vulnerabilidad como mapas de riesgo, son los productos más completos y complejos de
las aplicaciones SIG a la cartografía de zonas inestables. Requieren tal cantidad de datos
y asunciones que se deben reservar para zonas o regiones en los que datos requeridos
sean disponibles. De otra forma representarán aproximaciones cualitativas con valor
indicativo y preliminar, lo que puede, igualmente, ser de utilidad en la medida en que se
advierta de las limitaciones de las propias conclusiones.
Incluso ahora, transcurrida ya la Década para la Mitigación de los Desastres Naturales
de la ONE, y a pesar de la inmensa cantidad de artículos y nuevas investigaciones sobre
los mapas previsores de zonas inestables, se constata su relativamente escaso uso
práctico, y habría que emprender algunas acciones para impulsar su aplicación.
El programa nacional de cartografía de movimientos de ladera que prepara el IGME
(Instituto Geológico y Minero de España), podría ser una ocasión, junto a las iniciativas
que puedan adoptar las diversas entidades autónomas españolas, ya que las
competencias que afectan a la materia están ampliamente descentralizadas. La reciente
aprobación (2007) de una Ley del Suelo española que requiere el uso de mapas de
riesgos de las zonas rústicas antes de las recalificaciones para otros usos urbanísticos,
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Coordendores Cláudio Palmeiro deo Amaral & Renato Eugenio de Lima 37
abre una oportunidad para la aplicación de las técnicas actuales para la previsión de
riesgos y consecuencias de los movimientos de ladera.
Agradecimientos. Esta artículo se ha realizado dentro del proyecto CICYT- I+D,
REN2002-03366, el Proyecto de Excelencia de la Junta de Andalucía P06-RNM-02125,
como actividad del Grupo de Investigación RNM 121 del Plan Andaluz de
Investigación. Se ha redactado como texto de la Conferencia invitada del Simposio
“SP 24. Processos geológicos perigosos, riscos, desastres naturais e ambientais” del
44º Congreso Geológico de Brasil. El autor agradece la invitación y las atenciones
recibidas al Prof. Renato Lima, organizador del Simposio, y a los organizadores del
Congreso.
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