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Águila pescadora · Pandion haliaetus
Osprey
Guincho, águila de mar
Está estrechamente vinculada a las masas de agua, tanto interiores como litorales, donde encuentra su
principal alimento, los peces. En el rango septentrional de su distribución ubica los nidos en árboles y es
estrictamente migradora, mientras que en el meridional (cuenca Mediterránea, Canarias, Cabo Verde, etc.)
los construye por lo general en acantilados marinos bien conservados y es considerada sedentaria (Thibault
et al., 2001).
En Canarias, la puesta, cuyo tamaño varía entre 1 y 3 huevos (Siverio, 2006), se produce entre febrero y mayo
(González et al., 1992; Siverio & Siverio, 1997; Siverio & Rodríguez, 2005; Siverio, 2006). Una vez que los
pollos vuelan, la estancia en los territorios no suele sobrepasar las seis semanas, hecho que, además de en
Canarias (Siverio, 2006), ha sido comprobado en otras regiones (cf. Bustamante, 1995; Triay, 2002). Por
ahora, no se sabe qué tipo de desplazamientos realizan los inmaduros nacidos en Canarias, pero podría tra-
tarse de auténticas migraciones tal y como ocurre con los nacidos en Menorca, mar Mediterráneo (Triay,
2002). De igual forma, un porcentaje notorio de adultos abandona temporalmente sus territorios después del
periodo reproductor (Díaz et al., 1986; Siverio, 2006).
Águila pescadora (fotografía: Domingo Trujillo)
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DISTRIBUCIÓN
Mundial. Como reproductora e invernante se reparte por casi todas las regiones biogeográficas, por lo que
es considerada una especie cosmopolita (Poole, 1989). Las poblaciones reproductoras más importantes se
encuentran en el Neártico y Paleártico (Poole, 1994). El 1% de la población del Paleártico occidental corres-
ponde a los archipiélagos canario y de Cabo Verde, así como a la cuenca Mediterránea (Thibault et al., 2001).
Se distinguen cuatro subespecies: P. h. haliaetus en el Paleártico, P. h. carolinensis en Norteamérica, P. h. rid-
wayi en el Caribe y P. h. cristatus en Australasia (Poole, 1989). No obstante, distancias genéticas, caracterís-
ticas morfológicas y patrones de distribución indican que las subespecies del Paleártico, de Norteamérica y
de Australasia aparentan ser especies distintas (Wink et al., 2004).
España. La población actual está constituida por 30-38 parejas que se distribuyen por las islas Chafarinas, Baleares
y Canarias (Triay & Siverio, 2003). En el siglo XIX y bien entrada la segunda mitad del XX, también estaba pre-
sente como reproductora en sectores costeros de la península: proximidades de la ría de Ribadesella (Bijlleveld,
1974), y litoral de Girona, Alicante, Málaga-Granada, etc. (González et al., 1992). El dato más reciente correspon-
de a un caso de nidificación esporádica en un embalse de Alicante en 1981 (Urios et al., 1991). Aun más reciente,
es la reproducción natural de una pareja, en el marco de un proyecto de reintroducción, en un pantano de la pro-
vincia de Cádiz, aunque al final tuvo que ser ayudada mediante la técnica de “cross-fostering” (Muriel et al., 2006).
Además, hay que destacar la invernada regular de un importante contingente de aves procedentes del norte de
Europa sobre todo en la zona meridional (Gil-Sánchez, 1995; Sayago et al., 1999; Casado & Ferrer, 2005).
Canarias. Nidifica en todas las islas, excepto Fueteventura, Gran Canaria y La Palma, donde llegó a reprodu-
cirse en el pasado y es posible su cría ocasional (Martín & Lorenzo, 2001). En los islotes sólo lo hace en Montaña
Clara y Alegranza, si bien en los demás también hay evidencias de haberlo hecho (Martín & Lorenzo, 2001).
ÁGUILA PESCADORA · PANDION HALIAETUS
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Distribución del águila pescadora en el archipiélago canario durante el período de estudio (1997-2003) según las categorías de
nidificación (cuadrículas UTM de 5 x 5 km).
Roque del Este. El único dato de reproducción es compilado por Martín & Lorenzo (2001): una pareja incu-
bando en abril de 1996. No obstante, tanto estos autores como González et al. (1992) señalan su posible nidi-
ficación irregular. Con anterioridad, sólo se había constado la presencia de una pareja en 1976 y 1983 (Díaz
et al., 1986; Hernández et al., 1987; González et al., 1992).
Roque del Oeste. Durante el periodo de muestreo (1998-2003) no fue observado ningún individuo, lo que
coincide con prospecciones precedentes (Díaz et al., 1986; Hernández et al., 1987; González et al., 1992). La
única referencia de un nido aparentemente ocupado se remonta a mayo de 1970 (Kunkel, 1971).
Montaña Clara. Desde principios del siglo XX nidifica una pareja, en concreto en los acantilados de la costa
occidental de La Caldera (Bannerman, 1914), aunque es probable que una segunda lo haga en otra zona del
islote (Martín & Lorenzo, 2001).
Alegranza. Se reproducen o están presentes regularmente tres parejas, repartidas por La Caldera, montaña
de Lobos y La Rapadura, lo que convierte a este islote en uno de los enclaves más importantes para la espe-
cie en Canarias (Martín & Lorenzo, 2001). Además, es posible que en algunos años, como ocurrió en 1997,
se establezca una cuarta pareja (Martín & Lorenzo, 2001).
La Graciosa. Aunque en la actualidad no se reproduce, es observada con cierta frecuencia prospectando las
aguas de la costa occidental (Martín & Lorenzo, 2001).
Lanzarote. Como reproductora sólo está presente en el risco de Famara, donde se ha podido observar un ave
incubando en un nido situado en las inmediaciones de punta Fariones (Martín et al., 2002). Sin embargo, en
el pasado estaba mejor distribuida, ocupando zonas como montaña Tenézara y El Golfo (Pallarés, 1990), así
como el extremo sur de la isla (Díaz et al., 1986; González et al., 1992).
Lobos. Dos aves estaban presentes en este islote en agosto de 2002, una utilizando uno de los dos nidos que
se encontraron por las mismas fechas en la costa occidental. Asimismo, en 1999 también fue detectada una
pareja (Martín & Lorenzo, 2001; Palacios, 2004). A juzgar por algunas observaciones efectuadas unos años
antes, como la de un individuo el 16 de agosto de 1992 y el 20 de mayo de 1994 (R. Barone, in litt.), su pre-
sencia puede ser más o menos habitual. En este sentido, Hernández et al. (1987) recogen la observación de
un individuo y de un nido con material nuevo en marzo de 1985, si bien las primeras referencias se remon-
tan al siglo XIX (Bolle, 1854).
Fuerteventura. No existen datos actuales sobre su reproducción, pero podría hacerlo de forma esporádica tanto
en el sector occidental como en Pozo Negro, donde en una zona concreta ha sido avistada en fechas recientes
(C.-J. Palacios, in litt.). Al respecto, es interesante señalar que el 12 de julio de 2004 fue recuperado un joven
del año en Morro Jable (P. Calabuig, in litt.), si bien podría tratarse de un ave nacida en cualquier otra isla y
encontrarse en dispersión. Según Hernández et al. (1987) y González et al. (1992), los “guinchos” dejaron de
nidificar a principios de la década de 1980, aunque los primeros autores citan la presencia de individuos solita-
rios tanto en 1983 como en 1984. Por los nidos que aún se mantenían en pie en los últimos censos (González
et al., 1992), el grueso de la población insular estaba establecido en los acantilados próximos a Gran Tarajal.
Gran Canaria. Durante los últimos años sólo existen observaciones de individuos solitarios tanto en secto-
res costeros como en las presas del interior (Martín & Lorenzo, 2001). Por ejemplo, en la zona histórica de
nidificación (Díaz et al., 1986) en noviembre de 2002 (Siverio, 2006), en la presa de Las Niñas en agosto de
2005, en los acantilados marinos de Santa María de Guía en enero de 2005 (J.J. Hernández, com. pers.) y de
nuevo en la presa de Las Niñas en junio de 2007 (J.J. Hernández & F. Siverio, com. pers.). A pesar de que
las prospecciones específicas para comprobar su reproducción han sido escasas, no sería de extrañar la cría oca-
sional, máxime si se tienen en cuenta las fechas de los avistamientos anteriores. Es probable que dejara de
reproducirse con asiduidad a mediados de la década de 1970 (Hernández et al., 1987). Sin embargo, no se
puede descartar la nidificación esporádica a lo largo de todos estos años, en concreto entre el tramo costero
que va desde Mogán hasta La Aldea de San Nicolás de Tolentino, donde se encuentran los nidos viejos (Díaz
et al., 1986; González et al., 1992; obs. pers.), uno de ellos aparentemente bien conservado.
Atlas de las aves nidificantes en el archipiélago canario (1997-2003)
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Tenerife. La población actual oscila entre 4 y 5 parejas, todas ellas establecidas en los 12 km de largo que
tienen los acantilados del SW del macizo de Teno (Siverio, 2006). Aquí, al contrario que en otras islas donde
la regresión ha sido muy patente o se ha extinguido como reproductora, el incremento medio anual a partir
de 1990, cuando sólo había una pareja (Siverio & Siverio, 1997), fue del 10,4%. Por otro lado, tanto en el
norte como en el sur de la isla, es frecuente la observación de aves asociadas a estanques o charcas de riego.
En estos casos no se puede descartar la presencia de algún individuo en paso o invernante, si bien algunos de
los ejemplares con territorio en Teno han sido identificados, por medio del sistema propuesto por Bretagnolle
et al. (1994), en varias partes de la isla. Los ornitólogos que visitaron Tenerife en el siglo XIX y buena parte
del XX señalan su presencia tanto en el norte como en el sur de la isla, aunque también reconocen su rareza
(Koenig, 1890; Bannerman, 1963). Así, Godman (1872) y Meade-Waldo (1883) indican la presencia y
supuesta cría de una y dos parejas, respectivamente, en La Orotava. Más adelante, Bannerman (1963) hace
referencia a dos nidos localizados entre Santa Cruz y Adeje. Sin embargo, hay que decir que ninguno aporta
datos concluyentes sobre la reproducción. La primera referencia para el actual sector de cría (acantilados del
Macizo de Teno) se debe a Hald-Mortensen (1970), quien menciona la presencia de dos nidos en un acanti-
lado cercano a La Punta de Teno, mientras que la reproducción se confirmó en 1979 en la playa de Juan López
(Siverio & Siverio, 1997), que sigue ocupado hoy en día. A principios de la década de 1980 fueron hechos
dos censos: dos parejas en 1983 (Díaz et al., 1986) y una en 1984 (Hernández et al., 1987). Desde 1986 hasta
2004 la evolución poblacional fue monitoreada, pasando de una pareja a la cifra actual (Siverio & Siverio,
1997; Siverio, 2006).
La Gomera. En el año 2003 y 2004 su población estaba constituida por 4 y 5 parejas, respectivamente, dis-
tribuidas por la costa SW (Siverio & Rodríguez, 2005), es decir, entre playa Santiago (Alajeró) y playa de La
Arena (Vallehermoso). Igual que en Tenerife, el número de parejas ha aumentado. Así, al considerar las tres
parejas presentes en 1991 (González et al., 1992), el incremento medio anual ha sido del 4%. Por otro lado,
es interesante señalar que en el año 2000 una pareja ocupaba un nido ubicado muy próximo al sector de nidi-
ficación actual, en los cantiles de la playa de Suárez (San Sebastián de La Gomera), si bien en prospecciones
posteriores no se observó. Aparte de este nido, ocho más, en distintos estados de conservación, fueron locali-
zados en el sector de nidificación y uno, aparentemente bien conservado, en la costa norte (Siverio &
Rodríguez, 2005), lo que contrasta con la distribución de los nidos en 1991: tres en el norte y cinco en el
sur (González et al., 1992). Los antecedentes más antiguos sobre el tamaño poblacional y distribución se
remiten a la década de 1980, pero el primer dato fidedigno sobre su presencia se remonta al siglo XIX, cuan-
do Reid (1887) comenta la recolección de una puesta en la isla. La estabilidad poblacional (n=3 parejas) pare-
ce haber sido la regla general en el periodo 1983-1991 (Díaz et al., 1986; Hernández et al., 1987; González
et al., 1992), mientras que la repartición no difiere de la encontrada por Siverio & Rodríguez (2005), a pesar
de que por aquel entonces había varios nidos en la costa norte (González et al., 1992).
El Hierro. Únicamente un ejemplar fue observado en 2003, mientras que en el año siguiente una pareja
reproductora fue detectada en el sector costero del mar de Las Calmas (Siverio & Rodríguez, 2005). Sin duda,
las fechas de muestreo en el primer año (primeros de junio) parecen haber sido decisivas a la hora de obtener
la información, puesto que sólo un mes antes una pareja ocupaba un nido en la costa occidental (J.J.
Hernández, com. pers.). Asimismo, en el año 2000 se detectaron dos parejas, una en la costa occidental y otra
en el mar de las Calmas (Trujillo & Felipe, 2003). Ese mismo año, junto con datos de finales de la década de
1990, Martín & Lorenzo (2001) estimaron la población en 4 o 5 parejas, repartidas por varios tramos coste-
ros de la isla: cercanías de los roques de Salmor (1), costa occidental (1), mar de las Calmas (2) y probable-
mente al sur de Las Playas (1). Sin embargo, si se tiene en cuenta el censo del año 2000 (Trujillo & Felipe,
2003), dicha estimación podría estar sobrevalorada. En los censos realizados durante la década de 1980 y en
1991, siempre se detectaron tres parejas (Díaz et al., 1986; Hernández et al., 1987; González et al., 1992),
un tamaño poblacional que, al igual que hoy en día, se puede considerar escaso, sobre todo si se considera la
gran disponibilidad de sitios para nidificar que existen en la isla.
NOMBRE · NOMBRE
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La Palma. Hasta la fecha no ha sido comprobada su reproducción, aunque suelen verse con cierta regularidad
en varias localidades del interior y en algunos sectores costeros de la isla (Martín & Lorenzo, 2001). La única
evidencia de cría obtenida durante el periodo de estudio corresponde a Ludwigs & Wübbenhorst (2000), quie-
nes observaron una pareja en cortejo el 6 de mayo de 1999 en una zona de estanques de Los Llanos. Sin embar-
go, dicha observación se debería considerar con mucha cautela si tenemos en cuenta que las águilas pescadoras
suelen cortejar en las proximidades de los nidos y copulan casi exclusivamente en ellos, siendo la tónica gene-
ral al menos en lo que respecta a los efectivos canarios. A ella hay que añadir también la de un ave encontrada
muerta en un estanque de Tazacorte el 25 de marzo de 1998 (Medina & Brito, 1998). En cuanto a la costa, ha
sido detectada regularmente durante diferentes prospecciones en barco entre 1998 y 2002, a veces en sitios idó-
neos para nidificar, por lo que no se descarta que la reproducción tenga lugar de forma puntual. Además, exis-
ten nidos viejos en la playa de Nogales (Los Sauces) y en los acantilados entre Tazacorte y Tijarafe, lo que sugie-
re su reproducción en el pasado (Martín & Lorenzo, 2001). No obstante, debió producirse antes del primer censo
realizado en 1983, en el cual sólo se vio un individuo solitario (Díaz et al., 1986; González et al., 1992).
POBLACIÓN
La estima poblacional más reciente para el conjunto del archipiélago canario oscila entre 15 y 20 parejas
(Triay & Siverio, 2003; BirdLife International, 2004), aunque, tal y como dejan entrever los comentarios
expuestos aquí para cada una de las islas, la población oscila entre 16-18 parejas.
En relación al tamaño poblacional obtenido en los diferentes censos llevados a cabo en el conjunto del archi-
piélago, en 1983 la población era de 13 parejas, en 1984 de 14, en 1987 de 12 y en 1991 de 13 (Díaz et al.,
1986; Hernández et al., 1987; González et al., 1992). Por tanto, la población actual se ha visto incrementa-
da en 3-5 parejas en comparación con el último censo (1991). Sin embargo, al tener en cuenta que en El
Hierro ha decrecido y en la de Fuerteventura, Gran Canaria y La Palma no parece que termine de asentarse,
el incremento debe considerarse como relativo.
AMENAZAS Y CONSERVACIÓN
Uno de los principales problemas que afectó a la especie en Canarias durante la segunda mitad del pasado
siglo fue la pérdida de hábitat, consecuencia del desmesurado desarrollo urbanístico con fines turísticos (Díaz
et al., 1986; Hernández et al., 1987; González et al., 1992; Triay & Siverio, 2004). De momento se ha logra-
do en cierta medida detener dicha pérdida, puesto que todos los nidos, salvo el de la playa de Suárez (La
Gomera), están situados en espacios con algún tipo de protección legal. Aun así, muchas actividades huma-
nas como la navegación de recreo, la acampada, el senderismo, el rappel, etc., que cada vez se practican con
mayor frecuencia en algunos de estos lugares, especialmente durante el periodo de cría de los “guinchos”, son
contradictorias con la conservación. De hecho, tanto la pareja de Lobos como varias de Tenerife se han visto
afectadas por tales adversidades (Palacios, 2004; Siverio, 2006). Por otro lado, resulta muy complejo valorar
la incidencia que tiene la caza furtiva en la población actual. Que se sepa, sólo existen dos casos confirmados,
ambos en Tenerife, uno en 1992 y el otro en 2004 (Centro de Recuperación de Fauna del Cabildo de Tenerife,
in litt.; Triay & Siverio, 2004). A tenor de la información recogida de los habitantes de Teno (Tenerife), y de
la que aporta González et al. (1992) para La Gomera, esta actividad ilegal tuvo mayor incidencia en otros
tiempos. En cambio, de lo que no existen referencias es de la muerte por electrocución en tendidos eléctri-
cos, aunque sí han sido observados ejemplares posados en torretas peligrosas (Triay & Siverio, 2004). Por últi-
mo, las interacciones con gaviotas y cuervos, a priori, no representan más que una amenaza potencial.
Manuel Siverio y Beneharo Rodríguez
Atlas de las aves nidificantes en el archipiélago canario (1997-2003)
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