Enseñar como artificio. Enseñar bien es un artificio. Se trata de una práctica construida a través de experiencias, reflexiones y sobresaltos; en el mejor de los casos se originó a partir de una vivencia temprana, de la mano de una profesora o un profesor, que marcó nuestra vocación docente. En el peor, se produjo sin solución de continuidad, al pasar de la universidad a trabajar en un instituto, como una solución alimenticia, en principio transitoria, que después se convertiría en definitiva. Entre una y otra, existen múltiples itinerarios hasta llegar a impartir clases; los unos orientados por una formación, más o menos sistemática y premeditada, los otros atizados por las circunstancias, y el "a la fuerza ahorcan". Unos y otros han tenido que elaborar una identidad profesional docente que les permita explicarse a sí mismos "qué debe hacer alguien como yo en un centro como este". Unos y otros han tenido que entretejer creencias, habilidades y sentimientos para conformar su "ser docente" y desarrollar -o tratar de sobrevivir a-su tarea. Algunos, desde la más enconada resistencia, edificarán un muro de lamentaciones educativas, convencidos de que el cliente (alumnos y padres) nunca tiene la razón. Otros, desde el compromiso y la responsabilidad –hasta los pesimistas se equivocan que diría Iñaki Gabilondo-, afrontarán los retos cotidianos con todos los recursos que están a su disposición. Los menos, desde la impostura, ejercerán una profesión que les viene grande y a la que nunca debieron acceder. En todos los casos, esa identidad en uso, será el resultado de aprendizajes y ajustes; nada que ver con inclinaciones innatas. Ser docente se hace (o deshace) pero en ningún caso se nace. Se trata, por buscar una metáfora, de un actor (actriz) ilustrado que interpreta un libreto que, en la mayoría de casos no escribió y que, como aquel, tiene por misión conmover, emocionar, impactar en sus espectadores para que lo adquirido 1 Extraído del libro: Monereo, C. y Monte, M. (2011) Docentes en tránsito. Análisis de incidentes en secundaria. Barcelona: Graó.