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Psicología del amor

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Abstract

Psicología del amor es un libro que trata sobre los estudios científicos del amor, hace una aproximación sistémica a la relación de pareja, analiza la evolución de la pareja desde el enamoramiento hasta la emancipación durante el matrimonio. Analiza con profundidad los problemas más frecuentes en la relación amorosa: celos, infidelidad, violencia, ruptura. Termina el libro haciendo referencia a la psicopatología conyugal desde el concepto de colusión. Este tratado es la primera parte de una serie de tomos que el autor presentará en relación a las otras formas del amor.
Psicología del amor
Autor: Bismarck Pinto Tapia
Diseño de portada: XXXXXXXX
Diagramación: Jorge Dennis Goytia Valdivia
Impresión: SOIPA Ltda.
Depósito legal: X - X - XXXX - XX
Publicación del Departemento de Psicología
de la Universidad Católica Boliviana “San Pablo”
© La reproducción total o parcial de este libro por
cualquier medio mecánico o electrónico, no autorizada
expresamente por el autor, viola derechos reservados.
Para Elena
Índice
INTRODUCCIÓN:
EL AMOR ........................................................................................................ 9
1. Amor y trascendencia ...................................................................... 9
2. Evolución del concepto del amor ..................................................... 14
3. Amor de pareja ............................................................................. 15
4. Amor de padres y amor de hijos. .................................................... 20
5. Amor a los demás. ......................................................................... 22
6. El amor a la naturaleza. ................................................................. 34
7. El amor a Dios ............................................................................... 38
PRIMERA PARTE:
EL AMOR EN LA PAREJA ................................................................................ 43
1. Denición del amor de pareja ........................................................ 43
1.1. Una aproximación psicolingüística .....................................................43
1.2. Una denición relacional del amor .................................................... 46
1.3. El amor como juego..........................................................................52
1.4. El amor en la cultura aymara. ........................................................... 59
2. Amor y sexualidad......................................................................... 65
2.1. Sexo, sensualidad y personalidad. .....................................................65
2.2. Funciones de la sexualidad humana. .................................................68
2.3. Identidad sexual, orientación sexual y dimensiones eróticas .................69
2.4. Satisfacción sexual y satisfacción marital ............................................73
2.5. Sociosexualidad y amor. ................................................................... 76
2.6. Algo más que sexo. .......................................................................... 78
2.7. Amor y sexualidad en el climaterio femenino ......................................81
3. El ciclo vital de la pareja ................................................................ 87
3.1. La elección de pareja: la atracción. ...................................................88
3.2. El estrés del deseo: el enamoramiento. ............................................... 96
3.2.1. Evitando el enamoramiento: el prende. .................................110
3.2.2. El enamoramiento virtual: relaciones amorosas online. ........... 118
3.2.3. El síndrome del Chiru Chiru y Lorenza. ..................................123
3.3. La simbiosis. ..................................................................................126
3.3.1. Tipos de simbiosis. ............................................................... 129
3.3.2. Etiología de la simbiosis. ...................................................... 130
3.3.3. Evolución de la simbiosis. ..................................................... 131
3.3.4. La colusión .......................................................................... 133
3.4. El desencanto. ................................................................................ 136
3.4.1. El amor y el cambio. ............................................................ 143
3.4.2. La colisión. .......................................................................... 147
3.4.3. Matrimonio y desencanto. .................................................... 150
3.5. La lucha de poder. .......................................................................... 154
3.5.1. La violencia en la pareja. ..................................................... 160
3.5.2. Comunicación, negociación y satisfacción marital. ................. 168
3.6. Emancipación conyugal. ................................................................. 175
3.6.1. Separación y divorcio. ......................................................... 178
3.7. El reencuentro ................................................................................ 187
3.7.1. El perdón y la reconciliación. ...............................................189
4. El falso amor. ..............................................................................190
4.1. La indelidad venérea. ...................................................................191
4.2. Celos o pavor al abandono. ............................................................ 199
4.3. Dependencia amorosa. ................................................................... 210
4.4. Codependencia o altruismo patológico. ...........................................214
4.5. El amor vanidoso. ..........................................................................215
5. Patología conyugal: enfrentando a la colusión. ............................. 219
6. La terapia de pareja. ................................................................... 222
REfERENCIAs .............................................................................................. 229
Psicología del amor: el amor en la pareja 7
Agradecimientos
No habría podido escribir este libro sin el apoyo incondicional de mi esposa Elena,
fuente de todas mis inspiraciones. También debo agradecer a mis tres hijos por su
paciencia: Selene, Pablo y Vico. A Pablito por el diseño de la carátula del libro.
Gracias a mi hermano Edgar que desde la distancia hace barra por mis proyectos.
La publicación se la debo a la entusiasta conanza de mi amiga y jefe Dra. Ximena
Peres.
Quiero agradecer al Dr. Hans van den Berg rector de la Universidad Católica
Boliviana San Pablo por el gran apoyo que presta a la investigación cientíca.
Gracias al Dr. Edwin Claros y al Dr. Eric Roth por sus permanentes consejos y
empujoncitos para no perder la motivación investigativa.
Me alegra la amistad con el Dr. Juan Luis Linares con quien clariqué muchas
ideas sobre el amor. Sigo profundamente agradecido a mi amigo y tutor de mi tesis
doctoral: Dr. Jaime Vila de la Universidad de Granada por promover la posibilidad
de investigar cientícamente el amor. También estoy agradecido a mi amigo
Claudio Des Champs de la Escuela Sistémica Argentina por poner optimismo en
mis proyectos. Un abrazo por la luz que me trajo desde la Investigación Narrativa
al Dr. Gerrit Loots de la Universidad Libre de Bruselas.
Mi gratitud por la amistad de mis hermanos sistémicos Blanca Lebl y Mario
Sánchez. Por los momentos de reexión de mis estudiantes de doctorado: Marcela
Losantos, Scherezada Exeni, Carlos Velásquez, Tatiana Montoya, Alejandro Aráoz
y Mariana Santa Cruz. Por los proyectos en la tierra de mis raíces, Santa Cruz:
Oscar Urzagasti y Juan José Balderrama. Por las largas horas de trabajo en el
Instituto de Investigaciones en Ciencias del Comportamiento (IICC): Alhena Alfaro,
Natalie Guillén, Diego Joffre, Akemi Ponce, Jaime Gómez, Eliana Aguilar, Paula
Muñoz, Edison, Dodó y Percy. Por su apoyo silencioso a María Eugenia Pabón. A
la distancia al gran amigo: Abdo Eid.
Psicología del amor: el amor en la pareja
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Bismarck Pinto Tapia
A mis maestros que desde el cielo me iluminan: Pde. Esteban Bertolusso, Dr. René
Calderón Soria y Dr. Luiz André Kossobudzky.
Las ideas vertidas en este trabajo provienen de mi labor como psicoterapeuta de
parejas y familias, además de los estudios que he realizado sobre el concepto del
amor, las relaciones amorosas y las estructuras familiares. Por eso mi mayor gratitud
recae sobre esas personas anónimas que conaron en mi saber y entregaron su
dolor a mi corazón.
Finalmente, gracias a Dios por protegerme y cuidar a los que amo.
Psicología del amor: el amor en la pareja 9
INTRODUCCIÓN:
EL AMOR
1. Amor y trascendencia
Es el amor. Tendré que ocultarme o huir.
Borges
Amar es condición indispensable para vivir, quien no ama, no existe, no vive.
Nacemos, vivimos y morimos. Pero vivimos solamente cuando tenemos alguien
a quien amar. No es lo mismo amar a una or, a un perrito, a un ser humano. La
or nos regala sin querer su perfume, el perrito juega con nosotros, pero un ser
humano regala su perfume, juega conmigo y me hace existir.
Existen varias deniciones de la palabra “amor”, una de las más acertadas es la
de Humberto Maturana: “El amor es la emoción que constituye las acciones de
aceptar al otro como un legítimo otro en la convivencia. Por lo tanto, amar es abrir
un espacio de interacciones recurrentes con otro en el que su presencia es legítima
sin exigencias” (Maturana, 1997, p. 73).
Te amo cuando acepto tu existencia sin condiciones, cuando me “juego” entero por
nuestro encuentro. Eres una persona desconocida, soy para ti un desconocido, somos
dos extraños asumiendo el riesgo de equivocarnos. Por eso amar necesariamente
duele. Como decía Madre Teresa de Calcuta: si te duele es la mejor señal de que
amas.
El amor causa un dolor intenso, porque tenemos que renunciar a la seguridad del
amor del otro, debemos aprender a amar sin obligar a que nos amen. Virginia Satir
(1978) lo expresó de la siguiente manera:
Quiero amarte sin absorberte,
Apreciarte sin juzgarte,
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Bismarck Pinto Tapia
Unirme a ti sin esclavizarte,
Invitarte sin exigirte,
Dejarte sin sentirme culpable,
Criticarte sin herirte,
Y ayudarte sin menospreciarte.
Si puedes hacer lo mismo por mí,
Entonces nos habremos conocido verdaderamente,
Y podremos beneciarnos mutuamente.
Cuando amo decido. Elijo como prioridad nuestra relación sobre cualquier otra
cosa, inclusive sobre yo mismo – mejor dicho - sobre todo sobre yo mismo. Porque
quien es incapaz de despegarse de su “yo” es incapaz de amar.
Vivimos inmersos en un mundo de construcciones humanas, tanto materiales como
conceptuales, una de esas construcciones es el “yo”, el cual se alimenta de poder
y detesta la esencia (self). Quien se aferra al “yo”, nunca puede desencarnarse
para dejar uir su esencia, esas personas son incapaces de amar. En psicopatología
diagnosticamos a este tipo de personas como portadoras de un “trastorno de
personalidad” (Pinto, 2005/2010).
Kierkegaard concibe dos tipos de personas, aquellas incapaces de desesperar y
las que desesperan. Las primeras asumen los mandatos sociales como sucientes
para alcanzar la felicidad, las segundas desesperan cuando se percatan de que
fueron engañadas, escribió: “Quien desespera quiere, en su desesperación, ser
él mismo. Ese yo, que ese desesperado quiere ser, es un yo que no es él (pues
querer ser verdaderamente lo que se es, es lo opuesto mismo de la desesperación)”.
(Kierkegaard, 1994).
Las personas que nunca desesperan llegan a considerarse inmortales, son “felices”
cumpliendo las normas establecidas: terminar los estudios en la escuela, tener por
lo menos un título universitario, mucho dinero, tener lo que se dice que se debe que
poseer, casarse, engendrar hijos y esperar de ellos lo mismo que les fue transmitido.
Basta entonces un dolor físico, la inminencia de la muerte o la desaparición de sus
bienes para que desespere.
Miguel de Unamuno al respecto escribió: “Más y más y cada vez más; quiero ser
yo, y sin dejar de serlo, ser además los otros, adentrarme a la totalidad de las
cosas visibles e invisibles, extenderme a lo ilimitado del espacio y prolongarme a lo
inacabable del tiempo”. (Unamuno, 2000).
Descubrir después de muchos años que no se vivió lleva a la desesperación.
Entonces el desesperado tiene seis alternativas: negar los sucedido, huir del mundo
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Bismarck Pinto Tapia
sumergiéndose en alteraciones de la conciencia (drogas, alcohol), amargarse al
intento a través de un síntoma psicológico (depresión, ansiedad) (Watzlawick, 1995),
suicidarse, querer cambiar el mundo transgrediéndolo, o atreverse a trascender.
El suicidio es una alternativa paradójica, pues la persona que se mata, antes de hacerlo
se percata que su vida le pertenece, coincide con Albert Camus quien armaba que
el sentido de la vida es el suicidio, porque según su pensamiento vivimos en un
mundo absurdo, en el cual lo único que no nos pueden arrebatar es la posibilidad
de quitarnos la vida. (Camus, 2001). Personas que intentaron suicidarse o que lo
pensaron, cuando me consultan, relatan una vida ajena a ellos. Al igual que una
persona a quien le anuncian la indefectibilidad de su muerte: ¡recién quieren vivir!
Otras personas en lugar de enojarse consigo mismas, se enojan con los demás, y
deciden destruirlos, a veces de manera desorganizada. Otras, inventan ideologías
que justican su odio al mundo, tal como ocurrió con Hitler, Saddam Hussein, Stalin,
Banzer, Pinochet, y otros “líderes”. Ninguna muerte humana tiene justicación.
Luis Espinal (2005) oró de la siguiente manera:
No hay nada que justique la guerra. Se han acabado ya las guerras santas y
las cruzadas; fueron solamente un fraude. Ningún ideal puede exigir centenares
de cadáveres. El espíritu no tiene nada que ver con las balas. ¡Señor, haznos
aborrecer la retórica del armamentismo y de los desles, así como evitamos la
propaganda a favor de la criminalidad! Que preramos el diálogo humano, a las
amenazas, a la represión y a las matanzas. Haz, Señor, que caigamos en la cuenta
de que la violencia es demasiado trágica para utilizarla alegremente, como por
juego. Y a los profesionales de las armas y de la guerra hazles hallar un ocio
mejor; porque Tú, Príncipe de la Paz, odias la muerte. (En: Espinal, 2005)
La ciencia puede favorecer al desesperado malvado, utilizarla para construir terribles
armas para adueñarse del poder, el Dalai Lama escribió: “La ciencia y la tecnología,
en conjunción con el afecto humano, serán constructivas. De la mano del odio
serán destructivas” (En: Bunson, 2003, p. 139).
Una frase horripilante es la pregonada por Banzer Suárez: “…a ustedes hermanos
campesinos, voy a darles una consigna como líder. El primer comunista que vaya al
campo, yo les autorizo, me responsabilizo, pueden matarlo. Si me lo traen aquí para
que se entienda conmigo personalmente les daré una recompensa” (Sivak, 2001).
Trascender no es matar a las personas que idearon un sistema social, tampoco
es retirarse del mundo. Es asumir que las reglas sociales son reglas de un juego,
nada más, y por lo tanto no pueden ser más importantes que las personas. Quien
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Bismarck Pinto Tapia
trasciende lucha contra las ideas que mellan los derechos humanos, pero no lo hace
contra los humanos.
En armas durante el año 2000 se gastaron en Estados Unidos alrededor de 798.000
millones de dólares (25.000 dólares por segundo); a partir 11 de septiembre del
2001 se ha llegado a gastar alrededor de 956.000 millones de dólares (Colussi,
2005). El Dalai Lama escribió al respecto: “Las naciones destinan trillones de
dólares a sus presupuestos militares. ¿Cuántas camas de hospital, escuelas y
viviendas podrían conseguirse con ese dinero?” (En Bunson, ob.cit., p.237).
La trascendencia es posible únicamente cuando asumimos nuestra mortalidad:
Vivir es darse, perpetuarse, y perpetuarse y darse es morir (Unamuno, 2000).
Leonardo da Vinci, uno de los seres humanos trascendentales escribió en su diario:
El que no valora la vida no se la merece.
No tenemos tiempo para “tonterías”, la vida es un regalo de Dios, debemos abrirla
para sumergirnos en ella, disfrutar de cada amanecer, de cada or, dejarnos llevar
por la curiosidad, por el asombro y la urgencia de existir. Los que no reexionan
sobre su existencia no viven, hacen planes, trabajan para tener cosas que luego los
encadenan, permanecen en el vacío revestido de plástico.
Trascendemos a través del arte, la ciencia, el amor conyugal y el amor a Dios. El
arte es irreverente con la naturaleza y con los inventos, toma lo que existe y le da
una forma nueva, inútil y bella. La ciencia pregunta las causas de la vida, cuestiona
lo incuestionable, aquello que damos por obvio.
El amor de pareja es la construcción de un mundo inventado por dos extraños en el
cual lo mundano no tiene cabida. El amor a Dios trasciende la piel, la naturaleza y
la sabiduría, desde la irracional fe se abandona toda “realidad” y se forja un destino
dirigido al encuentro con la gloria.
Cuando trascendemos nos jugamos enteros, “gastamos la vida”- en términos de
Luis Espinal-, desgajamos la corteza del árbol prohibido hasta bebernos su savia,
aunque la mayoría de los seres humanos nos tilden de locos.
Si bien quien asume que la desesperación es estúpida y trasciende las cosas del
mundo, para amar es imprescindible la autotrascendencia. Despojarnos del “yo”,
aquella construcción engañosa del cerebro ayudada por los condicionantes sociales
(Gazzaniga, 1998). No es posible amar aferrados al yo que se alimenta de los
valores estipulados por el momento socio histórico (títulos, dinero, posesiones,
estatus, etc.). Para amar es requisito abandonarse en el vacío del espíritu, hablar
con el silencio del alma, querer con el cuerpo.
Psicología del amor: el amor en la pareja 13
Bismarck Pinto Tapia
Un transgresor como el Che Guevara dijo: “Preero morir de pie que vivir
arrodillado”. Mientras que Albert Einstein dijo: “El hombre es grande cuando
está de rodillas”. Esa es la diferencia entre quien odia y quien ama, el transgresor
decepcionado por la falsa vida, ve al prójimo como un símbolo, olvidándose que
se trata de un ser humano; quien trasciende en cambio, jamás verá en el otro un
objeto, para él será siempre un semejante.
Nada justica la violencia. Nadie tiene derecho a hacer del otro lo que no es. Si
los seres humanos obedeciéramos nuestra tendencia natural al amor, no serían
necesarios los ejércitos ni la policía. Hemos sobrevivido como especie gracias a
nuestra capacidad de agruparnos y protegernos los unos a los otros (Maturana,
1997).
El lenguaje se fundamenta en la conanza de denir las cosas a través de acuerdos
sociales. El niño que es legitimado juega, y cuando crece sigue jugando. En cambio
aquel pequeño que es “querido” condicionalmente, no puede jugar, los padres
imponen con seriedad certezas absolutas y eluden las preguntas de su hijo; cuando
crece no sabe jugar y se toma el mundo humano en serio.
El cariño que recibimos de nuestros padres es uno de los condicionantes más
importantes para denir nuestra capacidad de amar. Los padres amorosos atienden
las necesidades del bebé con paciencia y ternura. Miman a sus retoños con dulzura,
les plantean la opción de llamarlos cuando se sienten incómodos o temerosos.
A esa manera de cuidar adecuadamente a los bebés, se denomina apego seguro
(Bowlby, 1985).
Los pequeños que han recibido amor, tienen mayores posibilidades de desarrollar
la autonomía suciente al terminar su infancia, como señalan varias investigaciones
que relacionan el apego y las relaciones amorosas (v.g. Penagos, Rodríguez, Carrillo
y Castro, 2005).
Cuando la infancia ha sido desarrollada en un clima de cariño incondicional, los
niños adquieren conanza en sí mismos y en sus padres (Erikson, 1959, Jerga,
Shaver, Wilkinson, 2011). Pero si existe privación de afecto por parte de sus
progenitores, constantes críticas negativas a sus conductas, transmisión de las
tensiones de los padres hacia los hijos, maltrato físico o afectivo, negligencia,
abandono (Rice, 1997); entonces los pequeños no aprenderán a amar, sino a temer
ser abandonados, evitar el vínculo amoroso, buscar poder o protección, odiar, ser
insensibles al dolor ajeno (Pinto, 2005).
Psicología del amor: el amor en la pareja
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Bismarck Pinto Tapia
2. Evolución del concepto del amor
Amamos y vivimos
Vivimos y amamos
Y no sabemos qué es la vida
Y no sabemos qué es amor.
Jacques Prévert
Es muy difícil asegurar cuándo fue que los seres humanos nombramos por primera
vez la construcción social de dos personas con alguna palabra cercana al vocablo
que hoy utilizamos.
Los griegos diferenciaban ágape de eros, reservando la primera palabra para
el amor incondicional y la segunda para las relaciones de pareja. Los primeros
cristianos asumieron el amor hacia Dios como universal y puro, por lo que eligieron
la palabra ágape para referirlo. Los mismos cristianos eligieron la palabra storge
para referirse al amor entre padres e hijos y leo para la amistad.
En resumidas cuentas se identican cuatro tipos de amor: el amor a Dios (ágape), el
amor en la familia (storge), el amor entre amigos (leo) y el amor de pareja (eros).
Platón en “El Banquete” maniesta la existencia de dos diosas del amor: Afrodita
Pandemos y Afrodita Urania. La primera es la responsable por el amor carnal y la
segunda por el amor puro del alma. Platón anuncia que el amor verdadero debería
desencarnarse por lo cual, en boca de Pausanias, promueve el amor duradero y
puro ligado al alma. El amor carnal sería una pérdida de tiempo para el alma, ésta
debe encaminarse a objetivos más elevados.
A pesar de la represión que promueven las ideas platónicas, en el mismo texto
Sócrates clama la universalidad de la necesidad de amar. Asunto que volverá a
retomarse en el siglo XX, cuando los etólogos demostraron que la necesidad de
afecto es más necesaria que el instinto sexual (Harlow, 1962).
Durante más de cincuenta años predominó la idea de que el amor era la sublimación
del deseo sexual. Esta concepción fomentaba la importancia de la relación incestuosa
entre los hijos y la madre, la cual era determinante para la elección de pareja y el
establecimiento de los estilos amorosos del adulto.
Marie Henri Beyle (Stendhal) autor del libro “Del amor”, obvia las extremadamente
complejas explicaciones que Freud hace del amor, y simplemente expone sus
experiencias personales, fundando las bases para el amor romántico, aquél que
Psicología del amor: el amor en la pareja 15
Bismarck Pinto Tapia
todo lo puede, el amor como un n y no como un medio. Sus planteamientos
hacen referencia al amor obsesivo, caprichoso y ciego. Contempla en la pasión
desenfrenada la única posibilidad de encontrar la felicidad, ese amor descocado nos
hace sufrir y lo soportamos porque es el único camino para la realización plena.
(Ackerman, 1997).
Hasta mediados del siglo XX Afrodita Pandemos estuvo destronada por Urania. Las
religiones y la formación conservadora de las escuelas favorecieron el derrocamiento
de la pasión. Sin embargo la píldora anti conceptiva, los movimientos feministas, y
el hastío por las ideologías fascistas apocaron los estertores de la represión sexual
a favor de la búsqueda del placer conyugal.
Siguiendo la dialéctica hegeliana, la tesis fue el placer, la antítesis la represión,
la síntesis la trascendencia manifestada en el compromiso de dos personas. La
propuesta actual es considerar al amor como una opción asumida por un acuerdo
entre dos, deniendo a través de negociaciones el signicado de la relación.
3. Amor de pareja
Lo verdaderamente mágico de nuestro
primer amor es la absoluta ignorancia
de que alguna vez ha de terminar.
Benjamin Disraeli.
La teoría del apego hace referencia al establecimiento de lazos afectivos de
protección que se establecen entre quien cuida y quien es cuidado. Los estudios
de Harlow en Macacos separados de sus madres, demostraron fehacientemente la
importancia del contacto físico para el establecimiento de la seguridad emocional
(Harlow, 1958).
La teoría del apego surge para comprender las reacciones infantiles ante la
separación y el duelo (Shaver y Fraley, 2008). Posteriormente se identicó su
importancia en el desarrollo de las relaciones amorosas (Mikulincer y Shaver, 2008).
La relación amorosa activa el estilo de apego (Feeney y Collins, 2001). Es así que
el sistema de apego se mantiene durante el ciclo vital de los seres humanos. Morris
(1982) y Feeney y Noller (1990) encontraron coincidencias sorprendentes entre el
estilo de apego ansioso y la inadecuada selección de pareja.
Psicología del amor: el amor en la pareja
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Bismarck Pinto Tapia
En el caso de las relaciones de pareja, la respuesta de apego se maniesta ante
el riesgo de separación conyugal, las personas experimentan sentimientos de
desesperanza ante el distanciamiento (Vormbrock, 1993). Nuestra manera de
relacionarnos afectivamente con nuestra pareja, está inuenciada por el tipo de
apego que recibimos en nuestra infancia. El apego seguro denirá relaciones
amorosas sin temor al abandono, mientras que el apego ansioso estructura el temor
a dejar de ser amado; y el apego desorganizado se relaciona con las conductas
violentas (Yela, 2000).
En la pubertad los niños y las niñas, descubren nuevas sensaciones en sus cuerpos,
las que les producen placer. Comparan sus ideas con las de los demás, surge una
jerga sexual – la cual varía de generación en generación -, aprenden las técnicas de
conquistar al sexo opuesto. La autoestimulación sexual1 se acompaña de fantasías
eróticas. (Rice, ob.cit.)
Durante la adolescencia la dirección del interés sexual se inicia de manera
generalizada, es decir que el deseo no se restringe en particular a una determinada
persona, sino que por lo general se orienta a cualquiera que despierte el interés
sociosexual.
La sociosexualidad no restringida indica una tendencia a la implicación vincular
exclusivamente sexual ( Baron y Byrne, 2001). Mientras menos pertenencia
sienta en su familia, el o la adolescente, tenderá a enamorarse intensamente. Este
“encaprichamiento”, se denomina amor apasionado: “respuesta emocional intensa
y a menudo poco realista hacia otra persona” (Baron y Byrne, ob.cit. p. 338).
El amor apasionado suele ir acompañado por la búsqueda de protección y
pertenencia. Cuando las dos personas implicadas tienen similares expectativas, se
establece un vínculo complementario excluyente del resto de las redes sociales, las
cuales se reducen al mínimo, ambos rechazan afectos familiares y de amistades.
Suele ocurrir que la intensidad del apasionamiento se confunda con “amor
verdadero”, y derive en la convivencia de los implicados. La cual por lo general
fracasa cuando disminuye la vehemencia del deseo.
La experiencia de enamoramiento está sesgada por la cultura, en algunas lo atractivo
será un aspecto físico que en otras no se considera. En un estudio que visó doce
factores precursores del enamoramiento en distintos grupos étnicos, encontró que
1 Antes se utilizaba el término “masturbación” y se refería exclusivamente a la autoestimulación de los
genitales, el término tenía una connotación negativa. Hoy utilizamos “auto estimulación sexual”, para
referirnos a cualquier tipo de caricia que la persona hace sobre cualquier parte de su cuerpo con la
nalidad de sentir placer sexual, por supuesto, incluye las caricias en los genitales.
Psicología del amor: el amor en la pareja 17
Bismarck Pinto Tapia
la familiaridad y los gustos comunes son comunes, mientras que la personalidad,
la tendencia al aislamiento y la inuencia social entre otros, son consideradas de
manera distinta. (Riela, Rodriguez, Aron, Xu, Acevedo, 2012).
A pesar de esas diferencias, las emociones involucradas en la experiencia son las
mismas. El apasionamiento es un estado de intenso deseo de unión con el otro
(Hateld, Bensman y Rapson, 2012). No importa la condición social, cultural o
económica de los jóvenes, las primeras experiencias de enamoramiento ocurren
durante los años de la adolescencia. El enamoramiento se maniesta como la
explosión de un gran volcán (Alberoni, 1997), no necesariamente indica el inicio
de las relaciones coitales, las mismas que comenzarán en función a la permisividad
cultural. (Manzelli y Pantelides, 2005).
El desarrollo normal del amor, se inicia, evidentemente con el apasionamiento, a
diferencia de los jóvenes que buscan desesperadamente un espacio de comprensión
y afecto, aquellos amados por sus padres, pasan de la elección dictaminada sólo
por el deseo, a la orientación amorosa restringida. Poseen un perl del tipo de
compañero (a) a quien amar, y experimentan con distintas personas, de tal modo
que modican o conrman el perl de sus expectativas (Zeifman y Hazan, 2008)
A diferencia del amor de pareja, la amistad no se fundamenta en la atracción
sexual, sino en las semejanzas de actitudes, que conllevan a la deducción de valores
similares. Esto es, puntos de vista similares hacia temas especícos. Con los amigos
se comparten actividades y se confían secretos. Raras veces un vínculo de amistad
se convierte en vínculo amoroso.
Existen personas que confunden el establecer un romance con formar una amistad.
Cuando ambas personas creen que amarse es ser “buenos amigos”, pueden
conformar una relación matrimonial adecuada, pero será difícil el involucrarse
pasionalmente. Lo cual no quiere decir necesariamente que en todos los casos
sea imposible el surgimiento de la pasión durante la convivencia. A pesar de las
excepciones, es más probable que al convertirse una amistad en relación amorosa,
se rompa la amistad al romperse el vínculo romántico.
En la elección amorosa, el encuentro está marcado por la atracción sexual, mientras
que en la elección de amigos la pauta son los intereses comunes.
Cualquier tipo de amor tiene por función la legitimación. En el amor de padres e
hijos, la legitimidad está contaminada por las expectativas condicionales denidas
históricamente (Andol, Angelo, 1989). El amor de amigos se dene por la
semejanza de valores y actividades. El amor de pareja se inicia enamorándonos
de un extraño, quien lo único que hace es atraernos sexualmente. Se trata del
Psicología del amor: el amor en la pareja
18
Bismarck Pinto Tapia
amor puro, sin antecedentes históricos, sin prejuicios. “Primero un yo; luego, una
posibilidad: el gozo exquisito de un ser que se encuentra con otro” (Branden, 2000).
El amor de nuestros padres nos debe hacer sentir diferentes al resto de los
componentes de nuestra familia, al mismo tiempo que nos ocasione la sensación de
pertenencia y apoyo incondicional (Beavers, 1990). Nuestros amigos nos permiten
crear un nuevo espacio relacional de aprendizaje y valoración de actividades que no
son factibles dentro de la familia.
El enamoramiento es el inicio del vínculo amoroso, en el cual seremos descubiertos
por alguien que no sabe nada de nosotros, por lo que se convierte en el espacio
de nuestro auto descubrimiento. Tenemos la necesidad de despojarnos de nuestro
yo, el cual paradójicamente ocultamos al inicio de la relación. Cuando el otro
desenmascara al yo falso deja desnuda nuestra convicción más engañosa: el sí mismo
constituido como un yo indeleble. Para que sea posible el auto descubrimiento,
debemos distanciarnos del yo, cuestionarlo y destruirlo, para que se libere nuestra
esencia en la entrega riesgosa hacia aquél desconocido que arma amarnos.
El amor romántico plantea: “Te veo como persona, y te quiero y te deseo porque
eres lo que eres, tanto para mi felicidad en general como para mi plenitud sexual
en particular” (Branden, ob.cit. p. 113).
Iniciar una relación de pareja es “jugarse” por un desconocido. Entregarse sin
esperar recibir nada a cambio, aprender a querer después de que ese ser despertó
en nosotros la pasión del deseo. Descubrir quién es, aceptar lo que encontremos,
sea rosa, sea clavel, locoto, piedra…El amor conyugal es una construcción lenta
entre dos personas que jamás se conocerán a ciencia cierta. Cuando se alcanza
una meta se la “de –construye” (Derrida, 1980), es decir se la “renueva”. Por ello
la relación amorosa obliga a la aparición de crisis, cada encuentro requiere de una
despedida, la despedida de aquél que creíamos que teníamos al lado, para volver a
encontrarnos con su ser.
Rilke escribió: “El que tú seas basta. Y al hecho que yo exista déjalo, entre nosotros,
que se quede en suspenso. La realidad es verdad en su propia esfera; al n lo
enteramente imaginario incluye todos los grados de transformación. Y aunque
fuera el muerto más perdido, al tú reconocerme yo existí….¡Ay, cuánto valoramos
lo que es desconocido: demasiado deprisa se forma un rostro amado hecho de
parecido y contrastes” (Rilke, en: Bermúdez – Cañete, 2004).
El amor de pareja es necesariamente jugarse por un extraño, matar nuestro yo,
lo cual implica autotrascender, de tal manera que la felicidad del otro sea más
importante que mi propia felicidad. Amar es aceptar la rosa como rosa, a quien
Psicología del amor: el amor en la pareja 19
Bismarck Pinto Tapia
se anima a estar contigo sin conocerte como es, aunque no sepamos quién es
realmente.
Descubrirnos mutuamente las almas, despojándonos cuidadosamente de las
máscaras que nos sirvieron para conquistarnos, y aceptar el rostro escondido detrás
de ellas. Cada uno se percatará a través de su entrega que su rostro es también una
máscara, la cual oculta el ser desprotegido. Cuando amamos nos arrojamos al vacío
de la incertidumbre porque sabemos que estamos acompañados sin exigencias.
El amor exige conanza, libertad y riesgo. Conanza en el sentido de creer sin
necesidad de evidencias; libertad en poder ponernos a prueba en nuestra realización
personal procurando no lastimar el “nosotros” que estamos construyendo; riesgo
al probar experiencias que pueden cambiar nuestra forma de ser y dejar de ser
amados o dejar de amar, al descubrir facetas en nosotros o en nuestra pareja que
contravengan los intereses comunes. Por eso, tal como señaló Teresa de Calcuta:
¡amar duele!
Quien no soporta el dolor, la soledad y la incertidumbre no puede amar. Buscará
poder o protección, dará cuidados o control, actitudes infantiles relacionadas con
el apego, indispensable en la niñez, pero absurdo en el proceso de independencia.
De ahí que no es posible el amor entre dos personas incompletas, en el sentido
que le da Gikovate (1996): sólo puedo amar cuando doy cosas mías, no prestadas
o regaladas por otros. De ahí que entregar el cuerpo apasionado sea fácil para
cualquiera, pero renunciar a los afectos previos (desvinculación), a las prioridades
egoístas (amigos, sueños personales), ofrecer al otro un espacio y medios para
compartirlos en la convivencia, requiere necesariamente, de que cada uno de los
amantes tenga cosas construidas por sí mismo para el encuentro.
El falso amor de amantes es el fundamentado exclusivamente en el deseo, como
escribió Quoist (1992): la ley del fuego es extinguirse. Y tarde o temprano el
apasionamiento se desvanece, dejando a dos seres humanos mirándose extrañados
el uno al otro. El amor es razonable, no irracional. El deseo, la atracción, el
enamoramiento es irracional, ciego, incapaz de predecir la posibilidad de la
construcción de un verdadero amor.
El estilo de apego de la infancia se relaciona con el apego adulto que se activa en
la relación de pareja (Feeney, J. 2008). Los estilos de apego inseguros (hudizo,
ambivalente y desorganizado) se conguran como apego temeroso, preocupado y
resistente en los vínculos conyugales.
El apego preocupado exige una relación posesiva y maníaca (Lee, 1977), el
resistente lo opuesto: distante y sin intimidad, mientras que el temeroso enfatiza la
Psicología del amor: el amor en la pareja
20
Bismarck Pinto Tapia
desconanza y la dependencia (Feeney y Noller, ob.cit.). Sin embargo, el estilo de
apego no es determinante para la concreción de una relación conyugal, el estilo es
dinámico y puede modicarse durante el romance (Bartholomew, 1990).
El amor surgirá en la convivencia, los amantes son dos extraños que deciden
compartir sus vidas, renunciando a considerar prioritarias otras cosas. Como
estudiaremos más adelante, en la familia funcional predomina la valoración del
matrimonio sobre los vínculos con la familia de origen y con los hijos. Los padres
deberán volver a ser pareja, y los hijos deberán irse de la casa. Por ello el vínculo
amoroso conyugal es mucho más que deseo y amor del uno hacia el otro, es amar
juntos al amor a pesar de uno y del otro. Los enamorados se dicen: “te amo”, los
amantes: “amo nuestro amor”.
4. Amor de padres y amor de hijos.
Los hijos comienzan por amar a sus padres,
al crecer se ponen a juzgarlos.
A veces los perdonan.
Oscar Wilde
El amor de padres a diferencia del amor de pareja, es un amor desapasionado, se
trata de un apego indispensable hasta el logro de la autonomía infantil, es decir
que el niño pueda paulatinamente hacerse cargo de sí mismo, sus pertenencias y
deberes. El amor entre padres e hijos se dene como el sentimiento mutuo, gesta
el deseo de mantenerse en contacto a través del contacto físico cariñoso, mirarse,
sonreírse, escuchar sin juzgar y poder ser escuchado. Es la relación especial que un
niño establece principalmente con sus padres, un lazo afectivo que les impulsa a
buscar la proximidad y el contacto con ellas a lo largo del tiempo.
El sistema afectivo más importante en la relación paterno lial es el apego, entendido
como la respuesta que el niño emite ante la incertidumbre afectiva, buscando la
protección emocional que le proporcionará la seguridad suciente para encarar la
situación. Esta respuesta hace parte de un sistema de comportamientos entre la
persona que busca protección y quien le cuida (Cassidy, 2008).
El apego puede ser: seguro, ansioso y desorganizado (Ainsworth y Bowlby 1991).
Dependiendo del tipo de apego, se dene el vínculo afectivo, es decir, la relación
recíproca entre el niño y cada uno de sus padres.
Psicología del amor: el amor en la pareja 21
Bismarck Pinto Tapia
Existen distintos tipos de vínculos afectivos: el vínculo seguro es aquél en el cual el
niño es atendido por sus padres cuando expresa algún malestar a través del llanto,
se entristecen cuando uno de los padres sale, y se alegran cuando vuelve. Aprenden
a conar en la protección de sus padres, y se atreven a tomar decisiones por sí
mismos. (Cassidy, 1986 en Pappalia, ob.cit.).
Los vínculos negativos son aquellos que forjarán desconanza, temores y/o
sensación de abandono. Así el vínculo de evitación se identica cuando el niño
evita a la madre o al padre cuando regresan a su lado, aprenden a apartarse de
ellos a pesar de necesitarlos. Peor que la evitación es el vínculo ambivalente,
buscan cariño a la vez que lo rechazan, cuando un progenitor se acerca se acercan,
pero cuando se le demuestra cariño, patean o lloran. El vínculo desorganizado se
presenta en niños con comportamientos incoherentes, cuando se encuentran con
papá o mamá se alegran, pero al poco rato se alejan. (ob.cit.)
Los vínculos afectivos determinaran el tipo de apego del niño, éste puede ser seguro
o inseguro. En el primer caso, ante el retorno del cuidador el niño lo buscará con
alegría. En el segundo huirá del cuidador o lo agredirá.
Durante la adolescencia las personas nos damos cuenta que nuestros padres son
personas, no dioses. Los confrontamos con nuestros puntos de vista novedosos,
hacemos cosas para diferenciarnos de ellos, buscamos nuevos referentes
para construir nuestra identidad. De ahí que en esa etapa los amigos sean más
importantes que nuestros padres.
Es durante la preparación de la desvinculación y la emancipación que aparecen los
sentimientos del deseo sexual. Un proceso intempestivo, pues acontece durante la
“lucha de poder” contra los mitos de la familia. Se dan las primeras experiencias
de sufrimiento existencial, surgen los cuestionamientos acerca de la validez de los
valores del entorno, y la formación de losofías de vida propias (Erickson, 1968).
El adolescente normal determina el sentido de su vida independiente de las
exigencias de sus padres y de las instituciones, lo cual signica, necesariamente,
luchar contra aquellas ideas que no coinciden con sus propias expectativas. Los
adolescentes que provienen de familias disfuncionales optan por una de dos
opciones: o se ajustan a las exigencias externas o las transgreden. Los primeros,
son las personas que no viven su adolescencia, buscan el reconocimiento de su “yo
falso” para ser queridos, resultan una especie de “Pinochos de madera”, incapaces
de ser auténticos. Los segundos, recurren a conductas violentas o autodestructivas
– pandilleros, anoréxicas, drogodependientes, etc.- (Pappalia y Olds, 1999).
Psicología del amor: el amor en la pareja
22
Bismarck Pinto Tapia
La crisis de identidad es imprescindible en la adolescencia, para que la persona
se apropie de su “yo”. La familia funcional estimula la autonomía del hijo, o de
la hija, instauran con ejemplos modelos de moral, y aprenden a amar lo que el
adolescente ama.
Sin embargo, en las familias disfuncionales, los padres no aceptan el crecimiento
de sus hijos, los preeren niños, en ese afán prohíben cualquier manifestación
de autonomía y diferenciación. La madre o/y el padre rechazan el atisbo de
independencia, reduciendo al mínimo la interacción del hijo con el entorno.
Surge pues, una lucha de poder entre el adolescente y los padres, los primeros
prohibiendo la desvinculación afectiva del hijo, y el segundo utilizando todos sus
recursos para ser reconocido como un ser humano que quiere apropiarse de su vida
y desvincularse de sus padres (Haley, 2006).
Amamos a nuestros hijos sólo cuando aprendemos a amar lo que aman y aceptamos
que mientras más los amamos, más pronto se desvincularán de nosotros. Los padres
amorosos asumen el desconocimiento del mundo en el cual los hijos se desenvuelven,
no les imponen sus sueños, los dejan soñar por sí mismos, les ofrecen modelos
de moral y amor, para acompañarlos sin necesidad de arrastrarlos ni empujarlos.
Facundo Cabral tiene una frase que sintetiza lo que intento transmitir: “Cuando se
fue de su casa, niño aún, su madre lo acompañó a la estación y, cuando se subió
al tren, le dijo: este es el segundo y último regalo que puedo hacerte, el primero
fue darte la vida, el segundo libertad para vivirla” (Cabral, 2005)
Para que nuestros hijos aprendan a amar, necesitan que sus padres además de
padres sean pareja. De esa manera tienen el modelo de relación de esposos y de
amantes en el vínculo parental: madre – padre. Por otro lado, los padres necesitan
tener empatía con sus hijos, por lo cual requieren preguntar acerca del mundo
juvenil. Barylko escribió: “Para ser padres, para ser maestros, para ser hombres,
tenemos que volver a la humildad del que sabe que no sabe. Ése es el comienzo de
la sabiduría” (Barylko, 2001, p. 33).
5. Amor a los demás.
No descansen mientras haya un dolor que mitigar.
Alberto Hurtado
El altruismo considerado como la preocupación por el bienestar de otros (Baron
y Byrne, ob.cit., p. 427), también denominado comportamiento prosocial, es
Psicología del amor: el amor en la pareja 23
Bismarck Pinto Tapia
el amor hacia los otros desconocidos abstraídos como una entidad necesitada de
nuestras acciones que pueden beneciarlos. Wittgenstein señalaba que sólo es
posible comprender el dolor ajeno si lo podemos comparar con nuestro propio
dolor (Wittgenstein, 1979). Sólo aquellas personas capaces de sentirse mal por el
malestar de otros, son capaces de preocuparse y desprenderse de sí mismos para
beneciarlos.
Un ejemplo notable es el caso de Madre Teresa de Calcuta, quien proclamaba la
necesidad de ser pobres para comprender la pobreza, el sentido de su vida fue el
proteger a los niños no deseados antes de que sean abortados, y el auxilio amoroso
hacia los enfermos, a pesar de críticas a su obra, es indudable la auto trascendencia
de Agnes Bojaxhiu (Sebba, 1998). Una de sus frases es suciente para comprender el
profundo sufrimiento que le causaba la negligencia hacia los desamparados: Para la
tuberculosis tengo cura, a la lepra le encontré remedio, pero para el que se siente
rechazado y no amado, no he encontrado aún medicinas (en: Scolozzi, 2000).
Las personas capaces de asumir un ocio al servicio de los demás poseen una
personalidad altruista. Los rasgos de estas personas son: empatía, creencia en un
mundo justo, responsabilidad social, generosidad predominante sobre el egoísmo.
Quien dene el amor más allá del vínculo conyugal es Erich Fromm cuando explica
que El amor es la preocupación activa por la vida y el crecimiento de lo que
amamos. Cuando falta tal preocupación activa, no hay amor. La esencia del amor es
“hacer crecer”, El amor y el ayudar a crecer son inseparables, es posible denominar
trabajo a ese afán de desear que el otro sea lo que puede ser, por lo tanto, se ama
aquello por lo que se trabaja, y se trabaja por lo que se ama (Fromm, 1987).
San Francisco de Asís, tal vez haya sido una de las personas con mayor
desprendimiento para darse íntegro a los demás, las leyendas e historias que se
narran sobre su proceder ante los pobres y enfermos me permiten creer en la
posibilidad de hacer de nuestro mundo un mundo de amor, si abandonamos el
egoísmo y ese afán necio de acumular riquezas necias, en lugar de disfrutar de la
ilusión de haber sido partícipes en la alegría de otro. Francisco escribió: El Señor
me condujo ente los leprosos y con ellos hice misericordia, Y aquello que me
había parecido amargo se me convirtió en dulzura del alma y del cuerpo (en:
Bodo, 2001).
Muchas veces quien ama a los demás es un estorbo para el mundo convencional,
más aún si éste está regido por personas amargadas aferradas al necio poder. Cristo
es nuestro modelo de amor y al mismo tiempo de mártir. Luis Espinal le pedía:
Jesucristo, enséñanos a amar; cada vez más, cada día más con desinterés. No
por sentir necesidad de afecto, sino porque los demás necesitan amor (Espinal,
Psicología del amor: el amor en la pareja
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Bismarck Pinto Tapia
2005, p. 5). ¿Por qué asesinaron tan cobardemente a Luis Espinal? ¿Por qué ya
estando muerto acribillaron a balazos su cuerpo inerte? El amor grita el dolor que los
poderosos temen sentir. El amor nos ata al mundo para cambiarlo (Hölderin, 2003).
Para amar a los otros, es indispensable la trascendencia y la auto trascendencia, el
reconocer la mentira escondida en las verdades absolutas de las cosas inventadas en
el mundo humano. Bertrand Russell creyó en un mundo feliz, conformado por seres
humanos felices, si aprendían a “desaprender” las mentiras que nos enseñaron
como verdades. El “satori” del Zen, es darnos cuenta de las ilusiones, “despertar”
del sueño al que nos han metido sin pedirnos permiso. El asumir las mentiras
verdaderas como tales, duele, el anunciar que sólo se puede ser feliz a través del
amor requiere coraje, temer al amor es temer a la vida, y los que temen a la vida
ya están medio muertos (Russell, 1996).
De ahí la necesidad de pobreza de quienes se “juegan” por los demás. Se cuenta la
siguiente anécdota sobre San Francisco de Asís: “Una vez, el obispo de Asís le dijo
a Francisco: “Con respecto al no poseer ni tener nada en este mundo, me parece
que tu forma de vida es muy dura y rígida”. Pero Francisco le contestó: “Señor, si
tuviéramos propiedades, también necesitaríamos armas para defenderlas” (Bodo,
ob.cit. p. 43). Teresa de Calcuta escribió: “El dinero sólo puede comprar cosas
materiales, como alimentos, ropas y vivienda. Pero se necesita algo más. Hay
males que no se pueden curar sólo con dinero... sino sólo con amor”. (Scolozzi,
ob.cit.).
Suelen tildarme de romántico, de poseer una visión ingenua del mundo, y que
soy “demasiado” poeta. Puede ser cierto, pero estoy convencido, gracias a mi
propia experiencia personal, como a las experiencias con personas que portan
sufrimientos y me los cuentan en mi consulta, que la respuesta al malestar de
nuestra civilización está en el amor y no en la riqueza. He visto gente muy rica
con ideaciones suicidas, y a personas miserables con gran felicidad. Los ocios
agógicos2 sirven para rescatar el numen3 de aquellos seres que se pierden en el
torbellino de los inventos sociales ocasionándoles sufrimientos vanos.
La diferencia entre una persona que convierte su dolor en actitudes altruistas y
alguien que lo dirige hacia el odio hacia los demás se encuentra en las experiencias
de amor que reciben en algún momento de sus vidas los primeros y la ausencia
de legitimidad en los segundos. Francisco Pizarro provenía de un medio en el cual
no poseía ninguna valoración, al llegar a América, compensa sus sentimientos de
2 Profesiones dedicadas al servicio de los demás. (García, 2003)
3 Numen: esencia espiritual.
Psicología del amor: el amor en la pareja 25
Bismarck Pinto Tapia
inferioridad con el desprecio hacia los aborígenes, obteniendo de esa manera, la
falsa legitimidad que otorga el poder. Otro caso patético es el de Hitler, quien fue
maltratado por su padre Alois, quien insistía en que su hijo sea funcionario público
como él, descalicando las motivaciones artísticas del pequeño. Otro dictador
sanguinario fue Idi Amin Dada, malvado gobernante de Uganda, quien también
recibió humillaciones en su infancia, ordenaba el fusilamiento de sus enemigos
vestidos de blanco «para que se les viera mejor la sangre (Twiss, 2003).
Por otra parte, Teresa de Calcuta, tuvo una infancia feliz, hasta que murió su
padre cuando tenía ocho años, a partir de ese momento enfrentó la pobreza y las
vicisitudes de la guerra. (Spink, 1997). Karol Wojtila (Juan Pablo II) también sufrió
experiencias dolorosas, a sus nueve años fallece su madre al dar a luz, años después
falleció su hermano y en 1941 pierde a su padre. Karol se refugia en el arte y en su
juventud el cardenal Sapieha valora su vocación religiosa (Wiegel, 2000).
John Ronald Reuel Tolkien, autor del “Señor de los Anillos”, fue un ser humano
con profunda convicción católica y con un alma generosa, lo cual dio origen a sus
magnícos libros envueltos en el principio agustiniano de que del amor nada puede
hacerse malo; sufrió la temprana muerte de su padre (cuando tenía tres años), y
en durante su pubertad fallece su madre, quedando a cargo del fray Francis, quien
estimula los intereses literarios y religiosos del niño (Pinto, 2005 c).
Así como experiencias de pérdida y maltrato pueden transformar el dolor en
odio o en amor, la sobreprotección puede hacer lo mismo. Por ejemplo, Ernesto
Che Guevara fue sobreprotegido por su madre, e inuido por la amargura de su
familia por no pertenecer a la clase dominante (Sola y Garcia, 2000) desarrolló
una personalidad vanidosa y odió a las personas con poder económico, ese odio lo
derivó hacia la idea del “imperialismo”. Nada justica un asesinato, un ser humano
es un ser humano, no es posible que aludiendo una ideología se extermine la vida
de cualquier persona.
En contraposición a la vida del Che, Mohandas Karamchad Gandhi, fue
sobreprotegido por sus padres, como consecuencia su comportamiento en la
escuela era intolerable, a los trece años deciden que contraiga matrimonio con
Kasturbai, una niña con la que le comprometieron sin que él lo supiera. Sus padres
eran muy religiosos, por lo que le inculcaron valores coincidentes con sus creencias.
El sufrimiento del antiguo rey Harishchandra le infundió el deseo por la justicia.
Su padre muere cuando él tenía dieciséis años. Este golpe afectivo moderó su
vida desordenada, tomó a su padre como modelo y decidió estudiar Derecho en
Londres. El sentido de su vida quedó marcado por el modelo de corrección de su
Psicología del amor: el amor en la pareja
26
Bismarck Pinto Tapia
padre y la religiosidad de su madre. El sufrimiento de su pueblo caló dolorosamente
en su alma, y decidió sacricarse para liberar a la India del yugo Inglés; lo hizo
desde la no violencia, su trascendencia derivó en una posición a favor de la justicia
pero sin necesidad de la destrucción. Una frase que sintetiza su forma de vivir
es: Quisiera sufrir todas las humillaciones, todas las torturas, el ostracismo
absoluto y hasta la muerte, para impedir la violencia. (Colloti, 1989)
¿Qué hace con que una persona transforme el sufrimiento en maldad y otra en
bondad? La psicología contemporánea ha planteado la hipótesis de la “resiliencia”4.
“La resiliencia puede denirse como la capacidad de una persona para recobrarse
de la adversidad fortalecida y dueña de mayores recursos. Se trata de un proceso
activo de resistencia, autocorrección y crecimiento como respuesta a las crisis y
desafíos de la vida” (Walsh, 2004, p.26).
Que nuestro espíritu sobreviva en un entorno donde está prohibido existir es
un logro que tiene que ver fundamentalmente con el reconocimiento de nuestra
esencia por parte de nuestros padres en primer lugar, pero como mencionó Teresa
de Calcuta: El mundo sufre porque no hay tiempo para los hijos, no hay tiempo
para los esposos, no hay tiempo para disfrutar la compañía de otros.
El tiempo está destinado al trabajo con el n de obtener bienes materiales. Se ha
hecho popular la frase de padres que justican sus prioridades materiales: “lo que
importa no es el tiempo que les doy a mis hijos, sino la calidad de tiempo que les
destino”. ¡Absurdo! ¿Qué puede recibir un niño del beso de su padre que llega a las
once de la noche, cuando el pequeño está dormido? ¿Calidad? ¡Lo que necesitan
los hijos es tiempo interactivo!
Para que la terapia familiar arme la importancia de la legitimidad hacia la esencia
de los niños han sido necesarios muchos años, el Dalai Lama desde su humilde
sabiduría lo dijo así: Cuando crecemos lo hacemos en medio de la bondad de
nuestros padres, y sin esa bondad no podríamos existir. Esto es cierto y, por
eso, aquellos niños que crecen sin el amor de los padres o los que sufren la
ruptura de la familia, padecen luego problemas psicológicos. (Discurso del Dalai
Lama al recibir el premio Nobel de La Paz en 1989)
Preguntemos a las personas que terminan destruyéndose en la droga, el alcohol, la
comida, la depresión, ¿qué les faltó en la infancia? La respuesta suele ser: ¡tiempo
interactivo con sus padres! Tiempo para jugar, escuchar, acariciar, aceptar las
diferencias, estimular las potencialidades, dotar de ejemplos morales.
4 Término extraído de la física: elasticidad de un objeto, es decir, su tendencia a oponerse a la rotura
por choque.
Psicología del amor: el amor en la pareja 27
Bismarck Pinto Tapia
Descartes estropeó la concepción del ser humano al dividirlo en cuerpo y mente,
además de poner énfasis en la importancia del pensamiento con su frase: “pienso,
luego existo”; hoy la frase es peor: “compro, luego existo” (Lucini, 1996).
Mi generación5 está atravesando una depresión noógena crónica, debida al vacío
existencial consecuencia de la desorientación ontológica: “¿quién soy?”. La
desgracia de nuestra generación fue lograr nuestra meta sin estar preparados para
después de alcanzarla. ¡Conseguimos la democracia y la libertad! ¿Y ahora qué se
hace con ellas?
Emerge la desesperación y como solución trasgredimos, nos incorporamos con
los ojos cerrados a los condicionantes materialistas, o trascendemos (Pinto, 2005
b). La opción de la trasgresión es buscar el poder para ejercer dominio sobre los
demás, ese poder puede ser “benevolente”, cuando responde a intereses ideológicos
democráticos, o ser “destructivo”, cuando plantea posturas racistas, chauvinistas,
fascistas, pregona violencia y destrucción de seres humanos.
Un ejemplo vergonzoso lo vivimos en febrero del 2003, cuando se enfrentaron
policías y militares en la Plaza Murillo, con un total de dieciocho muertos. El
dominio no legitima, es violencia, pues “coloca al otro en el lugar que no quiere
estar” (Maturana, 1997).
La segunda opción es la que sigue la mayoría de los adultos de clase media para
arriba: buscar “seguridad económica” o “agrandar el yo”. En ese sentido, el trabajo
y los logros académicos se convierten en prioridad, dejando en un nivel inferior a
la familia.
Los padres “inmanentes” han creado hijos con “ricopatía” (Minear y Proctor,
1990). La fórmula es sencilla: libertinaje, demasiadas cosas materiales, presión para
que sean buenos alumnos y luego profesionales, demasiada información, excesiva
protección o negligencia afectiva y nalmente el condimento más importante,
demasiados “sacricios” de los padres y pocas enseñanzas sobre las necesidades
básicas de sobrevivencia (Minear y Poctor, ob.cit.).
La escuela ayuda a fomentar la “inmersión” de los niños en el mundo ilusorio del
materialismo: “A un bien de consumo le damos hoy el nombre de educación. Es
un producto que se fabrica de forma segura por medio de una institución ocial
llamada escuela” (CEDECO, 1989).
5 Nací en 1961.
Psicología del amor: el amor en la pareja
28
Bismarck Pinto Tapia
La trascendencia es mal vista por la sociedad. Quienes se animan a renunciar
a la “programación” del entorno materialista, son estigmatizados de “locos”,
“mediocres”, “irresponsables”.
La palabra “éxito” se ha impuesto a la palabra “autorealización”. La palabra
“autoestima” ha reemplazado a la palabra “generosidad”. Eufemismos para decir
egoísmo son vanagloriados y transmitidos como valores “humanos”: “calidad”,
“eciencia”, “competencia”, “esfuerzo”, “superación”, “ser alguien en la vida”, etc.
Ortega y Gasset escribió: Mientras el tigre no puede dejar de ser tigre, no puede
destigrarse, el hombre vive en riesgo permanente de deshumanizarse. Por
ende, es muy difícil romper los esquemas rígidos de las expectativas de un sistema
preocupado en la riqueza como sinónimo de felicidad.
Los progenitores capaces de amarse el uno al otro, a pesar de las exigencias
materiales, pueden a través de su amor trascender y criar hijos entusiasmados con
la vida: les transmitirán valores espirituales, de tal manera que entiendan que lo
material es un medio y no un n.
Hermann Hesse ironizó el tema de la siguiente manera: Da, Señor, a los ricos
todo lo que pidan. A nosotros, los pobres, que nada deseamos, danos tan solo
el gozo de saber que tú fuiste uno como nosotros.
Cuando los hijos caen en el abismo del poder, pueden ejercer un dominio torturante
sobre sus padres, hacerlos sentir culpables de sus “fracasos”, debido a que no
reciben de ellos las cosas que sus pares tienen: “No olvidemos, sin embargo, que
los padres son seres humanos sensibles, pensantes y sintientes, y que los niños
también tienen poder. Los niños también pueden hacer bastante desgraciados a sus
padres” (Rich, 1999, p. 366).
En mi consultorio escucho padres que son víctimas del maltrato que reciben de sus
hijos, algunos de ellos inclusive temen ser lastimados físicamente. Dotar de poder a
los niños hace de ellos potenciales trasgresores.
El amor en cambio les permite reconocer el absurdo del mundo material. Kierkegaard
escribió: El niño no sabe qué es lo horrible, pero el hombre lo sabe y tiembla.
El defecto de la infancia es, en primer término no conocer lo horrible y, en
segundo término temblar de aquello que no es de temer, lo mismo le sucede al
hombre natural; ignora dónde se halla realmente el horror, lo que no le exime
de temblar, pero tiembla de lo que no es lo horrible. (Kierkegaard, 1994)
A mayor valoración de las cosas en vez de amar a los demás, es más probable el
surgimiento del temor a perder las posesiones, la moral se centra en defender lo
Psicología del amor: el amor en la pareja 29
Bismarck Pinto Tapia
que se tiene, quienes inician las peleas son aquellos que pretenden aferrarse a sus
cosas, por eso Sastre escribió: Cuando los ricos hacen la guerra, son los pobres
los que mueren. Porque son los países más ricos los que temen perder las cosas
que tienen, y detestan a los países pobres porque pueden hacerse algún día ricos.
Nuestro país al ser pobre, es rico en recursos para la paz, “apenas” tenemos un
presupuesto militar de doscientos ochenta millones de dólares al año6 280000000,
mientras que Chile, por ejemplo, tiene dos mil quinientos millones de dólares, y
Estados Unidos ¡dos mil millones novecientos cuarenta y cinco mil (2945000000)!
(Indexmundi 2011). En cuestión de armamento somos uno de los países peor
armados del mundo.
Bolivia es uno de los países más pobres: “Según el Mapa de la Pobreza 2002 con
base en información del Censo del 2001, el 59 por ciento de una población de más
de 8.274.325 personas es pobre y el 24,4 por ciento vive en estado de extrema
pobreza. No obstante, muchos analistas sostienen que estas cifran deberían de ser
mayores porque el ingreso y el empleo no se consideraron para realizar el cálculo”.
(UNICEF-Bolivia 2011, PNUD, 2011).
Considero que San Agustín planteó el principal fundamento ético con la frase:
Ama y haz lo que quieras. El Dalai Lama coincide: “La paz, en el sentido de
ausencia de guerra tiene poco valor para alguien que se está muriendo de hambre
o de frío” (Bunson, ob.cit.). En otra ocasión dijo: Las naciones destinan trillones
de dólares a sus presupuestos militares. ¿Cuántas camas de hospital, escuelas y
viviendas podrían conseguirse con ese dinero?
Es imposible amar a los demás si no se es bueno. El Dalai Lama escribió: No hiráis
a los demás. Así como uno se enternece cuando ve a un allegado querido,
así debe propagarse el amor bondadoso al resto de las criaturas. (En: Bunson,
ob.cit.).
El bien es lo contrario al mal, está en relación con lo ético, y sólo se puede ser ético
si se identica a los demás como similares a uno mismo, lo que nos hace humanos
es la capacidad de ponernos en el lugar del otro, la empatía, en el sentido que le da
Wittgenstein de que sólo es posible entender el dolor del otro si lo puedo comparar
con mi propio dolor. O sea, no habría dolor si no existieran personas capaces de
sentir dolor y comprender el dolor de sus semejantes (Wittgenstein, ob.cit).
6 Dato del 2010: http://www.fmbolivia.net/noticia18857-gasto-militar-de-bolivia-es-de-280-millones-
de-dlares-al-ao.html
Psicología del amor: el amor en la pareja
30
Bismarck Pinto Tapia
Ser bueno con uno mismo, es evitar hacer cosas que dañen nuestro organismo y
nos limiten la vida. Por ello el dolor es una emoción noble, surge para avisarnos que
algo malo ocurre en nuestro cuerpo. Al inicio susurra, si no le hacemos caso, habla,
luego grita y nalmente se retuerce, hasta que hacemos algo para “matarlo”: mi
dolor me ama, pues muere para que yo viva. Ser malo con uno mismo es dañarnos
a pesar del dolor, y quien es malo consigo no podrá ser capaz de comprender el
dolor de otro.
A diferencia del dolor, que es una advertencia de desarreglos orgánicos, el dolor
del alma (sufrimiento), es un sentimiento construido socialmente, que nos advierte
sobre la imposibilidad de alcanzar una meta culturalmente establecida. Por ejemplo,
el hambre es dolor, el aplazarse en un examen universitario es sufrimiento, la muerte
de alguien que amamos nos causa sufrimiento.
Entonces, existe el sufrimiento estúpido y el sufrimiento legítimo. El estúpido es
amargarse la vida por no alcanzar el éxito denido socialmente. Oscar Wilde reejó
así la estupidez de quien elige sufrir por las mentiras verdaderas: Y el que aspira a
ser algo exterior a sí mismo: miembro del Parlamento, rico tendero, eminente
abogado, juez u otra cosa igualmente aburrida, ve siempre sus esfuerzos
coronados por el éxito. Y éste es su castigo. El que anhela una careta, no tiene
más remedio que llevarla.
Amargarte porque te robaron el auto, es diferente a amargarte porque murió
tu amigo. Sin embargo, existen personas que se suicidan por deudas, otras que
se deprimen porque no obtuvieron el dinero que esperaban, y son insensibles al
sufrimiento de un niño que debe trabajar en la calle para ayudar a sus padres a
sobrellevar su miseria.
Buscar el éxito es huir de sí mismo, es evitar sentir el vacío del alma llenándolo
con cosas inútiles. Coincido con Kierkeggard cuando escribió: A menudo pueden
convertirse en ciudadanos muy exitosos pero para mí no son individuos
maduros.
El poder es contrario al amor, quien domina controla que el otro sea lo que puede
ser, obligándole a sacricar su libertad para satisfacer la fugaz sensación de existir
anulando la existencia del otro. Quien domina consigue cosas y usa a las personas
como medios para conseguirlas, por ello lo material se convierte en n y el ser
humano en objeto.
El que hace de la gloria el sentido de su existencia termina aislado de los demás:
temido, respetado o admirado, pero no amado: “El que nada tiene, nada puede
Psicología del amor: el amor en la pareja 31
Bismarck Pinto Tapia
perder. Tener es aferrar en el puño una cosa, una idea, una certeza. Ahí es donde
se atiza el pánico. Se puede perder” (Barylko, 1999, pág.273).
El amor hacia otro ser humano no es poseerlo como se posee un calzoncillo, es
ayudarle a ser libre, aunque ello implique poner en juego nuestra propia vida: Un
monje pasó su vida en prisión para ayudar a los prisioneros. Como su conducta
era ejemplar, le soltaban rápidamente. Pero de nuevo volvía a cometer algún delito
para que le encerraran en prisión. Al nal no quedó ni un solo prisionero, excepto
él. (Deshimaru, 1986).
Amar a los demás es reconocer en el otro algo de nosotros mismos, y cuando esta
persona se marcha, muere o simplemente decide que no valemos la pena para
ella, nos dolerá, y mucho. Ese es el sufrimiento legítimo, la angustia que nos hace
humanos.
No se trata de suponer que el otro necesita algo nuestro, pues en ese caso estamos
asumiendo una forma de poder “benevolente”, esto es, considerarnos superiores
que el menesteroso, y le damos porque sentimos pena.
La pena es un sentimiento inútil, porque proviene de la idea necia de que existen
personas mejores que otras, el que tiene y el que no tiene, el rico y el pobre. Debajo
del traje de mil dólares hay un cuerpo desnudo lo mismo que debajo de los harapos
del pobre, ambos nacieron y se morirán, ambos tienen la misma esencia espiritual,
por lo tanto pena debería darnos el que tiene demasiado pues posee más cosas que
cubren su cuerpo y su alma.
San Francisco de Asís escribió en una carta: Tenemos que ser humildes, sencillos
y puros. No queramos desear ocupar cargos que estén por encima de los otros
hombres, sino que por amor a Dios, más bien tenemos que ser súbditos y
servidores de toda criatura humana.
Decidirse por los demás, es una opción que va más allá del amor conyugal, en el cual
se ama a una persona en la cual además se encuentra satisfacción sensual. Darse a
otros, quienes quiera que sean, es apostarse para encuentros efímeros, en los cuales
nuestra alegría por la vida contagiará a personas que partirán de nuestro lado.
Guy (1992) al referirse a la vida de los psicoterapeutas, muestra con dramatismo lo
difícil que es sobrevivir a un ocio que exige despojarse del yo para recibir el dolor
ajeno sin tener que recibir nada a cambio. Esa es la diferencia entre el profesional
psicólogo y el que hace psicoterapia.
Psicología del amor: el amor en la pareja
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Bismarck Pinto Tapia
El psicólogo “es”, el psicoterapeuta ama (Whitaker, 1993), se entrega plenamente
al “paciente”7, para que ambos puedan trascender, se consiga o no acompañarse
hacia la auto trascendencia, el paciente paga y se va, dejando su dolor en el
corazón del terapeuta. Por eso considero a mi ocio una forma sublime de amar,
un sacerdote amigo, le llamó a esta forma de amar “oblación”, ofrendarse uno
mismo para que el otro sea feliz.
Una condición indispensable para amar a los demás entonces, es asumir una
posición de ignorancia, pues el otro sabe más que yo sobre lo que le ocurre en su
vida. Partir del “no saber”. Esta postura es radical en la Terapia Narrativa, Goolishian
y Anderson manifestaron como principio fundamental de la actitud terapéutica lo
siguiente: “Ten cuidado, si das la impresión de que puedes cambiar algo, el sistema
caerá preso de la ilusión de poder” (En: Cecchin, Lane y Ray, 2002). Solamente si
asumo que no sé, puedo preguntar. Si me coloco en la postura del “que sabe”, no
tengo preguntas, tengo armaciones.
La humildad8 es la actitud de quien ama a los demás: La humildad es necesaria
para amar. Armó San Agustín: Cuanto más vacíos estamos de la hinchazón de
la soberbia más llenos estamos de amor. Las escuelas terapéuticas tradicionales,
ven al paciente como “objeto de estudio”.
Una de las escuelas más denigrantes del ser humano es la psicoanalítica, en la cual
el analista es el que sabe y el analizado es quien debe aceptar la “verdad”, caso
contrario es acusado de “resistencia”. Gross al respecto escribió: “La interpretación
es la culminación del virtuosismo del arte analítico (…) El analista escucha, observa,
relaciona. Después emite lo que él cree que es el signicado que hace visible lo
invisible y obvio lo desconocido. Se convierte en el metafísico en el pináculo de su
poderío” (Gross 1979, p. 234).
Haley añadirá: “Dirigir con éxito a tantas personas para que se comportaran tan
extrañamente durante tantos años, y pagaran tanto dinero por hacerlo es una
hazaña increíble” (Haley, 2000, p. 89).
Durante la vida de Freud, Bleuler escribió: Es evidente que para usted (Freud)
establecer rmemente su teoría y asegurar su aceptación se convirtió en el
objetivo e interés de toda su vida. Para mí, la teoría no es más que una nueva
verdad entre otras verdades…Por consiguiente, estoy menos tentado que usted
a sacricar toda mi personalidad por el fomento de la causa. El principio de
7 Paciente = del latín pati, sufrir. Patines-tae, el que sufre.
8 Humildad = del latín humilitas, de humus, tierra.
Psicología del amor: el amor en la pareja 33
Bismarck Pinto Tapia
“todo o nada” es necesario para las sectas religiosas y los partidos políticos…
para la ciencia lo considero perjudicial. (En: Berger, 2001, p.250).
Otras corrientes psicológicas, a nombre de la ciencia han eludido la ética a favor de
las certezas inventadas en sus modelos teóricos. De esa manera un modelo teórico
cientíco puede convertirse en una técnica para el bien o para el mal del paciente,
dependiendo de la postura existencial del terapeuta.
Si el terapeuta auto trascendió, usará el conocimiento cientíco para bienestar de la
persona, y si no lo usará para beneciar al sistema social imperante, o peor aún, lo
usara ¡para benecio propio! Así las técnicas de modicación de conducta pueden
servir para ayudar a las personas a lograr metas propias benévolas, mantenerlas
dentro de un sistema inmoral o convertirlas en asesinos. Skinner mismo reexionó
sobre los alcances y límites de la teoría conductista, revisando principalmente la
forma cómo ésta puede aplicarse (Skinner, 1991).
No debemos ser manejados por las teorías, ni por nuestros prejuicios, ni por nuestro
yo, sino debemos dejarnos llevar por el sufrimiento del otro hacia su dolor, cuando
llegamos a ese terrible lugar, acompañarlo para que ambos podamos crecer en el
encuentro. Por eso es imprescindible contactarnos con nuestro propio sufrimiento,
despojarnos del estúpido y asumir al amor como antesala del sufrimiento auténtico.
Fue Madre Teresa de Calculta, una de las personas que mejor entendió la renuncia
al yo para la entrega incondicional, una de sus tantas frases provocadoras fue: Sin
nuestro sufrimiento, nuestra tarea no diferiría de la asistencia social.
Al igual que el trabajo de quienes renunciaron al mundo para dedicarse a la vida
religiosa, quien ejerce la psicoterapia debe renunciar a las ilusiones del mundo
cotidiano, lo cual genera con frecuencia sentimientos de desolación y angustia. Por
ello es necesario que quien se dedica a mi ocio tenga un espacio de amor con
su pareja para ser legitimado cada vez que vuelva del consultorio destrozado por
dolores inimaginables.
Si bien es cierto, que considero a la psicoterapia como un medio sublime de amor,
existen otros ocios menos exigentes que se relacionan con el servicio a los demás:
trabajo social, medicina, enfermería, derecho, sioterapia, magisterio escolar y
universitario, etc. Todos ellos requieren del desprendimiento del yo para poderse
entregar sin intereses egoístas y sin ver al otro como un medio.
¡Estoy harto de médicos que ven en las personas hígados, corazones, amígdalas,
cerebros, anos enfermos! Quiero médicos que me vean a mí como persona a quien
le duele una parte de su cuerpo, que me pusieron un nombre, y que como todos
quiero mantenerme con vida.
Psicología del amor: el amor en la pareja
34
Bismarck Pinto Tapia
Cuando un médico se aleja de sí mismo, se aleja de las personas y se convierte en
el “doctor”, dejando de existir, habla del paciente como si fuera un portador de un
tesoro de interés cientíco en su dolor. Dentro de la medicina quien más tiene que
recuperar su humildad es el psiquiatra, olvidarse de su máscara de doctor, y descubrir
su ignorancia, asumiendo que se relaciona con seres humanos que han perdido la
posibilidad de amar, lo cual no los convierte en seres indignos de ser amados.
Quiero terminar con este consejo de Madre Teresa de Calcuta: Nunca digas adiós,
si todavía quieres tratar. Nunca te des por vencido si sientes que puedes seguir
luchando. Nunca le digas a una persona que ya no la amas, si no puedes
dejarla ir. El amor llega a aquel que espera, aunque lo hallan decepcionado; a
aquel que aún cree, aunque haya sido traicionado: a aquel que todavía necesite
amar, aunque antes haya sido lastimado y aquel que tiene coraje y la fe para
construir la conanza de nuevo.
6. El amor a la naturaleza.
Los animales poseen un alma y los seres humanos
debemos amar y sentirnos solidarios con nuestros
hermanos menores. Ellos están tan cerca de Dios
como lo están los humanos.
Juan Pablo II
La naturaleza es el entorno prístino que nos rodea, el ambiente y sus seres
independientes de la voluntad del ser humano (Popper, 1996). Quienes se entregaron
plenamente a su estudio y aquellos que dedicaron su existencia a su preservación,
tuvieron una actitud amorosa hacia la naturaleza, apasionada y desprendida.
Pocas personas han sido capaces de luchar contra las imposiciones sociales y
hacerle caso a su espíritu. Una de ellas, fue Charles Darwin (1809-1882). Intentó
satisfacer las expectativas de su padre, estudiando primero medicina, luego
ingresó a la Universidad de Cambridge para formarse en teología. Cuando podía
escudriñaba libros sobre botánica y zoología. A pesar del disgusto se licenció en
teología, matemáticas euclidianas y ciencias humanas. Sin tener ninguna formación
académica, aceptó la “desquiciada” idea de su tío Josiah Wedgwood para partir como
“naturalista” en el navío “Beagle” para dar la vuelta al mundo. Sus conocimientos
sobre pájaros y su entusiasmo para coleccionar fósiles fueron sucientes para hacer
Psicología del amor: el amor en la pareja 35
Bismarck Pinto Tapia
uno de los descubrimientos más revolucionarios de la historia de la humanidad: la
evolución de las especies.
Su amor por la ciencia queda reejado en la siguiente frase de su autobiografía:
Al mirar hacia atrás veo ahora con claridad cómo mi amor a la ciencia se fue
imponiendo gradualmente sobre todos los demás gustos. (Darwin, 1977, p.35).
Darwin encontró el sentido de su existencia en tratar de comprender las relaciones
entre los animales y los seres humanos, rompió con los prejuicios de la época para
proponer una teoría que en vez de minimizar el poder del Creador, magnica el
milagro de la vida. Cuando el Beagle zarpó de Valparaíso hacia las Islas Galápagos,
no imaginaba que aquel viaje iba a obligar a que la religión se apegue a la ciencia para
comprender tal como lo sugirió Teilhard de Chardin: “Adorar, antes, era preferir
más a Dios que a las cosas, reriéndose a Él y sacricándolas a Él. Adorar, ahora, es
consagrarse en cuerpo y alma al acto creador, adhiriéndose a él para perfeccionar el
Mundo mediante el esfuerzo y la investigación” (Chardin, 2001 p. 40).
Se ha tergiversado a Darwin para justicar sistemas teológicos ingenuos, se
asume como su hipótesis más importante una armación que jamás hizo, “el ser
humano desciende del mono”. En “El origen del hombre” (Darwin, 1982), el
primer capítulo lleva por título: “Pruebas de que el hombre desciende de una forma
inferior”; el planteamiento darwiniano se sintetiza la siguiente aseveración: “En
conclusión, tengo el pleno convencimiento de que la Selección Natural ha sido el
modo principal, no el único de la modicación” (Darwin, 1976, p. 54).
Cuando un ser humano ama, escudriña aquellas cosas que le permiten asombrarse.
La armación del capitán Colnett en 1793 sobre los pinzones de las Galápagos
fue la siguiente: “En las islas no habitan gran variedad de aves terrestres y las
que vi no eran nada llamativas ni por su aspecto ni por su belleza” (En: Eibl-
Eibesfeldt, 1986, p. 146). Darwin encontró en las nada llamativas aves descritas
por Colnett, la solución al origen de las especies. Demostró que existe un proceso
gradual de adaptación y de múltiples alteraciones de generación en generación
entre las especies, de tal manera que, se diversican, sobreviviendo aquellas que
poseen las condiciones orgánicas idóneas para adaptarse al medio. Algunas no se
modicaron, permaneciendo las mismas, otras en cambio, mutaban de tal manera
que su descendencia o se extinguía por no poseer las condiciones de adaptación
óptimas o sobrevivía (Leakey, 1986).
Durante la época de Darwin todavía se creía que ciertas razas humanas eran
inferiores, y la naturaleza era explotada sin consideración alguna. Extinguimos
especies al destruir sus entornos. La crueldad con la que el ser humano actuaba con
la naturaleza destruyó gran parte de nuestro planeta. La teoría de Darwin es una
Psicología del amor: el amor en la pareja
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Bismarck Pinto Tapia
alabanza a la creación divina, al delicado equilibrio que existe en el universo, y un
advertencia a la soberbia humana, que contrasta con la actitud humilde de aquellos
seres humanos dedicados a protegerlo.
Un jefe indio de Seatle dijo: Enseñad a vuestros hijos lo que nosotros hemos
enseñado a nuestros hijos: la tierra es nuestra madre. Lo que afecte a la tierra,
afectará también a los hijos de la tierra. Si los hombres escupen a la tierra, se
escupen a sí mismos. Porque nosotros sabemos esto: la tierra no pertenece al
hombre, sino el hombre pertenece a la tierra.
Dian Fossey (1932-1985) murió asesinada por los cazadores furtivos de los gorilas
de la montaña en los Montes Virunga en la zona fronteriza de Ruanda, Uganda
y Zaire. Los gorilas de montaña son una especie en peligro de extinción debido
a la indiscriminada caza de la cual fueron víctima. Fossey intentó deque el mundo
tomara conciencia de la crueldad con la que se tratan a los gorilas en particular y a
los animales en general.
Diane Fossey tuvo un contacto afectivo con sus gorilas, principalmente con un
macho alfa al que le dio el nombre de Digit (Dedo); contravino la regla “cientíca”
de “observar sin participar”, al incluirse dentro del grupo familiar de los gorilas.
Circuló por todo el mundo la fotografía de Fossey acariciando la mano del
gigantesco macho alfa. Poco tiempo después de tomada la fotografía, Digit fue
decapitado por los cazadores furtivos, mientras entregaba su vida para defender a
su familia. Después de ese trágico evento, Fossey no pudo volver a ser la misma:
“Hay momentos en que no se pueden aceptar los hechos por miedo a destrozarse.
Mientras escuchaba la noticia del asesinato de Digit, discurrió por mi mente toda su
vida, desde mi primer encuentro con él hacía diez años, pequeña bola juguetona de
negra pelusa. Desde entonces viví en una parte aislada de mi ser” (Fossey, 1985,
p. 226).
Jane Goodall (1934) ha dedicado su vida al estudio de los chimpancés, concluyendo
que los seres humanos no somos los únicos seres en la naturaleza capaces de sentir
tristeza ante la muerte de un ser querido, los chimpancés se deprimen cuando
muere alguien de su grupo. Los chimpancés también son capaces de construir
herramientas, se organizan jerárquicamente, comunican sus sentimientos y pueden
organizarse para cazar y ¡guerrear! (Goodall, 1986). Goodall no solamente entiende
que los chimpancés merecen ser respetados, sino que podemos aprender de ellos:
“Mi observación de las madres chimpancés con sus crías me había enseñado, ya
entonces, que una infancia protegida y estable solía procurar, en la vida adulta,
conanza en uno mismo e independencia, mientras que unos inicios problemáticos
podían también producir inseguridad en la vida adulta” (Goodall, 2000, p.98).
Psicología del amor: el amor en la pareja 37
Bismarck Pinto Tapia
Personas como Fossey o Goodall, son ejemplos notables de seres humanos
que dedicaron su vida al cuidado y comprensión de otras especies. Esta entrega
incondicional y apasionada es una expresión extraordinaria del amor, amor a la
naturaleza por la cual se está dispuesto a morir, como fue el caso de Chico Mendes
ante la defensa del Amazonas brasileño (Moro,
Nada de lo que ocurre en el mundo de los animales está por demás, tardamos
demasiado en entender el delicado equilibrio de los ecosistemas de nuestro planeta.
Lloyd Morgan desarrolló el “principio de parquedad”, según el cual: “En ningún
caso podemos intepretar una acción como el resultado del ejercicio de una
facultad psíquicasuperior, si puede interpretarse como el resultado de una
acción psíquica inferior en la escala psicológica” (en Boring, 1983). Con este
principio se estaba aceptando la “superioridad” del ser humano.
Wolfgang Köhler (1887 – 1967), se atrevió a hablar de “inteligencia animal”. A
partir de sus experimentos con chimpancés, observó que existían diferencias entre
la manera de resolver los problemas entre unos et.al. Así pasó a la historia de la
psicología Sultán y su ingenio para alcanzar plátanos utilizando una pila de cajones.
Köhler acuñó el término “insigth”9 para referirse al sorprendente comportamiento
del pequeño simio.
Jacques Cousteau (1910 – 1997) fue uno de los naturalistas que más defendió
la posibilidad de que consideremos a los animales como seres dignos de respeto
y que no debíamos considerarnos “superiores”, porque ellos poseen su propia
cosmovisión.
La teoría de la comunicación desarrollada por la Escuela de Palo Alto, entiende al
lenguaje como un concepto perjudicial para la investigación de la comunicación,
porque lamentablemente la palabra “lenguaje” está necesariamente relacionada
con la “lengua”, y por ende, con la palabra. Esta asociación inevitable, llevó durante
siglos a considerar al lenguaje como esencia del ser humano, cometiéndose el error
de confundir su lógica lineal con las lógicas del pensamiento. Watson (1878-1958),
consideraba que el pensamiento era simplemente “habla subvocal” (En: Hilgard
y Bower, 1977). Vygotsky (1896-1934), cae en la misma trampa, al desarrollar
la teoría de la mediación del pensamiento, sobre valorando la importancia de las
palabras en la organización del pensamiento.
9 Palabra en inglés que suele mantenerse tal cual en el castellano. Sin embargo, en varios textos, se
ha traducido como “darse cuenta”. Fritz Perls en la Terapia Guestáltica usará el término “awareness”,
buscando una palabra en inglés que sea similar al concepto Zen de “satori”. Los tres términos se
reeren al “despertar súbito” que ocurre cuando encontramos la solución a un problema de manera
“intiuitiva”.
Psicología del amor: el amor en la pareja
38
Bismarck Pinto Tapia
A pesar de que los sentimientos del otro son inaccesibles, podemos, a partir de
nuestros referentes personales, inferir lo que la persona con quien interactuamos
está sintiendo, y expresar nuestro parecer. No ocurre lo mismo con los animales,
pues nuestra observación está contaminada por el antropoformismo: observamos
cómo hemos aprendido a observar, por ello es que cuando al llegar a mi casa, mis
perros mueven la cola, les atribuyo el sentimiento de alegría, cuando lo que ellos me
están expresando es el respeto que merezco como ¡el macho dominante!
A veces siento que los seres humanos al “degenerarnos”, somos más animales (seres
sin alma) que aquellas criaturas que denominamos bestias. Asesinamos a nuestros
semejantes, cazamos por placer, no por necesidad. Existen madres y padres que
abandonan a sus hijos, abortamos, abusamos de los pequeños. Reemplazamos
nuestras necesidades por excesos.
7. El amor a Dios
La idea no es hablar de Dios, es poder hablar con Dios.
Martin Buber.
Quoist escribió: “Hay que devolver al amor su verdadero lugar y su verdadera
dimensión. Su verdadero lugar está en el corazón del hombre y en el corazón de la
historia del mundo. El amor es la fuerza, la energía esencial, sin la que el hombre
y el mundo no pueden desarrollarse armónicamente y conocer la felicidad. Su
verdadera dimensión es innita. El amor va más allá del amor. Viene de otra parte
y vuela hacia otra parte. Para el creyente, el amor viene de Dios y va hacia Dios.
Dios es amor” (Quoist, M. 1992, p.6).
Amar a otro ser humano, como vimos, es muy difícil, el amor conyugal exige
renunciar a las satisfacciones del yo, corriendo el riesgo de estar equivocados en
nuestra elección amorosa y aceptar que quien está con nosotros tiene derecho a
dejarnos de amar. El amor a los hijos exige aprender a amar lo que ellos aman
para dejarlos marchar. El amor a los demás es más exigente, puesto que nos obliga
a trascender y auto trascender para entregarnos sin condiciones a desconocidos,
quienes a diferencia de nuestra pareja y de nuestros hijos no nos devolverán los
pedazos de nosotros que les regalamos.
El amor más exigente, y por lo tanto el más difícil es el amor a Dios. Pues a
diferencia de los anteriores amores, es un amor que no nos pide que dejemos a un
lado algo que podemos “visitar de vez en cuando”, o que colocamos en un nivel de
Psicología del amor: el amor en la pareja 39
Bismarck Pinto Tapia
prioridad secundario a nuestra relación al n y al cabo humana. Al salir del éxtasis
que me produce el enamoramiento que siento hacia mi esposa, la puedo ver, tocar,
nombrarla, recibir un beso, una palabra. Pero mi amor a Dios es un amor incierto,
puesto que no lo puedo ver.
Amar exclusivamente a Dios requiere sacricio, como escribió Santa Teresita:
“Jesús, amarte es pérdida fecunda” (En: Saporiti, 2002, p.61). El amor a mi esposa
y a mis hijos me exige conanza, el amor a los demás me pide desprendimiento,
el amor a Dios me exige dejarlo todo: Es preciso abandonar la tranquilidad de la
orilla para lanzarse hacia el encuentro con Dios y con los hombres. (Staddford,
2005).
Jesús le dice a un joven rico: Una cosa te falta: anda, vende cuanto tienes y
dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en el Cielo; luego ven y sígueme. Pero
él, con el rostro aigido por estas palabras, se marchó triste, pues tenía muchas
posesiones (Mc10, 17-22), lo cual implica renunciar a las riquezas estúpidas del
mundo, los apegos ingenuos hacia los objetos que nos esclavizan y nos alejan de
nuestro self.
Pero Jesús no solamente nos pide dejar las cosas materiales para amar a Dios, nos
pide dejar a ¡a quienes amamos! El que ama a su padre o a su madre más que a
mí no es digno de mí. (Mt, 10, 37). El amor a Dios exige que abandonemos nuestro
sufrimiento auténtico, explicitado por Jesús de manera drástica: un discípulo le
dijo: Señor, permíteme ir primero a sepultar a mi padre; pero Jesús le respondió:
Sígueme y deja a los muertos sepultar a sus muertos. (Mt 8, 21-22).
Jesús pide que consideremos a nuestro cuerpo un simple vehículo del alma y que
sepamos renunciar a sus deseos, sobreponernos al dolor y a las necesidades son
otras de las exigencias para amar a Dios. Por ello la castidad es una consagración
a Dios: Ni ellos tomarán mujer ni ellas marido, ni pueden ya morir, porque son
como ángeles, y son hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección (Lc 20, 35-36).
La exigencia más difícil es aquella en la que Jesús nos dice: El que quiera venir en
pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame (Mc. 8, 34). Lo cual signica
abandonar nuestro ser, asumir nuestros dolores y sufrimientos auténticos (nuestra
cruz) y seguirle en silencio, dispuestos a morir por Él: Pues el que quiera salvar su
vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la salvará... (Mt 16,24-25).
Jesús promete que si amamos a Dios: En verdad os digo que ninguno que haya
dejado casa, mujer, hermanos, padres e hijos por amor al reino de Dios dejará de
recibir mucho más en este siglo, y la vida eterna en el venidero (Lc 18, 29-30).
Psicología del amor: el amor en la pareja
40
Bismarck Pinto Tapia
Queda clara la exigencia del amor a Dios apoyándonos en la fe cuando Cristo dice:
el que no ama a su hermano a quien ve, no es posible que ame a Dios a quien
no ve (Jn 4, 20).
El medio de amor a Dios es la fe, el catecismo de la Iglesia Católica (2012) menciona:
En la fe, la inteligencia y la voluntad humanas cooperan con la gracia divina:
“Creer es un acto del entendimiento que asiente a la verdad divina por imperio
de la voluntad movida por Dios mediante la gracia (S. Tomás de A., s.th. 2-2,
2,9; cf. Cc. Vaticano I: DS 3010).
San Juan de la Cruz escribió: “Vivo sin vivir en mí, y de tal manera espero, que
muero porque no muero” (En: Cardona, 1994). Estrofa estremecedora, pues delata
la extraordinaria fe de este santo. Personalmente yo no tuve, ni creo tener aún el
coraje suciente como para una entrega absoluta de mi ser.
Eso diferencia a las personas normales de aquellos que se consagran enamorados
de Jesús y mucho más quienes fueron llamados por Él y le obedecieron. Uno
no encuentra a Dios, es Dios quien nos llama. Yo me perdí en mí mismo, y al
perderme me alejé de la permanente revelación de Dios en la vida. Hoy siento
que a pesar de mi alejamiento, Dios está conmigo, estuvo todo el tiempo, y estoy
aprendiendo a amarle.
La Virgen María es el modelo más notable del amor incondicional a Dios, desde el
momento mismo que concibió a Jesús en su vientre, supo que ese Niño iba a sufrir
y a morir. Al pie de la cruz toleró un dolor inconmensurable,
Dios nos dice que amar duele desde el momento mismo en que envía a su Hijo
para que muera por nosotros: Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su
Hijo único (Jn 3, 16). Después Cristo en la última cena nos anuncia: Y mientras
estaban en la cena, Jesús tomo el pan y lo bendijo, lo partió: se lo dio a sus
discípulos y dijo: Tomad y comed. Este es mi cuerpo. Y tomando el cáliz, dió
gracias y se los dió diciendo: Tomad todos de el. Porque esta es mi sangre del
nuevo testamento, la cual será derramada para el perdón de los pecados. (Mt
26: 26-28). Más tarde en la cruz exclama: ¡Padre, perdónalos porque no saben lo
que hacen! (Lc, 23,24).
Para mí, el ver a Cristo clavado desnudo en la cruz, es suciente revelación para
entender su mensaje: Ama, y para amar debes despojarte de tu yo, de tu cuerpo,
de tus pertenencias y aceptar el dolor que te causará el amor. Más allá de las
promesas de vida eterna, el amar a Dios es suciente para seguir a Jesús y aprender
de María a sufrir cuando se ama, porque los frutos del amor no son comparables
con los frutos del poder: hacer sonreír a un niño nada cuesta, consolar a un doliente
Psicología del amor: el amor en la pareja 41
Bismarck Pinto Tapia
es sencillo, construir una familia a través del amor conyugal es simple, basta con
creer en la posibilidad real de un Ser bondadoso que dejó en muchos santos el
ejemplo de felicidad en la consagración del espíritu personal al Espíritu Santo. La
oración por la paz de San Francisco de Asís reeja de mejor manera lo que mis
palabras no consiguen decir:
Señor, hazme un instrumento de tu paz.
Donde haya odio, ponga amor.
Donde hay ofensa, perdón;
Donde hay duda, fe.
Donde hay desesperanza, esperanza.
Donde hay tinieblas, luz.
Donde hay tristeza, alegría.
Oh Divino Maestro,
que no busque yo tanto
ser consolado como consolar,
ser comprendido como comprender,
ser amado como amar,
porque dando se recibe,
perdonando se es perdonado.
Y muriendo a si mismo
se nace a la vida eterna.
Psicología del amor: el amor en la pareja 43
PRIMERA PARTE:
EL AMOR EN LA PAREJA
1. Denición del amor de pareja
1.1. Una aproximación psicolingüística
Amar es despojarse de los nombres.
Octavio Paz
Las emociones son reacciones siológicas ante situaciones que amenazan a nuestro
organismo o que promueven la reproducción. El miedo por ejemplo, es la emoción
que nos alerta ante el peligro, la rabia ante una situación que nos obstaculiza un
logro (Damasio,
Las emociones están biológicamente determinadas, vienen en nuestra carga
genética para que podamos sobrevivir. En la interacción con los otros seres
humanos vamos aprendiendo a nombrarlas: esa sensación de querer desaparecer,
huir, salir corriendo recibirá el nombre de miedo; aquella que nos genera las
ganas de golpear, morder, matar, la llamaremos rabia. En algunos casos podemos
aprender los nombres equivocados, por ejemplo a la rabia llamarle tristeza y a la
tristeza: rabia. (Maturana, 1997)
Es en nuestra familia donde aprendemos a asignarles palabras a las emociones,
luego las contrastaremos con los nombres que nuestros pares les dan. Toda la
vida vamos cambiándoles los nombres, ampliando el espectro de las palabras en
función a su intensidad. Diremos enojo, bronca, furia para designar el grado de
la rabia; pena, sufrimiento, depresión para la tristeza. Y aun así faltarán palabras
(Hertenstein, Holmes, McCullough, Keltner, 2009).
La relatividad del nombre en relación a la emoción se verica en la incompatibilidad
de las expresiones entre las personas. Para alguien pena puede equivaler a lo que
Psicología del amor: el amor en la pareja
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para otro es depresión. Debido a que la experiencia de las emociones es subjetiva,
su nominación es compleja e imprecisa, de tal modo que siendo de por sí las
palabras arbitrarias, éstas no alcanzan a expresar la integridad de una emoción.
El sentimiento es el nombre de la emoción. La percepción del proceso siológico de
la emoción implica necesariamente una atribución que oscila entre lo agradable y lo
desagradable, connotaciones que asociadas a la intensidad denen el nombre. De ahí
que cuando hablamos de las emociones siempre lo hacemos desde el sentimiento.
La emoción se dirige a la acción, su signicado está sesgado necesariamente por
la valoración.
Los valores se estructuran en la cultura, en el diálogo que los seres humanos
establecemos entre nosotros se forjan los acuerdos de los signicados, si bien las
emociones son universales, los sentimientos se restringen a las palabras construidas
en las culturas.
Por ejemplo, en portugués se puede nombrar la experiencia emocional de la
ausencia con la palabra “saudade”, término que si bien existe en el castellano no es
utilizado con la frecuencia con que lo hace un brasileño. La “saudade” es más que
nostalgia, se debe sumar el afecto, la ternura y la esperanza.
El inglés por su parte tiene menos palabras que el castellano para designar los
matices emocionales. Se dice que las lenguas latinas (que descienden del latín de los
romanos) están hechas para el amor. Pero ¿qué queremos decir con esa palabra?
La palabra “amor”, ¿qué emoción designa?, si es una emoción ¿cuál es?
La primera etapa del amor se denomina “enamoramiento” en castellano, “to fall
in love” (caer en el amor) en inglés, “tomber amoureux” (caerse en el amor) en
francés, sich verlieben (con el mismo signicado del inglés), en japonés ocurre lo
mismo: “koi ni ochuro” signica caerse en el amor y lo mismo en chino “tan lian
ai”. En portugués se dice: “car apaixonado” (estar apasionado).
En aymara se puede decir: juparupuniwa munta (es a ella a quien amo; la quiero),
en el sentido de desear a alguien, aunque también podría utilizarse en el sentido del
amor, no existe una diferencia clara entre el enamorarse y el amar.
Estar enamorado es un accidente, puesto que en los idiomas mencionados,
exceptuando el aymara y el portugués ¡nos caemos en el amor!
Pero veamos cómo la confusión se hace mayor cuando revisamos la frase “te
amo”. ¿Qué queremos decir? En castellano es gracioso, porque se utiliza el nombre
del diosecillo griego “amor” y se lo lleva a la lengua, es como decir: “te Zeus”.
¡Nada que ver!
Psicología del amor: el amor en la pareja 45
Bismarck Pinto Tapia
Otro posible origen dice que la palabra amor proviene de la raíz indoerupea
“amma”, utilizada para llamar a la madre.
En inglés “love” proviene de la lengua anglosajona del medioevo con la palabra
luf, derivada del inglés antiguo: lufu, la misma que se origina de luba del antiguo
alemán, y ésta de lubere. De ahí que en alemán se diga “ich liebe dich” (te amo),
donde liebe tiene la misma raíz latina que love: lubere.
“Lubere” es una palabra que los latinos usaban para referirse al acto de gustar,
desear. Por lo tanto el sentido de la frase “I love you” es: “te deseo” o “me gustas”.
En castellano se dice “te amo” y “te quiero”, en nuestro medio se utiliza la primera
más en el sentido de intimidad, mientras que la segunda inere mayor pasión. Pasa
lo mismo en italiano, puede decirse: “ti amo” o “ti voglio bene”.
Con la conquista española la lengua aymara se vio afectada, en el caso del amor
tuvieron que reemplazar la palabra “waylluña” (enredarse, envolverse) que era
utilizada para expresar el amor por la impuesta del español “desear” a “munaña”
(desear, querer). De ahí que se forzó la expresión “te quiero” que en aymara
tenía el sentido de desear una cosa. Por eso se puede decir: anchhiajj t’ant’amp
kisump munaskta (en este momento estoy deseando un queso) o en el sentido de
“quererse”, munasiña, cuando se expresa chacha warmijj jiwankam munasiñawa
(los esposos deben quererse hasta la muerte). (Pinto, 2011)
Los griegos establecieron distintos tipos de amor y a cada tipo le asignaron una
palabra: eros para el amor pasional, storge para la protección amorosa, phileo
para la amistad y ágape para el amor abnegado, desinteresado.
Robert Sternberg intrigado por el signicado que le damos a la palabra amor,
llevó a cabo varios estudios con muestras representativas de los estadounidenses,
consiguiendo nalmente una coincidencia estadística en tres factores que componen
el concepto: pasión, intimidad y compromiso. (Sternberg, 1998).
Pasión es el elemento erótico del amor, se relaciona con la sexualidad y la diversión,
es esencialmente irracional.
La intimidad hace referencia a la conanza que permite la empatía, la posibilidad
de contar el uno con el otro.
El compromiso, es el factor que tiene que ver con el contrato de pareja, las reglas
de la convivencia, los límites del comportamiento de uno y otro. La decisión de que
el otro es lo más importante en nuestra vida.
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Bismarck Pinto Tapia
He replicado el estudio de Sternberg en poblaciones universitarias de la ciudad de La
Paz y del área rural aymara, en todas ellas encontré la misma correspondencia que
el psicólogo estadounidense: en nuestro medio se consideran los tres componentes
del amor. (Cooper y Pinto, Pinto, 2011, ob.cit.)
Investigaciones al respecto en otros países han establecido la universalidad de los
tres componentes, aunque existe una tendencia a dividir la pasión en dos factores:
pasión erótica y pasión romántica. (Yela, 1996)
Las diferencias se encuentran en el ordenamiento de los tres factores, en algunas
culturas es más importante la pasión que la intimidad y el compromiso, mientras
en otras, como en la aymara, el compromiso y la intimidad priman sobre la pasión.
(Pinto, 2011).
Parece, a partir de la evidencia cientíca, que las personas usamos la palabra
“amor” como si fuera un sentimiento, es decir, el nombre de una emoción. La
emoción a la que hacemos referencia es el deseo erótico.
Evidencia de esta falacia lingüística es la referida a la ruptura amorosa cuando
uno o ambos amantes dejan de sentir deseo, ignorando que el deseo es efímero,
puede mantenerse, es cierto, a través de los juegos con la pasión, ocasionando
la sensación de “enamoramiento” que nada dice acerca del amor. La necedad
hace presa de las parejas románticas, duran poco, porque viven al amor como un
sentimiento. (Sbarra y Ferrer, 2006).
Ojalá el origen de la palabra inglesa “love” sea libere (libertad) en vez de lubere
(deseo), pues con ese sentido coincide con la nalidad del amor: la libertad. Sería
regio que cuando decimos “te amo” estuviéramos diciendo “te libero”. Amar es una
construcción entre dos que permite la libertad de ambos.
1.2. Una denición relacional del amor
El amor es la necesidad de salir de uno mismo.
Baudelaire
Alberoni (2004) escribe que el enamoramiento es un movimiento naciente de un
movimiento colectivo de dos. En el amor las personas existimos, nos reconocemos
a través de la legitimización del otro, ese reconocimiento nos otorga la posibilidad
de ser auténticos: libres.
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El amor sólo puede darse en la libertad, no es posesión, no es pasión, es un proceso
de dos personas que se rebela contra lo biológico y lo cultural, es la expresión
irreverente del pequeño cosmos que los amantes construyen para existir a pesar del
caos inherente al amor, a pesar de estar rodeados de un orden agobiante, absurdo,
impropio, creado por los sistemas sociales.
El amor nos libera inclusive de nosotros mismos, porque obliga a la entrega total,
al desgarramiento salvaje del alma impropia para que el otro pueda vislumbrar
nuestra esencia.
Qué triste haber aprendido a nombrar a la necesidad afectiva o al deseo con la
palabra amor, la primera es un requerimiento básico de los niños, “attachment” en
inglés, en castellano “apego” o “vínculo afectivo”.
Hendrick y Hendrick (1986, 1987, 1989) desde la teoría desarrollada por John
Lee (1973, 1977, 1998) identican seis estilos de amor:
a) Eros: el amor pasional. La atracción erótica hacia la otra persona, es el amor
apasionado.
b) Storge: el amor de amigos, se funda en el afecto que se puede sentir por un
hermano, es una forma tranquila de amar, establecida entre dos personas
similares en sus valores.
c) Ludus: el amor de entretenimiento. El amor es un juego cuyo n es el placer sin
ningún compromiso, el sexo se considera como una diversión.
d) Manía: el amor posesivo. Existen celos, posesión y dudas acerca del grado de
compromiso de la otra persona, es un amor de todo o nada.
e) Pragma: el amor práctico. No existen grandes emociones, se busca una persona
adecuada con la que se pretende mantener una convivencia tranquila.
f) Ágape: es el amor desinteresado, caritativo. Existe preocupación centrada en
el bienestar de la pareja antes que en el propio, se pide poco para sí mismo.
Hendrick, Hendrick y Foote (1984) estudian los tipos de amor según la teoría de
Lee, aplicando la Escala de Actitudes hacia el Amor a 800 estudiantes universitarios.
Los varones tienden al amor erótico y lúdico; mientras que las mujeres lo hacen
hacia el amor “storge”, “maníaco” y “pragmático”.
Los estudios mencionados sugieren que las personas dirigen el amor hacia una
forma de relación, por lo que no necesariamente todos coincidirán en una denición
general.
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Bismarck Pinto Tapia
El amor como sentimiento no solamente puede ser el nombre del deseo, sino
de la pena y la angustia. Pena cuando confundimos el deseo con la protección,
angustia: cuando lo asociamos con la carencia afectiva infantil. En ambos casos el
producto de la relación será una patología relacional, puede terminar en violencia
o dependencia.
En denitiva, el amor no es un sentimiento, es una palabra huraña que no da cuenta
de lo que implica la construcción rebelde de la pareja. La corrección lingüística
sería: cuando decimos “te amo” queremos decir “existes”.
Y como se ve, no estamos nombrando una emoción, nombramos un proceso
relacional complejo: despojarnos de las mentiras aprendidas como verdades para
poder ser delante de quien nos ama, entregarnos a la posibilidad de existir y de
construirnos a partir de nuestras posibilidades, teniendo como testigo a alguien que
hace lo mismo.
Amar no es hacer feliz al otro, amar no es poseerlo, tampoco apasionarnos por la
eternidad, amar es construir un espacio para atestiguar la existencia ajena. Estar
para que el amado pueda ser. Es un proceso de constante reconocimiento que nos
obliga a abandonarnos para esforzarnos en el conocimiento del otro, a la par que
construimos metas conjuntas nos dejamos ser.
El amor es una característica exclusivamente humana porque las condiciones
biológicas del emparejamiento se supeditan a la necesidad de protección y cariño.
(Buss 1996). Linares (2012) expresa enfáticamente que el amor es una condición
exclusiva de la especie humana, retoma la idea de Maturana, según la cual somos
criaturas amorosas.
Es el amor la condición que ha permitido la supervivencia de nuestra especie, al ser
logenéticamente animales de presa la conanza en el prójimo ha sido esencial para
la convivencia en grupo, sólo de esa forma pudimos enfrentar a los depredadores
y a las inclemencias del ambiente.
El amor es un proceso relacional que permite el reconocimiento de la existencia
a través de la legitimación, la ternura y las acciones dirigidas al bienestar del otro.
Sternberg enfatiza los aspectos cognitivos y afectivos del amor conyugal: intimidad
y compromiso responden al primero y la pasión al segundo. (Sternberg y Grajek,
1984). Yela (1996) encuentra que el componente “pasión”, en realidad comprende
dos factores: pasión romántica y pasión erótica.
Psicología del amor: el amor en la pareja 49
Bismarck Pinto Tapia
Este descubrimiento es el que sitúa al amor de pareja en una categoría distinta
a las otras formas de amor (familia, amistad, etc.). En el amor conyugal existe el
intercambio de caricias físicas, es ¡el amado se puede tocar y me toca!
En ningún otro tipo de amor el reconocimiento es integral y completo. El amor no
somete sino que exige el reconocimiento (Alberoni, 2004). No es posible el amor
de pareja en una sola dirección, es de ida y vuelta: amo para ser amado en la misma
medida en que doy mi amor.
Se trata de un “egoísmo – generoso”. El amor vacía el alma del amante por lo
que necesita volver a llenarse, se entrega con el afán de tener una devolución. A
diferencia, el amor de padres es de entrega sin retorno, la meta es dejar partir. En
el amor de amantes el retorno promueve la permanencia, es marchar cada uno por
su camino con la esperanza del re encuentro. Además el amor en la familia no es
opcional, no queda más remedio que amar a los hijos y éstos no pueden elegir a
sus padres. El amor de pareja es opcional, puesto que se ha decidido por alguien,
¡un desconocido!
El amor altruista tiene en común con el amor de pareja el hecho de la entrega
a alguien que se desconoce, pero carece del retorno, es más, es el amor que no
espera retribución, se da por el hecho de dar. Además se entrega a alguien que
necesita algo que yo tengo. En el amor de pareja, se entrega a alguien que tiene
algo diferente a lo que yo poseo, no me necesita como en el caso de los miserables,
puede seguir sin mí, el pobre puede que no consiga sobrevivir sin mi ayuda.
El amor a la naturaleza es el extremo de la entrega a lo desconocido, se trata de
buscar comprensión de mundos extraordinariamente diferentes, en algunos casos
es posible tocar aunque no en todos los casos puede darse el retorno de la caricia.
No es posible la construcción de una realidad común, mientras que dicha realidad
inventada es indispensable en el amor de pareja.
El amor a Dios es el más distante del amor de pareja, es una entrega al vacío, la
conanza indispensable en el amor de pareja se podría equiparar a la fe en el amor
a un Ser superior, la cima de la irracionalidad y a pesar de que existe la conciencia
del absurdo, la persona lo deja todo. En el amor a Dios las personas se sacrican,
no así en el amor de pareja, al contrario, es un amor que exige libertad, dignidad
y respeto.
En síntesis, el amor de pareja es entregarse a una persona desconocida esperando
recibir en la misma medida que se entrega, ambos amantes construyen una realidad
que trasciende al mundo social establecido sin abandonarlo. Son dos personas
independientes, dos seres completos que no se necesitan para sobrevivir sino para
Psicología del amor: el amor en la pareja
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Bismarck Pinto Tapia
existir. El contexto del amor es la libertad, de tal manera que cada uno de los
amantes puede correr riesgos individuales. Estos riesgos ocasionan cambios en la
persona, haciéndola cada vez un nuevo misterio para su amante, quien obtendrá
nuevos reconocimientos, distintos en cada nueva mirada.
Es así que en el amor nunca somos los mismos, ambos cambiamos, nuestras
miradas casi nunca son las mismas. Ángel González en el poema “Muerte en el
Olvido” lo expresa así:
Yo sé que existo. Porque tú me imaginas.
El amor es el fruto de esas imaginaciones contrastadas, es el constante construirme
a mí mismo desde el mirar de quien yo amo. No es el ego, es el yo al encuentro del
otro. El yo en su dimensión relacional, el instrumento de contacto, desde la mirada
y desde el cuerpo. Entonces la palabra es un obstáculo porque necesariamente
hace ingresar a las convenciones. Por eso cuando calla o cuando se hace verso es
que ingresa al mundo del amor que todo lo transforma (Pinto, 1993).
Los amantes no pueden decirse en sus nombres, necesitan nombrarse de nuevo,
porque no pertenecen a su mundo, nada puede ser como es cuando ingresa al
amor, las realidades se deconstruyen, es decir, se destruyen para ser reconstruidas
(Derrida, 1998).
El amor es un movimiento revolucionario gestado por la comunidad social más
pequeña: la pareja (Alberoni, 2004). No existe amor sin revolución, sin rebelión, sin
transgresión. Es el único lugar donde las personas podemos apropiarnos de nuestra
existencia, en un mundo cada vez más alienante. (Beck y Beck Gernsheim, 2001).
Neuberger (2003) dene la noción de pareja como “una célula especíca dotada
de una cierta forma de autonomía. Es capaz de defender sus fronteras sin levantar
por ello barricadas infranqueables entre ella misma y el mundo exterior. Es sobre
todo el resultado de una danza creativa que imagino, de acuerdo con el modelo
autopoyético “autofecundante”: abrazados, el mundo de los mitos de la pareja y el
mundo de los rituales que fecundan el uno al otro, se enriquecen mutuamente, cada
uno suscitando en el otro la aparición de elementos homólogos” (págs. 34-35).
Se trata de un sistema minúsculo que adquiere autonomía desprendiéndose de la
realidad social y de los condicionantes biológicos, se resiste a reproducir la ideología
convencional y lucha desencarnándose de los mandatos biológicos reproductivos.
Defenderá su organización procurando cerrarse, pero las fuerzas internas del
caos la obligan a abrirse para que los elementos constitutivos puedan aumentar su
potencial de intercambio (Bertalanffy, 1995).
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Bismarck Pinto Tapia
La pareja es un organismo autopoyético. Se entiende a la autopoiesis como la
organización de los sistemas vivos que forman una red de procesos que lo hace
distinguible de los demás sistemas. Pueden crear o destruir elementos del mismo
sistema, como respuesta a las perturbaciones del medio. Aunque el sistema cambie
estructuralmente, la organización permanece constante, manteniendo la identidad
del sistema (Varela y Maturana, 1974; Maturana, 2002).
Por ello, una pareja es un organismo vivo, se autorregula, se diferencia y cambia.
Cuando acaba la “danza”, la pareja desaparece o se hace rígida. Para evitar que el
sistema social se la trague a través del matrimonio, la relación requiere de constantes
ritos y la creación de mitos, las crisis se harán frecuentes, resueltas y marcadas por
símbolos comprensibles únicamente para los amantes.
Los ritos determinan la identidad de un sistema social, en este caso de la pareja.
El rito es una forma de comunicación repetida y estereotipada ((Bennett, Wolin y
McAvity, 1988 )
La sociedad crea una institución para someter al amor a las reglas de la convención:
el matrimonio. El amor romántico es la condición para casarse, luego el matrimonio
lo destruye. Los amantes procuran rescatar al amor de la villanía del casamiento,
anular la concepción omnipotente de un quererse para toda la vida para volver al
amor transgresor a pesar del matrimonio. Porque denitivamente en el matrimonio
con el amor no basta. (Beck, 1998).
Es que pueden haber buenos matrimonios sin amor, porque los esposos requieren
de habilidades de convivencia independientes de cuánto se amen. La psicología
del matrimonio no es la psicología del amor, es la psicología de la negociación.
Por supuesto, si existe amor es más probable una actitud benévola a la hora de
negociar, pero no necesariamente, también se puede negociar si existen intereses
económicos en una de las partes.
El matrimonio es un acuerdo social entre dos personas que desde que se casan son
denominadas “cónyuges”. Se trata de una institución socialmente denida, con
normas, deberes y derechos.
El amor es caótico, el matrimonio ordenado. El amor hace crecer a las personas que
se aman, el matrimonio hace crecer los patrimonios. El divorcio es una excelente
medida cuando el matrimonio ha sido un fracaso, pero no es posible divorciar a
los amantes, éstos simplemente se dejan de amar y se van, no requieren de una
orden judicial. Por eso es que existen amantes separados y personas desconocidas
conviviendo juntas, la segunda opción suele ser considerada como un buen
Psicología del amor: el amor en la pareja
52
Bismarck Pinto Tapia
matrimonio, ahora, claro, si además se quieren está bien pero que no se quieran
mucho, no es decente.
1.3. El amor como juego
La vida conyugal es una barca que lleva a
dos personas en medio de un mar tormentos,
si uno de los dos hace algún movimiento brusco,
la barca se hundirá.
León Tolstoi
El amor en la pareja se constituye en el proceso dialogal que permite la legitimación
del otro. Una relación donde la conanza es indispensable para la conrmación de
las atribuciones que el amante expresa acerca del amado. Quien nos ama es un
extraño, en el sentido de que no pertenece a nuestra red familiar, por lo que está
exento de los prejuicios inevitables que tienen sobre nosotros nuestros progenitores
y los otros signicativos que nos vieron crecer.
El amor de pareja es distinto al amor paterno lial, materno lial y fraterno. En
el amor entre padres e hijos las relaciones amorosas se establecen dentro de los
juegos de suma cero, en el sentido que le da la teoría de los juegos y las decisiones,
la que entiende a dichos juegos caracterizados por que la ganancia o pérdida de
un jugador se equilibra con las pérdidas o ganancias de los otros participantes; si
se suma el total de las ganancias y se resta las pérdidas totales el resultado es cero.
(Vega, 2000)
¿Por qué necesariamente el amor entre padres e hijos deriva en un juego de suma
cero? Porque el amor se fundamenta en la reciprocidad, es decir si uno da el otro
necesariamente debe devolver lo recibido. Esto ocurre por la tendencia homeostática
de los sistemas, la retroalimentación negativa permite la reducción de la entropía,
aunque esta jamás puede ser reducida absolutamente, pues esto generaría la muerte
del sistema, por lo que el equilibrio requiere además de reguladores positivos, que
mantienen la morfostasis del sistema impidiendo su destrucción en el afán de
equilibrarse. (Bertalanffy, 1995).
No es posible la retribución equitativa en las relaciones complementarias, debido
a que el elemento que se encuentra en una posición superior tiene más que el
elemento inferior, no es posible la retribución entre subsistemas de distintos niveles
jerárquicos.
Psicología del amor: el amor en la pareja 53
Bismarck Pinto Tapia
La urgencia de la desvinculación se instaura cuando los hijos se hacen adolescentes
porque surge la necesidad reproductora en ellos, obligándoles a buscar fuera del
seno familiar a alguien que esté dispuesto a satisfacer sus demandas sexuales.
Luchar por el poder que ostentan los padres es una tarea inútil, aun cuando se
conguran relaciones jerárquicas invertidas, los hijos no pueden desvincularse y el
sistema familiar se torna disfuncional, homeostático y resistente al cambio.
Solamente cuando los hijos salen del sistema familiar al encuentro de extraños es
que pueden establecerse vínculos amorosos en los cuales es factible el dar y recibir
equitativos (Minuchin, 1986, Haley, 2006).
La denición más precaria de “sistema” indica que se trata de un conjunto de
elementos que juntos se sostienen o juntos se caen. Nada más cierto que en el más
pequeño sistema relacional, la pareja. ¿Por qué la relación conyuga se constituye
en un sistema tan frágil?
Partiendo del principio de incertidumbre de Heisenberg, según el cual es imposible
determinar con precisión arbitraria el momento o la posición de las partículas, las
ciencias sociales han asumido que lo propio ocurre con la observación de cualquier
fenómeno, es posible decir, que el acto de observar inevitablemente modica lo
observado, por lo tanto es imposible la objetividad y la precisión de cualquier
medida.
En ese mismo sentido, la teoría general de sistemas arma que si bien la función
de cualquier sistema es la reducción de la entropía, ésta es imposible que pueda ser
disminuida al cero absoluto.
Cuando un elemento del sistema sale, o ingresa algún nuevo, el sistema se ve en
la obligación de reorganizarse debido a la activación inevitable de la entropía. Los
sistemas funcionales son capaces de dicha reestructuración, por lo que tienden al
cambio y se fortalecen para el enfrentamiento de entropías cada vez mayores.
En cambio, los sistemas disfuncionales hacen todo lo posible por evitar la salida de
sus miembros y el ingreso de otros elementos para mantener al sistema equilibrado.
Es por eso que sus recursos de afrontamiento a la entropía son mínimos y recurren
al fortalecimiento de la resistencia al cambio.
La entropía se produce tanto en los sistemas externos y dentro del propio sistema;
en los sistemas parcialmente abiertos la entropía interna tiende a expandirse para
fuera del sistema. En los sistemas parcialmente cerrados, la entropía externa
difícilmente ingresa, pero la entropía interna tiende a expandirse dentro del sistema.
Psicología del amor: el amor en la pareja
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Bismarck Pinto Tapia
Los sistemas funcionales tienden a equilibrar sus fronteras internas y externas,
mientras que los disfuncionales tratan de cerrarse o no poseen límites claros
con el exterior. En el primer caso la entropía interna hace “explotar” al sistema
desde el interior y en el segundo al carecer de fronteras denidas el sistema puede
desaparecer.
Las familias rígidas y amalgamadas son sistemas parcialmente cerrados, y es por
ello que la adolescencia de los hijos se constituye en una entropía interna capaz de
destruir la organización familiar, por lo que la familia hará todo lo posible por evitar
la emancipación de los hijos.
Las familias disgregadas por su parte, no podrán contener a sus hijos debido a la
fragilidad de los vínculos y de sus fronteras, produciendo la pronta expulsión de los
hijos, debido a la negligencia parental del sistema.
La lucha de poder insulsa se fundamenta en juegos de suma cero al interior de la
familia disfuncional, los padres convocan desesperados a sus hijos para convertirlos
en sus protectores o en sus iguales, instaurando así triangulaciones rígidas, perversas
o patológicas, sometidas a relaciones complementarias o simétricas rígidas, debido
a que es imposible que los hijos puedan ganar el juego y mucho menos cooperar
con sus padres por la imposibilidad de la retribución en condiciones iguales.
La familia funcional en cambio, ante la confrontación de valores entre la generación
de los padres y de los jóvenes, establece la pérdida ineludible de los hijos, quienes
no tienen otro remedio que independizarse, emancipándose y desvinculándose de
su familia, sin que esto se convierta en una ruptura con los padres, sino que se pasa
a otro tipo de relación en la cual los padres respetan la metamorfosis de un ser
dependiente en otro independiente, ayudándoles cariñosamente para que puedan
nalmente emanciparse.
En la relación de pareja en cambio, es posible la retribución, porque ambos se
encuentran en similares condiciones. De ahí la importancia de comprender que
el inicio de una buena relación conyugal consiste en el encuentro de dos extraños
completos, y no el encuentro de dos incompletos que esperan completarse el uno
en el otro. Las expectativas de completitud son la base para la colusión y por tanto,
de la psicopatología conyugal.
El “dilema del prisionero” es un ejemplo de la suma no nula en la teoría de los
juegos: la policía arresta a dos sospechosos de un delito. No se poseen las pruebas
sucientes para condenarlos. Los investigadores, deciden separarlos. Un policía
hace sendas visitas y les ofrece el mismo trato. Si uno conesa y el cómplice no,
el cómplice será condenado a diez años de cárcel, y el primero saldrá en libertad.
Psicología del amor: el amor en la pareja 55
Bismarck Pinto Tapia
Si uno decide no confesar ni delatar a su compañero y el cómplice conesa, el
primero recibirá los diez años de prisión y será el cómplice quien salga libre. Si
ambos deciden callar, se los encerrará por seis meses. Pero si ambos conesan, los
dos recibirán una condena de seis años.
Según el equilibrio de Nash la mejor solución es la de cooperación, pues si ambos
prisioneros deciden callar, recibirán la pena mínima. Von Neumann y Morgenstern
desarrollaron el principio “minimax” para los juegos de suma cero, en el sentido de
minimizar el daño máximo posible para poder ganar, en otras palabras, para que
en el juego lo peor que le pueda pasar a un competidor sea empatar ante el riesgo
máximo que es perder (Israel y Gasca, 2001)
En cambio en los juegos de suma no cero los jugadores deben recurrir a la
cooperación para que el resultado sea el que todos ganen.
El amor se organiza como un juego de cooperación, mientras que el poder lo hace
como un juego de suma cero. Siguiendo la teoría de los juegos, es posible decir que
el amor es un juego simétrico, mientras que el poder es un juego asimétrico.
En los juegos simétricos, las recompensas que se obtienen de una estrategia
dependen sólo de las estrategias que use el otro jugador y no de quién las juegue;
en otras palabras, un juego simétrico se da cuando las identidades de los jugadores
se modican sin que cambien las recompensas de las estrategias. En los juegos
asimétricos, ambos jugadores poseen estrategias diferentes y por lo tanto se
encuentran en posiciones diferentes.
Según la teoría de la comunicación humana, una interacción es simétrica cuando
ambos interlocutores se encuentran en el mismo nivel de poder. La relación
simétrica se hace rígida en presencia de una escalada simétrica sinfín, donde uno
da y el otro devuelve, obligando para mantener el equilibrio a que se devuelva y se
de una y otra vez. (Watzlawick, Beavin y Jackson, 1971).
La escalada simétrica se rompe cuando uno se coloca en una posición donde el otro
no puede llegar, en otras palabras, se pasa de la simetría a la complementariedad.
Esto ocurre cuando uno de los dos da algo que el otro no tiene la posibilidad de
devolver.
La escalada simétrica se estabiliza cuando uno y otro dan y devuelven lo mismo.
Para jugar al amor es indispensable que uno de los amantes de al otro un poco más
de lo que recibió, pero no tanto que el otro no pueda devolver.
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Bismarck Pinto Tapia
Siguiendo con la teoría de Palo Alto, la relación complementaria es similar al juego
asimétrico, pues uno de los interlocutores se encuentra encima del otro en términos
de la denición de la comunicación. La manera de romper la complementariedad
es el ascenso del que está debajo o el descenso del que está arriba, de tal manera
que se establezca una simetría. Cuando el ascenso es imposible, el que está debajo
solamente recibe del que está arriba siendo incapaz de devolver, por lo que para
igualar la relación se ve obligado a buscar un aliado.
La escalada simétrica del juego simétrico puede ser amorosa o destructiva. En
el primer caso, las retribuciones son graticantes para uno y otro jugador. En el
segundo, las retribuciones son destructivas, siendo la base para la escalada violenta.
Es por esa fácil inversión de la graticación en destrucción que el amor puede
convertirse en odio, el ejemplo clásico es el consorte que antes del divorcio dice
amar profundamente a su pareja y durante el divorcio es quien maniesta las peores
acciones destructivas.
El juego del amor es eterno, porque las retribuciones son exigentes para mantener
al pequeño sistema conyugal activo, si se detienen, el juego se estanca, si se
exagera en la entrega el juego se hace asimétrico, si se dan sanciones se ocasiona
la escalada violenta.
En síntesis, el juego del amor exige que los jugadores sean dos extraños, es imposible
el juego del amor entre hijos y padres. El juego del amor exige que los amantes
establezcan una escalada simétrica de graticaciones.
La pareja es el sistema social más pequeño. Se compone de dos elementos en
permanente interacción para evitar el incremento de la entropía. Por eso es un
sistema frágil, está expuesto al ingreso de entropía externa y a su provocación
interna. El recurso que utiliza la pareja para estabilizar su sistema es la reciprocidad.
Von Bertalanffy (1968) estableció que la reciprocidad es el proceso por el cual
una parte del sistema cambia y éste a su vez interactúa con las partes del sistema
haciéndolas también cambiar. El continuo proceso de intercambio permite la
estabilidad del sistema, en el caso de la pareja es el único recurso interno que poseen
sus miembros para evitar la gestación de niveles entrópicos imposibles de reducir.
En el área de la antropología cultural, Temple (1986) considera a la reciprocidad
como un intercambio de “dones”. Según este investigador la reciprocidad es
contraria a la prestación, en la cual la persona entrega algo para satisfacer un interés
propio, mientras que en el caso de la reciprocidad lo que interesa es el bienestar del
otro. La ganancia se establece en la construcción de la relación entre los donantes.
Psicología del amor: el amor en la pareja 57
Bismarck Pinto Tapia
El don es el principio de la jerarquía (Temple y Chabal, 2003). De ello se cogita que
cada quien quiera donar, no con el n de igualar los dones, sino de incrementar los
dones del otro. Este intercambio establece una competencia sin n de dar y recibir,
donde las personas se constituyen en fuente del crecimiento del otro.
La reciprocidad debe responder a dos reglas fundamentales: debe darse sólo a
quien necesita y no debe darse más de lo que el otro pueda devolver.
En relación a la primera regla: cuando se da a quien no necesita, se produce
el resentimiento, porque es una acción injuriosa para el que recibe, ¡no puede
devolver! Algunas relaciones conyugales se establecen por gratitud y no por amor,
la persona agradecida no tiene más remedio que mantenerse con quien no ama
para de esa manera equilibrar un sistema donde no es posible la reciprocidad, uno
de los dos dio demás.
La segunda regla, podríamos llamarla la regla de la “yapita”: para que el sistema
continúe activo produciendo pequeñas entropías que pueden ser reducidas, se debe
entregar con un poco más, de tal forma que el otro pueda devolver lo que le
dimos con ese pequeño interés. Cuando se entrega cabal, el sistema se estabiliza
y no puede crecer. Es necesaria la pequeña deuda para producir movimiento en la
relación.
El vínculo amoroso se forja como una danza, el paso de uno dirige al paso del otro.
Se trata de un baile en que ambos danzarines obtienen benecios potenciales para
cada uno. La danza amorosa se produce gracias a los intercambios recíprocamente
positivos: halagos, caricias, apoyo, actividades lúdicas, etc.
La reciprocidad positiva lleva necesariamente a la satisfacción conyugal a través de
un círculo vicioso de graticaciones.
La funcionalidad conyugal se produce en un sistema parcialmente abierto que
permita el crecimiento personal de sus miembros. El producto de la reciprocidad
es una entropía interna que requiere ser reducida a partir de nuevos productos de
intercambio, si los amantes no son capaces de enriquecerse a sí mismos, tarde o
temprano dejarán de tener dones para continuar con el intercambio. Si solo uno de
ellos crece y el otro no, es probable que el vínculo se desequilibre produciéndose la
recepción de uno solo rompiendo la primera regla de la reciprocidad. Si ninguno de
los dos se enriquece el sistema se estabiliza impidiendo el crecimiento de la relación.
La armación de Gikovate (1996) “el amor se construye entre dos seres completos”,
echa por tierra la idea de que amamos a nuestra “media naranja”. No es posible el
amor entre medias naranjas porque no tienen nada distinto que ofrecer al otro. El
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amor obliga a que ambos miembros de la pareja tengan siempre algo que dar que
al otro le falta pero en la medida justa: ni más ni menos.
Cuando el sistema amoroso es cerrado, no es posible la salida de ninguno de los
miembros, ni la entrada de nuevos elementos, entonces se agota la posibilidad
de dar y recibir. En un sistema conyugal cerrado es muy probable la emergencia
de la violencia como recurso homeostático, la reciprocidad positiva da lugar a la
negativa, dañándose a las personas que componen la relación. Los juegos de poder
son producto de ese tipo de conguración conyugal, los celos y el control producen
el miedo que reemplaza al amor.
La pareja como sistema abierto impide el enriquecimiento del vínculo porque será
menos valorado que la realización personal. El modelo del “matrimonio abierto”
como una alternativa a la vida conyugal tradicional no sostiene una relación
amorosa, tal vez logre la satisfacción personal pero impide la construcción del
amor. El amor exige libertad y compromiso: libertad para el crecimiento personal y
compromiso para la construcción del “nosotros”.
Cuando el vínculo amoroso es producto de la persistencia recíproca del intercambio
y la autorrealización de cada uno de sus miembros, es frecuente el asombro ante las
permanentes novedades de la relación y de los cambios personales. El “nosotros”
no absorbe a las personas ni es descuidado por ellas, sus cimientos descansan en
la conanza mutua.
En ese clima de conanza los esposos pueden dejar de ser hijos y pueden ser padres,
la pareja ha sido construida a través del mecanismo de la reciprocidad positiva que
se torna una costumbre en la relación. Pueden ser padres sin dejar de ser pareja, y
podrán dejar partir a los hijos porque se sostendrá la relación conyugal.
La construcción conyugal no es eterna, puede terminar con el divorcio o puede
ocurrir la muerte de uno de los amantes, pero al haberse desarrollado la individualidad
en el seno del amor, las personas pueden seguir sus vidas sin necesitar al otro.
Sin embargo, cuando las personas se involucran en el desarrollo de los vínculos
recíprocos la sensación que se tiene es la de innitud, porque no existe límite al dar
y recibir, cada poco que se entrega obliga a su devolución que es vivida como un
nuevo recibimiento que debe ser devuelto, y así hasta el innito.
La interrupción repentina de la mutualidad amorosa deriva en una desazón
equiparable a la depresión: ¿qué hago con tanto que todavía tengo para dar?,
¿qué hago con lo que he recibido? La ruptura amorosa es vivida como un duelo sin
objeto o una pérdida ambigua porque la única persona que puede entender el dolor
es la persona que nos deja.
Psicología del amor: el amor en la pareja 59
Bismarck Pinto Tapia
1.4. El amor en la cultura aymara.
Resulta difícil establecer con rigurosidad la denición que tienen los aymaras sobre
el amor, más aún, si no existe la palabra como tal en su idioma actual (Cotari, Mejía
y Carrasco 1978; Tarifa 1999; Layme 2004).
Algunos investigadores han llegado a pensar que en los aymaras existiría una
especie de “atroa del amor”, porque las relaciones conyugales se establecen a
partir de las demandas laborales, por ejemplo: “si la unión no ha respondido a las
exigencias de la vida, según ellos lo entienden, la mujer abandonada así no cae bajo
la sanción social, conserva su prestigio, dentro de ella y generalmente contrae un
nuevo matrimonio” (Espinoza 1998, p.67).
El amor ocasiona una mezcla de emociones debido a la complejidad de las etapas
amorosas (Berscheid 2006) y la imposibilidad de expresarlas con palabras. Si no
existiera el amor entre los aymaras, no se produciría poesía: “tal vez ya no queden
muchos que duden de la existencia de la poesía en los Andes; pero habrá aún
quienes se pregunten si existe el amor” (Millones y Pratt 1989, pág. 1).
Una muestra de la expresión poética-musical se encuentra en una famosa canción
que dice: “Kunatakiraki, negra, chuymama chirista negrita, ¿chuymama churista?
¿Maya aru, paya aru munasiñataki? / Para qué negra, me diste tu corazón, negrita,
¿para qué me diste? ¿Para querernos, sólo uno o dos días?” (Espinoza 1998, págs.
68-69). O en esta otra estrofa de un canto en quechua: “Eray, eray pampachapi/
pares, pares palomitay/ pikunwan tuspanakuchkan/ alanzan laqyanakuchkan/
chaypipunis kuyanakuy. [En las pampitas rastrojales/ palomitas de par en par/ se
están picoteando/ se están picoteando/ ahí mismo está el quererse]” (Millones y
Prat, ob.cit., pág. 35).
Es probable que la predominancia del amor romántico en la cultura occidental
haga caer en el error de pensar que es el único amor existente; produciéndose el
error de comparar el concepto del amor de otras culturas con esa concepción. Por
ejemplo, “El amor romántico es un concepto extraño a los sirionó. El sexo como
el hambre es un impulso que tiene que ser satisfecho; consecuentemente, no es ni
muy inhibido por actitudes de decoro, ni muy elevado, por ideales de belleza. La
expresión secubi [me gusta] es aplicada indiscriminadamente a todo lo deseable y
necesario para el placer, sea comida, un collar o una mujer” (Holmberg 1947, en:
Oporto 2001).
Lo propio ocurre con los quechuas de la serranía peruana: “El amor serrano es
más bien, amor plebeyo. Lejano del amor cortesano de los trovadores, antecesor
primigenio del amor occidental”. (Millones y Pratt 1989, p. 11).
Psicología del amor: el amor en la pareja
60
Bismarck Pinto Tapia
Es probable que en el aymara prehispánico y durante la primera etapa de la
conquista, los aymaras utilizaran la palabra waylluna (Bertonio 1612) para expresar
la palabra “amor” como verbo. No existe como tal en el aymara actual, donde
únicamente se utiliza el verbo munaña [querer] (Yapita s/a, p. 38), al mismo
tiempo, esta palabra es sinónimo de “desear”, en inglés: to want, wish. Por eso
se puede decir: anchhiajj t’ant’amp kisump munaskta [en este momento estoy
deseando un queso] (Cotari, Mejía y Carrasco 1978); o en el sentido de “quererse”,
munasiña, cuando se expresa chacha warmijj jiwankam munasiñawa [los esposos
deben quererse hasta la muerte] (Cotari, Mejía y Carrasco ob.cit.).
La raíz del verbo munaña se encuentra en diversidad de expresiones, por ejemplo:
muna [tener ganas de algo], “tener apetito”. Pero, es posible también decir
juparupuniwa munta [es a ella a quien amo; la quiero]. Otra derivación es munaraña
[acariciar], especialmente a los niños. El término muniri, se utiliza para referirse al
amante, al amador, el que ama. Se dice munata [amado], en el sentido de querido;
estimado con especial afecto. (Tarifa 1990, p. 150).
A partir de estas consideraciones, es probable que el término munaña se reera al
“amor tierno”, pues se le da la connotación primaria de un “sentimiento que inclina
el ánimo hacia una persona o cosa que agrada. Estimar, apreciar, querer” (Tarifa
1990).
En el diccionario de Bertonio (1612), el signicado de munaña es “voluntad”; aunque
también maniesta que munatha, amahuatha signica querer y también amar,
mientras que se dirá munahachtha para expresar “yo te quiero” y munahachitta
para “tú me quieres” (Bertonio 1612/1984, p.46).
Quizás inicialmente el vocablo munaña haya estado relacionado simplemente al
deseo, y que con la inuencia española, se haya empezado a utilizar como sinónimo
de “quererse” dentro de la relación de pareja; como también en el sentido de amar
tiernamente a los hijos y a los padres. Lo que implica haberle quitado a la palabra
su connotación de “voluntad” y “deseo” cuando se la utiliza para las relaciones
amorosas en general.
La palabra antigua waylluna, ha dejado de usarse entre los aymaras; sin embargo,
se la encuentra en el término wayñu (Layme 2004), utilizado como nombre de una
danza que se baila entre varones y mujeres en un claro remedo del galanteo. “El
género del wayñu que se cantan mutuamente se considera como un ‘trenzar en
común’, k’anta’asiña, y se llama k’ank’isi: trenzamiento” (Arnold y Yapita 1998,
p. 552). Bertonio (1612/1984) a la palabra wayñu además de relacionarla con la
danza mencionada, le da también el signicado de amigo y compañero (p.227); por
Psicología del amor: el amor en la pareja 61
Bismarck Pinto Tapia
lo que es probable que el vocablo tenga relación con la idea de “estar unidos” a la
que hacen referencia Arnold y Yapita.
La idea de que la forma antigua de la palabra amor (waylluna), se relacione con
la expresión pasional del amor, se conrma cuando se identica que la palabra
ikthapiña: [acostarse al lado de alguien], posee la connotación de “tener relaciones
sexuales” (Arnold y Yapita 1999); puesto que como se comentó antes, wayñu se
asocia a trenzar.
Los conquistadores asociaban la sexualidad con el pecado, Bertonio utiliza la palabra
hocha para enunciar al pecado, actualmente se escribe jucha (Cotari, Mejía y Carrasco
1978, p.143). Bertonio aúna el pecado a las relaciones sexuales con la expresión:
hiska hocha [pecado venial], actualmente: jisk’a jucha [pecado menor]. Otras palabras
que menciona son: marmimpi hochacha, iquitha [pecar con mujer], chacha pura,
yocalla pura hochacha [pecar con varón] (Bertonio 1612/1984 p. 354).
Para Bertonio la relación sexual es una panta [equivocación] (Bertonio ob.cit. p.
354).
Cuando se reere al coito lo llama miqa hocha [pecado de procreación]; fornicar
con una mujer: marmimpi hochacha...marmi anitha (p.245); actualmente se escribe
warmimpi jucha [pecar con mujer] y warmi anita [tener coito con una mujer].
Fornicar la mujer con el varón: Chachampi juchachasiña [pecar junto con el varón]
anisiña, miqa laykuña, hoy se dice anisiña [tener relaciones coitales con alguien].
El seguimiento a la palabra waylluna, permite suponer que la concepción ayamra
del amor era más pasional que romántica, pero que se impuso el sentido del
“quererse” español, maniesto en el verbo munaña extraído de su connotación
original “desear” e introducida a un nuevo campo semántico “ternura”.
La derivación del amor hacia un espacio donde no se roce con la ideación erótica
la encuentra también Miranda (2007) al estudiar la polisemia léxica de la palabra
aymara chuyma como base para la formación de metáforas sexuales chacha-warmi
[varón-mujer] según el uso que le dan los aymaras del norte del departamento de
La Paz.
Según Bertonio (1612), chuyma se usaba para decir corazón y pulmón
indistintamente: “los bofes propiamente; aunque se aplica al corazón y al estómago
y a casi todo lo interior del cuerpo”. Hardman (1998) amplió el análisis de su
aplicación: chuymani [persona de mucha edad], jan chuymani [sin conciencia],
jisk’a chuyma [sentimental], por lo tanto, concluye que se usa la palabra en relación
al carácter psicológico.
Psicología del amor: el amor en la pareja
62
Bismarck Pinto Tapia
El amor es robar y despojar, expresado en la frase chuyma lunthata [roba corazones],
implica ser una “ladrona de amor”. Otra frase expresa el dolor de la ruptura amorosa:
chuymaka kallq’susta [me has lamido mi corazón] metafóricamente signica “me
has despojado de mi amor” (Miranda 2007).
Otro uso metafórico de la palabra chuyma, se relaciona con la soberbia y la
humildad, por ejemplo: qullqnitap lakux waytat chuymaniwa [porque tiene dinero
tiene los pulmones levantados], debe entenderse “es soberbio porque tiene dinero”;
jilaqatax alt’at chuymakiwa awati [el jilaqata conduce la comunidad con el corazón
recogidos], quiere decir “el jefe comunal conduce la comunidad con humildad”
(Miranda 2007). Otra acepción metafórica tiene que ver con la violencia por
ejemplo: Tata Manukux juntú chuymawa [Don Manuel tiene el corazón caliente],
metafóricamente: “Don Manuel es violento” (Miranda ob.cit.).
También la palabra chuyma es utilizada para referirse al amor hacia los padres,
por ejemplo: imill wawapuniwa auki taykampi llampú chuymanixa [la hija mujer
siempre tiene el corazón tibio con el padre y la madre] (Miranda ob.cit.).
Se utiliza para referirse al rol del varón y al de la mujer. Por ejemplo: yuqall wawaxa
anqa chuymawa [el hijo varón tiene el corazón afuera], para referirse a que el varón
pasa más tiempo fuera del hogar; imill wawaxa uta chuymawa [la hija mujer tiene el
corazón dentro de la casa], signicando que la mujer es hogareña (Miranda ob.cit.).
En castellano es frecuente que se utilice al corazón como sede de los sentimientos
amorosos (Grijelmo 2001); por lo que es muy probable que el aymara haya asimilado
la idea aplicándola en el espacio semántico del amor. Si se da crédito a Bertonio los
aymaras de la colonia usaban la palabra chuyma vinculándolo al estado de ánimo
y a la humildad. Miranda encontró este vínculo en otras metáforas: qullqnitap
lakux waytat chuymaniwa [porque tiene dinero tiene el corazón levantado], debe
entenderse “es soberbio porque tiene dinero”; jilaqatax alt’at chuymakiwa awati [el
jilaqata conduce la comunidad con los pulmones recogidos], quiere decir “el jilaqata
conduce la comunidad con humildad” (Miranda 2007).
Chambi (2007) lleva a cabo un estudio lingüístico de la semántica durante el
discurso matrimonial de los aymaras a partir de la identicación del denotativo
(signicado nuclear conceptual) y el connotativo (signicados que rodean al núcleo
conceptual) de las palabras rituales.
Se utilizan palabras relacionadas con las plantas para expresar el atractivo de la
mujer, por ejemplo: jawas panqar tawaqu [or de haba] con el signicado de “mujer
bonita, hermosa y linda”; jawaq’ull panqarita [or del cacto], usualmente utilizada
para decir “mujer joven” cuando una muchacha está pastoreando y el muchacho
Psicología del amor: el amor en la pareja 63
Bismarck Pinto Tapia
tiene intenciones de cortejarla (Chambi 2007). Ambas expresiones permiten
armar que la lengua aymara puede ser usada de manera poética; además de
sugerir que en algún momento de la historia, un varón enamorado halló en la
naturaleza la inspiración para conquistar verbalmente a la mujer que le atraía y que
con el tiempo sus palabras fueron usadas por otros jóvenes que se encontraron en
la misma circunstancia emocional.
El sentirse enamorada es considerado una molestia, tanto en la conducta del
galanteo como en la forma cómo se expresa ese sentimiento. La frase que utilizan
para manifestar que un varón resulta atractivo es ispijump qhanayanista [con espejo
me hace alumbrar], lo que signica “ser molestada amorosamente”, utilizado para
expresar que la muchacha está enamorada (Chambi ob.cit.).
La sexualidad evoca al pecado cuando los padres de una muchacha descubren que
su hija ha tenido relaciones sexuales con su pretendiente, suelen decir wawanakaw
juchar puritäna [los hijos han llegado al pecado], connotando el desagrado porque
debido a su actividad sexual la familia enfrentará la vergüenza comunal si no se
casan (Chambi ob.cit).
Por eso cuando se sabe de la interacción sexual de las hijas se plantea que no queda
otra que llevarse a la “ofendida” a vivir con la familia del pretendiente; se canta
irpastway irpastway paris palumit irpasta [me llevo dos palomitas], estrofa que se
repite una y otra vez durante la canción de la irpaq’a [pedida de mano].
La concepción negativa de la actividad sexual prematrimonial se patentiza más
claramente con la frase qunqurit kayuni [de rodillas], obligatoriamente expresada
para pedir perdón a los padres de ambas familias por lo que hicieron (Chambi
ob.cit.).
La idea de que el matrimonio debe ser para toda la vida, se expresa en la frase karin
qatati [arrastrar cadena], se utiliza para referirse a las personas divorciadas; quiere
decir que quien rompe su alianza matrimonial deberá soportar una larga condena
(Chambi ob.cit).
La moral cristiana consideraba al espacio erótico recinto del pecado, Bertonio
lo muestra a través del término jisk’a jucha [pecado menor] como sinónimo de
“fornicación”; criterio que se impuso sobre el contexto erótico. De tal forma que
se recurrió a otro espacio semántico, el biológico; reduciendo así la connotación
erótica al “apetito” y al “deseo”, munaña - traducida por Bertonio como “voluntad”-,
y por la vinculación con la expresión “quererse” del castellano, se vincula con la
representación del “querer a alguien”, que hoy se expresa en la frase “munsmawa”
[te quiero].
Psicología del amor: el amor en la pareja
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Bismarck Pinto Tapia
Debido a la extracción de su campo semántico, el verbo munaña es polisémico,
puede referirse al deseo de cosas, al amor tierno hacia los padres, a las caricias que
se da a los niños, y también hará referencia al concepto del amor.
La prohibición de la accesibilidad al espacio erótico, derivó en otra invasión
semántica del castellano hacia la palabra chuyma que inicialmente pertenecía a dos
contextos: el biológico y el psicológico, adquiriendo un uso polisémico similar al del
vocablo munaña, al incluirse en el contexto semántico romántico; de tal manera
que es posible decir chuyma jalsuña [tener el corazón agitado], para expresar que
se está enamorado; chuymacht’aña [consolar], cuando se pretende acompañar a
alguien en su dolor; chuyma qhanaetayasiña [corazón alegre], para decir que la
persona se siente alegre; aunque puede expresarse lo contrario con qala chuyma
[corazón de piedra] o j’untu chuyma [enfurecerse].
En los resultados de la investigación de Chambi (2007), es posible encontrar el
sentimiento de vergüenza que acarrea la atracción sexual cuando se considera
al encuentro amoroso como una “molestia”. Por otra parte, es claro el contexto
semántico de la moral cristiana en la represión que hacen los padres de la expresión
sexual de sus hijos; sobre todo en la mujer. Para que se acepte una relación amorosa
se hace necesario que los amantes arrodillados, pidan perdón a sus suegros por el
pecado que cometieron. Además, se establece claramente que la relación conyugal
debe ser indisoluble y perenne.
Considerando la teoría triangular de Sternberg (1998, 2000), es posible, a partir de
este análisis psicolingüístico, establecer que el contenido pasional –que pertenece
al contexto erótico- ha sido anulado por la represión española, mientras que se
ha estimulado la intimidad y exigido la perpetuidad de la relación. De tal manera,
que los componentes básicos del amor quedan conformados por la intimidad y el
compromiso que Sternberg tipica como “amor de compañía”. Se caracteriza por
una relación conyugal amistosa y comprometida a largo plazo sin que exista el
placer que otorga la pasión.
La conguración del “amor de compañía” entre los aymaras puede ser consecuencia
de tres factores (Pinto, 2011).
a) El apego inseguro. La forma de crianza de los niños y niñas en la cultura
aymara ya sea en el campo (v.g. Romero 1994) o en la ciudad (v.g. Criales
1995), se estructura en una represión de la ternura de la madre hacia su hijo o
hija, a lo que se añade el uso frecuente del castigo físico.
b) La represión del placer sexual. Tanto el análisis psicolingüístico de los términos
empleados para expresar el amor conyugal como la revisión de los discursos
Psicología del amor: el amor en la pareja 65
Bismarck Pinto Tapia
durante los ritos del ciclo vital de la pareja, establecen la poca valoración del
placer en general y del placer sexual en particular dentro de la cultura aymara.
c) El machismo aymara. Los niveles de pasión son más bajo en las mujeres que en
los varones, además que ellas puntúan menos en el compromiso, lo cual puede
estar asociado al miedo que las mujeres desarrollan hacia la violencia masculina
(v.g. Criales 1994).
2. Amor y sexualidad
Y te amo
en el olor que tiene
mi cuerpo de tu cuerpo.
Piedad Bonnet
2.1. Sexo, sensualidad y personalidad.
La palabra sexo posee tres acepciones; biológica, anatómica y social. La
concepción biológica hace referencia a las combinaciones de auto duplicación
del ácido desoxirribonucleico (ADN), o agregaciones del mismo, ya sea mediante
la fusión de dos compartimientos selulares separados o por la transferencia del
material genético de un cuerpo celular a otro, generalmente de la misma especie
(Doughery, 1955). Es así que el sexo biológico femenino se dene por la presencia
de cromosomas XX y el masculino por los XY (Sack, 1999).
La referencia anatómica se reere a las condiciones anatómicas de órganos
sexuales pélvicos masculinos y femeninos (McCary, McCary, Álvarez-Gayou, Del
Río y Suárez, 1996). Finalmente, el signicado de sexo asociado al género hace
alusión a las diferencias socialmente determinadas de varones y mujeres (Scott,
1990). Esta acepción es la más cercana a la raíz etimológica latina de la palabra
“sexo”: dividir. Los roles de género son el conjunto de expectativas sociales sobre
el comportamiento que deben seguir los varones y las mujeres (Rathus, Nevid y
Fichner-Rathus, 2005).
Hablar de sexo dependerá del contexto, si es biológico tiene que ver con la genética,
si anatómico con los genitales y social con los roles. La sexualidad engloba los tres
contextos, sin embargo añade la interacción del cuerpo. Es posible armar que la
sexualidad humana trata de las maneras en que nos expresamos y experimentamos
como seres sexuales (Rathus, Nevid, Fichner-Rathus, ob.cit.).
Psicología del amor: el amor en la pareja
66
Bismarck Pinto Tapia
Esta aproximación obliga a diferenciar los actos sexuales del comportamiento
sexual. Los primeros conllevan la interacción con los genitales: autoestimulación,
coito vaginal, coito anal y coito oral. Mientras que el segundo involucra a la
sensualidad. (Masters, Johnson y Kolodny, 1987).
La sensualidad es la vivencia del placer con todos los sentidos, mientras que los actos
sexuales o interacción genital se limitan a las sensaciones placenteras derivadas del
deseo sexual (Kennedy y Grov, 2010). Ser sensual es poseer una estructura de
sentimientos que permiten tomar conciencia y explorar las sensaciones de belleza,
lujuria, alegría y placer (Arrizón, 2008).
La sexualidad humana se dene como la interacción entre la sensualidad y la
genitalidad dirigido a la expresión y recepción del placer. En otro libro enfaticé la
importancia del triángulo de la sexualidad: cuerpo – placer – comunicación (Pinto,
1994).
Si bien los niveles del deseo sexual son diferentes entre varones y mujeres,
independientemente a la cultura (los hombres desean sexualmente con mayor
intensidad y buscan compañeras sexuales con mayor frecuencia que las mujeres)
(Schmitt, 2003), los patrones de conquista dependen de la personalidad, cultura e
intensidad del deseo sexual (Schmitt, 2004).
La forma de vivenciar el placer hace parte de nuestra personalidad (Tordjman,
1985). Por ejemplo en un estudio acerca de la vinculación entre los cinco grandes
factores de la personalidad, el autoritarismo y la sexualidad, llevado a cabo en cinco
países: Camerún, China, Costa Rica y Alemania, se encontró que la responsabilidad
se asocia al control de los impulsos sexuales y a la disminución del dominio sobre
otros. Por lo tanto, la forma cómo se afronta la práctica sexual es parte inseparable
de la manera cómo se asume la responsabilidad (Hofer, Busch, Harris, Campos, Li
y Law, 2010).
La experiencia sexual será valorada en función al esquema cognitivo que la persona
tenga de su propia sexual. En ese sentido, Cyranowski y Andersen (1994, 1998)
comprobaron que las mujeres con esquemas negativos de su sexualidad tendían a
un bajo grado de deseo y disminuída excitación sexual, al contrario de aquellas con
el esquema cognitivo positivo.
Las personas con la ansiedad como rasgo de la personalidad tienen menos actividad
sexual, practican con menor frecuencia el coito oral, poseen mayores probabilidades
de desarrollar disfunciones sexuales y aprehensión al sexo, al contrario de lo que
ocurre con quienes poseen bajos niveles de ansiedad. ( Leavy y Dobbins, 1983).
Psicología del amor: el amor en la pareja 67
Bismarck Pinto Tapia
El sexo casual es más frecuente en universitarios extravertidos y menos en aquellos
con alto grado de responsabilidad (Gute y Eshbaush, 2008). Los varones con
alto nivel de responsabilidad (Conscientiousness) toman más precauciones para
protegerse durante sus relaciones coitales (Hagger-Johnson y Schickle, 2009). Las
personas amables (agreeableness) y extravertidas son más atractivas sexualmente
que las egoístas e introvertidas (Meierm Robinson, Carter y Hinsz, 2010).
Las personas con menos recursos de inhibición de impulsos tenderán a aceptar
encuentros sexuales casuales con mayor frecuencia que las que pueden controlarse
(Conley, 2011) Esta armación coincide con que la primacía del placer dene la
toma de decisiones sexuales (Abramson, y Pinkerton, 2002).
Schmitt y Shackelford (2008) estudian la relación entre los cinco grandes factores de
la personalidad con la tendencia a la promiscuidad sexual en 46 países, consideran
una muestra de 13.243 personas. Concluyen que la extraversión se relaciona
con la promiscuidad, la amabilidad y la responsabilidad con la exclusividad sexual,
mientras que la inestabilidad emocional y la apertura a la experiencia lo hacen con
las relaciones amorosas a corto plazo. Sin embargo el interés por la variabilidad
sexual no se relaciona con los rasgos de personalidad (Nasrollahi, Drandegan y
Rafatmah, 2011).
En los casos de trastornos de personalidad, es irrefutable la presencia de
alteraciones en la vinculación sexual. Tomemos un ejemplo. En el trastorno límite
de la personalidad la sexualidad está ceñida por el temor a la intimidad asociada
a un estilo de apego huidizo, la persona no es capaz de claricar la diferencia
entre el deseo sexual y sus necesidades de pertenencia, puede pues, confundir
un encuentro sexual casual con una expresión de compromiso eterno (Schmitt y
Shackelford, 2008).
En otro estudio, Bouchard, Godbout y Sabourin (2009) encontraron que las
mujeres diagnosticadas con trastorno limítrofe de la personalidad, mostraron
actitudes negativas hacia la sexualidad, se sintieron presionadas sexualmente
por sus parejas, y manifestaron ambivalencia hacia la sexualidad. Los análisis de
regresión estadística señalaron la presencia de relación entre el apego ansioso y las
sensaciones de presión sexual.
Sansone y Sansone (2011) hacen una exhaustiva revisión de las investigaciones
sobre el trastorno límite de la personalidad y la sexualidad, concluyen que es
una población que muestra mayor preocupación sexual que otras. Tienden a
aceptar con facilidad propuestas de encuentros sexuales, por ello tienden a ser
Psicología del amor: el amor en la pareja
68
Bismarck Pinto Tapia
promiscuas. Reportan un mayor número de parejas sexuales diferentes, participan
en experiencias homosexuales con mayor frecuencia que otras poblaciones.
Además, las pacientes con trastorno límite de la personalidad parecen estar
caracterizadas por un mayor número de conductas de alto riesgo sexual:
expresan mayor probabilidad de haber sido forzadas a tener relaciones sexuales,
experimentaron ser forzadas sexualmente en la primera cita, o fueron violadas por
un extraño. Existe un alto riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual.
En general su sexualidad se caracteriza por la impulsividad y la victimización.
(Sansone y Sansone, ob.cit.).
2.2. Funciones de la sexualidad humana.
La sexualidad humana posee tres funciones: reproductiva, romántica y lúdica. La
primera está dirigida a la procreación, la segunda a la expresión de sentimientos
y la tercera al juego erótico (Masters, Johnson y Kolodny, ob.cit.). Las personas
sociables tienen más probabilidades de desear tener hijos que las personas solitarias
(Jokela, Kivimäki, Elovaino y Keltikangas-Järvinen, 2009). Para la madresposa la
función reproductiva es la única válida, tal como lo fue para las mujeres del inicio
del siglo XX (Revollo, 2001).
La concepción de la sexualidad como transmisión de sentimientos, es la que
consideramos función romántica. Según pesquisas de Aron, Fisherm Mashek,
Strong, Li y Brown (2005) alrededor de 166 sociedades contemporáneas aún
consideran importante la función romántica de la sexualidad. Cuando las personas
son sometidas a fotografías de sus compañeros sexuales, aquellas que se declaran
enamoradas activan el área tegmental ventral (VTA) ubicada en las regiones mediales
del cerebro derecho, región encargada de la liberación de dopamina.
El deseo sexual es diferente al amor romántico, el primero responde a las exigencias
biológicas de la procreación, el segundo a las necesidades de protección. El deseo
es activado por estímulos eróticos mientras que el amor romántico lo hace a través
de la necesidad de protección, produciendo la manifestación de nuestro estilo de
apego primario (Diamond, 2005). Bartels y Zeki (2000) identicaron las regiones
cerebrales que se activan ante el deseo sexual y el enamoramiento: la ínsula medial
se activa ante el reconocimiento visual de la persona amada, luego la región
del cíngulo anterior, el núcleo caudado y el putamen, nalmente estructuras de
las zonas prefrontales, témporo mediales y parietales del hemisferio derecho se
responsabilizan por la organización de la interacción entre el deseo y la ternura.
Psicología del amor: el amor en la pareja 69
Bismarck Pinto Tapia
Villarroel y Pinto (2005) evaluaron la predominancia de placeres en una muestra
de 383 universitarios, 200 varones y 183 mujeres, las edades oscilaron entre 20
y 26 años. El placer predominante es el sioplacer (Corres, Bedolla y Martinez,
1997), consistente en la búsqueda de graticaciones inmediatas, comprende al
placer sexual entre otros. A diferencia de esta muestra, en otra investigación, se
pudo establecer la baja motivación hedónica en las relaciones amorosas de los
aymaras (Pinto, 2011). Es posible considerar la posibilidad de que la función de
la sexualidad. Con la inserción de los recursos audiovisuales e informáticos hoy se
prioriza la función lúdica de la sexualidad en desmedro de la romántica y procreativa
(Gill y Arthurs, 2006).
2.3. Identidad sexual, orientación sexual y dimensiones
eróticas
La manera cómo orientamos nuestra sexualidad depende de varios factores:
identidad sexual, orientación sexual y dimensiones eróticas.
La identidad sexual se reere al juicio subjetivo que dene a la persona como varón
o mujer (Rathus, Nevid, Fichner-Rathus, ob.cit.). Si bien en la cultura occidental
esos son los dos extremos de la identidad sexual, en otras culturas existen más de
dos géneros, como en la aymara que dene por lo menos diez géneros (Spedding,
1997).
La identidad sexual es un producto social consecuente con la asignación del sexo,
que a su vez surge a partir de los estereotipos de rol masculinos y femeninos
(Masters, Johnson y Kolodny, ob.cit.). Los problemas de identidad se producen ante
la presencia de la intersexualidad, o la deciencia de sensibilidad a los estrógenos.
Un caso extraordinario es el síndrome Harry Benjamin. El niño se desarrolla con
caracteres sexuales femeninos, por lo que es educado como una niña. Durante
su crecimiento se espera de él que evolucione como mujer aunque permanece
neurológicamente como un varón, es decir se trata de una niña con cerebro
masculino (Ekins, 2005).
Además de las alteraciones genéticas pueden producirse problemas de orden
psicológico, como la disforia de género o el trastorno de identidad sexual. En el
primer caso, la persona percibe una incongruencia entre su sexo anatómico y
su identidad sexual. En el segundo, antes denominado transexualismo, la persona
desea cambiar su sexo porque creen que pertenecen al otro sexo y su cuerpo es un
error (Gil, Esteva de Antonio y Berguero, 2006).
Psicología del amor: el amor en la pareja
70
Bismarck Pinto Tapia
La orientación sexual es la dirección que le damos a nuestros intereses sexuales
y afectivos. Por lo tanto, puede estar dirigida a personas de diferente sexo al
nuestro (heterosexualidad), del mismo sexo al nuestro (homosexualidad) o a ambos
(bisexualidad).
Kinsey reportó que cerca del 4 por ciento de los varones y entre el 1 y 3 por ciento
de las mujeres de su muestra tenían orientación homosexual, llegó a plantear que
cerca del 10 por ciento de la población estadounidense era homosexual Hoy se
considera que los porcentajes son más bajos, alrededor del 5 por ciento (Rathus,
Nevid, Fichner-Rathus, ob.cit.).
Las causas de la homosexualidad han sido discutidas desde hace muchos años, los
estudios están sesgados por la ideología y las creencias religiosas (Hans, Kersey
y Kimberly, 2012). Los planteamientos psicoanalíticos han fortalecido durante
décadas la falacia según la cual la homosexualidad masculina sería producto de la
ausencia del padre y el excesivo involucramiento con la madre, por lo que sería
consecuencia de un “complejo de Edipo no resuelto”.
Recién a inicios de los sesenta, los cientícos decidieron que la homosexualidad
no era una enfermedad, sino que estaba asociada a una personalidad débil y a
impulsos “libidinosos” incontrolables. (Jonas, 1963). Sin embargo, los estudios se
fueron haciendo más sosticados en cuanto a la selección de muestras y a los
recursos de análisis estadístico, encontrando cada vez menos indicadores de causas
familiares, tal es el caso de Bailey y Pell (1993), quienes no encontraron diferencias
entre las relaciones entre hermanos ni con los padres de familias con hijos o hijas
homosexuales en comparación a familias con hijos o hijas heterosexuales.
Levay (1993), concluye que la causa de la homosexualidad es exclusivamente
biológica. Algunos autores como Ellis y Ashley (1987) plantearon tácitamente la
relación entre los genes y la producción hormonal que denirían la orientación
sexual.
Abbott (2010) señala que denir a la homosexualidad como causada exclusivamente
por los genes enfrenta cuatro problemas:
1. es muy difícil que una entidad tan compleja como la homosexualidad sea
producto de la inuencia de un solo gen, puesto que si fuera así existirían
efectos desastrosos para el organismo, como ocurre por ejemplo en la
enfermedad de Huntington, la brosis cística cystic, la enfermedad de
Alzheimer y otras.
Psicología del amor: el amor en la pareja 71
Bismarck Pinto Tapia
2. Los comportamientos complejos como los homosexuales, son producto
de la interacción de varios genes y el impacto del ambiente. Por ejemplo,
se identicó un gen del cromosoma X en algunos homosexuales, pero
no en todos los homosexuales estudiados (Hamer, Hu, Magnuson, Hu y
Pattatucci, 1993)
3. Un simple gen produce fenotipos discretos. Para que el gen impacte en
su manifestación requiere de varias condiciones ambientales.
4. El ambiente afecta la organización genética. A pesar de la inuencia
innegable que los genes ejercen sobre nuestro comportamiento, el
ambiente también puede modicar la actividad genética. El medio social
puede afectar a las proteínas presentes en diversos órganos y tejidos.
Estas consideraciones obligan a considerar a la homosexualidad como un
fenómeno humano complejo, resultante de la interacción biológica, emocional y
siológica. No es posible identicar una causa determinante, sino la presencia de
varios factores que interactúan entre sí. Sin embargo, no es posible armar que la
homosexualidad es producto exclusivo de las relaciones familiares, tampoco es una
decisión, sino que en denitiva la persona no decide ser homosexual, sino que su
bagaje psicobiológico dirige su atracción hacia personas de su propio sexo.
Una persona homosexual, no tiene una crisis de identidad sexual, se sabe varón
o mujer, pero se siente atraído o atraída por personas de su propio sexo. Las
relaciones amorosas homosexuales no dieren de las heterosexuales. Por ejemplo,
Rosenbluth y Steil, (1995) investigan la autoestima y los niveles de intimidad
amorosa en mujeres homosexuales y heterosexuales, no encuentran diferencias,
ambos grupos tienden a altos niveles de intimidad y adecuada autoestima. Duffy y
Rusbult (1986) investigan el nivel de compromiso y la calidad de la relación conyugal
entre homosexuales y heterosexuales, encuentran que ambos grupos invierten los
mismos esfuerzos para mantener sus relaciones y que no existen diferencias en
relación a los grados de compromiso ni satisfacción.
Kurdek (1992) estudia el ajuste diádico en 538 matrimonios heterosexuales y 197
convivientes homosexuales, los resultados no mostraron diferencias signicativas
entre ambos grupos. Posteriormente, este mismo autor (Kurdek, 2008) evalúa
la estabilidad conyugal de parejas que cohabitan por lo menos hace diez años,
en 95 homosexuales mujeres y 92 homosexuales mujeres en comparación a
226 heterosexuales con y sin hijos. Encuentra que los patrones de la calidad de
las relaciones dependen del tipo de pareja. Las más estables son las parejas de
homosexuales femeninas. En general las relaciones heterosexuales son menos
Psicología del amor: el amor en la pareja
72
Bismarck Pinto Tapia
estables, además que tienden a la disminución de la intensidad de intimidad al
contrario que las relaciones homosexuales.
La dimensión erótica tiene que ver con las situaciones que conducen, buscan o
provocan una respuesta sexual siológica o una excitación psicológica. Existen
tres alternativas de expresión erótica: nunca haber tenido experiencias eróticas
(no practicante), haber tenido alguna vez experiencia erótica (practicante abierto) y
solo haber tenido la experiencia erótica en sueños o fantasías (onírico fantasioso).
(McCary, McCary, Álvarez-Gayou, Del Río y Suárez, 1996).
La orientación sexual se establece en el contenido de actividades en la dimensión
erótica. Así una persona homosexual puede recurrir a cualquiera de las tres
alternativas de expresión erótica, por ello, no solamente el mantener relaciones
sexuales entre personas del mismo sexo determina la homosexualidad. En ese
mismo sentido una persona célibe tiene denida su orientación sexual aunque sea
no practicante.
Las paralias se denen como variaciones sexuales atípicas que se hacen
problemáticos para quien las ejerce o son consideradas como conductas sexuales
desviadas por la sociedad. Se trata de patrones de comportamientos recurrentes o
inevitables. (Rathus, Nevid, Fichner-Rathus, ob.cit.).
Existen innidad de comportamientos sexuales parafílicos, los más conocidos:
Fetichismo: un objeto inanimado provoca excitación sexual (ropas, partes de
cuerpo, etc.)
Parcialismo: cuando la fuente de excitación es una parte concreta del cuerpo.
Travestismo: la persona necesita vestirse con ropas del sexo opuesto para
lograr excitarse sexualmente.
Autoginelia: fetichismo en el cual los varones se autoestimulan sexualmente
a través de fantasías en las que sus propios cuerpos son femeninos.
Exhibicionismo: impulsos recurrentes para exponer los genitales a extraños
que no se lo esperan.
Escatología telefónica: realizar llamadas telefónicas obscenas.
Voyeurismo: necesidad de observar a personas desconocidas desnudas o
manteniendo relaciones sexuales sin que se percaten del observador.
Psicología del amor: el amor en la pareja 73
Bismarck Pinto Tapia
Masoquismo sexual: necesidad de dolor o humillación para producir excitación
sexual.
Sadismo sexual: excitación sexual a través de inigir dolor o humillación sobre
otras personas.
Froteurismo: impulsos sexuales y fantasías que atañen el rozarse contra otra
persona o tocarla sin su consentimiento.
Zoolia: contacto sexual con animales.
Necrolia: mantener relaciones sexuales con cadáveres.
Pedolia: interés sexual por los niños.
Gerontolia: interés sexual por ancianos.
2.4. Satisfacción sexual y satisfacción marital
Cuando se hace referencia a la satisfacción sexual, se pretende comprender la
percepción que las personas tienen acerca de cuán graticante es su vida sexual.
Se la ha considerado como una actitud independiente de otros elementos en las
relaciones de pareja (Yeh, Lorenz, Wickrama, Conger y Elder, 2006). En ese
sentido, por ejemplo ha sido denida por el número de orgasmos que una persona
experimenta durante un período determinado de tiempo o la frecuencia con que se
realiza el coito (Hurlbert, Apt, y Rabehl, 1993). Otro enfoque es el de comprenderla
como una experiencia subjetiva que no puede ser mensurada, tan solo se puede
referir a ella como “buena” o “mala” (Joannides, 2006).
El interés cientíco que ha despertado el estudio de la satisfacción sexual, se
debe a su vinculación inexorable en la vida conyugal. La pasión como elemento
constitutivo del amor implica la alegría sexual, sin embargo, ¿cuán importante es
para la estabilidad matrimonial?
La satisfacción sexual se relaciona con un inicio temprano de las experiencias
coitales, nivel educativo universitario, asertividad sexual (ser capaz de expresar
los deseos sexuales), considerar a la sexualidad como algo importante en la vida,
reciprocidad en el amor, relaciones coitales frecuentes, versatilidad en las técnicas
sexuales, a menudo llegar al orgasmo. Para los varones, además es importante el
uso de materiales eróticos (revistas, películas, juguetes sexuales). Para las mujeres el
inicio de experiencias sexuales antes de los 20 años y la sensación de reciprocidad
del placer (Haavio-Mannila y Kontula, 1997).
Psicología del amor: el amor en la pareja
74
Bismarck Pinto Tapia
La insatisfacción sexual es consecuencia de un inicio tardío de las experiencias
sexuales, actitudes conservadores hacia la sexualidad, poca importancia de la
sexualidad en la vida personal, baja asertividad sexual y ausencia de creatividad en
las técnicas sexuales. (Haavio-Mannila y Kontula, ob.cit.).
Considerando que el inicio de la actividad sexual en Bolivia oscila entre los 15 –
19 años (Ministerio de Salud y Deportes, 2010), es importante revisar algunos
datos importantes acerca de la satisfacción sexual en la relaciones amorosas pre
matrimoniales. Sprecher (2002) estudia de manera longitudinal una muestra de
101 parejas durante la satisfacción sexual en parejas antes del matrimonio desde
1988 a 1992, realiza cinco medidas en el transcurso de esos años.
Encuentra que los varones incrementan la sensación de satisfacción sexual (de
54% al inicio de la relación a 68% en el último año), mientras que las mujeres lo
hacen de manera discreta (24% a 30%). En los varones la intensidad del amor se
mantiene, en las mujeres aumenta. En ambos casos el compromiso se incrementa
(Sprecher ob.cit.).
Estos datos coinciden con el hallazgo de Fisher (2007), el desencanto ocurre
después de cuatro años de matrimonio, el matrimonio tiene un patrón transcultural
de decadencia (pág. 107), debido a que los niveles de satisfacción decaen,
fundamentalmente al nivel de la sexualidad.
Petersen y Hyde (2010) evaluaron 14 componentes sexuales en el matrimonio
con el propósito de identicar diferencias entre varones y mujeres: incidencia de
las caricias, frecuencia del coito vaginal, incidencia del coito vaginal, edad de inicio
de experiencias sexuales coitales, número de parejas sexuales, incidencia del coito
oral, incidencia del coito anal, comportamientos sexuales con personas del mismo
sexo, sexo casual, sexo extramarital, uso de preservativo, masturbación y uso de
material sexual complementario. Finalmente investigaron las actitudes hacia la
sexualidad.
Los varones consideran favorable el sexo casual a diferencia de las mujeres que lo
asocian con la indelidad. Vieron que la masturbación y el uso de materia sexual
complementario es importante para los varones y no para las mujeres. Los otros
factores investigados no ofrecen diferencias signicativas (Petersen y Hyde, 2010).
Si consideramos que los varones mantenemos el interés sexual durante más tiempo
que las mujeres, y ellas el interés romántico, tenemos ante nosotros un grave
problema para la convivencia. Con el paso del tiempo el varón seguirá exigiendo
mantener relaciones sexuales y la mujer querrá relaciones románticas. Para las
esposas el temor a que el esposo les sea inel se convierte en el centro de atención
Psicología del amor: el amor en la pareja 75
Bismarck Pinto Tapia
de su relación, para los varones lo es la sensación de no ser deseados (Barta y
Kiene, 2005).
Impett, Strachman, Finkel y Gable (2008) llevan a cabo tres estudios referidos
a la relación entre las metas de la pareja y el deseo sexual en parejas casadas.
Encontraron que los varones inician sus relaciones con mayor intensidad del deseo,
aunque con el tiempo ambos sexos lo equiparan, además el deseo se mantiene
y aumenta con el pasar del tiempo en las parejas que comparten objetivos. Es
interesante mencionar que también hallaron que las metas conyugales permiten
predecir el nivel del deseo, así las parejas que comparten objetivos tienden a
disfrutar más de sus relaciones sexuales y las llevan a cabo con mayor frecuencia
que aquellas que dieren en sus metas.
La satisfacción marital es la manera cómo los miembros de la pareja valoran su
relación, no quiere decir ausencia de satisfacción (Renaud, Byers y Pan, 1997).
Aunque la tendencia hoy es referirla a la felicidad conyugal, no se trata de bienestar,
sino de la percepción del grado de felicidad (Kleinplatz y Menard, 2007).
Litzinger y Coop (2007) estudiaron la satisfacción marital y su relación con la
comunicación y la sexualidad en 387 parejas. Concluyeron que ambas son
predoctores independientes de la satisfacción matrimonial. Encontraron que a
mayor comunicación, mejor es la sexualidad. Además fue interesante comprobar
que la satisfacción sexual puede compensar la comunicación disfuncional.
Este estudio conrma la aproximación que hizo Fields (1983) sobre la importancia
de la empatía para predisponer un matrimonio exitoso. La congruencia de la
percepción del esposo hacia su esposa y viceversa con la auto-percepción se
relaciona positivamente con matrimonios de larga duración. Además que al menos
un nivel mínimo de satisfacción sexual está relacionado positivamente con la
concreción de un matrimonio a largo plazo.
Una investigación más reciente con una muestra de 133 parejas monógamas,
heterosexuales y con por lo menos doce meses de relación amorosa (edades
oscilantes entre 18 y 37), fue evaluada con las siguientes encuestas: Index of Sexual
Satisfaction (ISS) (Índice de Satisfacción Sexual) (Hudson, Harrison y Crosscup,
1981), Dyadic Adjustment Scale (DAS:) (Escala de Ajuste Diádico) (Spanier, 1976),
Communication Function Questionnaire (CFQ) (Cuestionario de la Función
Comunicacional) (Burleson, Kunkey, Samter y Werking, 1996) y la Dyadic Sexual
Communication Scale (DSC) (Escala Diádica de Comunicación Sexual) (Catania,
2010). El propósito fue identicar las relaciones entre la satisfacción marital y
sexual con la comunicación sexual y no sexual (Mark y Jozkowski, 2012).
Psicología del amor: el amor en la pareja
76
Bismarck Pinto Tapia
Los resultados indicaron que la comunicación es un componente importante para
lograr y mantener la satisfacción entre las parejas. El vínculo entre el ajuste marital
y la satisfacción sexual está indirectamente afectado tanto por la comunicación
sexual y la comunicación no sexual. Este hallazgo también puede sugerir que si los
individuos están maritalmente insatisfechos, pero mantienen la comunicación en
general o la comunicación especícamente relacionada con el sexo, la satisfacción
sexual puede permanecer intacta.
2.5. Sociosexualidad y amor.
La sociosexualidad es el deseo de tener relaciones sexuales con otras personas
sin compromiso ni involucramiento emocional. Aquellas personas que deciden
mantener relaciones sexuales con envolvimiento emocional se denominan
sociosexuales con restricciones y las que preeren evitar la intimidad emocional
son personas sociosexualmente sin restricciones (Simpson y Gangestad, 1991).
Estas son las preguntas que hacen parte de la Escala de Orientación Sociosexual
(Simpson y Gangestead, ob.cit.):
1. ¿Con cuántas parejas diferentes ha tenido relaciones sexuales en el
último año?
2. ¿Con cuántas parejas diferentes considera usted que tendrá relaciones
sexuales durante los próximos cinco años?
3. ¿Con cuántas parejas ha tenido relaciones sexuales en una sola ocasión?
4. ¿Con qué frecuencia fantasea con tener relaciones sexuales con alguien
que no sea su pareja actual?
5. ¿Usted considera que es bueno el sexo sin amor?
6. ¿Se puede imaginar a usted mismo a gusto y disfrutando de relaciones
sexuales casuales con diferentes compañías sexuales?
7. ¿Usted tiene que estar unido emocional y psicológicamente antes de
sentirse cómodo y disfrutar plenamente de tener relaciones sexuales con
una persona?
Snyder, Simpson y Gangestad (1986) identican que existen dos posibilidades en
las relaciones amorosas, la primera mantener la exclusividad sexual con la pareja,
la segunda no hacerlo. Encuestan a 255 universitarios (139 varones y 116 mujeres)
Psicología del amor: el amor en la pareja 77
Bismarck Pinto Tapia
a través del cuestionario sobre Comportamientos Sexuales y Sociales (Social
and Sexual Behavior). Los resultados indicaron que las personas que no tienen
restricciones de compañeros sexuales tampoco lo tendrán en el futuro, al contrario,
quienes preeren relaciones sexuales restringidas a un solo compañero sexual,
mantendrán esta actitud en el futuro.
Simpson y Gangestad (1991) revisan la relación entre la sociosexualidad irrestricta
con las relaciones de pareja futuras en una muestra de 204 mujeres y 202 varones
universitarios. El estudio revela que las personas que tienen una orientación
sociosexual sin restricciones tienden a tener relaciones sexuales en el primer periodo
del enamoramiento, mantienen relaciones sexuales con más de una pareja a la vez
y participan en relaciones de pareja caracterizadas con poca inversión emocional,
poco compromiso y sin dependencia afectiva. Finalmente, demostraron que la
orientación sexual irrestricta se relaciona con bajos niveles de satisfacción sexual,
ansiedad y culpa.
La psicología evolutiva parte del principio de la selección natural como la base de
los comportamientos amorosos de los mamíferos y de los seres humanos (Buss y
Schmitt, 1995). Es así que se ha observado que las mujeres consideran atractivos a
distintos varones dependiendo del día de su ciclo ovulatorio.
Gangestead, Garver-Apgar y Simpson (2007) demostraron que las preferencias de
las mujeres están gobernadas por la selección de genes que les ofrezcan benecios
con el nacimiento de hijos fuertes y protección. Se denomina a esta concepción
como “hipótesis de los buenos genes”, maniesta que las mujeres preferirán las
señales físicas en los hombres que auguren benecios para su reproducción, por
lo tanto, es más probable que dicha selección adquiera mayor fuerza durante las
etapas fértiles de su ciclo.
En el mismo estudio, los investigadores encontraron que las mujeres que desean
una relación a corto plazo eligen varones agresivos, musculosos, arrogantes,
físicamente atractivos e inuyentes. Las que quieren una relación a largo plazo
preeren hombres inteligentes, económicamente solventes, condiciones de ser
buenos padres, cariñosos y eles. Es interesante observar que durante los días
fértiles las mujeres escogen personas con las características necesarias para una
relación amorosa a corto plazo.
En el caso de los varones, McIntyre, Gangestad, Gray, Chapman, Burnham,
O’Rourke y Thornhill (2006), observan que aquellos que están casados tienen
menor cantidad de testosterona que los solteros. Consideran que esta diferencia se
debe a que cuando los varones que no se emparejan necesitan más testosterona
Psicología del amor: el amor en la pareja
78
Bismarck Pinto Tapia
debido a la necesidad de esforzarse por encontrar una compañera. La hipótesis que
se deriva de esta evidencia es que el vínculo amoroso a largo plazo dependerá de
bajos niveles de testosterona.
Los autores mencionados intentaron denir la relación de la testosterona
con la orientación sociosexual, las relaciones extraconyugales y las historias
extraconyugales. El estudio comprendió a 102 universitarios de la Universidad de
Harvard, comprendidos entre 17 y 26 años. La conclusión señala que a Escala de
Orientación Sociosexual predice los niveles de testosterona, los estudiantes con
orientación sociosexual irrestricta tienen más altos niveles de testosterona que
aquellos con orientación sociosexual restricta.
¿Existen diferencias en la orientación sociosexual de los varones en comparación
a las mujeres? Yost y Zurbriggen (2006) estudian estas diferencias en una muestra
de 168 personas entre 21 y 45 años, 88 varones y 80 mujeres. Encuentran que
los varones con orientación sociosexual sin restricciones tienen mayores niveles de
aceptación del mito de la violación10, tienen gran número de compañeras sexuales
y mayor frecuencia de sus actividades sexuales. Las mujeres con orientación
sociosexual irrestricta tienen más fantasías sexuales de dominancia y actitudes menos
conservadoras hacia la sexualidad. De manera general las mujeres tienen actitudes
conservadoras y maniestan preferencia por los vínculos amorosos exclusivos y
románticos. Los varones, al contrario, tienden a concebir creencias prejuiciosas
sobre la sexualidad y preeren relaciones amorosas variadas y apasionadas.
Finalmente, en el estudio de Webster y Bryan (2006) se encuentra que existen
diferencias entre la dirección sociosexual, la hostilidad y el narcisismo en mujeres
y varones. Considera una muestra de 2787 personas, 60% mujeres, la tendencia
es que los varones con orientación sociosexual irrestricta tienden al rasgo de
personalidad narcisista y a expresar más conductas de hostilidad que las mujeres
con el mismo tipo de orientación.
2.6. Algo más que sexo.
Los estudios revisados hasta el momento, nos muestran que los seres humanos
hemos trascendido a los condicionantes biológicos, podemos decidir a pesar de
ellos. El amor no está denido por la genética, es una construcción social compleja
desarrollada entre dos personas.
10 Mito de la violación: “Cuando las mujeres usan de faldas cortas y ajustadas, es que están provocando
para ser violadas”
Psicología del amor: el amor en la pareja 79
Bismarck Pinto Tapia
Si bien la atracción sexual y los intercambios emocionales están potencialmente
establecidos por nuestra biología, no son sucientes para congurar una relación
a largo plazo. Por ejemplo, Buss (1988) establece que las tácticas de conquista
y competición por las hembras se centran en el “pavoneo” y demostraciones
de dominio. Puesta en práctica esta hipótesis en un estudio con 54 varones y
54 mujeres, se conrma; sin embargo, las mujeres no eligen a los chicos más
dominantes y altaneros, sino que preeren a aquellos físicamente atractivos y
que les ofrece una buena perspectiva nanciera o cuyo poder adquisitivo por la
apariencia de su presentación, parece corresponder a un alto nivel.
En esa misma dirección Speed y Gangestead (1997) encuentran que las mujeres
se sienten atraídas por los siguientes aspectos de un varón: físicamente atractivo,
que esté a la moda, independiente, expresivo, condente, divertido y que esté bien
vestido. Para los varones los aspectos que atraen de una mujer son: físicamente
atractiva, que esté a la moda, independiente, condente y con una buena familia.
Estos autores observan que la capacidad adquisitiva no es un factor predominante,
al contrario del estudio de Buss. Sin embargo señalan que existen muchas
limitaciones en esta área de investigación, debido a la complejidad de los factores
sociales e históricos.
Para los japoneses existe una palabra que expresa los sentimientos y vivencias de
una pareja amorosa: amae. Proviene de una palabra que signica “dulce”. Involucra
sentimientos de calidez, seguridad e intimidad, los cuales emergen cuando se sabe
que la otra persona los aportará incondicionalmente. Amae es más que un estado
emocional, hace referencia a los comportamientos asociados con los sentimientos
de amor. En síntesis es una palabra que indica que el otro está dispuesto a aceptarme
y a ser indulgente conmigo (Yamaguchi, 2004).
Para la cultura japonesa es muy reprochable la manifestación de conductas
inapropiadas con el pacto implícito de una reciprocidad de indulgencia, es decir
de facilitarse uno al otro el perdón y conceder las gracias. Esa actitud está reejada
en la palabra amae conlleva una relación con extremo respeto y consideración
(Yamaguchi y Ariizumi, 2006).
Es interesante observar que la palabra amae no existe en otro contexto cultural.
Yu, Ellsworth y Yamaguchi (2006), estudiaron las consecuencias de solicitudes
inapropiadas a japoneses en los Estados Unidos, la consecuencia fue que no las
aceptaron o pidieron a otros para que las realicen. Concluyen que amae es una
emoción asociada a la creencia de que todas las personas merecen respeto, lo cual
conlleva a que surjan las sensaciones emocionales de conanza y respeto. Aunque
estos investigadores observaron que la detección de amae no necesariamente ocurre
Psicología del amor: el amor en la pareja
80
Bismarck Pinto Tapia
en presencia de las mencionadas sensaciones. En otras palabras, amae puede ser
desmembrada como emoción, sentimiento, comportamiento y juicio moral.
En las relaciones amorosas, los japoneses imponen el amae como requisito
fundamental para un relacionamiento cercano y positivo con la pareja. Los
japoneses experimentan amae con los amigos, madre y pareja. Las mujeres tienden
más a las relaciones amorosas vinculadas por amae que los varones, siendo para
ellas un requisito indispensable en el establecimiento de un lazo amoroso con un
hombre. Los varones esperan amae de sus esposas porque quieren una relación
maternal con ellas. Algunas japonesas llaman a sus maridos “hijo mayor” porque
no les ayudan en los quehaceres domésticos. Es común que los varones utilicen
el amae para manipular a sus parejas para que hagan cosas por ellos. (Marshall,
Chuong y Aikawa, 2011).
El amae inuye positivamente en las relaciones románticas de las parejas japonesas
puesto que valoran sus lazos como poseedores de una calidad superior, además
resuelven los conictos con mayor eciencia cuando está presente. (Marshal,
Chuong, Aikaea, ob.cit.) Este es un notable ejemplo para establecer la importancia
de la reciprocidad positiva, el respeto y la aceptación como los ingredientes
indispensables en un vínculo amoroso.
Gonzaga, Turner, Keltner, Campos y Altemus (2006) concluyen que el amor
romántico y el deseo sexual son dos procesos relacionales independientes uno del
otro. Llegan a esta conclusión después de observar a 63 parejas de estudiantes de
la Universidad de California, Berkeley. Se les aplica varios cuestionarios sobre el
amor y la sexualidad durante 45 minutos, luego son lmados por otros 45 minutos
interactuando entre ellos. Los investigadores detectan que la excitación (arousal) se
relaciona con el deseo sexual, mientras que la felicidad lo hace con el amor. El amor
se entrelaza con el compromiso y la intimidad, mientras que el deseo sexual lo hace
con la atracción de uno hacia el otro.
El amor permite el establecimiento del vínculo conyugal a largo término, mientras
que la reproducción está inuenciada por los grados de atracción y excitación sexual.
Queda demostrada la hipótesis según la cual el amor es un proceso relacional
desarrollado por la cultura, cuyo fundamento emocional es el apego, mientras que
el deseo sexual simplemente es la búsqueda de la perpetuación de nuestra especie.
La sexualidad es la manifestación suprema de la integración biológica y social del ser
humano. Se cumple al mismo tiempo la prerrogativa del placer y del compromiso,
el primero permite la saciedad de una necesidad biológica, mientras que el segundo
promueve la consolidación romántica de la construcción amorosa.
Psicología del amor: el amor en la pareja 81
Bismarck Pinto Tapia
2.7. Amor y sexualidad en el climaterio femenino
Se debe entender como menopausia al cese de la mensturación, mientras que al
climaterio como el proceso a largo plazo que incluye a la menopausia e involucra
el declive gradual de la producción de estrógenos y con ello la pérdida reproductora
(Rathus, Nevid y Fichner-Rathus, 2005).
La menopausia corresponde a la última menstruación identicándose una vez que
han transcurrido doce meses de amenorrea (Prior 1998). Ocurre alrededor de los
48 a 51 años (Lozano, Radón y otros 2008). Sin embargo, en regiones altas se
presenta a edad más temprana, aunque la sintomatología es similar (Gonzales y
Carrillo 1994).
En la lengua aymara se dice wila chhaqxaña para referirse a la menopausia,
literalmente signica “perderse ya la sangre”, se trata de una etapa en la vida
femenina que ocurre a los cincuenta años (Arnold, Yapita y Tito 1999). La mayoría
de las investigaciones antropológicas acerca del desarrollo humano en la cultura
aymara eluden el análisis del climaterio (v.g. Carter y Mamani 1989; Isbell 1997).
Considerando que la maternidad es la cualidad más importante para la denición de
la mujer en la cultura andina (Valderrama, R., Escalante, C. 1997; Crognier, Villena
y Vargas, 2001 y 2002) es factible que la experiencia menopáusica sea difícil de
asimilar en las mujeres aymaras.
Mori y Decuop (2004) indican que los estudios sobre la menopausia se extendieron
a partir de un artículo escrito por Robert Wilson en 1966 acerca de la disminución
estrogénica y su inuencia en el estado de ánimo.
El advenimiento de la tecnología farmacéutica ha miticado la menopausia debido al
gran negocio que signica la venta de hormonas estabilizantes (Buchanan, Villagran
y Ragan 2001). Las primeras objeciones a la conguración de la menopausia
como una “enfermedad” provinieron de la feminista Greer (1971), puesto que un
evento natural es enfocado como si se tratara de una “anormalidad” que amerita
intervención médica (Vanwesenbeeck, Vennix, Van de Wiel, 2001)
Durante el climaterio la disminución de estrógenos es concomitante a la manifestación
de calores, insomnio y disminución del deseo sexual (López, Gutierrez, Quiróz,
Malacara y Pérez, 2006; Hunter, Battersby, Whithehead, 2008). También durante
esta etapa se incrementa el riesgo de afecciones neurológicas, como ser: apoplejía,
epilepsia, enfermedad de Parkinson y demencia de Alzheimer (Henderson, 2007;
Henderson, 2009).
Psicología del amor: el amor en la pareja
82
Bismarck Pinto Tapia
Sin embargo no existe coincidencia en los estudios que reeren la expresión de
síntomas psicológicos: ansiedad, mayor vulnerabilidad al estrés, miedo, depresión,
irritabilidad, angustia y sentimientos de soledad (García, Muñoz, Ross y Salazar
1982; Gutierrez, Urrutia y Cabieses, 2006).
Ibarra, y sus colaboradores (2001) consideran que la depresión no necesariamente
es resultante de los cambios hormonales, sino que la mujer durante el climaterio
está enfrentando cambios vitales importantes como la emancipación de los hijos,
crisis laborales y maritales. Illanes (2002) y Jokinen (2003) arman que los cambios
psicológicos no se pueden atribuir exclusivamente a la alteración serotoninérgica
resultante de la disminución de estrógenos. Este punto de vista fue planteado en los
primeros estudios acerca del tema (v.g. Neugarten 1965) donde se apreciaba que
la preocupación sobre las consecuencias de la menopausia eran más inquietantes
que los síntomas sicos.
Sarmiento y Gutierrez (2002) concluyen enfáticamente que los síntomas
psicológicos durante el climaterio dependen de la actitud que la mujer tenga
hacia la menopausia; estos investigadores identican que los factores inuyentes
son: la experiencia menstrual, la feminidad y los rasgos de personalidad. Elavsky
y Mc Auley (2007) conrman la importancia de los factores psicosociales en la
manifestación o no de la depresión menopáusica Por su parte Holte y Mikkelsen
(1991) plantearon que la experiencia menopáusica será negativa en las mujeres que
durante la premenopausia hayan enfrentado acontecimientos vitales estresantes:
muerte de los padres, viudez, enfermedad crónica e inactividad profesional.
Casas, Caulo y Couto (2003) consideran que los sudores nocturnos se asocian
con el insomnio, lo que deriva en fatiga e irritabilidad, sin embargo, la dinámica
familiar, las relaciones interpersonales y la satisfacción laboral son más importantes
para el desarrollo de la depresión. En el estudio que llevaron a cabo en Santiago de
Cuba, constataron que sólo el 41% de las mujeres climatéricas con nivel educativo
superior manifestaban sentirse deprimidas. También encontraron que a mayor
apoyo familiar son menos los síntomas psicológicos.
Ojeda y Bland (2006) observaron que las mujeres menopáusicas que tienen mayores
probabilidades de desarrollar trastornos psicológicos son aquellas que presentan
trastornos de personalidad.
Además de las crisis vitales y los trastornos de personalidad, otro factor que inuye
en la expresión de alteraciones del humor y el comportamiento es la falta de
conocimiento acerca del climaterio. Fernández, Ojeda, Padilla y De la Cruz (2007)
observaron en una muestra mexicana de 4162 mujeres entre los 45 a 59 años que
el 87% de ellas poseían poco conocimiento.
Psicología del amor: el amor en la pareja 83
Bismarck Pinto Tapia
Bromberger y su equipo de investigación (2005) observaron que la irritabilidad,
la ansiedad y la tristeza no es un fenómeno universal, sino que se relativiza con la
cultura. Sommer, Avis, Meyer y otros (1999) establecieron que las mujeres africanas
tienen mejor actitud hacia la menopausia que las asiáticas. Im (2005) encuentra
que los calores, dolores de cabeza y aumento de peso eran los únicos síntomas
comunes en cinco grupos de mujeres de distinta raíz étnica.
Jimenez y Marván (2005) en México y Mori y Decuop (2004) en Canadá establecen
que las mujeres que trabajan tienen menos probabilidades de desarrollar síntomas
psicológicos durante el climaterio en relación a las mujeres que no lo hacen.
En denitiva, es posible armar que la reivindicación femenina ha modicado el mito
del climaterio (Ciornai 1999). Se plantea que ha sido la medicina la responsable de
generar la imagen negativa de la mujer menopáusica (Buchanan, Villagran, Ragan,
2002), un ejemplo de ello es que últimamente existe una sobrevaloración de la
delgadez femenina lo que conlleva al deterioro de la autoimagen en las mujeres
menopáusicas (Filip y otros 2000).
La mayoría de los investigadores coincide en señalar que durante el climaterio se
produce una reducción del deseo sexual. Kopera (1992) señaló la relación entre la
disminución de estrógenos y las alteraciones del deseo sexual durante el climaterio.
Nappi y colaboradores (2007) plantearon que uno de los factores que ocasiona
la disminución del deseo es el dolor producido durante el coito (dispareunia) y
las caricias clitorídeas debido a que se produce una alteración en la irrigación
del clítoris . Natoin, McClusky y Leranth (1998) señalan que las alteraciones
en la sexualidad menopáusica se deben fundamentalmente a la alteración de las
sensaciones vibratorias del clítoris y la vagina.
Las alteraciones del deseo en el climaterio se producen debido a la disminución de la
testosterona, hormona esencialmente masculina que se hace indispensable para que
se inicie la respuesta sexual femenina (Rako 1996). Sin embargo, Castelo-Branco
(2003) señala que más de la mitad de las mujeres menopáusicas de la muestra de
su investigación maniestan además de la disminución del deseo, trastornos en
la excitación, dispareunia y trastorno del orgasmo. Ibarra y colaboradores (2001)
plantean que el 67% de las mujeres de su estudio expresan rechazo hacia las
relaciones sexuales con sus parejas, siendo que el 89% de ellas tiene disminuido el
deseo y 96% padecen de anaorgasmia.
Sin embargo, otras investigaciones contradicen la universalidad de la presencia de
disfunciones sexuales durante el climaterio, por ejemplo, Stanford y colaboradores
(1987) hallaron que el 72% de las mujeres percibieron cambios en el interés sexual
en los años cercanos a la menopausia; en el 48% de los casos la alteración fue
Psicología del amor: el amor en la pareja
84
Bismarck Pinto Tapia
disminución del interés sexual, en cambio 23% notaron un aumento del deseo y
20% de las mujeres encuestadas no notaron modicaciones.
En otro estudio llevado a cabo en 2001 mujeres australianas con edades
comprendidas entre 45 y 55 años se determinó que la mayoría de las mujeres
de la muestra (62%) no informó sobre cambios en su interés sexual, mientras el
31% reportó un decremento (Dennerstein, Smith y Burger 1994). En Dinamarca,
se observó que de 474 mujeres nacidas en 1936, entrevistadas a los 40, 45 y
51 años, el 70% no había experimentado cambio en su deseo sexual durante el
climaterio. Fue interesante ver que la modicación en el deseo sexual en las
mujeres de 51 años no se produjo con la menopausia. La conclusión a la que llegan
estos investigadores es que las alteraciones de la respuesta sexual son producto de
la interpretación que la mujer le da a su experiencia menopáusica.
Otro tema de investigación se ha referido a la actividad sexual durante el climaterio,
por ejemplo el Instituto Vasco de la Mujer (1993) señala que 42% de las mujeres de
50 años son inactivas sexuales, incrementándose el porcentaje a 73% a partir de
los 60; en contraste, el 7% de los varones son inactivos sexuales a los 50 años y el
24% a partir de los 60. En Arizona se encuestaron a 2109 mujeres de 40 a 60 años
de edad, encontrándose que el 60% se mantienen activas sexualmente. Además los
investigadores observaron que la satisfacción sexual se relaciona con el contexto
cultural, por ejemplo, las mujeres afroamericanas del estudio manifestaron que se
sentían más satisfechas sexualmente en comparación a las de origen americano; la
presencia de disfunciones sexuales fue más frecuente en las mujeres que no poseían
título universitario (Addis y otros 2006). En Santiago de Chile un estudio realizado
en una muestra compuesta por 1204 mujeres entre 44 a 64 años mostró que el
64% de ellas tenía actividad sexual (Aedo y otros 2006).
A partir de los estudios señalados, se puede apreciar que la actividad sexual femenina
durante el climaterio no necesariamente disminuye, depende de las características
socioculturales del grupo al que se dirige el estudio.
El climaterio es una etapa de la vida femenina que produce una crisis en la identidad
de la mujer. Sin embargo, la crisis puede ser interpretada como una oportunidad o
como un peligro, tal como se sugiere en el ideograma chino para la palabra.
La tendencia desde la década de los sesenta ha sido presentar a la menopausia
como una anormalidad, de tal manera que se ha generado un negocio médico
a partir de la miticación de la menopausia. Por ejemplo, en 1994 se calculaba
que 45000 mujeres estadounidenses estaban recibiendo sustitución hormonal, la
misma cifra de histerectomías se llevaron a cabo en Australia, siendo que el 90%
de las cirugías eran innecesarias (En: Aldana, 2008).
Psicología del amor: el amor en la pareja 85
Bismarck Pinto Tapia
Cuando cesa la menstruación la mujer se pregunta: “¿qué está pasando conmigo?
¿Qué enfrentaré? ¿Quién soy ahora?” Las respuestas a esas preguntas pueden tener
un mayor impacto que el cambio hormonal. Su vida amorosa se puede afectar en
función al tipo de amor que haya construido con su pareja.
En el caso de los esposos maltratadores, la conyugalidad puede deteriorarse debido
a la presencia de creencias que desvaloricen la identidad de la mujer, puesto que
ella se habrá mantenido al lado del marido gracias a la presencia de hijos que la
necesitaban. “Por ustedes he tenido que aguantar a su padre”, es la expresión que
sintetiza la situación de la mujer maltratada. Cuando enfrenta la posibilidad de que
los hijos se vayan de casa, no le queda más remedio que dirigir la mirada hacia
su marido. Tiene tres opciones: primera, impedir que los hijos se vayan de casa;
segunda, romper el matrimonio; tercera, sumergirse en la depresión.
La mujer que ha construido su identidad a partir del servicio al marido, vivirá la
menopausia sin grandes cambios, ella ya anuló el placer y toda posibilidad de
realización personal. El sentido de su vida ha sido hacer feliz al esposo, los hijos
se constituyeron en trofeos obtenidos en la victoria contra las adversidades que
se presentaban para frenar la realización de las expectativas del esposo sobre los
hijos. La frase “he dejado mi vida por ti” resume el sentir de este tipo de mujeres.
Renunciaron y soportaron todo, esperan una recompensa divina por lo que
generalmente se introducen de lleno en supersticiones religiosas cuando la realidad
les muestra que fracasaron.
La mujer que se quedó soltera porque asumió la responsabilidad de “cuidar” a sus
padres, al enfrentar la menopausia reconocerá que su vida la ha regalado a otros
y que el tiempo que le queda es muy corto para apropiarse de ella; además, es
probable que sus progenitores mueran, por lo que experimentará un profundo
vacío que le será muy difícil llenar.
Aquella que hizo del sentido de su vida el ser madre, cuando llega a la menopausia
debe asimilar que no podrá traer nuevos hijos al mundo y contemplar cómo los
que tiene se separan de ella para emanciparse. Para que la vida aún pueda ser
vivida, se aferran de los hijos impidiéndoles la desvinculación, a través de hacerlos
sentir culpables por dejarla, una frase común es: “no me pueden dejar después de
que sacriqué mi vida por ustedes”. Sus alegrías se han limitado a los éxitos de su
progenie, lo propio con el sufrimiento, ha estado supeditado a las desdichas de los
hijos. Estas madres se convierten en las suegras que invaden la vida conyugal de sus
hijos, descalicando a la nuera o al yerno.
Psicología del amor: el amor en la pareja
86
Bismarck Pinto Tapia
A decir de Marcela Lagarde (1993), estas cuatro mujeres [maltratadas, al servicio
del marido, madres de sus padres y madres eternas] se tipican como las
“madresposas” que cometieron “micro suicidio”, en el sentido que renunciaron a sí
mismas para vivir para los otros. El climaterio les obliga a mirarse y al no encontrar
nada que las haya realizado sin depender de los demás se deprimen. Les ocurre
lo que a los pajarillos que vivieron enjaulados: cuando se les abre la jaula preeren
mantenerse en ella porque ¡tienen miedo a volar!
La mayoría de las hijas de las “madresposas” han luchado en contra del modelo de
mujer que les ofrecieron. Los movimientos feministas son la expresión radical de
la negación de la mujer como madre y esposa abnegada. La manifestación de la
liberación ha ocasionado que los varones entremos en crisis. Acostumbrados a ser
“atendidos” por nuestras madres y con un modelo de hombre proveedor ofrecido
por nuestros padres, hemos sido incapaces de construir un modelo masculino
que involucre aspectos femeninos como ser: la expresión de sentimientos y los
quehaceres en el hogar.
Los varones de todas las culturas tienen la necesidad de probar continuamente su
masculinidad, para ello, además de competir en actividades de fuerza, se ha utilizado
a la mujer como trofeo (Gilmore 1994, pág.25). La rebelión de las mujeres ha
sido insoportable para los varones machistas porque la emancipación femenina los
dejaba a expensas de sus incapacidades de sobrevivencia en el hogar: los varones
no han sido entrenados para ser madres ni amas de casa.
Las mujeres en proceso de emancipación deben batallar contra los sentimientos
de culpa ocasionados por los mandatos rígidos dirigidos a la manutención del rol
de “madresposa”. La autorrealización está cargada de culpa porque se asocia al
abandono de las tres funciones del mandato machista: ser madre, ser esposa y ser
ama de casa.
Las “madresposas” censuran tácitamente a las mujeres que trabajan, a las que son
capaces de alcanzar el placer y a las que deciden realizar sus sueños exentos del
servicio a los demás. Los esposos machistas boicotean los intentos de emancipación
y autorrealización a través del maltrato y el chantaje.
Las “madresposas” no podían romper sus matrimonios porque no eran autónomas
económicamente, los maridos las chantajeaban con el dinero y con la tenencia de
los hijos. Las mujeres en proceso de emancipación pueden dejar a sus esposos
puesto que han logrado autonomía económica. Por ello es que el único recurso
para el chantaje que les queda a los maridos machistas es la tenencia de los hijos.
Psicología del amor: el amor en la pareja 87
Bismarck Pinto Tapia
Las mujeres en proceso de emancipación que no tuvieron más remedio que asumir
el rol de “madresposas” viven la menopausia como señal de que se acerca el nal
de sus vidas y no lograron realizarse, por ello esperan que sus hijas logren lo que
ellas no fueron capaces de alcanzar. El vínculo amoroso en su matrimonio estará
carente de pasión e intimidad; la menopausia se convertirá en un pretexto para
distanciarse de su pareja.
Cuando ocurre la menopausia en las mujeres emancipadas, la pasión que sienten
por realizar sus sueños hace con que prácticamente pase desapercibida porque
el sentido de su vida es indiferente al anuncio del término de su fertilidad. Si se
mantienen casadas, el esposo es alguien que apoya el desarrollo de sus logros, y
probablemente se trate de un varón que abandonó la estructura mental machista
por lo que será capaz de asumir funciones tradicionalmente femeninas.
Cuando la mujer emancipada deja de menstruar su vida sexual se adaptará a
los cambios. Con su pareja encontrarán alternativas eróticas para continuar
disfrutando de sus encuentros sexuales. Se producirá una especie de “adolescencia
adulta”, porque las modicaciones hormonales se ligarán con nuevas sensaciones:
la sensualidad se hará más táctil y más serena. La renovación erótica y la
desvinculación de los hijos promueven en la pareja el incremento de la intimidad, el
volver a enamorarse y la forja de nuevos planes conyugales.
Si la mujer rompió su matrimonio porque reconoció en su pareja alguien incapaz
de acompañarla en el camino que la lleva a la autorrealización, cuando le sucede
la menopausia, no se contemplará a sí misma como un ser humano incapacitado
de amar, todo lo contrario, sentirá la necesidad de compartir su nuevo cuerpo y su
nueva alma con alguien dispuesto a recibirlos. Es así que se abre la posibilidad de
que pueda reescribir su historia de amor con nuevos ojos y con la madurez suciente
que le permitirá involucrarse plenamente en la experiencia de amar y ser amada.
3. El ciclo vital de la pareja
Ahora que me miraste y que viniste,
Me encontré pobre y me palpé desnuda.
Gabriela Mistral
El concepto de ciclo vital hace alusión a la biología y al desarrollo de la vida:
nacer, crecer y morir. Entonces, es un proceso relacionado con el crecimiento y
el establecimiento de etapas sucesivas para que un sistema alcance su meta. En
Psicología del amor: el amor en la pareja
88
Bismarck Pinto Tapia
ese sentido, el n de una etapa anuncia la aparición de la siguiente. Haley (2006)
hace alusión a las etapas del ciclo vital familiar. Otros investigadores, han recurrido
al concepto para aplicarlo a la evolución de la pareja (Raje, 1997. Montgomery y
Sorell, 1997).
El enfoque sistémico considera que las crisis evolutivas son indispensables para la
reorganización de un sistema, de ahí que las etapas de cualquier ciclo son precedidas
por la presencia de conictos, la solución conlleva al surgimiento de una nueva
etapa (Pinto, 1995, Rios, 2005).
El ciclo vital de la pareja se inserta en un contexto cultural, de tal manera que
sus variaciones dependerán de los requerimientos sociales, por ejemplo, en la
cultura aymara Albó (1976) identica las siguientes etapas: sart’asiña (anuncio de
compromiso), irpaq’a (llevarse), sirw i skiwa (está sirviendo); kasarasiña (casarse).
Pinto, (2011) reivindica una primera etapa: wayllusiña (enredarse).
En la cultura occidental las etapas son: atracción, enamoramiento, simbiosis,
desencanto, lucha de poder, emancipación, re encuentro. Sin olvidar que se trata
de un modelo la utilidad radica en poder ubicar la evolución de las crisis como
momentos que anuncian un cambio hacia el crecimiento de la relación.
3.1. La elección de pareja: la atracción.
Oh sonrisa, primera sonrisa, sonrisa nuestra.
Qué único fue aquello: respirar el aroma
De los tilos y oír el silencio del parque…
Y de pronto mirarse, y sonreír de asombro.
Rainer Maria Rilke
Al igual que el miedo, el deseo sexual está determinado por nuestros genes: ante
la oportunidad de cópula nuestro organismo ordena la activación de la respuesta
sexual. En la mayoría de los mamíferos la atracción sexual se da por la recepción de
las feromonas, la misma que se recibe en el órgano vómeronasal (OVN), también
denominado órgano de Jakobson, sus receptores se localizan en el epitelio sensorial
del órgano olfatorio.
En 1891 Potiquet identicó el OVN en el ser humano, sin embargo el
descubrimiento pasó desapercibido hasta que en 1991 García-Velasco llevó a cabo
una detallada descripción del órgano y analizó su desarrollo desde la gestación. En
1986 Winnifred Cutler demostró por primera vez la existencia de feromonas en
Psicología del amor: el amor en la pareja 89
Bismarck Pinto Tapia
los humanos al exponer a un grupo de mujeres a la sudoración axilar de varones,
observó que se alteraba el ciclo menstrual. Ivanka Savik (2005) llegó a la conclusión
de que en los seres humanos la proteína afrodisina (identicada en hamsters) es
una feromona que precipita el deseo sexual en homosexuales. Savik determinó que
existen dos tipos de feromonas en los seres humanos, la feromona masculina AND
y la femenina EST.
Además de la recepción olfativa de la EST, el deseo sexual masculino está
relacionado con la estimulación visual. Una vez detectados los estímulos eróticos,
se produce la activación del área preóptica medial y el núcleo ventromedial del
hipotálamo de donde parten “órdenes” a las glándulas suprarrenales para que
emitan feniletilamina11. La secreción de feniletilamina precipita la intervención del
área septal y del complejo núcleo estriado-sustancia nigra de los ganglios de la base,
produciendo dopamina para proteger las conexiones nerviosas dada la ingente
estimulación.
A la par que se produce la sensación de “ardor sexual” por la combinación de
dopamina y feniletilamina, en el cerebro masculino al excitarse los núcleos
supraópticos, el organismo se informa de un desequilibrio en la acumulación de
líquidos, por lo que las neuronas de la amígdala medial y el núcleo del lecho de la
estría terminal precipitan la producción de vasopresina12, la que será determinante
para la erección del pene.
Dabbs (2001) estableció que durante la activación sexual masculina, interviene el
núcleo amigdalino emitiendo grandes cantidades de testosterona. La presencia de
testosterona es indicadora de la conducta depredadora, razón por la que Dabbs
considera que el amor masculino está asociado a la violencia. La función de la
predisposición al ataque se ha referido a la necesidad de pelear con otros machos
por la posesión de la hembra y también para retenerla.
Según Buss (1996), el varón en la naturaleza tenía que demostrar a las hembras
que era el más fuerte, por lo que hacía alarde de sus virtudes físicas. Por su parte
Fisher (2007), considera que los machos humanos iban detrás de las hembras que
les aseguraban la reproducción de sus genes, por lo tanto, mientras más mujeres
eran fecundadas, mayor era la probabilidad de tener hijos. Los planteamientos de
11 La feniletilamina es una amina aromática (C8H11N), es una hormona activadora del sistema nervioso
al igual que las anfetaminas. Klein y Lebowitz, del Instituto Psiquiátrico de Nueva York la asociaron al
enamoramiento, puesto que comprobaron que se produce ante las miradas de conquista.
12 La vasopresina es una hormona peptídica antidiurética, es decir, disminuye la eliminación de agua. Su
presencia en el organismo produce vasocontricciones, las cuales conllevan a la erección del pene.
Psicología del amor: el amor en la pareja
90
Bismarck Pinto Tapia
Buss y Fisher sugieren que la sexualidad masculina estuvo regida por la tendencia a
tener varias parejas, en otras palabras: ¡los varones somos ineles innatos!
La activación del deseo sexual femenino depende de la excitación del núcleo ventro
medial del hipotálamo y el núcleo supraquiasmático. La respuesta sexual femenina
se inicia gracias a la secreción de estradiol13 y testosterona14, es interesante observar
que se da un incremento de ambas hormonas durante la etapa de la ovulación,
predisponiendo a la mujer para el “ardor sexual”. La estimulación del OVN por
la AND masculina promueve la alteración siológica en la mujer, sin embargo, a
diferencia del varón que es fundamentalmente viso-sexual, la sexualidad femenina
se inicia con el deseo provocado por múltiples sensaciones, por lo que es factible
decir que la mujer es poliseonsorial-sexual.
La feniletilamina produce la emisión de dopamina tanto en el cerebro masculino
como femenino, sin embargo, en la mujer se maniesta la presencia de oxitocina15
durante su respuesta sexual, principalmente en el orgasmo.
Según Fisher y Buss, la mujer en la naturaleza buscaba al macho alfa16 para
asegurarse de que su progenie sea la más fuerte. La hembra humana al sentirse
atraída sexualmente por el más fuerte, hizo que los machos compitiesen entre ellos,
de ahí que para la identidad masculina sea importante demostrarse como el más
prestigioso y capaz de otorgar protección a la hembra.
La producción de tantos neurotransmisores estimulantes en el varón y la mujer,
determina que el sistema nervioso deba protegerse a través de la exudación de
b-endorna17 precipitada por la estimulación del tálamo, hipotálamo, amígdala y
locus coeruleus. Esta sustancia produce dos fenómenos subjetivos: la sensación de
tranquilidad y de “volar”, tal cual ocurre con las drogas alucinógenas y sedativas.
13 El estradiol es una hormona del grupo de los estrógenos
14 Rako S. (1996) La hormona del Deseo-Cómo mantener la libido femenina más allá de la menopausia.
Girona: Tikal
15 La oxitocina es una hormona péptida compuesta por nueve aminoácidos, diere de la vasopresina por
sólo dos aminoácidos.
16 En etología se denomina macho alfa al líder de un grupo animal. Es el macho más fuerte cuya función
es la de proteger al grupo, su principal benecio es que se asegura de que las crías le pertenecen,
por ello evita que los otros machos copulen con las hembras.
17 La b-endorna es un polipéptido asociado con la inhibición del dolor, su constitución es similar a los
opiáceos.
Psicología del amor: el amor en la pareja 91
Bismarck Pinto Tapia
Las hembras de nuestra especie a diferencia de la mayoría mamíferas18 no
maniestan un periodo de celo, estando dispuestas a la cópula siempre y cuando se
active su deseo, lo cual es probable que se relacione con la alta mortalidad infantil
debido a las dicultades del parto y las contingencias nefastas para los bebés en
la naturaleza. Al parecer el sistema neural de activación del deseo es distinto en
varones y en mujeres, en ellos el deseo es principalmente activado por estímulos
externos, en ellas la activación proviene de los cambios siológicos internos. White,
Nicholas, Gritton, Truong,, Davidson y Jorgensen (2007)19 En ambos sexos, la
excitación conlleva un estado alterado del organismo, por lo que la corteza cerebral
se encarga de darle sentido.
En relación a la primera forma de excitación –externa-, Pipitone y Gallup (2007)
descubrieron que la voz femenina es distinta en función al momento de su ciclo
menstrual, resultando más atractiva para los varones durante la etapa fértil, las
mujeres que alteran su ciclo a través de pastillas anticonceptivas no maniestan la
variación sonora de su voz.
Rupp y Wallen (2008) estudiaron las diferencias de la excitación sexual a partir de
estímulos visuales en varones y mujeres. Encontraron que los hombres parecen ser
más inuidos por imágenes sexuales independientemente del estado de su organismo
y de sus creencias; mientras que en las mujeres la respuesta varía dependiendo de
su estado siológico y de las actitudes hacia las fotografías eróticas.
Además de la excitación visual y auditiva, varias investigaciones muestran la
importancia del olfato en los seres humanos en la atracción sexual (Grammer,
Fink y Neave, 2008). Por ejemplo, el estudio de Penn, Grammer y Oberzaucher
demostraron que cuando una mujer segrega la hormona copulina20, los niveles
de testosterona aumentan en su pareja sexual masculina a la par que segrega
androstenona21 que produce un olor que aleja a las mujeres que no están ovulando
18 Las hembras de los bonobos tampoco entran en celo, al igual que las humanas están prestas para la
cópula en cualquier momento. Ver: De Waal, F. (1997).
19 Es importante señalar que la división entre estimulación externa e interna es una apreciación simplicada
de los complejos procesos de organización de la actividad sexual humana, puesto que no se trata de
un organismo pasivo ante el contexto ambiental y siológico.
20 La copulina es una hormona femenina segregada durante la ovulación (el periodo fértil de la mujer),
Astrid Jutte la ha identicado como una potente feromona humana. Para profundizar ver: Borgarelli,
P. (2007) Aporte para el conocimiento anatomo-funcional del órgano vomeronasal humano y su
probable relación con la conducta socio-sexual. En: Revista Alcmeon, Vol. 14, Nº1. Disponible en:
http://alcmeon.com.ar/14/53/borgtotal.pdf
21 Androstenona: feromona humana que al ser expelida produce en la mujer la sensación que se encuentra
delante de un hombre dominante (macho alfa) ocasionando la activación del deseo; en cambio,
Psicología del amor: el amor en la pareja
92
Bismarck Pinto Tapia
y atrae a las que sí lo están (Penn, Oberzaucher, Grammer, Fischer, Soini, Wiesler,
Novotny, Dixon, Xu, y Brereton, 2007)
En cuanto a la activación del deseo por cambios hormonales internos, Katherine
Hirschenhauser analizó el contenido de testosterona en la saliva de veintisiete
varones todos los días durante tres meses, también se les solicitó información sobre
su actividad sexual, la intensidad de la misma y si la llevaban a cabo con su pareja
habitual. En todos los hombres examinados, se presentaron subidas y bajadas de
los niveles testosterona, principalmente en aquellos que con su pareja buscaban un
embarazo: el incremento de la testosterona coincidía con los periodos de actividad
sexual intensa (Hirschenhauser, Oliveira, 2005).
Por su parte James Pfaus y Lisa Scepkowski se les dio a oler copulina impregnada
en hisopos de algodón a un grupo de voluntarios, mientras que a otro grupo se
les hizo oler una sustancia con olor parecido. El resultado fue que los hombres que
habían olido la copulina tuvieron un incremento de 100 y el 150 por ciento de
testosterona. La conclusión es que las mujeres segregan la feromona copulina en
sus uidos vaginales que activan la producción de testosterona en su pareja (Pfaus,
Scepkowski, 2005).
Otros estudios conllevan a sustentar la hipótesis según la cual la atracción sexual es
consecuencia de la activación de ciertas áreas cerebrales a partir de la precipitación
de sustancias emitidas por la persona o por la propia segregación interna de
hormonas asociadas a los cambios biológicos del ciclo reproductivo (Por ejemplo:
Pfaus, Scepkowski, Georgescu, 2006).
La atracción sexual dura máximo dos años según el estudio de Marazziti (2005)
sobre el contenido de neurotronas22 en la sangre de un grupo de voluntarios
quienes previamente fueron clasicados según una escala de amor. Marazziti
observó que con el pasar de los años las hormonas del deseo dan lugar a mayor
secreción de la “hormona de la ternura”, la oxitocina.
El deseo sexual produce un estado alterado de la conciencia, inhibe la posibilidad
de discernimiento porque tiene una nalidad fundamental para la supervivencia:
¡procrear!
A estos antecedentes biológicos se añaden los factores sociales, Money (1980) por
ejemplo, considera que la elección de pareja la hacemos a través de los mapas del
cuando es percibida por otros varones, la sensación es que se está en presencia de un competidor.
Información disponible en: http://www.feromonas.org/index.html?lang=es&target=d13.html
22 Las neurotronas son proteínas que sirven para proteger a las neuronas y permitir el desarrollo de
conexiones óptimas entre ellas.
Psicología del amor: el amor en la pareja 93
Bismarck Pinto Tapia
amor construidos en nuestra infancia a partir de las relaciones con las personas que
nos son afectivamente signicativas: padres, amigos, profesores, etc. Estos mapas
se conguran como referentes de las características que nos son atrayentes y que
determinarán la selección de pareja.
Murray, S., Holmes, Bellavia y Grifn (2002) estudian 77 parejas casadas y 28
cohabitantes, encuentran que los rasgos que les atrajeron de su pareja, corresponden
en realidad a sus propios rasgos de personalidad. El alma gemela no es otra cosa
que una proyección del sí mismo.
Si bien existe evidencia acerca de la inuencia de los olores eróticos asociados a la
atracción sexual (Bhutta, 2007), en los cuales se pone de evidencia la compatibilidad
genética, como por ejemplo el complejo de la histocompatibilidad (Wedekind,
Seebek, Bettens, Papke, 1995), otros estudios se inclinan por la importancia
de la estética del rostro humano y su relación con la salud, de tal manera, que
nos sentiremos más atraídos por los rostros simétricos pues éstos tienen mayor
probabilidad de pertenecer a personas que nos aseguran hijos sanos (Thornhill, y
Grammer 1999).
Se ha vericado que el interés sexual por parte de las mujeres, no se centran
únicamente en los benecios genéticos, sino también en la importancia de elegir
un varón que pueda protegerlas. De ahí que la selección por los rostros estéticos
tiene que ver con la salud genética, pero se hacen secundarios a las características
de prestigio que auguran un buen nivel de cuidado de sí misma y de la prole (De
Bruine, Jones, Tybur, Lieberman y Griskevicius, 2010).
Es interesante observar que las mujeres consideran los indicadores de prestigio social
además de la atracción sexual, mientras que los varones se jan fundamentalmente
en los aspectos asociados con la belleza femenina (Alexander y Charles, 2009).
Cuestiones que nos remiten una vez más a condicionantes logenéticos en la
selección de pareja. Los varones nos sentimos más atraídos por una mujer que está
ovulando que por otra que no lo está (Pawlowski y Sorokowski, 2008).
En la ópera de Donizetti, “Elixir de amor” Nemorino está enamorado de Adina,
sin embargo no es correspondido, porque él es un campesino y Adina aspira
a mejorar su estatus social por lo que preere al sargento Belcor. El ingenuo y
sufrido Nemorino se deja engatusar por el charlatán Dr. Dulcamara (una especie
de pajpako italiano), quien le ofrece un elixir que supuestamente fue utilizado por
Isolda para fascinar a Tristán.
Como era de esperar, el elixir no surtió el más mínimo efecto, Adina ignora al pobre
Nemorino. La desilusión del campesino, hace con que considere que necesita beber
Psicología del amor: el amor en la pareja
94
Bismarck Pinto Tapia
más del elixir de Dulcamara, consigue el dinero necesario para comprarlo y vuelve
a beber aquel ltro de amor (en realidad es vino de muy mala calidad). Nemorino se
emborracha y la embriaguez le lleva a ser indiferente ante su amada. Ésta se siente
despreciada por lo que busca el deseo de Nemorino, quien atribuye la inesperada
respuesta amorosa de la muchacha a los poderes mágicos del elixir.
¿Existe el elixir del amor? En la química de nuestros organismos sí. En la mujer
principalmente la oxitocina, en el varón la testosterona y en ambos la vasopresina.
La oxitocina es sintetizada por el núcleo supraóptico y el paraventricular del
hipotálamo, tanto en los varones como en las mujeres, aunque en la mujer se
produce en mayor cantidad. En la mujer es segregada en el torrente sanguíneo
cuando se succionan los pezones, la estimulación de los genitales y la distensión del
útero. Por lo tanto su presencia ocurre durante la lactancia, la estimulación sexual,
el orgasmo y el parto.
Interactúa con la vasopresina y en el caso de las mujeres es regulada por el estrógeno.
Se relaciona con el cuidado y protección tanto en los animales como en los seres
humanos. La ecuación es la siguiente: a mayor oxitocina, mayor tendencia a la
protección. Es probable que ésta sea una de las razones por la cual algunas mujeres
pueden considerarse enamoradas de personas indefensas, cuando en realidad lo
que sienten es pena.
El 2002, Macrae y sus colaboradores publicaron un estudio sobre la relación entre
las hormonas femeninas y la atracción sexual. La investigación consistió en poner a
prueba en el reconocimiento de rostros masculinos a cincuenta mujeres durante dos
fases distintas de su ciclo menstrual: el día de la ovulación y los dos días anteriores y
los tres primeros días del ciclo. Durante los días fértiles las participantes del estudio
identicaban con un poco más de rapidez a un varón y lo asociaban con valores
eróticos, mientras que los días menos fértiles el reconocimiento se hacía más lento
y no otorgaban atributos atractivos a las fotografías.
La oxitocina se relaciona con la conanza, tal como lo demostró el estudio de
Kosfeld, Heinrichs, Zak, Fischbacher y Fehr (2005), la inhalación de la mencionada
hormona incrementa la posibilidad de correr riesgos sociales. El elixir de amor para
las mujeres debe poseer ingentes cantidades de chocolate, puesto que es probable
que posea activadores de la oxitocina (Billings et al. 2006).
Es indudable que en las mujeres su estado siológico afecta la dirección de sus
intereses amorosos, los residuos de los mandatos genéticos de nuestras antepasadas
inuyen aún en la activación sexual de las mujeres del siglo XXI.
Psicología del amor: el amor en la pareja 95
Bismarck Pinto Tapia
Una comida con altos niveles de colesterol no benecian al erotismo, puesto que
el colesterol se plasma como un inhibidor de la respuesta sexual masculina. Así lo
indica el estudio realizado por un equipo de investigadores de la Universidad de
Pavia (Fogari et al. 2002).
Por su parte Wells, Read, Laugharne, y Ahluwalia, 1998) demostraron que existe
una estrecha relación entre bajos niveles de colesterol y la expresión de la ira y la
manifestación de tristeza.
El equipo de Wei (1994) demostró que los excesos de colesterol o su falta inuyen
directamente en la erección. Estudios similares coinciden en señalar la disminución
de la actividad sexual o la expresión de problemas en la respuesta sexual de los
varones con altos niveles de colesterol concomitantes a presión arterial elevada. La
testosterona se relaciona con los grados de colesterol, por lo que es imprescindible
su producción considerando la frontera entre lo saludable y lo insalubre. De ahí que
si la oxitocina se encuentra en el chocolate, la testosterona lo hace en la carne con
poca grasa.
Tomando en cuenta estas consideraciones, Asha y su equipo de investigación
(2009), elaboraron un listado de alimentos que podrían producir el incremento
del deseo sexual y una adecuada respuesta sexual: palta, locotos, apio, chocolate,
aceite de oliva, higos, miel, regaliz negro, hinojos, entre otros alimentos.
En síntesis la atracción sexual se establece a partir de órdenes ciegas por parte de
nuestro organismo que pretende la perpetuación de nuestros genes, de ahí que la
ovulación produzca mayor atractivo en las mujeres (Miller y Maner, 2011). Pero la
atracción no dene el vínculo, para ello las personas necesitamos enamorarnos.
La ciencia del siglo XXI nos ofrece la posibilidad de producir un efectivo elixir de amor,
sin ser propiamente un émulo del Dr. Dulcamara, puesto que a diferencia del mañoso
doctor ofreceríamos legítimamente productos que en el laboratorio se mostraron
ecaces. ¿Qué lograríamos? Un varón desesperado por concretar un coito y una mujer
tierna con escozores, y aquél que se dio un banquete de apio irá desparramando en
el aire el olorcillo de la feromona masculina. Lo que habríamos obtenido es un caldo
para activar los genitales, de ninguna manera una poción de amor.
El deseo de amar es más intenso que el deseo de copular, los seres humanos
queremos amar y ser amados, no solamente concretar un encuentro entre
genitales. El elixir de amor no existe, apenas podemos preparar los picantes caldos
del deseo. Aún si éstos funcionaran el efecto desaparecería después de saciado el
deseo. Como suele ocurrir en el caso de los encuentros apasionados e irracionales
de los jóvenes amantes.
Psicología del amor: el amor en la pareja
96
Bismarck Pinto Tapia
El amor no se cocina con la mezcla de los productos mencionados en este artículo,
el amor es una compleja construcción entre dos personas que son capaces de
mantenerse unidas a pesar de la desaparición del deseo. El deseo es efímero, al
satisfacerse deja de ser necesario. El erotismo pasional pronto da lugar al tedio,
las parejas que se llevan bien sexualmente no necesariamente lo hacen en la
convivencia cotidiana.
El amor requiere de la confrontación de intereses y valores, el planteamiento de
metas comunes y el respeto por el desarrollo personal independiente de la relación.
La atracción se hace a través de la intuición que nos indica que esa persona puede
compartir con nosotros la vida. Si bien los elementos biológicos pueden ser la base
de la selección de pareja, no son necesarios. Muchas parejas se han establecido
a partir de encuentros fortuitos, otras por conveniencia y algunas por el deseo.
Valdrá la pena investigar al respecto, mientras Nemorino y Adina disfrutan de su
amor más allá de aquel brebaje embriagador que lo único que hizo fue enriquecer
al Dr. Dulcamara.
3.2. El estrés del deseo: el enamoramiento.
Y te amo…
en el olor que tiene mi cuerpo de tu cuerpo.
Piedad Bonnet
Dorothy Tennov en 1979 investigó el enamoramiento en cuatrocientas personas
(varones y mujeres) en la Universidad de Bridgeport en Connecticut (Estados
Unidos de América) identicando por primera vez desde una perspectiva cientíca
los síntomas del enamoramiento: temblores, palidecer o ruborizarse, sentimientos
de incomodidad, tartamudeo y pérdida del control de las emociones. Quedó
demostrado posteriormente que esas reacciones son universales. ¿Por qué ocurren
esas alteraciones físicas cuando nos sentimos atraídos por otro ser humano?
La naturaleza dotó a los seres vivos con un programa genético que les permitiera
adaptarse y sobrevivir a las amenazas del entorno, el ser humano no fue una
excepción. Fuimos determinados para ser presas y no depredadores, nuestras
condiciones físicas nos hacían tan vulnerables como cualquier otro animal de la
sabana africana. Somos una especie que ha sobrevivido gracias a la inusual habilidad
de organizarnos en grupo y no por los limitados recursos defensivos de nuestro
cuerpo (Linares, 2012). Por ejemplo, la velocidad máxima que alcanzamos es de
treinta kilómetros por hora, un guepardo durante la caza llega a una velocidad
mínima de ochenta kilómetros por hora, la gacela logra setenta kilómetros por hora.
Psicología del amor: el amor en la pareja 97
Bismarck Pinto Tapia
Como éramos muy frágiles ante los depredadores, hemos desarrollado un sistema
emocional de alerta excepcional. El miedo por ejemplo, es la consecuencia de la
segregación de epinefrinas que excitan al sistema muscular preparándonos para
la huida. Gracias a la adrenalina, ante la visión de dos guepardos hambrientos
podíamos acelerar nuestra corrida hasta treinta y siete kilómetros por hora, o nos
quedábamos paralizados como la zarigüeya con la esperanza que los guepardos
sean gourmets sosticados que desechen cadáveres. ¡Lo más probable era que
seamos devorados!
Hoy en día tenemos pocas experiencias donde nuestra vida está en riesgo por
peligros naturales, sin embargo, la carga genética continúa intacta, pues los genes no
se han enterado que hemos superado nuestra vulnerabilidad natural. Continuamos
segregando las mismas sustancias químicas que eran indispensables para sobrevivir,
ningún león nos persigue pero nuestro organismo se colma de activadores del
sistema nervioso cuando tenemos que enfrentar un examen académico. Los
estímulos han cambiado, pero las respuestas emocionales siguen siendo las mismas
porque los esquemas genéticos son inmutables: nuestro organismo es ciego,
responde a la estimulación de las hormonas.
El estrés es consecuencia de nuestra “degeneración” genética. Nos sometemos
a una situación social inocua para nuestra supervivencia natural (ejemplos: llegar
a tiempo a la ocina, estudiar para un examen, hacer la para tomar el minibús,
etc.), nuestro organismo interpreta la señal como peligrosa y empieza a segregar
adrenalina para que escapemos de la situación. Como no huimos, la emisión de
adrenalina se incrementa saturándose, por lo que liberamos dopamina para proteger
a nuestras neuronas. Nuestros músculos se tensionan, el corazón incrementa sus
palpitaciones, transpiramos e incrementamos el ritmo respiratorio: estamos en un
estado de alerta para evitar al estímulo amenazante.
Como no nos retiramos ni atacamos a la amenaza, nuestro cuerpo puede colapsar,
por eso activamos la producción cortisol (hidrocortisona) desde las glándulas
suprarrenales para activar las vías metabólicas, y así aumentar la concentración de
glucosa, lípidos y aminoácidos, todo con el n de enviar energía a los músculos,
evitando un infarto cardíaco.
Hans Selye describió el Síndrome de Adaptación General en 1936 y propuso
el término inglés stress para referirse a la tensión muscular que se presenta en
personas que deben enfrentar situaciones amenazantes de las cuales no pueden
escapar. Encontró coincidencias en el comportamiento de empresarios jóvenes
que sufrían de dolencias cardíacas denominándolo Conducta A.
Psicología del amor: el amor en la pareja
98
Bismarck Pinto Tapia
En 1980 Lázarus y Folkman explicaron al estrés como consecuencia de la
interpretación cognitiva desadaptada de la realidad, es decir: no es consecuencia
del estímulo, sino de la atribución que las personas le dan. Se trata de una reacción
siológica generada por la percepción catastróca de eventos sociales en los cuales
la amenaza no es la muerte física sino la “muerte social”, en el sentido de que
tememos ser rechazados por el grupo o fracasar en el logro de alguna meta.
Cabe concluir que el estrés es un evento moderno que puede llevarnos a la tumba
puesto que la exposición permanente a situaciones estresantes conlleva la excesiva
producción de cortisol que acabará convirtiéndose en un destructor de tejidos y
músculos, ocasionando el riesgo de padecer trastornos cardíacos.
El enamoramiento surge como consecuencia de la inhibición del deseo. Ante el
estímulo erótico el sistema nervioso activa al endocrino para preparar la cópula,
pero las regiones prefrontales inhiben el impulso, por lo que la producción de
feniletilamina, vasopresina, testosterona, estrógenos y oxitocina se incrementa,
produciéndose mayor exudación dopaminérgica hasta la secreción de endornas.
La alteración en la homeostasis de nuestro organismo determina un desequilibrio
en la serotonina23, lo mismo ocurre con la acetilcolina24.
Como no se da lugar al mandato de cópula, la persona tiene varios síntomas de la
depresión asociados al descenso de la serotonina: falta de interés en las actividades
cotidianas, insomnio, pérdida de apetito, fatiga, disminución de la capacidad de
concentración.
Así mismo desarrolla patrones similares al trastorno obsesivo compulsivo debido al
incremento colinérgico: pensamientos e imágenes recurrentes relacionados con la
persona deseada, conductas compulsivas e irracionales como deshojar margaritas,
escribir el nombre de la persona que se quiere en diversos lugares, etc.
La presencia desmesurada de dopamina y acetilcolina, es también común en las
toxicomanías, como por ejemplo en la adicción a la marihuana (Escobar, Berrouet
y González, 2009) Llama la atención que las personas fanáticas de las sectas y
las enamoradas, se comporten de la misma manera que las adictas a las drogas,
presentando los síntomas del síndrome de abstinencia y de tolerancia (Rodriguez,
2000)
23 La serotonina o 5-hidroxitriptamina (5-HT), es un neurotransmisor inhibidor del sistema nervioso, su
disminución se relaciona con la depresión.
24 El primer neurotransmisor descubierto fue la acetilcolina; es la encargada de la transmisión nerviosa
preganglionar a la postganglionar en el sistema nervioso autónomo. Se sabe que está relacionada con
la memoria y el aprendizaje. Su excesiva producción se asocia con el trastorno obsesivo compulsivo.
Psicología del amor: el amor en la pareja 99
Bismarck Pinto Tapia
La abstinencia se reere a la crisis de angustia que sobreviene cuando no se ha
consumido la dosis necesaria de droga. La persona enamorada pasa por la misma
experiencia, si no ve a la persona que desea o por lo menos no logra una breve
comunicación (como por ejemplo recibir un correo electrónico), ingresa en un
grave estado de desesperación hasta que logra nalmente encontrarse con ella. El
encuentro, al igual que una inyección de heroína en el heroinómano.
Al igual que en la drogadicción, la persona enamorada desarrolla la tolerancia,
requiere cada vez más la presencia de la persona deseada, es una necesidad
insaciable. El estado psicológico depresivo, obsesivo y adictivo es expresado
notablemente por los siguientes versos de Fernando Pessoa:
Amar es pensar.
Y yo casi me olvido de sentir sólo pensando en ella.
No sé bien lo que quiero, incluso de ella, y no
pienso más que en ella.
Tengo una gran distracción animada.
Cuando deseo encontrarla
casi preero no encontrarla,
Para no tener que dejarla luego.
No sé bien lo que quiero, ni quiero saber lo que
quiero. Quiero tan solo
Pensar en ella.
Nada le pido a nadie, ni a ella, sino pensar.
La separación de los enamorados ocasiona dolor. La presencia de la sustancia P25
se ha identicado en pacientes drogadictos y en los enamorados. Blum y Comings
acuñan el término “síndrome de décit de recompensa” para referirse a que la
adicción se relaciona con la huida al dolor y no con la búsqueda de placer.
Según Rodríguez (2000), la presencia de la sustancia P en adictos a las drogas
y sectas, también se patentiza en los enamorados. En el enamoramiento es la
ausencia de la persona querida la que ocasiona la activación de la sustancia P. La
necesidad del otro se relaciona con la segregación de endornas que inhibirán la
acción dolorosa de la sustancia P.
25 La sustancia P es el primer neuropéptido activo considerado como neurotransmisor. Su función es la de
contraer los músculos, también está relacionada con la sensación de dolor crónico, las endornas la
inhiben. Ver: Ornstein, R., Sobel, D. The healing brain: breakthough discoveries. Nueva York: Simon &
Schuster.
Psicología del amor: el amor en la pareja
100
Bismarck Pinto Tapia
El dolor de los enamorados puede ser tan intenso que en algunos casos se produce
la muerte debido a la cardiomiopatía de Takotsubo26. Según Martin Corwie del
Hospital Brompton, en Londres, las personas que sufren la pérdida de un ser
amado tienen mayor riesgo de morirse después de seis meses de la pérdida. Frances
O’Connor denominó “pena compleja” al síndrome del corazón roto que se asocia
con la cardiomiopatía de Takotsubo27.
“¡Me muero por ti!”, “me estoy muriendo de amor” y otras frases expresadas
por amantes frustrados aparentaban ser las manifestaciones poéticas de corazones
desesperados. Sin embargo, en 1990 se publica el artículo “Takotsubo-type
cardiomyopathy dueto multivessel spasm” en el cual se describen los hallazgos de
dos cardiólogos japoneses: Sato y Dote.
Se trata de la descripción de varios pacientes diagnosticados inicialmente como
portadores de un infarto del miocardio, sin embargo cuando llevan a cabo el estudio
coronariográco encuentran que no existe taponamiento de las vías vasculares
coronarias, además de que durante la evolución del problema se resuelven las
anomalías de la contractibilidad de los ventrículos. Estaban pues enfrentando un
falso ataque cardíaco, al que denominaron “síndrome de Takotsubo”.
A este tipo de afección del corazón se le ha denominado también “discinesia apical
transitoria”, “síndrome del corazón roto” o “miocardiopatía del estrés” (Nuñez,
Méndez y García, 2009). Su incidencia es mayor en varones que en mujeres, la
generalidad expresa un incidente estresante como precipitante del síndrome, dicho
estrés se relaciona con la muerte de un ser querido, haber recibido malas noticias,
discusiones, esta sorpresa, tormentas, hablar en público, problemas legales,
accidentes de tránsito, despido, problemas económicos, apuestas y negocios,
cambio de residencia.
David Alexander, del Centro de Investigación de Trauma en Aberdeen, Escocia
armó en el 2008 que las experiencias emocionales traumáticas hacen probable
la aparición de la cardiopatía de Takotsubo. Por su parte Naomi Eisenberger en
la Universidad de California ha logrado establecer que la exclusión social ocasiona
la activación de las mismas zonas cerebrales que se activan por el dolor físico:
26 Recer, P. (2003) Broken heart can hurt the brain as much as a physical injury. En: The Milwaukee
Journal Sentinel. Nº 10. Una colección de artículos sobre “el corazón roto” está disponible en: http://
www.highbeam.com/doc/1P2-6239637.html
27 Regnante, R., Zuzek, R., Weinsier, S.,. Latif, R., Linsky, R., Ahmed, H., Sadiq, I. (2009) Clinical
Characteristics and Four-Year Outcomes of Patients in the Rhode Island Takotsubo Cardiomyopathy
Registry. American Journal of Cardiology. Vol. 103, Nº 7, Pags. 1015-1019
Psicología del amor: el amor en la pareja 101
Bismarck Pinto Tapia
la corteza anterior del cíngulo (Watanabe, Kodama, Okura, Aizawa, Tanabe y
Chinushi, 2005).
Liebowirz y Klein (1983) identicaron personas adictas al enamoramiento,
estas personas viven pendientes de enamorarse, por lo general escogen parejas
incompatibles, por lo que muy pronto la relación se rompe y buscan inmediatamente
una nueva pareja. Fisher considera que la “adicción al enamoramiento” es producto
de la intrincada química de la atracción.
El enamoramiento normal tiene una duración breve, oscila entre semanas a un
año. Existe relación entre la edad y el tiempo de duración del enamoramiento: a
menor edad menos dura el idilio pero es más intenso el apasionamiento. Llega un
momento en que el “ardor sexual” disminuye hasta desaparecer.
En cambio, los enamoramientos de larga data suelen estar asociados a la
hipersexualidad o adicción sexual y a la codependencia o adicción al amor. La
hipersexualidad es la exacerbación del deseo sexual, más común en varones que en
mujeres, se trata de personas que han convertido a la actividad sexual en el sentido
de sus vidas.
La codependencia fue popularizada por Melody Beattie y por Robin Norwood,
ambas se reeren a la relación que algunas mujeres establecen con varones
inmaduros, usualmente adictos al alcohol o a otras drogas, son maltratadas y viven
esperando que su pareja cambie a partir del exagerado “amor” que les prodigan.
La Asociación Americana de Psiquiatría aún no ha considerado al síndrome como
un trastorno que se pueda diferenciar de otros, por lo que no lo ha incluido en la
versión revisada del Manual Estadístico de Trastornos Mentales (DSM IV-R).
Tanto la hipersexualidad como la codependencia son ejemplos de la patologización
de la etapa del enamoramiento, quizás los primeros se hacen adictos a los
estimulantes químicos que se producen durante el deseo sexual, y las segundas lo
sean a la oxitocina que propicia la necesidad de protección.
Los varones tienden más que las mujeres a confundir el apasionamiento con el
amor, de ahí que muchos se casan enamorados y esperan una vida conyugal con
intensa actividad sexual; las mujeres, en cambio, tienen más tendencia a confundir
la intimidad con el amor, por lo que suelen casarse esperando un compañero antes
que un amante sexual (Sternberg, 1998).
El surgimiento del amor cortesano originado en el Sur de Francia durante el siglo
XI, puso énfasis en el deseo sexual como principal ingrediente del amor, antes,
las parejas se formaban por conveniencia social (Branden, 2000). En la cultura
Psicología del amor: el amor en la pareja
102
Bismarck Pinto Tapia
rural aymara, aún se desconoce al enamoramiento como el recurso de elección de
pareja, recurriéndose a las convenciones comunitarias que valoran sobre todo la
laboriosidad del varón y de la mujer (Pinto, 2011).
La globalización ha generalizado la importancia del enamoramiento para la elección
de pareja en la mayoría de las culturas. Es el principal motivo por el cual las personas
deciden contraer matrimonio. Los padres esperan que sus hijos e hijas se casen
enamorados, incurriendo en la irracionalidad de que el sentimiento denirá el éxito
matrimonial (Beck, 1998). El estar enamorado nos dice que hemos reconocido
en el otro un adecuado receptáculo para nuestros genes, porque partimos de una
atracción sexual, pero no nos dice si esa persona es la óptima para la convivencia.
Los trastornos de personalidad más peligrosos son los más atractivos sexualmente.
Para las mujeres los psicópatas y para los varones las personalidades, de ahí que
las personas hipernormales tengan mayores probabilidades de establecer vínculos
pseudoamorosos con personas que adolecen de los mencionados trastornos de
personalidad (Pinto, 2010).
Nos sentimos atraídos de cualquiera que nos produzca la sensación de ansia
sexual, aunque no la reconozcamos como tal debido a la degeneración cultural
que han sufrido nuestras emociones básicas. ¡No sabemos de quién nos estamos
enamorando! Se trata de alguien desconocido. Nos dejamos llevar por la ilusión
de que la emoción es suciente prueba de reconocimiento del amor verdadero.
Somos seducidos por el otro y lo seducimos con lo que no somos, sino con lo que
pensamos puede serle atractivo (Hendrix, 1997).
Es probable que aún seamos personas irresponsables socialmente cuando
experimentamos la intensidad del enamoramiento; puede ser que ante su presencia
se sume la necesidad de desvinculación familiar por lo que fácilmente la pareja
apasionada decida casarse. La probabilidad de que el otro sea compatible con
nuestros valores e intereses se reduce al mínimo durante la etapa del enamoramiento,
porque a mayor inmadurez más intensas son las emociones sexuales.
Fisher (ob.cit.) demuestra estadísticamente que el riesgo de indelidad masculina se
incrementa durante el cuarto año de matrimonio, deduce que es debido a la necesidad
biológica de repartir genes en distintas hembras. ¿Cómo asegurar la posibilidad
de un matrimonio exitoso? ¿Cómo alentar la monogamia? El enamoramiento no
es el recurso para la felicidad matrimonial ni para la delidad conyugal. Todo lo
contrario, si la pareja se concentra en avivar la pasión descuidará la intimidad
y pondrá en riesgo el compromiso. Los que tienen un temperamento sexual
ardiente rápidamente perderán el interés por su cónyuge y buscarán aventuras
extramatrimoniales para mantener viva la sensación del deseo.
Psicología del amor: el amor en la pareja 103
Bismarck Pinto Tapia
Las personas más estúpidas confundirán el descenso del deseo con la desaparición
del amor y propondrán el rompimiento del vínculo; sin percatarse que el ser humano
ha superado las necesidades básicas para priorizar los valores trascendentales que
serán los que conguren la creación del lazo amoroso.
El amor no es cuestión del automatismo del sistema nervioso autónomo regido
por las exigencias genéticas, en todo caso, el amor es denido por las regiones
prefrontales de la corteza cerebral, las cuales están dirigidas por los condicionantes
morales de la cultura. El enamoramiento no es producto de una elección conciente,
simplemente se da, cualquiera se puede enamorar.
El enamorarse se dice falling in love en inglés, signica tropezarse en el amor.
Una excelente manera de decir que el enamoramiento puede por cuestiones del
azar volverse una buena elección conyugal. Lo que sí debe quedar claro es que nos
augura una buena relación pasional.
Puedo decir que el enamoramiento es una prolongación de la atracción sexual a
la cual se añade la ternura, produciéndose un vínculo que oscila entre el deseo
y la protección. Mikulincer (2006) observa una relación intrínseca entre el
comportamiento amoroso y el estilo de apego en los humanos.
Por su parte, Brumbaugh y Fraley (2006), consideran al apego como un sistema
vincular que dene la proximidad afectiva en las relaciones amorosas, consecuente
con la sensación de seguridad que ofrece la percepción de sentirnos protegidos. La
seguridad afectiva favorece las conductas de exploración.
El enamoramiento no solamente será denido por los condicionantes biológicos
del deseo sexual, sino que además involucra los requerimientos de protección
inherentes a la especie humana. El lazo amoroso produce un estado de neotenia28,
por lo que los enamorados reactivan sus estilos de proximidad afectiva vivenciados
en la infancia.
La neotenia es la responsable para la permanencia afectiva, es la pauta que nos
hace monógamos a pesar de la genética que nos impulsa a la promiscuidad. La
organización cerebral primaria activa el impulso de la atracción sexual, la emocional
o secundaria vivica las sensaciones agradables de la protección de nuestra infancia.
Finalmente serán las zonas terciarias (prefrontal) las que modularán la decisión de
amor. (McClean, 1989).
Cuando el estilo de apego es seguro, las probabilidades de mantener el vínculo a
pesar de la disminución de intensidad del deseo son altas; al contrario, cuando el
28 Neotenia: persistencia de caracteres infantiles en la etapa adulta.
Psicología del amor: el amor en la pareja
104
Bismarck Pinto Tapia
estilo es inseguro la sensación de abandono puede ser intolerable. La pasión por si
sola se inserta como la base de la posesión y la manía.
La ternura es el sentimiento que surge ante la indefensión del otro, la raíz
etimológica es tener-era, signica doblegarse, romperse. La sensación que causa
un bebé es la mejor manera de entender este rompimiento de las defensas del
ego que dan lugar a la urgencia de acariciar y proteger. Cuando se expresa la
indefensión o se la descubre durante los actos románticos y eróticos, la pareja se
doblega y deja surgir la caricia tierna, la cual diere de la erótica en su nalidad: la
primera pretende comunicar la presencia incondicional del amado, la segunda la
intención del encuentro corporal.
La ternura es el lenguaje del alma, el deseo, del cuerpo. Ambos se sintetizan
durante el enamoramiento, produciendo el sutil y silencioso lenguaje del amor de
dos personas que se desconocen y que juntas inician la aventura de descubrirse.
El proceso de enamoramiento hasta este punto implica el sentirse atraído (deseo
sexual) y sentirse bien (apego). Hace falta un tercer elemento indispensable para
el inicio del vínculo amoroso: sentirse complementado. Ese tercer factor atañe las
funciones de la neo corteza, los dos anteriores como mencioné tienen que ver con
el sistema de activación y el sistema límbico (Lewis, Amini y Lannon, 2001).
En el último episodio de la séptima temporada de la serie Seinfeld Seinfeld, el
protagonista después de conocer a una muchacha que coincidía en todos sus
gustos, le comenta a su amigo Kramer: I love myself: me amo a mí mismo.
Hendrix (1997) desarrolla la teoría de la Imago, según la cual nos enamoramos de
proyecciones de nosotros mismos, de aquellas cosas que nos gustaría tener y de
las que no nos atrevemos a mostrar. Esta idea sin embargo, no es reciente, Jung
(1943) hace referencia a dos arquetipos: ánima y ánimus. El primero se relaciona
con las características de la feminidad y el segundo con la masculinidad. El amor
será la fusión de la una con el otro. El varón busca en la mujer su ánima y la mujer
en el varón su ánimus.
Desde la perspectiva constructivista, la realidad es una construcción, un invento,
somos producto de las interacciones con nuestras relaciones pasadas y presentes,
consecuencia de las narraciones sobre nosotros que organizan nuestra identidad.
Reconocemos algunas narrativas como pertenencias y otras nos son ajenas.
(Linares, 2012).
La mirada del otro dene nuestra existencia (Cyrulnik, 2011), pone en juicio
nuestros mitos y narraciones (Linares, ob.cit.), nos avergüenza y nos conrma.
Psicología del amor: el amor en la pareja 105
Bismarck Pinto Tapia
En el enamoramiento queremos conquistar y seducir a ese ser extraño que nos ha
conmovido emocionalmente, por eso mostramos nuestro yo abierto y hacemos lo
imposible para esconder nuestro yo oculto (Fritzen, 2002).
La mirada de la persona enamorada incide en nuestro yo ciego, aquél que es
desconocido por nosotros y por los demás, donde radican nuestros mitos familiares
más recónditos, aquellos que denen nuestro mapa del mundo (Elkaim, 1995),
incuestionables y denitorios de nuestras actitudes. Por ejemplo: “todos los hombres
son ineles”, dogma de nuestra familia que arma el programa ocial: “asegúrame
que me serás el”. El programa ocial dará lugar al sentido de la relación amorosa,
como es de suponer, en el ejemplo, esa muchacha está destinada a convertir el
amor en control, dedicándose más a conrmar la lealtad de su pareja que a amarla.
Buscaremos en el otro la conrmación de las narrativas que dan sentido a nuestra
existencia, buscaremos un espacio común para sentir que somos uno en vez de dos.
Los detalles se ven como totalidades, si a ella le gusta la misma música que a mí,
entonces es la mujer de mi vida.
Fisher (2009) plantea la tendencia a la proximidad en la etapa del enamoramiento,
surge como una necesidad indispensable el estar juntos todo el tiempo que sea
posible, cada uno de los enamorados siente que su sola presencia promueve el
bienestar del otro. Esta sensación de unidad es consecuencia de los tres factores
analizados hasta el momento: deseo, ternura y compatibilidad.
Es un círculo de reforzamientos mutuos, por ejemplo: ver juntos una película que a
uno le es signicativa, porque hace parte de su narración y de sus mitos, aunque no
lo sea para el otro, ocasiona un clima de ternura, interpretado como “a ella le gusta
lo que me gusta” y por ella: “él es tan tierno cuando se apoya en mi pecho para ver
la película”. Interpretaciones distintas, ante el mismo evento. Luego, en medio de la
película la pareja se da un beso, él la besa conmovido por la compatibilidad, ella por
la ternura, a continuación el beso activa la respuesta sexual y ambos se involucran
en un torrente de pasión.
El enamoramiento coincide con la rebelión hacia los mitos familiares, hace parte
del proceso de desvinculación de la familia de origen, para aquellas personas que
provienen de familias disfuncionales, el otro puede ser una oportunidad para
romper los juegos patológicos de su hogar. En el caso de las familias funcionales, el
enamoramiento simplemente fortalece el proceso de desvinculación y emancipación
ya existente en el sistema familiar (Haley, 2006). En el primer caso, la consecuencia
será la patología del enamoramiento: la simbiosis.
Psicología del amor: el amor en la pareja
106
Bismarck Pinto Tapia
Entre los primeros estudios acerca de la relación entre factores de la personalidad
y su relación con la atracción sexual está el realizado por Dutton y Aron (1974),
encontraron que los altos niveles de ansiedad identicados en ochenta y cinco
varones que caminaban sobre un puente colgante, incrementaban sus sentimientos
de atracción hacia la mujer que les encuestaba. Los mismos resultados aparecieron
en una situación experimental en la que los participantes eran sometidos a
experiencias de shock. No identicaron diferencias signicativas entre varones y
mujeres. La conclusión es que las situaciones que nos generan miedo incrementan
la atracción sexual hacia las personas del otro sexo que se encuentran cerca.
Por su parte, Ellis (1995) revisa las condiciones de atracción presentes en varias
culturas, identica tres requisitos indispensables para que un varón sea atractivo
sexualmente para las mujeres: proveedor ecaz, habilidades de protección y prestigio.
Las señales que propician la presencia de estas tres características las encuentran en
el status social, la ornamentación, la ostentación del poder económico, la fuerza física,
la expresión verbal y corporal y la presencia de personalidades fuertes y dominantes.
La relación entre ornamentación y personalidad son las cuestiones investigadas por
Skeeg, Nada-Raja, Paul y Skeeg (2007), cuando entrevistan a 966 jóvenes de 26
años que utilizan piercings en la oreja. Concluyen que el uso de esta ornamentación
tiene por objetivo reforzar el atractivo sexual. Los resultados encontrados señalan
la existencia de relación entre rasgos de personalidad que denotan inseguridad
emocional con el uso del piercing. Contrario a lo esperado por los jóvenes, las
mujeres ven que el uso de los piercings en varones indican promiscuidad sexual y
por lo tanto, son poco atractivos para un vínculo romántico estable. En cambio, las
mujeres que utilizan piercings se consideran más atractivas sexualmente por parte
de los varones.
Schmitt y Buss (2002) relacionan los cinco grandes factores de la personalidad
(extraversión, estabilidad emocional, apertura a la experiencia, amabilidad y
responsabilidad) con las sietes dimensiones léxicas de la sexualidad (atracción,
exclusividad, orientación, moderación del impulso sexual, disposición erotofílica,
carga emocional e identidad sexual). Identican un nivel de relación moderado que
hace probable la importancia de los rasgos de la personalidad en la organización
de la sexualidad.
Es aceptable la importancia de los rasgos de personalidad en el proceso de
enamoramiento, las personas aanzan sus sentimientos pasionales y románticos
con parejas que les aseguran compatibilidad emocional. Becker, Kenrick, Neuberg,
Blackwell, y Smith, (2007) establecieron que la expresión de la felicidad es un
atributo asignado a las mujeres. Por su parte Tracy y Beall (2011) sobre la atracción
Psicología del amor: el amor en la pareja 107
Bismarck Pinto Tapia
y la expresividad emocional en 1041 participantes, establecieron tres expresiones:
felicidad, vergüenza y orgullo. Concluyen que las actitudes de atracción son
diferentes entre hombres y mujeres en relación a la expresividad emocional. Así la
expresión de felicidad es atractiva para los varones y el orgullo para las mujeres.
Por supuesto que los factores de atracción sexual dieren entre varones y mujeres,
aún aquellos que se relacionan con las características individuales como el
temperamento y la personalidad (Levesque, Nave y Lowe, 2005). Es así que los
rasgos relacionados con la provisión, el prestigio y la fortaleza son características
atractivas para las mujeres, mientras que los relacionados con la ternura, protección
y capacidad procreadora lo son para los varones. Tal vez los condicionantes
biológicos genéticamente transmitidos, se han camuado en rasgos socialmente
establecidos.
Hoy en la relación de pareja, las mujeres se empeñan en despertar las características
femeninas atroadas en los varones: ternura, sensibilidad, delicadeza y capacidad
de consuelo (Ludovico, 2001). La concepción de dureza como atributo masculino
y la concepción romántica del amor han contribuido al abuso de poder y a la
violencia machista (2001).
Una de las consecuencias nefastas de las concepciones socio biológicas del amor es
la justicación de las actitudes machistas, por ejemplo, puesto que la mujer busca
alguien que provea es correcto que ellas se queden en la cocina y ellos vayan a la
ocina (Bourassa, 2004). No se trata de justicar la opresión porque naturalmente
estamos determinados. Todo lo contrario, lo que nos hace humanos es la capacidad
de trascender nuestra condición natural.
La cultura se constituye en un factor inuyente en la generación de criterios
relacionados con la atracción sexual, hoy más que en otras épocas los medios
masivos de comunicación se encargan de difundir los referentes de belleza asociados
a la moda, ocasionando una cultura frívola en vez de sensual (Ugalde, 2010). Sin
embargo, según la hipótesis del emparejamiento (Rathus,Nevid y Fichner, 2005),
a la hora de establecer un vínculo amoroso las personas elegimos a quienes se
parecen a nosotros en términos físicos y psicológicos (Michael, Gagnon, Launmann
y Kolata, 1994).
En el estudio que realizó Fisher (2009) acerca de la relevancia de la personalidad
en el enamoramiento, basado en estudios cientícos sobre la atracción romántica,
el apego y la personalidad. Descubrió que las personas con determinados tipos
de personalidad relacional (explorador, constructor, director, negociador),
independiente a su sexo preeren parejas que coincidan con su forma de ser.
Psicología del amor: el amor en la pareja
108
Bismarck Pinto Tapia
Triandis (1979) elabora un modelo teórico acerca de la inuencia de los valores en
las relaciones interpersonales: mantenemos nuestras relaciones sociales a partir de
la coincidencia entre nuestros principios y los que tienen los otros. Lou y Zhang
(1979) identicaron que la reciprocidad (Newcomb, 1956, Kenny, 1994) es el
valor más importante en los vínculos amorosos en relación a la similitud, la belleza
y la seguridad.
La permanencia del vínculo amoroso se establece por la compatibilidad entre las
personalidades y la coincidencia de valores (Kelly y Conley, 1987. Shakerian,
Fatemi y Farhadian, 2011). Existe evidencia de que la satisfacción marital se funda
en el mantenimiento del enamoramiento, la compatibilidad de las personalidades y
la coincidencia de valores, factores que fomentan la delidad conyugal y la felicidad
matrimonial (Campbell, 2009).
Sintetizando, el enamoramiento es una etapa compleja que sintetiza las condiciones
biológicas con las sociales. La atracción sexual está dirigida por las necesidades
genéticas de supervivencia de la especie, la mantención del vínculo por la
necesidad de seguridad afectiva maniesta en las respuestas de apego, a ellas se
suma la consolidación del lazo amoroso a través de la reciprocidad de valores y la
compatibilidad de las personalidades.
En la imagen que se presenta a continuación, se sintetizaron los procesos bioquímicos
inmersos en el proceso del enamoramiento.y su relación con los sentimientos que
los acompañan. Se trata de la combinación de las órdenes hormonales para la
concreción de la cópula y la inhibición de las mismas que producen las sensaciones
de angustia.
La vasopresina y la feniletilamina pueden considerarse como las precursoras
de la actividad estimulante de la respuesta sexual, en el varón se asocian con la
testosterona y en la mujer con la oxitocina, provocando en los primeros una intensa
sensación de posesión y en la mujer de protección.
Los inhibidores de estas sustancias fracasan, provocando la segregación de sustancias
reguladoras (serotonina y GABA), que a su vez propician la expulsión de dopamina
y endornas, las cuales ofrecen las sensaciones placenteras del enamoramiento.
Sin embargo al no conseguir el propósito, el organismo se contrae fomentando las
sensaciones que atañen al dolor y a la angustia.
Así, estar enamorados nos introduce en un estado alterado de la conciencia y en
alteraciones complejas de nuestro organismo. Estar enamorado es salir de uno
mismo y perder la capacidad crítica.
Psicología del amor: el amor en la pareja 109
Bismarck Pinto Tapia
DESEO
Feniletilamina
Adrenalina
+ Glucosa Testosterona
Melatonina
Nocipercepción
DOLOR
Visual
Auditivo
Olfativo
Sustancia P
E
Juegos
eróticos
Taquicardia
Placer
Excitación
Agresión
ANGUSTIA
Vasopresina Dopamina Serotonina
Parto
orgasmo
Cuidado
de crías
Noradrenalina
GABA
Sudoración y
Rubor sexual
Oxitocina Endornas y
opiáceos
InhibiciónAbstinencia
Psicología del amor: el amor en la pareja
110
Bismarck Pinto Tapia
3.2.1. Evitando el enamoramiento: el prende.
Cuando nos inventamos en la noche
Quedamos tan espléndidos
Que no nos reconocen.
Mario Benedetti
La “revolución sexual” se inicia con la publicación del libro “Conducta sexual del
varón” de Alfred Kinsey en 1947, ocasionando un repentino cambio de actitudes
hacia la sexualidad en los Estados Unidos y en Europa. Al nalizar la época
franquista se produce la “liberación sexual” y el “destape” en España. El amor deja
de asociarse con la sexualidad, ¡era posible amar sin sexo!, y ¡tener sexo sin amor!
El análisis de las cartas amorosas entre amantes brasileños de tres décadas diferentes
llevado a cabo por Carpenedo y Koller (2004), muestra que antes de los ochenta,
las parejas asociaban el amor con la sexualidad, eran tímidas en la expresión de sus
intereses sexuales, el varón era quien tomaba la iniciativa seductora y consideraban
que el enamoramiento necesariamente debería llevar al matrimonio. Después
de los ochenta, el contenido de las cartas amorosas se modica notablemente,
la sexualidad está exenta de connotaciones románticas, varón y mujer toman la
iniciativa indistintamente, ambos expresan de manera directa sus intereses sexuales
y no se busca el compromiso.
Mientras los europeos y estadounidenses se ajustaban a la nueva moral sexual, en
Latinoamérica, el Brasil se constituía en el país que con mayor facilidad asimilaría
los cambios de actitudes hacia el comportamiento sexual. Durante la década de los
ochenta aparece una nueva forma de establecer vínculos eróticos entre los jóvenes,
el car (quedar).
No se trata de sexo casual (casual sex) (Sönmez, 2006. Grello, Welsh y Harper,
2010). En el car no se presenta el coito, puesto que se trata de una forma de
relacionarse placentera sin que amor y sexo vayan juntos. Un joven brasileño lo
dene así: “Normalmente es un intercambio de besos y caricias durante un corto
periodo de tiempo -una noche-, y después, no se vuelven a interesar el uno por el
otro”.29
En los países sudamericanos de lengua castellana, el car es reemplazado por
el “prende”. Probablemente el término se relacione con el “prenderse” de los
29 En: http://br.answers.yahoo.com/question/index?qid=20071225153035AAx7pZI
Psicología del amor: el amor en la pareja 111
Bismarck Pinto Tapia
jóvenes argentinos, en el sentido de “pasar a la acción”30; otro probable origen
es la expresión italiana mi prende, que tiene el sentido de “agarrarse”. Sea como
fuere, el término llega a Bolivia y rápidamente se generaliza entre los jóvenes en la
década de los noventa.
“Prenderse” no se relaciona con “agarrón”, palabra que se empleaba para referirse a
una relación pasional sin compromiso ni intimidad, esencialmente sexual. “Prende”
tiene el mismo signicado que ca.. Se dice “prenderse” a la acción de establecer
un “prende”.
Un “buen prende” se da cuando ambas personas coinciden en el juego sensual del
encuentro amoroso casual. Sin embargo, no siempre es así, puede ocurrir que uno
de los dos desee algo “serio” con el otro, si se da el caso, la relación está estropeada
porque la moral juvenil dice: “no debes prenderte con aquella persona de la que
esperas una relación seria”.
Otra circunstancia inesperada del “prenderse” es que se produzca el enamoramiento
durante el “prende”, esto es que surja la ternura y la compatibilidad psicológica. En
ese caso se hace referencia a un “prende jodido”, sobre todo si solamente uno de
los dos protagonistas se siente involucrado afectivamente en la relación y el otro no.
Se habla del “prende jo” para hacer alusión a aquella persona que por lo general
está dispuesta a “prenderse” con uno, de tal manera que pueden ocurrir innidad
de “prendidas” entre ambos.
El “prende” cuando es preámbulo de una relación coital (oral, anal o genital), deja de
ser “prende” y se convierte en “algo más”; término que permite comprender mejor
que la connotación del “prenderse” implica placer sensual y no necesariamente
relaciones genitales.
El “prenderse” se ha convertido en un instrumento de manipulación en las relaciones
interpersonales. Por ejemplo, si una muchacha o un muchacho, desea estropear
una relación amorosa, puede generar un “prende” con alguno de los miembros de
la pareja, y posteriormente de manera directa o indirecta hacerle saber al otro de
la falta de honorabilidad de su consorte.
Otra manera de utilizar el “prende”, es saberlo aplicar con la destreza suciente
como para producir un “prende jodido” en el otro, ya sea para propiciar un vínculo
amoroso en serio o para vengarse.
30 Ver en: http://www.geocities.com/mercuriusyelrincon/diccionario_del_chabon.htm
Psicología del amor: el amor en la pareja
112
Bismarck Pinto Tapia
Esta forma de vinculación erótica entre los jóvenes, obliga a identicar con precisión
el lenguaje no verbal para no caer en trampas o echar a perder la posibilidad de
conquistar a una persona con la que se espera tener una relación amorosa seria.
Los varones tienen más dicultades que las mujeres para decodicar las señales no
verbales, por lo que confunden más fácilmente que las mujeres las invitaciones a
tener un “prende”.
El “prende” se sitúa en una moral ambigua, puesto que la mayoría de los muchachos y
muchachas arma haberse “prendido” alguna vez; al mismo tiempo que consideran
un acto de indelidad si su pareja estable lo hace.
También es importante resaltar que el “prenderse” denota la actitud actual hacia el
amor romántico o erótico, conrmando el estudio de Cooper y Pinto (2007) que
identicó la tendencia hacia un amor con intimidad y pasión sin compromiso en
jóvenes universitarios de clase media de la ciudad de La Paz.
La consumación del deseo sin el enamoramiento emergente en la juventud es una
muestra del cambio de actitud hacia la sexualidad y al amor. Lo sexual deja de ser
solamente el encuentro genital y se enmarca en el contexto de la sensualidad, donde
el placer y la intimidad adquieren primacía sobre el deseo sexual y el compromiso
amoroso.
En el “prende” tanto la mujer como el varón se encuentran en las mismas
condiciones de conquista y de intercambio de caricias, desplaza al “agarrón”
machista, conformado por el que “agarra” y por la que es “agarrada”, para
instaurarse en una manera de amar independiente del género, en la que ambos se
prenden apasionadamente por un breve periodo de tiempo.
El erotismo del “prende” es una danza de movimientos sutiles de seducción; cada
uno de los participantes debe cautelosamente coordinar sus propios pasos con los
pasos de su pareja produciendo una coreografía amorosa donde ambos saben que
quizá sea la última vez que la vayan a bailar.
Se trata de un encuentro prohibido con alguien que puede estar traicionando a un
tercero; al mismo tiempo existe la posibilidad de lanzarse al juego con la esperanza
de conseguir “algo más” mientras se piensa que el otro puede estar esperando lo
mismo; o simplemente ambos quieran sentirse en el abrazo perpetuo de la ternura
regocijante de la experiencia perdida del apego infantil.
El “prende” puede darse en privado aunque más frecuentemente se lo haga en
público, en las estas que se han convertido en el crisol de los desenfrenos casuales.
Se genera así un pacto social de silencio, todos los presentes lo saben, él es el
Psicología del amor: el amor en la pareja 113
Bismarck Pinto Tapia
“prende” de ella y ella es el “prende” de él; pero deben callar, sólo lo hablarán
en las tertulias de amigos íntimos, pero nadie se atreverá a denunciar a la pareja
transgresora.
Los “prendidos” abandonan el sueño breve de su encuentro y al abrir los ojos tal
vez comentetarán que se dejaron vencer por las pasiones. Volverán la mirada hacia
su cómplice pero no reconocerán al compañero erótico, será como que se hubiera
despojado de la magia del placer para volver a ser el amigo o la amiga de siempre,
quizá se sonrían el uno al otro como remembranza pícara de lo que ocurrió entre
ellos, o quizá fatalmente alguno de ellos no pueda liberarse de las sensaciones que
aún hacen eco en el corazón y se sumirá en la tristeza que queda cuando alguien
sabe que su amor no será correspondido.
El Instituto de Investigaciones en Ciencias del Comportamiento de la Universidad
Católica Boliviana San Pablo31, llevó a cabo un estudio sobre el “prende” en una
universidad paceña, considerando una muestra de 311 jóvenes (194 mujeres y
117 varones). El 90% de la muestra señaló que el “prende” no comprende al coito,
un porcentaje similar considera que no implica enamoramiento. Si bien los datos
no pueden generalizarse a toda la población juvenil de la ciudad de La Paz, nos
permite tener una base de información para profundizar sobre este fenómeno.
Para tal n se elaboró un cuestionario resultante de sondeos previos al estudio, una
vez obtenida la información se procedió con el análisis estadístico, posteriormente
se recurrió a grupos focales para interpretar los resultados.
La incidencia del “prende” entre la gente joven de la muestra es de alrededor del
80%. No implica enamoramiento ni relaciones sexuales que involucren coito. Por
lo tanto, se trata de una forma de relacionamiento sexual común entre la juventud
actual, surge en respuesta a la necesidad de vivenciar experiencias placenteras sin
que exista la posibilidad de intimidad afectiva ni compromiso.
Llama la atención la actitud moral ambivalente hacia el “prende”, el 20% de los
muchachos y el 40% de las jóvenes consideran que es una práctica moralmente
mala y el 80% de ambos sexos considera que “prenderse” con alguien teniendo
una relación formal con otra persona es una muestra de indelidad. Sin embargo
apenas alrededor del 20% de los encuestados (tanto mujeres como varones) expresa
haberse arrepentido alguna vez después de “prenderse”.
31 El equipo de investigación fue dirigido por el autor del libro y las Licenciadas Alhena Alfaro y Natalie
Guillén. Los resultados se publicaron en los Cuadernos de Investigación del IICC.
Psicología del amor: el amor en la pareja
114
Bismarck Pinto Tapia
Para tener un “buen prende” es indispensable que ambos protagonistas del hecho
estén de acuerdo en las siguientes reglas básicas:
Serán “enamorados” únicamente durante el tiempo que dure el “prende”.
Habrán caricias eróticas que no deberán concluir en cualquier tipo de coito
(oral, anal o genital).
No deberán entablar ningún tipo de intimidad afectiva.
Se evitará el compromiso y el enamoramiento.
Al encontrarse después del “prende” ninguno de los dos hará mención a lo
acontecido.
¿Cómo saber que el compañero está dispuesto a “prenderse”? Nadie invita al otro
a “prenderse” expresándolo de manera verbal. Se trata de un complejo juego no
verbal en una escalada simétrica de insinuaciones que pueden ser aceptadas o no.
Está claro que si una de las dos personas siente auténtica atracción por el otro no
cederá a las instigaciones, porque se considera incorrecto establecer un vínculo
amoroso genuino con alguien que está dispuesto a “prenderse”.
El amor romántico ha sido incorporado en la cultura occidental con el advenimiento
del amor cortesano en el siglo XI, según el cual el ideal era la pasión exaltada a través
del adulterio. Surge como un reclamo hacia la castidad matrimonial, pregonando
la necesidad de la expresión libre del amor en relaciones extramaritales porque
sólo de esa manera era posible la reciprocidad del placer, puesto que gracias a los
mandatos cristianos la pasión había sido erradicada entre los esposos (Branden,
2000).
La meta del matrimonio era fundamentalmente la procreación, y a pesar de ello
a los ojos de la Iglesia Católica era preferible el celibato porque según San Pablo:
“‘Huid de la fornicación. Cualquier pecado que cometa un hombre, fuera de su
cuerpo queda; pero el que fornica, peca contra su propio cuerpo” (1 Cor. , 6, 18).
Se trata de insistir en que el cuerpo es nada más que un receptáculo del Espíritu
Santo y como tal una incomodidad. Tal insistencia condenó el placer en todas
sus manifestaciones pero principalmente al placer sexual relacionado forzosamente
con el pecado original.
Psicología del amor: el amor en la pareja 115
Bismarck Pinto Tapia
Las corrientes más ortodoxas de la Iglesia Católica preferirían que los varones
fueran eunucos32 siguiendo la línea de San Pablo, al que no le queda más remedio
que aceptar el matrimonio a pesar de sus objeciones: “En cuanto a lo que me
habéis escrito, bien le está al hombre abstenerse de mujer. No obstante, por razón
de la impureza, tenga cada hombre su mujer, y cada mujer su marido” (1 Cor. 7,2-
1), pero acaba de esta manera: “Por tanto, el que se casa con su novia, obra bien.
Y el que no se casa, obra mejor” (1 Cor.7, 38).
Así el concepto de amor se forjó dentro de la doctrina “anhedónica” del
pensamiento cristiano, extirpándole cualquier atisbo de placer. La actividad sexual
estaba prohibida antes del matrimonio y durante, debía ceñirse dentro de la función
procreativa.
Es evidente que la concepción tradicional del matrimonio conlleva valores machistas
explicitados por San Pablo: “A la mujer no le consiento enseñar ni arrogarse
autoridad sobre el varón, sino que ha de estarse tranquila en su casa” (I Tim 2,12).
Bastaba nacer mujer para que el destino sea el cautiverio. Fueron condicionadas
para pensar que el sentido de su vida era estar en función del otro: “Si trabajo, si
me someto, si hago cosas por el otro, si le doy mis bienes, si me doy, será mío, y
yo, seré”. (Legarde, 1993, pág. 17). La condición de “madresposa” le denió el
cuerpo para concebir, amamantar y ser objeto de placer del varón. La mujer negó
su posibilidad de goce.
La exigencia de perpetuidad amorosa impuesta al matrimonio se ha convertido en
el crisol de los conictos de pareja y el advenimiento del divorcio como alternativa
de solución a un problema creado por la cultura tradicionalista. ¿Cómo es posible
el amor eterno en una relación ajena al placer? ¿Cómo amar al que me oprime?
Según el INE el 2005 se registraron 22.000 matrimonios en todo el territorio
nacional, mientras que en 1991 fueron 40.861. Estos datos muestran la disminución
de parejas que deciden casarse. A la par que disminuyen las parejas que se casan,
se incrementan las que se divorcian (11% de las mujeres bolivianas son separadas
o divorciadas).
Los padres de los actuales jóvenes han pertenecido a la generación donde las mujeres
lucharon por su emancipación, forjándose así una identidad femenina exenta
del referente masculino. En el matrimonio de los abuelos se vivía la hegemonía
masculina y la erradicación del placer, situación que la siguiente generación intentó
32 Basados en esta frase del Evangelio: “Hay eunucos que nacieron así del seno materno, y hay eunucos
hechos por los hombres, y hay eunucos que se hicieron tales a sí mismos por el Reino de los Cielos.
Quien pueda entender, que entienda” (Mt 19,12).
Psicología del amor: el amor en la pareja
116
Bismarck Pinto Tapia
modicar sin tener referentes. La consecuencia fue que el matrimonio colapsó
debido a que los varones no estaban entrenados para enfrentar las consecuencias
de la equidad de género. Como efecto de la lucha de poder entre los géneros se
incrementó la violencia del varón hacia la mujer llegándose a datos extremos: 67,6
% de las mujeres bolivianas han sido víctimas (Encuesta Nacional de Demografía y
Salud, 2004).
Las mujeres bolivianas en todos los estratos sociales abandonaron el rol “paulista”
de “madresposas” para buscar su identidad apartadas de la sombra masculina; los
varones fueron presa de una crisis en su identidad debido a las exigencias femeninas:
las mujeres desean varones que puedan atender el hogar, cuidar de los niños y
ofrecer ternura. Sin parámetros en sus progenitores, los varones incrementaron
sus conductas machistas.
La familia patriarcal empezó su transacción hacia una familia democrática, sin
embargo, el cambio ofreció una madre con doble jornada laboral (dentro y fuera
de la casa) y un padre ausente (huyendo del hogar). Los hijos se decepcionaron del
matrimonio y de la familia tradicional, no desean repetir la historia de sus padres
por lo que están promoviendo la convivencia sin compromiso y la tenencia de hijos
sin necesidad del matrimonio.
Los padres de los jóvenes actuales dan énfasis al futuro antes que al presente,
contrariando a los abuelos, quienes preferían el pasado. Los jóvenes no comprenden
la visión hacia el mañana de sus padres porque han gestado una generación “hic et
nunc” (aquí y ahora), en la que lo más importante es disfrutar del momento.
En un estudio acerca de las actitudes hacia el amor se identicó el amor tipo “Eros”
como predominante tanto en varones como en mujeres universitarios bolivianos.
El amor “Eros” se reere al amor apasionado y romántico, caracterizado por la
atracción física y la pasión. En cuanto a los componentes del amor, mujeres y
varones priorizan la pasión, mientras que la intimidad es un poco más importante
para ellas que para ellos, en relación al compromiso, los varones tienden a señalarlo
como más importante que en el caso de las mujeres (Cooper y Pinto, ob.cit.).
El “prende” intenta producir la misma revolución que ocasionó el amor cortesano
ante la abolición del amor en la elección de pareja. Sin embargo, el “prende” no se
erige como una alternativa ante el matrimonio, sino como una alternativa erótica
y lúdica ante la formalidad de la relación amorosa antes del matrimonio.
El “prende” se instala como una forma de rebelión ante las formas de relación
establecidas por la generación anterior. Por un lado cuestiona al amor romántico
al plantear la posibilidad del placer sin amor, por otro, se rebela contra la
Psicología del amor: el amor en la pareja 117
Bismarck Pinto Tapia
hegemonía masculina al permitir el disfrute en la mujer cuando se involucra en
iguales condiciones que su eventual pareja en el juego erótico, también enfatiza la
importancia de vivir el presente: carpe diem quam minimum credula postero:
vive el momento, no confíes en mañana.
¿Cuáles son los riesgos del “prende”? Justamente que fracase en sus intenciones
revolucionarias:
Fracaso en su intención de desprestigiar al amor romántico. Ocurre cuando
uno de los dos “prendidos” olvida la regla principal: ¡no te involucres
afectivamente! Puede ocurrir como error al interpretar las señales del otro y
pensar que se trata de una relación seria, o puede incurrirse en el “prende”
cuando se desea “algo más”, o nalmente no tener la madurez suciente para
evitar el vínculo amoroso.
Fracaso en la intención de reivindicar a la mujer. Cuando el varón utiliza la
experiencia como un recurso para sacar provecho sexual sin importarle los
sentimientos de ella, comportándose como un violador.
Fracaso ante el machismo. Los varones rechazan a las mujeres que se han
“prendido” por considerarlas putas, mientras que entre ellos se valora como
“macho” al que se “prende” con la mayoría de chicas.
Es interesante observar que las formas de relacionamiento amoroso remiten
obligatoriamente a una reexión sobre el sistema de valores de la cultura donde
se realizan. En nuestro caso en particular, debe llamarnos la atención la crisis de
valores de los adultos que ha ocasionado una juventud decepcionada de sus padres
y que desesperadamente busca alternativas que les permita sobrevivir en medio del
caos político y social que han heredado. Se hace urgente el diálogo generacional,
los adultos tienen mucho que aprender de los jóvenes y viceversa, es imprescindible
abandonar los prejuicios que tienen unos y otros para fomentar la creación de un
espacio común que permita la convivencia.
Los jóvenes piden orientación pero ésta no es posible si desconocemos su mundo,
sus intereses y valores. Nada logramos al cerrar los ojos y negar la existencia de
cosmovisiones extrañas a nuestra lógica, debemos abrir los ojos, reconocer los
errores que cometimos y alentar a nuestros hijos para que encuentren mejores
derroteros hacia la felicidad.
Psicología del amor: el amor en la pareja
118
Bismarck Pinto Tapia
3.2.2. El enamoramiento virtual: relaciones amorosas online.
Te urjo amor que cambies de formato
Preero recibirte en times new roman
Mas nada es comparable a aquel desnudo
Que era tu signo en tiempos de la remington.
Mario Benedetti
Una extraordinaria prueba de que el enamoramiento no requiere de feromonas, es
el establecimiento de vínculos amorosos a través de las redes sociales presentes en
la Internet. Varios estudios han demostrado que no existe diferencia signicativa
entre el ajuste y la satisfacción marital de parejas vinculadas virtualmente y aquellas
que lo hicieron de la manera tradicional.
Blank y Dutton (2012) estudian el cambio de la conanza y la edad de los usuarios
en el uso de la Internet en el periodo 2003 a 2009. Lo que encuentran es que la
conanza en la información obtenida a través de la Internet está inuenciada por
la experticia en el manejo de los ordenadores, esto es: a mayor experiencia con el
uso de Internet, mayor es la conanza depositada en la información. Además es
posible armar que la conanza en la tecnología se asocia con la conanza hacia
la tecnología.
Silver (2000) y Lüders (2008) revisan la inuencia de las redes en las relaciones
interpersonales, mostrando un incremento en su uso y el desarrollo de nuevas
formas de interacción generadas por estos recursos de la Internet. Dutton y Blank
(2011), en un estudio realizado en el Reino Unido, muestran que el uso de la
Internet ha superado a la audiencia de la televisión, (46% recurre a la Internet y el
15% lo hace a la televisión), encuentran que las personas mayores de cincuenta
años están igualando en el uso de la Internet a las personas de la generación actual.
Según LatinTec.info, de junio a diciembre del 2008 se generó un incremento del
25% en usuarios de Internet en Latinoamérica, esto es alrededor de 173,6 millones
de personas. Brasil es el país que más usuarios tiene (67,5 millones). En Bolivia de
78.000 usuarios en el 2000 hubo un incremento a 1.103.000 en el 2009 (Index
mundi, 2012).
Actualmente 20% de los usuarios a la Internet son miembros de alguna red social.
Las personas inscritas a alguna red social, consultan su red al menos dos veces al
día. Lo que más hacen los usuarios a las redes, es enviar y revisar mensajes. Como
promedio cada miembro llega a establecer vínculos de amistad con doscientas
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personas, de éstos por lo menos ha sido eliminado el contacto con uno de ellos.
Es interesante que el 15% no coloca una foto real de sí mismo (Rivas Santi, 2012)
La red que más usuarios tiene en el mundo es Facebook (800 millones), se
pronostican 1000 millones hasta el n del año 2012. Le siguen: MySpace y Twitter
(Rivas Santi, ob.cit.). Gracias a este recurso es posible establecer relaciones entre
personas de culturas distintas y crear vínculos amorosos.
Otra información interesante es la referida a los rasgos de personalidad más
frecuentes entre los usurarios de las Redes Sociales. Las personalidades extravertidas
son las que más utilizan los recursos de la Internet para instituir vínculos de amistad
y romances (Amichai-Hamburger y Vinitzky, 2010. Carpenter, Green y LaFlam,
2011). La propensión es mayor de aquellos con perles narcisistas (Buffardi y
Campbell, 2008). En la investigación de Pettijohn (2012) además de los factores
mencionados, identican que a nivel psicopatológico las personas depresivas
recurren a las Redes, lo cual se asocia con dos grandes grupos de usuarios:
narcisistas con alto nivel de autoestima y depresivos con bajo nivel de autoestima.
Según la investigación de Nadhami y Hoffman (2011), las personas recurren
al Facebook por las necesidades de pertenencia y de presentarnos al mundo.
Requisitos indispensables para congurar nuestras identidad, somos en la medida
en que nos relacionamos con personas similares a nosotros y al mismo tiempo nos
podemos diferenciar de ellas. La paradoja de la identidad conlleva la revelación
de nuestro yo auténtico únicamente en espacios donde encontraremos personas
parecidas a nosotros, lo que aumenta la probabilidad de que seamos aceptados.
Lo mencionado, se refuerza con el estudio de Gonzales y Hancock (2011):
observaron que la exposición de datos personales incrementa la autoestima,
además de mejorar el autoconcepto. Por otra parte Yu, Wan Tian, Vogel y Chi-
Waim (2010) concluyen que en culturas colectivistas como la China, el uso del
Facebook puede impactar positivamente en la autoestima.
De las relaciones por Internet, el 7,9% son de índole amorosa. Estos lazos se
fundamentan en la restricción de información que uno le da al otro, no se ofrece
sino la necesaria para evaluar la posibilidad de un encuentro formal. Entonces
es posible seleccionar los datos que se consideran atractivos o bien se exponen
aquellos percibidos como defectuosos con el afán de denir si la otra persona a
pesar de ellos se siente interesada en mantener un lazo. (Wallace, 1999)
Las relaciones íntimas por Internet no se forman a través de la proximidad
sino de la frecuencia de intersección, referida a las veces que la persona acepta
comunicarse desde que ha sido invitada a participar del grupo social selecto por el
Psicología del amor: el amor en la pareja
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usuario. Entonces, a mayores aceptaciones de participar en las distintas actividades
(compartir links, revisar noticias, chatear, etc.), más estrecho es el vínculo afectivo
(Wallace, ob.cit.).
Dutton, Helsper, Whitt, Nai Li, Buchwalter y Lee. (2009) estudian parejas que se
formaron a través del chat o el correo electrónico. La muestra estuvo compuesta por
14.607 matrimonios. 40% en Reino Unido, 29% en Australia y 33% en España.
Los matrimonios que se conformaron después de relacionarse virtualmente fueron
6% del Reino Unido, 9% de Australia y 5% de España. El estudio demuestra que las
relaciones por Internet permiten a personas que no podrían encontrarse hacerlo a
través de este recurso informático. El conocerse a través de empresas que utilizan
información seleccionada a partir de parámetros cientícos, los cuales enfatizan
los valores, intereses y la personalidad, conllevan a una selección más rigurosa y
racional por parte del usuario, al contrario de lo que ocurre en el mundo “real”, los
encuentros son más azarosos.
McKenna, Green y Gleason (2002) investigan 20 grupos de encuentros en
la Internet, de 1600 existentes en ese momento. Eligen una muestra de 568
participantes, 333 mujeres y 234 varones.
Llevan a cabo dos estudios, el primero: “mi yo real y mis relaciones por Internet”.
Plantean un cuestionario con 36 ítems, distribuidos en las siguientes áreas: ansiedad
social, soledad, expresión del yo real, tipo de relación, profundidad de la relación y
comportamientos maniestos online.
Los resultados muestran que la relación a través de la Internet facilita la manifestación
del yo real a diferencia de los encuentros reales. No es necesario el desenmascarar
las características esenciales de los valores e intereses del otro. Muchos expresaron
que las relaciones por Internet son más profundas y sinceras y que es un recurso
excelente para personas que tienen dicultades para movilizarse fuera de casa.
El segundo estudio trató sobre “la estabilidad temporal de las relaciones a través
de la Internet”. Se llevó a cabo un seguimiento del grupo participante en el
primer estudio por dos años, al cabo de los cuales 354 participantes pudieron
ser contactados nuevamente. De esta muestra 25% disolvieron su vínculo y 29%
establecieron una relación amorosa. El resto denió vínculos de amistad (21%) o
mantuvieron contactos esporádicos por la Red (33%).
Las parejas formadas a través de la Internet han permitido la reexión acerca del
debate sobre si nos enamoramos de nuestros opuestos o de nuestros similares.
Las personas que se vinculan amorosamente a través de las Redes Sociales, lo
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hacen con aquellas que tienen similitudes, más fácilmente rechazan a los que son
diferentes (Dryer y Horowitz, 1997)
Los intercambios afectivos se establecen en una espiral de “me gusta de ti”: uno
expresa los aspectos agradables que percibe en el otro, el otro devolverá con lo mismo.
Los contenidos del intercambio recíproco estás referidos sobre todo a las actividades,
ideas, valores y actitudes y muy pocos a los aspectos físicos. (Wallace, 1999).
Es interesante observar que el resultado de las relaciones probablemente no diera
de lo que ocurre en los lazos amorosos tradicionales, Warren (1992) escribe un
libro acerca de los criterios que las personas deben usar a la hora de elegir pareja.
Funda e-harmony, empresa encargada de facilitar el encuentro del compañero o
compañera idónea. Coloca a los candidatos potenciales a través de un cuestionario
antes de que su perl sea admitido en el sitio, son más de 200 preguntas y dura
aproximadamente una hora en completarse. El sitio arma que es responsable de
43.000 matrimonios al año en los Estados Unidos (http://www.eharmony.com/).
En e-harmony, emplean criterios de relación óptima adaptados a las condiciones de
los encuentros virtuales: focalizar la felicidad personal, practicar una comunicación
sincera, practicar el arte de la apreciación, plantear con rmeza lo que uno quiere
recibir y lo que está dispuesto a dar, revisar continuamente la satisfacción que
produce la relación para ambos (Assimos, 2012).
En Bolivia existen alrededor de veinte agencias para encuentros amorosos, visando la
posibilidad de matrimonio (Por ejemplo: http://bolivia.contactosmatrimoniales.com/)
Una de estas agencias nos ha permitido revisar más de trescientos protocolos de
candidatos, donde exponen sus características más importantes y lo que esperan
de su pareja. La información comprende aspectos fútiles como el signo del zodiaco
hasta aspectos fundamentales como las expectativas de vida33. La responsable de
la agencia nos informó acerca del éxito en la mayoría de las parejas concertadas a
través del sistema.
Los usuarios a las Redes Sociales piensan que no existe diferencia entre la indelidad
en conexiones reales y los enlaces virtuales. En una pesquisa de 6.000 parejas
casadas, el 97% desaprueba que sus cónyuges se vinculen afectivamente con
otras personas en Internet y el 85% estaban en contra del coqueteo en línea. La
desconanza entre las parejas es relativamente alta un 20% admite que siente celos
por lo que no escatiman esfuerzos en leer los mensajes de correo electrónico de
sus parejas y un 13% comprueba si existen indicios de indelidad en las historias
33 Investigación en curso en el IICC.
Psicología del amor: el amor en la pareja
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publicadas en las redes sociales de sus cónyuges. (Dutton, Helsper, Whitty, Nai Li,
Buchwalter y Lee, 2009).
Las actividades en línea que se consideran comportamientos ineles son: el ciber-
sexo (94%), revelar detalles íntimos (92%), comunicar los problemas de la pareja
(89%), el intercambio de información personal acerca de una pareja (88%) y el
coqueteo (85%). (Ob. Cit.).
Jeff Gavin (2006) de la Universidad de Bath concluyó que se necesita un año por
lo menos para que una pareja logre un lazo amoroso estable. Investigó con su
equipo las relaciones exitosas en la página de contactos “Match.com”. La muestra
se compuso de 147 parejas, de las cuales el 61 por ciento dijo que disfrutaba de
su relación.
Varios estudios coinciden con los resultados del estudio piloto de McCown,
Fischer y Homart (2004), donde se identica que las personas que se vinculan
románticamente online tienden a dar crédito a la información que reciben aunque
pocos son los que inician su relación mencionando sus verdaderos nombres. El
porcentaje de personas que pasan la barrera de la amistad es de alrededor del 6%.
Alesandra Dela Coleta y sus colaboradore (2008) estudiaron las expectativas
amorosas de 58 parejas brasileñas que establecieron vínculos amorosos a través
de la Internet, encontraron que la mayoría de ellas tarde o temprano exigieron
el encuentro cara a cara, no identicaron diferencias entre las características del
enamoramiento posterior en comparación con parejas que establecieron su relación
amorosa en el contexto real.
¿Es posible la intimidad en las relaciones amorosas online? Los datos expuestos
hasta el momento motivan a suponer que sí es posible, sin embargo ¿habrá
diferencias en comparación a las relaciones cara a cara? Scott, Mottarella y Lavooy
(2006) decidieron investigar el problema utilizando la escala que mide la Intimidad
del cuestionario del concepto de amor de Sternberg y la escala del amor de Rubin.
Encuestaron a 546 personas, 159 varones y 387 mujeres, comprendidas entre los
18 y 59 años. Todas tuvieron experiencias amorosas on-line y cara a cara.
Los resultados indicaron que en ambos casos se producen experiencias de intimidad,
sin embargo, es mayor en el relacionamiento cara a cara. El estudio maniesta
que la relación mediada por el computador facilita la comunicación sobre todo en
la manifestación del discurso personal: es más fácil hablar de uno mismo a través
de la Internet que cara a cara. Queda a favor de la relación física sin mediación de
la tecnología la conexión emocional y sexual, las mismas que en el caso virtual son
superciales.
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Otro cuestionamiento que surge inevitablemente cuando abordamos el tema de
las relaciones románticas online, es el riesgo de que una persona quede vinculada
con un criminal. Yip, Shadbolt y Webber (2012) revisan las características de la
comunicación online que favorecen a los cibercriminales: pueden mantener su
anonimato y crear niveles elevados de conanza, obtener con facilidad información
de sus víctimas.
Si partimos de la premisa según la cual, los usuarios de las Redes Sociales asumen
como verídica la información que reciben (Blank y Dutton, ob.cit.), entonces los
cibercriminales pueden involucrarse sentimentalmente con personas ingenuas
(Lusthaus, 2012). A pesar de los evidentes riesgos, los psicópatas también pueden
encantar a sus víctimas en relaciones cara a cara (Garrido, 2000).
Los vínculos amorosos online, conrman el modelo básico del enamoramiento
expuesto anteriormente. No solamente los factores biológicos establecen la atracción,
sino que la personalidad juega un papel determinante en el establecimiento de la
permanencia del lazo amoroso. En el enamoramiento cara a cara, los primeros
factores que se ponen en juego son los relacionados con la atracción sexual
física, mientras que en la atracción virtual serán los concernientes a la psicología:
personalidad, valores, intereses y narrativa.
3.2.3. El síndrome del Chiru Chiru y Lorenza.
Le ordeno a usted que me quiera.
Francisco Franco
Cuenta la leyenda colonial referida por el cura Emeterio Villarroel (1789) que una
joven e imprudente mozuela llamada Lorenza Choquiamo se enamoró perdidamente
de un ladronzuelo de mal vivir -aunque reivindicado por las idas y venidas de la
historia como una especie de Robin Hood andino- de nombre Anselmo Belarmino
y apodado el Chiru Chiru o Nina Nina.
La consecuencia de aquel evento amoroso fue la tragedia: el padre de Lorenza
acuchilló al Chiru Chiru, quien a pesar de la milagrosa intervención de la Virgen
de la Candelaria, murió después de un legítimo arrepentimiento, los cronistas lo
reeren a su mal vivir, pero queda la posibilidad, que se haya lamentado por haber
dado lugar al amor con aquella moza.
El Síndrome del Chiru Chiru (SCHL) y Lorenza, hace referencia al enamoramiento