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PASADO, PRESENTE Y PORVENIR
DE LAS HUMANIDADES Y LAS ARTES IV
Diana Arauz Mercado
Coordinadora
Pasado, presente y porvenir de las humanidades y las artes IV
Primera edición
© Contenido
Diana Arauz Mercado
© CaraCterístiCas GráfiCas
Texere Editores SA de CV
CorreCCión de estilo
Juan Emilio Sánchez
Ana Isis Cardona Padilla
Magdalena Okhuysen Casal
diseño
Salvador Eduardo Posas Guzmán
imaGen de portada
Alberto Durero
Melancolía I (fragmentos)
Cuerpos aCadémiCos partiCipantes
Estudios de Historia Institucional, Política y Social de la Nueva España
UAZ–CA–148
Fuentes y Discursos del Pensamiento Contemporáneo
UAZ–CA–171
isBn: 978 607 8028 27 6
zaCateCas
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Concepción Gimeno y el ocio teatral madrileño en 18731
Ana Isabel Simón Alegre
Universidad de Barcelona
E
l objetivo de este trabajo es profundizar en una parte de la
biografía de la escritora Concepción Gimeno Gil (1850–1919?)
que, hasta el momento, no se ha estudiado a profundidad. El perio-
do que me interesa destacar es el de los años setenta del siglo XIX,
especialmente el año 1873. El diccionario de Simón Palmer, que
es un recurso primordial para acercarse a la obra de Concepción
Gimeno, aporta solamente pinceladas acerca de su primera etapa
en Madrid,2 que terminó cuando contrajo matrimonio (el 11 de
julio de 1879 en la capilla reservada de San José, Madrid)3 con el
periodista Francisco de Paula y Flaquer.
Durante este periodo, Gimeno dirigió desde Madrid el periódico
La Ilustración de la Mujer, por lo menos en 1873, y cruzó algunas cartas
con el actor y representante teatral Manuel Catalina (1820–1886).
Concretamente, fueron diez cartas, que son el eje central de este
trabajo y, hasta el momento, unos de los pocos documentos perso-
nales y de primera mano conservados en relación con esta escritora.
4
Disponer en la actualidad de estas misivas responde más a los
deseos de Manuel Catalina que a los de la autora, que le pidió que las
destruyera. Las cartas presentan a Concepción Gimeno tal y como
se veía a sí misma: una mujer decidida, que luchaba por lo que quería
y que consideraba el mundo de las letras como camino profesional.
El presente artículo consta de dos partes: la primera es un
acercamiento a quién era y qué intereses tenía Gimeno en 1873;
concretamente, me centro en su ación al teatro y en la relación
que entabló con Manuel Catalina; la segunda parte es la edición y
el comentario de estas diez cartas, pues este testimonio en primera
Ana Isabel Simón Alegre434
persona es uno de los mejores referentes para acercarse a los ini-
cios de la carrera de una prolífera autora e incansable viajera por
Europa y Latinoamérica.
Las mujeres con inquietudes intelectuales en esa época orga-
nizaban tertulias y acudían a diferentes cafés literarios. Las inves-
tigaciones actuales no han precisado la importancia y el sentido
de estos espacios que promovían intercambio de conocimientos,
experiencias e inquietudes en las trayectorias de las diferentes es-
critoras que residieron en Madrid.
Concepción Gimeno: algunas aclaraciones previas en torno
de su natalicio y nombre
Concepción Gimeno Gil nació en Alcañiz (Teruel), sobre la fecha hay
distintas versiones: el 11 de diciembre de 1850 según algunos trabajos
actuales (esta opción parece la más verídica),
5
en 1853 si nos guiamos
por las referencias de Leopoldo Agusto, o en 1860 si seguimos el perl
biográco de Eduardo del Valle.
6
Esta confusión parece haber sido
propiciada por la propia autora, como puede leerse en la carta décima
incluida en este artículo, en la que adelanta su fecha de nacimiento de
1850 a 1830: “Ya sabe usted que tengo 40 años”.
Si nos dejamos llevar por su opinión del paso del tiempo incluida
en su trabajo de 1877, podemos deducir que este baile de fechas
fue un signo de su coquetería: “Siento instintivo horror hacia los
prehistóricos, los arqueólogos y numismáticos y hasta hacia la diosa
Clío por ocuparse de la historia; un horror semejante al que sienten
las mujeres por su partida bautismal, solo comparable al que me
inspiran los cronómetros y todo lo que sirve para medir el tiempo”
.7
Pero estamos ante una cuestión que ofrece, por lo menos, otra
lectura: Concepción Gimeno jugó tanto con atrasar su natalicio como
con adelantarlo. La presencia de estos dos criterios permite interpre-
tar esta confusión como una estrategia personal para legitimar —en
Concepción Gimeno y el ocio teatral madrileño en 1873 435
vez de cuestionar— su autoridad y la validez de sus perspectivas en
el mundo de las letras. En mayo de 1873, Concepción Gimeno indicó
a Manuel Catalina que tenía 40 años, lo cual le sirvió para advertir al
actor que, aunque no tuviera realmente esa edad biológica, su criterio
y opinión correspondían a los de una mujer con esa edad; de esta
manera, pedía respeto a Manuel Catalina por la decisión que había
tomado de reducir su relación a los momentos imprescindibles para
poner en escena su obra de teatro. Parece que Gimeno era cons-
ciente de que jugar con la edad era un recurso importante para estar
presente en una sociedad en la que muchos hombres no valoraban
ni respetaban a las mujeres.
8
Esto cobra mayor importancia al analizar el recurso que la autora
fomentó más: el de atrasar su fecha de nacimiento. En este caso,
no fue Concepción Gimeno quien directamente indicó diferentes
natalicios, sino dos de sus prologuistas: uno de ellos, el escritor
Leopoldo Agusto, indicó en 1877 que la autora era “una bella jo-
ven de veinticuatro años”;
9
así, se atrasaba el año de nacimiento de
Gimeno de 1850 a 1853. Pero fue con el prólogo de Eduardo del
Valle para ¿Culpa o expiación? que este baile de fechas adquirió cierto
sentido de estrategia: “Al nalizar el año de 1860 vio la primera
luz”.10 Con esta referencia se destacaba la precocidad de Concep-
ción Gimeno para el mundo de la escritura: “Sus raras dotes y […]
brillante porvenir que estaba reservado a tan notable precocidad”.
11
El cambio de fecha de 1850 a 1860 podía repercutir positivamente
en la autora, ya que ese talento precoz le daba un lugar propio
entre quienes se dedicaban a las letras. De esta forma, queda en un
segundo plano el esfuerzo personal desarrollado durante años por
la autora, aspecto que se reeja en sus cartas.
Lo que hoy es incuestionable es que esta escritora tiene un
puesto destacado en las letras de nales del siglo XIX por su pro-
lífera obra y porque, además, vivió de ellas: escribió, editó y dirigió
Ana Isabel Simón Alegre436
diversos periódicos tanto en España como en México. Es posible
que esto no fuera suciente para que la comunidad literaria de
nales del siglo XIX la incluyera entre sus miembros, por lo que
Concepción Gimeno contribuyera a que su biógrafo destacara la
precocidad de su talento, que de alguna manera era real, pues tanto
Agusto como del Valle coinciden en indicar que sobresalía en la
oratoria y la lectura pública durante sus primeros años de estudio.
Estas cualidades eran importantes para Gimeno pero, quizás guiada
por una reexión personal acerca del medio social en que vivía,
pensaba que si no las rodeaba de una aureola de extrema precoci-
dad, su carrera como escritora podría ser cuestionada fácilmente.
Además, Gimeno tenía otras aptitudes que le habían facilitado
el desarrollo de su carrera literaria: tenacidad, utilización de juegos
retóricos, conanza en sí misma…; pero insistía en que sus bió-
grafos destacaran su capacidad para la retórica para estar en pleno
derecho entre aquellos que vivían de la escritura. De esta conciencia,
la autora dejó cierta muestra al describir a la poeta Carolina Coro-
nado (1820–1911): “La cascada, el torrente y las ondas marítimas
le permitieron plagiar sus melodías. A Carolina no le han enseñado
a cantar los retóricos, sino los ruiseñores”.12
Al cambiar su fecha de nacimiento y rodearse de calicativos
de genialidad, Gimeno dejaba sólidamente jada la autoridad de
su saber femenino. De esta manera, la inicial frivolidad que puede
indicar el juego con su edad, al ser analizada en el contexto en el que
escribió y con la referencia de sus diez cartas personales, se presenta
como una estrategia para alejar de sí la desautorización histórica,
que sabía era frecuente destino para los trabajos intelectuales reali-
zados por mujeres.13 Es importante recordar que gran parte de su
obra (un buen ejemplo es su trabajo La mujer juzgada por una mujer)
se ocupa de presentar a diferentes mujeres que habían destacado
en la Historia y a quienes no se les había tenido en consideración.
Concepción Gimeno y el ocio teatral madrileño en 1873 437
Imagen 1
Fuente: Carta 1. Biblioteca Nacional, Sala Cervantes, asignatura
MSS/12945/49
Imagen 2
Fuente: Ana María Freire López, Cartas inéditas a Emilia Pardo Bazán
(1878–1883), La Coruña, Fundación Pedro Barrie de la Maza, 1991, p. 174.
Otro factor que diculta el estudio de esta autora es el modo
en que se escribía su apellido. Según las diez cartas que dirigió
a Manuel Catalina, ella escribía su apellido con “G” y cuando
no conocía bien con quién entablaba una relación amistosa
rmaba como “María de la Concepción” (carta 1, ver imagen
1). A medida que esa relación avanzaba, cambiaba su nombre
por formas más personales, como “Mari” o por alguno de los
seudónimos con los que la gustaba rmar: Débora, Safo y Ar-
gentina (cartas 2, 4, 5, 6 y 9).
Unos diez años después, alrededor del año 1883, dirigió una
carta a Emilia Pardo Bazán, utilizando en su rma el nombre de
“Concepción”, seguido de la primera inicial de su apellido: “G”, e
indicando el de su marido: “de Flaquer” (imagen 2).14
La forma en que se presentaba la escritora ante sus amistades varió
con el tiempo; unos cambios indicaban una relativa mayor proximidad
afectiva, otros, variación en su estado civil. Esta diversidad de rmas
Ana Isabel Simón Alegre438
conrma lo que ya ha señalado Bianchi
15
acerca de lo necesario de
elaborar un listado completo y exhaustivo de los artículos y demás
obras de Concepción Gimeno.
La escritora publicó en la década de los años setenta del siglo
XIX la novela Victoriana o heroísmo del corazón y el ensayo La mujer
española.16 A estos trabajos se podría añadir un tercero titulado Luz
en la mente y tinieblas en el corazón, que debió de estar trabajando en
noviembre de 1873, como se indica en el número 49 de la revista
Álbum. Esta reseña, que no incluía rma, indicaba la buena acogida
de su novela Victoriana, y anunciaba la pronta salida de ese nuevo
trabajo, del cual “hemos oído las mejores noticias”.17
Concepción Gimeno en Madrid, en 1873
Lo que ninguno de los prologuistas–biógrafos destacó acerca de
Concepción Gimeno fue que su facilidad para hablar públicamen-
te la condujo a poner en marcha representaciones de hombres y
mujeres acionadas al teatro, actuaciones que se llevaron a cabo
sobre todo en el Liceo Piquer (calle Leganitos, Madrid), regentado
por Emilia Llul de Piquer.
Gimeno debió de pasar en Madrid casi entera la década de los
años setenta del siglo XIX. Como sus cartas lo exhiben, es posi-
ble que viviera cerca del lugar donde estaba la administración del
periódico que dirigía, La Ilustración de la mujer, en la calle Farma-
cia.
18
El silencio historiográco actual en relación con este periodo
de su vida puede deberse a que la autora se encargara de no dejar
referentes precisos al respecto.
Concepción Gimeno, de una forma indirecta, recordaba estos
años con cierta amargura: “Desde Madrid fui a Valencia, donde
llegué bastante triste, pues habiéndome contaminado con malas
pasiones, sufrí mi amor propio al considerar que en la patria de las
ores no podía yo gurar en primer término”.19
Concepción Gimeno y el ocio teatral madrileño en 1873 439
De las circunstancias adversas que vivió Gimeno en Madrid to-
davía no se han localizado claros ejemplos, salvo las dicultades —
marcadas en sus cartas— que tuvo con Manuel Catalina para poner
en marcha la representación de acionados Flor de un día.
20
En estas
diez cartas también destaca que en Madrid participó en
actividades
como tertulias y funciones de teatro y que colaboró en periódicos
y revistas; concretamente, dirigió la revista quincenal La Ilustración
de la mujer (perteneciente a la Orden de las hijas del Sol y órgano
de expresión de La Estrella de los Pobres) desde el 1 de marzo de
1873 hasta 1874, al parecer.
21
Todavía no conocemos los motivos
que llevaron a Gimeno a dejar la publicación y traspasarla a la
escritora Sofía Tartilán (¿?– 1888).
Concepción Gimeno debió de compartir muchas de sus activi-
dades profesionales y de ocio con las mujeres a quienes se reere en
sus diez cartas, un grupo de amistades que pudo ser más amplio de
lo que señalaba en su correspondencia y a quienes probablemente
contactó desde antes de vivir en Madrid. Este círculo pudo haberle
facilitado sus inicios en esta ciudad, como el caso de la Baronesa
de Wilson (1834–1922) quien visitó frecuentemente Zaragoza.22
Si bien por el momento puede ser difícil acceder al conjunto
completo de estas amistades y redes de contactos por la falta de re-
ferencias directas, podemos saber a quiénes nombraba Concepción
Gimeno en su correspondencia con Manuel Catalina. La primera de
estas referencias está en la segunda carta, donde señala a la “seño-
rita de Moya”. Puede ser que Gimeno estuviera nombrando a Julia
de Moya, música nacida en Madrid en 1853, quien se matriculó en
el Conservatorio de Madrid en 1864 (y obtuvo en 1867 el primer
premio de solfeo)
23
y a quien el escritor Saldoni se refería como
una profesional de la música. Esta señorita tuvo también una faceta
ligada a la poesía, como señala el escritor Eduardo de Cortázar en
la crítica de una de sus composiciones.24
Ana Isabel Simón Alegre440
El hecho de que esta música y poeta vinculara su poesía al
mundo de las representaciones teatrales (“Cuando en mis primeros
años/ Escuché La Vida es Sueño, Creación la más sublime…”)
25
hace
suponer que Julia de Moya y la “señorita de Moya” pueden ser la
misma mujer. En la carta segunda Gimeno explica que la “señorita
de Moya” iba a ser la encargada de ayudar a pasar los papeles para
la obra de teatro de acionados en la que iba a participar el actor.
Además, la “señorita de Moya” podía trabajar para Gimeno como
escribiente, ya que en la carta tercera se refería indirectamente a
ella, al indicar a Manuel Catalina que la esperaba “para copiar los
papeles”. El trabajo de Simón Palmer aporta validez a la identidad
de la “señorita de Moya” como Julia de Moya, quien colaboró en
otros trabajos literarios en los que también participó Gimeno o
incluso el propio Manuel Catalina.26
La siguiente mención a una amistad está en la tercera carta,
y es a “Julieta”, a quien Gimeno calica como “amiga”. En este
caso, determinar a quién se refería Gimeno es un tanto arriesgado,
pero podemos suponer que se trata de la escritora Julia Asensi
(1859–1921),
27
con quien Gimeno tuvo una vinculación profesional,
de vida e intelectual. Ambas autoras residían en Madrid, al menos
durante la década de los años setenta del siglo XIX y, como Gimeno,
Asensi estaba ligada con el mundo del teatro.
En la biografía que hace de Asensi,28 la escritora Matilde de
Gómez destaca la gran memoria que tenía, talento que le hubiera
facilitado participar en el proyecto teatral de Concepción Gimeno.
Además, Asensi escribió algunas piezas teatrales, como El Amor y
la sotana (estrenada en el teatro Martín de Madrid, en 1878),29 un
drama que presenta numerosos puntos en común con la obra Espi-
nas de una or que Concepción Gimeno pretendía poner en escena;
entre estos la trama que, en el trabajo de Asensi, giraba en torno
de la medicación de un cura en una relación de amor dicultosa.
Concepción Gimeno y el ocio teatral madrileño en 1873 441
“Julieta” podría ser una forma cariñosa utilizada por Concepción
Gimeno para referirse a Julia Asenci y, por tanto, no sería desacer-
tado relacionar a ambas escritoras.
En la carta dos, Concepción Gimeno indica a Manuel Cata-
lina su intención de representar una obra teatral junto a él y a
otras personas acionadas al teatro. La participación de nuestra
autora en obras teatrales en la ciudad de Madrid fue frecuente;
también fue así para otras mujeres ligadas a las letras: Carmen
Baroja, Isabel Oyarzábal o María Teresa de León, algo posteriores
a Gimeno, han dejado testimonio en sus autobiografías acerca
de la ación a preparar obras teatrales para representarlas entre
diferentes grupos de amistades.
Fue en la tercera misiva que Gimeno desveló el drama en el que
iba a participar con Manuel Catalina: Espinas de una or,30 de Fran-
cisco Camprodón (1816–1870), famoso en la época, sobre todo en
la década de los cincuenta del siglo XIX, gracias al éxito de otro de
sus dramas, Flor de un día.31 La relación que había entre estas dos
representaciones teatrales es que la elegida por Concepción Gime-
no era la segunda parte de la que llevó a la fama a Camprodón. A
Gimeno le gustaba la segunda parte, pero parece que Catalina no
estaba del todo conforme con esta elección dado que la escritora,
a lo largo de las diez cartas, menciona otras posibilidades (Borrasca
del corazón, Hija y Madre y Eres un ángel).32
La relación entre Manuel Catalina y Concepción Gimeno de-
bió de implicar algo más que un intercambio de conocimientos y
charlas teatrales. Cuando la relación más íntima paró, como indica
la carta séptima, el actor aparentemente empezó a poner pegas a
representar junto con Gimeno. La escritora solucionó parte de es-
tas desavenencias apelando a su profesionalidad e indicándole que
podían cambiar el drama y hacer uno más sencillo; propuso poner
en escena Flor de un día.
Ana Isabel Simón Alegre442
La correspondencia entre nuestra escritora y Catalina terminó
el 14 de mayo de 1873, sin que quedara claro qué drama se iba a
representar o si nalmente el actor iba a colaborar. Sin embargo,
sabemos que el proyecto teatral de Concepción Gimeno salió ade-
lante porque en el periódico La Correspondencia de España publicó, el
30 de mayo de 1873, una reseña (sin rma) de esta representación.
El drama, estrenado en el Liceo Piquer el día 29 de mayo,
fue Flor de un día, que contó con “el reputado actor D. Manuel
Catalina […] como la distinguida escritora Srta. D.ª María de la
Concepción Jimeno, Srta. de Castaños y los jóvenes Sres. Cuartero,
Coronado, Bustos y demás”.
33
Esta reseña habla favorablemente
tanto del público que asistió (“acudió una numerosa y escogida
concurrencia”) como de la representación, que alcanzó “grandes
aplausos”.
34
Las actrices, nuestra escritora y la señorita de Casta-
ños recibieron, la primera, varias coronas de ores, y la segunda,
dos “hermosos” ramos; Manuel Catalina obtuvo “una magníca
corona”, de manos de la dueña del Liceo.
35
No sabemos qué pasó tras esta representación entre Manuel
Catalina y Concepción Gimeno. La escritora, en las cartas nueve
y diez, le insiste que sean real y solamente “hermanos de Apolo”.
Retrocedamos a los momentos previos a esa representación.
¿Qué pudo provocar que Manuel Catalina se mostrara tan reacio a
seguir con la obra y, sobre todo, hacerlo con la primera propuesta
de Gimeno (Espinas de una or)? En esta obra, Manuel Catalina
interpretaría a Diego Carvajal (carta 4), Julieta (Julia Asensi) iba a
hacer de Elena de Villena (carta 4) y, por deducción, Concepción
Gimeno haría de Lola, Marquesa de Montero.
La trama de esta obra teatral es el triángulo amoroso formado
entre los personajes anteriores en Vera–Cruz. Diego Carvajal está
casado con Elena de Villena; forman un matrimonio algo desgracia-
do porque Diego no puede amar a su mujer, ya que no ha olvidado
Concepción Gimeno y el ocio teatral madrileño en 1873 443
a su antigua amada, Lola. La acción de la obra se centra en la llegada
de Lola (su barco hundió y es la única superviviente) a la casa de
Diego y de Elena. La situación tensa que se crea entre estos tres
personajes se soluciona gracias a la decisión de Lola de ingresar en
un convento y a la conversación entre ambas mujeres, que aanza
su relación y respeto mutuo. La obra termina con la muerte de Lola
y la aceptación de Diego de su matrimonio.
Con este resumen de la temática del drama podemos pensar
que quizás no fue una obra elegida al azar por Gimeno. En la carta
novena, la escritora insinúa que Manuel Catalina mantenía una
relación amorosa ocial. Puede ser que llevar a escena esta obra
indicara, de una forma velada y solamente perceptible para quienes
estuvieran muy atentas a lo que pasaba en estos círculos de amista-
des, la relación que había entre Catalina y Gimeno, una relación con
dosis de amor y de fatalidad. Quizás por esta combinación no era
posible llegar a las circunstancias íntimas requeridas por Catalina.
Gimeno marca en la carta quinta el alejamiento de Catalina que
terminó con un probable encuentro entre ellos, situación a la cual
siguió la decisión de la escritora de parar cualquier tipo de relación
voluptuosa entre ambos (carta 6).36 Después de esta misiva, Ma-
nuel Catalina no quiso seguir con los ensayos de Espinas de una or.
Quizás representar este drama era incómodo para Catalina, pues
tocaba su prestigio como galante caballero, una fama que Concep
-
ción Gimeno conocía (carta 10).
La decisión de Catalina de representar nalmente Flor de un día
pudo deberse a que se trata de una obra en la cual el peso argumen-
tativo está en la traición de Lola Espinosa (futura condesa de Mon-
tero), más que en la imposibilidad de un hombre, Diego Carvajal,
de vivir el presente. En Flor de un día, el triángulo amoroso formado
por Lola Espinosa, el Marqués de Montero y Diego Carvajal se so-
luciona con un duelo entre los hombres que termina con la victoria,
Ana Isabel Simón Alegre444
ciertamente agridulce, de Diego, ya que Lola Espinosa no abandona
al marqués. Quizás Catalina se sintiera más cómodo en esta obra,
en la que los hombres son los verdaderos protagonistas y el papel
de las mujeres queda en segundo plano. Además, Lola está retratada
como una mujer galante, víctima de su coquetería, que pasa a ser la
perdedora del drama, aunque queda redimida en la segunda parte.
También el cambio de la obra supuso otras modicaciones; la más
destacada fue que Julieta–Julia Asensi desapareciera de la represen-
tación y la Señorita de Castaños pasara a formar parte del reparto;
probablemente se trataba de la escritora María Castaños, en el papel
de Juana, la criada de Lola, y a esta la representaba en su lugar Con-
cepción Gimeno. No sabemos el motivo para que Julieta–Julia Asensi
puso en escena la obra, aunque posiblemente su interés residiera en
hacer de Elena y el papel de Juana no le resultara tan atrayente.
De alguna manera, al representar Flor de un día, el orgullo y la
fama de Catalina no quedaban mermados, por lo menos entre él y
la escritora, pues él representaba al hombre de principios, víctima de la
f
rivolidad de una mujer. De esta manera, el parón que dio Gimeno
a su relación íntima no quedaba tan expuesto. En términos simbó-
licos, Catalina mostraba a la escritora que su ego no había quedado
trastocado ante el parón de las relaciones personales privadas. Si
quería representar una obra con él, Gimeno debía adaptarse a sus
exigencias, que tocaban criterios profesionales, como ser el actor
principal, y también a intereses personales, como resarcirse de un
desenlace sentimental que podía no haber esperado.
Este ensayo puede interpretarse como un mero acercamiento a
la intimidad de Gimeno, pero que tiende a presentarnos a una mujer
consciente y coherente con quien era. En su relación con Manuel
Catalina, apostó por vivir un encuentro según los deseos y máximas
de su mente y corazón, un ejemplo que pretendía que fuera adop-
tado por otras mujeres. Lo que estaba pidiendo a Catalina era que
Concepción Gimeno y el ocio teatral madrileño en 1873 445
la tratara con respeto y en un plano equitativo; para Gimeno, era lo
importante, tal vez más que reclamar el derecho al voto (uno que no
incluyó a todos los hombres hasta 1890), ya que estaba reclamando
y poniendo en práctica un tipo de vida en
que las mujeres fueran
libres para dedicarse a lo que quisieran y para vivir como desearan.
Estas son dos partes fundamentales para la realización personal
de hombres y mujeres sin las cuales de poco sirve cualquier norma
legal que dicte la equidad entre los sexos. Puede ser que así lo haya
entendido Concepción Gimeno, y que, por eso, en sus obras pos-
teriores —estoy pensando en Mujer juzgada por una mujer— abunden
los ejemplos que generaran una conciencia en las mujeres de quiénes
eran y, en cambio, sean escasas sus referencias al sufragio universal
paritario: “Un álbum es un libro que consta de muchas páginas.
¿Acaso no consta de muchas las vida de la mujer?”37
Concepción
Gimeno escribe a Manuel Catalina, sus diez cartas.
38
Carta 1
Señor Don Manuel Catalina:
Muy señor mío y de mi más alta consideración: Ayer asistí a su
elegante coliseo
39
rompiendo el compromiso que tenía contraído
de leer una composición mía en una reunión literaria. Quise hacer
que pasaran a usted una tarjetita manifestándole el deseo de darle
las gracias personalmente por su galante y cortés obsequio, más me
detuvo la idea de molestarle y resolví demostrar a usted mi gratitud
por deferencia tal, sujetándome a la palabra escrita.
40
Si mi admiración,
si el entusiasmo de mi alma, eminente de artista, supone para usted
una hoja de laurel, puede añadirla, desde luego, a su corona de gloria.
He visto a usted tan gigante en las esferas de la inteligencia y en los
ilimitados horizontes del arte, que no encuentro pedestal digno de
su gura. Yo que cultivo las letras, con vehemente placer, y que rindo
culto al arte de Próscio y Talma,
41
siento orgullo, inefable júbilo y
Ana Isabel Simón Alegre446
alegría inmensa, al apellidarle hermano en Apolo.
42
¡Cuán bello es
e
l arte! ¡El Arte nos reconcilia con la vida! Las almas sublimes se
ahogarían en la mefítica atmósfera de este erial, si no las fuera dado
alzar el vuelo a los mundos ignotos que solo seres privilegiados
pueden habitar.
43
El arte es el sentimiento, el arte es después del
amor, lo más bello, lo más divino del corazón del hombre; ya lo
revele la música con la nota, la pintura con el colorido, la literatura
con la
palabra y la arquitectura con la línea. Más de una vez al con-
templarle en el palco escénico, han oscilado las nuevas ganas que me
abrían a impulsos de los múltiples latidos de mi corazón, que jamás
han pertenecido a hombre alguno, y que pertenecerán al genio sin
que se profanen jamás. Termino, por no molestar su atención que
tanto vale: más no lo haré sin suplicarle me permita ser su Aristarco
44
y sin ofrecerle mi sincera amistad y humilde pluma.
BJM Ma. de la Concepción.
Carta 2
Distinguido amigo: Ha principiado para mí una era de inefable dicha
desde que usted me hizo la solemne promesa de aceptar un papel
en el drama que tanto nos encanta.45 Al realizarse una de mis más
nacaradas ilusiones, veo abiertas las nuevas puertas del alcázar de
la felicidad. No sabría con que piedra señalar este suceso, si no es-
tuviera grabado en mi alma con brusil de fuego.
46
Estoy vivamente
interesada en poner el drama: parece que se alzan algunas diculta-
des, mas tengo la seguridad de allanar escollos y hacer alejar obras
que siempre son insignicantes tratándose de mi perseverancia y
enérgico carácter. Fio en que usted me secunde, librándose de com-
promisos que en la apariencia se presentan como ineludibles. Las
armas del ingenio son poderosas y usted tiene gran arsenal. Deseo
me escriba usted manifestándome a qué hora podrá dedicarme
Concepción Gimeno y el ocio teatral madrileño en 1873 447
un rato para avisar a la señorita de Moya con objeto de pasar los
papeles rápidamente procurando no molestar su atención. ¿Se ha
repuesto usted de la impresión? En el hombre desaparecen los más
fuertes, cual la estela su onda en el mar por la velera nave. Le remito
el drama: para el lunes sabré mi papel, y usted puede disponer los
ensayos en la forma que más le agraden. En el mundo de las ideas,
en las esferas de la inteligencia y en la vida del arte, se encontraron
nuestras almas cual dos alas del mismo espíritu. Le permito asociar
mi recuerdo a todo lo céltico, sublime y santo.47
Débora.48
Abril 1873
(Rómpase)
Carta 349
Distinguido e incomparable amigo: he leído Espinas de una or y
encuentro bastante adecuado el papel de la doncella [esposa] para
destinarlo a mi bella amiga Julieta.
50
Por tanto, en atención a que le
es a usted indiferente poner el drama titulado Borrascas del corazón,
Hija y Madre o Eres un ángel puede usted tomarse la [palabra sin
identicar] de remitirme estos tres, y yo elegiré el más conveniente.
Los espera mi escribiente para copiar los papeles. No olvide usted
tenemos varias discusiones pendientes: discusiones que no o a la
palabra escrita. No puedo ser tan generosa que renuncie a recon-
venirle a estos momentos por algunas frases que hicieron probar
muy delicadas en mi corazón. ¿Usted cree, que mi deseo de pasar el
drama es únicamente por colgar un trofeo en el alcázar de mi amor
propio? Está usted en un error: yo no pondría el drama con un actor
que no fuera usted, por más que disfrutara alta reputación artística.
En usted hay dos entidades completamente distintas, el hombre y
el actor yo no pondré el drama con “Catalina” y sí con “Manuel”.
Ana Isabel Simón Alegre448
Por más que yo quiera criticarlo, pues estoy fatigadísima de verle en
letras de molde el nombre de usted, y el mío volarán unidos en alas
de la publicidad tras la representación; y yo soy demasiado soberbia
para permitir se enlace mi nombre al de un individuo que no sea
más que actor y hombre.51 Usted antes que actor es caballero de
levantados sentimientos, alma gigante, noble corazón y de educación
brillante: Usted es eminentemente distinguido y cortés. Guardo en
mi alma ciertas palabras de nuestro último y encantador diálogo,
como se guardarían a ser fácil las notas de las melodías de Mozart o
las armonías de las arpas eólicas.
52
Au revoir: souyers hereux et n´oubliz
pás a…cette femme [sic].53 Toujours.
Mari.
Carta 4
Abril, 1873
Distinguido amigo: Ruego a usted digne a leer la Revista que le
remito, y muy especialmente las “Cartas a una provinciana” en que
me ocupo de usted ocultándome bajo el seudónimo de Edelmira.
54
Muy en breve será conveniente me escriba usted indicándome
cuando puede consagrarme un rato para pasar los papeles. No
deje usted de comunicármelo, para avisar a la bella señorita que
desempeñará el papel de Elena. Mi entusiasmo por Espinas de una
or se acrecienta. El papel de Diego es sublime y usted estará en él
admirable. Nuestro drama notablemente ejecutado causará asombro
universal. No olvide usted a Débora.
Concepción Gimeno y el ocio teatral madrileño en 1873 449
Carta 5
Jueves, abril de 1873
¡Qué día tan esplénico!55 ¡Hoy no ha amanecido en mi alma!... Me
hallaba un poco delicada y he abandonado el lecho por recibir a us-
ted. A pesar de no estar acostumbrada a esperar,… no me he fatigado,…
por ser usted…a quien esperaba... No analicé usted el recuerdo que
le consagré. ¡¡El análisis destruye, mata!! Las dos ores, bastante
imperfectas, son obra mía. Nunca las hago para mí (porque me falta
paciencia) jamás las prodigo… y tienen por mérito haber empleado mi
débil vista en ellas.
56
Dedicar a usted una corona de laurel me pareció
vulgar, ordené que compusieran un ramo de ores frescas formando
una lira y no supieron: así es que, resolví ofrecerle una or nacida
en el jardín de mi fantasía, una azucena de mí alma, adoptando
como forma material, el pensamiento escrito.57 Tengo la seguridad de
que entre la bóveda de laurel que le cubre, y la alfombra de mirto
que pisa, no ha brotado una or igual a la mía… porque en todas las
almas no nacen azucenas… Mi único objeto, fue adornar mi recuerdo,
con el sello de la originalidad, para que no se confundiera con los
demás… (Perdóneseme esta soberbia). Permítame usted la forma
en que le escribo: su brillante inteligencia leerá correctamente en
el vacío… ¡El silencio es muy elocuente para quien tiene tan in-
teligentes oídos en el alma! ¡¡Las armonías de un corazón llegan a
otro sin pasar por el órgano auditivo!! Si usted fuera un hombre
vulgar me vería obligada a seguir en mi estilo la rutina del lenguaje
epistolar, más yo escribo a usted como escribiría a Lamartine; esto
es traduciendo mis emociones en líneas, mis impresiones en frases,
convirtiendo estas hojas del álbum de mi existencia en gotas de la
ternura de mi alma en siempre vivas del Edén de mis recuerdos.58
Reservo para nuestra vista una discusión. ¡¡Haga usted que mañana
sea día de esta en el almanaque de mi corazón!! Le espera Safo.59
Ana Isabel Simón Alegre450
Carta 6
Hoy 25 de abril de 1873
Distinguido amigo: Afecta más que a mi amor propio…. a mi alma,
su mutismo y prolongada ausencia. Me complace innito gozar los
encantos que ofrece su elegante e ingeniosa conversación, cual su
distinguido trato y usted… es avaro para dar la felicidad… Supongo
habrán entregado a usted una carta en que le participaba [la] marcha
de nuestra Elena [palabra no descifrada] y urge poner el drama. Ya es-
tán imprimiendo los billetes de invitación, y se ocupan de hacernos
la decoración de convento. Ya que usted no irá de paseo el domingo
por ser muy cursi pasear en día festivo podríamos pasar los pape-
les. Estoy dispuesta a la hora que sea conveniente para usted: mis
más serios cargos y graves ocupaciones serán pospuestas al drama.
¡No me apellide usted frívola! Al poner el drama se realiza mi más
rosado sueño, la más riente de mis esperanzas y la más nacarada de
mis ilusiones. Soy atea para la dicha, y muy escéptica para la ventura y
sin embargo creo que el fatalismo no se opondrá a la realización de
mi vehemente deseo. Necesito saber si puede usted consagrarme
un rato el domingo. Distribuya usted bien el tiempo… y que no falte
para mí. Siempre….Argentina.60
Carta 7
Mayo de 1873. Rómpase.
Escribo a usted porque este pliego de papel no es una carta… Conste
que no falto al compromiso entablado conmigo misma… Estas líneas son la
continuación de un diálogo interrumpido… estas líneas son girones
de ideas que asomaron pálidamente, pedazos de pensamientos no
revelados, tal vez párrafos de páginas íntimas y misteriosas, acaso
hojas del libro de la vida todo…menos una carta. Si anoche dio la
Concepción Gimeno y el ocio teatral madrileño en 1873 451
amiga un giro inesperado a la conversación, no fue por debilidad de
la mujer, de ningún modo: la amiga y la mujer retan a usted para un
pugilato intelectual que decidirá arduas cuestiones. Fio a su ingenio
saber encontrar la oportunidad del momento… Precisamente me
gusta discutir con usted porque le encuentro una elocuencia de alma
que pocos seres poseen… Hay algo que hará divergentes nuestras
opiniones (siquiera en la apariencia) y es que usted resolverá con el
criterio del sentimiento, y yo estoy obligada a resolver con el criterio de
la razón…. ¡Hay tanto hielo en la razón! No crea usted que tengo
miedo a la lucha: ayer fue mi apatía hija de un dolor mudo que me
enervó. Ayer tuve un día de melancolía desgarradora e inexplicable,
ayer ardían cirios fúnebres en mi alma, ayer mi corazón vestía las
galas de los muertos. Esto no es romanticismo, es amargura (¡qué
no se equivoque!) Fui al teatro por distraerme [divertirme] cómo
voy a los salones buscando la embriaguez o el narcótico.61 En el teatro
de la vida real el hombre puede salir a la escena… a pesar de…la mujer
[que] está obligada a permanecer entre bastidores… Muchas veces la
palabra de una mujer severa e inexible oculta sus ideas en lugar
de desenvolverlas. Las personas vulgares creen que el silencio es la
nada ¡qué error! La palabra disfraza las ideas, la palabra desorienta
(cuando le place) la palabra es un antifaz de estameña burda o de
no glasé,62 esto depende de la aristocracia de la inteligencia…que
la usa... No continúo, por no manifestar lo mucho que le conozco.
Todos los que intentan retratar su alma, hacen una ridícula cari-
catura: le prometo un boceto bastante exacto. (Termina la mujer).
(Habla la amiga) Como el 15 no tiene nadie ocinas y supongo que
usted no es adicto a las estas populares podemos ensayar de 3 a
5.
63
El 15 es el próximo jueves. He calmado la exasperación de Julieta
ofreciéndola que pondrá con usted y conmigo una pieza en un acto
de los que usted domina. Esto no molestará a usted en atención al
drama, es corto. Algo hay que hacer a favor de una niña que por
Ana Isabel Simón Alegre452
el gusto de trabajar con usted y conmigo violenta sus aspiraciones.
Julieta desobedecería [a] su Romeo y lo arrastra todo por usted y
por mí. Basta que usted guste. El jueves estarán puntuales los a-
cionados. ¿Y su hermana?64 ¿Cómo se halla? Le espero. Yo.
Carta 8
Mayo, 1873
Ciertas horas… son un siglo en la edad del corazón. He resuelto
poner en escena Flor de un día al complacerle a usted me complazco
a mí misma. Algunos escollos y barreras he encontrado pero usted
conoce mi enérgico carácter y comprenderá que no me amilanan
las dicultades. Julieta, algo susceptible, creyó que esta nueva reso-
lución la dictaba usted por no creerla apta para el papel de Elena.
Puede usted estar tranquilo, he llevado la convicción a su ánimo con
razones oportunas y he alejado de su mente tan errónea creencia.
No puedo escribir más: la fatiga me rinde. Anoche tuve que asistir
al concierto del conservatorio y me acosté a las 3 y hoy estaba en
píe a las 7 para hacer el original del periódico. En los Ecos de Madrid
he buscado un motivo para consagrar a usted un recuerdo.
65
Espero
a usted mañana. Una eternidad no sería suciente para contestar a
todo lo que usted dice… donde no traza líneas. Emilia Piquer me
dice que surge la representación porque le piden el Liceo. “Estoy
débil y febril” Termino. Hasta mañana. Toujours. Mari.
Carta 9
6 de mayo
Distinguido amigo: No puedo dejar sin contestación una frase
suya que envuelve cierta dulce ironía. Admítase la antítesis. He dicho
[palabra sin descifrar] ironía porque la ironía punzante y mordaz
Concepción Gimeno y el ocio teatral madrileño en 1873 453
es patrimonio de almas secas y usted tiene un Edén en el alma, un
inagotable manantial de innita ternura… ¡El imposible! Si amigo
mío el imposible existe… porque existe el deber. Existen ciertos im-
posibles que los seres delicados respetamos siempre: hay imposibles
a los cuales podríamos aplastar la cabeza y sin embrago doblamos
ante ellos la cerviz. Yo que tengo la pablara deber estereotipada en el
corazón, yo que me inmolo en esos santos altares, gúrese usted sí
comprenderé ciertos imposibles. El deber es el fuerte dique, el muro de
bronce, la barrera en que se estrellan las pasiones de los corazones
vehementes y puros… Usted pronunció al azar la palabra imposible y no
sabía que tocaba usted a muerto en la morada del agonizante…
66
Según las leyes de nuestra sociedad la mujer está obligada a ngir
y siempre dice lo contrario a lo que siente… yo rara vez parezco,
mal soy… A pesar de que usted tiene mucho mundo, como la
mujer se escapa al minucioso examen del sabio, y al escalpelo del
lósofo, me permitiré decirle que no conoce bastante a la mujer.
No hay farsa más indescifrable que aquella que se presenta con la
expresión del candor…esta suele ser la de ciertas mujeres. Cuando vea
usted que una mujer reniega del amor no la apellide usted “hielo”.
¡Los niños cuando no ven en la oscuridad cantan de miedo! El
amor es el iris que ilumina a la mujer desde la cuna a la rueca.
67
Ninguna se libra de esta ley del corazón, la que parece rechazar el
amor, es la mujer enérgica que lucha cual el naufrago, es la mujer
que se deende de un terrible y bello enemigo es la que quiere salir
victoriosa aunque su corazón que de hecho trizas…es la que más
ama… Vuelvo decir esto, porque usted y yo quedamos fuera de
estas batallas…. Sin embargo, la mujer es un enigma y yo he entre-
gado a usted la clave: si mi sexo lo supiera no me lo perdonaría. Lo
que he dicho es muy grave: Le he conducido a usted de la mano
al arsenal del sexo débil y le he mostrado nuestras armas de ataque
y defensa. Usted es generoso, y devuelve las armas sin probar el temple
Ana Isabel Simón Alegre454
de ellas. ¡Cómo dudarlo! Basta de jocosa losofía…
con mis diva-
gaciones me aparto del objeto de esta carta. He comprendido que
el único destacado que hay para que usted me cumpla su promesa
para estudiar el papel de Diego. Por tanto, rompiendo dicultades
autorizo a usted para que elija la comedia que más domine y que me
comprometo a estudiar en 24 horas. Mientras mi papel sea impor-
tante admito [tanto] el género cómico como el trágico. Julia que no
quiere renunciar al placer de salir a la escena con usted hará un papel
de cualquier género por secundario que sea, pues es una señorita
angelical y humilde. Teniendo en cuenta la marcha de usted yo me
encargo de activarlo todo. No hay dicultades para usted salvando
la del estudio: tres ratitos para ensayo los podrá usted conseguir.
Debo advertirle que no poner la comedia en cuestión, sería una de-
rrota para mi amor propio y no lo espero de usted… Emilia Piquer
como usted sabrá, cede el Liceo a las compañías de
acionados y
desde que hablé a usted del drama lo he tomado yo a mi cargo el
Liceo y no se le concedido más que para un benecio: de modo
que estoy perjudicando a Emilia. Todo el mundo está apercibido
de la prometida función y las 270 papeletas de convite [están] im-
presas. Como mi alma viste la librea del pensar, como mi corazón
lleva luto y vive muy solo el placer de estar en escena con usted es
una de mis más recientes ilu
siones. No marchito usted mi ilusión,
sería usted más cruel que el leñador al cortar un arbusto poblado
de odoríferas ores… Si usted no puede consagrarme mañana
más rato, remítame usted el drama o comedia que designe, y haré
que mi escribiente copie los papeles. Es preciso que hagamos la
comedia en la actualidad porque la sociedad la espera. Si usted
resiste creeré que me pospone a alguna severa exigencia. Usted tiene
un espíritu tan levantado, debe ser independiente lo contrario sería
descender del pedestal que le ha alzado mi tierna amistad. Reclamo
su promesa. Observo que soy prolija: muchos anhelan dos líneas
Concepción Gimeno y el ocio teatral madrileño en 1873 455
mías autógrafas y no las con
siguen, y usted tal vez esté fatigado de
tanta línea… Hago votos por la ventura de su hermana. La espera
siempre Safo. Resuelva usted respecto a la elección de comedia.
Carta 10
14 de mayo
Contésteme. Le espero mañana a las 3. Hoy 14 de mayo tengo su
palabra. La carta de hoy no era para mí, se ha equivocado usted al
poner el sobre. Aquella carta era para una mujer, y yo tengo el alto
honor de no parecerme a ninguna…¿Ha olvidado usted que tengo
espíritu muy analítica, y que todo lo someto a la gélida razón? Debe
usted tener presente que pienso con el corazón y con la cabeza así es
que no haga nada inconveniente y lo que hago no puede obligarme a nada
jamás. Mis miradas… ¡¡qué mal interpretas!! ¡Qué miradas fueran un
saludo de la amiga!
68
No de usted importancia a miradas
que llegan
desde tan lejos… Parece que el habiendo yo dicho que haría un
boceto de su alma le he dado ciertos vuelos… ¿Qué tiene de parti-
cular que yo haga su boceto? Puedo hacer el de cualquier hombre a
la tercera vez que le haya hablado. ¡Se deja conocer tan fácilmente!
Voy a hacer el retrato de su sonomía moral ya que nadie en el
mundo le conoce cual yo. Empiezo por perdonarle sus frases de
hoy porque se halla enfermo y me inspira conmiseración. Sí, usted
es un enfermo rebelde. Desde el fondo de su gabinete estoy viendo
el asombro reejado en su semblante al leer estas líneas. Escúchame
atento. Usted es un ser que ha pisado todo el cieno de la vida y que
sin embrago conserva las alas de su alma inmaculadas usted tiene
todavía una dosis de candor, pero le han envenenado el corazón…
No le extrañe no apellidarse: Mithridates se había acostumbrado a los
venenos.69 Usted es un niño mimado, caprichoso, tiene usted el corazón
muy mal educado no es usted culpable: lo son sus antiguas preceptoras.
Ana Isabel Simón Alegre456
Ha tenido usted la desdicha (sí qué lo es) de tratar mujeres fáciles
para el amor, muy débiles y las cree a todas iguales. Cuan afortu-
nada fui al entregarle mi artículo titulado “Hay mujeres fuertes”.70
¿Creyó usted que la mujer no estaba identicada como lo que decía
la escritora? ¡Ay! Todavía no es tarde aun puede usted curarse una
enfermedad que es el preludio del hastío. Yo sería el Galeno de
su alma pero para serlo necesitaba ser viuda.
71
Usted tiene cierta
predisposición a todo lo grande sublime puro y espiritual. Usted
tiene facultades brillantes para vivir la atmósfera de la pureza en
elevada región y le hacen vivir en atmósferas muy densas y ardientes.
Las mujeres en general son estúpidas.72 Todas se han hecho amar
por las concesiones a ninguna se le ha ocurrido hacerse amar por
los negativos… Cuando una mujer haga adorables sus negativos por
la gracia con que las engalane, cuando una mujer tenga el ingenio
suciente para alimentar a un hombre de esperanzas, únicamente,
ha triunfado: su reinado es eterno. Si yo fuera viuda tomaría a mi
cargo la regeneración de usted emplearía para puricarle recursos
que por lo nuevo le parecerían encantadores y haría de usted una
gran obra…porque usted dispone de todo (lo digo en voz baja) es
dócil. ¡Hombres no lo dudéis vale más la mujer que os impone sus
virtudes, que la que acepta vuestros vicios! ¡Me dice usted que no
me asuste! ¿Cuándo ha retrocedido del campo el que conoce el
temple de sus armas? ¡Usted debería haber comprendido que no soy
cobarde! Todo lo contrario, el peligro me atrae: soy muy soberbia y
desafío al peligro. Me gusta tocar el fuego y no abrasarme, colocarme
en la pendiente y no rodar me gusta luchar con gigantes y vencerlos,
me gusta la lucha con usted porque es usted tan soberbio como yo
porque se cree un titán. Si yo no me he cuidado de ponerme antifaz
en mi correspondencia ha sido porque mi afecto no podía confun-
dirse con la pasión si yo hubiera estado apasionada no lo hubiera
usted conocido jamás. ¿Usted sabe que la farsa no me violenta, que
Concepción Gimeno y el ocio teatral madrileño en 1873 457
soy completamente dueña de mí, y que aparezco cual quiero aparecer?
En este lance el peligro ha sido tratar a una mujer que no se parece a
las demás: para usted ha sido el peligro pues no ha sabido a qué atenerse.
Es muy difícil conocer a una mujer cuando ésta se empeña en no
ser conocida. ¿No recuerda usted que le dije un día me complacía
en sofocar pasiones avasalladoras, voluntades y matar sentimientos?
Entonces, ¿a qué dudar de mi fortaleza? Me pregunta usted ¿Qué
soy? Se lo diré por más que esta concesión no la vuelva a hacer a
nadie. Soy una amalgama de ternura y severidad, de rigor y dulzura,
de soberbia y bondad, de fuego y hielo… Mi corazón que es tierní-
simo jamás me sorprende porque las riendas de él las llevo en la cabeza.
Solo así podría yo penetrar impasible en el “campo enemigo”. Está usted
tan hastiado de mujeres fáciles que las inaccesibles les fascinan…
Ya que usted se permite decir lo que ha soñado, voy a permitirme
decirle lo que adivino. Hoy usted quería lavar su pasado, corregir su
presente y romper lazos que le ahogan porque moralmente son indisolubles.
¡Resignación! ¡¿Qué consejo se puede dar?! Me pide usted le revele
mis sueños, mis deseos, mis proyectos y mis aspiraciones. ¿Sabe de
usted lo que me pide? Todo lo más que yo puedo conceder es querer
ser un alma desnuda. Usted es muy acionado a la Venus de Milo
porque está desnuda y a mí me gustan los velos. (Una revelación)
Estímela lo mucho que vale. Bien merece usted por su ingenuidad un
momento de sinceridad mío. Tiene usted que permitirme algo: al
permitirme arrancar los crespones de su alma al revelarle su muda
desesperación me he vengado de que un día me llamó usted (niña)
probándole que soy mujer. Los años no suponen nada, la inteligencia
lo es todo: yo me voy muy lejos, y pinto situaciones por las cuales no
he atravesado. A fuerza de pensar tengo arrugas en el cerebro y canas
en la razón. Mi criterio es muy viejo. No merecía usted el desenlace
que le reservo… ¡¡Vanidoso!!73 Ya que quiere saberlo, sepa usted
que me inspira un afecto fraternal y que le permito colocarme en el
Ana Isabel Simón Alegre458
pedazo de alma que no tiene enfermo. Quiérame usted mucho guardan-
do siempre la respetable sentencia que yo merezco. Ya sabe usted que
tengo 40 años, ahora ya podemos razonar y discutir: en las esferas
de la inteligencia viviremos juntos, ahora seré toda verdad para usted
y como a usted le pueden comprender muy pocas mujeres cuando
moralmente se halle usted solo, venga a mí, yo le aconsejaré, yo
disiparé las nubes de su horizonte yo seré su médico moral. ¿Puede
ofrecer más una mujer cual yo? Yo quiero que me ame usted como
Lamartine a Madame Geraldine.
74
¿Sabe usted que dijo Lamartine al
morir esta mujer que encantó con su talento? “He amado a Delna
sin acordarme nunca que fuera mujer”. ¿No es verdad que siente usted
refrescar su espíritu al colocarlo cerca del mío? Sí, me necesita usted
en la vida moral. Cuando tenga usted penas pórtalas conmigo, sus
placeres no los quiero conocer. Ya sabe usted que por enigmática
que sea le entenderé siempre: donde usted se detenga, yo llegaré.
Contez toujours avec au battement de coeur de votre téndre soeur …Toujours.
Mari.75 Exijo contestación a esta carta. No le falta a usted asunto
nuevo… Adiós hermano mío. Mari: No está [palabra no identicada],
le esperamos a las 3 y se encontraran nuestras fraternales miradas.
Notas
1. El presente artículo deriva de las investigaciones para el máster
Estudios de la Diferencia Sexual (Duoda–Universidad de Bar-
celona), trabajo que fue ampliado y consiguió el primer premio
de investigación en la XIV edición de los premios SIEM “Con
-
cepción Gimeno de Flaquer”, 2011.
2. C. Simón: Escritoras españolas del siglo XX. Manual bio–bibliográco,
p. 363 y ss.
3. La Correspondencia de España, 12 de julio de 1879.
4. Biblioteca Nacional, Sala Cervantes, asignatura MSS/12945/49.
5. I. Sánchez: “Concepción Gimeno de Flaquer” en Antología de la
Concepción Gimeno y el ocio teatral madrileño en 1873 459
prensa periódica isabelina escrita por mujeres (1843–1894), pp. 243–280.
6. C. Gimeno: La mujer española, p.11. C. Gimeno: ¿Culpa o expia-
ción?, p. 6.
7. C. Gimeno: Mujer juzgada por una mujer, p.177.
8. Ver R. Cansinos–Asséns: La novela de un literato: hombres, ideas,
efemérides, anécdotas.
9. C. Gimeno: La mujer española, p. 11.
10. C. Gimeno: ¿Culpa o expiación?, p. 7
11. Idem, p. 6.
12. C. Gimeno: La mujer española, p. 75.
13. Agradezco a la profesora Carmen Caballero Navas esta reexión.
14. A. M. Freire: Cartas inéditas a Emilia Pardo Bazán (1878–1883),
pp. 172–174.
15. M. Bianchi: “La lucha de María de la Concepción Gimeno de
Flaquer. Teoría y actuación”, Escritoras y pensadoras, pp. 89–114.
16. C. Gimeno: Victoriana o heroísmo del corazón.
17. Álbum: revista semanal de literatura, artes, teatros, salones y modas,
núm. 49.
18. Carmen de Burgos indica que, en 1901, el domicilio de Con-
cepción Gimeno estaba en la calle Campomanes. Ver F. Utrera:
Memorias de Colombine. La primera periodista, p. 32.
19. C. Gimeno: Mujer juzgada por una mujer, p. 6.
20. F. Camprodón: Flor de un día.
21. C. Gimeno: La mujer española, pp. 228–229. S. Tartilán: Costumbres
populares.
22. C. Simón: Escritoras españolas del siglo XX.
23. B. Saldoni: Diccionario biográco de efemérides de músicos españoles.
24. E. de Cortázar: “El Álbum Calderoniano (Apuntes críticos)”,
Revista de España, tomo XCI, marzo–abril, p. 507. Julia de Moya: “A
Calderón en las estas de su centenario”, Álbum Calderoniano, p. 53.
25. Ibidem.
Ana Isabel Simón Alegre460
26. M. Simón: op. cit., p. 455. Ver F. Sáez de Melgar (dir.): Las muje-
res españolas, americanas y lusitanas pintadas por sí mismas. AA. VV.:
Siemprevivas que depositan varios ingenios en la tumba de su Ma. María
de las Mercedes.
27. A. Castro: Julia Asensi. El Camarada.
28. F. Sáez de Melgar (dir.): op. cit., p. 639.
29. Julia Asensi: El Amor y la sotana.
30. F. Camprodón: Espinas de una or.
31. F. Camprodón: Flor de un día.
32. T. Rodríguez: Borrasca del corazón. P. Gorostiza y Cepeda: Hija y
madre. El drama Eres un ángel no se ha localizado.
33. La Correspondencia de España, núm. 563, 31 de mayo de 1873, p. 3.
34. Ibidem
35. Ibidem
36. A. Simón: “Entre el amor y la sexualidad: Palabras de mujeres
en torno de las cuestiones sexuales, desde el nal del siglo XIX
y el inicio de la Guerra civil española (1939)”, Arenal, vol. 16,
núm. 2, pp. 281–304.
37. C. Gimeno, Mujer juzgada por una mujer, p. 37.
38. La transcripción de las cartas ha respetado la expresión original
de la autora, modicándose solo la acentuación; los destacados
con itálicas son subrayados de la escritora. Las diez cartas tienen
un añadido posterior en el que alguien conrmaba la identidad
de la autora de estas cartas: “Autógrafo. De puño y letra de la
poetisa María de la C. Gimeno. De la colección del pintor Ma-
nuel Castellanos”.
39. Esta carta no estaba fechada originalmente por Gimeno; se
indicó posteriormente el día 19 de marzo como fecha válida.
Esta escritora y Manuel Catalina tuvieron que conocerse el día 18
de marzo de 1873, día en que él actuaba. Según el Diario Ocial
de avisos de Madrid (17 de marzo de 1873), Manuel Catalina tenía
Concepción Gimeno y el ocio teatral madrileño en 1873 461
función para ese día en el Teatro Circo de Madrid, a las ocho y
media de la tarde, representando a Luis, en el drama El hombre
de Mundo, de Ventura de la Vega. Aunque estos datos muestran
cierta coherencia, cuestiono que la escritora y el actor se co-
nocieran ese día. Siguiendo esta carta, Gimeno se refería a un
lugar con el que Catalina tenía cierta vinculación y justamente
la noche del 23 de marzo de ese mismo año se inauguró en una
forma muy exclusiva el Teatro Apolo en Madrid, donde guraba
Catalina como uno de los empresarios implicados.
4
0. Concepción Gimeno pretendía iniciar un acercamiento con
Manuel Catalina, personaje que tenía cierta fama, posiblemente
de seductor, en los ambientes artísticos de Madrid. Una fama
que está en sintonía con un comentario tras la muerte del actor:
“Su simpática gura, su natural elegancia, su claro talento y
no vulgar ilustración”, E. Martínez de Velasco: “Don Manuel
Catalina y Rodríguez eminente actor dramático”, La Ilustración
española y americana, núm. XXX, 1886, p.87. Gimeno no quería
que el inicio de su acercamiento fuera público y por esto decidió
posponer el inicio de un intercambio de correspondencia con
el autor para el día siguiente. En su primera novela, Victoriana,
situó la causa de la separación de Victoriana y su marido en los
comentarios maliciosos que circulaban en las tertulias de los
cafés.
Gimeno insistió en sus ensayos en el cuidado que debían tener
las mujeres con visibilizar todos los detalles de su vida: “En la
sociedad se anida la calumnia, la envidia y la ingratitud. […] La
calumnia revela infamia de corazón, y generalmente son seres
pigmeos los cobardes que se atreven a blandir ese arma”, en C.
Gimeno: Mujer juzgada por una mujer, p. 19.
41. F.–J. Talma (1763–1826), actor y empresario teatral de elevada
fama. No he concretado la referencia a Proscio.
42. Con este apelativo, Concepción Gimeno guiaba a Manuel Cata-
Ana Isabel Simón Alegre462
lina acerca de la relación que le interesaba tener con él; además,
le indicaba que ambos estaban unidos en un plano similar, el
cultivo de las artes, y su relación iba a estar en este punto medio.
43. Parte del lenguaje que empleó Gimeno en estas misivas estaba
cercano al de la masonería, las sociedades secretas o los círculos
esotéricos. La idea de representar el mundo que la rodeaba como
un erial la tuvo presente en sus ensayos posteriores. Así denía
un día a día lleno de dicultades en el que tanto hombres y mu-
jeres tenían recuerdos que habían “apagado su sonrisa” (ver C.
Gimeno: Mujer juzgada por una mujer, p. 20), unos sentimientos
que afectaban equitativamente a ambos sexos.
44. Aristarco era el “mejor compañero” de Pablo el Apóstol. Estu-
vo con Pablo el Apóstol en su tercer viaje a la ciudad de Éfeso.
45. Se reere al drama Espinas de una or, que fue estrenado en
Madrid en 1852. Era la segunda parte de otra obra del mismo
autor, Flor de un día, estrenada también en Madrid un año antes.
46. Esta referencia se puede entender en relación con la metáfora
que Gimeno utilizó en otros de sus trabajos: equiparar la vida
y las experiencias de las mujeres con las hojas de un álbum. Gi-
meno indicaba que a veces los hombres intentaban estampar sus
ideas en estas hojas sin dejar a cada mujer espacio para reexio-
nar y, en muchos casos, arrebatando su “candor” e inocencia,
ver C. Gimeno: Mujer juzgada por una mujer, p. 32. Parece que la
escritora estaba indicando a Catalina que ella era la encargada
de decidir lo que la convenía en cada momento y cómo debía
guiar sus relaciones personales.
47. Podemos entenderla al relacionarla con la clase de amor y de
relación que tenían los integrantes de la pareja protagonista de su
obra
Victoriana. Aunque se amaban, debido a una serie de fata-
lidades, no podían compartir una vida marital, pero quedaban
unidos por el mundo artístico que compartían, además de la
Concepción Gimeno y el ocio teatral madrileño en 1873 463
elección de una vida alejada de la sociedad convencional.
48 Poeta, profeta y jueza de Israel, que vivió en el Israel premonár-
quico, muy apreciada por la escritora, ver C. Gimeno, 1882, p. 88.
49 Esta carta no contiene fecha, en el añadido posterior solo se
indica “Madrid, 1873”.
50 Julia Asensi y La Iglesia.
51. Esta transformación en la relación, de un plano artístico a uno
más personal fue pasajero, solo duró hasta la séptima carta.
52. Parece que estaba insinuando a Manuel Catalina el efecto ro-
mántico y amoroso que el recuerdo de una conversación que
tuvieron le había causado. Esta impresión está insinuada por la
propia autora al comparar ese recuerdo con escuchar melodías
elevadas y que utilizó en obras posteriores: “Un alma enamorada
es un arpa eólica, una lira pulsada por ángeles y seranes”, C.
Gimeno, Mujer juzgada por una mujer, p. 23.
53. “Hasta luego. Feliz tarde y no te olvides de… esta mujer. Siem-
pre. Mari”.
54. Se reere a La Ilustración de la mujer.
55. Según el diccionario de la Lengua Española, “esplénico” es un
adjetivo que signica “perteneciente o relativo al bazo”. El sus-
tantivo de este adjetivo es “esplenio” que es “el músculo largo y
plano que une las vértebras cervicales con la cabeza y ayuda a que
esta se mueva”. Gimeno parece querer transmitir que hacía un
día revuelto tanto en el plano meteorológico como psicológico.
56. En diferentes partes de esta carta indica que no se encuentra
bien; puede ser que no gozara de un estado de salud completo,
que tuviera alguna dolencia relacionada con el funcionamiento
del corazón y la circulación o con su visión. Gimeno estaba muy
familiarizada con el lenguaje médico y, en su obra Victoriana,
explicó detalladamente la forma en que atacaban estas dolencias.
57. Con la imposibilidad de componerle el instrumento musical
Ana Isabel Simón Alegre464
que denía a Apolo, su lira, la escritora recordaba al actor que
podía estar abierta a avanzar en su relación con él y considerarle
de otra manera, quizás más íntima.
58. Alphonse de Lamartine (1790–1869) político, poeta y escritor
francés, famoso en la época y al que la poetisa Carolina Corona-
do dedicó un poema en 1847. Además, la Baronesa de Wilson,
Emilia Serrano de Tornel, según Ma. del Carmen, p. 637, conoció
a Lamartine. Con la referencia a este escritor podía estar indi-
cando a Manuel Catalina, a quien aceptaba como su maestro, y
así no estaban en una situación personal equilibrada, que podía
incomodar a un hombre como el actor y sentir que no llevaba
la iniciativa de estos encuentros.
59. Safo de Lesbos (630–579 a.C.) poeta griega de gran importan-
cia para las escritoras y poetas de este periodo. Gimeno, con
esta rma, indica que quiere una vida libre para desarrollar sus
habilidades, ella y las demás: “Siempre nos ha parecido mejor
la lira en manos de Safo que en manos de Apolo”, C. Gimeno:
Mujer juzgada por una mujer, p. 167.
60. Es posible que, al terminar la carta con este sustantivo, haya
querido indicar que no olvidara lo valiosa que era ella. Concep-
ción Gimeno estaba llena de tesoros para descubrir, al igual que
la leyenda de la Sierra de la Plata.
61. Me resulta difícil precisar en qué evento teatral se encontraron,
ya que la carta séptima y la octava no tienen una fecha concre-
ta, como nueve (6 de mayo de 1873), por lo que su encuentro
fue anterior a esta fecha. Es probable que se encontraran en
un evento en el que Catalina no actuara; quizás pudieron verse
en el Teatro Real durante la representación de La mujer propia,
de Carlos Coello (ver “Espectáculos”, Diario Ocial de Aviso de
Madrid, núm.121, 1 de mayo de 1873).
62. La “estameña” es un tejido de lana sencillo. También el glasé es
Concepción Gimeno y el ocio teatral madrileño en 1873 465
un tejido, pero de seda, combinado con un metal. Concepción
Gimeno podía estar aludiendo que se encontró a Manuel Catalina
con otra mujer en el teatro.
63. Se reere a la festividad de San Isidro y a su romería, tan popular
durante la época.
64. No se han encontrado datos que ni conrmen o nieguen que
Manuel Catalina tuviera una hermana. También puede estar
reriéndose a otra mujer con la que no tuviera realmente esa
relación lial y Gimeno estuviera siendo sarcástica.
65. Puede que el concierto que se reera Concepción Gimeno fuera
al benéco que dio el pianista Pablo Barbero en el Conservato-
rio de Madrid, ver La Correspondencia de España, núm. 563, 1 de
mayo de 1873, p. 3.
66. Esta expresión signicaba que el “imposible” formaba una parte
importante en la vida de Concepción Gimeno.
67. Esta idea era muy importante para Concepción Gimeno, ya que
indicaba que era posible un mundo sin violencia y sin guerras.
68. Gimeno debía de haber tenido una mirada bonita, así lo se-
ñalaron Eduardo del Valle (“Como en su mirada dulcísima de
ángel irradian los fulgores del genio”) y el poeta Juan de Dios
Peza (“Sobre unos ojos de color de cielo. Y esos ojos aquí jos
y duros que nada quieren ver ni nada inspiran, son dos astros de
luz, tiernos y puros, que hablan en dulce idioma cuando miran”).
C. Gimeno de Flaquer: ¿Culpa o expiación?, pp. 9 y 18–19.
69. Mithridates IV (134 a.C.–63 a.C.) fue rey de Ponto y Armenia
y luchó contra Pompeyo.
70. Aún no localizo este artículo; pero en uno de sus trabajos pos-
teriores (“No hay sexo débil”), incluía algunas referencias rela-
cionadas con este intercambio de cartas: “Los que denomináis
fácil a la mujer, es porque habéis tratado mujeres que valían muy
poco; no conocéis del sexo más que la escoria. No conocéis a
El tesoro de las reinas consortes castellanas en el siglo XV.
Composición, decoración y signicado
Diana Pelaz Flores (Universidad de Valladolid)
—287—
Apropiación comunal de la tierra: pasado y presente de una relación compleja
Corina Luchía (Universidad de Buenos Aires–Conicet)
—311—
V. Historia, derecho, sociedad
De Altamira a las Digital Humanities. Recorridos lectores
Coral Cuadrada (Universidad Rovira y Virgili)
—335—
Evolución de Zacatecas desde los grabados de 1732 a 1799
Ma. Lorena Salas y Ángel Román
(Universidad Autónoma de Zacatecas)
—363—
La profesionalización de la enseñanza en Zacatecas.
Homogeneización y distinción de los preceptores. 1863–1912
Ma. del Refugio Magallanes (Universidad Autónoma de Zacatecas)
—381—
La situación actual de los archivos eclesiásticos en Zacatecas
Jezziel Garza de la Fuente (azeCme)
—405—
VI. Historia de las mujeres y estudios de género
Mujeres y niños en las obras médico–quirúrgicas de Madame Fouquet
Diana Arauz Mercado (azeCme)
—421—
Concepción Gimeno y el ocio teatral madrileño en 1873
Ana Isabel Simón Alegre (Universidad de Barcelona)
—433—