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1
Grandiosa secuencia de acontecimientos
(Darwin sobre la evolución humana)
Jose Angel García Landa
Universidad de Zaragoza
garciala@unizar.es
http://www.garcialanda.net
Este es un artículo sobre narratología evolucionista,
1
en el que releo y comento textos de
Darwin de El origen de las especies y de El origen del hombre y la selección en
relación al sexo.
2
Hace poco vimos con los niños La Odisea de la Especie, un documental de Jacques
Malaterre que le da un repaso a las especies ancestrales y sus homínidos vecinos, desde
el Orrorin hasta el Homo sapiens, pasando por los australopitecos, los Homo habilis,
Homo ergaster, Homo erectus y neandertales. Lo siguieron los pequeños sin respirar,
"una película que ha durado millones de años", decía Oscar, a medida que se extendían
los Homos desde Africa por todo el mundo; y lo cierto es que es un estudio de la
Historia se entendería y contextualizaría mucho mejor en el seno de un estudio de toda
la evolución de la humanidad.
3
Un aspecto curioso del documental de Malaterre es cómo no hace el menor intento de
explicar cómo pudieron surgir las diversas especies que retrata. Simplemente damos un
salto de miles de años, y allí han aparecido humanos más humanos, más parecidos a
nosotros. Se pone un cierto énfasis en la transmisión cultural como agente del
desarrollo, pero no aparece ni la menor explicación de cómo pueden haber surgido las
1
Sobre narratología evolucionista, ver mi nota "Narración y evolución".
2
Los principales textos de Darwin sobre el particular, así como ensayos sobre los
mismos pueden encontrarse en la selección editada por Appleman; a ella se refieren los
números de páginas de los textos citados, si bien la traducción es mía cuando la hay.
Bibliografías más detalladas sobre Darwin, evolución y evolución humana pueden
encontrarse en las secciones correspondientes de mi Bibliography of Literary Theory,
Criticism and Philology. Una versión preliminar de este ensayo se publicó en mi blog y
en Ibercampus.
3
Sobre una panorámica de la evolución humana ver mi artículo "Extrasomatizaciones:
Panorámica de la evolución humana." Ver también mi comentario sobre la segunda
parte del documental de Malaterre, "La Odisea de la Especie II".
2
diferencias físicas y de capacidad cognitiva entre las especies recientes de humanos y
los anteriores. Nada sobre las causas o funcionamiento de la evolución, en suma.
Para eso está Darwin, claro. Del Origen de las Especies me ha gustado especialmente la
manera en que desconstruye la noción de especie. La idea de especie es en realidad de
raíz creacionista, y en ella se mezclan varias suposiciones falsas. En el relato del
Génesis, Dios crea a las especies (falsedad nº 1) y éstas son entidades bien definidas,
prístinas, inconfundibles entre sí (falsedad nº 2). Ni se plantea que puedan cambiar o
evolucionar, por supuesto (falsedad nº 3). Lo que viene a demostrar Darwin es que 1)
todos los individuos difieren, 2) que las diferencias pueden dar lugar a variedades
locales, grupos identificables de seres de una especie, y 3) que no hay diferencia radical,
sino gradual, entre variedades y especies. Así se establece un origen para las especies
que no presupone un acto de creación divina o intencional de ningún tipo.
Las variedades son posibles especies en curso de diferenciación, o lo serían si no fuese
porque normalmente una variedad se desarrolla de tal manera que elimina a las demás, o
les sobrevive mientras las demás son de-seleccionadas—ya sea por transformaciones
ecológicas graduales o por catástrofes súbitas, un caso este último poco atendido por
Darwin. Y así se van transformando las poblaciones de seres vivos, y así van surgiendo
especies diferentes. La curiosa distribución de las especies y variedades, con grupos
incluidos en clases, cajas dentro de cajas, con parientes más próximos y más lejanos,
sólo puede explicarse mediante este éxito desigual y contingente de algunas variedades
frente a otras. Es mediante la extinción de casi todas las variedades y líneas de
desarrollo como las especies acaban siendo "tolerably well-defined objects" (Darwin
139). Para Darwin es la selección natural el primer responsable del éxito de unas
variedades frente a otras—aunque habría que añadir otros agentes como el azar y las
extinciones masivas. Pues para Darwin, si bien hay mucha extinción, las extinciones se
deben a la competencia entre especies y variedades, no a catástrofes súbitas e
incalculables. Por lo general, Darwin presupone un ecosistema estable y gradualista, en
la línea establecida por Lyell contra el catastrofismo geológico.
Sea como sea, quizá el aspecto más llamativo de la teoría de Darwin sea su corolario
según el cual muy pocos seres llegan a dejar descendencia a muy largo plazo: la
inmensa mayoría de las líneas de evolución —la práctica totalidad, de hecho— se
extinguen. Esto puede parecer sorprendente, pero queda muy claro en su gráfico en
3
forma de árbol de la sección "Divergence of Character" (del capítulo IV de The Origin
of Species, "Natural Selection"). Establece Darwin "una tendencia constante en los
descendientes mejorados de cualquier especie dada a suplantar y a exterminar en cada
fase de la descendencia a sus predecesores y a su especie madre original" (Darwin 130).
De ahí la escasez relativa de "transiciones" y formas intermedias. Según la explica
Darwin, la competencia por los recursos puede ser intensa entre diversas especies, pero
es especialmente intensa entre las especies cercanas, y sobre todo entre individuos de la
misma especie. Esto es especialmente visible, aunque pudiera parecer paradójico, en
una especie tan social y cooperadora como los humanos, pues son unos grupos los que
compiten contra otros (es lo que llamamos "la historia"). Otra cuestión a tener en cuenta
es que según los principios darwinistas son grupos muy pequeños, o muy pocos
individuos, los que son activamente seleccionados por la selección natural—una
circunstancia que plantea problemas si se pretende conjugarla con el gradualismo de
Darwin.
Si aplicamos esta teoría a la Odisea de la Especie, se discierne un panorama según el
cual las variaciones "humanizantes" en los homínidos han supuesto una ventaja
evolutiva y competitiva, y han sido seleccionadas de modo natural. Esto ha conllevado
una secuencia de selecciones graduales, en las que los grupos y formas humanas más
competitivas han prosperado; las diferencias surgidas en el seno de un pequeño grupo
han permitido su supervivencia, mientras que otros se extinguían, sobre todo al
proliferar los descendientes de ese pequeño grupo. Diferencias, en el caso de los seres
humanos, cognitivas, y de ahí surgen las diferencias culturales, organizativas, sociales y
tecnológicas. El grupo se hace mayor y más competitivo. Así se ha arrinconado o
barrido a australopitecos, Homines erecti, o neandertales. La especie descendiente,
quizá sólo una variedad al principio, ha prosperado, extendido su cultura o su población,
y ha acabado con los humanos antiguos.
4
Esto sucede un poco de la misma manera en
que actualmente compiten las culturas humanas entre sí, con cierta hibridación, pero
también con abundante exterminación de formas culturales "atrasadas" a medida que las
más nuevas, y más competitivas, se extienden. La globalización no es sino la aplicación
estricta de los principios que siempre han regido la evolución.
5
Lo mismo podríamos
4
Ver mi nota "Doce últimos hombres".
5
Sobre globalización y evolución, ver mis notas "Capítulos de una historia" y
"Globalización y sostenibilidad."
4
decir de la historia, vida y muerte de las lenguas—al final son unas pocas familias de
lenguas las que prosperan y no sólo sustituyen a sus variedades antiguas, sino también a
muchas otras menos directamente emparentadas, que no pueden sostener la
competencia, al igual que no puede su entorno cultural originario. En estas evoluciones
humanas, ya sean lingüísticas, culturales o genéticas, hay mucho que es el producto de
la cohesión social—es la sociedad más organizada, más industrialmente avanzada y más
poderosa comunicativamente la que desplaza a las demás.
Muy pocas especies, y muy pocos individuos de esas especies, transmitirán
descendientes a lo largo de miles de generaciones. La mayoría de los linajes divergen en
variedades que van a la extinción. Darwin es modesto en su diagrama: no lo traza desde
el origen de la vida (una cuestión no tratada en El origen de las especies), sino que nos
muestra un mapa de especies original, en un momento dado de la historia de la vida, y
(varios miles de generaciones después) el mapa muy distinto, y las relaciones de
parentesco muy distintas, a las que ha dado lugar. Pero la misma historia se volverá a
repetir: es el proceso habitual de la evolución, dada la formación de especies a partir del
juego de las variedades y de la extinción.
Si tenemos "en origen" las especies A, B, C, D, E, F, G, y cada una da lugar a
variedades a1, a2, a3, b1, b2, b3, etc., que luego siguen bifurcándose y subdividiéndose,
unos millones de años después quizá sólo tengamos descendientes de A y de G, y el
mapa sea algo así como a1/1/1, a1/2/3, a/5/3, y g/8/2. Son los grupos más grandes y más
distribuidos los que más variedades producen, y los que tienen más posibilidades de
dejar descendencia. Podemos extrapolar de este proceso e imaginar lo que será el
futuro—será, a vista de pájaro, algo así como el pasado:
"Looking still more remotely to the future, we can predict that, owing to the
continued and steady increase of the larger groups, a multitude of smaller groups
will become utterly extinct, and leave no modified descendants; and consequently
that of the species living at any one period, extremely few will transmit
descendants to a remote futurity" (133)
Nosotros somos los últimos humanos, supervivientes de una rama antes más poblada de
variedades. ¿Somos candidatos a la extinción, como "grupo pequeño", a pesar de lo que
abundamos? Tal parece. El futuro corresponderá, según este plan, como siempre a las
5
bacterias, y entre los animales más bien a grupos numerosos como los coleópteros—las
famosas cucarachas que nos han de suceder, según algunos pesimistas autores de
ciencia-ficción. Por otra parte, no es de despreciar la capacidad adaptativa de los seres
humanos a los más diversos ecosistemas; en este sentido, cada modalidad cultural
humana viene a equivaler a una especiación animal, si bien esta diversidad cultural está
a su vez amenazada por la globalización.
Otra extrapolación permite el diagrama de Darwin, una extrapolación al pasado:
"I should infer from analogy that probably all the organic beings which have ever
lived on this earth have descended from one primordial form, into which life was
first breathed" (Darwin 171).
Esto es lo más lejos que llega Darwin en sus especulaciones sobre el origen de la vida—
el probable origen común y parentesco remoto de todas las especies, y un origen
especulativo de la vida a partir de materia no viva. Observemos el lenguaje
"creacionista" que gusta de usar Darwin a veces, quizá por respeto a la ortodoxia, quizá
porque no tiene una teoría científica sobre el origen de la vida. Nos dice así que el
primer ser vivo fue "creado" (Darwin 173); para más datos, que se le insufló vida ("life
was first breathed") a una forma primordial de la cual descienden probablemente todos
los seres vivos. O puede haber varios orígenes separados, admite también en el último
párrafo del libro. En otra sección, hablando de órganos de extremada perfección, en el
cap. VI de The Origin of Species, volvemos a encontrar al Darwin creacionista,
arguyendo "Have we any right to assume that the Creator works by intellectual powers
like those of man?" O bien alude a las obras del Creador, que son muy superiores a las
del hombre. O habla de las "leyes imprimidas en la materia por el Creador" (174). Es de
notar que al margen de este lenguaje, Darwin, en su madurez, se consideraba a sí mismo
agnóstico, más bien que ateo, y que siempre fue muy cauto en no formular sus ideas
religiosas de modo ofensivo, en atención a su círculo social y a su familia.
Admitiendo lo que puedan tener de retórica estas alusiones al Creador, quedan sin
embargo como una inconsecuencia en la obra de Darwin, pues no se puede evitar desde
el momento en que mencionamos a un Creador el atribuirle intenciones, precisamente
de la manera antropomórfica que Darwin dice que quiere cuestionar, y que es
incompatible con su teoría. Otro punto en el que parece patinar Darwin es cuando
6
afirma que "as natural selection works solely by and for the good of each being, all
corporeal and mental endowments will tend to progress towards perfection" (Darwin
174). Aquí es contradictorio también, en la medida en que la selección natural
selecciona a los supervivientes más adaptados al medio, no a los más perfectos según
una noción un tanto metafísica o antropomórfica que se le cuela a Darwin en la
definición. En el futuro, las cucarachas estarán más adaptadas a determinados ambientes
asquerosos, pero los humanos difícilmente consideramos eso un perfeccionamiento de
las formas vivas, a no ser en un sentido muy restringido de la palabra "perfección".
Darwin presenta su teoría como algo que va a encontrar resistencia, aunque confía en
que los jóvenes investigadores no se vean tan atenazados por los prejuicios e ideas
preconcebidas, y pronostica que en el futuro parecerá increíble que naturalistas que
conocen la morfología y distribución de las especies puedan haber creído en una
creación separada de las especies, y dudado de la evolución (The Descent of Man, cap.
1). Dadas las "pistas" detectables en la estructura de los seres vivos, Darwin ve
cualquier otra interpretación de los hechos como absurda—habría que suponer que Dios
ha llenado de pistas falsas la naturaleza sólo para burlarse de nuestro intelecto, una
hipótesis repugnante e inconcebible. El sistema natural ha de ser un sistema no
meramente analógico, sino genealógico: el árbol de proximidad estructural de los seres
vivos ha de entenderse como un árbol ligado por la descendencia común. Y, por tanto,
como un gran proceso, sólo cognoscible mediante una gran narración. Es este aspecto
narrativo de la teoría de Darwin el que queremos enfatizar, sobre todo con vista a la
narrativización de la ciencia biológica, y al desarrollo firme de una teoría evolutiva que
da un fundamento científico a las maniobras cognitivas de anclaje narrativo.
6
El anclaje
narrativo es la maniobra cognitiva mediante la cual una narración se engarza en el
contexto de otras narraciones, estableciendo así mapas cognitivos de la acción humana
en el tiempo. La teoría darwinista, y de modo más general el desarrollo del pensamiento
evolucionista en el siglo XIX, supusieron un paso decisivo en el desarrollo de los mapas
cognitivos científicamente fundamentados.
7
6
Sobre la noción de anclaje narrativo, ver mi artículo "Harry Thompson, This Thing of
Darkness: Narrative Anchoring".
7
Más sobre estos mapas del tiempo en mi nota "Historia(s) de todo" y "Mapas del
tiempo"
7
Otro pronóstico que hace Darwin, acerca de algo apenas tocado en sus libros, es el
desarrollo de una teoría más completa de la evolución que incluya la evolución de la
mente, que curiosamente apenas aparece como un problema importante en su libro y en
su teoría: "Psychology will be based on a new foundation, that of the necessary
acquirement of each mental power and capacity by gradation. Light will be thrown on
the origin of man and his history" (Darwin 173)—aunque también podríamos decir que
éste es el plan de una psicología y teoría de la cultura evolucionista que ya había
empezado a desarrollar Giambattista Vico en el siglo XVIII, sin esperar a Darwin ni al
evolucionismo biológico.
8
No es el origen de los cuerpos humanos el que más nos
interesa, un cuerpo animal al fin y al cabo, sino el de las mentes humanas: aunque, de
hecho, el paso definitivo en esta investigación se da cuando se liga la evolución de los
cuerpos a la de las mentes en un enfoque a la vez sociobiológico y antropológico.
9
Es
evidente que la selección cultural del hombre es un proceso de autoconstrucción, donde
sí entran en juego el diseño, la intencionalidad, etc., aparte de la selección natural. Pero
Darwin no enfatizó ni este aspecto cultural de la evolución ni el papel de la selección
intencional, a no ser por la vía de la selección sexual, como veremos.
Aún una conclusión interesante más nos guarda el final del Origen de las Especies—a
saber, que las especies no existen. No existen como formas Platónicas, como Ideas
divinas, y a eso ha ido el razonamiento de Darwin. Existen hasta cierto punto como
hechos caóticos y contingentes, resultado impredecible de la historia y de la selección
natural—y existen, en última instancia, como instrumento cognitivo, ideas después de
todo, aunque ideas humanas.
"In short, we shall have to treat species in the same manner as those naturalists
treat genera, who admit that genera are merely artificial combinations made for
convenience. This may not be a cheering prospect; but we shall at least be freed
from the vain search of the undiscovered and undiscoverable essence of the term
species." (Darwin 172)
8
Sobre el evolucionismo de Vico, ver mi nota "El orden natural y la complejidad:
Paley, Lamarck, Vico y el Génesis".
9
Una perspectiva tal es la que apunta en estudios recientes sobre la evolución humana,
como el de Tattersall (2012) o Wilson (2012), e incluso en Beorlegui (2011) a pesar de
las interferencias religiosas-creacionistas en algunos puntos marginales de su
razonamiento.
8
Y es que, como observa en otro lado, según cuál sea el contexto de investigación y de
clasificación, un negro y un blanco (pongamos un pigmeo y una sueca) podrían ser
considerados especies distintas, o podrían serlo dos razas de perros, para un naturalista
que no supiese nada de sus hábitos o de su capacidad de reproducción. Hay que señalar
también que el término "especie" significa algo muy distinto para un paleontólogo
("fósiles morfológicamente diferentes") que para un biólogo ("seres capaces de
reproducirse entre sí"). Y como bien muestra Darwin, poblaciones aisladas pueden
derivar en especies diferentes: quizá ya lo son, si de hecho no se reproducen entre sí, o
lo hacen en una medida despreciable, aunque en potencia pudieran hacerlo.
10
Todo
depende cómo entendamos este término tan vago, "especie". En la medida en que están
diferenciadas las especies, se debe a la lucha por la vida y a esa dinámica evolutiva que
con frecuencia lleva a una variedad dominante a favorecer la extinción de sus parientes
más próximos... una verdad incómoda, quizá, y tanto más cuanto que es especialmente
aplicable a la especie humana, que se ha dedicado a esta extinción no sólo en su
ecología y economía práctica, sino también en su pensamiento político y en su religión,
con plena consciencia y ahínco.
A dos temas aparentemente diversos dedica Darwin su otro gran libro, The Descent of
Man (1871)—al origen del hombre, y a la selección sexual. La combinación puede
extrañar, aunque tiene su lógica propia.
No sólo describe Darwin cómo el hombre desciende del mono, sino también del gusano
(Darwin 226). No se remonta tampoco más allá ni intenta formular ninguna teoría sobre
el origen de la vida: sólo sobre sus transformaciones, y sobre cómo formas complejas
pueden provenir de formas simples mediante la acción de la selección natural. Y de la
selección sexual, de la cual ya hablaba en El Origen de las Especies. Incluso en el
campo de las "capacidades espirituales" muestra Darwin cómo "the mental faculties of
man and the lower animals do not differ in kind, although immensely in degree" (223).
La importancia de la selección sexual, que en última instancia viene a ser a mi entender
10
Obsérvese que en un acercamiento no idealista a la clasificación de las especies, la
cuestión de la hipotética capacidad reproductiva entre poblaciones es menos importante
que los patrones de comportamiento que en la práctica lleven a que ese intercambio
genético se lleve a cabo efectivamente o no. Así pues, la noción de "especie
reproductora" puede llegar a ser un constructo casi tan idealista como la inalterable
especie platónica.
9
un subcapítulo de la selección natural, es introducir el elemento de la acción de la mente
de la especie sobre su propia evolución; de ahí quizá que a Darwin le tiente
especialmente el ligar esta cuestión a la evolución humana, consciente como es de un
elemento de auto-formación intencional en la misma. Como veremos, en el caso de las
especies con capacidad cultural, esta acción va mucho más allá de la selección sexual,
aunque Darwin no se ocupe mucho de estas cuestiones.
En The Descent of Man encontramos argumentos para mostrar el parentesco del hombre
con los animales—argumentos anatómicos, embriológicos, de comportamiento,
comparación morfológica con los primates y otros seres… Todo ello, por supuesto,
antes del desarrollo de los estudios genéticos que revolucionarían todo este campo de
estudios y confirmarían sin embargo muchas de las intuiciones de Darwin. Es curioso
cómo se fija Darwin hasta en detalles como el bultito que hay en el pabellón de la oreja,
en la parte interna vuelta hacia adelante, un vestigio de antiguas orejas puntiagudas. Y
llama la atención sobre otros muchos órganos vestigiales, desde el lanugo hasta el
cóccix—entre los cuales tendrán un lugar aparte en su teoría los vestigios de un sexo
que se encuentran en la anatomía del otro. (Antes que acudir a un estado ambisexual
indiferenciado en seres primigenios, aquí especula Darwin que los órganos adquiridos
por un sexo son transmitidos de manera imperfecta al otro).
En esta obra más tardía, The Descent of Man, Darwin hace un poquito de autocrítica y
admite que quizá haya dado demasiado peso a la selección natural y de la adaptación al
medio como agente de la evolución y haya descuidado el papel de otros factores, sobre
todo estructurales, como son la existencia de estructuras que no son ni beneficiosas ni
perjudiciales, y que no se deben a la selección natural, sino que quizá son consecuencias
estructurales de otros cambios—ni previstas ni favorecidas activamente por la selección
natural. También la cuestión del plano estructural del desarrollo corporal, y la ligazón
existente entre fenómenos diferentes regidos por el mismo gen o la misma proteína, se
verá radicalmente transformada un siglo después de Darwin por el auge de la genética.
Un par de frases provocativas de Darwin. En El origen de las especies evita tratar la
cuestión del origen del hombre, a no ser por implicación. E incluso en The Descent of
Man es con frecuencia ambiguo al respecto, como correspondía por otra parte a una
época en la que estaban perdidos todos los eslabones. Sólo se conocían algunos restos
de neandertales, y su antigüedad y significado eran controvertidos. Habla Darwin en
10
estos términos vagos de antepasados humanos arborícolas, o con cola prensil, o con
branquias, etc., y hasta dice que nuestros antepasados remotos se parecerían en
estructura a un gusano. Pero en el momento clave, en la frase en cuestión, la del mono,
se le va un poco la mano estilísticamente hablando:
"The Simiadae then branched off into two great stems, the New World and the Old
World monkeys; and from the latter, at a remote period, Man, the wonder and
glory of the Universe, proceeded" (cap. VI, conclusión, Darwin 229)
La frase recuerda a un fragmento clave de Hamlet (o de Hair: "what a piece of work is
man")—o quizá también al Essay on Man de Pope, donde el hombre es "the glory, jest,
and riddle of the world". Y se detecta en la frase algo así como un cierto retintín irónico,
una recriminación a las pretensiones del hombre, ese presuntuoso ser que no reconoce
que viene del polvo, por mucho que lo diga la Biblia, y lo demuestren los polvos
cotidianos: dice Darwin que no debería ser causa de escándalo el origen animal de la
especie, no más de lo que lo es el origen de cada individuo en una sexualidad
biológicamente animal (Darwin, 241).
En los últimos párrafos de su libro, aun sin hablar de obispos como Wilberforce ni otros
primates of the church, pero en clara alusión a ese célebre episodio, afirma Darwin que
no se avergonzaría de descender de un monito valiente que defendió a su cuidador, o de
un viejo babuino valiente que defendió a un congénere—que eso no es más indigno que
descender de bárbaros crueles y supersticiosos, de quienes ciertamente sabemos que
descendemos, y admitimos todos sin escándalo. La última frase del libro también nos
recuerda que con todas nuestras pretensiones de elevación, saber y benevolencia, "Man
still bears in his bodily frame the indelible stamp of his lowly origin" (Darwin 254).
Indeleble—el origen no está sólo en el pasado, sino que sigue con nosotros, lo llevamos
en lo que somos, y es ésa una de las lecciones del evolucionismo.
El hombre es la quintaesencia del polvo, decía Hamlet sin hacer chistes, y sin salirse de
la ortodoxia bíblica. La teoría de Darwin es más atea, o llámesela agnóstica si se quiere,
pero también tiene un último resabio de teodicea—algo le queda en común con el Essay
on Man o con la Natural Theology de Paley.
11
Una teodicea sin Dios, si tal cosa es
11
Ver mi nota sobre "El orden natural y la complejidad: Paley, Lamarck, Vico y el
Génesis".
11
posible. La teodicea es ese género que pretende, como Milton en su Paraíso perdido,
justificar los designios de Dios ante los hombres, y sobre todo justificar la existencia de
imperfecciones en el plan divino del Universo, explicando por qué existe la muerte, por
qué Dios tolera el mal y el sufrimiento, etc. Darwin, como digo, a su manera también
entra en esta justificación: la crueldad de la existencia es necesaria porque de ella sale la
excelencia. Este razonamiento, por cierto, hace entroncar a Darwin con sus orígenes
intelectuales no sólo en Malthus o Adam Smith, sino de modo más general en el
pensamiento liberal del siglo XVIII. Es útil comparar el razonamiento de Darwin sobre
los beneficios de la lucha por la vida y las consecuencias que ésta tiene para la
excelencia y la plenitud de la naturaleza, con el célebre apólogo de Oliver Goldsmith
sobre la benevolencia y el altruismo destructivo, en su relato "Asem the Man-Hater".
12
La complejidad de las formas vivas, su variedad, y la grandeza relativa del hombre ("the
wonder and glory of the Universe") son posibles precisamente por esa competencia y
lucha a muerte: lo humano está edificado sobre lo animal, hasta sus últimas
consecuencias, y ésa es la más desagradable verdad del darwinismo. No es posible sin
esa base levantar tan bello edificio. Con esta reflexión termina el Origen de las
Especies:
"Thus, from the war of nature, from famine and death, the most exalted
object which we are capable of conceiving, namely, the production of the higher
animals, directly follows. There is grandeur in this view of life, with its several
powers, having been originally breathed into a few forms or into one; and that,
whilst this planet has gone cycling on according to the fixed law of gravity, from
so simple a beginning endless forms most beautiful and most wonderful have
been, and are being, evolved." (Darwin 174, énfasis mío).
Vemos otra vez el bíblico "aliento" divino aquí, aunque Dios se retira fuera de la
naturaleza y deja que las formas evolucionen sin su intervención ni (quizá) su voluntad.
Eso suponiendo que exista, pues se ha vuelto bastante más innecesario después de
Darwin, aunque ya se iba disolviendo su acción en las "causas secundarias" teorizadas
por numerosos teólogos y filósofos, o sea, en el funcionamiento autónomo de la
naturaleza según leyes inalterables cuyas interacciones son contingentes y en ningún
12
Comento la cuestión más en detalle en la sección "Darwinian Golsmith" de mi
artículo "Llevo un día darwiniano".
12
caso atribuibles a la divinidad. El darwinismo ha sido sin embargo un golpe duro al
teísmo, al especificar el alcance impensable de esas interacciones contingentes. Según
Harry Thompson, Darwin, viejo antropoide descreído, suplanta a Dios dejándose una
larga barba blanca. Aunque veremos que otras interpretaciones hay de la barba de
Darwin: que es sexualmente atractiva y un bello atributo varonil.
13
Darwin no es sólo réprobo al dudar de la creación y la providencia divina: también es
machista. Eso sí, con argumentos biológicos: se limita a constatar. No es políticamente
correcto The Descent of Man, que nos dice que si bien las mujeres son más atractivas, el
varón humano es más creativo, fuerte, valeroso, agresivo, dinámico e inteligente:
superior a la mujer tanto en cuerpo como en mente. Hablando claro:
"Si se hicieran dos listas de los hombres y mujeres más eminentes en la poesía, la
pintura, la escultura, la música (incluyendo tanto composición como ejecución), la
historia, la ciencia y la filosofía, con media docena de nombres bajo cada materia,
las dos listas no soportarían comparación" (235)
Es más fácil abuchear a Darwin que argumentar en su contra en este punto, habida
cuenta de que no está hablando de superioridad individuo a individuo, ni de
excepciones, sino de tendencias generales—concluyendo que, en fin, por término medio
la mentalidad del varón está por encima de la de la hembra. Además el varón es
dominante sobre la hembra en su comportamiento, y observa Darwin que "en estado
salvaje, la mantiene en un estado de esclavitud mucho más abyecto que el que aplica el
macho de ningún otro animal" (242); algo que si no se puede generalizar sí se puede
ejemplificar abundantemente, y no sólo con las culturas "en estado salvaje". En fin, nos
queda el consuelo de que quizá el hombre, y la mujer, están rehaciendo estas bases
biológicas mediante la evolución cultural.
14
Se felicita Darwin de que entre los
mamíferos predomine la ley de transmisión equitativa de caracteres a los dos sexos y no
13
La novela de Harry Thompson This Thing of Darkness es una excelente recreación
ficcional del viaje del Beagle y del impacto del darwinismo en la época victoriana.
Sobre la barba, ver mi nota "Este sí ha evolucionado".
14
Contra las argumentaciones al estilo de Darwin, suele argüirse la división social del
trabajo, que hace que sean los hombres los más dedicados a la esfera pública donde se
crea la cultura. Pero esta constatación puede igualmente servir de respaldo al
razonamiento de Darwin, pues es la esfera pública en la que se dinamiza y se crea la
cultura en mayor medida. Ver también las matizaciones sobre este punto en Boyd
(2009).
13
el dimorfismo pronunciado, "pues de lo contrario es probable que el hombre se hubiera
vuelto tan superior en dotes mentales a la mujer, como el pavo real lo es en plumaje a su
hembra" (Darwin 235-36). Visto el camino de supremacismo masculino absoluto
elegido por tantas culturas, es ciertamente de agradecer ese límite impuesto por la
biología.
La selección sexual no sólo produce el dimorfismo existente entre los sexos, sino
también, según Darwin, las diferencias corporales entre las razas humanas.
15
Cada
grupo humano desarrolla ciertos rasgos físicos como más deseables, y éstos se refuerzan
mediante la selección sexual, llevando al desarrollo de variedades. Vemos por qué en la
teoría de Darwin teoría es importante la selección sexual y va asociada de modo
prominente al origen de los seres humanos—aunque por supuesto no la restringe a esta
especie, y cuida de admitir que en muchos casos los efectos de la selección sexual y los
de la selección natural convergen, o se mezclan, y no tiene sentido distinguir entre una y
otra en según qué cuestiones. Sobre las razas, sin embargo,
"For my own part I conclude that of all the causes which have led to the
differences in external appearance between the races of man, and to a certain
extent between man and the lower animals, sexual selection has been the most
efficient" (243).
Humanizados (y diversificados) por la selección sexual. Hay que pensar que algo hay en
el comportamiento humano (quizá la componente cultural de creación y transmisión de
modelos de belleza o idealidad) para que adquiera tanta importancia relativa la
selección sexual precisamente en esta especie. Aunque no es una cuestión en la que
entre Darwin en gran detalle. Convendría ampliar el planteamiento darwinista, y
enfatizar en el caso de los humanos no la selección sexual en exclusiva, sino el papel de
la consciencia y de la ideología en cuanto agente de la evolución y de la
15
Muchos científicos niegan actualmente la existencia de razas humanas, y ciertamente
los rasgos no difieren de la manera en que presupone Darwin (de tal manera que ni
siquiera entra en el tema). Sin embargo, ningún evolucionista importante niega la
significación de cladogramas como los que aparecen en las p. 127-27 y 131 de Parker
(2006), relativos a la diversificación de las especies humanas el primero, y de las
poblaciones o "razas" el segundo. En cuanto a Darwin, presupone constantemente la
superioridad evolutiva de razas superiores como los europeos, y sus ejemplos
repetidamente sitúan a los africanos y otros "salvajes" en una fase evolutiva más
cercana, físicamente hablando, a las formas prehumanas.
14
humanización.
16
La cultura diversificada contribuye a la diversificación corporal,
promoviendo los caracteres físicos socialmente deseables, y llevando gradualmente a la
desaparición de los indeseables (o indeseados), de no entrar en juego otras
circunstancias estructurales o efectos indirectos que contribuyan a mantenerlos. La
acción de la cultura sobre la humanización debería plantearse hoy en día en términos de
selección grupal, una vez superados los prejuicios de la escuela genetista contra el la
noción de selección grupal.
17
También formula Darwin junto con su teoría de la selección sexual una curiosa teoría
sobre el origen musical del lenguaje, asociado a rituales de cortejo, al menos en cuanto a
la capacidad de vocalizar. Más sobre la teoría del lenguaje de Darwin en The Descent of
Man hablamos en el artículo "La evolución de las lenguas (las de carne y las otras)",
pero una teoría evolucionista más adecuada sobre la evolución del lenguaje tardará en
formularse, y todavía se está en ello.
18
Me centraré un poquito más en detalle en el último capítulo de The Descent of Man,
"XXI, General Summary and Conclusion".
Defiende Darwin su aplicación de la teoría de la selección para explicar los orígenes del
hombre, arguyendo que aunque fuese errónea contribuiría a esclarecer la verdad, pues si
bien los datos falsos crean error, las opiniones falsas sirven de acicate para debatir,
presentar teorías alternativas que corrijan los fallos, y despejar el camino a la verdad.
Por opiniones léase teorías: no deja esto de recordar a la noción de Popper de la
falsación de las teorías científicas. De hecho Darwin resaltó en su propia metodología la
importancia de las hipótesis y teorías en la investigación, que proporcionan una
orientación muy superior a la mera cosecha de datos. Una teoría organiza en torno suyo
al panorama, y resultará falsa o no, pero permite organizar los hechos y orientar la
actividad del investigador. Así, resalta Darwin la manera en que la teoría de la
evolución se impone como una necesidad para quien quiera percibir los hechos de la
16
Ver mi nota "Ideology and Evolution".
17
Una argumentación a favor de la importancia crucial de la selección de grupo en el
caso de los animales sociales aparece en Wilson, The Social Conquest of Earth. Ver
también la contraargumentación de Pinker ("The False Allure of Group Selection"), y
mis notas al respecto: "Meme(z) de Dawkins", "Defensa de la selección de grupo" y
"The Social Conquest of Earth".
18
Las más sugerentes son las de Deacon (The Symbolic Species) y la de Bickerton
(Adam's Tongue). Ver también mi reseña sobre esta última (2010).
15
biología como conectados entre sí—sin esta teoría nada tiene sentido en ciencias
naturales:
"Quien no se contente con contemplar los fenómenos de la naturaleza
desconectados entre sí, a la manera de un salvaje, no puede creer ya que el hombre
es obra de un acto de creación separado" (Darwin 244).
La lucha por la vida y por la reproducción, y la selección que imponen, llevan a que las
pequeñas variaciones entre individuos acaben dando lugar a razas, especies y géneros
distintos de seres; nada hay en el hombre que no pueda explicarse a partir de la
evolución de fenómenos más simples presentes en el resto de los seres vivos.
Al faltarle a Darwin el conocimiento de la genética, queda coja su teoría sobre el origen
y transmisión de las variaciones. Se agarra en este punto a lo que puede, incluida la
teoría lamarckista de la herencia de caracteres adquiridos mediante el uso y el desuso:
"We may feel assured that the inherited effects of the long continued use or disuse of
parts will have done much in the same direction with natural selection" (Darwin 245).
Pero también señala una vía posible para el estudio de las variaciones y modificaciones,
en especial mediante el estudio de las monstruosidades (es la vía que seguida por los
estudios sobre el desarrollo humano presentados en Mutantes, el libro de Leroi sobre
morfología y genética que reseño en "Todos mutantes").
Hemos visto que Darwin es machista, o si se prefiere, que sostiene que la naturaleza es
machista. Pues bien, además de machista, Darwin es racista, en el sentido de que cree
no sólo en las razas sino en diferencias inherentes a ellas, diferencias no sólo físicas
sino de tendencias y capacidades mentales. En esto es muy siglo XIX—y ya veremos
qué nos dice el siglo XXI al respecto, una vez remita la ola de corrección política.
19
La
tesis dominante hoy en día es que las razas no existen y que todas las poblaciones o
variedades étnicas de seres humanos tienen las mismas capacidades. Aunque es una
tesis ciertamente extremista, y se rumoree por los pasillos que los orientales destacan en
matemáticas, y los judíos en las cuestiones simbólicas y textuales, todo los datos que la
contradicen se tienden a silenciar hoy en día, y hoy en día la humanidad es homogénea
19
Una breve reflexión al respecto se permite Wilson (2012: 198), aunque apunta
también que no se han establecido científicamente diferencias cognitivas entre las
diversas "poblaciones".
16
más por axioma de corrección política que por el hecho de que sea una cuestión bien
investigada. Una cuestión sí se atreve Darwin a postular: que las razas no se han
"humanizado" separadamente, sino que todas derivan de un mismo antecesor que ya era
"probablemente" de categoría humana.
La tesis de la Eva primigenia no parece atraer a Darwin—que nos dice que no hay que
suponer una pareja original, sino una población con múltiples cruces gradualmente
humanizada. Esto tiene plausibilidad teórica, claro, pero recordemos también que según
la propia teoría de Darwin muy pocas variedades transmiten descendientes a la
posteridad remota, puesto que la mayoría se extinguen. O sea, que en realidad la tesis
de que descendemos todos de una pequeña o pequeñísima población no es en absoluto
incompatible con el darwinismo de Darwin, aunque sí con este pronunciamiento en
concreto (que quizá vaya más contra el dogma judeocristiano que a favor de su propia
teoría).
La evolución de las facultades mentales sigue los mismos pasos que las variaciones
físicas para Darwin: la distancia entre el hombre y los animales es de grado, pues éstos
difieren enormemente entre sí pero hay una escala de transición entre lo simple y lo
complejo. Las facultades intelectuales son primordiales en la competencia y la lucha por
la vida, y sin duda (nos dice) han sido de importancia primordial para el hombre desde
el origen, convirtiéndolo en la especie dominante. Y un poquito más entra Darwin en
este capítulo en el cognitivismo evolucionista.
Observa Darwin el interesante desarrollo de las cualidades morales, ligadas al instinto
social (incluyendo los lazos familiares). Los animales se ayudan o protegen mutuamente
en el seno no de su especie, sino de su grupo social. De hecho lo mismo hacen los
humanos, aunque Darwin no lo diga. Sí existe una idea más o menos vaga de la
humanidad como comunidad universal, eso es innegable, pero esta comunidad
imaginaria es débil—suele ceder rápidamente ante los intereses egoístas o los del grupo
más cercano, y de ahí virtudes como el apego a la familia, el espíritu de grupo, o el
patriotismo, y también defectos como las guerras, crímenes, injusticias, xenofobias y
genocidios. Una fundamentación de la ética y el altruismo en base a las peculiaridades
selectivas que actúan sobre los individuos y sociedades humanos aparece en Wilson
(2012).
17
El sentido moral lo define Darwin como "la capacidad de reflexionar sobre las propias
acciones pasadas y sus motivos, de aprobar algunas y desaprobar otras"—al margen de
las importantes consideraciones de cohesión y aprobación mutua social, lo que es
propiamente humano en la moralidad es la elevada actividad mental, con capacidad de
tener impresiones del pasado extremadamente vívidas, y de cotejar las impresiones de
las pasiones pasadas, o debilitadas, con el siempre presente instinto social—y asi de
evaluar su comportamiento y trazar planes de actuación para el futuro. Como vemos
esta amplia definición supera ampliamente lo que hoy llamaríamos cuestiones de moral
o de interacción de grupo, para apuntar implicaciones cognitivistas sobre el desarrollo
de la capacidad de representación y de planificación en el desarrollo de estrategias de
acción, por ejemplo, o de diseño de herramientas.
Es de notar cómo en este análisis de Darwin se asocia la moralidad a la capacidad de
imaginar, de trazar historias alternativas, y secuencias y proyectos de acción; es una
teoría muy semiótica, por no decir narrativa, de la moralidad (o de la cognición, según
matizábamos), y asocia por tanto la capacidad moral no sólo a la presión del grupo
social sino también a la capacidad de procesar secuencias e imágenes, y de
transformarlas hipotéticamente en mundos alternativos representados mentalmente. Este
desarrollo de la capacidad de representación es enfatizado hoy en día por numerosos
estudiosos, una vez más, señalamos, atendiendo más a cuestiones cognitivas que
morales en el actual sentido del término.
20
Darwin juzga que la moralidad es una facultad humana más alta que el intelecto, pero
subraya que la capacidad moral de los humanos se asienta en esta capacidad de
representar vívidamente las impresiones pasadas, es decir, en una capacidad intelectual.
También admite la importancia de las relaciones sociales y los valores del grupo en la
conducta moral: los grupos humanos más civilizados y complejos desarrollan asimismo
una moral más refinada, racional y elaborada que las morales sociales frecuentemente
arbitrarias y groseras de los salvajes.
Una cultura avanzada desarrolla una opinión pública que es racional y que estimula los
sentimientos éticos y sociales mediante la educación, el ejemplo y la reflexión. Y aquí
reflexiona un poquito Darwin sobre la evolución de Dios.
20
Ver Deacon 1997, Bickerton 2009, Rivera 2009, Beorlegui 2011, Tattersall 2012,
Wilson 2012, así como mi nota "Arqueología del lenguaje y del pensamiento".
18
"With the more civilised races, the conviction of the existence of an all-seeing
Deity has had a potent influence on the advance of morality. Ultimately man does
not accept the praise or blame of his fellows as his sole guide, though few escape
this influence, but his habitual convictions, controlled by reason, afford him the
safest rule. His conscience then becomes the supreme judge and monitor.
Nevertheless the first foundation or origin of the moral sense lies in the social
instincts, including sympathy; and these instincts no doubt were primarily gained,
as in the case of the lower animals, through natural selection" (248)
Aquí parece sugerir Darwin, o podría hacer sugerir su teoría, que Dios es una especie de
principio regulador de la racionalidad, o una proyección al cielo, en forma de
personificación o figura hipostasiada, de la observación mutua en la que se basan los
instintos sociales. Es decir, la divinidad surge como un resultado colateral de la
sociabilidad humana. Observemos que los dioses más evolucionados tienden a ser
dioses no de la tribu en cuestión, sino de la humanidad entera, con lo cual vendría a
representar la divinidad el sentido de racionalidad social que une a todos los hombres—
sería la personificación de una racionalidad que ya no es la del grupo social inmediato,
sino que más bien representa una sublimación de la socialidad humana en cuanto tal.
Observa Darwin que la creencia en un Dios no es en absoluto universal o instintiva, sino
que requiere una elevada elaboración cultural: lo que es más general es la creencia en
espíritus malignos poco más poderosos que el hombre.
"The idea of a universal and beneficient Creator does not seem to arise in the mind
of man, until he has been elevated by long-continued culture" (249)
Una vez más, Darwin sugiere aquí más de lo que dice. La religión evoluciona, y la idea
de Dios con ella. El dios de las religiones monoteístas es una fase de un desarrollo
cultural, un producto cultural "avanzado". El dios de la religión Unitarista, credo que
profesaba la familia librepensadora de Darwin,
21
representa un paso más en la
desmitologización y en la liberación de creencias supersticiosas, absurdas y groseras. Y
sin embargo esta idea o noción avanzada de Dios es menos avanzada que su propia
desconstrucción en la obra de Darwin, una teología científica que muestra la génesis
cultural de la religión y de la divinidad a partir de los instintos sociales, y en última
21
Ver "Charles Darwin", Wikipedia.
19
instancia su origen en la selección natural. El evolucionismo no se retira con una
reverencia ante la dimensión espiritual del hombre, sino que examina los componentes
de esa dimensión, analiza su origen y les da una explicación científica.
Lo mismo se aplica a la noción de la inmortalidad del alma. Qué sería de Dios sin la
inmortalidad del alma, y viceversa... Son dos creencias que tienden a unirse, pues se
refuerzan mutuamente y ambas surgen en una fase relativamente avanzada del
desarrollo cultural. Podríamos pensar que Darwin considera estas dos ideas como dos
ficciones desconstruibles, o explicables por una teoría evolucionista cultural. Pero en
este punto su razonamiento es más prudente o ambiguo. Parece que (sin pronunciarse si
él cree o no en la inmortalidad del alma) busca más bien tranquilizar a las personas que
sí creen, y que se preguntan cuándo adquirió el hombre esa alma inmortal. En este punto
busca Darwin más bien allanar objeciones a su teoría, o tender puentes con los
creyentes: su prioridad no es, en absoluto, hacer proselitismo ateo, sino más bien
mostrar que la teoría de la evolución no tiene por qué ofender o alarmar a los creyentes.
Arguye que si a pocos les preocupa en qué momento de la génesis del individuo se
insufla el alma, no tiene tampoco por qué preocupar en qué fase del desarrollo humano
a partir de una especie inferior se convierte el hombre en "un ser inmortal" (249). Aquí
Darwin anda auténticamente de puntillas, y su retórica parece conceder la mayor, que el
hombre es un ser inmortal, o al menos se escurre prudentemente ante una cuestión que,
evidentemente, sí hace replantearse las bases de las creencias religiosas a quien la llega
a comprender y a tomar en serio. Es intelectualmente más consistente y honesto admitir
que el evolucionismo sí lleva a cuestionar la verdad de las creencias religiosas
cristianas, por mucho que explique su utilidad social o la lógica de su origen.
El aludido paralelismo entre la génesis del individuo y la de la especie, a partir de
materia no humana, es un argumento en el que Darwin se hace fuerte. No olvidemos
que "evolución" significaba en principio "desarrollo del embrión hasta alcanzar la
madurez". La teoría de la evolución, arguye, no tiene por qué ser más ofensiva que una
comprensión de la reproducción humana.
22
Uno de los principales argumentos de
Darwin en la formulación de su teoría es la manera en que la ontogenia (la génesis del
individuo a partir del embrión) recapitula en líneas generales la filogenia (la evolución
de la especie, o su parentesco fisiológico con especies próximas)—recordemos aquí
22
Un tratamiento actualizado de la cuestión, con una postura respuetuosa hacia la
religión comparable a la de Darwin, puede encontrarse en Beorlegui (2012).
20
Ontogeny and Phylogeny, de Stephen Jay Gould, que estudia esta cuestión, el origen del
individuo como una representación o imagen del origen de la especie.
23
Para Darwin,
"The birth of both the species and of the individual are equally parts of that grand
sequence of events, which our minds refuse to accept as the result of blind
chance" (249, énfasis mío)
En la última frase no acaba de quedar claro si Darwin está afirmando las limitaciones de
nuestra mente, que sigue carriles intencionalistas, míticos y narrativizadores, y que
atribuye a los acontecimientos puramente casuales, fruto del azar ciego, un orden que no
tienen. O si quizá está prudentemente esquivando la cuestión y remitiéndose a las
opiniones generalmente aceptadas sobre el propósito del universo. Probablemente está
haciendo las dos cosas. Desde luego quiere librarse de una acusación de "impiedad" o
de nihilismo que podría perjudicarle, a él y a la aceptación de sus ideas.
Pero lo que me interesa más que estas fintas intelectuales es la noción de la grand
sequence of events, la grandiosa secuencia de acontecimientos que es el despliegue de
las formas vivas y de sus capacidades cognoscitivas: esta magna secuencia o Gran
Historia es un marco estructural que nos permite entender los hechos del universo no
como fenómenos aislados, sino como un todo conectado, parte de una evolución
cósmica; lo que últimamente se viene llamando Big History, la gran historia.
24
Esta
capacidad de conexión y comprensión es el valor que tiene la teoría sobre la evolución y
sobre origen de las capacidades mentales humanas propuesta por Darwin: permite una
visión de conjunto, podríamos decir que añade narratividad a nuestra comprensión del
universo, narratividad de esa que según Paul Ricœur permite relacionar acontecimientos
y hacerlos comprensibles en relación unos a otros, creando una configuración cognitiva
entre representaciones temporales.
25
Es un instrumento cognoscitivo—como lo eran por
23
Gould de hecho critica la versión simplista de esta teoría; pero desde su origen en
Haeckel, y antes, la analogía entre ontogenia y filogenia ha se ha visto a la vez
confirmada y matizada, a medida que se ha ido comprendiendo su mecanismo genético
(en su versión transformada es lo que se ha venido a llamar evo-devo, evolution +
development). Ver la sección "Haeckel-rising" en mi nota "Tengo un día darwiniano".
24
Ver por ejemplo los libros de Eric Chaisson, o de David Christian. En tiempos de
Darwin ya era intelectualmente influyente el gran teorizador del evolucionismo
cósmico, Herbert Spencer. Ver su libro First Principles, y mi nota "El efecto mariposa y
la complejidad ex nihilo".
25
Ver sobre todo el primer volumen de Temps et récit.
21
otra parte las narraciones bíblicas y míticas, de un modo más limitado. Esta narración
tiene la ventaja de que es, además, científica. Es la gran narración por excelencia (y
que cante misa Lyotard), en el seno de la cual encuentran su anclaje narrativo las
pequeñas narraciones—las secuencias de acontecimientos que constituyen el orden
humano de las cosas.
26
Velada queda también en la frase de Darwin la sugerencia de que esta capacidad
explicativa de la narración, la percepción de una secuencialidad coherente, puede llevar
también a atribuir intencionalidad, argumento deliberado, teleología y teología donde no
la hay—pues la narración tiene sus propias falacias narrativas que la acompañan y que
limitan su poder explicativo.
27
Puede asimismo haber verdades demasiado
desalentadoras o demasiado desagradables para comprenderlas plenamente, sugiere
Darwin—para que las comprendan sus contemporáneos victorianos, o su esposa, o
incluso Darwin mismo. Puede que el sentido que vemos en el mundo, y en nuestra vida,
puede que la existencia de Dios y la inmortalidad del alma que postulamos (o que han
pasado a ser presuposiciones socialmente aceptadas) sean sólo ilusiones de nuestro
cerebro, productos colaterales de nuestros hábitos cognitivos, en su búsqueda de
conexiones y de sentido. Descubrimos entonces que vivimos en un engaño colectivo, en
una caverna platónica.
Hoy en día hay, más claramente que en tiempos de Darwin, una teoría sociobiológica
sobre el origen biológico de ls creencias religiosas.
28
La idea de Dios sería la
consecuencia de la sociabilidad humana, que desarrolla ideologías trascendentales para
formentar el altruismo y dar cohesión al grupo, convirtiendo su orden cultural específico
en la sustentación metafísica de la realidad entera. También resulta el espiritualismo de
la reflexividad comunicativa que nos ha hecho humanos—y que nos lleva a proyectar
intencionalidades a la naturaleza, y a ver planes trazados allí donde no hay más que
acontecimientos fruto del azar. Algo sucede, sin más, y nuestros hábitos cognitivos nos
26
Ver mis notas "Diez mil millones de años luz de evoluciones" y "Harry Thompson,
This Thing of Darkness: Anclaje narrativo".
27
Sobre la falacia narrativa por excelencia, la distorsión retrospectiva o hindsight bias,
véase mis trabajos recogidos en Objects in the Rearview Mirror May Appear More
Solid Than They Are.
28
Ver Feierman, The Biology of Religious Behavior, y mis notas "La fe como
exaptación" y "Programados para creer."
22
llevan a decir "alguien ha hecho que suceda—era el destino", y a contar una historia
organizada al respecto.
Y las grandes narraciones se juntan con las pequeñas, incluso en la vida de Darwin y la
génesis de su obra. Termina el capítulo final de The Descent of Man con una vuelta a
considerar la importancia de la selección sexual no sólo en los animales sino muy
particularmente en el hombre: a la selección sexual hay que atribuir en gran medida
según Darwin el dimorfismo sexual, y las distintas capacidades y tendencias mentales y
anímicas de hombre y mujer. Darwin eligió lucir una enorme barba que marcaba bien su
dimorfismo y su pertenencia al género masculino, un ornamento sexual según su propia
interpretación. También las diferencias entre las razas son originadas en gran medida
por cuestiones estéticas guiadas por la selección sexual—o tal es la tesis de Darwin.
Aprovecha Darwin para redondear su "incorrección política" abogando por la eugenesia
voluntaria, aunque reconoce que en sus tiempos todavía se sabe muy poco de las leyes
de la herencia. Y aquí hay una pequeña salida de tono por cuestiones personales:
"When the principles of breeding and inheritance are better understood, we shall
not hear ignorant members of our legislature rejecting with scorn a plan for
ascertaining whether or not consanguineous marriages are injurious to man"
(Darwin 253)
Darwin se había casado con su prima, y esta cuestión de la consanguineidad le
atormentaba y preocupaba especialmente por motivos personales:
El matrimonio Darwin tuvo diez hijos. Dos de ellos murieron en la infancia, y
especialmente el fallecimiento de Anne Darwin con diez años dejó una huella
indeleble en sus padres. Charles era un padre cariñoso y extraordinariamente
atento con sus hijos. Cuando enfermaron siempre sospechó que la consanguinidad
podía empeorar la tendencia genética a la enfermedad que él sufría desde su
juventud. Estudió el tema en sus libros, contrastándolo con las ventajas asociadas
al cruce entre muchos organismos. (Wikipedia)
Es curioso que antropólogos como Lévi-Strauss y sociobiólogos como E. O. Wilson
hayan enfatizado la importancia de la prohibición del incesto, el primero sentándola
como fundación de la cultura humana y el segundo buscando sus bases en el
23
comportamiento animal. En todo caso sí es cierto que los matrimonios consanguíneos
multiplican las posibilidades de malformación genética.
29
Desde luego las dudas sobre
la consanguineidad no le llevaron a Darwin a moderar su reproducción. La explicación
se encuentra quizá en los párrafos finales de The Descent of Man. Allí discute Darwin
una paradoja sobre la reproducción humana: los humanos más prudentes, racionales y
capacitados, lo mejor de la especie, tienden a asegurar el futuro de sus hijos antes de
casarse; los imprudentes e irracionales en cambio se reproducen alegremente sin pensar
en las consecuencias. Y esta última estrategia, paradójicamente, tiene más sentido
evolutivo—con frecuencia, las personas prudentes no se casan o no tienen hijos por
escrúpulo, y los hijos de los imprudentes, de la peor clase de gente, pasan a dominar la
Tierra. Pero así no se contribuye a elevar a la humanidad sobre su estado actual.
Darwin, partiendo de un autoconcepto positivo, sin duda hizo cuanto estaba en su mano
por contrarrestar esa tendencia, y se pronuncia en contra de la anticoncepción y de la
abstinencia sexual:
"Hence our natural rate of increase, though leading to many and obvious evils,
must not be greatly diminished by any means. There should be open competition
for all men; and the most able should not be prevented by laws or customs from
suceeding best and rearing the largest number of offspring." (Darwin 253)
Aquí también parece que está pensando en alguien en concreto.
Termina Darwin con una defensa de su teoría y un recuerdo de su viaje en el Beagle en
su juventud. Cuando vio a los habitantes de la Tierra del Fuego, quedó horrorizado al
ver a la humanidad primitiva de la cual descendemos, en nada más atractiva que los
animales para él, aunque los compadeciese y reconociese la humanidad que le unía a
ellos.
Y se comprende, dice, que pueda resultar desagradable a algunos pensar en los orígenes
bestiales del hombre. La elevación actual de nuestras capacidades por encima de la
animalidad es promesa, a su entender, de algún destino aún superior al actual en algún
futuro lejano. Hasta el atisbo de ese hipotético posthumanismo llega, imaginativamente,
el Gran Relato de la evolución en The Descent of Man.
29
Ver Wilson (2012). Ver también mi nota sobre "El origen de las sociedades".
24
Entretanto, afirma Darwin, el apego a la razón y el respeto a la verdad le obligan a
atenerse a los hechos y a exponer lo que ha podido llegar a entender del ser humano:
que junto con sus cualidades elevadas, nobles y espirituales, el hombre arrastra y
arrastrará siempre consigo la huella de su origen humilde en los simios y en los
animales inferiores. La singularidad de la especie humana consiste en estar
permanentemene enraizada en estos orígenes biológicos, y a la vez trascenderlos
cognitivamente en un ámbito emergente de cultura y pensamiento (la única
trascendencia posible).
30
Es quizá lo mejor que podemos hacer, ateniéndonos a nuestra
racionalidad reflexiva: intentar comprender cuál es la naturaleza y origen de nuestros
motivos, acciones, e ideales: sólo así podremos evaluarlos y conocernos a nosotros
mismos al margen de ilusiones y de mitos. A los que no hay por qué echar demasiado
en falta, pues posiblemente siempre seguirán con nosotros.
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30
Ver el argumento de Carlos Beorlegui en La singularidad de la especie humana, y mi
nota al respecto ("La singularidad de la especie humana").
25
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