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Psicología y Salud, Vol. 20, Núm. 1: 31-40, enero-junio de 2010
Creencias y opiniones acerca
del tratamiento quirúrgico
del cáncer de mama
Beliefs and opinions about breast cancer surgical treatment
Carmen Regina Victoria García-Viniegras, Maritza González Blanco,
Felicia Miriam González Llaneza, Hugo Alexis Cantero Ronquillo,
Armando Seuc Jo, María del Carmen Llantá Abreu y María Josefa Cintero1
RESUMEN
El presente estudio pretendió identificar los elementos psicológicos que pueden contribuir a ex-
plicar la causa de que muchas mujeres con cáncer de mama aún sean sometidas a mastectomías,
siendo un hecho que la evidencia científica apunta cada día más hacia la elección de cirugías
conservadoras. Se analizan las preferencias de las enfermas, así como la percepción de las conse-
cuencias de este tipo de intervenciones. Se entrevistó a 459 mujeres, 180 de las cuales eran pa-
cientes con cáncer de mama intervenidas quirúrgicamente y 135 recién diagnosticadas, atendidas
en algunos hospitales clínico-quirúrgicos. Además, se estudió a 144 jóvenes sanas. Se discuten
los resultados a la luz de la importancia de los factores ajenos a la evidencia científica, que en
muchas ocasiones pueden determinar la elección de un camino terapéutico u otro. Se recomienda
que el personal de salud asuma con toda responsabilidad la tarea de educar a la población, en es-
pecial a la femenina, con el fin de borrar la imagen social de que el tratamiento quirúrgico radical
es prácticamente la única o la mejor alternativa de tratamiento de esta enfermedad.
Palabras clave: Creencias, opiniones y actitudes; Tratamiento quirúrgico del cáncer de
mama; Mastectomía.
ABSTRACT
The present study tries to identify psychological factors which contribute to explain why many
women with breast cancer still undergo mastectomy. However, scientific evidence show that it is
not the only valid treatment. Women preferences and their perceptions of surgical interventions
consequences are analyzed. 459 women were interviewed, 180 were surgical cases and 135 new
cases of breast cancer. Also, 144 young healthy women were surveyed. Results are discussed in
light of importance of factors not related to scientific evidence. It is recommended to perform
educational programs to women, as well as postgraduate courses to physicians, who must face
breast cancer treatment in order to eliminate the social image of mastectomy as the best option
or as the single choice to cope with this disease.
Key words: Beliefs, opinions, and attitudes; Breast cancer; Surgical treatment; Mas-
tectomy.
1 Universidad de Ciencias Médicas de La Habana, Facultad Miguel Enríquez, Ramón Pintó 202, Municipio 10 de Octubre, Ciudad de La
Habana, Cuba, tel. 5376-91-24-14, correo electrónico: crvictor@infomed.sld.cu. Artículo recibido el 1 de septiembre de 2008 y aceptado el
23 de febrero de 2009.
Psicología y Salud, Vol. 20, Núm. 1: 31-40, enero-junio de 2010
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INTRODUCCIÓN
a psicología de la salud reconoce que el
comportamiento saludable contiene un gru-
po de atributos de naturaleza cognitiva, tales
como creencias, expectativas, motivaciones, valo-
res y percepciones, así como elementos afectivos y
características de personalidad, que se expresan en
estados emocionales y afectivos, otros rasgos y
patrones de comportamiento externo, es decir, ac-
ciones y hábitos relacionados con el incremento,
mantenimiento y restauración de la salud (Díaz-
Llánez, 2005). En el caso del hombre enfermo,
estas creencias, emociones y patrones influyen en
su comportamiento ante la enfermedad, en cómo
asume el rol de enfermo, en qué medida se invo-
lucra en el control de la enfermedad y en las deci-
siones terapéuticas que el personal de atención
sanitaria le plantea. Tal es el caso de los pacientes
que deben ser sometidos a una intervención quirúr-
gica, decisión en la que interviene no sólo la capa-
citación científico-técnica del equipo médico, sino
también lo que el paciente conoce y espera del
tratamiento a emplear. En ocasiones, los avances
diagnósticos o terapéuticos en el campo de la me-
dicina no son del todo aceptados por la población
objetivo, pues están condicionados por determi-
nadas creencias u opiniones que se construyen so-
bre la base de un conjunto de influencias cultura-
les y, en particular, por la influencia educativa del
propio sistema de salud de una zona o país.
Hace ya muchos años que se ha cambiado
la concepción de que el tratamiento quirúrgico ra-
dical es prácticamente la única o la mejor alterna-
tiva de tratamiento del cáncer de mama. Los avan-
ces en cuanto al conocimiento de las característi-
cas biológicas de este tipo de cáncer y el incre-
mento en la detección de cánceres tempranos me-
diante el análisis mamográfico a poblaciones de
riesgo, o a la población general femenina, han per-
mitido dichos cambios en las conductas terapéu-
ticas. Así, ocupan hoy la atención de los especia-
listas la cirugía conservadora de mama, el con-
cepto de “ganglio centinela” y el papel de la mas-
tectomía conservadora de piel con reconstrucción
inmediata. A favor de la cirugía conservadora, se
tiene hoy el conocimiento de la biología del cán-
cer de mama, que es la que dicta los principios
para su manejo quirúrgico.
La cirugía del cáncer de mama ha seguido
una clara evolución hacia una menor agresividad,
y actualmente es posible una cirugía conservadora
en la mayoría de las pacientes diagnosticadas con
cáncer de mama en los países occidentales. Los
inicios de esta posición conservadora surgen en
1936, cuando Patey (1936/1967) describe la mas-
tectomía radical modificada (MRM). Posteriores in-
vestigaciones han continuado demostrando la con-
veniencia de la MRM como alternativa a la mastec-
tomía radical en el carcinoma de mama en esta-
dios I y II (Madden, Kandalaft y Bourque, 1972;
Patey, 1936/1967; Wangensteen, 1950).
A partir de 1973, con los estudios de Vero-
nessi y su equipo, se demostraron las bondades de
abordajes menos invasivos en el tratamiento qui-
rúrgico del cáncer de mama (Veronessi, Sacozzi y
Del Vecchio, 1981; Veronessi, Luini y Del Vec-
chio, 1993; Veronessi, Cascinelli, Mariani y cols.,
2002). Mediante sólidos estudios, la Organización
Europea para la Investigación y Tratamiento del
Cáncer (EORTC) ha demostrado también las bon-
dades de la cirugía conservadora (cfr. Van Don-
gen, Bartelink y Fentiman, 1992).
El estudio más importante que establece la
comparación entre la cirugía conservadora y la radi-
cal comenzó en los Estados Unidos en 1976 por
el National Surgical Adjuvant Breast and Bowel
Project (NSABBP-B06), encabezado por el doctor
Bernard Fisher, el cual en aquel momento cambió
el paradigma del concepto de diseminación del cán-
cer de mama y vuelve a lo ya expresado por Ga-
leno siglos atrás: que el cáncer de mama es una
enfermedad sistémica desde su inicio y que la
cirugía desempeña un papel en el control local de
la enfermedad limitado al nivel sistémico (Fisher,
Anderson, Bryant y cols., 2002). Se ha pasado así
de tener que justificar, hace unos pocos años, un
tratamiento conservador, a justificar hoy la propia
mastectomía.
Hace más de una década quedó establecido
que el tratamiento conservador de la mama es un
método apropiado para pacientes con cáncer de
mama en estadio I, y en algunos casos en estadio
II, y que es preferible porque, conservando la ma-
ma, proporciona además una supervivencia equi-
valente a la mastectomía. Sin embargo, la reper-
cusión de tales recomendaciones ha sido siempre
menor a la esperada.
L
Creencias y opiniones acerca del tratamiento quirúrgico del cáncer de mama
33
La evidencia es clara: la mastectomía radi-
cal es equivalente a la cirugía conservadora de
mama, o sea, la tumorectomía, con márgenes libres
de al menos un centímetro del tumor más radiote-
rapia. Las contraindicaciones para la cirugía con-
servadora son evidentes: tumores multicéntricos,
imposibilidad para recibir radioterapia por emba-
razo o por haber recibido radioterapia previamente
en el área, o bien una relación entre el tamaño del
tumor y de la mama que impide obtener un resul-
tado cosmético satisfactorio; aun así, no existe una
dimensión determinada del tumor que contraindi-
que la cirugía conservadora.
Hace veinte años, la mayoría de las pacien-
tes con cáncer de mama eran diagnosticadas cuan-
do los tumores tenían más de dos centímetros; en
la actualidad, gran proporción de los casos se diag-
nostican cuando los tumores son más pequeños.
Cabe hacer notar que ésta ha sido una poderosa
razón para el desarrollo de técnicas conservado-
ras en el tratamiento del cáncer de mama. También
han contribuido a este desarrollo las fallas de los
tratamientos radicales, así como la demanda fre-
cuente de las mujeres para conservar las mamas
y la consiguiente mejoría en la calidad de vida
(Foster, 2003).
Así, es posible constatar que la cirugía con-
servadora es actualmente la terapia de elección en
las pacientes con cáncer de mama en estadios tem-
pranos, y numerosos estudios demuestran las bon-
dades de esta forma de tratamiento. Entre ellos,
puede citarse el de Algara, Valls, Foro, Reig y La
Cruz (1999), quienes estudiaron una serie de 397
pacientes en el Hospital La Esperanza de Barce-
lona tratadas con terapia conservadora y radiote-
rapia sobre la mama y el área de nudos linfáticos
(cuando esto fue necesario). Se compararon los
resultados obtenidos en diferentes grupos de ries-
go y según la forma de expansión del tumor pri-
mario, sin que se observaran diferencias signifi-
cativas según el modo de incidir en el tumor pri-
mario (radioterapia externa o braquiterapia). Los
autores concluyen que no se puede plantear la exis-
tencia de un subgrupo de pacientes en las cuales
estuviera contraindicada la cirugía conservadora.
También para Moreno de Miguel, Pérez, Sán-
chez y Rodríguez (1998) la cirugía conservadora,
asociada a los tratamientos complementarios (ra-
diaciones ionizantes, quimioterapia y hormonote-
rapia) del cáncer de mama en estadios I y II, consti-
tuye una buena opción de tratamiento, con resulta-
dos de sobrevida e intervalo libre de enfermedad
aceptables y una mejor calidad de vida. Estos auto-
res aclaran que el término “conservación” no signi-
fica extirpar de forma incompleta el tumor; el tra-
tamiento deberá ser radical desde el punto de vista
oncológico, aunque no se ampute la mama. Dicha
cirugía debe garantizar una mínima mutilación,
una estética adecuada, la máxima información y
el máximo control local.
Hepp y Baeza (1999), al analizar la evolución
de los casos intervenidos quirúrgicamente durante
veinte años en el Servicio de Radiomedicina de
Santiago de Chile, defienden el tratamiento conser-
vador en el cáncer de mama, especialmente cuando
se realiza un diagnóstico precoz del mismo.
Morrow (2001) analizó el tratamiento quirúr-
gico de 16,643 mujeres en estadios I y II, candi-
datas potenciales a cirugía conservadora de la ma-
ma. Dicha cirugía fue realizada en tan sólo 42.6%
de los casos. Los factores que más se asociaron a
la conservación mamaria fueron tener tumores T1,
vivir en la región geográfica del noreste de Esta-
dos Unidos y carecer de componente intraductal
intenso. Se administró radioterapia a 86% de las
pacientes tratadas con cirugía conservadora. El
autor concluye que, pese a la intensa evidencia
científica en apoyo del uso de cirugía conservado-
ra de la mama, la mayoría de las mujeres norteame-
ricanas candidatas a este tratamiento continuaban
siendo tratadas con mastectomía. También en Es-
paña importantes estudios epidemiológicos reali-
zados a través del Proyecto Álamo arrojaron simi-
lares resultados al estudiar a 15 mil mujeres diag-
nosticadas en los períodos 1990-1993 y 1994-1997
(Martín, Llombart, Lluch y cols., 2004).
Además, las ventajas psicosociales destacan
la conveniencia del empleo de la cirugía conserva-
dora. Arraras, Illarramendi, Manterola y cols. (2003)
demostraron que los niveles de calidad de vida son
superiores en aquellas pacientes sometidas a este
tipo de cirugía. Victoria y González (2007), al es-
tudiar los niveles de bienestar psicológico (enten-
dido como satisfacción con la vida y predominio
de estados emocionales positivos) en un grupo de
pacientes sometidas a cirugía radical, y comparar-
los con los niveles de bienestar psicológico en pa-
cientes sometidas a cirugía conservadora, encon-
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traron en estas últimas mejores niveles en todas
las áreas de la vida.
Actualmente, no existen argumentos en con-
tra de la cirugía conservadora: es clara su equiva-
lencia –desde el punto de vista de la evolución clí-
nica– con la cirugía radical mutilante. Los esfuer-
zos se orientan a expandir su aplicación mediante
la utilización de terapias de inducción para redu-
cir el tamaño tumoral y así hacerlo accesible a
lumpectomía, o bien la exploración de nuevas for-
mas de administración de radioterapia.
Luego de una rigurosa revisión sistemática,
Martín y cols. (2004) concluyeron que está demos-
trado que la mastectomía radical tipo Halsted y la
radical modificada son igualmente eficaces en tér-
minos de supervivencia, por lo que la segunda es
la terapia de elección en las enfermas que precisan
cirugía radical. Para respaldar esta afirmación, el
índice de consenso resultó del cien por ciento. Ade-
más, en tumores menores de tres centímetros, la
cirugía conservadora de la mama, seguida de ra-
dioterapia, obtiene los mismos resultados que la
cirugía radical, por lo que –salvo contraindica-
ciones– es el tratamiento de elección para estas
pacientes (Martín y cols., 2004).
A pesar de todas estas evidencias científicas,
la mastectomía continúa siendo un procedimiento
utilizado frecuentemente por los cirujanos. En un
estudio publicado recientemente por el Proyecto
Álamo en España, Martín y cols. (2004) hallaron
que la cirugía era el procedimiento aplicado con
mayor frecuencia (90.7% de los casos) entre las
pacientes con estadios I, II y III de la enfermedad,
siendo la mastectomía el tipo de tratamiento qui-
rúrgico más usual (79.7%).
Aunque hoy es abrumadora la evidencia de
las ventajas de la cirugía conservadora, hay una
considerable resistencia a aceptarla. Es probable
que esta fuerte inclinación de los cirujanos se ex-
prese de alguna manera en las opciones que ofre-
cen a las pacientes que enfrentan la opción quirúr-
gica. Estudiando 321 casos, Clauson, Hsieh, Acha-
rya, Rademaker y Morrow (2002) constataron que
a casi un tercio de las pacientes que iban a ser so-
metidas a cirugía se les había ofrecido únicamente
la mastectomía en la consulta inicial.
Al enfrentar el cáncer de mama, al igual que lo
que sucede ante cualquier otra enfermedad, se con-
sidera de vital importancia la capacidad que tienen
las pacientes para aceptar o rechazar los métodos
de tratamientos propuestos por los especialistas, los
que estarán determinados en gran medida por la
acción informativa y educativa que los especialis-
tas del equipo de salud ofrezcan a las pacientes
para que puedan decidir de la mejor manera las
alternativas de tratamiento que se les planteen.
Por consiguiente, el presente estudio intentó
aportar una mayor claridad acerca de los factores
que pudieran influir en la elección “viciada” de
las pacientes por la cirugía radical. Cabría pregun-
tarse por qué, a pesar de que la cirugía conserva-
dora ha mostrado sus bondades (mejores resulta-
dos estéticos, mejor calidad y expectativas de vi-
da), aún se lleva a cabo un elevado número de in-
tervenciones quirúrgicas con la técnica radical. En
este estudio se evaluaron las creencias y actitudes
de mujeres sanas y enfermas hacia la cirugía de
mamas, así como sus preferencias y opiniones al
enfrentar dicha opción terapéutica.
MÉTODO
Participantes
Se estudió una muestra opinática de 459 mujeres;
de ellas, 120 fueron jóvenes supuestamente sanas,
158 pacientes recién diagnosticadas y 181 pacien-
tes operadas de cáncer de mama. Las jóvenes fue-
ron seleccionadas de la Sede Universitaria Muni-
cipal de San Miguel del Padrón, y las pacientes
de los hospitales González Coro, Hermanos Ame-
jeiras, Miguel Enríquez, Manuel Fajardo e Insti-
tuto de Oncología y Radiobiología de La Habana.
Procedimiento
A cada una de las mujeres se le aplicó una en-
cuesta que recogía datos generales y conocimientos
y actitudes acerca del tratamiento del cáncer de
mama. Las encuestas fueron aplicadas por la psi-
cóloga de cada hospital, en algunos casos por la del
Servicio de Oncología, y en otros por la del servi-
cio de mamas, específicamente. Cada una de las
variables estudiadas se comparó con el grado de es-
colaridad, la edad, la ocupación y el estado de salud.
Creencias y opiniones acerca del tratamiento quirúrgico del cáncer de mama
35
RESULTADOS
Las mujeres estudiadas fueron en su mayoría me-
nores de 40 años de edad (46.2%), seguidas en fre-
cuencia por las mujeres entre 40 y 59 años (33.8%),
mientras que 20% tenía 60 años o más. El nivel
de escolaridad predominante fue el nivel medio,
es decir, preuniversitario, en 65.1%. En cuanto a
la ocupación, 28.3% eran trabajadoras, 33% estu-
diantes, 23% amas de casa y 15.5% jubiladas. En-
tre las mujeres operadas, 64% había sufrido una
cirugía radical.
La encuesta no fue respondida por 36 muje-
res, por lo que las respuestas analizadas se redu-
jeron a 423 en muchos de los aspectos analizados.
La evaluación de las creencias acerca de la cirugía
radical mostró que 48.6% de las mujeres opinaba
que esta operación era preferible para evitar ma-
les mayores, 5.4% dijo que era necesaria en todos
los casos y 38% consideró que era aplicable sola-
mente en determinados casos. Clasificando las opi-
niones emitidas en “adecuadas” (aplicable en deter-
minados casos) o “inadecuadas” (preferible para evi-
tar males mayores o necesaria en todos los casos),
hubo un predominio de creencias inadecuadas.
Además, se les interrogó acerca de si resul-
taba más importante para ellas la conservación de
la vida o la de las mamas para analizar la valora-
ción que hacían las mujeres sobre este particular;
aunque la pregunta podría parecer ingenua2, se
pretendió promover el cuestionamiento de la elec-
ción, si fuera el caso de que las mujeres tuviesen
el conocimiento de que la conservación de la ma-
ma no implicaría necesariamente el riesgo de per-
der la vida. Así, sólo 40 de las 459 mujeres entre-
vistadas, es decir, 8.8%, pudo plantear que “la vida
es más importante, pero no necesariamente hay que
elegir”.
En cuanto a la conducta de las mujeres ante
la perspectiva de una cirugía radical –tanto para
las que ya habían enfrentado dicha situación co-
mo para las que se la planteaban como posible–,
51.4% indicó que ante tal situación se requiere de
una explicación, y 35% señaló que lo pensaría an-
tes de aceptar, las cuales pueden considerarse co-
mo respuestas correctas. Sin embargo, 35% plan-
2 Es de esperarse que, ante la alternativa de conservar la vida o
cualquier otra parte del propio cuerpo, una persona “normal” elija
la primera opción.
tea que lo aceptaría sin dudar, lo que entraña una
decisión poco participativa de la paciente, que ante
el planteamiento médico “acepta” ese tipo de ciru-
gía. Si se recodifica la conducta de las mujeres
ante tal planteamiento de la cirugía radical como
“adecuada” (requiere una explicación o lo pensa-
ría antes de aceptar) o “inadecuada” (la aceptaría
sin dudar o no la aceptaría), se obtienen 61.7% de
respuestas adecuadas y 38.3% de inadecuadas.
La reacción emocional de las mujeres ante
la pérdida o posible pérdida de una mama inclu-
yó la pérdida total de atractivo físico (29%), el re-
chazo hacia el propio cuerpo (14.5%) y depresión,
tristeza, desilusión y retraimiento sexual (52.3%).
Analizando la posible asociación de estas ac-
titudes entre el tratamiento quirúrgico radical y
las variables edad, nivel de escolaridad y ocupación,
así como con el hecho de estar sanas o ser ya en-
fermas de cáncer de mama, se halló lo siguiente.
Las creencias, consideradas como el compo-
nente cognitivo de la actitud, resultaron significa-
tivamente asociadas a la edad de las mujeres (Ta-
bla 1). Las creencias inadecuadas predominan en
todos los grupos de edad, pero de manera más
marcada en las mayores de 60 años, las que as-
cienden a 80%. La edad también influyó en la
manifestación de la conducta, pues las jóvenes
mostraron un marcado predominio de conducta
adecuada, predominio que se mantiene en menor
medida entre las de mediana edad y se invierte
significativamente en las mayores. Asimismo, la
edad influye en la diferente expresión emocional
ante la pérdida de una mama, produciendo en las
más jóvenes una imagen de pérdida de atractivo
físico, mientras en las de mediana edad y las ma-
yores predominan las reacciones de depresión y
de desilusión.
Además, la escolaridad también mostró una
influencia en las creencias que tienen las mujeres
en este estudio. En la Tabla 2 se observa que el
grupo de mujeres con nivel educacional univer-
sitario fue el único en el que las creencias inade-
cuadas no eran las más frecuentes, mientras que
en los demás niveles de escolaridad hubo un pre-
dominio mayor cuanto más bajo era dicho nivel.
La conducta que las mujeres manifestaron (o mani-
festarían) ante el planteamiento de una cirugía ra-
dical resultó inadecuado en una alta proporción
Psicología y Salud, Vol. 20, Núm. 1: 31-40, enero-junio de 2010
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Tabla 1. Asociación entre creencias y grupos de edad.
REACCIÓN EMOCIONAL
Depresión
Grupos
de edad Creencia
inadecuada Conducta
inadecuada Pérdida
atractivo Rechazo
cuerpo Desilusión
15 – 39 111
54.1% 53
25.9% 85
41.5%* 43
21.0% 77
37.6%
40 – 59 74
53.2% 60
43.2% * 28
20.1% 5
3.6% 106
76.3%
60 y más 63
79.7%* 49
62.0%* 20
25.3% 2
2.5% 57
72.2%*
* p < 0.05
Tabla 2. Asociación entre creencias y nivel de escolaridad.
REACCIÓN EMOCIONAL
Depresión
Nivel escolar Creencia
inadecuada Conducta
inadecuada Pérdida
atractivo Rechazo
cuerpo Desilusión
Primaria 24
80.0% * 19
63.3% * 8
26.7% 0 22
73.3%
Secundaria 44
65.57% 27
40.3% 15
22.4% 3
4.5% 49
73.1%
Media 156
56.1% 95
34.2% 99
35.6% 45
16.3% 134
48.2%
Universitaria 24
50% 21
43.8% 11
22.9% 2
4.2% 35
72.9%
*p < 0.05
entre las mujeres con un bajo nivel de escolaridad
(nivel primario), lo que no ocurrió a partir del nivel
medio. La reacción emocional ante la pérdida de
una mama según el nivel de escolaridad no mos-
tró asociaciones significativas desde el punto de
vista estadístico, aunque es posible apreciar en la
tabla que en el nivel medio de escolaridad fue el
único donde no ocurre un predominio de las reac-
ciones de depresión y desilusión, aumentando por
el contrario las de pérdida de atractivo y rechazo
del propio cuerpo. Asimismo, la ocupación se aso-
ció significativamente a las creencias acerca de la
cirugía radical, pues aunque en todos los grupos
predominaron las creencias inadecuadas, esta pro-
porción fue significativamente mayor en las jubi-
ladas (Tabla 3). La conducta manifestada ante el
Tabla 3. Asociación entre creencias y ocupación.
REACCIÓN EMOCIONAL
Depresión
OCUPACIÓN Creencia
inadecuada Conducta
inadecuada Pérdida
atractivo Rechazo
cuerpo Desilusión
Ama de casa 52
55.9% 38
40.9% 21
22.6 2
2.2 70
75.3
Estudiante 87
57.2% 37
24.3% 72
47.4 42
27.6 38
25.0
Jubilada 47
74,6% * 33
52,4% * 12
19,0% 3
2,6% 48
76,2%
Trabajadora 62
53,9% 54
47,0% 28
24,3% 3
2,6% 84
73,0%
*p < 0.05
Creencias y opiniones acerca del tratamiento quirúrgico del cáncer de mama
37
planteamiento de una cirugía radical resultó ade-
cuada con mucha mayor frecuencia entre las es-
tudiantes, no así entre las trabajadoras y las amas
de casa; tal proporción se invierte en el caso de las
jubiladas. La asociación entre ambas variables re-
sultó estadísticamente significativa. La reacción
emocional ante la pérdida de las mamas, que re-
sultó apuntar hacia la depresión en la mayoría de
los casos, mostró esa misma tendencia en todos los
grupos ocupacionales, excepto en las estudiantes, en
quienes predominó la pérdida del atractivo físico.
Dicha asociación también resultó estadísticamente
significativa al aplicar la prueba de Chi cuadrada.
Por último, se analizó la posible relación en-
tre las creencias de las mujeres y el hecho de estar
enfermas o no, encontrándose que las que tienen
información acerca de la cirugía radical de mamas
es prácticamente igual en todos los casos, mien-
tras que la conducta manifestada como adecuada
fue significativamente más frecuente en el caso de
las sanas (Tabla 4).
En cuanto a su reacción emocional, las mu-
jeres enfermas refirieron con mucha mayor fre-
cuencia respuestas de depresión y desilusión; en las
sanas, lo más frecuente fueron las alusiones a la
pérdida del atractivo físico e inclusive el rechazo
hacia el propio cuerpo. Tal asociación mostró sig-
nificación estadística.
Tabla 4. Asociación entre creencias y estado de salud.
REACCIÓN EMOCIONAL
Depresión
Estado
de salud Creencia
inadecuada Conducta
inadecuada Pérdida
atractivo Rechazo
cuerpo Desilusión
Sanas 70
58.3% 30
25.0% 55
45.8% *35
29.2% 30
25.0%
Enfermas 178
58.7% 132
43.6% * 78
25.7% 15
5.0% 210
69.3% *
* p < 0.05
DISCUSIÓN
Lo primero que llama la atención en el presente
estudio es que, de manera general, la mayoría de
las mujeres opinó que la cirugía radical era siem-
pre preferible para evitar males mayores, no fal-
tando un grupo que afirmó que era necesaria en
todos los casos de cáncer. También resulta alar-
mante que sólo una parte muy pequeña de las mu-
jeres pudiera afirmar que la vida es más impor-
tante, pero que no necesariamente había que ele-
gir. Esto implica que las mujeres en su mayoría
estaban convencidas de que siempre es preferible
la cirugía radical. El temor al cáncer y al estigma
social que éste ha llegado a representar, unidos a
una inadecuada educación de la población, puede
explicar por qué la población femenina prefiere
soluciones “radicales”. Un análisis de las repre-
sentaciones sociales de esta enfermedad permite
comprender la razón de que la población, aun la
no educada, prefiere “cortar por lo sano”, pues al
parecer es siempre la mejor opción. Partridge (2008)
apunta que los médicos que atienden al creciente
número de mujeres que sufren cáncer de mama de-
berían ser conscientes de estas percepciones inco-
rrectas e intentar minimizarlas.
En cuanto a lo que las mujeres refieren que
harían frente al planteamiento de la mastectomía
radical –lo que puede considerarse como el com-
ponente conductual de su actitud–, el que haya más
de una tercera parte de quienes “aceptan sin du-
dar” evidencia una falta de cuestionamiento per-
sonal ante la propuesta médica y una falta de invo-
lucramiento en las decisiones que atañen a la pro-
pia salud. Esto pudo corroborarse al realizar un
análisis cualitativo de las respuestas a una pregunta
abierta referente a los criterios para decidir tal ciru-
gía. Predominan en estas respuestas los conteni-
dos relativos a una “puesta en manos” del médico,
es decir, a cederle al facultativo el derecho abso-
luto de tal decisión. Al modo de ver de los presen-
tes autores, el que un paciente requiera de una ex-
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plicación o de pensarlo antes de aceptar la cirugía
radical es no sólo un derecho de las personas afec-
tadas, sino un ideal a alcanzar cuando se atiende
a pacientes de manera respetuosa, lo que parece
constituir uno de los elementos básicos de la éti-
ca médica, que es el principio de la autonomía, que
no es más que la facultad que tiene una persona
para gobernarse a sí misma. La decisión de una
paciente en relación con una intervención médica
se basa mucho en la información que ha recibido,
la que estará sujeta a su capacidad cognoscitiva y
volitiva para actuar de manera autónoma, a sus
expectativas de vida tanto social como familiar, y
a la esperanza de obtener una mejor calidad de vida
(González, Grau y Amarillo, 1997).
Se comprobó que la reacción emocional an-
te la pérdida de las mamas es predominantemente
de tipo depresiva, lo cual ha sido reportado en la
literatura, señalándose la pérdida de la autoesti-
ma por el deterioro de la imagen corporal.
Con relación a las variables sociodemográ-
ficas y a las actitudes de las mujeres estudiadas,
se halló una clara relación entre las creencias ina-
decuadas y la edad de 60 años y más. En efecto,
aunque las creencias inadecuadas predominan en
todos los grupos de edad, este predominio es signi-
ficativamente mayor en el grupo mencionado, lo
cual apunta a considerar que las mujeres de la ter-
cera edad tienden a presentar concepciones erró-
neas con una mayor frecuencia que el resto. Ello
implica que las mujeres mayores son menos sus-
ceptibles a los cambios de mentalidad, la que re-
quiere la aceptación de la cirugía conservadora de
la mama, así como la conducta consecuente de pen-
sar la decisión, lo que también se encuentra aso-
ciado a la edad. De igual forma, el tercer compo-
nente analizado –la reacción emocional– se aso-
ció al grupo de edad, de tal forma que las jóvenes
suelen referir más la “pérdida del atractivo físico”
como vivencia emocional, mientras que las de me-
diana edad y las mayores aluden en un alto por-
centaje a la depresión o desilusión, lo que se corres-
ponde con una alta valoración del atractivo físico
por parte del grupo social de las jóvenes, en una
etapa de la vida en la cual la enfermedad se per-
cibe como alejada de sus preocupaciones vitales.
Cabe hacer notar que la escolaridad parece
también condicionar las actitudes ante la cirugía
radical del cáncer de mama. Las mujeres con me-
nor preparación escolar tienden a demostrar con
mayor frecuencia las creencias erróneas, lo cual es
perfectamente esperable. El nivel de escolaridad
también influyó en las conductas inadecuadas, pe-
ro no en el tipo de manifestación emocional, con
lo cual se comprueba que no siempre las actitudes
manifiestan una coherencia interna total.
Las creencias (adecuadas o no) aparecieron
asociadas también a la ocupación. Las mujeres
jubiladas, que coinciden con las de edades de 60
años y más, son las que presentaron predominan-
temente creencias inadecuadas. La pérdida de con-
tactos sociales que se produce con el retiro de la
vida laboral puede favorecer una reducción en la
incorporación de las novedades en muchos ámbi-
tos de la vida, incluso las que tienen que ver con
la salud, lo que, unido a la resistencia a los cam-
bios propia de la edad, explica tales resultados.
Por el contrario, en las jóvenes, hay un predomi-
nio de conductas adecuadas. El grupo de estudian-
tes (jóvenes y en su mayoría sanas) refirió una alta
proporción de sentimientos de pérdida del atrac-
tivo físico ante el hecho o la posibilidad de perder
una mama.
De manera especial, se hallaron diferentes pro-
porciones de conductas adecuadas o inadecuadas
entre las mujeres sanas y enfermas. Para las sanas,
es lógico esperar una conducta adecuada. Hubo
resultados desfavorables entre las enfermas que
manifiestan depresión y desilusión con una alta
frecuencia, no así en el caso de las mujeres sanas,
las cuales, al percibir la enfermedad como algo
ajeno a ellas, refieren que no enfrentarían la situa-
ción con estos estados emocionales tan negativos.
Al constatar los índices de depresión en estas en-
fermas, es posible coincidir con Partridge (2008),
que refiere un aumento de la ansiedad y la depre-
sión en mujeres con carcinoma de mama, quienes
suelen tener una elevada percepción de riesgo.
En conclusión, predominan en este estudio
las creencias inadecuadas, pues casi la mitad de las
mujeres consideran que la cirugía radical es pre-
ferible para evitar males mayores, y muy pocas
mujeres se plantean que conservar la mama no es
sinónimo de morir de cáncer. Más de la tercera
parte de las mujeres aceptan sin dudar el plantea-
miento del facultativo acerca de la necesidad de
una cirugía radical. Se corrobora asimismo que las
mujeres reaccionan con síntomas de depresión en
Creencias y opiniones acerca del tratamiento quirúrgico del cáncer de mama
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la mayoría de los casos cuando son sometidas a
una cirugía mutiladora, y que son las mujeres ma-
yores las que muestran más creencias erróneas,
conductas inadecuadas y reacciones de depresión
y desilusión. Mientras que la edad y las creen-
cias, adecuadas o no, parecen asociarse a los nive-
les de escolaridad, no ocurre así con las reaccio-
nes emocionales.
Las mujeres jubiladas son más proclives a
tener creencias inadecuadas, a diferencia de las es-
tudiantes. Las creencias acerca de la cirugía radical
de mama son similares en las mujeres sanas y en
las enfermas, mientras que la conducta calificada
como adecuada es propia de las mujeres sanas.
Por último, las mujeres enfermas suelen respon-
der emocionalmente con depresión, mientras que
a las sanas lo que parece importarles más es que
su atractivo físico se vería afectado.
Por lo anterior, el personal de salud debe
brindar información más actualizada y de la for-
ma más adecuada, sobre la base de la evidencia
científica, acerca del cáncer de mama y su trata-
miento no sólo a las pacientes con esta enferme-
dad, sino a la población general, de manera que
se favorezca una elección libre y consciente ante
el tratamiento.
Las organizaciones femeninas, bajo la orien-
tación de las autoridades sanitarias, debe conti-
nuar promoviendo la mayor divulgación de todos
los avances científicos que contribuyan a prevenir
el cáncer de mama, así como a participar oportu-
namente en las decisiones del tratamiento.
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