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Diciembre 2007
UN SISTEMA DE ANÁLISIS DEL MERCADO
DE TRABAJO ARGENTINO, MEDIANTE
TÉCNICAS DE INSUMO-PRODUCTO
Alberto Müller y Alejandro Lavopa
10
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PRESENTACIÓN
El presente documento culmina una actividad de investigación desarrollada desde 2006 en el
marco del Proyecto UBACyT E003, “Crisis socio-económica y perspectivas del empleo en la
Argentina actual” de la programación científica 2004-2007.
Siguiendo uno de los objetivos principales del proyecto de referencia, dicha actividad se
orientó a diseñar y aplicar un sistema de diagnóstico proyectivo y seguimiento del mercado
de trabajo y la situación social de la Argentina. En este documento se detallan las bases
conceptuales, metodológicas y operativas de dicho sistema así como los resultados de su
aplicación para el año 2006.
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Índice
I. INTRODUCCIÓN Y ANTECEDENTES ..............................................................4
II. PROPÓSITO .............................................................................................................. 7
III. MARCO CONCEPTUAL.........................................................................................7
III.1. El nivel de actividad y el empleo ....................................................................7
III.2. Enfoques agregado y desagregado............................................................... 10
IV. PLANTEO METODOLÓGICO ............................................................................ 12
IV.1. Enfoque general............................................................................................... 12
IV.2. Operacionalización del análisis.....................................................................16
IV.2.1. Diagnóstico: factores explicativos................................................................................... 17
IV.2.2. Diagnóstico: componentes de demanda final ................................................................. 19
IV.2.3. Pronóstico........................................................................................................................ 20
IV.3. Fuentes de información y tratamiento de los datos ...................................21
IV.3.1. Fuentes de información................................................................................................... 21
IV.3.2. Tratamiento de la información .......................................................................................22
IV.4. Aspectos complementarios ............................................................................25
IV.4.1. Elasticidades producto-empleo sectoriales...................................................................... 25
IV.4.2. Vectores de demanda final .............................................................................................. 25
V. ENSAYO DE APLICACIÓN AL AÑO 2006.......................................................26
V.1. Diagnóstico....................................................................................................... 26
V.2. Pronóstico.........................................................................................................30
VI. SEGUIMIENTO FUTURO: SIDIPRO-MT.........................................................34
VII. CONCLUSIONES ................................................................................................... 34
ANEXO ESTADÍSTICO.................................................................................................. 36
BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................................... 38
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I. Introducción y antecedentes
Luego de atravesar un decenio de bonanza económica entre los años 1964 y 1974, con tasas
de crecimiento de la actividad en el orden de 5% (sin años recesivos), un creciente nivel de
empleo y una conformación económica agro-industrial que mostró signos de consolidación y
viabilidad, la economía argentina ingresó en un prolongado ciclo de estancamiento.
Este ciclo puede descomponerse en subperíodos, caracterizados por la predominancia de
diversos aspectos patológicos: estancamiento con sobrevaluación cambiaria (1978-81 y 1991-
2000); asfixia externa por sobre-endeudamiento (1982-1988); hiperinflación (1989-1991);
híper-recesión, al compás de una crisis terminal del sistema bancario (2001-2002). Esta
evolución negativa sin antecedentes en la historia del país (y análoga a pocos casos
mundiales en tiempos de paz) puede ser retratada mediante indicadores elocuentes: entre
1974 y 2002, el Producto Interno Bruto per cápita cayó un 25%; la tasa de desempleo abierto
pasó, desde niveles friccionales, a más del 21% y la población por debajo de la línea de
pobreza tocó un inédito nivel de 53%.
Fue este un proceso de auténtica desarticulación productiva y social, con muy nocivas
consecuencias en la capacidad de acumulación, en los niveles de bienestar de las mayorías y
en la propia cohesión social. La Argentina que ingresa al siglo XXI es una sociedad que ha
ganado en pobreza, polarización y fragmentación; una sociedad que en los años ’70
ostentaba el carácter de excepción en lo referente a bienestar y movilidad social, dentro de
una América Latina ya entonces prefigurada como el continente paradigma en términos de
desigualdad social1. Treinta años después, comparte indicadores en este campo con Chile, y
se muestra más inegualitaria que en México, Perú y Uruguay, por ejemplo.
Las razones de esta negativa trayectoria deben buscarse en planos diversos.
Por una parte, debe señalarse la contribución de un panorama externo que se presentó por
momentos complejo, por la presencia de ciclos de endeudamiento y crisis (patentizados por
los episodios de 1982 y 1995, ambos originados en México), por la oscilación pronunciada de
términos de intercambio, y también por el progresivo abandono de un régimen de
acumulación centrado en la idea de economía mixta con regulación estatal, para dar
centralidad a los actores privados.
Toda América Latina sufrió los efectos de estas circunstancias; ello se reflejó en una
evolución decepcionante, si se la compara con las dos décadas anteriores. Así lo indican los
guarismos referidos al crecimiento. Las tasas de expansión del Producto Interno Bruto
(corregido por paridad de poder adquisitivo) fueron las siguientes, a partir de 1960, para un
conjunto de 14 países de la región2 (tasas decenales):
1960-1970: 76,2%
1970-1980: 86,0%
1980-1990: 17,5%
1990-2000: 36,9%
1 Sólo Uruguay y Costa Rica podían contarse como casos similares al argentino en la década del ’70.
2 Los datos resultan de la suma el PIB en dólares del año 2000 de los siguientes países: Bolivia; Brasil, Colombia,
República Dominicana, Ecuador ,El Salvador, Guatemala, Peru, Chile, Costa Rica, México, Panamá, Uruguay y
Venezuela. Si se adopta como indicador el promedio simple de las tasas de crecimiento (a fin de evitar la
ponderación excesiva de los países mayores), no se obtienen valores sustancialmente diferentes. Fuente: base de
datos Banco Mundial – 2007. Los guarismos para el caso argentino muestran una tendencia cualitativamente
similar, aunque con menor nivel de crecimiento final entre los extremos considerados (1960-2000).
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Solamente Chile observó un crecimiento mayor entre los años 1980 y 2000, con relación a los
20 años anteriores. En los países restantes, y al amparo de las reformas económicas
prohijadas para toda la región, la tasa de crecimiento del último decenio fue menos de la
mitad de la observada entre 1960 y 1980, cuando campeaba el modelo de industrialización
sustitutiva.
Pero, por otro lado, es también real que las respuestas a estos cambios contextuales no fueron
uniformes, como así tampoco las trayectorias efectivas que se observaron. Las políticas
nacionales mantuvieron pese a todo capacidad de maniobra; la explicación de lo ocurrido en
cada país debe buscarse ineludiblemente en el conjunto de factores e intereses que en
definitiva guiaron decisiones cruciales en cuestiones de política económica. Así, por ejemplo,
la extraordinaria bonanza financiera posterior a la crisis petrolera de 1973 se tradujo en
inversión petrolera en México, en la reconversión de la industrialización brasileña antes
volcada al mercado interno, pero también en la viabilización de una pronunciada fuga de
capitales en Argentina. Otras países (por ejemplo, Colombia y en menor grado Venezuela) ni
siquiera incurrieron en endeudamiento en grado importante.
Debemos introducir entonces factores internos, que apuntan a la respuesta que la Argentina
dio ante el peculiar e inestable contexto internacional iniciado con la crisis petrolera de 1973.
Una respuesta que, debe enfatizarse, se tradujo en una performance sustantivamente peor al
conjunto de 15 países mencionados. Basta señalar que si en 1960, el PIB argentino
representaba el 25% del total de estos países, 40 años después esta participación había
descendido al 15%3.
Por lo pronto, el país poco capitalizó del ciclo exitoso 1964-1974, en términos de consolidar
un paradigma de acumulación que generara consenso entre los actores económicos con
capacidad de decisión. Antes bien, por razones que debemos procurar en el plano de la
política – y que poco tienen que ver con el desempeño económico – imperó en el Estado una
decisión de abortar la configuración mencionada; todo ello, en favor de un patrón que
anarquizó las políticas públicas y donde lo financiero adquirió preeminencia, en una
trayectoria donde se sucedieron ciclos espasmódicos de expansión y crisis, al compás de la
especulación y el endeudamiento estatal4.
Sólo hubo un modelo duradero, implantado a partir de 1991 tras la hiperinflación; el mismo
se basó en la instauración de una caja de conversión, la liberalización económica, el retiro del
estado – a través de una reforma rápida y profunda – y la integración sin cortapisas al
mercado financiero mundial. Este modelo pudo subsistir durante 10 años, en virtud de
condiciones internas que le fueron favorables; en particular, el efecto disciplinador del shock
hiperinflacionario de 1989-90 y los ingresos fiscales aportados por las privatizaciones.
Asimismo, ayudaron la mayor liquidez internacional y la mejoría notable de los términos de
intercambio verificada en el período.
Este ciclo constituyó una oportunidad singular para visualizar el impacto de la aplicación
integral de políticas originadas en el marco del Consenso de Washington (y que otros países
también adoptaron, por lo general con más cautela y pragmatismo), en un contexto propicio.
El resultado fue el estancamiento y la desindustrialización, pero también el montaje de un
cuadro que combinó endeudamiento público, fragilidad bancaria y déficit externo. Este
cuadro desembocó en un inédito proceso recesivo que se inició en 1998 y adoptó
características dramáticas en 2001-2002.
3 Fuente: base de datos del Banco Mundial - 2007
4 En Müller (2001) se desarrolla esta argumentación, con relación al período del Ministro Martínez de Hoz, de la
última dictadura militar. Son referencias relevantes en este contexto Canitrot (1980) y Schvarzer (1987).
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El comportamiento de la economía argentina ha mostrado signos de reversión a partir de
2002; ello se ha manifestado en un ciclo de crecimiento significativo de más de 5 años. Hoy
día, los agregados macroeconómicos se sitúan en valores superiores en 20% o más, con
relación a 1998, el mejor año de la década del ’90, siendo particularmente notable el
desempeño de la inversión, que muestra la mayor participación en el producto desde inicios
de los años 70. Por su parte, la tasa de desempleo abierto se sitúa en niveles moderados (9%),
aunque aún superiores a los mínimos históricos de la década del ‘70, al tiempo que persiste
el subempleo. La población con ingreso por debajo de la línea de pobreza representa hoy día
un 23% del total (aun cuando este valor debe considerarse con cautela, a raíz de la relativa
fiabilidad de los índices de precios utilizados).
En este desempeño han jugado un papel relevante tanto algunas políticas económicas (el
mantenimiento de un tipo de cambio alto, el logro de superávits cambiario y fiscal, la
renegociación de la deuda externa) como también un contexto externo marcadamente
favorable, en lo atinente a términos de intercambio y al crecimiento de la demanda mundial.
La sostenibilidad de esta trayectoria es por cierto materia de debate; pero parece existir algún
consenso en el sentido de que el actual escenario económico muestra resiliencia.
Pero aun si este patrón subsiste, la recomposición del tejido social requerirá un tiempo
considerable (como ya señaláramos en un trabajo anterior5). Marginalidad, pobreza y
fragmentación social seguirán presentes. La destrucción de relaciones productivas y sociales
por obra de sucesivos impactos exógenos (contracción de la actividad, elevación del
desempleo, crecimiento de la pobreza) se ha prolongado durante un cuarto de siglo, y afectó
a toda una generación de argentinos. Hoy día, la reproducción de pobreza y marginalidad es
un fenómeno recurrente y de escala importante, lo que trae como resultado una pronunciada
segmentación social; ella se refleja en los ámbitos laborales, en la convivencia social e incluso
en la consolidación de una suerte de cultura de la marginalidad.
Un aspecto adicional, de gran importancia, es la prefiguración de una profunda
segmentación en el mundo del trabajo. Persiste un amplio segmento de trabajo no registrado,
que ha perdido posiciones en cuanto a sus ingresos, con relación al sector formal, desde el fin
de la Convertibilidad; similares consideraciones caben para el empleo del sector público, en
cuanto a éstos últimos. El salario del sector no formal y el del sector público se han
incrementado en torno de 70% desde 2001 hasta hoy día, mientras que el salario formal ha
crecido cerca de 150%.
La recuperación del mercado de trabajo, su formalización, la capacitación y recapacitación de
la fuerza laboral por acción del sistema educativo, la garantía de un piso mínimo de servicios
de salud, el acceso a viviendas dignas, son todos pasos que deben darse para enfrentar este
cuadro. Esto requiere un posicionamiento estratégico, puesto que se trata de enfrentar una
problemática de gran complejidad y durabilidad. Un aspecto central aquí es el
comportamiento del mercado de trabajo, en su relación con el ciclo económico y los impactos
que el crecimiento tecnológico y productivo puede generar.
5 Ver Lavopa y Müller (2006, pág. 4)
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II. Propósito
El presente documento, culminando una actividad de investigación desarrollada desde 2006,
intenta brindar aportes en lo atinente a la formulación de políticas y estrategias para el
mundo del trabajo. A tal fin, desarrolla una herramienta de diagnóstico y proyección del
mercado de trabajo. Ella se corporiza en un modelo de cómputo, basado en un enfoque que
emplea técnicas de insumo-producto, bajo la concepción de una economía orientada por el
comportamiento de la demanda final.
Su mayor peculiaridad, como se verá más adelante, es el ensayo de un enfoque
sectorialmente desagregado. La expectativa es que así se proveerá una visión más compleja y
rica, con relación a los habituales abordajes agregados, que ignoran las particularidades
sectoriales.
El apartado siguiente brinda algunas consideraciones de orden conceptual acerca del
enfoque utilizado.
III. Marco conceptual
III.1. El nivel de actividad y el empleo
No es necesario enfatizar la estrecha relación existente entre el nivel de empleo y la actividad
económica, en las sociedades actuales. Sin embargo, conviene destacar algunos aspectos de
esta relación, a partir de una comparación (esquemática) entre las sociedades precapitalistas
y capitalistas.
En las conformaciones sociales anteriores al capitalismo, gran parte de la actividad
productiva se destinaba a autoconsumo, y se encontraba gobernada mayormente por
decisiones individuales, limitadas a su vez por ciclos naturales, por la disponibilidad de
recursos naturales y por mecanismos locales de apropiación del (escaso) excedente. El trabajo
era así un resultado de las necesidades inmediatas de los productores, y se desarrollaba con
el sólo límite de su disponibilidad, en el marco de los factores restrictivos mencionados; su
propósito básico era la autosubsistencia, y sólo marginalmente la producción tenía a terceros
como destinatarios; la sede de gran parte de la población y la actividad era el ámbito rural.
No había desempleo, en el sentido moderno del término, en este tipo de sociedades: el
trabajo era capaz por si mismo de poner en movimiento la actividad productiva.
Este panorama sufre un cambio importante (y acelerado, en muchos casos), a partir de la
instauración del capitalismo. En este sistema, impera la división del trabajo, mediada por
una densa red de intercambios realizados en ámbitos mercantiles, donde el gobierno de las
decisiones individuales es sólo parcial. Se incrementa así la interdependencia entre las
personas, ampliándose exponencialmente la complejidad del entramado social. El
funcionamiento de éste se torna opaco, y el sistema de precios brinda un conjunto de
indicaciones sólo parciales acerca de las decisiones a tomar por parte de los individuos6.
Un resultado de esta nueva morfología de las actividades productivas es la formación de
mercados donde se intercambia fuerza de trabajo, y ya no el producto de este trabajo. La
generalización de esta forma de contratar el trabajo – esto es, el asalariamiento – es típica del
6 Quizá puede rescatarse como contribución relevante de la Economía Neoclásica el enunciado de las condiciones
fuertemente restrictivas por las cuales la información que brindan los precios sería suficiente, en el modelo de
equilibrio general (ver Mas-Colell et al, cap. 17).
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capitalismo. En términos de Leijonhufvud (1986), éste es el resultado del desarrollo de la
división “vertical” del trabajo, esto es, de la segmentación de la cadena productiva, por la
que se constituyen puestos de trabajo especializados que producen bienes complementarios
entre si (tal como ya lo ejemplificara Adam Smith en el célebre ejemplo de la fábrica de
alfileres).
Debe señalarse de todas maneras que el asalariamiento no es la única forma por la que se
provee fuerza de trabajo; de hecho, subsisten con fuerza formas diversas donde se
transacciona el producto del trabajo, además de casos de trabajo no pago (familiar)7. Pero
aún en este caso, la posibilidad de trabajar depende de la existencia de demanda para el
producto aportado, no existiendo fungibilidad, por obra precisamente de la especialización;
un artesano es un trabajador que no puede reconvertir instantáneamente sus habilidades, en
función de las conveniencias del mercado.
Trabajar, en este tipo de sociedades, ya no responde a una mera decisión individual. El proceso
productivo deja de ser autoactivado. Ahora, el trabajador debe poner a disposición su
capacidad de trabajo en un mercado cuya demanda responde a lo que ocurre en mercados de
bienes, a las expectativas empresarias, a las consecuencias de lo que ocurre en otras
economías, etc.
El estudio de los determinantes de la demanda de trabajo es uno de los puntos nodales para
la comprensión del funcionamiento de una economía capitalista, y no sólo desde un punto
de vista económico. Más allá de los aspectos referidos a la esfera productiva, el trabajo es una
instancia esencial en el establecimiento de relaciones de pertenencia y reciprocidad, con todo
lo que ello conlleva, en los planos sociológico, antropológico, e incluso político.
Los elementos que intervienen en el específico desempeño del mercado de trabajo son
múltiples (siendo buena parte de ellos ajenos a la voluntad del trabajador, como vimos).
Entre ellos, cabe señalar el nivel de actividad económica, demandante de las prestaciones
laborales. Ahora bien, la actividad económica muestra fluctuaciones, por razones diversas.
Entre ellas, la más característica es la motivada por la variación de la demanda agregada.
Esta variabilidad se da porque en economías capitalistas con excedente, no todo el ingreso es
gastado en forma automática. Antes bien, un conjunto importante de gastos es diferible, en
función principalmente de las expectativas. Solamente los gastos imprescindibles (que son el
total del gasto, para el caso de los sectores de menores ingresos) ocurren a medida que las
personas perciben ingresos. Entre los gastos diferibles más característicos, podemos
contabilizar la inversión, y también parte del gasto de consumo (típicamente, el consumo
suntuario). El estudio de los determinantes del gasto no inducido por el ingreso es una tarea
propia de la Macroeoconomía, a partir del aporte fundacional de J. M. Keynes. Si bien este
tema no será objeto de tratamiento, estas consideraciones justifican la adopción de un
enfoque de tipo “demand driven”, donde el nivel de actividad dependerá de la demanda
final.
Notemos, al respecto, que al considerar el nivel de empleo un resultado de decisiones que
están fuera del ámbito propio del trabajador, estamos quitando entidad a la noción de
mercado de trabajo, en cuanto ámbito en que convergen y se ajustan oferta y demanda como
en cualquier otro mercado de bienes o servicios, dado que es de relativa validez. Al respecto,
si bien se acepta que determinados factores propios de dicho mercado pueden ser relevantes
en la determinación del empleo, se considera que en medida importante lo que ocurre con el
7 A esto, podríamos agregar – aun cuando esto es objeto de polémica – el empleo público, donde la relación
salarial responde relativamente a la existencia de un mercado de trabajo en el sentido habitual del
término.Véase en Müller (2007) una discusión acerca de las distintas formas de contratación de trabajo, en un
enfoque que compara las aproximación de Leijonhufuvud, ya citada y Bowles (2004, cap. 10).
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empleo no puede ser racionalizado en términos de interacción mercantil. A fines de
clarificación, conviene destacar que esta perspectiva es sustancialmente diferente a la de la
Escuela Neoclásica. En ella, se configura un mercado de trabajo, análogo a cualquier otro, en
términos de oferta y demanda. Por el lado de la demanda, ella se encuentra determinada por
la productividad marginal del trabajo, a través de la selección de una entre múltiples técnicas
alternativas. La oferta por su parte responde a la desutilidad que produce el sacrificio del
ocio por parte del trabajador. No compartimos este punto de vista, por sendas razones,
relacionadas precisamente a las mencionadas nociones de oferta y demanda. A saber:
En cuanto a la argumentación que da sustento a la función de demanda, supone una
multiplicidad de técnicas que en absoluto encuentra correlato en la empiria; como sabe
cualquier conocedor de los procesos productivos concretos, no existe técnicamente forma
de calcular la productividad marginal del trabajo. Asumir lo contrario equivale a negar
los hechos.
En cuanto al concepto de oferta de trabajo, la fundamentación neoclásica implica asumir
que un trabajador puede resignar indefinidamente ingreso (en el extremo, podría quedar
sin él), si el mismo no le retribuye la desutilidad que el trabajo le produce. Más allá de
que el vínculo laboral, como ya se mencionó, conlleva un conjunto bastante más amplio
de connotaciones de lo que la teoría económica neoclásica considera, está claro que un
trabajador requiere para sí y su grupo familiar un ingreso mínimo para subsistir, sin que
exista sustitución hasta ese punto por el ocio. Tal como consignó el propio Alfred
Marshall – un teórico neoclásico tal vez demasiado olvidado hoy día – la noción de
sustitución entre trabajo y ocio tiene sentido únicamente en el margen, para un
trabajador ya plenamente ocupado y con un ingreso suficiente para cubrir un conjunto
básico de necesidades8.
Nuestra aproximación guarda en cambio un correlato estrecho con la teoría de Keynes9, y
también con la visión marxiana (en la medida en que prevalezca una situación de oferta
plenamente elástica de fuerza de trabajo, por la existencia del “ejército de desempleados”).
De esta manera, se deja abierta la posibilidad de que exista desempleo involuntario, eso es,
que a un salario real vigente la disponibilidad de fuerza de trabajo sea superior a su
demanda10.
El mercado de trabajo, en este sentido, es un “mercado” más en términos formales que
reales. En particular, el trabajador, despojado de la capacidad de subsistir por si mismo, debe
concurrir a este mercado bajo condiciones de coacción, por encontrarse su sobrevivencia en
cuestión (su única opción es la vida en condiciones de marginalidad extrema). En los
restantes mercados, no se da esta condición (excepto casos de bienes imprescindibles, que no
son el caso dominante11). No tiene sentido pleno el caso de un ámbito de intercambio
voluntario, cuando impera alguna condición coactiva. Éste es el sentido que se dará al
término “mercado de trabajo” de aquí en más.
8 Al respecto, véase Marshall (1982.
9 Véase en Müller (1999) una interpretación en esta línea de la naturaleza del mercado de trabajo, según Keynes.
10 Como contraste, nótese que en el ámbito de la Teoría Neoclásica, esto es posible solamente en presencia de
“imperfecciones” en el mercado de trabajo, típicamente las ocasionadas por las convenciones colectivas de
trabajo.
11 Este sería el caso de un medicamento para tratar una dolencia específica.
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III.2. Enfoques agregado y desagregado
Una perspectiva corriente para abordar la temática del trabajo ha sido de tipo agregado. Esto
significa asumir que existe un único sector en la economía, y un único mercado de trabajo.
Seguramente, las sociedades modernas presentan un nivel de movilidad de la fuerza de
trabajo como antes no existía, y por lo tanto la noción de que la fuerza de trabajo tiene por
delante posibilidades de empleo en diferentes sectores (e incluso diferentes áreas
geográficas, como lo atestiguan los movimientos migratorios) tiene sustancialmente más
sentido que en épocas anteriores. Esto establece de hecho un vivo contraste con la
fragmentación típica del mundo del trabajo en sociedades precapitalistas, donde imperaban
la servidumbre de la tierra, las corporaciones, etc.
Sin embargo, el ámbito laboral dista de ser homogéneo. La realidad muestra que existen
numerosos factores que producen una acentuada segmentación. En particular, pueden
señalarse los siguientes elementos:
i) Las calificaciones requeridas por los puestos de trabajo son muy heterogéneas, sean en
términos de nivel de instrucción, sean en cuanto a la específica pericia sectorial requerida
ii) La capacidad negociadora de los trabajadores también varía considerablemente según sea la
calificación y el sector de pertenencia, lo que incide en la oferta de trabajo y en el salario
que en definitiva surja; es crucial aquí, por ejemplo, la distinción entre el trabajo
registrado y amparado por convenios colectivos y el trabajo informal o no registrado.
iii) Los determinantes técnicos que inciden en el requerimiento de fuerza de trabajo difieren
considerablemente entre sectores; mientras que en algunos se trata de una demanda
prácticamente proporcional al nivel de actividad, en otros esta relación dista de ser lineal
iv) La incidencia del salario sobre su demanda es también variable entre sectores
Desde ya, se han desarrollado análisis que intentan dar cuenta de la diversidad de
situaciones. Pero una aproximación que tome en cuenta todos estos factores presenta
dificultades. Ellas se manifiestan tanto en el plano teórico como en el empírico.
Desde un ángulo teórico, pese a que la diversidad sectorial es evidente, la teoría económica en
general ha mostrado escasa vocación para hacerse cargo de la misma y ha tendido a priorizar
determinadas formas y sectores de actividad. Éste es el caso de la industria manufacturera en
línea (caracterizada por la concentración técnica y la relativa calificación de la fuerza de
trabajo), que se ha constituido en una suerte de paradigma, que prevalece en gran parte del
análisis económico, con bastante independencia de su origen teórico. Este caso es el que
adopta la teoría marxiana como característico del capitalismo; pero también la teoría
neoclásica lo hace – aunque con menor conciencia – cuando describe el proceso productivo a
través de la función de producción12. Esto no debe sorprender, toda vez que la Ciencia
Económica ha surgido en estrecha asociación con la aparición del capitalismo, sistema donde
por primera vez se desarrolla – y con gran ímpetu – el sistema fabril; ésta es su gran
“novedad”. Y este enfoque persiste hoy día, aun cuando en la mayoría de los países
capitalistas maduros la participación del sector de servicios – con toda la heterogeneidad que
el mismo conlleva – representa holgadamente más de la mitad del empleo y el producto13.
12 Georgescu-Rögen (1971, cap. 9) ha demostrado que el caso de la función de producción, lejos de ser
generalizable, corresponde al de la producción fabril continua perfectamente balanceada.
13 Para un estudio de la diversidad de casos en la conformación de los procesos productivos, véase para el caso de
producción de bienes Mir y González (2005), y la extensa bibliografía allí citada. Debe notarse que el caso de los
servicios ha sido mucho menos estudiado.
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Por otra parte, la tendencia de las calificaciones laborales – al compás de la expansión del
sistema educativo y la disminución de actividades demandantes de esfuerzo físico – ha sido
hacia el crecimiento y la diversificación. Esto contrarrestó la homogeneización de la fuerza de
trabajo que trajo consigo el capitalismo en sus primeros pasos, cuando descalificó el trabajo
artesano y de oficio. Claramente, las sociedades de medio y alto desarrollo requieren
enfoques que reconozcan a la vez la diversidad sectorial y de perfil del trabajador; pero esta
asignatura se encuentra aún pendiente.
No deben subestimarse las consecuencias de esta concentración en el caso de la producción
fabril en gran escala. Una de ellas – muy frecuente, sea en el ámbito de las prácticas sociales o
del análisis más técnico – es la de asumir impactos sobre el conjunto social, a partir de los
efectos observados en el sector industrial. La escuela francesa de la Regulación, por ejemplo,
mucho aporta al entendimiento de las particularidades de cada patrón productivo industrial;
pero no duda al mismo tiempo en expandir los resultados obtenidos al conjunto social,
produciendo así asociaciones de dudosa licitud, como lo hace entre el patrón fordista y el
Estado del Bienestar14. Otro ejemplo – ya en un plano más práctico – lo brindan frecuentes
análisis del efecto sobre el empleo de las aperturas económicas, en economías con previa
protección, donde el impacto sobre el sector industrial y sobre el conjunto de la economía son
asumidos como equivalentes15.
Abordar la temática del trabajo desde una perspectiva sectorialmente desagregada y que al
mismo tiempo dé cuenta de las diferentes calificaciones laborales tiene entonces un
fundamento evidente. Como se mencionó, la relación entre empleo y actividad varía
considerablemente entre sectores. Algunos de ellos observan una relación uno a uno entre
ambas variables, a veces incluso por la propia definición de valor agregado (vg., sector
público). En otros casos, esta relación es bastante menos sólida, incluso porque la propia
definición de nivel de actividad es dudosa (sector financiero). Esto significa que la lectura de
un indicador agregado – como es el caso típico de la elasticidad producto-empleo – puede
estar ocultando variaciones ocasionadas por diferentes composiciones intersectoriales de un
crecimiento dado16; en consecuencia, se corre el riesgo de atribuir a factores de orden general
una influencia que no es tal.
Por otra parte, desde el punto de vista de la información empírica, los enfoques más
desagregados enfrentan dificultades muy severas. Las fuentes disponibles para el análisis de
procesos – sobre todo en el ámbito del corto-mediano plazo – suelen ser poco robustas
cuando se trata de incursionar en las realidades sectoriales o se apunta a descomponer los
volúmenes de empleo según calificación laboral. Ello ocurre porque tal información proviene
de muestras, no de datos del universo, por lo que las sucesivas desagregaciones implican
pérdidas de confiabilidad estadística que inutilizan los guarismos obtenidos, a fines del
análisis. La más bienintencionada teorización choca en este punto con limitaciones muchas
veces insuperables.
Queda planteado así una suerte de dilema entre resultados estadísticamente válidos, pero
conceptualmente poco sólidos, frente a resultados frágiles, pero teóricamente más
persuasivos.
14 Véase por ejemplo Coriat (1992). Taller y cronómetro
15 Así, ha sido frecuente la afirmación de que la apertura producida por el régimen de Convertibilidad en la
Argentina a partir de 1991 es responsable del fuerte crecimiento del desempleo que se verifica en la década. De
hecho, en Müller (2004) se ha encontrado que si bien la apertura económica tuvo efectos negativos en el empleo
total, éstos fueron de alcance moderado, más allá de que efectivamente se concentraron en el sector industrial.
16 Esto es, un mismo crecimiento del producto puede reflejarse en diferentes variaciones en el empleo, porque son
diferentes los sectores que crecen, y en consecuencia los respectivos niveles de empleo.
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IV. Planteo metodológico
Este trabajo constituye – como ya se indicó – un ensayo de enfoque sectorialmente
desagregado, estableciendo un compromiso con la necesidad de asegurar un mínimo de
confiabilidad. Su propósito es el de brindar una herramienta a fines a la vez de diagnóstico y
pronóstico acerca de la evolución del mercado de trabajo. Para ello, se presenta un modelo, y
se brindan instrucciones para su empleo. A título de ejemplo, se presentarán aplicaciones; la
primera de ellas apuntará a explicar lo ocurrido en el año 2006, mientras que la segunda se
orientará a un pronóstico de mediano plazo.
Se espera que este instrumento pueda ser de utilidad para las personas interesadas en el
comportamiento histórico y futuro del mercado de trabajo.
A continuación, se describe el abordaje metodológico general, para luego dar lugar a su
operacionalización.
IV.1. Enfoque general17
El abordaje metodológico empleado para realizar el diagnóstico de la situación laboral
asume que el nivel de ocupación de cada sector de la economía depende, en el corto plazo,
del nivel de actividad de dicho sector y de un conjunto de otros factores. A su vez, el nivel de
actividad queda determinado por la demanda final, en términos de nivel y composición
sectorial. En este marco, el abordaje diagnóstico consistirá en determinar cuánto de la
variación observada en el empleo entre dos momentos de tiempo puede explicarse por
cambios en el nivel de actividad y cuánto puede explicarse por los factores restantes.
Esta secuencia causal puede representarse de la forma siguiente
DIAGRAMA 1. Enfoque general
Este enfoque tiene como fundamento la hipótesis de que el nivel de empleo depende de
decisiones que escapan al trabajador individual; según ya se vio en el apartado anterior, esta
hipótesis tiene un particular soporte teórico.
Desde una perspectiva más pragmática, por otro lado, ella permite decantar la importancia
de un factor particular – el nivel de actividad – cuya identificación es relativamente sencilla;
17 Este apartado retoma la presentación realizada en Müller y Lavopa (2006).
Demanda Final
Empleo
Actividad
Otros factores
-13-
esto explica el difundido empleo de análisis que se fundan en encontrar una relación
(usualmente en términos de elasticidad) entre empleo y nivel de actividad.
La implementación de este enfoque desde una perspectiva sectorialmente desagregada
comporta el empleo de técnicas insumo-producto. Ello es así por cuanto la composición de la
demanda final producirá incidencias diferenciadas sobre el nivel de producción de cada
sector. En consecuencia, el nivel de actividad se verá determinado por el nivel y composición
sectorial de la demanda final, mediatizado por sus repercusiones sobre la demanda
intermedia. Éste es el escenario típico para la aplicación de técnicas de insumo-producto.
En términos formales (aunque no demasiado precisos), este planteo puede ser expresado en
términos del modelo siguiente:
));(( FRdfVAfOCU = (1)
donde OCU, VA; df y FR representan respectivamente el nivel de empleo, nivel de producto,
demanda final y los factores restantes que inciden sobre el empleo. En todos los casos, se
trata de vectores, donde cada componente corresponde a un sector determinado.
La función )(dfVA representa la aplicación del Modelo Insumo-Producto. En este caso, el
análisis apuntará a establecer los tradicionales valores de elasticidad producto-empleo, a nivel
sectorial. Se asumirá que la función mencionada adopta una forma aditiva, a saber
[]
)()( FRgdfVAfOCU += (2)
Esto significa que se supondrá que la estimación de la elasticidad producto-empleo es independiente
de los factores restantes. Esta hipótesis reviste carácter operacional, y se formula por la carencia
de elementos de juicio para un análisis más apropiado.
Ahora bien, los “factores restantes” responden a un conjunto de consideraciones de órdenes
diversos, que se sistematizan a continuación. Como se verá, concurren aquí tanto aspectos
teóricos como operacionales
Dependencia del empleo de la capacidad instalada
Comprendemos aquí dos tipos de casos. Por un lado, parte del empleo se encuentra
vinculado a la capacidad ofertada, antes que a los niveles efectivos de producción, tal
como éstos son relevados por la contabilidad social. Esto ocurre por ejemplo en el
caso del transporte automotor, donde el empleo se vincula en forma directa a los
vehículos utilizados, sin que exista necesariamente una relación con la cantidad de
pasajeros que éstos efectivamente transportan18. En actividades de servicios
personales desempeñados por trabajadores autónomos, por otra parte, el nivel de
producción fluctúa permanentemente, pero el “empleo” presenta estabilidad, toda
vez que existe disponibilidad permanente del trabajador; la incidencia de este caso en
18 Por ejemplo, se observa en la década del ’90 una disminución del volumen de pasajeros transportados en el
transporte automotor de pasajeros de la Región Metropolitana de Buenos Aires, sin que disminuyan el parque,
y consiguientemente el empleo; sin embargo, las Cuentas Nacionales computan para el sector un menor nivel
de actividad (véase www.cnrt.gov.ar).
-14-
la práctica dependerá de las metodologías de valuación del nivel de actividad en cada
caso19.
En determinados casos, incluso, la propia noción de nivel de actividad productiva es
poco robusta, razón por la cual el empleo debe ser entendido más que nada como
función de la oferta de capacidad. Así es para las Actividades Financieras, cuyo “nivel
de actividad” se mide a partir de la deflación de la evolución de depósitos y
préstamos.
Bajo este título, pueden incluirse –más allá de las dificultades para la determinación
empírica– eventuales políticas de retención de fuerza de trabajo calificada en períodos
de reducción del nivel de actividad, a fin de conservar capacidades productivas no
fácilmente reconstituibles. Este fenómeno ha sido denominado en la literatura
“atesoramiento de trabajo” (“labor hoarding”).
Cambios técnicos no controlables empíricamente
Comprendemos aquí los factores que introducen cambios en la organización técnica
de la producción, a lo largo del tiempo. En particular, corresponde destacar dos
conjuntos diferenciados.
En primer lugar, es posible que ocurran cambios en la intensidad del trabajo. Ello
puede reflejarse en un incremento de la cantidad de horas trabajadas por trabajador, o
simplemente en una aceleración de los ritmos de trabajo o sobrecarga de tareas.
Como es obvio, ambas posibilidades alteran la relación entre actividad y empleo,
cuando éste último se mide en términos de individuos. Desde el punto de vista
estadístico, este efecto sólo puede ser captado parcialmente, en términos de cantidad
de horas trabajadas; esto es, no es posible determinar si se produce una
intensificación del trabajo por aceleración del ritmo o sobrecarga de tareas.
En segundo término pueden ocurrir cambios tecnológicos. Esta posibilidad afecta en
forma diferenciada a los distintos sectores; mientras que algunos de ellos (industria,
servicios intensivos en inversión) tiene importancia, en otros su importancia es
marginal o incluso nula(enseñanza, administración pública). De todas maneras, se
trata de impactos que se manifiestan en plazos relativamente largos, salvo períodos
excepcionales, por lo general asociados a tasas de crecimiento anormalmente altas.
Empleo refugio
Es sabido que existen actividades que facilitan el autoempleo, o que brindan la
posibilidad de empleo en condiciones de precariedad. Ellas permiten que personas
desocupadas desarrollen algún tipo de trabajo, constituyéndose así en actividades de
refugio; esto es, se trataría de un caso de autoactivación de empleo, marginal en las
economías capitalistas. Los sectores de comercio minorista y transporte automotor
individual suelen mencionarse como casos donde se registra este tipo de inserción, de
baja productividad. De verificarse este fenómeno, debería producirse un incremento
de empleo a un ritmo elevado, en relación a la actividad productiva sectorial. Por otro
lado, es posible que la actividad productiva vinculada a este tipo de inserción no sea
19 Es interesante señalar el caso de telecomunicaciones, donde claramente el nivel de empleo depende sólo de la
capacidad instalada. Esto es parcialmente reconocido por el cálculo del nivel de actividad que realiza el INDEC,
obtenido por extrapolación mediante un indicador que combina en partes iguales líneas en servicio y tiempo de
servicio facturado.
-15-
siquiera captada integralmente por las estadísticas, lo que incrementará más aún la
elasticidad producto-empleo20.
De todas maneras, la literatura es en general poco elucidativa, con relación al alcance
y naturaleza de este caso. En consecuencia, no es infrecuente que juegue una suerte
de papel de “factor explicativo residual”, esto es, un caso al que se atribuyen
comportamientos para los que no se dispone de explicación alternativa.
Restricciones estadísticas
Retomando algo ya mencionado en el capítulo anterior, deben mencionarse las
restricciones estadísticas, particularmente relevantes cuando se adoptan enfoques
desagregados. Las consideraciones siguientes valen en especial para el caso de la
Argentina:
La información sobre empleo proviene de la Encuesta Permanente de Hogares
(EPH), que no cubre la totalidad del país, sino sólo a una parte mayoritaria
(alrededor de 70%) de la población urbana. Esto implica, por lo pronto, descartar
del análisis las actividades primarias, puesto que se encuentran
considerablemente sub-representadas.
El cálculo efectivo del nivel de actividad es deficiente en diversos casos; por
ejemplo, Construcción, Restaurantes y Hoteles, Transporte (taxis y remises) y
determinados servicios.
Esta reseña de factores indica que existen limitaciones importantes para un análisis riguroso,
máxime si se considera que en diversos casos las dificultades mencionadas se combinan
entre sí (como ya se mencionó en el caso de sectores refugio, cuyo nivel de actividad es
muchas veces pobremente relevado). Los resultados que se obtengan deben entonces
considerarse como provenientes de un ensayo de carácter exploratorio.
Como ya se indicó, el propósito de este trabajo es doble. Por un lado, pretende ofrecer un
diagnóstico acerca de lo ocurrido en el ámbito del trabajo, diferenciando el impacto de la
evolución del nivel de actividad del de otros factores. Por el otro, se apunta a sentar las bases
para un pronóstico de la evolución futura esperable. En tal sentido, el modelo Insumo-
Producto adoptado tendrá propósitos tanto de diagnóstico como proyectivos21.
Cabe señalar que a los fines de pronóstico, se proyecta exclusivamente el impacto del nivel de
actividad, a través de la proyección de la demanda final. Ello obedece a que solamente esta
variable puede ser proyectada; los factores restantes revisten un carácter más especulativo y
menos sistematizable y cuantificable. Se espera que el análisis a futuro mediante este
abordaje proporcione elementos de juicio para refinar este procedimiento de proyección,
incorporando alguno de los factores restantes mencionados.
El planteo estimará que los efectos directos e indirectos de la demanda final sobre el nivel y
composición de la actividad se manifiestan plenamente en el mismo período (anual) en el
que aquélla se produce; esto es, no existen efectos de rezago en períodos siguientes. Esta
hipótesis simplificadora debe ser adoptada a falta de elementos de juicio acerca del lapso en
que tales efectos se manifiestan.
20 En el caso de transporte, por ejemplo, la actividad de remisería es considerada típicamente un sector refugio;
pero ello es difícil de constatar, toda vez que los relevamientos corrientes de las Cuentas Nacionales captan de
manera muy imperfecta la evolución de los niveles de actividad. Debe destacarse que se estima corrientemente
que cerca del 50% del empleo sectorial corresponde a esta modalidad de servicio.
21 Para una discusión más amplia acerca de las interpretaciones de un modelo – y en particular, para el caso del
Modelo Insumo-Producto – se remite a Müller (1998, cap. 9).
-16-
IV.2. Operacionalización del análisis
En este apartado se presenta la operacionalización del análisis. Ella consiste en obtener los
productos siguientes:
i. Evaluación de los factores que determinaron la evolución de corto plazo observada en los
niveles de ocupación agregados y sectoriales;
ii. Evaluación del impacto que tuvieron los distintos componentes de la demanda final en
dicha evolución;
iii. Pronóstico sobre la evolución esperable de los niveles de ocupación agregados y
sectoriales en el corto/mediano plazo de acuerdo a distintos perfiles de crecimiento de
demanda final.
Los dos primeros propósitos conforman la parte de diagnóstico del sistema, al tiempo que el
tercero representa la parte proyectiva. A su vez, ellos permiten caracterizar la secuencia de
actividades correspondientes. En particular:
• Dada una determinada variación entre dos momentos de tiempo de los niveles de
ocupación de las ramas de actividad que componen la economía, se establece – en primer
lugar– la proporción de dicha variación que puede ser asignada a la variación del nivel
de actividad de la rama respectiva, y la proporción asignable a los factores restantes
definidos en la sección anterior.
• A continuación, se determina qué corrientes particulares de gasto de demanda final
explicarían la evolución atribuible al nivel de actividad.
• Por último, se re-estiman los parámetros relevantes del sistema con la información
actualizada a la fecha del diagnóstico y se lo utiliza para proyectar la evolución del
empleo para distintos escenarios de crecimiento futuro de los componentes de demanda
final.
Los próximos apartados dan cuenta más en profundidad de los pasos metodológicos a
seguir. El diagrama a continuación ilustra la secuencia de tareas a seguir.
-17-
DIAGRAMA 2. Esquema de aplicación del sistema
IV.2.1. Diagnóstico: factores explicativos
El primer paso se orienta entonces a determinar los factores explicativos de la evolución
observada en el empleo sectorial y agregado de la economía. Para ello es necesario analizar
comparativamente la variación del empleo estimada a partir de la variación del producto
sectorial y la variación del empleo efectivamente observada. La diferencia entre ambas da
cuenta de aquellos factores restantes (diferentes a la evolución del nivel de actividad
sectorial) que habrían operado también en la evolución del empleo.
Demanda final observada
Exportaciones
Consumo privado
Consumo público
Inversión
Variación de la Producción
Estimación empleo generado
por nivel de actividad
Variación observada del
empleo
DIAGNÓSTICO
− Efecto actividad vs. Factores
restantes;
− Incidencia según componente
de Demanda Final
Actualización de parámetros
de elasticidad empleo-
actividad
Escenarios Futuros de
Exportaciones
Consumo privado
Consumo público
Inversión
Variación esperada de la
Producción
PRONÓSTICO
− Empleo generado según
escenarios de crecimiento
futuro
-18-
Formalmente, se asume que para un período determinado t, se cuenta con la siguiente
información:
Datos:
{
VAi,t; VAi,t-1; OCUi,t; OCUi,t-1; EPEi,t-1
}
(3)
donde, VAi y OCUi representan el valor agregado y la cantidad de ocupados de la rama i, y t
y t-1 representan el momento de referencia. EPEi,t-1, por su parte, representa la elasticidad
producto-empleo estimada para la rama i con los datos disponibles hasta el período t-1. Esta
elasticidad se obtiene estimando el parámetro
β
del tradicional modelo econométrico22:
OCUi=
α
i*VAi
β
i. (4)
Como puede apreciarse, contando con esta información es posible derivar las variaciones
observadas tanto en el valor agregado como en el empleo de la rama de referencia. En lo que
sigue, dichas variaciones se simbolizarán con “
∆
”; si éstas se encuentran expresadas en
términos de tasa, se utilizará “
∆
%”
A partir de estos datos, se estima el nivel de ocupación de la rama i que se derivaría de las
variaciones del nivel de actividad de la siguiente forma:
OCUacti,t =
[
1+(
∆
%VAi,t*EPEi,t-1)
]
*OCUi,t-1 (5)
donde el supraíndice act denota que se trata de la estimación del nivel de empleo que
surgiría de las variaciones en el nivel de actividad sectorial. De esta manera, la variación del
empleo explicada por el nivel de actividad vendrá dada por:
∆
OCU acti=OCU acti,t – OCUi,t-1 (6)
La variación explicada por los factores restantes surgirá entonces como el complemento:
∆
OCU restoi=
∆
OCUi-
∆
OCU acti (7)
La estimación de las ecuaciones (6) y (7) a partir de los datos detallados en (1) constituye la
primera parte del diagnóstico. Esta estimación, naturalmente, se realiza para cada una de las
ramas que componen la economía y se obtiene por sumatoria los efectos a nivel agregado.
22 Para más detalles al respecto, véase Lapsos (2005) o Islam y Nazara (2000). En la sección IV.4.1 se describen los
procedimientos para la implementación de este modelo.
-19-
IV.2.2. Diagnóstico: componentes de demanda final
Una vez que se cuenta con una estimación acerca del impacto de las variaciones de los
niveles de actividad sectoriales sobre la generación agregada de empleo, es posible
discriminar –mediante técnicas de insumo-producto– la incidencia de los distintos
componentes de la demanda final en dichas variaciones. Es decir, se puede estimar en que
proporción las corrientes de gasto destinadas a bienes y servicios finales (vg. exportaciones,
consumo privado, consumo público e inversión) han contribuido en la variación del empelo
atribuible al nivel de actividad. Para ello, se aplica el modelo insumo-producto y se estima el
valor bruto de producción sectorial necesario para hacer frente a cada una de las variaciones
de los componentes de la demanda final y, a partir de él, se estima la variación del valor
agregado sectorial. Luego, se aplican las elasticidades producto-empleo correspondientes y
se obtiene una estimación del empleo sectorial –y total– generado por cada componente de
demanda final.
Formalmente, se asume que para el período t definido anteriormente se cuenta con la
siguiente información adicional:
Datos:
{
df jt-1; df jt; A
}
(8)
donde, df representa el vector de demanda final, el supraíndice j indica que se trata de un
componente determinado (llamado genéricamente j) de dicha demanda final y A representa
la matriz de coeficientes técnicos de producción de la economía23.
A partir de esta información, se determina –en primer lugar– la variación en el vector de
valor bruto de producción (
∆
x) necesaria para hacer frente a la variación observada del
componente de demanda final j:
∆
x j =
[
I-A
]
-1*
∆
df j (9)
Una vez estimada la variación del vector de valor bruto de producción se estima la variación
del valor agregado de cada sector aplicando los coeficientes técnicos correspondientes (CTva):
∆
VA ji =
∆
VBP ji * CT vai ; ∀i (10)
Por último, la variación del empleo generada por la variación del componente de demanda
final j se estima haciendo uso de las elasticidades sectoriales de la expresión (1). Con ello se
obtiene la variación del empleo en cada sector y, por sumatoria, la variación en el total de la
economía:
∆
OCU ji = (
∆
%VA ji* EPEi,t-1)* OCU ji,t-1 (11)
∆
OCU j =
Σ
i
∆
OCU ji ; ∀i (12)
23 Esta matriz, que se obtiene de la matriz insumo-producto, es necesaria para plantear el modelo insumo-
producto. Para más detalles véase Leontief (1983)
-20-
Para determinar el impacto de cada uno de los componentes de demanda final, se estima la
expresión (12) para cada uno de los j componentes en los que se haya dividido dicho vector
de demanda final y se calcula la proporción que representa cada uno respecto a la variación
total del empleo explicada por el nivel de actividad expresión (6).
En este documento, los componentes de la demanda final cuyo impacto se evaluará en forma
separada son los siguientes:
Exportaciones industriales
Exportaciones no industriales
Consumo de bajos ingresos
Consumo de altos ingresos
Consumo público
Inversión en bienes durables de producción
Inversión en construcción
IV.2.3. Pronóstico
Realizado el diagnóstico para el año de observación, se integran los últimos datos
disponibles dentro del modelo definido en el punto IV.2.2 y se realizan proyecciones de
cómo variaría el empleo según distintos escenarios futuros de variación en la demanda final.
Dichos escenarios diferirán entre sí de acuerdo a la composición que se suponga para el
vector de demanda final del año de proyección.
Formalmente, se hipotetizan una serie de vectores diferentes de demanda final para el
período t+1 y se reestiman las elasticidades producto-empleo sectoriales incorporando la
observación correspondiente al período t. Es decir, se parte de los siguientes datos:
Datos:
{
dft; df kt+1; EPEi,t
}
(13)
donde df kt+1 representa un escenario genérico k proyectado para el vector de demanda final
en el período t+1.
A partir de estos datos, se procede de igual manera que en el punto IV.2.2. Es decir, se estima
la variación del vector de valor bruto de producción derivada de la variación de demanda
final correspondiente al escenario definido:
∆
t+1 x j =
[
I-A
]
-1*
∆
t+1 df k (14)
A continuación, se estiman las variaciones de los valores agregados sectoriales que se
derivan de dichos cambios en el vector de valor bruto de producción:
∆
t+1 VA ki =
∆
t+1VBP ki* CT vai ; ∀i (15)
-21-
Por último, se obtiene la variación de empleo estimada para el escenario como:
∆
t+1OCU ki = (
∆
% t+1VA ki* EPEi,t)* OCU ki,t (16)
∆
t+1OCU k =
Σ
i
∆
t+1OCU ki ; ∀i (17)
Para analizar comparativamente el impacto sobre el empleo de los distintos escenarios se
estima la expresión (17) para cada uno de ellos y se calcula la elasticidad empelo-producto
implícita en cada escenario:
EPE k =
∆
% t+1 VA k /
∆
% t+1OCU k (18)
IV.3. Fuentes de información y tratamiento de los datos
Según se vio en el apartado anterior, los datos necesarios para aplicar el sistema son los que
se detallan a continuación:
Cuadro 1. Datos necesarios para la operación del sistema
Variable Descripción
VAi,t-1 Valor agregado según rama de actividad, para el período t-1
VAi,t Valor agregado según rama de actividad, para el período t
OCUi,t-1 Cantidad de ocupados según rama de actividad, para el período t-1
OCUi,t Cantidad de ocupados según rama de actividad, para el período t
df jt-1 Vector de demanda final según componentes, para el período t-1
df jt Vector de demanda final según componentes, para el período t
A Matriz de coeficientes técnicos que caracteriza a la economía
EPEi,t-1 Elasticidad producto-empleo según rama de actividad, para el período t-1
Adicionalmente, para la estimación de las elasticidades producto-empleo es necesario contar
con una cantidad suficiente de observaciones de los valores agregados y niveles de empleo
sectoriales, de manera tal que las mismas sean confiables. En el apartado IV.4 se describen
los detalles técnicos correspondientes a la estimación de estas elasticidades. Ahora se reseñan
las fuentes de información disponibles para aplicar el sistema en el caso argentino, así como
el tratamiento que es necesario realizar sobre las mismas para poder llevar a cabo dicha
aplicación.
IV.3.1. Fuentes de información
Los datos de valor agregado según rama de actividad son estimados trimestralmente por la
Dirección Nacional de Cuentas Nacionales (DNCN). Para el ejemplo de aplicación
presentado en la Sección V, se utilizó como información de base las estimaciones a dos
-22-
dígitos del Clasificador Industrial Internacional Uniforme (CIIU) elaboradas por dicha
dirección para los años 1995-2006 (tabulaciones no publicadas, brindadas por la DNCN).
Para los datos de empleo, la fuente de información más idónea a los fines propuestos es la
Encuesta Permanentes de Hogares. A partir de esta fuente, pueden obtenerse estimaciones
de los niveles de ocupación según rama de actividad con periodicidad trimestral, en su casi
totalidad para las actividades urbanas.
Los datos correspondientes a la demanda final son los que presentan las mayores
dificultades, por cuanto no existe cálculo periódico de los mismos, según rama de actividad
de origen y componente. Se requiere entonces su estimación, para lo que se hace necesario
recurrir a diversas fuentes de información. Por un lado, los totales por grandes componentes
(exportación, consumo público, consumo privado e inversión) se obtienen de las
estimaciones trimestrales de la DNCN. En el caso de las exportaciones, su apertura según
ramas de actividad se obtiene a partir de los datos de exportaciones a 4 dígitos del CIIU
estimados por la Dirección Nacional de Cuentas Internacionales (DNCI). En el caso del
consumo público y la inversión, se utilizan los datos antes mencionados de la DNCN y su
apertura se estima asumiendo que se mantiene la misma estructura que en el año 1997. Por
último, la apertura sectorial del consumo privado se estima a través de un procedimiento
que, apelando a técnicas de insumo-producto, busca minimizar las diferencias existentes
entre la evolución del valor agregado sectorial estimado por el modelo insumo-producto y la
variación estimada por la DNCN. En el siguiente apartado se describe en detalle este
procedimiento.
La implementación del sistema requiere, por último, la matriz de coeficientes técnicos que
caracterice la economía. A partir de dicha matriz, se obtiene la matriz inversa de Leontief (o
matriz de requerimientos directos e indirectos de producción) y se realizan las estimaciones
descriptas en los puntos IV.2.2 y IV.2.3. En el caso argentino, la última matriz disponible
refiere al año 1997 (MIPAr97). Habida cuenta de los importantes cambios que se operaron en
la economía argentina entre dicho año y la actualidad, en el ejemplo de aplicación del
sistema presentado más adelante se ha utilizado una actualización de dicha matriz ensayada
para el año 2003. Tanto la matriz como su metodología de actualización pueden consultarse
en Müller-Lavopa (2005).
Es de señalar que todos los agregados medidos en unidades monetarias se encontrarán
expresados a precios de 1997.
Por último, para varios sectores la información sobre empleo no puede ser utilizada, debido
a que el tamaño de muestra de la EPH no es lo suficientemente elevado, por lo que se
producen inestabilidades pronunciadas; ellas inviabilizan cualquier análisis. Ello ocurre en
los casos siguientes: Electricidad, gas y agua, Restaurantes y hoteles, Correo y telecomunicaciones,
Intermediación financiera y Actividades inmobiliarias. Estos sectores serán tratados en
consecuencia en forma agregada; a ellos se añadirá el sector primario, de escasa relevancia en
el empleo urbano.
IV.3.2. Tratamiento de la información
a) Valor agregado: Dado que tanto el diagnóstico como el pronóstico se sustentan en la
aplicación de técnicas insumo-producto que toman como base la MIPAr97, los valores
agregados sectoriales utilizados se obtuvieron extrapolando el vector de dicha matriz
mediante las evoluciones publicadas por la DNCN24. Para ello fue necesario también
24 Tal como se explica en INDEC (2001), las estimaciones de los valores agregados sectoriales publicados
periódicamente por la DNCN y las estimaciones de la MIPAr97 presentan algunas diferencias derivadas del
-23-
confeccionar una desagregación sectorial que permita la comparabilidad entre los datos
de ambas fuentes. Dicha desagregación constó de 54 ramas de actividad.
b) Empleo: Para obtener series largas de empleo que permitan lograr una estimación
confiable de las elasticidades producto-empleo sectoriales, fue necesario ensayar un
empalme entre los datos de la EPH en su versión continua y los datos de la versión
puntual25. Dicho empalme se realizó tomando como punto pivote el primer semestre de
2003 y extrapolando hacia atrás la evolución del empleo de cada rama de actividad de
acuerdo a los datos de la EPH puntual.
c) Demanda Final: Como se adelantó en el apartado anterior, para contar con una
estimación del vector de demanda final según ramas de actividad, fue necesario realizar
una estimación propia para cada uno de los componentes de dicha demanda. El total de
cada componente se obtuvo extrapolando los totales de la MIPAr97 de acuerdo a las
evoluciones a precios constantes publicadas por la DNCN. La desagregación según
ramas de actividad se obtuvo en cada componente de la siguiente forma:
Exportaciones: se utilizaron los datos de de la DNCI sobre exportaciones de bienes
según rama de actividad a 4 dígitos del CIIU. En este caso, primero se realizó una
estimación de dichas exportaciones a precios constantes de 1997 (multiplicando la
cantidad física exportada por su precio unitario de dicho año). A continuación, se
agregaron dichos valores de acuerdo al clasificador de ramas utilizado en la
MIPAr9726, y por último se utilizaron sus evoluciones para extrapolar el vector de
exportaciones de la matriz. La extrapolación permitió contar con una primera
estimación acerca de la estructura sectorial de las exportaciones para el año de
diagnóstico. Dicha primera aproximación se multiplicó luego por el total estimado a
través de la extrapolación del valor de exportaciones publicado por la DNCN, y se
obtuvo así la desagregación sectorial definitiva.
Consumo Público: se utilizó la estructura de la MIPAr97. En este caso, se multiplicó el
total estimado extrapolando el valor publicado por la DNCN por la desagregación
sectorial de la matriz. Habida cuenta de la falta de información al respecto, fue
necesario suponer que esta estructura se mantuvo constante entre 1997 y el período
de aplicación del sistema.
Inversión: en este caso, se identificaron tres grandes conjuntos sectoriales
(Maquinaria y equipo, Material de Transporte y Construcción) cuyos valores de la
MIPAr97 fueron extrapolado a partir de los datos publicados por la DNCN. Al
interior de cada uno de ellos, se asumió que se mantuvo constante la estructura
sectorial observada en la matriz.
Consumo Privado: la desagregación sectorial de este componente se realizó aplicando
un método de convergencia que minimiza las diferencias existentes entre la
estimación sectorial de los valores agregados realizada mediante las técnicas de
insumo-producto y los valores extrapolados a partir de los datos de la DNCN. A tales
efectos, se trabajó con el modelo algebraico que se desarrolla a continuación.
tratamiento particular que se dio en la matriz a ciertas actividades (como los servicios financieros medidos
indirectamente o la construcción por cuenta propia) y a los cambios que se operaron en la estructura
productiva, el sistema tributario y los canales de comercialización entre 1993 y 1997. De allí que sea necesario
extrapolar el vector de VA de la MIPAr97 (en lugar de utilizar el estimado por la DNCN) para conseguir la
mayor homogeneidad entre los indicadores utilizados dentro del sistema.
25 Para más detalles sobre los cambios metodológicos introducidos al pasarse de la EPH puntual a la EPH
continua, véase INDEC (2003).
26 Para ello se utilizó una correspondencia provista por la DNCN que permite “convertir” el CIIU a 4 dígitos al
clasificador de la MIPAr97.
-24-
Asumiendo que se cuenta con los siguientes datos para el año de diagnóstico t:
Datos:
{
A ; vat ; xt ; gt ; it ; CTt
}
(19)
donde, A es la matriz de coeficientes técnicos, va es el vector de valor agregado
observado, x, g e i son –respectivamente– los vectores de exportaciones, consumo
público e inversión y CT es el consumo total de los hogares.
En primer lugar, se realiza una estimación preliminar del vector de valor agregado a
través del modelo insumo producto, multiplicando la matriz inversa de Leontief por
un vector de demanda final que no incluya el consumo de los hogares:
xsc =
[
I-A
]
-1* df sc
⇒
VA sci = VBP sci* CT vai ; ∀i (20)
donde, df sc representa el vector de demanda final sin incluir el consumo de los
hogares y xsc representa el vector de valor bruto de producción estimado a partir de
dicha demanda final. El vector de valor agregado resultante, por lo tanto, representa
una primera aproximación, cuyos valores serán menores a los valores observados.
Realizada esta primera aproximación, en segundo lugar se plantea un problema de
optimización estática no lineal, en el cual se minimizan las diferencias existentes entre
el valor agregado observado y el estimado para cada sector, utilizando como
variables endógenas el consumo sectorial de los hogares bajo la restricción de que la
sumatoria de las variables endógenas se iguale al valor de CTt. Es decir,
min F =
Σ
i (VAei,t - VAi,t)2 ; Sujeto a:
Σ
i Ci,t = CTt (21)
donde, VAei representan los valores agregados estimados para cada sector de la
forma:
xe =
[
I-A
]
-1* ( df sc+c)
⇒
VA ei = VBP ei* CT vai ; ∀i (22)
siendo c el vector de consumo de las familias; es decir, el vector de variables
endógenas del sistema.
La resolución del problema (21) permite contar con una estimación de la
desagregación sectorial del consumo de las familias para el año de diagnóstico. Para
lograr estabilidad en los valores de consumo sectorial estimados para diferentes años,
se impone una restricción adicional, según la cual la ponderación de cada sector en la
estructura de consumo no puede disminuir ni aumentar en más de un 5% de un año a
-25-
otro. El punto de partida para la resolución del sistema consiste por lo tanto en la
estructura de la MIPAr97, y a partir de ella se van realizando las sucesivas
resoluciones del problema (21) hasta llegar a la solución correspondiente al año de
diagnóstico.
IV.4. Aspectos complementarios
El último punto a considerar al momento de aplicar el sistema se refiere al ajuste sistemático
que debe realizarse sobre dos conjuntos de parámetros: las elasticidades producto-empleo
sectoriales y los vectores de demanda final.
IV.4.1. Elasticidades producto-empleo sectoriales
Como se mencionó, las EPE sectoriales utilizadas se estiman a partir de un modelo
econométrico del tipo:
OCUi=
α
i*VAi
β
i.
La linealización del mismo a través de logaritmos permite, entonces, estimar fácilmente el
parámetro
β
i, el cual representa la elasticidad del sector bajo análisis:
Ln (OCUi) =
α
i +
β
i Ln (VAi) +
ε
i (23)
Ahora bien, para que las estimaciones sectoriales sean confiables, es necesario contar con una
cantidad suficiente de observaciones. Por tal motivo, en el ejemplo de aplicación presentado
en la Sección V, se han utilizado series de actividad y empleo que abarcan el período 1995-
2005. Con este conjunto de información se estiman las elasticidades utilizadas en la parte de
diagnóstico del sistema (EPEi,t-1)27.
Para la parte proyectiva, por su parte, se incorporan los datos observados en al año de
diagnóstico (en el ejemplo, los datos de empleo y valor agregado sectorial del año 2006) y se
retiran los datos correspondiente al primer año de la serie de empleo (1995). De esta forma se
re-estima el modelo (23) y se obtiene una estimación actualizada sobre las EPE sectoriales.
Las elasticidades así re-estimadas son utilizadas luego para realizar el pronóstico. Este ajuste
se realizará sistemáticamente a medida que se va aplicando el sistema para años sucesivos.
IV.4.2. Vectores de demanda final
Por último, para poder realizar el diagnóstico sobre el efecto que tuvieron las variaciones de
los distintos componentes de demanda final sobre la evolución del empleo es necesario
estimar para cada año de aplicación el vector de demanda final abierto según sectores y
27 Dado que se trata de series de tiempo, la estimación resultante puede estar sujeta a problemas de
autocorrelación. Por tal motivo, en aquellos casos donde se detectó este problema, se procedió a corregir las
estimaciones mediante los métodos usuales basados en el estimador de Theil-Nagar para muestras pequeñas.
Al respecto, véase Gujarati (1997).
-26-
componentes. Dicho ajuste sistemático de la información se realiza siguiendo los
procedimientos detallados en la Sección IV.3.2.
V. Ensayo de aplicación al año 2006
En esta sección se utilizan los últimos datos disponibles (y confiables) y se aplica el sistema
propuesto para realizar un diagnóstico respecto de lo sucedido durante el año 2006 y para
ensayar una serie de proyecciones a mediano plazo sobre la evolución futura del mercado
laboral según distintos perfiles de crecimiento económico.
V.1. Diagnóstico
A lo largo del año 2006, el Producto de la economía argentina creció en un 8,2%.
Paralelamente, los niveles de ocupación urbana se incrementaron en un 5,5%, lo cual da
cuenta de una elasticidad producto-empleo agregada del orden del 0,67. Dicha elasticidad,
aunque menor que en los años inmediatamente anteriores, sigue siendo sensiblemente
elevada si se la compara con lo sucedido durante el período en el cual rigió el régimen de la
Convertibilidad28.
Al momento de analizar de forma desagregada estas tendencias, puede observarse que el
crecimiento del Producto estuvo dinamizado principalmente por dos ramas productoras de
bienes (las Industrias Manufactureras y la Construcción) y dos ramas productoras de servicios
(las Comunicaciones y la Intermediación Financiera29). En el caso del empleo, si bien la
Construcción también mostró un dinamismo importante, las mayores tasas de crecimiento se
encuentran entre los sectores productores de servicios. En particular, se destaca el
crecimiento observado en la Enseñanza, la Administración Pública y los Servicios empresariales y
de alquiler (ver Cuadro 2).
28 La estimación de dicha elasticidad para el período de Convertibilidad se ubica en torno al 0,30.
29 Estas dos ramas se incluyen entre los “Sectores Restantes” del Cuadro 2 por cuanto la cantidad de empleos por
ellas generadas es marginal. Vale desatacar que las mismas fueron las que mostraron el mayor crecimiento
durante el año, alcanzando ambas tasas de crecimiento del orden del 20%, sensiblemente por encima del
promedio de la economía.
-27-
Cuadro 2. Variación observada entre 2005 y 2006 en el Valor Agregado y el Empleo Urbano según
rama de actividad
Valor Agregado (millones $ 93) Empleo Urbano (miles ocupados) (2)
Sector Variación
absoluta
Variación
% Contrib. Variación
absoluta
Variación
% Contrib.
Industria Manufacturera 4.030 8,7% 17% 80 4,2% 11%
Construcción 3.205 18,2% 14% 92 8,2% 13%
Comercio y reparaciones 2.793 8,2% 12% 119 4,4% 16%
Transporte y servicios conexos 1.075 7,4% 5% 24 3,3% 3%
Servicios empresariales y de alquiler 547 5,3% 2% 92 9,3% 13%
Administración pública y defensa 716 4,8% 3% 83 8,6% 11%
Enseñanza 488 3,6% 2% 101 10,3% 14%
Servicios sociales y de salud 573 5,2% 2% 22 3,0% 3%
Otras servicios 1.431 7,9% 6% -6 -0,8% -1%
Servicio doméstico 194 5,4% 1% 69 6,6% 10%
Sectores restantes (1) 8.031 8,3% 35% 49 4,1% 7%
TOTAL 23,082 8,2% 100% 726 5,5% 100%
(1) Se incluye aquí los siguientes sectores: Actividades primarias; Electricidad, gas y agua; Restaurantes y hoteles; Correo y
telecomunicaciones; Intermediación financiera; y Actividades inmobiliarias.
(2) Entre los ocupados no se incluyen a aquellos beneficiarios de planes cuya ocupación principal es la contraprestación del
plan.
Fuente: Elaboración propia con datos de la DNCN y EPH
Veamos entonces, en qué medida las dinámicas sectoriales detalladas en el Cuadro 2 en lo
que a empleo refiere, son el resultado de la evolución del nivel de actividad de la rama y en
qué medida son atribuibles a otros factores. A tales efectos, se presenta a continuación la
estimación de ambos efectos para cada una de las ramas y para el total de la economía.
-28-
Cuadro 3. Variación del empleo entre 2005 y 2006 – Estimación del Efecto Actividad y Factores
Restantes
Variación absoluta (miles ocupados) Contribución
Sector Observada Efecto
Actividad
Factores
Restantes
Efecto
Actividad
Factores
Restantes
EPE
utilizada
Industria Manufacturera 80 94 -14 117% -17% 0.57
Construcción 92 100 -8 109% -9% 0.49
Comercio y reparaciones 119 81 38 68% 32% 0.37
Transporte y servicios conexos 24 9 15 37% 63% 0.16
Servicios empresariales y de alquiler 92 41 51 45% 55% 0.79
Administración pública y defensa 83 46 37 56% 44% 1.00
Enseñanza 101 35 66 35% 65% 1.00
Servicios sociales y de salud 22 16 6 74% 26% 0.43
Otras servicios -6 50 -56 -862% 962% 0.83
Servicio doméstico 69 57 12 82% 18% 1.00
Sectores restantes (1) 49 27 22 55% 45% 0.27
TOTAL 726 556 169 77% 23% 0.60
(1) Se incluye aquí los siguientes sectores: Actividades primarias; Electricidad, gas y agua; Restaurantes y hoteles; Correo y
telecomunicaciones; Intermediación financiera; y Actividades inmobiliarias.
Fuente: Elaboración propia con datos de la DNCN y EPH
Como puede apreciarse, alrededor de tres cuartos del empleo generado durante el año
habría respondido al crecimiento del nivel de actividad. En términos aproximados, puede
postularse que en aquéllos sectores donde el impacto de la actividad explica más de 2/3 de la
variación del empleo, éste puede ser básicamente explicado por aquélla. Estos sectores
comprenden el 63% del total del empleo. El análisis se torna más dificultoso en el caso de los
sectores restantes. Por otra parte, en dos ramas de actividad (las Industrias Manufactureras y la
Construcción) el empleo estimado por el nivel de actividad fue superior al observado y por lo
tanto los factores restantes habrían contribuido negativamente, esto es, en el sentido de
reducir el empleo sectorial.
En todas las demás ramas, los factores restantes habrían contribuido de manera positiva, en
varias de ellas como principal fuente de explicación de la variación del empleo. Esto es así en
Transporte, Servicios Empresariales, y Enseñanza. Los Otros Servicios merecen una mención
especial, por cuanto el diagnostico se torna difuso dado que aquí el nivel de actividad del
sector creció al tiempo que se destruyeron ocupaciones. Por tal motivo, los porcentajes
referidos a dicha rama dan valores tan extremos.
Cabe destacar el comportamiento de la relación empleo-producto en los sectores de
Administración Gubernamental y Educación, donde en función de las metodologías de
cálculo del Valor Agregado Sectorial cabría esperar elasticidades próximas a la unidad (esto
es, la explicación de la variación del empleo por el nivel de actividad debería ser
absolutamente predominante). Es posible que aquí exista alguna distorsión estadística de
importancia (producto tal vez de la no cobertura completa de la EPH del universo de
empleo).
Para concluir el diagnóstico, se analiza a continuación el impacto que tuvieron distintos
componentes de la Demanda Final en la estimación del empleo generado por efecto
actividad. Para ello se estimó la incidencia provocada por la variación de los siguientes
componentes (ya mencionados en el apartado metodológico):
-29-
Exportaciones industriales
Exportaciones no industriales
Consumo de bajos ingresos
Consumo de altos ingresos
Consumo público
Inversión en bienes durables de producción
Inversión en construcción
En el primer componente se incluye la porción del total exportado compuesta por
manufacturas de origen industrial, mientras que las exportaciones restantes se incluyen en el
segundo componente. El consumo de bajos ingresos incluye la proporción del gasto en
consumo de cada rama que, de acuerdo a la Encuesta de Gastos de los Hogares 96/97,
realizan los primeros siete deciles de la distribución de ingresos de hogares, mientras que el
consumo de altos ingresos incluye lo consumido por los tres deciles más ricos30. Por último,
dentro de la inversión bruta interna se distingue entre bienes durables de producción y
construcción (el sentido de esta distinción se verá más adelante cuando se introduzcan
restricciones para alcanzar ciertos niveles de crecimiento agregado en las proyecciones). En
todos los casos, se trata de la demanda en bienes y servicios nacionales.
Cuadro 4. Incidencia de los componentes de Demanda Final sobre el empleo generado por
efecto actividad
Demanda Final (millones $ 97) Empleo Estimado
Sector Variación
absoluta
Variación
% Contrib. Variación
absoluta
Variación
%
Exportaciones industriales 2,965 9% 11% 44 8%
Exportaciones no industriales -390 -4% -2% 0 0%
Consumo Privado de Bajos Ingresos 6,105 8% 24% 107 19%
Consumo Privado de Altos Ingresos 7,434 8% 29% 172 31%
Consumo Público 2,132 5% 8% 81 15%
Inversión en Equipo Durable 1,907 14% 7% 26 5%
Construcción 5,673 18% 22% 126 23%
TOTAL 25,825 9% 100% 556 100%
Fuente: Elaboración propia con datos de la DNCN y EPH
30 Cabe destacar que proceder de esta manera implica asumir que tanto las estructuras de consumos como las
propensiones medias a consumir de cada uno de los deciles poblacionales se han mantenido constante entre
1996 y el año de diagnóstico. Si bien los datos oficiales dan cuenta de una distribución del ingreso de los
hogares casi idéntica entre ambos años, al momento de elaborar este documento todavía no se contaba con
datos referidos a los gastos de dichos hogares dado que aún no habían sido publicados los resultados
definitivos de la Encuesta Nacional de Gastos a lo Hogares 2004/2005. Algunos resultados preliminares de
dicha encuesta indicarían un aumento en el gasto destinado a los rubros Indumentaria y calzado, Equipamiento y
mantenimiento del hogar, Transporte y comunicaciones, Esparcimiento , y –como contrapartida– una disminución de
los rubros Alimentos y bebidas, Propiedades, combustibles, agua y electricidad, Salud y Enseñanza. Al respecto véase
INDEC (2006).
-30-
Tal como se detalla en el Cuadro 4, los componentes más dinámicos fueron aquellos
pertenecientes a la Inversión (Equipo Durable y Construcción), los cuales crecieron por
encima del promedio. Las exportaciones de bienes industriales también mostraron un
crecimiento superior al promedio, al tiempo que las exportaciones no industriales se
redujeron respecto al año 2005. En el caso del Consumo Privado, ambos componentes (de
bajos y de altos ingresos) crecieron en la misma magnitud. El Consumo Público, por último,
se incrementó en menor proporción que el total de la Demanda Final.
Al mirar la contribución de estas dinámicas al empleo generado, puede apreciarse que es el
Consumo Privado de Altos Ingresos el que más contribuye en dicha generación, seguido por
la Construcción y el Consumo Privado de Bajos Ingresos. Estos tres componentes explican
alrededor del 73% del total del empleo generado por efecto actividad.
V.2. Pronóstico31
En esta sección se realizan las proyecciones para distintos escenarios futuros de demanda
final. A tales efectos, se aplica el procedimiento detallado en la Sección IV.2.3. Como se
explica allí, para realizar el pronóstico es necesario previamente re-estimar las elasticidades
producto-empleo y definir los escenarios.
En referencia al primer punto, las elasticidades utilizadas se obtienen incorporando los datos
más recientes (es decir, los del 2006) y descartando los más antiguos (es decir, los de 1995).
En el Cuadro 5 se presentan las elasticidades obtenidas de esta manera.
31 En Müller-Lavopa (2006) se realiza un ejercicio de pronóstico con esta misma metodología, pero cuyo punto de
partida es el año 2005. La estimación de los componentes de la Demanda Final también difiere en lo referente al
consumo privado.
-31-
Cuadro 5. Elasticidades Producto-Empleo sectoriales –
Estimación para período 1996-2006.
Sector
Elasticidad
Producto-Empleo
Industria Manufacturera 0.624
Construcción 0.527
Comercio y reparaciones 0.410
Transporte y servicios conexos 0.092
Servicios empresariales y de alquiler 0.870
Administración pública y defensa 1.000
Enseñanza 1.000
Servicios sociales y de salud 0.811
Otras servicios 0.503
Servicio doméstico 1.000
Sectores restantes (1) 0.629
TOTAL 0.646
(1) Se incluye aquí los siguientes sectores: Actividades primarias; Electricidad,
gas y agua; Restaurantes y hoteles; Correo y telecomunicaciones;
Intermediación financiera; y Actividades inmobiliarias.
Fuente: Elaboración propia con datos de la DNCN y EPH
Como puede apreciarse, al incorporar la última observación, la elasticidad global se ve
incrementada. A nivel sectorial puede apreciarse el mismo fenómeno para todas las ramas de
actividad con las únicas excepciones del Transporte y servicios conexos y los Otros servicios. Las
modificaciones más importantes se dan en los Servicios sociales y de salud y en el conjunto de
Sectores restantes, ramas en las cuales la elasticidad se incrementa es alrededor del doble que
la utilizada para el diagnóstico. En el caso de la Administración pública, la Enseñanza y el
Servicio doméstico, se imputó una elasticidad unitaria por los motivos destacados
anteriormente.
En relación al segundo punto, la definición del vector de la demanda final correspondiente a
cada escenario se realiza postulando una hipótesis de crecimiento de cada componente de la
misma tanto en términos de agregados (consumo, inversión, etc.) como de sectores de origen.
El escenario queda identificado entonces por el componente de demanda final que esté
motorizando dicho crecimiento (exportaciones industriales, consumo de bajos ingresos, etc.).
Dado que la participación de los sectores que intervienen en la producción de los bienes y
servicios que se incluyen en cada componente es distinta, la demanda final resultante diferirá
según sea el escenario.
A fines de ofrecer un marco cuantitativo preciso se adopta una hipótesis de crecimiento de la
demanda total de 30%, que se mantendrá constante para todos los escenarios. En cada
escenario, el crecimiento económico agregado es dinamizado por un componente particular
de la demanda final. De esta manera, un patrón de crecimiento industrial-exportador –por
ejemplo– se simula haciendo crecer todos aquellos sectores involucrados directa e
indirectamente en la exportación de manufacturas industriales con mayor intensidad que el
resto de la economía. En cada escenario, al componente identificado como dinámico se le
asigna un crecimiento del 60% (es decir, el doble del crecimiento promedio), reduciendo el
crecimiento de los componentes restantes (a una tasa uniforme), a fin de que la demanda en
su conjunto se expanda a la tasa indicada.
-32-
Siguiendo estos criterios, se definieron 5 escenarios. El primero –de carácter tendencial– no
identifica ningún componente dinámico, sino que asume que la demanda final de todos los
sectores crece en la misma proporción. En los cuatro restantes se identifican respectivamente
como componentes dinámicos a las exportaciones industriales, las exportaciones no
industriales, el consumo de bajos ingresos y el consumo de altos ingresos.
Seguidamente, para cada escenario se introduce un nuevo subescenario; en el mismo, se
impone una restricción sobre el nivel de inversión necesario para lograr el crecimiento de
demanda final hipotetizado. Esta restricción consiste en definir la participación que debería
tener el componente de Equipo durable de producción nacional en el período de proyección
para poder alcanzar dicho crecimiento agregado; ello supone que la meta de crecimiento
requiere indefectiblemente de decisiones de ampliación de capacidad productiva. Al
imponer esta restricción, las ramas que abastecen al Equipo durable deben crecer lo necesario
para lograr la participación hipotetizada, mientras que las ramas restantes (excluyendo las
que abastecen el componente dinámico) crecen a una tasa uniforme (ahora menor que en el
caso sin restricción) tal que se obtenga el crecimiento agregado hipotetizado. Se asume que
dicha participación no puede ser inferior al 10% de la demanda final.
En consecuencia, quedaron definidos en total diez escenarios, los cuales se resumen en el
Cuadro 6.
Cuadro 6 – Escenarios para pronóstico
Escenario
1 Tendencial
2 Exportador Industrial
3 Exportador No Industrial
4 Consumo – Bajos Ingresos
5 Consumo – Altos Ingresos
Sin restricción de Inversión
6 Tendencial
7 Exportador Industrial
8 Exportador No Industrial
9 Consumo – Bajos Ingresos
10 Consumo – Altos Ingresos
Con restricción de Inversión
Una vez aplicada la metodología de pronóstico antes descripta para cada uno de los
escenarios detallados en el Cuadro 6 se han obtenido los resultados que se presentan en el
Cuadro 7. En él se detallan exclusivamente las elasticidades agregadas producto-empleo que
se generarían en cada escenario (dado los crecimientos diferenciales del Producto y el
Empleo), por cuanto representan la medida más interesante a los efectos de evaluar
comparativamente la capacidad de generación de empleos de cada uno de ellos.
-33-
Cuadro 7. Elasticidades agregadas producto empleo según escenarios.
a) Sin restricción sobre Equipo Durable
Escenario Patrón de crecimiento Elasticidad
Producto Empleo
1 Tendencial 0.654
2 Exportaciones industriales 0.632
3 Exportaciones no industriales 0.642
4 Consumo Privado de Bajos Ingresos 0.609
5 Consumo Privado de Altos Ingresos 0.677
Fuente: Elaboración propia.
Como puede apreciarse, las elasticidades difieren según cual sea el patrón de crecimiento
que se postule. Un crecimiento dinamizado por el consumo de bienes y servicios con alta
elasticidad-ingreso tendría los mayores efectos en términos de generación de empleos, al
tiempo que los consumos de bajos ingresos y las exportaciones no industriales serían los de
menor impacto.
Seguidamente, se incorpora la restricción adicional – ya mencionada anteriormente – de que
la inversión en bienes durables de producción nacional alcance el 10% de la demanda final.
El cuadro siguiente presenta los resultados obtenidos en este caso.
Cuadro 7. Elasticidades agregadas producto empleo según escenarios.
b) Con restricción sobre Equipo Durable
Escenario Patrón de crecimiento Elasticidad
Producto Empleo
1 Tendencial 0.617
2 Exportaciones industriales 0.588
3 Exportaciones no industriales 0.602
4 Consumo Privado de Bajos Ingresos 0.556
5 Consumo Privado de Altos Ingresos 0.640
Fuente: Elaboración propia.
El efecto principal de incorporar una restricción de este tipo es el de disminuir las
elasticidades estimadas para todos los escenarios dado que los sectores abastecedores de
Equipo durable para la inversión tienen una menor capacidad de generación de empleos que
el promedio de la economía. En el Cuadro 7.b, puede verse, sin embargo, que los
diferenciales entre los distintos patrones de crecimiento se mantienen casi inalterados.
En conclusión, los diferentes patrones de crecimiento adoptados introducen variabilidades
en las elasticidades agregadas producto-empleo del orden de 5 a 7 puntos, según si se
introduce la restricción en cuanto a la inversión. Esta última por otro lado reduce los valores
de elasticidad en alrededor de 3-5 puntos, según el escenario.
Debe recordarse que los valores anteriores no computan el impacto de variaciones del nivel
de actividad y su composición sobre el sector primario, dado que el mismo se encuentra
insuficientemente cubierto por la Encuesta Permanente de Hogares. Por otra parte, estos
valores de pronóstico no incorporan la eventualidad de innovación tecnológica; por lo tanto,
deben ser considerados más en términos diferenciales que absolutos.
-34-
VI. Seguimiento futuro: SIDIPRO-MT
Uno de los propósitos que se tuvo al momento de desarrollar la metodología detallada a lo
largo de este documento fue el de contar con una herramienta que permita realizar un
seguimiento continuo y sistemático de la evolución del mercado laboral argentino. Dicho
seguimiento consiste –precisamente– en la realización de un diagnóstico respecto a los
factores que explican la variación observada en el empleo entre dos períodos de tiempo
(preferentemente, anuales) y el pronóstico a futuro que puede derivarse a partir de los
nuevos elementos que brinde dicho diagnóstico sobre los parámetros fundamentales del
modelo.
A los efectos de lograr este propósito, se ha diseñado el Sistema de Diagnóstico Proyectivo
del Mercado de Trabajo (SIDIPRO-MT), el cual integra en una planilla de cálculo en formato
digital los procedimientos descriptos en la Sección IV, y presenta sus resultados de la manera
en que se presentó en la Sección V el ensayo de aplicación para el año 2006. Dicho sistema se
ha diseñado de forma tal que los resultados sean obtenidos fácilmente luego de un simple
procedimiento de carga de aquellos datos que se detallaron en el Cuadro 1 de la Sección IV.3
para los años de referencia sobre los cuales se quiera realizar el análisis.
La particularidad de este sistema es que permitirá ir realizando un seguimiento del mercado
laboral de forma inmediata a medida que vayan siendo publicados los datos de referencia
por parte de los organismos oficiales competentes. Este sistema será colocado próximamente
en la página de Internet del CEPED (www.econ.uba.ar/ceped), con el objeto de ponerlo a
disposición de cualquier usuario interesado en realizar este ejercicio de diagnóstico
proyectivo con las hipótesis que considere pertinentes.
VII. Conclusiones
A lo largo de este documento se procuró sentar las bases para desarrollar e
implementar un herramental sencillo que permita analizar de forma sistemática la
evolución del mercado laboral argentino.
Para ello se ensayó –en primer término– una reseña expeditiva de la situación de
partida desde la cual se empieza a aplicar esta herramienta, destacando tanto las
tendencias económicas más relevantes observadas en la economía argentina durante
las últimas décadas, como su impacto sobre el entramado social y productivo.
Seguidamente, se intentó discutir en profundidad la noción misma de mercado de
trabajo en el marco de una economía capitalista, identificando los principales factores
que se encontrarían detrás de su evolución. Se destacó así la estrecha relación
existente entre el nivel de empleo y la actividad, al tiempo que se señaló toda una
conjunción de otros factores (diferentes al crecimiento de la actividad económica) que
también tendrían particular relevancia en la dinámica mostrada por el empleo en las
economías modernas.
A partir de este marco conceptual se definieron las ecuaciones fundamentales del
sistema y se explicitaron los procedimientos metodológicos y operativos necesarios
para su aplicación. En dicha reseña se intentó especificar con el mayor nivel de
detalle los pasos a seguir de forma tal que este documento pueda servir como guía de
-35-
instrucciones para la aplicación del sistema por cualquier persona interesada en el
comportamiento histórico y futuro del mercado de trabajo.
Entre los resultados más importantes que se encontraron al aplicar el sistema para el
año 2006, se destaca la relevancia mostrada por los niveles de actividad sectoriales en
la evolución del empleo. Los guarismos presentados dan cuenta de que
aproximadamente un 63% del universo de ocupados en áreas urbanas pertenecería a
ramas de actividad en las cuales las variaciones del nivel de empleo se explican
fundamentalmente por las variaciones del nivel de actividad. Los factores restantes,
sin embargo, también habrían mostrado una importante contribución en la
generación de empleos, siendo particularmente relevantes en sectores como el
Transporte, los Servicios Empresariales y la Enseñanza. Estas constataciones invitan a
profundizar el estudio de dichos factores, tarea que se pretende abordar en trabajos
futuros. Dentro de esta línea de investigación resultará particularmente interesante
analizar los tipos o categorías de empleo que se están generando en las distintas
ramas da actividad, dado que dicho análisis puede arrojar nueva luz sobre ese
conjunto de otros factores obtenidos residualmente en el sistema.
Las proyecciones a mediano plazo también arrojaron resultados de interés. En este
sentido, los distintos escenarios de demanda final ensayados dieron lugar a
reacciones diferenciales en lo que refiere a la generación de empleo, las cuales
pudieron apreciarse en los distintos valores de elasticidad producto-empleo
obtenidos.
-36-
Anexo estadístico
Se presentan a continuación los datos de base utilizados para la aplicación del sistema al año
2006.
Cuadro A.1 Valor agregado según ramas de actividad -
Años 2005 y 2006 (millones de $ 93).
Sector 2005 2006
Industria Manufacturera 46.556 50.586
Construcción 17.646 20.851
Comercio y reparaciones 34.236 37.030
Transporte y servicios conexos 14.612 15.687
Servicios empresariales y de alquiler 10.259 10.805
Administración pública y defensa 14.897 15.612
Enseñanza 13.628 14.116
Servicios sociales y de salud 11.043 11.615
Otras servicios 18.120 19.551
Servicio doméstico 3.569 3.763
Sectores restantes (1) 96.550 104.580
TOTAL 281.115 304.196
(1) Se incluye aquí los siguientes sectores: Actividades primarias;
Electricidad, gas y agua; Restaurantes y hoteles; Correo y
telecomunicaciones; Intermediación financiera; y Actividades
inmobiliarias.
Fuente: Elaboración propia con datos de la DNCN
Cuadro A.2 Empleo urbano según ramas de actividad -
Años 2005 y 2006. Total urbano (miles de ocupados).
Sector 2005 2006
Industria Manufacturera 1,917 1,997
Construcción 1,119 1,211
Comercio y reparaciones 2,712 2,831
Transporte y servicios conexos 729 753
Servicios empresariales y de alquiler 986 1,078
Administración pública y defensa 960 1,043
Enseñanza 972 1,072
Servicios sociales y de salud 724 746
Otras servicios 766 760
Servicio doméstico 1,045 1,114
Sectores restantes (1) 1,195 1,245
TOTAL 13,124 13,849
(1) Se incluye aquí los siguientes sectores: Actividades primarias;
Electricidad, gas y agua; Restaurantes y hoteles; Correo y
telecomunicaciones; Intermediación financiera; y Actividades
inmobiliarias.
Fuente: Elaboración propia con datos de la EPH
-37-
Cuadro A.3 Demanda Final de bienes y servicios nacionales
según componentes - Años 2005 y 2006 (millones de $ 97).
Sector 2005 2006
Exportaciones industriales 34,230 37,194
Exportaciones no industriales 9,629 9,238
Consumo Privado de Bajos Ingresos 79,371 85,476
Consumo Privado de Altos Ingresos 94,872 102,305
Consumo Público 40,629 42,760
Inversión en Bienes durables de Producción 13,586 15,492
Inversión en Construcción 30,726 36,400
TOTAL 303,042 328,866
Fuente: Elaboración propia con datos de la DNCN
-38-
Bibliografía
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