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Andréia Galvão
LA CUT EN LA ENCRUCIJADA: IMPACTOS DEL NEOLIBERALISMO SOBRE EL MOVIMIENTO SINDICAL
COMBATIVO
Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales, vol. 10, núm. 1, enero-abril, 2004, pp. 219-239,
Universidad Central de Venezuela
Venezuela
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Rev. Venez. de Econ. y Ciencias Sociales, 2004, vol. 10, n° 1, (ener.-abr.), pp. 219-239
LA CUT EN LA ENCRUCIJADA:
IMPACTOS DEL NEOLIBERALISMO
SOBRE EL MOVIMIENTO
SINDICAL COMBATIVO
∗
∗∗
∗
Andréia Galvão
Introducción
Resulta común afirmar que el sindicalismo brasileño –como el resto del sin-
dicalismo internacional– atravesó un período de crisis a lo largo de los años
90. Al contrario de la curva ascendente registrada en los años 80, tanto en lo
que se refiere al número de huelgas como a la capacidad de movilizar las ba-
ses sindicales y a la intensidad de los conflictos, en la década siguiente cons-
tatamos un movimiento de descenso. La Central Única de Trabajadores (CUT),
central sindical brasileña de mayor importancia y principal exponente del mo-
vimiento sindical combativo, también resultó afectada por ese proceso, razón
por la cual se encuentra hoy a la defensiva.
La ofensiva neoliberal constituyó, indudablemente, el principal elemento pa-
ra comprender esas dificultades. Las reformas orientadas al mercado, a la pri-
vatización de las empresas estatales, a la apertura comercial, al descontrol de
los mercados, junto a la reestructuración productiva, afectaron negativamente
la base social de los sindicatos, provocando el aumento de la precariedad, de
la informalidad y del desempleo. Sin embargo, el neoliberalismo no sólo
repercute en el plano político y económico, sino que también produce impactos
en el plano ideológico. Es cierto que la crisis del pensamiento de izquierda,
luego del derrocamiento del este europeo, contribuyó en gran medida a la
pérdida de un referencial teórico crítico, valga decir, anticapitalista.
Este texto se propone analizar la trayectoria de la CUT e intenta mostrar los
efectos de las reformas neoliberales sobre su discurso y su práctica. El neoli-
beralismo afecta a la CUT tanto en el plano objetivo como en el plano subjeti-
vo. A pesar de que no se haya adherido al neoliberalismo, la central vacila en-
tre una posición crítica, de resistencia, y otra de adopción de ciertos aspectos
∗
Traducido al español por Greisy Fernández.
Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales
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de la ideología neoliberal, manifestando tanto movimientos de adaptación, co-
mo movimientos en contra del neoliberalismo.
La trayectoria de la CUT no es lineal, ni homogénea. Es posible desglosarla
en diferentes fases. Esas fases reflejan las alteraciones coyunturales y las dis-
putas político-ideológicas en el seno de la central. Por lo tanto, si bien el inicio
de los años 90 marca un cambio de rumbo de la CUT hacia un sindicalismo de
negociación y de carácter propositivo, ese nuevo camino no es una vía única:
está lleno de tensiones, de conflictos internos, que permiten pensar en la reac-
tivación de una postura más combativa.
1. La gestación del sindicalismo propositivo (1990-1992)
No se puede analizar la CUT sin considerar las diferentes tendencias que la
componen. La oposición entre posturas internas distintas obliga a la central a
adoptar un discurso generalmente más ofensivo que su práctica. El carácter
ofensivo del discurso de la central se revela especialmente en análisis críticos
al neoliberalismo y en la adopción de palabras de orden antineoliberal. Sin
embargo, a pesar del discurso combativo y de algunas acciones de resisten-
cia, la práctica sindical de la central se ha ido transformando, asumiendo una
posición cada vez más propositiva
1
.
A grandes rasgos, el sindicalismo propositivo se caracteriza por el predo-
minio de la acción en el plano institucional, de la negociación dentro del orden
y por hacer concesiones con el gobierno y con el capital. La negociación se
realiza de manera “realista”, sin confrontarse con los elementos de las pro-
puestas presentadas por el gobierno y por los patronos. Las críticas son
puntuales y no ameritan el cambio de la política dominante, ni la reversión de
las formas de gestión de la fuerza de trabajo, aspecto éste que se contrapone
al sindicalismo combativo, que se caracteriza por el predominio del trabajo de
organización y movilización de las bases sindicales, por la negociación contra
el orden (negociación contrapropositiva), por la lucha a favor de la ampliación
de derechos (cuando es ofensivo) y por la resistencia a la violación de los
mismos (cuando es defensivo).
El incremento del sindicalismo propositivo en el interior de la CUT está re-
lacionado con una serie de factores, entre los que destacamos: la derrota de
Lula ante Collor en las elecciones de 1989; las alteraciones de estatutos pro-
movidas por el III Congreso Nacional de la CUT, Concut (1988), que le otorga-
ron mayor importancia a las directivas en detrimento de las bases y oposicio-
nes sindicales; el surgimiento de la Fuerza Sindical, que se presenta como una
alternativa al “radicalismo” y partidismo inconsecuente atribuido a los herede-
1
Esta transformación es protagonizada por la corriente mayoritaria de la central, la
Articulación Sindical, y es criticada por las corrientes de izquierda.
La CUT en la encrucijada: impactos del neoliberalismo…
221
ros del “nuevo sindicalismo”; el ascenso de nuevos liderazgos centralistas,
dispuestos a ocupar nuevos espacios institucionales y a negociar salidas de
emergencia para los problemas económicos que afectaban a determinados
sectores industriales. Así, Fuerza Sindical logra legitimarse como interlocutora
confiable tanto para los gobiernos como para los patronos.
La lucha de espacios con Fuerza Sindical estimuló la vía de la negociación
y debilitó la práctica de la resistencia, dando cabida a la participación de la
central en acuerdos tripartita. Esa nueva estrategia dio como resultado la firma
del primer acuerdo de la Cámara Sectorial de la Industria Automovilística, en
marzo de 1992
2
. La adhesión del sector metalúrgico a la cámara sectorial fue
fruto de una decisión unilateral del presidente del Sindicato de Trabajadores
Metalúrgicos de São Bernardo do Campo y Diadema, Vicente Paulo da Silva
(Vicentinho), decisión tomada sin conocimiento de la CUT. A pesar de la polé-
mica que se desencadenó al comienzo, las cámaras sectoriales fueron acep-
tadas paulatinamente por muchos de sus oponentes en la central, convirtién-
dose en una especie de “brújula” que le permite a la central encontrar un nue-
vo rumbo, participando al lado de representantes del Estado y de los patronos
en la definición de políticas públicas, y que le permite a estos últimos resolver
sus problemas más urgentes.
La disposición de negociar con gobierno y patronos se revela también en
otro icono exaltado por la central desde ese entonces: la implantación de la
contratación colectiva laboral
3
. La CUT venía discutiendo sistemáticamente la
contratación colectiva desde 1990, cuando se elaboró una propuesta de pro-
yecto de ley para la introducción del referido instrumento. Este se convierte,
junto con las cámaras sectoriales, en la expresión máxima del sindicalismo
propositivo. No obstante, mientras dicha expresión llegó a ser realidad en al-
gunos sectores de la economía, el contrato colectivo parece ser más la repre-
sentación de un “ideal” que la orientación de una práctica efectiva
4
.
2
El acuerdo redujo en 22%, por 90 días, el precio de los vehículos livianos, mediante el
corte en las alícuotas del IPI y el ICMS y en los márgenes de lucro de las ensamblado-
ras, de los proveedores de autopartes y de las concesionarias; también estableció una
revisión mensual de los salarios y estabilidad en el empleo en el mismo período para
toda la base sindical metalúrgica centralista del estado de São Paulo. Esta última medi-
da abarcó incluso sectores no relacionados a la cadena automotriz. Para un análisis
detallado de los términos del acuerdo, ver Arbix, 1995.
3
La iniciativa de debatir el tema le corresponde igualmente al Sindicato de los Trabaja-
dores Metalúrgicos de São Bernardo do Campo y Diadema y la elaboración de los pri-
meros documentos sobre el tema fue obra de su asesor, José Francisco Siqueira Neto,
para la segunda mitad de la década de los 80.
4
La contratación colectiva a escala nacional existe en pocos sectores de la economía,
y en menor proporción en aquellos sectores formados por monopolios u oligopolios,
donde las mismas empresas se distribuyen en los diferentes estados, como es el caso
del sector bancario y petrolero.
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Las corrientes que integran la CUT conciben el contrato colectivo laboral de
distintas maneras. O bien aparece como el sustituto de la estructura corporati-
va (Articulación Sindical), o bien como un instrumento de negociación a ser
adicionado a ésta (posición que caracteriza, sobre todo, a la Corriente Sindical
Clasista). Es decir, la adopción de la contratación colectiva laboral no necesa-
riamente requiere el rompimiento con la estructura sindical corporativa
5
. A pesar
de esa controversia, la propuesta de contrato colectivo que la central presentó al
ministro de Trabajo, Walter Barelli, en el “Foro nacional sobre contrato colectivo
y relaciones de trabajo en Brasil”, en 1993, exhortaba a la eliminación de “todas
las restricciones y obstáculos al ejercicio de las libertades sindicales, inscritos en
la Constitución Federal y en la legislación ordinaria (CLT), atacando, especial-
mente, el poder normativo de la Justicia del Trabajo, la unicidad sindical, la con-
tribución sindical, la configuración del sistema confederado y la inadecuación
legislativa sobre la negociación colectiva del sector público”
6
, pues el fortaleci-
miento de la negociación colectiva demandaba el fortalecimiento de los sindica-
tos, lo que sólo podría obtenerse por medio del reconocimiento de la libertad y
de la autonomía sindical. Sin embargo, esa propuesta no es consensual. De
cualquier modo, a partir de mediados de los 90, el cambio en la organización
sindical adquirió una gran relevancia en el debate centralista.
Apartando el tema de la capacidad del contrato colectivo, tal como lo pro-
pone la CUT, de imponer o no un cambio sobre la forma de organización sin-
dical, analicemos dicho instrumento bajo la perspectiva de los derechos indivi-
duales del trabajo. El contrato colectivo fue concebido para aumentar el espa-
cio de actuación de las centrales sindicales, estimulando la práctica de la ne-
gociación colectiva y desarrollándola en el ámbito nacional. Según la central,
el estímulo a la negociación requiere que las partes tengan más libertad para
definir las reglas de contratación y el uso de la fuerza laboral, así como para
resolver sus eventuales conflictos, reduciendo las posibilidades de interven-
ción del Estado en las relaciones laborales. Estas condiciones aproximan el
modelo de contrato colectivo defendido por la CUT al discurso neoliberal de la
libre negociación entre patronos y empleados, aunque los objetivos de las dos
perspectivas son distintos. Mientras la ideología neoliberal combate la legisla-
ción laboral y propone la disolución de sus normativas, la propuesta centralista
le atribuye al Estado la definición de derechos mínimos, que no podrían ser
irrespetados por la contratación colectiva. En el primer caso, se propone que el
contrato prevalezca sobre la ley; en el otro, la idea es que el contrato comple-
mente la ley
7
.
5
Como lo señala la misma vigencia de la contratación colectiva en los sectores banca-
rio y petrolero.
6
Boletín del Dieese, mayo de 1993, p. 45.
7
La ley y el contrato representan dos formas de elaboración de normas que igualmente
dificultan la relación entre patrón y empleado. Esas formas coexisten pero poseen una
diferencia fundamental: la ley tiene alcance universal, mientras que el contrato sólo
La CUT en la encrucijada: impactos del neoliberalismo…
223
Pero, aun así, consideramos que la defensa del contrato colectivo implica
algunos riesgos. En primer lugar, a pesar de que al contrato colectivo se le
confiera un carácter nacional, ese contrato más amplio sería complementado
por contratos de menor alcance, conforme a las especificaciones regionales y
sectoriales. En ese sentido, la CUT se hace eco del argumento patronal en
cuanto a que las condiciones entre los sectores industriales y las regiones son
distintas, lo que puede inviabilizar la definición de reglas de validez nacional o
rebajarlas a un nivel ínfimo, que represente el menor costo para las empresas.
En segundo lugar, la CUT defiende que la legislación preserve derechos mí-
nimos (es decir, que nivele las condiciones de trabajo según el nivel inferior),
dejando que cada área (o parte de ésta, como en el ejemplo de la cámara sec-
torial) luche de acuerdo con las condiciones económicas del sector en que es-
tá inmersa y de acuerdo con la capacidad organizativa del sindicato al cual
pertenece. Dicha posición supone que la desigualdad regional/sectorial no im-
pida que las regiones y sectores más desarrollados y organizados obtengan
ganancias superiores a los demás, reflejando un comportamiento corporativo,
ya que algunos sectores pueden –al negociar por separado– ganar más que
otros sectores
8
. En tercer lugar, la proximidad de la central con el discurso de
la libre negociación entre patronos y empleados puede favorecer el alejamien-
to del Estado de las relaciones laborales justamente en aquello que no les in-
teresa a los trabajadores: la suspensión de la protección laboral. Esto, debido
a que la burguesía y los gobiernos neoliberales, exactamente en el aspecto de
la protección laboral, menoscaban la defensa de la libre negociación: no se
trata de asegurar la libertad y autonomía sindicales, antigua bandera del sindi-
calismo de la CUT, sino de eliminar o flexibilizar derechos
9
.
Es posible identificar algunas diferencias entre la libre negociación que de-
fienden los patrones y la que defiende la CUT: la central se preocupa por asegu-
rar una legislación mínima, los patronos adoptan una perspectiva abiertamente
contratista, fundada en el principio de que el contrato es más adecuado que la
ley, debido a que es resultado de la “voluntad” de las partes implicadas, y debe,
obliga a las partes contratantes, y la negociación se efectúa según los intereses y la
correlación de fuerzas que prevalece en cada sector, región, área o empresa.
8
Aquí el término corporativo se entiende en el sentido gramsciano, o sea, como la de-
fensa exclusiva de intereses sectoriales –sean éstos los intereses de un área profesio-
nal, empleados de un grupo de empresas o de una empresa en particular– en detrimen-
to de los intereses de la clase como un todo, y no se percibe como característica de la
estructura sindical brasileña, como se había usado hasta el momento.
9
Con esto, queremos decir que una cosa es la no intervención del Estado en la esfera
de los derechos colectivos, ya que esa intervención impide el ejercicio de la libertad y
autonomía sindical; y otra cosa es la no intervención del Estado en la esfera de los de-
rechos individuales. Las leyes laborales son fruto de la presión de los trabajadores or-
ganizados en sindicatos y reconocen la asimetría de poder entre las partes contratan-
tes, desmitificando la idea burguesa de que el contrato laboral constituye un contrato
entre partes “iguales”.
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por lo tanto, prevalecer sobre la ley; mientras que para los patronos el contrato
debe tener el poder de derogar la ley, bajo el alegato de que el exceso de leyes
laborales inhibe la negociación colectiva. La CUT no asume una perspectiva
contratista en el sentido estricto, pues, para la central, el contrato está consa-
grado para introducir derechos y garantías adicionales, superiores a los otor-
gados por la ley. A pesar de estas distinciones, la iniciativa de la CUT se basa
en “principios ideológicos semejantes” a los de las formulaciones de los patro-
nos, otorgándole menos importancia a la ley que al contrato
10
. Así, esa iniciati-
va puede estimular el carácter contractual de las relaciones laborales y el en-
frentamiento creciente con la legislación laboral, dificultando la defensa de los
derechos que la Constitución y la CLT establecen.
Sin embargo, la disposición a negociar de la CUT no es ilimitada. La central
asumió una posición contraria a la privatización de las industrias siderúrgicas y
petroquímicas a comienzos de la década de los 90. Por lo tanto, en lo concer-
niente a ese aspecto, la CUT no hizo concesiones: mantuvo una posición de
enfrentamiento. El presidente de la central para ese momento, Jair Meneguelli,
dirigió programas políticos y movimientos contra las privatizaciones. La CUT
promovía protestas frente a la Bolsa de Valores de Río de Janeiro cada vez
que había subastas de privatización, aunque la adhesión a esas protestas era
pequeña, probablemente debido al impacto ideológico que el neoliberalismo
produjo en los trabajadores
11
. La campaña de Collor contra los empleados pú-
blicos (la “cacería de potentados”) y la campaña de los medios de comunica-
ción contra las empresas estatales (anticuadas e “ineficientes”) surtieron efec-
to, enalteciendo al sector privado y bloqueando la reacción popular contra la
política privatizante. Además del impacto del discurso antiestatal sobre la po-
10
En otras palabras, “la directiva de la central estaba ideológicamente desarmada para
oponerse a una medida que provenía de principios ideológicos semejantes a los que
ella misma venía defendiendo” (Boito jr., 1999, 156).
11
Al analizar las elecciones realizadas en el Sindicato de Trabajadores Metalúrgicos de
Volta Redonda en 1992, Graciolli señala las divergencias entre las tendencias centralis-
tas y argumenta: “El raciocinio de la Articulación Sindical asumía la privatización como
inevitable y, así, le correspondía a los trabajadores garantizar la máxima capacidad
posible de influencia en el proceso. Ya la plancha electoral por la base sindical que
reunía la CUT, Convergencia Socialista y PCdoB (Partido Comunista de Brasil), estaba
contra la privatización y entendía que la participación de los trabajadores significaba la
legitimación de una propuesta inaceptable” (Graciolli, 1999, 125). Para el autor, el
cambio de rumbo de la CUT hacia un sindicalismo de negociación y la falta de apoyo
de la mayoría de la directiva a las corrientes de izquierda, que aún sustentan un pro-
yecto clasista y de confrontación, debilitaron a la central, permitiendo la victoria de
Fuerza Sindical en las elecciones de 1992. No obstante, resulta pertinente considerar
que el sector victorioso fue el que defendía claramente la privatización. Nada permite
suponer que, si la CUT hubiese actuado firmemente contra la privatización, su plancha
hubiese ganado las elecciones, porque los trabajadores creían que esa medida sería,
de algún modo, beneficiosa para ellos.
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blación, la posibilidad de compra, “a un precio menor y con financiamiento
subsidiado”, de lotes de acciones de las empresas estatales por los emplea-
dos de las propias empresas que serían privatizadas permitió la asociación de
empresas estatales. Esa especie de burguesía nacional de Estado, predesti-
nada a desaparecer con la privatización. Igualmente, estos factores permitie-
ron neutralizar la “virtual oposición de los trabajadores” (Boito jr., 1999, 187).
También debe considerarse la acción de Fuerza Sindical a favor de las privati-
zaciones. Esa central logró asegurar que una cuota mínima de las empresas a
privatizar fuese destinada a sus trabajadores, organizándolos en “clubes de
inversión”. Ciertamente este hecho facilitó la incorporación de parte de los tra-
bajadores a la política de privatización.
2. El fortalecimiento del sindicalismo propositivo (1992-1995)
Mientras que en el período de gestación del sindicalismo propositivo los
conflictos entre las diferentes tendencias de la central eran más visibles y las
resistencias a la política neoliberal eran más significativas, posteriormente el
sindicalismo propositivo adquiere mayor amplitud –lo que no significa que no
siga existiendo oposición a ese modelo en el interior de la propia central– y las
concesiones al neoliberalismo se hacen más frecuentes. Dos iniciativas ilus-
tran el fortalecimiento de ese proceso: las cámaras sectoriales y la actuación
de la CUT frente a las reformas neoliberales, especialmente la reforma del Se-
guro Social.
La CUT, a través de sus sindicatos, federaciones y confederaciones, tuvo
una participación activa en la mayor parte de las 23 cámaras sectoriales esta-
blecidas entre 1992 y 1995. El entusiasmo hacia ese mecanismo llevó a la
central a celebrar, en febrero de 1993, un segundo acuerdo en el sector auto-
motor, válido por dos años. Ese acuerdo establecía una reducción de impues-
tos y de márgenes de lucro, aumento de la producción, creación de empleos,
reajuste mensual de salarios y aumento real, entre otras medidas. Pero, esta
vez, las medidas referentes a los trabajadores incluían únicamente a los traba-
jadores metalúrgicos de la cadena automotriz
12
.
La Cámara Sectorial de la Industria Automovilística consolidó el nuevo mo-
delo de acción sindical que fuera prioridad de la CUT en los años 90. Ese nue-
vo modelo se caracteriza por la sustitución de la práctica de enfrentamiento
por una práctica más propositiva, y por el predominio de acuerdos descentrali-
zados sobre los acuerdos sectoriales, en oposición a la negociación predomi-
nantemente unificada que había sido el sello del “nuevo sindicalismo” desde
12
En el caso del ABC, los trabajadores metalúrgicos se dividieron en cuatro cámaras
sectoriales distintas. Además del sector automotor, se constituyeron cámaras en el sec-
tor de bienes de capital, de electrodomésticos y de tractores, máquinas e implementos
agrícolas.
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su surgimiento a fines de los años 70. Si, por un lado, las negociaciones des-
centralizadas no definen, por sí mismas, el sindicalismo propositivo, debido a
que existen antes de su constitución, por otro lado, el sindicalismo propositivo
colabora con el aumento de la descentralización, pues, en su afán de nego-
ciar, los sindicatos promueven negociaciones entre sectores, como las de las
cámaras sectoriales o empresariales, como las negociaciones del Banco de
Horas. De esta manera, al contrario de lo que sucede en los años 80, cuando la
CUT intentaba unificar diversos sectores de la clase trabajadora en torno de
propuestas amplias, en los años 90 la central acepta participar de la formulación
de la política de Estado y de la gestión de las empresas de forma fragmentada,
restringiendo esa participación a algunos sectores y áreas profesionales. Así, la
búsqueda de salidas para los problemas económicos, en lugar de englobar am-
plios contingentes de trabajadores, los segrega según los problemas específicos
que enfrenta el sector del cual forman parte: la competencia internacional no
afecta a los empleados públicos, sino la reforma administrativa; los trabajadores
del sector privado se ven afectados de distintas maneras por la apertura comer-
cial y por la reestructuración productiva, entre otras cosas.
Esa variedad de aspectos de la política neoliberal y su impacto diversifica-
do sobre los diferentes sectores de la clase obrera aumentan la tendencia a
manifestaciones corporativas, mencionadas anteriormente. Las cámaras sec-
toriales, por ejemplo, expresan un aspecto corporativo en la medida en que los
trabajadores involucrados en ese tipo de acuerdo se concentran en sus intere-
ses específicos, dejando de lado, e incluso contraponiéndose a, la defensa de
intereses más amplios en particular y de la clase obrera en general. Es en ese
sentido que, para nosotros, la cámara sectorial produce pocos resultados eco-
nómicos positivos y provoca muchos efectos negativos sobre la acción colecti-
va, al fragmentar las luchas sindicales e impulsar la descentralización de la
negociación colectiva (Galvão, 1998).
La cámara sectorial fue perdiendo importancia gradualmente a partir de la
toma de posesión del Ministerio de Hacienda por parte de Fernando Henrique
Cardoso, cuando el gobierno comenzó a darle prioridad a la estabilización ma-
croeconómica en detrimento de la política industrial, siendo definitivamente
enterrada con la victoria de Cardoso en las elecciones presidenciales de 1994.
Para mantener la práctica del sindicalismo de participación, a la CUT le co-
rrespondió intervenir en otros espacios institucionales tripartitos, que venían
proliferando desde la Constitución de 1988. La central se incorporó al Consejo
Nacional de Salud, al Consejo Nacional del Trabajo, al Consejo Nacional de
Seguro Social (CNPS), al Consejo Deliberativo del Fondo de Amparo al Traba-
jador, FAT (Codefat), al Consejo Administrativo del Fondo de Garantía de
Tiempo de Servicio (FGTS) y al Consejo de Administración del Banco Nacional
de Desarrollo Económico y Social (Bndes).
El gobierno de Fernando Henrique Cardoso intensificó la política de privati-
zaciones y profundizó la apertura comercial, medidas que provocaron protes-
La CUT en la encrucijada: impactos del neoliberalismo…
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tas entre los sindicatos centralistas. Sin embargo, la adopción de una postura
propositiva y participante llevó a la central a intervenir en el debate relativo a
las reformas “estructurales” del Estado, dificultando el mantenimiento de una
postura de resistencia.
En lo que se refiere a la reforma tributaria, la CUT apoyó, junto con la Fede-
ración de las Industrias del Estado de São Paulo (Fiesp) y Fuerza Sindical, la
propuesta elaborada por la Fundación Instituto de Investigaciones Económicas
(Fipe/USP), en 1993. Tal propuesta preveía, por un lado, la disminución de la
producción, de la inversión y de las exportaciones y, por otra parte, la simplifi-
cación del sistema tributario, reduciendo el número de impuestos existentes y
eliminando el cobro acumulativo de impuestos
13
. A pesar de que esta propues-
ta sugería la eliminación de las contribuciones sociales que recaían sobre la
nómina con el pretexto de estimular la contratación y el mantenimiento del ni-
vel de empleo, fue dirigida al gobierno con el aval de las centrales, de la Fiesp
y del PNBE (Pensamiento Nacional de las Bases Empresariales) (Melo, 2002).
Incluso, la CUT se unió a la Fiesp para defender el cambio de pauta de la revi-
sión constitucional, a fin de darle prioridad a la reforma tributaria.
En cuanto a la reforma del Seguro Social, a pesar de que la CUT estaba a
favor de la jubilación por tiempo de servicio, se sumó al acuerdo delineado por
el gobierno para obtener el apoyo de las centrales sindicales, aceptando la
sustitución del tiempo de servicio por tiempo de contribución y la modificación
de los criterios para que los empleados públicos tuviesen derecho a la jubila-
ción integral. Muchas corrientes de la CUT criticaron la conducta asumida por
la mayoría, considerando la negociación del Seguro Social un “episodio la-
mentable”, que “fue llevado a cabo por la directiva, sin siquiera oír una asam-
blea sindical, a pesar del llamado de todo un sector de la directiva para que se
realizara” (CUT, 1997). Además, la aceptación de la sustitución del tiempo de
servicio por tiempo de contribución le restaba derechos a los trabajadores,
afectando principalmente “a los trabajadores de bajo rendimiento, que están
más expuestos al mercado de trabajo informal” (Boito jr., 1999, 147) y, por lo
tanto, tienen dificultades en seguir contribuyendo.
La adhesión de la CUT a la negociación propuesta por el gobierno tuvo
efectos nefastos para la central más importante del país, haciendo pública la
crisis existente en su interior. Las diversas corrientes de la CUT ya se venían
confrontando en virtud de que la Articulación Sindical prefería medidas propo-
sitivas y de conciliación con el gobierno y los patrones. Para enfrentar las críti-
cas recibidas, Vicentinho convocó a la directiva nacional de la central para dis-
cutir el acuerdo firmado con el gobierno, enfrentando la oposición de la Co-
rriente Sindical Clasista, de la Alternativa Sindical Socialista, del Movimiento
13
En el proyecto original, la central solamente reivindicaba la introducción del impuesto
sobre la riqueza.
Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales
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por una Tendencia Socialista y de El Trabajo. “Al encontrarse políticamente
aislado y abandonado por su propio partido, el presidente de la CUT, Vicente
Paulo da Silva, rechazó el acuerdo a menos de 24 horas antes de la sesión de
votación del proyecto de reforma por la Cámara de los Diputados” (Boito jr.,
1999, 147).
A pesar de la derrota del proyecto en la Cámara, los líderes del gobierno
realizaron las maniobras necesarias para salvarlo (Figueiredo; Limongi, 2001).
Ante tal hecho, la CUT y Fuerza Sindical decidieron convocar una huelga ge-
neral para el mes de julio. No obstante, sólo una pequeña proporción de la
base sindical se sumó a esa huelga. Para las corrientes de izquierda de la
central, “la intervención de la CUT en las negociaciones influyó negativamente
sobre la movilización de los trabajadores en el primer semestre, perjudicando
la preparación de la huelga general” (CUT, 1996).
Silva explica la falta de movilización contra la reforma a partir de la hetero-
geneidad del sector público, que había producido una división entre las dife-
rentes áreas que lo componen. Tal división es ilustrada por el hecho de que la
Apeoesp (Asociación de Sindicatos de Profesores de Enseñanza Pública del
Estado de São Paulo), el principal sindicato del sector de la educación pública
afiliado a la CUT, defendió, junto al Sindicato de los Trabajadores Metalúrgicos
del ABC, “los avances logrados en las negociaciones con el gobierno”. Esto,
porque “los profesores de 1° y 2° grado lograron garantizar la principal reivin-
dicación del sector, cualquiera que fuese, el mantenimiento de la jubilación
especial [a los 25 años] en la Constitución” (Silva, 2001, 140), victoria que se
obtuvo “en detrimento de los profesores de 3° grado, organizados en Andes
(Sindicato Nacional de los Docentes de las Instituciones de Enseñanza Supe-
rior), también afiliado a la CUT, pero sin el mismo poder de influencia de la
Apeoesp (...) en el interior del sindicalismo centralista (Silva, 2001, 142-143).
Ese ejemplo demuestra, según el autor, cuán frágil era la unidad en el interior
del sector educativo y el peso del corporativismo no sólo entre los adversarios
sino entre los que estaban a favor de las negociaciones con el gobierno.
Pero ese corporativismo no sólo se debe atribuir a la heterogeneidad del
sector público, ya que el mismo sucede también en el interior de algunas áreas
(pertenecientes al sector público o privado), como lo ilustra el ejemplo de los
profesores (el autor muestra la división entre profesores de primero y segundo
grado con los de tercer grado) y del sector metalúrgico (el ejemplo de la Cáma-
ra Sectorial de la Industria Automovilística evidencia las diferencias de intere-
ses y capacidades de presión entre trabajadores de las ensambladoras frente
a los demás trabajadores metalúrgicos). De este modo, sin desconsiderar el
análisis realizado por Silva, nos parece que debemos considerar igualmente la
corriente a la cual está unida la Apeoesp: no es un hecho fortuito que João
Felício, el presidente del sindicato para ese momento y ex presidente de la
CUT, haya participado activamente de las negociaciones de la reforma del Se-
guro Social. De esta manera, la orientación político-ideológica en el interior de
La CUT en la encrucijada: impactos del neoliberalismo…
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la central se impone sobre la base social de cada sindicato, pues la disposi-
ción de la Articulación Sindical de negociar sectorialmente ha reforzado las
manifestaciones de corporativismo entre las diversas áreas y sectores.
A diferencia de la reforma del Seguro Social, la CUT no participó de la ne-
gociación de la reforma administrativa –cuyo objetivo era eliminar la estabilidad
de los empleados públicos y extinguir el régimen jurídico único– pues la mayo-
ría de los sindicatos de empleados públicos es dirigida por críticos de la Articu-
lación Sindical
14
. Silva observa que “el hecho de que la CUT no presentara
propuestas para la reforma administrativa y la reducción del monopolio estatal
se interpreta, normalmente, como un indicador de la influencia del sector pú-
blico en las decisiones políticas de la central. Nótese que entre los sindicatos
del sector público predominó el rechazo a las negociaciones y a la presenta-
ción de propuestas alternativas para la reforma del Estado” (Silva, 2001, 137).
Sin embargo este autor sostiene que la no participación en esa reforma se de-
bió más a las dificultades que la central enfrentó “para movilizar áreas econó-
micas y profesionales que no eran afectadas directamente por políticas espe-
cíficas de la reforma del Estado” (Silva, 2001, 137) que al peso cuantitativo de
los trabajadores del sector público en la CUT. Para Silva, se verifica el predo-
minio de una postura defensiva en las áreas que sólo afectaban a los trabaja-
dores del sector público, mientras que en las áreas que afectaban tanto a los
trabajadores del sector público como a los del sector privado prevaleció una
postura propositiva. Así, “en el caso de la reforma del Seguro Social, la postu-
ra defensiva de los dirigentes sindicales del sector público se contrapuso a la
disposición de importantes liderazgos sindicales del sector privado, y eviden-
temente a la del propio presidente de la CUT, de negociar los rumbos de la
reforma con el gobierno” (Silva, 2001, 138)
15
.
14
Rodrigues (1999) indica que mientras la Articulación posee una fuerte presencia en
el sector privado, la izquierda de la CUT es más patente en el sector público. Para
Eduardo Alves, asesor de la Condsef, la mayoría de la directiva de la CUT quería ne-
gociar la reforma administrativa y no lo hizo debido a la acción de la Condsef (Confede-
ración Nacional de los Trabajadores del Servicio Público Federal, afiliada a la CUT y a
la Cnesf) y de la Cnesf (Coordinación Nacional de Entidades de Servidores Públicos
Federales, formada por 10 entidades sindicales, 2 de ellas no están afiliadas a la CUT).
Estas entidades se manifestaron contra la negociación de la reforma administrativa
propuesta por el gobierno, por considerar que tal hecho perjudicaría la lucha existente
entre los empleados federales. Este testimonio evidencia el peso de las disputas políti-
co-ideológicas en el interior de la central.
15
Parece haber una tendencia a despreciar las acciones defensivas, como si éstas
sólo revelaran un componente corporativo de defensa de derechos adquiridos. Por otro
lado, existe una tendencia a enaltecer el sindicalismo propositivo, como si ésta fuese
una práctica ofensiva. Ahora bien, la negativa a negociar medidas que eliminan dere-
chos es, al mismo tiempo, una acción defensiva y una forma de resistencia. La nego-
ciación, a su vez, puede constituir una estrategia ofensiva toda vez que no se acepten
los límites establecidos por el discurso y por la política dominante, presentando deman-
Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales
230
Exceptuando la reforma administrativa, la CUT aceptó negociar todos los
demás puntos de la pauta reformista del gobierno para legitimarse ante sus
interlocutores, mostrándose competente y “madura”. Pues el rechazo a nego-
ciar podría ser interpretado por el gobierno, por la Fuerza Sindical y por los
medios de comunicación como una señal del “radicalismo” y de una posición
“antidemocrática” por parte de la CUT. Ahora bien, la cuestión no es negociar
o no, sino saber qué negociar, cómo hacerlo y en qué contexto. En todo el
proceso de negociación de la reforma del Seguro Social, la CUT no se pre-
ocupó por proponer alternativas que mostraran una posición propia. Al contra-
rio, se enfocaron primordialmente en la vía de la negociación en una coyuntura
adversa y el sindicalismo centralista terminó incorporando elementos del dis-
curso neoliberal. En la defensiva, en vez de formular contrapropuestas capa-
ces de evidenciar el conflicto de intereses que oponen al capital y sus repre-
sentantes con los trabajadores, la CUT suaviza sus demandas con la finalidad
de hacerlas compatibles al pensamiento (y al vocabulario) empresarial.
Ese es, justamente, el límite de la estrategia propositiva: para que las pro-
puestas formuladas sean aceptadas en la mesa de negociación, es necesario
que se consideren “realistas”, adecuadas a la ideología dominante, de modo
que le interesen tanto a los patronos como al gobierno. De lo contrario no hay
negociación posible. Así, la “competencia” del negociador se evalúa de acuer-
do con la “viabilidad” de la propuesta presentada
16
. En ese proceso el sindica-
lismo centralista comienza a hacer concesiones al capital, integrándose a la
lógica del mercado y asumiendo valores capitalistas reactivados por el neolibe-
ralismo, tales como lucro, productividad, calidad y eficiencia
17
. Tal práctica
das contra-propositivas. Este no es el caso del sindicalismo propositivo, que negocia
dentro del orden, cede, hace concesiones, sin actuar a la ofensiva.
16
Veras (2000, 10) evalúa la práctica participacionista y propositiva de una manera
distinta a la que presentamos aquí: para este autor, la participación es una forma de
resistencia que se ejerce tanto en el contexto de las negociaciones directas con las
empresas como con la esfera pública. Esto debido a que los problemas con que el sin-
dicalismo se presenta “exigen una solución pública”. La visión del autor tiende, a nues-
tro modo de ver, a ser exageradamente optimista: para Veras, el riesgo de dejarse im-
pregnar por el discurso dominante sólo existe cuando el sindicato restringe la negocia-
ción al interior de las empresas. Esta percepción le permite considerar la negociación
como una práctica de resistencia porque, si por un lado el sindicato admite algunos
elementos del discurso empresarial, por el otro, al proponer alternativas que van más
allá del universo de la empresa, busca diferenciarse de dicho discurso. Esa ampliación
de la negociación permitiría al sindicalismo establecer una nueva relación con el “espa-
cio público” y modificar su matriz discursiva, escapando de las trampas patronales.
17
França también señala los efectos del neoliberalismo sobre la práctica de la CUT,
que conducen al “apoliticismo de la lucha sindical y la atenuación ideológica de su pro-
yecto, que se expresarían en el cambio del énfasis de la transformación social hacia un
proyecto de desarrollo alternativo; de la lucha por acabar con la explotación hacia la
promoción de la ciudadanía; del predominio de la negociación y de la participación insti-
La CUT en la encrucijada: impactos del neoliberalismo…
231
presupone la idea de que es posible conciliar los diferentes intereses de clase.
No se trata de organizar, movilizar y defender los intereses de clase de los
trabajadores, sino de mejorar (o preservar) las condiciones de mercado (la
“competitividad”) de un determinado sector económico. De ese modo, el sindi-
calismo actúa como un “socio” (incluso si juega un papel coadyuvante) en la
gestión del capital.
El desarrollo de una acción propositiva sectorial aleja a los trabajadores de
una noción de clase, estimulando una perspectiva corporativista. Los sindica-
tos justifican tales prácticas en nombre de la “necesidad” de defender el em-
pleo y los salarios del área (o del sector, e incluso el de la empresa) que re-
presentan. La “asociación” entre trabajadores y patronos de un mismo sector
frente a su competencia en el mercado nacional e internacional hace que los
trabajadores defiendan intereses capitalistas como reducción de la carga tribu-
taria, exoneración de impuestos y crédito subsidiado. Sin embargo, estas me-
didas no garantizan el nivel de empleo, sino sólo por períodos muy cortos. Al
contrario, comprometen la recaudación del Estado y causan un mayor deterio-
ro de los servicios públicos, justificando el enfrentamiento contra empleados y
el menoscabo de los derechos sociales. Por lo tanto, ocasionan enfrentamien-
tos entre los mismos trabajadores.
3. Del sindicalismo propositivo al sindicalismo ciudadano (1995-1999)
La elección de Fernando Henrique Cardoso causó problemas significativos
al sindicalismo centralista. Además de cerrar los espacios institucionales de
negociación existentes para ese momento, como las cámaras sectoriales, in-
vertir en las reformas constitucionales y atacar uno de los baluartes del sindi-
calismo centralista (los petroleros), el gobierno intensificó el proceso de privati-
zación, colocando en venta las compañías de electricidad y telefonía. Ante
esto, y al contrario de lo que venía haciendo hasta entonces, la CUT abandona
la lucha antiprivatización. Boito jr. (1999) le atribuye ese cambio a las derrotas
sufridas en la lucha contra las privatizaciones promovidas por Collor e Itamar
Franco, así como al ascenso de Vicentinho, principal exponente del sindica-
lismo propositivo, quien ejerce la presidencia de la CUT en 1994, y a las difi-
cultades de involucrar a la clase obrera en la lucha contra la privatización, co-
mo ya se ha mencionado
18
.
Después de retroceder en la lucha contra uno de los pilares de la política
neoliberal, la CUT comienza a actuar en los espacios descuidados por el Es-
tado, no sólo proponiendo políticas, sino también asumiendo la prestación de
tucional hacia la movilización y la actuación autónoma del movimiento sindical” (Fran-
ça, 2001, 64).
18
Según este autor, la central retomaría la lucha contra las privatizaciones en 1997,
durante el proceso de venta de Vale do Rio Doce.
Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales
232
servicios relegados por el Estado. Tales servicios adquieren mayor peso y vi-
sibilidad en un contexto marcado por el aumento del desempleo, aumento que
la ideología dominante atribuye a la falta de calificación profesional del traba-
jador. La CUT en parte acepta el discurso de la “empleabilidad” –que responsa-
biliza al desempleado por su propia condición– al invertir en programas de califi-
cación profesional y de generación de empleo y rendimiento, en un intento man-
comunado con los trabajadores de minimizar el impacto del desempleo. Al
hacerlo, la central disminuye el enfrentamiento con procesos de reestructuración
productiva –considerados, a partir de entonces, un fenómeno inevitable– sustitu-
yendo los movimientos de resistencia por la negociación cuantitativa de los
puestos de trabajo que serían eliminados. No obstante, la negociación, cuyo
principal objetivo consiste en preservar empleos, no basta para impedir que exis-
tan despidos. Cuando los sindicatos logran mantener un número de empleos
superior al pretendido por la empresa, los despidos son apenas temporalmente
evitados
19
. La alternativa de los sindicatos para los trabajadores despedidos
consiste en dirigirlos a los programas anteriormente mencionados.
La difusión de servicios de educación y de formación profesional patrocina-
dos por los sindicatos fue posible gracias a la existencia de un fondo destinado
a la atención del trabajador en situación de desempleo: el Fondo de Amparo al
Trabajador (FAT). Los numerosos recursos del fondo, inicialmente destinados
a la concesión de un seguro de desempleo e intermediación de mano de obra,
progresivamente comenzaron a destinarse a programas de calificación profe-
sional y generación de empleo y productividad.
Ante esa disponibilidad de recursos, los sindicatos centralistas –que ini-
cialmente se resistieron al uso del fondo– comenzaron a actuar en la interme-
diación de mano de obra, a través de la creación de agencias de empleo que,
entre otros “servicios” ofrecidos al trabajador, proveen el seguro de desempleo
(es el caso de la Central de Trabajo y Productividad, que atiende a los trabaja-
dores del gran ABC). Estos sindicatos también actúan en la generación de
empleo y productividad, incentivando el autoemprendimiento y la formación de
cooperativas, muchas de ellas organizadas con el apoyo de las ONG. Para
coordinar esas actividades y diseminar el modelo de economía solidaria, la
CUT crea, en 1999, la Agencia de Desarrollo Solidario (ADS), destinada a or-
ganizar y asesorar cooperativas, ofreciéndoles capacitación y crédito (Zarpe-
lon, 2002).
Estas medidas forman parte de lo que la propia central denominó sindica-
lismo “ciudadano”. La Articulación Sindical justifica el uso de los recursos del
FAT y la prestación de servicios públicos –prácticas criticadas por las corrien-
tes izquierdistas– como una forma mediante la cual el sindicato atienda al tra-
bajador como un ser “integral”. Para ello, considera necesario defender las
19
Véase, por ejemplo, Beiguelman (2002).
La CUT en la encrucijada: impactos del neoliberalismo…
233
diversas dimensiones de la vida del trabajador, preocupándose por su subjeti-
vidad y no únicamente por la mejoría de su condición económica objetiva. La
Articulación Sindical entiende que la CUT debe intervenir para dar un destino
adecuado a los recursos del FAT y evitar que sean utilizados por el gobierno,
por los empresarios y por asociaciones sindicales que no estén comprometi-
das con la defensa de los intereses del trabajador, cuyos recursos, además,
alimentan al fondo. Según la AS, con esas medidas la CUT no pretende susti-
tuir al Estado, sino construir un proyecto alternativo, propositivo, de políticas
públicas (expresión utilizada por los dirigentes sindicales relacionados a esa
corriente en un sentido público y no estatal). De esta manera, el sindicalismo
ciudadano constituye un desdoblamiento del sindicalismo propositivo, a pesar
de presentar diferencias importantes en relación con este: no se trata única-
mente de negociar con el gobierno y los patronos, proponiendo soluciones re-
alistas para la crisis, sino de ofrecer también servicios a todos los trabajadores,
independientemente de su condición de afiliado.
Estos nuevos frentes de actuación contradicen el discurso centralista que
critica a la política neoliberal y al menoscabo de los servicios públicos. Pues,
así como cuestionan al gobierno, atribuyéndole la responsabilidad del aumento
del desempleo y del deterioro de los servicios sociales, la CUT, por medio de
esa práctica, termina legitimando esa misma política que critica, adaptándose
al neoliberalismo.
Otro aspecto resultante de esta nueva estrategia es que el énfasis en la
concepción de ciudadanía conduce al abandono de la noción de clase social.
Al actuar en nombre de todos los ciudadanos, la central se aleja aún más de
una práctica clasista, pues el concepto de ciudadanía oscurece las diferencias
de clase, unificando a todos bajo una misma entidad abstracta.
Sin embargo, ese cambio no se produce sin conflictos. La disputa interna
en la CUT es frenética: el discurso clasista sobrevive y todavía convive con el
discurso “ciudadano”, a pesar de que este último cada vez es más difundido.
Las corrientes de izquierda se oponen a esa rigidez del discurso y critican la
práctica conciliadora y de asociación –expresión del sindicalismo propositivo y
ciudadano. Condenan la participación de la central en negociaciones engaño-
sas (ilustrado con el ejemplo de la reforma del Seguro Social), al igual que la
prioridad asignada a la vía institucional y al uso de recursos del FAT, que crea
una dependencia en relación con el gobierno
20
. Parte de esas corrientes tam-
bién consideran que los foros tripartitos ponen en riesgo la autonomía de la
CUT, creando una nueva forma de tutela del Estado sobre los sindicatos.
20
La transferencia de recursos a la CUT pasa de cerca de 3 millones de reales, en 1998,
a 35 millones en 2000. Los recursos del FAT han sido un sustituto de las contribuciones
de impuestos sindicales obligatorias, que se reducen con el aumento del desempleo.
Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales
234
4. Dilemas de la CUT: ¿resistir o ceder? (1999-2001)
A pesar de las disputas políticas relacionadas con la participación de la
central en organismos tripartitos, con el uso de los recursos del FAT, con la
adopción de proyectos de economía solidaria, la devaluación del real en enero
de 1999 desencadenó un importante movimiento de oposición al gobierno de
Cardoso, en el que la CUT participó de forma significativa. Los momentos más
importantes de la recuperación de la movilización social fueron la Marcha de
los 100 mil (en agosto de 1999), el Grito de los Excluidos (organizado por la
Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil, CNBB, celebrada anualmente
desde 1995) y el Grito de la Tierra. Los dos primeros movimientos congregan
representantes de la iglesia católica, del movimiento sindical y popular y de
partidos de izquierda defensores de los derechos sociales, de la reforma agra-
ria y contra el neoliberalismo. El tercero constituye una iniciativa de la Contag,
afiliada a la CUT desde 1995.
A través de la asociación Grito de la Tierra, la CUT intenta organizar al tra-
bajador rural, reivindicando la realización de la reforma agraria, la asignación
de créditos al Programa Nacional de la Agricultura Familiar (Pronaf), la rene-
gociación de la deuda de los agricultores familiares y la oferta de infraestructu-
ra para la agricultura familiar. La embestida de la CUT en el sector rural debe
interpretarse en el contexto del descenso del sindicalismo urbano entre 1995 y
1999. Desde el inicio del gobierno de Cardoso, la escena política estaba sien-
do protagonizada principalmente por el Movimiento de Trabajadores Rurales
Sin Tierra (MST), que pasó a ser el movimiento social brasileño de mayor rele-
vancia. La actuación de la CUT hacia la Contag
21
constituyó, según nuestro
criterio, un intento de disputarse la hegemonía en la organización de los sin
tierra con el MST
22
.
La actuación de la Contag revela parte de las contradicciones que afectan a
la CUT. Al reivindicar más recursos para el Pronaf, la confederación y la cen-
tral conceden legitimidad a una medida compensatoria y focalizada, típica re-
presentante de las políticas sociales contempladas por el modelo neoliberal.
Bajo el pretexto de estimular la solidaridad entre trabajadores urbanos y rura-
les, la central promueve acciones asistenciales, actuando en defensa de los
“excluidos”, como las víctimas de la sequía en el noreste del país, mediante la
recolección de alimentos. En 2001, la Contag participa de reuniones en Was-
21
La recomendación para ampliar y diversificar la base sindical de la CUT en el medio
rural, mediante la afiliación de sindicatos y federaciones de la Contag, se remonta a la
9
na
Asamblea Plenaria de la central, celebrada en 1999.
22
Para información más detallada sobre el MST, consultar el artículo de Claudinei Co-
letti, “Ascensão e refluxo do MST e da luta pela terra na década neoliberal” en revista
Ideáis del Instituto de Filosofía de Ciencias Humanas de Unicamp, año 9, n° 1, 2002,
pp. 49-104.
La CUT en la encrucijada: impactos del neoliberalismo…
235
hington con productores rurales norteamericanos, representantes de ONG y
del Banco Mundial para propiciar asociaciones para la implantación de su Pro-
yecto Alternativo de Desarrollo Rural Sostenible. De esta forma, la CUT refuer-
za las mismas políticas que denuncia, en la medida en que las organizaciones
afiliadas a ella promueven “asociaciones” con instituciones como el Banco Mun-
dial, ampliamente conocido como institución divulgadora del neoliberalismo.
Al mismo tiempo, el desgaste del neoliberalismo a partir de 1999 parece
haber abierto nuevas posibilidades de enfrentamiento para los movimientos
sociales, en general, y para el sindicalismo centralista, en particular. En medio
de este nuevo escenario, la CUT empieza a adoptar una práctica sindical más
ofensiva, recuperando su combatividad, sobre todo en virtud de la presión de
las corrientes izquierdistas. Este cambio de rumbo también es un factor rele-
vante, pues, a pesar de que João Felício, presidente de la central entre 2000-
2003, también se adhiere a la Articulación Sindical, proviene del sector públi-
co, rompiendo con la tradición de que la central fuera dirigida por los trabaja-
dores metalúrgicos del ABC.
En este último período, a pesar del predominio de la concepción mayorita-
ria a favor del sindicalismo propositivo y ciudadano, los intentos frustrados em-
prendidos por la CUT para formalizar acuerdos con los gobiernos neoliberales
y los efectos antipopulares del neoliberalismo ocasionan el resurgimiento de
posiciones más críticas en el interior de la central. La CUT tuvo una actuación
destacada en la lucha contra el acuerdo referente a la cancelación de la deuda
del gobierno con el FGTS, contra el racionamiento de energía eléctrica y con-
tra el intento de modificar el artículo 618 de la CLT (PL 5.483/01).
La lucha contra el racionamiento de energía culminó en la Marcha Contra el
Apagón y la Corrupción, en junio de 2001. La CUT le atribuyó la crisis de
energía a la continua disminución de inversiones y a la falta de políticas de
largo plazo en las diferentes áreas de actuación del gobierno federal. Para evi-
tar la merma de la economía y el aumento del desempleo, la central elaboró
un proyecto de enmienda popular a la Constitución que garantizaba la estabili-
dad laboral mientras durara el racionamiento. El proyecto contemplaba una
serie de medidas que muestran una contraposición a determinados aspectos
de la política neoliberal, como la suspensión y la revisión de las privatizaciones
en el sector eléctrico, la prohibición de horas extra y del funcionamiento del
comercio los días domingos. Estas medidas podrían apuntar hacia el inicio de
un proceso de reversión del sindicalismo propositivo que dirigió la central en
los años 90, ya que su contenido revela un fuerte componente combativo, re-
presentando claramente una contrapropuesta a la política del gobierno y no
algo en conformidad con el pensamiento dominante. No obstante, esta hipóte-
sis se debe analizar cuidadosamente, una vez que la actuación reciente de la
central evidencia una oscilación entre la elaboración de alternativas al
neoliberalismo y la incorporación de elementos del discurso neoliberal.
Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales
236
Durante el gobierno de Cardoso, el Poder Ejecutivo asumió el mando del
proceso de reforma laboral, responsabilizándose por las principales iniciativas
para modificar la legislación. Luego de introducir contratos flexibles
23
, el go-
bierno concibió proyectos destinados a eliminar reglamentos de los artículos 7°
y 8° de la Constitución Federal; reducir el papel de la Justicia del Trabajo,
promoviendo mecanismos extrajudiciales de conciliación de conflictos
24
; esti-
mular la negociación colectiva y restringir el derecho de realizar huelgas, es-
pecialmente del servicio público
25
. El último proyecto gubernamental (PL
5.483/01) tenía como objetivo establecer el predominio de la negociación so-
bre la ley, facilitando la reducción de derechos por medio de la negociación
colectiva. Las manifestaciones realizadas por dirigentes sindicales de la CUT
lograron retardar el proceso de votación, mas no impidieron que el proyecto
fuese aprobado por la Cámara de Diputados. La apreciación del proyecto, tra-
mitado con carácter de extrema urgencia, se vio interrumpida por el Senado a
comienzos de 2002, debido a las dificultades encontradas por el gobierno para
aprobar la Contribución Provisional sobre Movimientos Financieros, CPMF, y a
la coyuntura electoral. Aun así, la CUT organizó un día de huelga nacional en
oposición al proyecto, el 21 de marzo de 2002
26
. Las corrientes izquierdistas,
sin embargo, destacan la falta de empeño de la directiva centralista en la pre-
paración de la huelga que, de acuerdo con lo que sucedió el Día Nacional de
Paralización y Huelgas en el mes de diciembre de 1999, no aprovechó la dis-
posición de los trabajadores para sumarse a la movilización, e incluso, sustitu-
yó la expresión “huelga general” por “huelga nacional”.
A pesar de estas limitaciones, nuestra hipótesis se basa en que las resis-
tencias arriba enumeradas contribuyeron a deslegitimar el neoliberalismo, faci-
litando la victoria de Lula en las elecciones presidenciales de 2002.
23
Tales como la suspensión temporal del contrato laboral (MP 1.726/98), la ampliación
de las posibilidades de contratación en tiempo parcial (MP 1.709-4/98) y la prolonga-
ción del contrato laboral por un plazo determinado para cualquier sector o ramo de acti-
vidad (Ley 9.601/98). Ver Krein y Oliveira, 1999.
24
Reflejado en la Ley 9.958/2000, que instauró las comisiones de conciliación previa.
25
Como el Dec. 4010, 12/11/01, que centraliza el procesamiento de la nómina en ma-
nos del ministro de Planificación, Presupuesto y Gestión, estableciendo la autorización
del presidente como condición para que el pago sea efectuado; la MP 10/01, que per-
mite la contratación por tiempo determinado para sustituir empleados en huelga por
más de 10 días; y PLs para reglamentar el derecho a huelga en los servicios públicos,
determinando la ilegalidad de la huelga después de 30 días de paralización y permi-
tiendo la sanción a los trabajadores que se sumaron a la huelga (a través del descuento
en los salarios, enjuiciamiento administrativo, etc.). Estas medidas fueron elaboradas
en el transcurso de la huelga de empleados públicos de 2001.
26
CUT reúne un millón contra la modificación de la CLT. Folha de S. Paulo, 22-3-2002.
La CUT en la encrucijada: impactos del neoliberalismo…
237
Comentarios finales
Si, por una parte, la ideología neoliberal afecta negativamente a los movi-
mientos sociales en general y al movimiento sindical en particular, y aleja a los
trabajadores de sus sindicatos, favoreciendo las asociaciones entre capital y
trabajo, distanciando los sindicatos de una perspectiva de clase, por otra parte,
los resultados de continuos años de políticas neoliberales abren un espacio
para la recuperación de los movimientos sociales, que no se mantienen pasi-
vos ante el aumento del desempleo, del menoscabo de los servicios públicos y
de la violación de derechos sociales y laborales.
La intensificación de las luchas sociales a partir de la segunda mitad de la
década de los 90 parecía indicar el desgaste del modelo neoliberal, desgaste
intensificado por la victoria de Lula en las elecciones presidenciales de 2002.
El resultado de las elecciones indicaba que la correlación de fuerzas estaría
más a favor del sindicalismo, estimulando la lucha contra el neoliberalismo.
Sin embargo, desde su campaña, la candidatura de Lula ya se presentaba
como una perspectiva de adaptación a –y no de ruptura con– el neoliberalis-
mo. Este es, según nuestro parecer, la gran paradoja del nuevo gobierno,
pues, al mismo tiempo en que su victoria parecía atestiguar la agonía del neo-
liberalismo, éste continúa orientando su política macroeconómica en los prime-
ros meses de su mandato. Efectivamente, el neoliberalismo todavía es un
pensamiento dominante, tanto en el ámbito nacional como en el internacional.
El Partido de los Trabajadores, PT, parece haber incorporado la máxima neoli-
beral según la cual “no hay alternativas”, continuando por el camino de las
reformas orientadas al mercado, restringiendo el espacio para el debate políti-
co y deslegitimando las resistencias y críticas a la política del gobierno.
La ideología neoliberal es, por lo tanto, más resistente de lo que pudiera
suponerse y ciertamente continuará produciendo impactos negativos sobre el
movimiento sindical, incluso más ahora que el partido que se oponía a las re-
formas orientadas al mercado terminó adoptándolas, valiéndose, en muchos
aspectos, del mismo discurso sustentado por el gobierno de FHC (como el
carácter imperativo de las reformas, su carácter “técnico” y no político, la ne-
cesidad de que los “privilegiados” se sacrifiquen a favor de los “excluidos”, etc.).
Esta nueva coyuntura ciertamente afecta a la CUT, central que tiene lazos
históricos con el PT. La gran interrogante es ¿cómo mantener la combatividad
y la independencia de la central en relación con el gobierno? ¿Cómo defender
los derechos de los trabajadores, especialmente de los empleados públicos,
de la política dirigida por ex compañeros de lucha?
La situación es bastante compleja. A pesar del apoyo que la central le ha
dado a la elección de Lula, la política del gobierno ha generado críticas y pro-
testas por parte de sindicalistas centralistas. La central parece bastante dividi-
Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales
238
da entre la mayoría moderada y la izquierda “radical”
27
. La elección de Luiz
Marinho como presidente de la central constituyó un hecho significativo en ese
proceso. Ex presidente del Sindicato de los Trabajadores Metalúrgicos del
ABC y miembro de la Articulación Sindical, Marinho fue elegido por recomen-
dación del mismo Lula, reforzando la práctica del sindicalismo propositivo.
El sindicalismo propositivo es ventajoso para el gobierno, debido a que re-
baja la negociación a aquello que es realista, asimilando el discurso de la
“utopía de lo posible”. En ese sentido, puede ayudar en la aprobación de las
reformas, recomendándole a su base sindical que adopte una posición toleran-
te y “paciente”, minimizando así las reacciones contrarias a la política del go-
bierno. La aprobación de las reformas promovidas por un gobierno de oríge-
nes en la izquierda, a su vez, puede debilitar el camino del sindicalismo com-
bativo, haciendo que la balanza se incline hacia el lado de la asimilación –y no
de la resistencia– al neoliberalismo.
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tucional, Río de Janeiro, Editora FGV.
27
Ver, por ejemplo, la polémica salarial: los sindicatos de izquierda estaban a favor de
la devolución automática de la cantidad equivalente a la inflación cada vez que ésta
alcanzara 3%; los de la Articulación defendían un abono, no incorporado a los salarios,
bajo el alegato de que la devolución de dinero podría generar inflación. Otra polémica
involucra la reforma del Seguro Social: a pesar de que la central presente críticas al
proyecto dirigido por el gobierno del PT, la corriente mayoritaria adoptó una posición
contra la huelga repentina de los empleados públicos el 8 de julio de 2003. Además de
la huelga, otro aspecto divide a la central: la Articulación está a favor de la negociación
de los puntos polémicos, mientras que los empleados públicos y algunas corrientes de
izquierda luchan por la eliminación del proyecto.
La CUT en la encrucijada: impactos del neoliberalismo…
239
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