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Historias y debates de las
psicologías en colombia
Historias y debates de las
psicologías en colombia
Sergio Trujillo García, Luz Mery Carvajal Marín
–Editores académicos–
Reser vados todos los derechos
© Ponticia Universidad Javeriana
© Graciela Aldana de Conde, Alfredo Ardila, Blanca Patricia
Ballesteros de Valderrama, Luis Arturo Barrera Ranzi S.J., Luz
Mery Carvajal Marín, Jairo Gallo Acosta, Guillermo Hoyos
Vásquez, José Lorite Mena, Martha Cecilia Lozano Ardila, Sergio
Mesa Saldarriaga, Luis Enrique Orozco Silva, Gilberto Leonardo
Oviedo Paloma, Hernán Camilo Pulido Martínez, Óscar
Saldarriaga Vélez, Alfonso Sánchez Pilonieta, Sergio Trujillo
García, José Antonio Valenzuela.
Primera ed ición: Bogotá, D.C., mayo de
: ----
Número de ejemplares:
Impreso y hecho en Colombia
Printed and made in Colombia
Editorial Ponticia Universidad Javeriana
Carrera , núm. -, ocina
Teléfonos: Ext.
www.javeriana.edu.co/editorial
editorialpuj@javeriana.edu.co
Bogotá, D. C.
Corrección de estilo
Rodrigo Díaz Lozada
Diagramación y montaje de cubierta
Emilio E. Simmonds
Diseño
Magdalena Monsalve
Impresión
Javegraf
Prohibida la reproducción total o parcial de este material, sin autorización por escrito de la Ponticia Universidad Javeriana.
Historias y debates de las psicologías en Colombia / [editores] Sergio Trujillo García y Luz Mery Carvajal Marín.
-- 1a ed. -- Bogotá: Editorial Ponticia Universidad Javeriana, 2011. -- (Colección notas en clave de psicología ; no. 2).
244 p. ; 24 cm.
Incluye referencias bibliográcas.
ISBN: 978-958-716-434-3
1. PSICOLOGÍA - HISTORIA - COLOMBIA. 2. PSICOLOGÍA. 3. CIENCIAS SOCIALES Y PSICOLOGÍA
4. PSICOLOGÍA SOCIAL. I. Trujillo García, Sergio, Ed. II. Simposio “Historias de las psicologías en Colombia” (2009
dic. 11 : Bogotá). III. Ponticia Universidad Javeriana. IV. Título : Psicología : ¿ciencia social?.
CDD 150.9861 ed. 21
Catalogación en la publicación - Ponticia Universidad Javeriana. Biblioteca Alfonso Borrero Cabal, S.J.
ech. Marzo 25 / 2011
ASOCIACIÓN DE UNIVERSIDADES
CONFIADAS A LA COMPAÑIA DE JESÚS
EN AMÉRICA LATINA
MIEMBRO DE LA
RED DE
EDITORIALES
UNIVERSITARIAS
DE AUSJAL
www.ausjal.org
Facultad de Psicología
Contenido
Presentación
Blanca Patricia Ballesteros de Valderrama
Introducción Historias de las psicologías en Colombia
Sergio Trujillo García
I. Simposio "Historias de las psicologías en Colombia"
Introducción: el abrazo mediterráneo
Sergio Trujillo García
Concepciones psicológicas colombianas en el siglo xix
Gilberto Leonardo Oviedo Paloma
La psicología antes de la psicología:
notas para una historia de la psicología en Colombia
Óscar Saldarriaga Vélez
Una reflexión sobre la relación psicología-trabajo
desde una perspectiva histórica
Hernán Camilo Pulido Martínez
II.
La Psicología ¿ Ciencia social?
Reimpresión de algunos capítulos
Introducción: Aletheia: el arte de desolvidar
Sergio Trujillo García
Objeto y método de la psicología como ciencia social
José Antonio Valenzuela
Episteme, psicología, método
José Lorite Mena
9
13
17
19
29
55
63
79
81
89
101
Positivismo y psicoanálisis
Guillermo Hoyos Vásquez
La psicología como ciencia biológica y social
Alfredo Ardila
Psicología y educación: teoría y práctica de dominio
Alfonso Sánchez Pilonieta
Psicología e interpretación: notas para una discusión
Sergio Mesa Saldarriaga
La psicología como ciencia social
Luis Enrique Orozco Silva
Implicaciones curriculares de la ubicación de
la psicología como ciencia
Graciela Aldana de Conde
III. De otra historias
contribuciones de otros profesores
Sergio Trujillo García
Presentación panorámica de la psicología
Luis Arturo Barrera Ranzi S.J.
Horizontes críticos para pensar las psicologías
Guillermo Hoyos Vásquez
Arqueología y genealogía de la formación de
los psicólogos en Colombia
Jairo Gallo Acosta
Un breve recorrido por la historia y
los desarrollos de la psicología social crítica
Martha Cecilia Lozano Ardila
¿Psicología o sicología?
Sergio Trujillo García
115
133
149
155
157
165
171
173
175
185
199
219
237
Presentación
Esta segunda publicación de la colección Notas en Clave de Psicología tiene como
eje central la historia de la psicología en Colombia, incluso antes de su institucio-
nalización como disciplina cientíca y profesional. El interés por lo histórico ha
sido una constante en la Facultad de Psicología y se reeja de manera particular
en la reforma curricular puesta en marcha en enero de 2010, en la cual la dimen-
sión histórica es un componente de las asignaturas del nuevo plan de estudios. En
el primer capítulo de esta publicación se recogen los trabajos presentados en el
simposio organizado sobre el tema en diciembre de 2009. Sin embargo, también
es importante enmarcar este simposio en la participación que tenemos, como
miembros de Ascofapsi (Asociación Colombiana de Facultades de Psicología) en
el proyecto Ensamblado en Colombia: producción de saberes y construcción de ciu-
dadanías, dirigido por Olga Restrepo Forero, profesora asociada del Departamento
de Sociología de la Universidad Nacional.
Este interés por la historia de la psicología y de la ciencia en general, es com-
partido por varios países del mundo y de nuestra región, como vemos en las
publicaciones recientes de la revista History of Psychology (por ejemplo, en el caso
de Brasil, ver de Freitas Campos, Jacó-Vilela, y Massimi, 2010), y también en la
Revista Latinoamericana de Psicología (por ejemplo, en el caso argentino, ver Ga-
llegos, 2005).
De acuerdo con Canguilhem (2009), autor que recomienda leer Oscar Saldarriaga
Vélez, uno de nuestros participantes en el simposio, existen razones históricas,
cientícas y losócas para hacer historia de la ciencia. Las primeras son un hecho
académico, extrínseco a la ciencia, relacionadas con la práctica de las conmemo-
raciones, las rivalidades relativas a la paternidad intelectual y los asuntos de las
prioridades. Las cientícas sí interesan a la actividad investigativa y tienen que
ver con lo que varios autores han identicado como comunidad verbal en cuanto
conocimiento compartido, lo que incluye comunicación entre personas dedicadas a
los mismos o similares objetos de interés. Canguilhem atribuye este gesto al hecho
de creer en la objetividad del descubrimiento, mientras otros como Skinner (1975)
se referían más bien a honestidad intelectual. Las razones losócas las remite el
autor a la necesidad de la epistemología en cualquier teoría del conocimiento. En el
Historias y debates de las psicologías en Colombia
10
caso de la psicología, como se verá en muchos de los textos de esta publicación, no
hay una epistemología (en cuanto teoría del conocimiento) común a los distintos
sistemas psicológicos, lo que hace más relevante tener en cuenta estas razones al
hacer historia de la psicología.
Para Canguilhem (2009), las relaciones de la historia de la ciencia con la episte-
mología pueden entenderse en sentidos opuestos; el primero tiene que ver no sólo
con la memoria de la ciencia, sino también con el laboratorio de la epistemología, en
cuanto hacer visibles las dicultades encontradas en las actividades de producción
del saber cientíco y en la propagación de dicho saber. El autor señala que esto
implica una presuposición positivista en la idea de que la historia es solamente una
inyección de duración en la exposición de los resultados cientícos. El sentido opuesto
pretende comprender la función y el sentido de una historia de la ciencia desde el
cual la epistemología hace el papel de institución donde se juzgan el pasado del saber
y el saber del pasado. Este autor da a la epistemología la función de proporcionar a
la historia de cualquier ciencia el principio de un juicio que le muestra sus distintos
lenguajes para discernir entre la historia de los conocimientos caducos y la de los
conocimientos sancionados, reconociendo la clasicación de Gaston Bachelard.
Canguilhem (2009) también pregunta ¿de qué se hace historia en historia de la
ciencia?, y advierte la inconveniencia de asimilar el objeto de la historia de la ciencia
al objeto de una ciencia, equivalencia que atribuye a los autores de las perspectivas
externalistas e internalistas de la historia de la ciencia. Siendo la historicidad del
discurso cientíco el objeto del discurso histórico, el autor retoma la importancia de
tener en cuenta las condiciones que posibilitaron la historia de la ciencia como gé-
nero literario en el siglo : las revoluciones cientícas y losócas de Descartes,
de Newton y del sensualismo de Locke. Estas llamadas revoluciones permearon la
psicología, como ha sido notado no sólo por Canguilhem (referenciado en el texto
de Saldarriaga), y la han seguido marcando de manera importante, precisamente
por las lecturas parciales y acríticas de dichas revoluciones y sus efectos.
Canguilhem (2009) concluye que el objeto de la historia de la ciencia es el estudio
crítico de las preguntas y las respuestas sobre los objetos del conocimiento, incluidas
las condiciones que hacen que los discursos sobre una invención cientíca sean
incomprendidos en el momento de su formulación, y yo añadiría aquellas condi-
ciones que mantienen las lecturas sesgadas entre unos y otros autores. Para este
autor, la historia de la ciencia es una de las funciones de la epistemología losóca
y no está ligada solamente a un grupo de ciencias sin cohesión intrínseca, sino que
también tiene relación con la no-ciencia, la ideología, y las prácticas política y social.
En cada uno de los textos de esta publicación, tanto los actuales como los escritos
hace treinta años, podemos encontrar temas y preguntas que parecen constantes en
Presentación
11
la psicología académica. Por ejemplo, en el texto de Alfredo Ardila es interesante
repasar cómo el autor entendía el problema del reduccionismo y el dualismo en
psicología y encontrar cómo lo que hace treinta años señalaba como inexacto en
armaciones sobre las inuencias de variables histórico-sociales o de variables
biológicas en el comportamiento humano, continúa siendo polémico actualmen-
te, en especial por el tipo de construcciones lingüísticas privilegiadas por ciertas
psicologías. También resulta interesante ver que este autor, como otros, no juzgaba
adecuada la distinción entre ciencias naturales y ciencias sociales, al ser unas y otras
construcciones humanas y en cuanto tales, fenómenos naturales. No obstante, la
división sigue marcando de forma importante el discurso en muestra academia.
Como puede concluirse del texto de Saldarriaga, la historia de la psicología,
no sólo en Colombia, sino en el mundo, se caracteriza por la coexistencia de
distintos marcos epistemológicos –por eso llama a las nociones de continuidad/
discontinuidad– que se mantiene aún hoy día, en un abanico conceptual. En la
Facultad de Psicología se intenta mantener lo más actualizado posible este abanico,
en concordancia con un marco institucional que invita a superar las dicotomías
entre humanismo y ciencia, así como a analizar críticamente las equivalencias que
arbitrariamente se han hecho entre ciertas teorías psicológicas y el positivismo.
En este sentido, contamos con dos textos del lósofo Guillermo Hoyos Vásquez,
quien ha participado regularmente en los diversos espacios académicos organizados
por la Facultad de Psicología, correspondiente el primero a su participación en el
simposio de hace treinta años, y el segundo, mucho más actual, a su participación en
el Quinto Congreso Javeriano de Psicología, “Pensar el presente: psicología, crítica
y tiempos de globalización”, realizado los días 3 a 5 de abril de 2008. Su oposición
a la positivización de las ciencias sociales y de la psicología se reeja en ambos
textos y permite ver cómo su propuesta para la psicología se deriva de las críticas
e interrogantes que ya formulara Husserl. También se relaciona con la diferencia
que Heidegger estableció entre el pensar cientíco y el pensar losóco, diferencia
que Guerra (2010) se encarga de aclarar, pero lleva a pensar en los factores que
mantienen la equivalencia entre ciencia e imposibilidad de pensar más allá de las
aplicaciones técnicas para el dominio de la naturaleza y, en consecuencia, para su
explotación. De igual manera, se relaciona con la dicotomía entre método y con-
ceptualización de un objeto de estudio, ya que para Heidegger la ciencia no puede
pensar con sus métodos lo que dene como su materia de estudio; para hacerlo
debe recurrir al preguntar losóco (citado por Guerra, 2010).
A partir de la lectura de los textos reunidos en esta publicación esperamos facilitar
la aceptación de esta invitación a comprender las condiciones socio-históricas que
marcaron y continúan marcando la aceptación o el rechazo de teorías y propuestas
Historias y debates de las psicologías en Colombia
12
psicológicas en Colombia; también esas condiciones relacionadas con las brechas
entre la psicología que se enseña en las universidades y la que “demanda el mundo
real”, una llamada psicología aplicada que en aras de la complejidad de los problemas
humanos preere, en muchos casos, la “promiscuidad teórica y el eclecticismo téc-
nico”, como armó recientemente Felipe Lecannelier durante su seminario “Apego
y salud mental” (11 de septiembre de 2010).
Parafraseando a de Freitas Campos, Jacó-Vilela, y Massimi (2010), y en con-
cordancia con Camilo Pulido (en esta publicación), en la historia de la psicología
en Colombia hay mucho que investigar, sobre todo entendiendo mejor las formas
como se incorpora, se debate y se transforma el conocimiento psicológico en los
diversos espacios donde se ha requerido la presencia de psicólogos y psicólogas;
cómo los conceptos y las prácticas de la psicología se hacen parte de una cultura,
y cómo contribuyen a opciones de organización del campo de la psicología.
Blanca Patricia Ballesteros de Valderrama
DecanaAcadémica de la Facultad de Psicología
Referencias bibliográficas
Canguilhem, G. (2009). El objeto de la historia de la ciencia.
EMPIRIA: Revista de
Metodología de Ciencias Sociales, 18,
199-210.
De Freitas Campos, R.H., Jaco´-Vilela, A. M., y Massimi, M. (2010). Historiogra-
phy Of Psychology in Brazil: Pioneer Works, Recent Developments.
History of
Psychology, 13,
3, 250-76.
Gallegos, M. (2005). Cincuenta años de historia de la psicología como institución
universitaria en Argentina.
Revista Latinoamericana de Psicología, 37,
3, Consultado
el 15 de octubre de 2010 en: <http://pepsic.bvsalud.org/scielo.php?script=sci_
arttext&pid=S0120
Guerra, J. A. (2010). La frase de Heidegger “la ciencia no piensa”, en el contexto de
su meditación sobre la era técnica.
Revista de Filosofía, 66,
5-23.
Skinner, B. F. (1975).
Sobre el conductismo.
Barcelona: Editorial Fontanella.
Introducción
Sergio Trujillo García*
Con este segundo número de la Colección Notas en Clave de Psicología queremos
dar continuidad a los propósitos asumidos por la Facultad de Psicología de la Uni-
versidad Javeriana para esta Colección:1
Primero, contribuir con la construcción de la memoria colectiva que nos per-
mite mantener vivo el proyecto de la Universidad como comunidad académica
que habita en la casa de la lectura y la escritura, pilares fundamentales para llegar
a comprender y transformar la realidad.
Segundo, participar en el debate que busca perlar las rutas formativas para
las psicólogas y los psicólogos en nuestra Facultad, precisamente cuando estamos
empeñados en realizar una reforma a fondo del plan de estudios.
Tercero, apostarle nuevamente a la triada: indagar, leer y escribir como prác-
ticas pedagógicas centrales para la constitución de todo ser humano como sujeto,
quien puede a través de ellas incidir en la transformación de sí mismo y de otras
dimensiones de lo real.
Acogiendo la invitación que formularon la entonces decana académica Ángela
María Robledo Gómez, la decana del Medio Universitario Mónica Betancur Escobar,
y la entonces directora de Departamento Blanca Patricia Ballesteros de Valderrama,
el viernes 11 de diciembre de 2009 en horas de la mañana, en el edicio Fernando
Barón S.I., y en el marco de las reuniones de profesores de la Facultad, llamadas
por todos nosotros “debates”, realizamos el simposio “Historias de las psicologías
en Colombia”, en el cual presentaron ponencias los profesores Gilberto Leonardo
Oviedo Paloma, Oscar Saldarriaga Vélez y Camilo Hernán Pulido Martínez. Los
tres documentos presentados en este simposio, junto con la introducción al mismo
que hizo el profesor Sergio Trujillo García, coordinador del evento, están reunidos
en la primera parte de este número dos de Notas en Clave de Psicología.
En la segunda parte del libro reimprimimos algunos capítulos del libro Psicología
¿ciencia social?, publicado por nuestra Facultad en 1980, en el cual se recogieron
las ponencias, paneles y mesas redondas del simposio con el mismo nombre que
se llevo a cabo ese año en nuestra universidad. Nos ha parecido pertinente reeditar
estos capítulos, escogidos por varias razones; entre ellas destacan dos: la primera,
de orden histórico, es la vigencia actual de las discusiones que allí se abordaron,
cuya relevancia ontológica y epistemológica nos ha parecido trascendental; y la
* Psicólogo. Magíster en Educación.
Profesor en las Facultades de Teología y
Psicología y en la Maestría y el Doctorado en
Derecho Canónico en la Ponticia Universi-
dad Javeriana.
Correo electrónico:
sergio.trujillo@javeriana.edu.co
1. A propósito el lector puede consultar la pre-
sentación del número uno de esta colección,
en especial cuando Ángela María Robledo
Gómez formula los antecedentes y con base en
ellos los propósitos de este proyecto editorial,
especialmente en la página 7.
14
Historias y debates de las psicologías en Colombia
segunda, de liación y afecto, es la posibilidad que tenemos con esta publicación
de ampliar la divulgación de tales deliberaciones cruciales para la comprensión de
la historia de nuestra disciplina, limitada en la publicación original.
También recogemos, en la tercera parte, escritos de otros profesores quienes
se han querido sumar a esta publicación haciendo aportes originales acerca de la
historia de nuestra disciplina y profesión.
Cada parte del libro cuenta con una breve introducción que pretende contex-
tualizar al lector brindándole perspectivas para la comprensión y la lectura crítica.
Como el nombre de la colección lo enuncia, los textos que presentamos a su con-
sideración son “notas”, apuntes susceptibles de ser elaborados, renados gracias
a la labor comunitaria, al esfuerzo colectivo al cual se suma el lector con todo su
bagaje desde el momento mismo en que pasea su mirada por estas sencillas páginas.
Son notas “en clave de psicología”, es decir, reconocen la centralidad de “lo psi-
cológico” como núcleo de sus intereses, que si bien no desconocen la complejidad
de lo humano, ni buscan soslayar otras dimensiones constitutivas de tal compleji-
dad, aceptan con humildad el desafío y la necesidad de tejer miradas y discursos
interdisciplinariamente.
“Perfecto” es un término que proviene del latín per facere, por hacerse. No
signica en sus orígenes etimológicos “producto terminado con cero defectos”,
como quizás lo pensamos hoy en día, bajo la presión consumista; más bien es una
hermosa y vieja palabra que denota que algo es perfecto cuando está por hacerse,
cuando está en proceso.
Tanto o más que los seres humanos, quienes a la vez somos y nos estamos
haciendo, que simultáneamente somos y devenimos, nuestros productos son cris-
talizaciones –imperfectas, en tanto ya están hechas– que no pueden dar cuenta del
ujo, del proceso, pero que reejan, lo mejor que podemos, la dinámica de nuestras
inquietudes, anhelos, logros y preocupaciones.
El barro del cual estamos hechos, “humus”, da origen a la palabra humanidad y
también a la palabra humildad. Presentamos a usted, querido lector, algunos frutos
de nuestra humanidad trabajadora, con la esperanza de poder deliberar largamente
sus implicaciones y con la humildad de sabernos, al igual que usted, perfectos.
16
Historias y debates de las psicologías en Colombia
Colección Notas en Clave de Psicología
17
Parte 1.
Simposio "Historias de las
psicologías en Colombia"
Introducción:
el abrazo
mediterráneo
Sergio Trujillo García*
… el olvido hipoteca el presente y el futuro al modelo de sociedad diseñado por los
victimarios, puesto que, olvidadas las víctimas con sus proyectos y sus sueños, y aún
más, sepultadas bajo censuras inconscientes manipuladas por el terror, sólo se arma
como viable, hacia el futuro, el proyecto histórico de quienes lograron destruirlas.
P J G M S.I.
“Derechos humanos: luchas por la memoria y la dignidad”,
Cátedra Martín-Baró (2009)
Visualicen, por favor, el mapa del mar Mediterráneo, cuya forma cóncava contuvo
y aún contiene, cual útero materno, acontecimientos y relatos que resuenan en
nuestra tradición. Su amplia cavidad ha acogido personajes sin y con deformidades
monstruosas: de Ulises al Cíclope, de Penélope a las sirenas y a los lestrigones. En
sus límites, Ítaca se convirtió en el pretexto para emprender el viaje, la aventura
del descubrimiento, y en la bitácora quedaron registrados los avatares, las rutas
rápidas y directas con el viento de popa, los atajos necesarios con el viento en
contra, las luchas y penurias durante las tormentas, el reposo impaciente en la
escasez de vientos, las alegrías y también los sufrimientos de la tripulación. Prota-
gónicos o secundarios, esos personajes, esos acontecimientos y los escenarios en
que transcurrieron y transcurren, hacen parte de nuestro humano deseo de vivir,
de dar sentido a la vida que vivimos y de narrar aquello que hemos ido viviendo.
* Psicólogo. Magíster en Educación.
Profesor en las Facultades de Teología y
Psicología y en la Maestría y el Doctorado en
Derecho Canónico en la Ponticia Universi-
dad Javeriana.
Correo electrónico:
sergio.trujillo@javeriana.edu.co
20
Historias y debates de las psicologías en Colombia
El escritor mexicano Carlos Fuentes (1994) nos invita a pensar en el “gran abrazo”
que el Mediterráneo comenzó a dar a la Amerindia a partir de 1492. El abrazo del
derecho romano, trenzado con la losofía griega, a su vez anudada con la ciencia
árabe y con la religión judeocristiana. ¡Cuántos arquetipos mitológicos, religio-
sos, losócos, jurídicos, cientícos, artísticos hemos heredado en este abrazo!,1
abrazo que en ocasiones fue y sigue siendo apretado y asxiante, que constriñe la
diversidad en aras de la universalidad; abrazo que algunas veces ha sido aromá-
tico, seductor, tibio, persuasivo; abrazo que genera tensiones entre la libertad y la
dependencia, entre la autonomía y la sumisión, entre la imposición y la voluntad
de autoagenciamiento, entre lo propio que ha sido enajenado y lo ajeno de lo cual
nos hemos apropiado. Como enuncia Ignacio Martín-Baró S.I., mártir por la libe-
ración, al referirse al “latinoamericano indolente”: tensiones entre la obediencia
a ese dios lejano, todopoderoso y providente y la libertad a la cual nos invita este
Dios cercano, hermano, amigo, hecho humano, hecho barro con nosotros, hecho
espíritu por cada uno de nosotros.
Este querido Dios con rostro indígena, con piel tostada, oscura, con manos
campesinas; este Dios híbrido, con cartones como cama y periódicos como cobijas;
este Dios joven, perseguido injustamente por denunciar las injusticias; este Dios
anciano, despreciado porque su sabiduría de largo aliento y profundo calado no
coincide con el insípido conocimiento inmediatista, banal, utilitario; este Dios, mu-
jer, desterrada, despojada, violentada, utilizada, que engendra a estos dioses niñas
y niños, indefensos frente al poder abusivo que pretende explotarlos, esclavizarlos,
venderlos, torturarlos, desaparecerlos, exprimirles la vida, para luego matarlos en
la guerra, sin piedad, sin compasión, sin ternura, sin solidaridad, sin futuro, sin
amor, sin esperanza. Este Dios comunidad, que se resiste a morir en las masacres
y continúa arriesgándose a vivir.
Tal abrazo sobrepasó el mar y se convirtió en un fenómeno oceánico –no en el
sentido en el que Sigmund Freud, maestro de la sospecha, lo discute respecto de
la experiencia inicial del bebé recién nacido–,2 sino en sentido literal: ese abrazo
dio condiciones de posibilidad a lo que hoy llamamos Occidente y produjo con
ello las tensiones originarias, es decir, aquellas que hicieron nacer y que siguen
dando nacimiento a nuestra disciplina psicológica en América Latina, tensiones
que producen las génesis, los inicios, los comienzos de las psicologías en Colombia,
antes y ahora mismo.
Hemos aprendido las psicologías leyendo en inglés, en español, algunos en
alemán, italiano o francés, puesto que aún no hemos escrito sus historias en
chibcha, en arawak3, en caribe, en quechua, quizás en tucano,4 o en algún viejo
dialecto africano. Es dicho de ancianos sabios que la historia es escrita por los
1. A propósito de arquetipos recomendamos
la obra de Carl Gustav Jung.
2. En las primeras páginas de El malestar en
la cultura.
3. Si existiese la escritura en esta lengua.
4. Ídem.
Introducción: el abrazo mediterráneo
21
vencedores. Así, si como decía Nietzsche, la gramática es la metafísica del pueblo,
entonces hemos incorporado los paradigmas foráneos no sólo al aprender ciertos
contenidos o procedimientos, sino al quedar formateados nuestros paradigmas,
nuestra ontología, con los mismos límites del idioma en que pensamos. Pero si,
arrinconada, ya casi no pertenece al orden de los pensamientos, nuestra malicia
indígena pervive en los afectos y en la voluntad. Sin duda, una genealogía digna
de atención cuidadosa, al escudriñar las génesis de las psicologías, es la de la ten-
sión constitutiva del sujeto dinamizado por su sentir, su pensar y su obrar, tensión
que nos corresponde traducir, sin reduccionismos biologicistas, psicologicistas o
sociologicistas, a las lenguas de las nuevas generaciones.
Aquellos paradigmas que fuimos introyectando, casi sin darnos cuenta, por
medio de los cuales buscábamos explicar “lo psicológico”, es decir, encontrarle
relaciones causales, a la usanza de las ciencias naturales, han cedido frente a la com-
plejidad de lo humano y emprendido la búsqueda de comprensiones complejas, al
estilo de las ciencias humanas y sociales. De la tensión dialéctica entre el explicar y el
comprender, ha emergido el legítimo deseo, la genuina pretensión del transformar:
se ha venido decantando, perlando nuestra disciplina, que no es ciencia natural
ni es ciencia social, sino ciencia transversal,5 situada en el vértice interdisciplinario
en el que la coloca su foco de interés, el sujeto, quien no se agota en la obra de la
naturaleza ni se acaba con la obra de la cultura, pues es también obra de sí mismo.6
De nada pues nos sirven la explicación rigurosa y la comprensión hermenéutica,
si no podemos con el conocimiento generado transformar y transformarnos, si no
podemos emanciparnos de cualquier opresión.
Obediente al método, la psicología aprendió a escuchar. Desconada de lo
aparente, aprendió a sospechar. Entre la escucha y la sospecha ahora eleva el vuelo.7
Es pues legítimo armar, genealógicamente, la existencia de múltiples orígenes
y aceptar con asombro y admiración que en el recorrido histórico de las psicologías
no existe, no puede existir, aunque algunos lo pretendan o lo hayan pretendido, un
único modo de ser, establecido y señalado de manera arbitraria.
Tampoco hay un solo devenir, una única praxis psicológica. Elegir una es asu-
mir un riesgo muy alto, pues cuando la escogemos sacricamos todo lo que no
elegimos, y en la pluralidad radica, precisamente, nuestra responsabilidad y nuestro
compromiso vital con el sujeto de estudio de la psicología y, sí, claro, también con
sus objetos de estudio.
Podríamos recurrir, para vericarlo –verum factum est–,8 a un “registro acumu-
lativo” –como tituló sugestivamente Burrhus Frederic Skinner la recopilación que él
mismo hizo de sus obras, y como bien podría haber titulado su autobiografía– a n
de observar acuciosamente las distintas contingencias del acontecer en la historia
5. Idea genial de Marco Tulio González S.I.,
profesor y decano de nuestra Facultad.
6. Hermosa formulación compleja e integral,
original del pedagogo suizo, antecesor de Pia-
get, Johann Heinrich Pestalozzi, bellamente
sintetizada en Repensar la educación, de Böhm
y Schiefelbein (2004).
7. Ver más adelante, en el capítulo 3, el escrito
Aletheia: el arte de desolvidar.
8. En latín la palabra “vericar” no signica
constatar ni comprobar, sino “verdad es lo
hecho, lo inventado, lo narrado”, muy distinto
a lo que entendemos coloquialmente, más re-
lacionado con la verdad empírica, con “el he-
cho experimentalmente comprobado”. Desde
su etimología este término nos inclina hacia
la narración, hacia el relato, más que hacia el
racionalismo lógico o el empirismo hipotético
deductivo, como opciones epistemológicas.
22
Historias y debates de las psicologías en Colombia
de la psicología colombiana; o podríamos embarcarnos en una aproximación a la
acción de seres humanos en contextos durante su desarrollo ontogenético, es decir,
al estructuralismo genético de Jean Piaget, buscando comprender las relaciones
entre los procesos y las estructuras; o quizás podríamos acudir a una interpreta-
ción materialista-histórica y dialéctica, al estilo del enfoque histórico-cultural por
medio del cual Lev Semionovich Vigotsky estudia el desarrollo de los procesos
psicológicos superiores.
La complejidad de los sistemas humanos y de los sistemas teóricos que sobre
ellos hemos construido, amerita aproximaciones sistémicas, respetuosas de cada
nivel de resolución, prudentes con cada unidad de análisis, delicadas con cada rasgo
particular e idiosincrásico de personas, familias, grupos, comunidades, socieda-
des, culturas y momentos históricos; exige abordajes complejos, que no busquen
separar lo que en la realidad está unido, sino conjugar esfuerzos y miradas, que no
pretendan reducir lo complejo a lo simple, sino distinguir para no confundir y para
no confundirse, que no quieran quedarse abstrayendo articialmente los rasgos
universales de lo real para obligarnos a la objetividad, sino que busquen también,
de corazón, de cerebro y de cuerpo entero, implicarnos con la realidad sujetual.
El análisis discursivo, tan propio de la psicología crítica,9 sitúa al sujeto en la
tensión que ocurre entre el lenguaje, que le antecede en la cultura, y el discurso que
él mismo u otros producen, en el cual esta psicología busca intenciones ocultas,
intereses velados, poderes escondidos detrás de una disciplina que se presenta,
muchas veces, como ciencia neutral y desinteresada, mientras manipula a los débiles
y enriquece, aún más, a los poderosos.
Hasta aquí, podemos deducir, respetuosamente, que el caminar por múltiples
rumbos a seguir, lejos de establecer un límite, nos invita a cuestionar, construir y
reinventar la opción de vida que deseemos adoptar, abriéndonos a la comprensión
de nuevas alternativas y nuevas vías por recorrer; preparándonos para las trans-
formaciones necesarias: ¿con cuál sujeto queremos comprometernos?, ¿con cuál
psicología?, ¿con cuál historia?
Pareciera que el núcleo de la responsabilidad del historiador atañe a la búsque-
da de convergencias entre la memoria, sujetual e impregnada con experiencias y
expectativas, y la narración histórica, doblegada tantas veces de manera ocial por
la maliciosa voluntad de ocultamiento, detrás de la cual parecen inexistir hechos
inenarrables. Así pues, bien por el peso canónico, bien por la naturaleza uida de
los acontecimientos, hay algo etéreo en esto de hacer historia, algo inasible, algo
que en ocasiones se escapa de los restos, de las evidencias, de las escrituras y que
quizás sólo puede ser reconstruido siguiendo inspiraciones del Espíritu, que sopla
donde quiere, y que sabe que sin historia el alma se dispersa.10
9. A propósito puede verse en este libro la
ponencia del profesor Camilo Hernán Puli-
do Martínez en el simposio Historias de las
Psicologías en Colombia. Y más adelante en
el escrito “Un breve recorrido por la historia y
los desarrollos de la psicología social crítica.”
De la profesora Martha Cecilia Lozano Ardila.
10. Alusión a Boris Cyrulnik.
Introducción: el abrazo mediterráneo
23
Tomás Ibáñez11 señala:
La producción de nuestros conocimientos es un proceso turbulento, fogoso, irrespetuoso,
irreverente con los saberes instituidos, y sobre todo es movimiento, inestabilidad, incesante
uctuación lejos de cualquier punto de equilibrio. Los conocimientos que produce este pro-
ceso en constante agitación son “cristalizaciones” episódicas, estabilizaciones momentáneas,
productos en denitiva que se desprenden del proceso en sus momentos más afortunados.
Separados del proceso de creación de conocimientos, estas cristalizaciones adquieren la frialdad,
la solidez y la belleza de los diamantes, resplandecen y fascinan contrastando con el turbulento,
confuso y a veces turbio torrente que las ha producido. Hay quienes se dejan seducir por las
cristalizaciones mientras que otros sienten pasión por el proceso que las ha creado pero que,
inevitablemente se aleja de ellas y a veces las destruye para seguir avanzando.
Para poder dar cuenta de procesos y productos y de quienes participamos en
los unos y en los otros, el historiador toma distancia y entonces se aproxima con
cautela hermenéutica a la bitácora y a otras muchas y distintas fuentes, desde las
cuales emprende las tareas de la interpretación y de la hechura de un texto con
sentido. Al relatar la historia, el historiador se hace narrador, caminando así por la
na y delicada línea fronteriza entre la ciencia y la literatura. Allí, se encuentra con
dilemas que también afrontamos los psicólogos. Según dice Fernando Savater: “Sólo
la narración es rigurosa, porque sólo ella admite sin rubor que ha sido inventada
de principio a n. ¡Ay, si la ciencia hiciera otro tanto!” (2001, p. 326).
En la Mesa de Trabajo sobre Interdisplinariedad12 encontramos que tras la ge-
nealogía de la idea de interdisciplinariedad en la historia de nuestra Facultad, en
la Universidad Javeriana, hallamos múltiples orígenes. Es característico de dicha
historia el estar abiertos a todo lo humano, pero ello lejos de tranquilizarnos nos
conmueve, nos desubica, es decir, nos pone en tensión y en movimiento. Es propio
de nuestra historia como comunidad académica el oponernos a la idea de una única
verdad, de una verdad dada. Como nos lo enseñó el lósofo, profesor Jaime Rubio
Angulo: “El pluralismo metodológico debería ser el índice de lo humano en las
ciencias” (Rubio, 1987, p. iii).
Nosotros más bien asumimos que somos el fruto de decisiones tomadas colec-
tivamente y en contexto y de acuerdos más o menos provisionales, más o menos
denitivos. Asumimos que somos situados y que devenimos situados, pero no a
merced de los inujos naturales o sociales, pues es claro que nos autodeterminamos
en medio de las determinaciones naturales y sociales, y así nos hacemos sujetos
de nuestra propia historia. Como nos propuso el educador brasilero Paulo Freire,
desde su pedagogía de la liberación: “Sujeto es quien tiene un proyecto histórico
concreto” (citado en Gaitán, 2007).
*11. Citado por Holguín, Plevac, Suárez,
y Trujillo (2009), quienes toman la cita de
Nogueira (1981).
12. Al respecto puede verse la primera publi-
cación de esta colección.
24
Historias y debates de las psicologías en Colombia
Nuestro proyecto se apoya sobre una antropología integral y trascendente,
coherente con el paradigma pedagógico ignaciano: el ser humano es una unidad
biopsicosocial en desarrollo. Es en nuestro proyecto pedagógico concreto que con-
guramos nuestras opciones éticas y políticas, o en otras palabras, que dimensio-
namos de manera singular nuestras opciones ontológicas, ¿qué es “lo psicológico”?;
epistemológicas, ¿cómo se conoce “lo psicológico”?; y metodológicas, ¿qué caminos
especícos seguir para conocer, comprender y transformar “lo psicológico”?
Me atrevo a interpretar que nuestro más genuino deseo en la Facultad, desde
su pluralidad paradigmática, es darle sentido a las psicologías para que continúen
naciendo y para que crezcan, orezcan y se desarrollen libres, encarnadas en las
condiciones y en las circunstancias concretas de nuestro querido pueblo colom-
biano, lo cual nos lleva a inventar nuestra propia forma de pensarlas y practicarlas
para mejor servir a quienes más sufren. Se trata pues de una preocupación ética y
política por una forma de vida, por una estética de la existencia.
Pablo Fernández Christlieb13 comenta: “Conocer es siempre conocer lo que no
se había conocido, conocerlo por primera vez cuantas veces sea necesario….”. Por
ello resulta pertinente, y de veras apasionante, parar, detenernos a escuchar otras
voces que nos cuestionen lo dado por conocido y que nos ayuden a “despertar de
nuestro sueño dogmático”, como dijo desde el racionalismo Inmanuel Kant cuan-
do leyó la obra que David Hume propuso desde el empirismo; esos sueños que
se hacen dogmáticos no necesariamente porque así lo queramos, sino porque el
ejercicio permanente de la defensa de nuestros puntos de vista radicaliza nuestras
perspectivas; esos sueños que podrían hacernos caer en el riesgo de desconocer al
otro. Así, de modo kerygmatico –en oposición dialéctica que dinamiza el dogma–,
el diálogo que hoy entablaremos nos será de mucho provecho para encarar como
comunidad, con valentía y reciedumbre, las tareas que la reforma curricular en que
estamos empeñados nos propone en adelante.
En este contexto, nuestra decana académica Ángela María Robledo Gómez, nues-
tra decana del Medio Universitario Mónica Betancur Escobar, y nuestra directora de
Departamento Blanca Patricia Ballesteros de Valderrama han querido convocar a tres
estudiosos de nuestra historia, serios, juiciosos, sistemáticos, con amplia trayectoria
y reconocimiento: el profesor Gilberto Leonardo Oviedo Paloma, el profesor Oscar
Saldarriaga Vélez, y el profesor Hernán Camilo Pulido Martínez para que iluminen
nuestros procesos de discernimiento en relación con algunas implicaciones de las his-
torias colombianas de nuestra disciplina en la praxis pedagógica que vivimos cada día.
13. Citado por Holguín, Plevac, Suárez y
Trujillo (2009), quienes toman la cita de
Nogueira (1981).
Introducción: el abrazo mediterráneo
25
Autores del Simposio
Gilberto Leonardo Oviedo. Psicólogo,graduado de la Ponticia Universidad Jave-
riana (1990). Magíster en Psicología Comunitaria de la misma institución (1993).
Candidato a doctor en Historia, Universidad Nacional de Colombia. Su tesis
doctoral se titula “Historia comparada del concepto de conciencia en Colom-
bia y Alemania en el siglo ”. Fue profesor de la Facultad de Psicología de
la Ponticia Universidad Javeriana, en el área de formación en investigación,
entre 1993 y 1997. Es profesor de planta del Departamento de Psicología de la
Universidad de los Andes desde 1997, en el área de psicología básica, con es-
pecial continuidad en los cursos de Historia Contemporánea de la Psicología y
Percepción. Director de la línea de investigación Percepción del Espacio Urbano
entre 1998 y 2005 en la Universidad de los Andes. Miembro de las líneas de
investigación Teoría y Epistemología de la Historia e Historia de los Conceptos
en la Universidad Nacional de Colombia. Coautor de los libros
Departamento
de Psicología de la Universidad de los Andes. Origen y evolución hasta 2004
e
International Perspectives in Enviromental Education
. Realizó actividades de
investigación en el Instituto para la Historia de la Psicología en la Universidad
de Passau (Alemania) entre 1999 y 2004. Ganador del premio Antonio Caparrós,
otorgado por la Sociedad Española de Historia de la Psicología al mejor trabajo
en historia de la psicología fuera de España, año 2008, con el trabajo
Las ideas
psicológicas colombianas en el siglo .
Óscar Saldarriaga Vélez. Historiador, Universidad de Antioquia (Medellín, Co-
lombia), Doctor en Filosofía y Letras-Historia, Universidad Católica de Lovai-
na (Bélgica). Profesor en la Ponticia Universidad Javeriana (Bogotá). Actual
director del Departamento de Historia de esa misma universidad. Miembro
fundador de los grupos Historia de la Práctica Pedagógica en Colombia y Sa-
beres, Poderes y Culturas en Colombia. Autor de los libros
Del ocio de maes-
tro: teorías y prácticas de la pedagogía moderna en Colombia (2003),
y
Mirar
la infancia: pedagogía, moral y modernidad en Colombia 1903-1946
(1997),
este último en coautoría con Javier Sáenz Obregón y Armando Ospina. Autor
de capítulos en las obras colectivas
Historia de la infancia en América Latina;
Going to School in Latin America; Educar: guras y efectos del amor; Génesis
y desarrollo de los sistemas educativos iberoamericanos siglo
;
Historia de
la educación en Bogotá; Pensar el siglo : cultura, biopolítica y modernidad
en Colombia; Images et paysajes mentaux des 19
e
et 20
e
siècles, de la Wallonie à
26
Historias y debates de las psicologías en Colombia
l’Outre-mer; La recepción de Pestalozzi en las sociedades latinas; Educación y
cultura política: una mirada multidisciplinaria; Maestros pedagogos: un diálogo
con el presente; Pensar a Foucault; La reestructuración de las ciencias sociales en
América Latina; Simposio sobre desarrollo comparado de las conceptualizaciones
y experiencias pedagógicas en Colombia y Alemania; Foucault, la pedagogía
y la educación; y Pobladores urbanos,
entre otras. Colaborador de las revistas
Utopías, Universitas Humanística, Pretextos Pedagógicos, Memoria y Sociedad,
Educación y Pedagogía, Educación y Ciudad, Nómadas, Cuadernos de Filosofía
Latinoamericana, y Cuadernos de Psicopedagogía.
Hernán Camilo Pulido Martínez. Psicólogo, graduado de la Ponticia Universidad
Javeriana. Magíster en Comunicación y Cultura de la misma universidad. Doctor
en Ciencias Sociales, Universidad de Cardi (Reino Unido). Coordina el área de
psicología de las organizaciones y del trabajo. Es miembro fundador del grupo de
estudios críticos de las organizaciones y del trabajo. Autor del libro
Convivencia
en ámbitos laborales
”. Coautor del libro
Acercamiento a la cultura del transporte
en Bogotá
. Ha participado en obras colectivas tales como
Psicología de las orga-
nizaciones y del trabajo
;
Reexiones y experiencias de investigación. Saber, sujeto
y sociedad, una década de investigación en la universidad Javeriana, y Estudios
del discurso en Colombia.
Colaborador de diversas revistas como
Universitas
Psychologica, Journal of Management, Concepts and Philosophy, Qualitative
Research, Revista Iberoamericana de Psicología, Ciencia y Tecnología, Debates
en Psicología, y del boletín de la Revista Española de Historia de la Psicología.
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Historias y debates de las psicologías en Colombia
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Concepciones
psicológicas
colombianas en el
siglo xix*
Gilberto Leonardo Oviedo Palomá**
La historia de la psicología en Colombia se ha desarrollado con la mirada puesta
en el año de 1947, periodo de la fundación del primer instituto de psicología en la
Universidad Nacional de Colombia. Los historiadores de la psicología en Colombia
han sido relativamente pocos: Ardila (1973, 1993, 1999), Peña (1993), Villar Gavi-
ria (1978), Mankeliunas (1980), Giraldo y Rodríguez (1997), y Rodríguez (1997).
Una gran parte de ellos se dedicaron a la narración del proceso de formalización
académica de la disciplina y su proceso de profesionalización en el siglo , sin
revisar con profundidad otros períodos.
Ha existido la tendencia entre los historiadores de la psicología en Colombia a
prestar menor importancia a los fenómenos históricos propios del siglo , una
de las épocas de mayor relevancia conceptual en el pensamiento psicológico. Ardila
(1973) considera que las aproximaciones conceptuales a la disciplina anteriores a
1947 fueron esfuerzos fallidos que nublaron el camino que haría posible el acceso
de nuestro país a la visión cientíca de la psicología:
Hubo psicología antes de 1948, pero sin sistematización, llevada a cabo por personas sin en-
trenamiento psicológico, especialmente psiquiatras, lósofos y educadores […]
Hubo en el pasado, una serie de polémicas de carácter losóco a cerca de la naturaleza de la
psicología, polémicas que se han superado denitivamente en nuestros días. Estas polémicas
tienen hoy un interés histórico; se reviven en los centros de entrenamiento de psicólogos, para
indicar el camino que debió correr esta disciplina hasta alcanzar su estado actual. La psicología
no es la ciencia del alma ni la ciencia de la mente, aunque con frecuencia se ha denido como
tal, antes de llegar al estado presente (Ardila, 1973, p. 11).
* Agradecemos a los editores de laRevista de
Historia de la Psicología © 2009: Publicacions
de la Universitat de València 2009, vol. 30,
núm. 4 (octubre) 7-32 Valencia (España). ISN:
0211-0040, por autorizarnos para publicar
este escrito del profesor Oviedo.
** Profesor del Departamento de Psicología,
Universidad de los Andes. Estudiante del
Doctorado en Historia, Universidad Nacional
de Colombia. Correo electrónico: goviedo@
uniandes.edu.co, goviedo01@hotmail.com
30
Historias y debates de las psicologías en Colombia
La narración de la aparición de la psicología en Colombia en 1947 ha sido
presentada como un hecho histórico aislado, independiente de los fenómenos
anteriores. Nuestra historia ha girado alrededor de la gura de Mercedes Rodrigo,
fundadora del Instituto de Psicología Aplicada (Herrero, 2003, 2003; Ardila, 1973,
1986, 1988, 1993, 2004; Giraldo y Rodríguez, 1997; Rodríguez, 1997), quien con su
labor psicométrica irrumpió en el escenario colombiano con una postura cientíca
que superaba y desvirtuaba las anteriores.
El afán por mostrar la institucionalización de la psicología en el siglo ha de-
jado de lado relevantes sucesos históricos, como las concepciones cientícas que se
presentaron en Colombia a lo largo del siglo . Así, por ejemplo, los historiadores
colombianos no describieron el papel que la república colombiana le otorgó a la ciencia
dentro de la sociedad y en particular a la psicología dentro del desarrollo integral de
la nación. Se dejó de lado el hecho de que Colombia optó a nales del siglo por
una psicología católica bajo el amparo de la normativa católica del papa León XIII.
Colombia, a lo largo del siglo e inicios del estuvo volcada conceptual-
mente sobre la noción de alma proporcionada por el catolicismo e intentó desa-
rrollar un proceso de secularización sobre dicha categoría. El lugar institucional
que se le dio a la psicología dependió de la postura política frente a la autoridad
de la iglesia católica. La aparición institucional de la psicología en 1947 hizo parte
de un programa político liberal tendiente a desarrollar una postura laica frente al
estudio de las aptitudes intelectuales de los colombianos.
El propósito del presente artículo es volver la mirada sobre un período histó-
rico que revistió la mayor importancia histórica para la psicología en Colombia:
el siglo . El país ofrecía entonces un escenario agitado intelectualmente, pues
tenía grandes deliberaciones alrededor de temas fundamentales. La liberación de
la inuencia colonial española en 1810 había dejado abierta la reexión sobre la
conguración del Estado, las formas de desarrollo institucional, la organización
social y la incorporación de los individuos al modelo republicano. Sin embargo, el
principal eje de reexión nacional giraba alrededor de una pregunta: ¿qué hacer
con la tradición española? (Jaramillo Uribe, 2001).
España había introducido, a lo largo de tres siglos de colonialismo, un régimen
autoritario, aanzado en valores y creencias católicas. Se concebía la práctica de la
esclavitud, de la opresión y de la explotación como producto de un orden natural
establecido por Dios. Los americanos eran criaturas que debían ser sometidas y
adoctrinadas para salvar sus almas. La escolástica era el modelo de enseñanza
encargado de inculcar la sumisión al soberano, aanzada en la concepción del
hombre como un ser espiritual que requería el sufrimiento para alcanzar la gloria
de la vida eterna (Cortés, 1996).
Concepciones psicológicas colombianas en el siglo xix
31
La nueva república se preguntaba si las ideas españolas sobre el hombre como ser
espiritual y la iglesia católica como institución rectora de la educación y formación
del alma se deberían perpetuar. La nueva república miraba con admiración a los
grandes colosos europeos como Inglaterra que habían desarrollado un amplio pro-
ceso “secular” e introducido una nueva relación entre el individuo y el Estado. Las
naciones desarrolladas rendían culto a la “individualidad”, enaltecían el concepto de
libre albedrío, y ponticaban la idea de la sociedad como el producto de las inicia-
tivas personales y la capacidad de inventiva de los ciudadanos (Marquínez, 2001).
El contraste de las ideas inglesas y las ideas católicas era mayúsculo, pues el
régimen católico asumía a los individuos como a las ovejas del rebaño, idénticos
intrínsecamente por poseer un alma como donación divina. La iniciativa indivi-
dual era censurada, al igual que el afán por alcanzar algún grado de singularidad
o diferenciación. Las ideas modernas de libre competencia y de iniciativa personal
para el mejoramiento de la vida material resultaban altisonantes, pues revestían
formas disfrazadas de avaricia, ambición y soberbia.
El siglo fue un período de debate arduo, intenso e incluso fratricida entre
los colombianos, que dio lugar a numerosas guerras civiles. Existía el lema de
“ganarse el cielo defendiendo la religión”, como lo demuestra Ortiz Mesa (2005).
El movimiento secular europeo, con su propuesta de separación entre el Estado
y la religión, tuvo en Colombia repercusiones dramáticas. El desplazamiento de
la Iglesia de su antiguo lugar de privilegio y el replanteamiento de sus funciones
educativas como máximo orientador espiritual de la nación eran vistos como algo
sacrílego. El país había abrazado un modelo de funcionamiento teocrático y re-
sultaba incomprensible un desafío de tal naturaleza que cambiara el orden natural
del ordenamiento social (González, 1997).
La mitad del siglo fue el escenario de la formación e institucionalización
de los partidos políticos en Colombia. El liberalismo estaba resuelto a promover
un régimen secular y a desvertebrar los graves rezagos de la Colonia. El Partido
Conservador, a su vez, estaba decidido a defender las tradiciones hispánicas, con
especial énfasis en la preservación de la estructura teocrática (Jaramillo Uribe, 2001).
El debate bipartidista tuvo profundas resonancias conceptuales. El conser-
vatismo promovió el discurso de la salvación del alma a expensas de una sólida
formación religiosa, el fomento de actitudes democráticas con base en la práctica
de la piedad cristiana, así como el estricto cumplimiento de los mandamientos. En
contraste, el liberalismo abogaba por una educación gratuita, laica y de libre acceso
a la totalidad de la población, con acento en la búsqueda de una racionalidad social
surgida del conocimiento de las leyes y la libre participación en su construcción
(Marquínez, 1983).
32
Historias y debates de las psicologías en Colombia
La historia del país se dividió en dos períodos: el así llamado “Olimpo Radical”,
que abarca los años de 1849 a 1884, en el que se da una seguidilla de gobiernos
liberales anticlericales, y el período de la “Regeneración”, defensora del clero, que
va de 1878 a 1902. Una descripción somera del “Olimpo radical” permitirá com-
prender mejor la postura “regeneradora” de nales de siglo y su retorno a la
estructura teocrática imperante desde la Colonia.
El Olimpo Radical (1849-1884)
El Partido Liberal, desde su fundación en 1848, adoptó un tono anticlerical que
lentamente se fue acentuando en algunos de sus miembros a los que se les denominó
los radicales. Su propuesta política era progresista y defendía el libre intercambio
económico, así como el régimen federal. Los liberales sentían el deseo de acabar
con el centralismo autoritario implantado por la colonización española e incentivar
la iniciativa regional a través del fomento de materias primas para la exportación.
Adicionalmente, asumían la defensa de los trabajadores, en especial de los artesanos,
y se proponían potenciar su capacidad exportadora.
Tres fueron los grandes grupos de problemas […], a los que los radicales quisieron dar solu-
ción […] Se proponían superar denitivamente los vestigios de la herencia colonial […] en
la administración pública y la vida cultural y social de Colombia. Estos tres grandes grupos
eran de naturaleza política, económica y cultural: la organización del estado como república
de orientación federalista, fue la respuesta que dieron al primer grupo, propuesta que buscaba
romper con la tradición centralista impuesta por la Corona española […] proveer a las pro-
vincias de una amplia autonomía [...]; la orientación de la economía, que siguió el modelo del
laissez fair promovido por el liberalismo clásico […]; y en el campo cultural […] sustanciales
reformas, desde la educación primaria hasta la universitaria buscando […] cambiar las maneras
de pensamiento del hombre colombiano; la educación laica tenía justamente el propósito de
preparar un ciudadano con libertad de criterios en los asuntos más privados y en sus relaciones
con el mudo social (Sierra, 2006).
Los radicales se caracterizaron por su postura intransigente hacia la intervención
del Gobierno en asuntos sociales con la ayuda de la Iglesia. En un Estado empo-
brecido por las deudas del proceso independentista, las continuas guerras civiles,
y la carencia de un aparato estatal era difícil emprender las acciones progresistas
de los colosos europeos. Sin embargo, los radicales pretendían llevar a cabo sus
programas de gobierno sin contar con las condiciones reales de una sociedad rural
azolada por la pobreza y la ignorancia. El emprendimiento de reformas con base
en decretos y discursos acalorados llevó al periodismo de la época, encabezado
por Rafael Núñez, a comparar a los líderes radicales con los dioses del Olimpo; se
les criticaba por gobernar desde el cielo sin poner pie en tierra.
33
El principal emblema del Olimpo fue la Constitución de Rionegro (1863), pro-
mulgada bajo el gobierno de Tomás Cipriano de Mosquera. En ella se estableció
el principio de manos muertas, que permitió expropiar a la Iglesia, expulsar a los
jesuitas, y limitar los privilegios de las comunidades religiosas.
La Constitución de 1863 decretó una educación pública laica, gratuita y obliga-
toria. Había en los radicales un sentimiento de rechazo a la pedagogía escolástica,
notable vestigio de la tradición hispánica. Su estilo de pensamiento especulativo y
razonamiento deductivo acentuaba una forma odiosa de dogmatismo religioso. La
estructura de enseñanza catequística, de carácter memorística, verbalista y puni-
tiva debía ser reemplazada por nuevas teorías pedagógicas y contenidos temáticos
cercanos al mundo moderno (Ramírez, 2008).
Los radicales aspiraban a fomentar un proceso pedagógico de carácter inductivo.
Se realizó una búsqueda de nuevos enfoques y estrategias formativas acordes con
la idea del protagonismo del estudiante en el proceso del conocimiento. Resultado
de esta gestión fue la incorporación de los aportes de autores a los que se denomina
como “sensualistas”: Bentham, Condillac, Destut de Tracy, Comte, etc. (Guzmán,
1883).
El mote de “sensualistas” obedeció al hecho de que los autores citados con-
sideraban que el conocimiento tenía su fundamento y desarrollo en la actividad
sensorial. El famoso principio de Destut de Tracy (1869), “pensar es sentir”, fue un
emblema que permitió a los radicales demostrar la inconveniencia de la escolástica
para la nueva época. El aprendizaje estudiantil debía edicarse sobre la base de la
constatación personal, pensaban los del Olimpo.
El radicalismo consideraba a la educación como la experiencia más cercana a
la democracia y por ello era necesario promover en el estudiante un espíritu de
compromiso y responsabilidad en el desarrollo del conocimiento. La losofía em-
pirista de Bentham (Marquínez, 1983), tan cercana al sentimiento liberal, adquiría
su más elevado impacto, pues servía de fundamento conceptual para el desarrollo
del proyecto pedagógico radical.
… el benthamismo como doctrina losóca, era uno solo de los aspectos de la tendencia del
espíritu moderno hacia la investigación de la naturaleza, a la observación de los hechos como
base de la elaboración de la ciencia […] y una expresión del deseo de entrar en contacto con
la realidad empírica y con lo concreto, tras tantos años de especulación libresca y de estéril
aplicación de los conceptos y métodos de la losofía escolástica (Jaramillo Uribe, 2001, p. 118).
El liberalismo se encontraba en medio de la incorporación de uno de los de-
bates más importantes de la modernidad: la contraposición del empirismo con el
escolasticismo. En medio de este debate sobre la orientación y el desarrollo de la
Concepciones psicológicas colombianas en el siglo xix
34
Historias y debates de las psicologías en Colombia
educación se estaba adelantando una reexión sobre la naturaleza misma del pro-
ceso subjetivo del conocimiento así como las mejores estrategias para propiciarlo.
La mente humana accedía mejor al conocimiento cuando era alimentada con
hechos provenientes de la experiencia sensorial, pensaban los radicales (Saldarriaga,
2003). La función del Estado consistía en proporcionar experiencias educativas
nutridas de estímulos materiales que llevasen a los estudiantes a desarrollar apren-
dizajes vinculados con su capacidad de incidir sobre la realidad.
En 1870 el gobierno radical de José Eustorgio Salgar trajo al país la primera
misión pedagógica alemana, con el ánimo de plasmar institucionalmente una
educación pública moderna. Producto de este esfuerzo fue la introducción de la
pedagogía de Pestalozzi, cuyo principal lema era presentarle al estudiante cosas antes
que palabras (Obregón, Saldarriaga, y Ospina, 1997). En esta concepción pedagógica
era fundamental llevar al estudiante a tener un contacto sensorial con los objetos
para invitarlo a describir sus propiedades e intercambiarlas con sus compañeros.
El descubrimiento del mundo y sus objetos era el producto de la discusión sobre
las impresiones sensoriales, suministradas por los educadores, fundamentalmente
imágenes y elementos visuales susceptibles de ser manipulados por los estudiantes.
La pedagogía intuitiva u objetiva de Pestalozzi contenía un conjunto de princi-
pios básicos que fueron incorporadas dentro de lo que se ha llamado en Colombia
“educación tradicional” (Saldarriaga, 2003). Estas premisas fueron empleadas
como directrices educativas para la formación de maestros, a través de manuales
pedagógicos como el de James Baldwin, titulado Dirección de escuelas:
1. Todas las ideas primitivas del mundo material deben adquirirse por los sentidos.
2. Los sentidos deben adiestrarse y avivarse a favor de la enseñanza objetiva metódica.
3. El mejor medio para obtener la atención es el de las lecciones objetivas convenientes y
relacionadas entre sí.
4. El conocimiento perceptivo debe tomarse como base para la instrucción primaria.
5. Como mejor se cultiva la memoria es por medio de las percepciones e ideas vivas, repetidas
y relacionadas.
6. Las cuestiones que requieren principalmente el empleo del raciocinio y el juicio pertenecen
a la instrucción adelantada.
7. Las ideas han de preceder a las palabras.
8. La enseñanza debe proceder de lo conocido a lo desconocido.
9. El ejercicio se dejará al discípulo.
10. En todo procedimiento de enseñanza se debe procurar percepción completa, inteligencia
distinta, expresión clara y cuando sea posible pasar del pensamiento a la acción (Obregón,
Saldarriaga, y Ospina, 1997, p. 15).
35
La reexión educativa del radicalismo dio origen a una concepción evolutiva
de la actividad mental. Las formas primigenias de los estados psíquicos eran las
sensaciones; sólo ellas podían dejar huellas duraderas en la memoria, así como
“formar hábitos de percepción, observación y clasicación de las representaciones”
(Saldarriga, 2003, p. 53). El suministro de contenidos académicos debía dosicarse
para facilitar la labor mental de comparación de imágenes mentales provenientes
de los objetos.
El reconocimiento de las diferencias individuales era un hecho inusitado en el
escenario educativo colombiano, al igual que el interés en fomentar la interpretación
personal sobre los fenómenos estudiados. La idea de formar un estudiante crítico
y partícipe en la construcción del conocimiento era el mejor patrimonio nacional
para el libre ejercicio de la ciudadanía. Lentamente se introducía en el escenario
nacional el concepto de conciencia individual como principal eje de desarrollo de
las acciones.
El Olimpo Radical exponía con orgullo su modelo educativo. Asumía que el
país se aproximaba a la educación laica aplicada en los países desarrollados. Este
hecho causó una gran irritación en la Iglesia y en el Partido Conservador, hasta el
extremo de dar lugar a la Guerra de las Escuelas (1876). Las reformas educativas
recomendadas en 1870 por la misión alemana estuvieron acompañadas de la eli-
minación de la potestad eclesiástica sobre la enseñanza. Adicionalmente, resultaba
intolerable la orientación protestante de la pedagogía pestalozziana, interesada en
fomentar la independencia personal, el progreso material, y la incidencia de los
individuos sobre la naturaleza (Saldarriaga, 2003).
La historia colombiana mostró un esfuerzo teocrático desesperado por aniquilar
tanto intelectualmente como militarmente el modelo educativo liberal, que llevaba
en su seno la idea de la formación de una conciencia individual en los educandos.
Fue el movimiento de la Regeneración el encargado de realizar este proceso de
restauración del sistema teocrático.
La Regeneración (1878-1903)
Colombia a nales del siglo ofrecía un panorama marcado por el profundo
celo religioso, promovido por los defensores del clericalismo. El catolicismo se es-
forzaba por demostrar que su propuesta era la solución a problemas sociales como
las múltiples guerras civiles y las disputas políticas entre liberales y conservadores.
El antiguo liberal radical Rafael Núñez, presidente entre 1880 y 1894, inauguró
en 1878 el movimiento de la “Regeneración” junto con Miguel Antonio Caro, de
procedencia conservadora.
Concepciones psicológicas colombianas en el siglo xix
36
Historias y debates de las psicologías en Colombia
Núñez asumió la dirección del nuevo movimiento político con el n de unicar
al país federal, fragmentado por caudillismos locales y azotado por las disputas
ideológicas y armadas. Con el argumento de llevar a cabo el proyecto de la “paz
cientíca”, Núñez (1882) llevó al país a un régimen centralista y autoritario, go-
bernado bajo las directrices de la iglesia católica, de común acuerdo con el Partido
Conservador: “Hemos llegado a un punto en que estamos confrontado este preciso
dilema: regeneración administrativa, o catástrofe” (Núñez, 1881, p. 62). La Regene-
ración consideraba necesario abortar el proyecto liberal radical, rescatar lo mejor
de nuestra herencia colonial española, y refugiarnos en los valores vernáculos de
nuestra identidad: la religión y el idioma.
La Regeneración sentía nostalgia del pasado colonial por su forma vertical
de dirimir conictos e implantar una autoridad avalada por Dios. El proceso co-
lombiano describió a nales de siglo un salto hacia el pasado. Se consideraba
que solamente Dios podía salvar a Colombia de la ideología liberal, y por ello se
ocializó el ideal de “refundar” la nación con base en la devoción católica. En 1886
se ocializó una nueva Constitución Política y se rmó el Concordato con la Santa
Sede (1887). El Estado asumió la protección de la Iglesia y, con la devolución de
los bienes expropiados e indemnizaciones, compensó los daños causados por el
Olimpo Radical.
El discurso de la Regeneración se encargó de enfatizar el temor que debe sentir el
buen católico al alejarse de Dios y dejarse seducir por las insinuaciones materialistas
del pensamiento moderno. Ante el auge materialista que acompaña al liberalismo
propuso retornar a la denición del ser humano como una creación de Dios, de
naturaleza espiritual e inexplicable por las leyes de la materia: “Hay que combatir
el mercantilismo en su propio campo, que es el corazón humano, oponiendo a
los sentidos el alma; a los goces que enferman, los de la estética que vivica; a lo
perecedero lo permanente…” (Núñez, citado por Liévano, 1946, p. 308).
Los jerarcas de la Iglesia intervenían en los debates políticos y en los asuntos
educativos, con el argumento de salvaguardar la integridad espiritual de la nación
de las inclinaciones impías de años anteriores. La iglesia consideraba que las ideas
de desarrollar una administración cientíca del Estado y la formación de los ciu-
dadanos eran compatibles con el dogma católico.
Colombia se convirtió durante la Regeneración en el epicentro latinoamericano
de la losofía tomista, gracias a la gura emblemática de monseñor Rafael María
Carrasquilla (1857-1930). Este prelado tipicaba el perl de una gura eclesiástica
que intervenía en asuntos educativos, políticos, y literarios. Fue rector vitalicio de
la Universidad del Rosario (1891-1930), ministro de Instrucción Pública (1896-
1897), presidente vitalicio desde 1910 de la Academia Colombiana de la Lengua
37
–correspondiente de la Real Academia Española–, y fundador de la Revista del
Colegio del Rosario en 1905, órgano ocial de la losofía neotomista colombiana
(Saldarriaga, 2007). “No es, pues, extraño que el Papa León XIII le concediera el
título de doctor en teología [1904] […] y que Benedicto XV lo nombrara prelado
doméstico suyo [1915]” (Ricaurte, 1956, p. VII), y todo ello sin mencionar su
gestión y participación en la creación de la Constitución (1886) y la rma del
Concordato (1887).
Carrasquilla (1882) pretendía desarrollar una “ciencia cristiana” que llevase al
país a convertirse en una nación civilizada, caracterizada por ser una potencia espi-
ritual que avanzara en la ciencia, sin perder de vista la dignidad moral de la nación.
Monseñor y sus discípulos se dieron a la tarea de revisar las ideas provenientes del
extranjero para cristianizarlas y hacerlas compatibles con el ideal de un país devoto.
La Regeneración y El Vaticano
Colombia aspiraba a convertirse bajo el período regenerador en una sucursal del
Vaticano. El compromiso concordatario llevó al país a adoptar los dictámenes
emanados de la Santa Sede como programa de gobierno. La Regeneración hizo
causa común con el régimen ponticio (Guillén, 1986).
El Vaticano se encontraba a nales del siglo en medio de uno de los más
grandes predicamentos: el pensamiento ilustrado daba grandes pasos en el proce-
so de secularización; invadía la subjetividad humana. La psicología experimental
alemana, fundada por Wundt en 1879, ingresó de manera deliberada en el terreno
religioso, tomó su perla más querida el “alma humana”, la secularizó y la redujo a
su mínima expresión, bajo el nombre de “conciencia”, denunció el cardenal Mercier
(1901).
La respuesta religiosa a esta tendencia secularizadora aplicada al estudio del
alma humana, no se hizo esperar. El Vaticano se pronunció a través de la recupe-
ración del pensamiento de Santo Tomás de Aquino: “Toda verdad, dígala quien la
diga, viene del espíritu santo”. León XIII retomó a Santo Tomás en su encíclica A
eterni Patris (1879) para decir que es necesario establecer un diálogo amable con
la ciencia moderna y su postura secularizante; esto con el ánimo de demostrar que
el catolicismo de ningún modo era un adversario del conocimiento:
El año que fue testigo de la fundación del primer laboratorio psicológico, el cual señaló el naci-
miento de la nueva ciencia psicología, es también recordado y considerado como signicativo
en la Iglesia católica como año del nacimiento del Neo-Tomismo. El 4 de agosto de 1879, el
Papa León XIII promulgó la encíclica A eterni Patris, interesándose por la restauración de
la losofía de Santo Tomás, como remedio a la confusión y esterilidad de la losofía en este
Concepciones psicológicas colombianas en el siglo xix
38
Historias y debates de las psicologías en Colombia
período […] en la A eterni Patris debe verse la razón que impulsó a los lósofos católicos a
admitir la nueva psicología experimental. En este mensaje, el Papa León XIII dirige la atención
al progreso realizado en las ciencias naturales y exhorta a los lósofos y teólogos católicos a que
tomen nota de este progreso, para que progresen con él y no contra él. Sobre todo exhorta a que
sigan el ejemplo de Santo Tomás –amar la ciencia por sí misma–, y recuerda a los pensadores
católicos que la fe nunca se opone a la verdad, y que, por tanto, la fe debe ser aceptada adon-
dequiera que se encuentre. ‘Todo pensamiento verdadero y todo descubrimiento útil, venga de
donde viniere, debe ser bienvenido gustosamente y con gratitud (Misiak y Staudt, 1955, p. 49).
León XIII asumió el propósito de demostrar que existía una amplia compatibi-
lidad entre ciencia y fe católica. La psicología cientíca, lejos de ser una amenaza
para el mundo religioso, era una oportunidad para mostrar la apertura de una
iglesia moderna. El Papa se interesaba por mostrar una nueva faz católica al mundo
occidental: la Iglesia era un estamento tolerante que no temía discutir con la ciencia.
Así, el Sumo Pontíce designó al cardenal Desidere Mercier para que se en-
cargara de dirigir el Instituto Superior Filosofía Tomista en la Universidad de
Lovaina en 1894 (Misiak y Staudt, 1955). La presencia de Mercier y de su instituto
fue de gran importancia, pues estaban llamados a ser los encargados de formar a
los católicos interesados en conocer, tanto el desarrollo cientíco de la psicología,
como la forma de hacer compatibles estos conocimientos con la vocación católica:
La psicología pasa hoy por una transformación que seríamos culpables si permaneciéramos
alejados de ella […] Aquí hay una joven ciencia contemporánea, la cual en sí misma no es
espiritualista ni materialista. Si no tomamos parte en ella, la psicología del futuro progresará
sin nosotros […] Debemos preparar trabajadores que produzcan obras propias, experimentos
originales que nadie pueda pasar por alto sin dejar de ser amigo de la ciencia (Mercier, citado
por Misiak, y Standt, 1955, p. 50).
En la Universidad de Lovaina se dictó un curso de psicología experimental en
1891, en un laboratorio a semejanza de los alemanes, el primero en ser construido
fuera de Alemania y el primero en Bélgica (Misiak y Staudt, 1955). En este laboratorio
se estudiaron los fundamentos siológicos de la conciencia, a través de investigacio-
nes sobre sensación y percepción. Mercier (1892) asumió una interpretación que
reeja claramente la postura neotomista de los fenómenos psíquicos: el principio
vital del hombre es el alma espiritual, fundada y unida a un cuerpo creado por Dios.
Según Mercier (1901) el pensamiento tomista representaba la mejor oportunidad
que tenía la psicología de superar los abismos del dualismo cartesiano. El tomismo, al
haber recuperado lo mejor del pensamiento aristotélico, permitía establecer la com-
patibilidad de los procesos siológicos con actividades abstractas de la vida psíquica.
39
Los adelantos experimentales de Lovaina en psicología siológica eran una
clara demostración de que la fe del católico era una fuente de inspiración para la
investigación cientíca (Misiak y Staudt, 1955). El proyecto neotomista de Lovaina
avanzaba prodigiosamente, tanto en el terreno académico como en el eclesiástico,
y se encontraba listo para proyectarse al mundo a nales del siglo . Le corres-
pondía al estamento clerical difundir este proyecto a través de la labor magisterial.
Neotomismo y pensamiento psicológico colombiano
El prestigio de la psicología neotomista se acrecentó debido al fuerte impulso edito-
rial promovido por el Vaticano. La traducción de las obras de los psicólogos católicos
no se hizo esperar. España las difundió a través de las comunidades religiosas que
se mantuvieron en Latinoamérica a pesar de los procesos independentistas.
El movimiento de la Regeneración era aliado no sólo del Vaticano, sino también
de la España católica, a la cual quería imitar en su desarrollo intelectual. Los rege-
neradores colombianos revisaron con avidez la obra de Jaime Balmes (Jaramillo
Uribe, 2001), al igual que la de los grandes traductores y comentaristas españoles
de la psicología católica europea: Marcelino Arnaíz y Juan Zaragüeta. El fenóme-
no español de incorporación del modelo académico desarrollado por Mercier era
objeto de admiración. Colombia se sentía tentada a imitar a la así llamada por
muchos autores “psicología neo-escolástica española” (Llavona y Bandré, 2005,
1999; Jiménez Alonzo, 2005).
Resulta interesante anotar que en otros países latinoamericanos se reprodujo
el intento de incorporar el modelo católico español. Ejemplo de ello fue la “psi-
cología neo-escolástica Argentina” (Piñeda, 2005). Sin embargo, en Colombia los
pensadores de la Regeneración, como Rafael María Carrasquilla y Miguel Antonio
Caro, tenían enormes reparos. La aceptación de una ciencia laica era ya de hecho
repudiable, y más aún lo era el hecho de reconocer que el alma humana estaba
condicionada por procesos biológicos y siológicos. Por supuesto, causaba molestia
la aceptación de la actividad sensorial como eje central de los estados mentales o
espirituales.
La Regeneración había combatido arduamente al “sensualismo”, símbolo cimero
del radicalismo, y renegaba de la denición materialista de las actividades mentales.
Sin embargo, había que sentar postura frente a la directriz lovanista de integrar las
facultades anímicas con la siología de la sensorial.
Carrasquilla, en su calidad de académico y político, lideró desde la rectoría de
la Universidad del Rosario la misión losóca de satisfacer las exigencias papales
de apertura hacia la ciencia, sin ceder terreno al sensualismo de los radicales, y en
consecuencia asumió una postura que se hizo presente en muchas de sus obras. La
Concepciones psicológicas colombianas en el siglo xix
40
Historias y debates de las psicologías en Colombia
verdad religiosa debía anteceder y orientar cualquier otra forma de pensamiento,
incluida la ciencia. La teología y la losofía católica debían comandar cualquier
forma de acceso al conocimiento (Carrasquilla, 1882):
El siglo en que vivimos se distingue, entre otros primores, por el abuso que hace de las palabras
[…] Y de pocos vocablos se abusa hoy tanto como de la palabra ciencia. Compréndese en ella,
junto con la verdad, todos los errores, y todos los delirios, y todas las hipótesis que fabrica
el entendimiento humano. Ciencia es el atomismo de Epicuro; ciencia, el panteísmo alemán;
ciencia, el positivismo de Littré, el sensualismo de Bentham, y aquello que los discípulos de
cierto inglés de grotesca recordación apellidan selección natural y lucha por la vida.
Los hombres han formado con los múltiples y variados ramos del saber un todo que han
apellidado la ciencia. Y con razón lo han hecho. Lo que para el hombre son diversos conoci-
mientos, para Dios, ente simplísimo, son una sola verdad. Pero de aquí mismo se desprende
que únicamente los que creen en un Ser Supremo distinto del Universo pueden hablar de la
ciencia. Los ateos propiamente dichos, que niegan la existencia de Dios, y los panteístas, que
la confunden con la del mundo, sólo pueden hablar de ciencias, ó más propiamente, de cono-
cimientos cientícos (Carrasquilla, 1882, pp. 352-53).
Carrasquilla (1905) rechazaba la ciencia materialista. Consideraba que la ciencia
moderna corría el riesgo de descomponer con su mirada analítica cualquier objeto
de estudio, incluido el hombre, en fragmentos insignicantes que nada decían de
la totalidad. Se oponía a la disección del ser humano en sus diversas esferas o com-
ponentes siológicos. La reducción de las facultades intelectuales a un conjunto de
unidades orgánicas funcionales resultaba inconsecuente, sino estaba acompañada
de una comprensión de la articulación que Dios le había dado. El tomismo ofrecía
categorías aptas asegurar la integridad del ser humano en medio del determinismo
siológico:
No conozco ciencia más incomprensible que la psicología o que la antropología enseñadas
por maestros o autores inexactos en el modo de explicarse, y olvidados de los principios que
siguen y que son de Santo Tomás de Aquino:
1º. Las acciones son de la persona.
2º. El alma es el principio remoto de toda operación.
3º. La potencia es su principio próximo.
El estómago y los intestinos no digieren, el pulmón no respira, no ven los ojos ni oyen los
oídos, no recuerda la memoria, ni el entendimiento piensa, ni quiere la voluntad. El hombre,
la persona, se alimenta, respira, ve, oye, recuerda, piensa y quiere.
Por eso en Cristo, que tiene dos naturalezas, divina y humana, y una persona […] lo llena
todo… (p. 147).
41
Así mismo, propuso recuperar del tomismo la consideración de la teología como
ciencia mayor (Carrasquilla, 1882). Ésta cumpliría con la función de asegurar la
unidad de la ciencia, cada vez más dispersa y carente de sentido por la visión ma-
terialista. Era necesario integrar los saberes cientícos en un proyecto unicado
que proveyera a los individuos no sólo un conocimiento del mundo material, sino
también la capacidad de obtener una ganancia espiritual.
Así, se pronunciaba a favor de la tutela de la Iglesia sobre las ideas cientícas que
ingresaban al país y su conveniencia para la salvación del alma de los colombianos:
“Los progresos material e intelectual, cuando no están al servicio del adelanto moral,
lejos de ser benécos, son el cáncer, la lepra de los pueblos” (Carrasquilla, 1916, p.
494). Su lema consistió en que los colombianos antes que cientícos, intelectuales
o ciudadanos eran buenos cristianos. La liación religiosa era el camino recto que
aseguraba el acceso a las verdades eternas, sin caer en los vicios de la modernidad.
La Iglesia debía recuperar su papel tutelar en el manejo de los asuntos educativos
y determinar con su sabiduría el conjunto de ideas que debían aceptarse social-
mente, así como condenar las que pudieran resultar perjudiciales. La ciencia debía
supeditarse al juicio moral de la institución católica, puesto que el modernismo,
considerado por Pío IX como el compendio de todas las herejías (Carrasquilla,
1916), podía traer mayores desgracias a una nación que se había desangrado en
luchas intestinas.
La Regeneración realizaba su gestión moralizadora a la manera de una cruzada
cristiana en pie de lucha contra el paganismo y la maldad. Su misión pacicadora
se llevaba a cabo de manera adusta e impositiva. La paz cientíca aanzada en
el reinado de Jesucristo contaba con aceptación y apoyo de una gran parte de la
población:
En suma: ¿qué ha hecho la Regeneración en pro de la educación pública? Hacerla cristiana y
fundarla sobre la base de las letras clásicas y de la losofía católica. Es decir, que la ha salvado.
Cuando volvemos a mirar lo que está pasando en Colombia: Dios invocado en la primera
página de la Constitución, como fuente suprema de toda autoridad; la Iglesia reconocida
como elemento indispensable del orden social; celebrado un concordato con la Santa Sede;
admitido el delegado de su santidad como decano del cuerpo diplomático; el episcopado y el
clero colmados de respeto; y sobre todo, la educación de la niñez y de la juventud informada
por el espíritu católico, no podemos menos de bendecir a Dios y de aplaudir a los hombres de
buena voluntad que han llevado a la cima la santa obra (Carrasquilla, 1892, pp. 74-75).
Mientras Carrasquilla (1892) hacía un balance exitoso de la Regeneración, en
las las del liberalismo había ruido de sables. Se urdían conspiraciones liberales
Concepciones psicológicas colombianas en el siglo xix
Historias y debates de las psicologías en Colombia
42
por numerosos motivos, tras la promulgación de la Constitución de 1886. Lo opo-
sición hacía reclamos por las más elementales reivindicaciones democráticas: el uso
sistemático del autoritarismo y exclusivismo, el recorte de las libertades civiles, en
especial la libertad de expresión, “la anulación de la oposición en todas las esferas
de la vida pública, el fraude electoral, la arbitrariedad en el manejo de las cargas
scales y el control represivo del orden social” (Sánchez y Aguilera, 2001, p. 20).
Se tenía el sentimiento entre los liberales de un bloqueo a la participación política,
bajo el esquema de una “tiranía de partido”: existía una íntima relación entre el
“monarquismo religioso”, el unipartidismo y el autoritarismo presidencial.
El resultado era inevitable, la Guerra de los Mil Días (1889-1902), llamada así
por el período exacto de su duración. El liberalismo no soportaba más el cierre de
periódicos, el sometimiento educativo al canon clerical, y los fenómenos de corrup-
ción. Más indignante aún resultaba la actitud inquisidora de los regeneradores: el
liberalismo era pecado (Uribe, 1912).
La Regeneración interpretaba la “Guerra de los Mil Días de 1899 a 1902” como
el producto de una minoría impía resuelta a desestabilizar las fuerzas del bien. En
1894 murió Rafael Núñez mientras ejercía funciones presidenciales. Fue sustituido
por Miguel Antonio Caro, su vicepresidente, quien desde su tribuna periodística
adoptó un tono punitivo, como fundador y redactor del periódico El Tradicional,
al igual que como gobernante.
En un país con inclinaciones a la disputa armada era necesario imponer la
moral católica y exigir el cabal cumplimiento de los mandamientos por sobre
cualquier otra forma de pensamiento, pensaba Caro (citado por Jaramillo, 1954).
La moralización del país debería realizarse con el rescate de la tradición católica
hispánica que había sido desplazada por ideas liberales importadas (en especial el
utilitarismo) de países anglosajones, ajenas a la realidad social y a la idiosincrasia
del “español americano” (Jaramillo, 1954).
La ciencia moderna deshumanizaba al hombre, por desconocer el problema de
la salvación del alma. La teología era negada como ciencia por las visiones mate-
rialistas. El ser humano era despojado de su condición de ente destinado a un n
claro y denido: la felicidad. El pensamiento moderno tan sólo quería identicar
las propiedades de la materia, sin pensar en hacer felices a las personas:
No puede consistir la felicidad en bienes creados, porque ellos tienen tres defectos: son incom-
pletos […], transitorios, […] y restringidos.
Si la beatitud del hombre no se halla en lo nito, preciso es buscarla en el ser de ilimitada per-
fección, es decir en Dios. Conocerle hasta donde alcance la inteligencia humana, amarle hasta
donde llega el apetito de la voluntad; tal es nuestra felicidad, nuestro n último. (Carrasquilla,
1914, pp. 316-17).
43
El verdadero conocimiento era aquel que conducía al encuentro con Dios.
La conciencia humana, es una donación divina, una oportunidad maravillosa de
reconocer la presencia del Creador en nuestras vidas. No era lícito perder esta
donación innata de la facultad de conocer en el apetito por descubrir y entender
el mundo material; era necesario trascender para alcanzar un verdadero gozo
espiritual en medio del encuentro con Dios, a través de la admiración de su obra
(Carrasquilla, 1916).
Colombia estaba llamada a ser una potencia espiritual en el mundo, a expandir
la fe católica en todo su territorio y a renunciar a las ambiciones materiales que
inundaban a la mayoría de las naciones. La humanidad estaba siendo arrastrada
por el vicio del avance material, sin el engrandecimiento espiritual que implicaba
la obediencia del evangelio. Los colombianos debían hacer uso del conocimiento
para proyectar la gracia divina, a través de una actitud compasiva y tolerante, que
se reejara en obras de bondad (Carrasquilla, 1916).
Según la visión de Carrasquilla (1916) y del movimiento regenerador el alma
humana era un hecho espiritual, una donación divina que escapaba al entendi-
miento humano y aprehensible sólo desde la perspectiva religiosa. De nada servían
los hallazgos de la siología sensorial cuando se comparaban con los benecios
del encuentro con Dios. Bastaría con escuchar a Miguel Antonio Caro cuando
ponticaba sobre la importancia de la experiencia religiosa:
Yo creo, como aquel gran poeta, que vale más el evangelio que cuantos libros antes y después
de él se han escrito; y que el Decálogo, que solo consta de diez renglones ha hecho más bien
a la humanidad que todos los ferrocarriles y telégrafos, y velas y vapores y máquinas, cuyas
resurrecciones, si no invenciones, aprecio como es justo y disfruto agradecido. (Caro, citado
por Jaramillo, 1998, p. 48).
Jaramillo (1998) sostiene que el movimiento de la Regeneración estaba más cer-
cano a las ideas del Pío IX y su tendencia a la prohibición de obras e ideas contrarias
a la fe católica, que de la postura papal de León XIII. La Iglesia colombiana estaba
más interesada en la condena, la prohibición y el castigo a los propaladores de las
ideas modernas que en el verdadero cultivo de una versión católica de la ciencia:
El Concordato de 1887 se situó en la época del Syllabus, por el cual la Iglesia condenaba el moder-
nismo […] Colombia adoptó el esquema de una República donde imperaba la teoría del Estado
confesional, acompañado de un principio de no tolerancia religiosa… (Jaramillo, 1998, p. 51).
La Regeneración no compartía el tono conciliador de Mercier; por el contrario,
se mostraba dogmática y autoritaria. Su lucha ideológica contra el liberalismo la
llevó a refugiarse en una postura extrema y recalcitrante. En sus autores se hizo
evidente la lucha contra el utilitarismo sensacionista de Bentham (Jaramillo, 2001).
Concepciones psicológicas colombianas en el siglo xix
Historias y debates de las psicologías en Colombia
44
Los regeneradores rechazaban con particular desprecio la explicación de las
facultades mentales con base en el funcionamiento de la materia. La reducción del
intelecto humano a un dispositivo biológico o siológico resultaba inaceptable. La
sensación no podía convertirse en la génesis y la reguladora de los estados men-
tales. El sensacionismo había introducido un error de principio al desconocer la
naturaleza metafísica de los actos psíquicos, pensaban los regeneradores.
El proyecto neotomista encontraba en Colombia severas dicultades para arraigar.
Los encargados de introducir la mixtura entre fe y ciencia se habían dejado enceguecer
por sus rencillas domésticas. Tobar (2001) y Saldarriaga (2005) han considerado que el
balance histórico de la obra del regenerador Carrasquilla dejó profundos reparos. Su
esfuerzo no fue tanto académico, sino político, a pesar de la imagen de profundidad
losóca de sus reexiones. El verdadero esfuerzo neotomista en materia de asuntos
psicológicos estuvo en manos de sus discípulos (Saldarriaga, 2005).
Durante treinta años fue Carrasquilla el ideólogo de la república Conservadora por su amistad
con los presidentes y por haber formado en su claustro a buena parte de la intelectualidad
colombiana […] Secundó más con entusiasmo que con obras la orden de León XIII de “vuelta
a Santo Tomás”. Es conocida su simpatía por el cardenal Mercier y la Escuela de Lovaina, pero
sus escritos muy numerosos, se inspiraron más en la doctrina ocial de la Iglesia, que en las
obras de dicha escuela […] Carrasquilla expone sin duda, una doctrina católica, pero cabría
cuestionar la liación tomista de ésta […] nos parece que la supuesta tolerancia de monseñor
se restringía a un cierto estilo pastoral-didáctico, pero el fondo de su mentalidad corresponde
a un rígido dogmatismo […] Como balance, el neotomismo colombiano, políticamente inu-
yente, losócamente resultó pobre (Tobar, 2001, p. 329).
El movimiento regenerador, especialmente en la obra de Carrasquilla (1905),
había dejado una semblanza de los fenómenos psíquicos: su postura antisensualista
y la desconanza hacia la vinculación de los estados mentales con los procesos
siológicos, biológicos, físicos, etc.
El expandido siglo xix y el neotomismo colombiano
La versión refractaria de Carrasquilla (1905) a los aportes de las ciencias expe-
rimentales a la mente humana se extendió a los primeros años del siglo . Esta
postura conceptual se sostuvo en medio de muchas críticas hasta 1930, fecha en
que las ideas liberales volvieron a escucharse con gran ímpetu debido al ascenso a
la presidencia del caudillo Enrique Olaya Herrera.
El período de La Regeneración terminó en 1902, en medio de un ambiente
caldeado por dos acontecimientos: el balance de pobreza y destrucción de la Gue-
rra de los Mil Días y la secesión de Panamá. La adjudicación de responsabilidades
políticas abrió una brecha entre los miembros de la coalición bipartidista.
45
El conservatismo se presentó como movimiento político independiente a las
urnas y obtuvo el poder durante los primeros treinta años del siglo . Su estrategia
política consistió en acentuar el discurso católico y defender la alianza entre Iglesia
y Estado. La continuidad de esta alianza dio pie para armar que la “hegemonía
conservadora” se extendió de 1886 a 1930, debido a la unidad de criterio político
en torno al catolicismo como elemento unicador de la nación (Taborda, 2007).
El expandido siglo colombiano se prolongó a través de la cristianización de los
asuntos humanos. En los inicios del siglo , la Universidad del Rosario se sostuvo
en su lugar sede natural del movimiento neotomista colombiano. Dos destacados
discípulos de Carrasquilla, Francisco María Rengifo (1906) y Julián Restrepo Her-
nández (1917), se dieron a la tarea de examinar las ideas de la psicología moderna.
Renjifo (1906) accedió a los textos fundacionales de la psicología experimental
alemana. En una cita textual de Wundt,1 sobre el problema de la sensación, criticó la
tendencia de la psicología moderna a buscar en las ciencias naturales fundamentos
conceptuales y metodológicos para su desarrollo investigativo.
Llevadas a una extraordinaria perfección las ciencias matemáticas en los siglos xvii y xviii por
Neper, Newton, Leibnitz, Descartes y otros ingenios que dieron su nombre a no pocos teore-
mas y demostraciones, hoy particularmente han tomado poderoso vuelo las ciencias físicas.
Deslumbrados por estos pasmosos adelantos de las ciencias de observación, han creído algunos
de sus cultivadores circunscribir a ellos los límites de la humana investigación. Inútil es decir
que la sabia de la antigüedad en manera alguna hubiera consentido en tan lastimosa mutilación
de la naturaleza humana (Rengifo, 1906, pp. 74-5).
Rengifo (1906) profundizó en el problema de la incompatibilidad del objeto y del
método de las ciencias naturales con los estados espirituales. A imagen y semejanza
de su maestro Carrasquilla, pretendió demostrar la superioridad de la concepción
católica del hombre en relación con las posturas modernas.
En sus trabajos las ideas psicológicas modernas sucumbieron ante el plan trazado
por la Regeneración: la imposición del dogma católico sobre cualquier otra forma
de pensamiento, incluida la psicología moderna
Asumió una actitud aún más osada: el catolicismo debe no sólo “ltrar” las
ideas provenientes del pensamiento moderno, sino completar éste a través de la
introducción de nociones y categorías tomistas:
La losofía de Santo Tomás no contradice a la ciencia, sino que la completa; ella empieza donde
la ciencia se detiene, y puede suministrarle preciosísimas nociones, verbigracia: nociones de
acto y de potencia, de nito e innito, de materia y de forma, de tiempo y de espacio, de causa
y de efecto, de sustancia y de accidente, de fuerza, de unidad, de sensación […] Ella abraza y
trasciende todas las ciencias, sin confundirse con ellas… (Rengifo, 1906, p. 92).
1. "‘El hombre armado de sus sentidos ates-
tigua en torno suyo la existencia de objetos o
cuerpos materiales. Recibe él de esos diversos
cuerpos impresiones que no solamente le
revelan la presencia de los mismos y le per-
miten distinguir los unos de los otros, sino
que le muestran también, en ciertos casos, el
asiento de modicaciones, de cambios más o
menos profundos y más o menos durables:
todo hecho, todo acto por el cual un cuerpo
maniesta así sus cualidades y sus modica-
ciones lleva, en las ciencias físicas el nombre
de fenómeno. El conjunto de todos los cuer-
pos, es decir, de todo lo que puede excitar en
nosotros sensaciones, constituye el mundo, el
universo, el cosmos o naturaleza’. Con estas
palabras abre Wundt, profesor de Heidelberg,
su tratado de Física médica” Rengifo (1906, p.
73). Santo Tomás de Aquino ante la ciencia mo-
derna fue la tesis presentada por Renjifo para
optar al grado de Doctor en Filosofía y Letras
en la Universidad del Rosario. Fue publicada
inicialmente en 1906, a través de diferentes
entregas en la Revista del Colegio del Rosario,
Vols. 2-11, Nos. 14-17, mayo-agosto.
Concepciones psicológicas colombianas en el siglo xix
46
Historias y debates de las psicologías en Colombia
La psicología moderna representaba para Rengifo (1906) un ejemplo patente de
la imperfección de la ciencia experimental. Sus alusiones a la psicología moderna,
de tono censurador, tienen el ánimo de ilustrar los riesgos que corre el pensamien-
to occidental en su vertiginoso proceso secularizador. En sus escritos Rengifo no
llevó a cabo una revisión ordenada y coherente del pensamiento psicológico de la
época, sino una presentación de formulaciones de la disciplina en contradicción
con el pensamiento tomista.
Rengifo (1906) clamaba por la preservación del estilo deductivo, propia de la
tradición escolástica. El experimentalismo había depositado en el método el acceso
a la verdad, en desmedro de las certezas eternas que habían guiado a la humani-
dad: la existencia de Dios y su bondad innita. La razón humana podía alcanzar
la verdad y derivar de ella conocimientos edicantes, sin necesidad de acudir a los
laboratorios donde se comprobaban conocimientos particulares, que en nada se
relacionaban con las verdades eternas.
Julián Restrepo Hernández fue el único autor que llevó a cabo verdaderamente
“la tarea de ‘resurrección’ de la losofía tomista para Colombia” (Saldarriaga, 2005,
p. 1294). Su imagen de auténtico neotomista estuvo abalada por su esfuerzo de con-
ciliación del concepto de alma católica con las versiones materialistas de la ciencia.
Sus aproximaciones a la teoría evolucionista fueron un ejemplo representativo de
la magnitud de su esfuerzo:
Hay dos sistemas opuestos sobre el origen de la humanidad: el humano que sostiene que el
hombre apareció como hombre en la tierra; y el antehumano (transformista evolucionista) que
pretende que el hombre apareció en la tierra como mero animal y que luego se perfeccionó
hasta convertirse en hombre (Restrepo, 1917, p. 191).
Restrepo (1917) realizó una revisión exhaustiva del pensamiento biológico de su
época. Su gran conanza en la veracidad de las premisas católicas lo llevó a pensar
con mucho optimismo que las teorías evolucionistas podían ser revisadas por un
intelectual católico, sin correr el riesgo de menguar su fe. A pesar de haber sido
formado en abogacía, abordó temas relacionados con el desarrollo ontogenético y
logenético, así como problemas de la anatomía comparada:
La ciencia no ha podido refutar la enseñanza de la Revelación sobre el origen del hombre.
Vamos a estudiar el transformismo, en lo que toca al hombre, en presencia de los hechos.
Desde luego es imposible que el hombre venga de ninguna de las especies actuales de anima-
les: en la construcción de órganos se asemeja más al cerdo, tiene pantorrillas de rana, y retina
parecida a la del gato; construye como el castor; es político como la abeja y la hormiga; canta
como las aves; ama a sus progenitores como la cigüeña; se parece al chimpancé en el cráneo
y los dientes; al gorila en las extremidades, al gibón por la disposición de su caja torácica y
47
al orangután por la conformación de su cerebro; luego, o aceptamos el absurdo de que todos
esos animales son simultáneamente progenitores del hombre, cosa imposible; o tenemos que
reconocer que ninguno de ellos lo es: la ley de la herencia no permite otra conclusión (Res-
trepo, 1917, p. 194).
La obra de Restrepo (1917) tuvo un carácter un tanto diferente del de su maes-
tro Carrasquilla. El rosarista se abstenía de realizar juicios de valor y armaciones
descalicadoras contra el pensamiento moderno, sin antes introducirse la lógica
argumentativa de los pensadores cientícos. Su estilo se correspondía mejor con
el espíritu de Mercier (1901) y reconocía en la ciencia elementos de juicio que
ameritaban ser objeto de abordaje conceptual.
Restrepo llegó a conclusiones controversiales sobre evolucionismo. Armaba
categóricamente que el hombre no mutó como el resto de los animales; por el
contrario, desde su aparición en la tierra poseía facultades intelectuales similares a
las del hombre actual: “… el hombre primitivo, ese ‘hombre prehistórico’ gozaba de
entendimiento y era tan superior a los animales, que los venció…” (1917, p. 201).
Sus reexiones emergían de la aplicación de la deducción, pues rehusaba acudir a
las evidencias empíricas.
En su obra aún se dejaba sentir el tono clerical, de marcado acento dogmáti-
co, en el que la verdad revelada prevalecía en todos los ámbitos del pensamiento
moderno. Su apuesta por la sabiduría del Evangelio lo acompañó a lo largo de la
incursión en las ideas de pensadores laicos. Acariciaba el sueño neotomista para
Colombia, el de un pensador ilustrado que dialogaba en un plano de igualdad con
los demás autores leídos a nivel mundial, seguro de ofrecer un camino cristiano
al desarrollo cientíco.
El neotomismo colombiano se esforzaba por demostrar que un país católico
se encontraba a la altura de las grandes naciones civilizadas. Se quería demostrar
que la sólida educación religiosa era la mejor base para cimentar los pilares de
la ciencia moderna. Sin embargo, autores como Restrepo (1917) no lograban el
impacto deseado en la escena internacional. La ciencia moderna se introducía con
mayor profundidad en el estudio de la materia y el método experimental arrojaba
resultados cada vez más contundentes.
Los neotomistas observaban con preocupación que la ciencia, ejemplo de lai-
cismo, avanzaba sin que las demostraciones religiosas tuviesen efecto dentro de sus
teorías. El siglo conrmaría la tendencia hacia una racionalidad experimental,
de forma tal que dejaba al discurso religioso una labor eminentemente crítica. El
neotomismo se convertía en una fuerza cuestionadora frente al desconocimiento
cientíco de la naturaleza espiritual del ser humano. Sus formulaciones se acercaban
más a la forma de un humanismo e incluso de un existencialismo. Estaba lejos de
Concepciones psicológicas colombianas en el siglo xix
48
Historias y debates de las psicologías en Colombia
ser un poder cientíco que marcara el derrotero y la razón de ser del conocimiento
(Saldarriaga, 2005).
El proyecto neotomista, a pesar de su dicultad para competir con las versiones
experimentales de la psicología, produjo benecios de gran valor. El impulso de
cada autor por asimilar la modernidad dejaba una estela de reexiones y debates
con autores de importancia mundial como Wundt. Así fuese escaza la documen-
tación que se tenía de este y de otros autores, se había creado un cierto estado de
actualización conceptual frente a los grandes acontecimientos cientícos de la
ciencia psicológica.
El neotomismo servía de vaso comunicante con la modernidad. La continui-
dad del grupo de autores en la Universidad del Rosario entre 1885 y 1930 mereció
importantes reconocimientos internacionales. Fue por ello que investigadores
internacionales sobre el neotomismo jaron sus ojos en Colombia. Adicionales a
las menciones ponticias entregadas a Carrasquilla, aparecieron textos apologéti-
cos sobre el caso colombiano (Perrier, 1915, 1910). Se hizo frecuente la alusión a
Carrasquilla como el Mercier colombiano, así como a la Universidad del Rosario
como centro de proliferación del neotomismo en Latinoamérica (Saldarriaga, 2007,
Valderrama, 1985).
Colombia conrmó durante la hegemonía conservadora (1885-1930) su voca-
ción de país consagrado a plasmar la visión religiosa dentro de todas las esferas de
lo humano y lo social. El pensamiento psicológico estuvo todo el tiempo bajo la
atenta lupa del neotomismo. Los rosaristas tomaban selectivamente de la psicología
moderna aquellas ideas que permitían perlar y enaltecer convicciones religiosas.
Muchas de las ideas de autores como Wundt fueron retomadas, a través de formu-
laciones fragmentarias o argumentos parciales, para confrontar una concepción
opuesta a las verdades del catolicismo.
Conclusiones
El presente artículo se propuso correr un velo que ocultaba uno de los períodos más
importantes del pensamiento psicológico en Colombia: el siglo . En ese período
histórico el país se asomó al balcón para mirar a la modernidad. Quería tomar de
ella las concepciones que le permitieran formar individuos con capacidad de con-
gurar una sociedad civilizada a imagen y semejanza de los países desarrollados.
Los partidos políticos Liberal y Conservador realizaron indagaciones sobre el
ideario losóco apropiado para la nación. El liberalismo abogaba por una con-
cepción laica de la ciudadanía, el fomento de la libre competencia, cimentada en la
iniciativa, la autonomía y el desarrollo intelectual de la población. El conservatismo
49
defendía la herencia hispánica, caracterizada por su visión católica del individuo
y el origen divino de sus facultades mentales.
El país vivió el drama de la secularización en medio de intensas polémicas que
oscilaban desde los órdenes losóco, religioso y político hasta el conicto armado.
En el siglo Colombia gozó de la oportunidad de ver deslar ante sus ojos a los
más representativos autores y concepciones psicológicas de la época, mientras se
preguntaba sobre la forma de apropiarlos a las circunstancias particulares de su
realidad.
El Olimpo Radical tendió sus redes y capturó el sensualismo; la Regeneración
apropió las premisas del neotomismo. El nal del siglo vio triunfar a los aliados
de la fe cristiana, en especial la “hegemonía conservadora” victoriosa se proyecto al
siglo . Los intelectuales católicos ltraron las ideas foráneas para domesticarlas
bajo el dogma de fe. Su tarea de selección de autores y teorías dejó un espectro de
concepciones de la mente humana de elevado nivel de actualidad internacional.
El neotomismo colombiano apropió ideas modernas foráneas para cuestionar su
orientación impía e inmoral. Las ideas ltradas por el catolicismo fueron un caldo
de cultivo para que la intelectualidad de la época tuviese elementos de discusión
propios de los grandes centros académicos del período. El origen de las ideas, la
evolución de las facultades humanas, la adquisición del aprendizaje, etc., fueron
temas que tuvieron un amplio repertorio de discusión en un país acostumbrado a
la pasividad y a la sumisión bajo el aún reciente régimen colonial.
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La psicología antes
de la psicología:
notas para una
historia de la
psicología en
Colombia
Óscar Saldarriaga Vélez*
He sido convocado a esta mesa como historiador, para hablar sobre qué psicología
o qué tipo de “ciencia de la subjetividad” había –si había– en Colombia antes de la
institucionalización de la psicología como disciplina cientíca, tal como se practica
hoy desde la fecha convencional de 1930.
No estoy capacitado para dar una respuesta seria a esta vasta cuestión, máxime
cuando la tradición investigativa de que disponemos sobre el asunto es, digamos,
incipiente, dicho sea con respeto por las clásicas y pioneras obras de Rubén Ardila
(1993) y de Telmo Peña (1993), referencias ineludibles en el campo. Sólo me co-
rresponde señalar que estos trabajos, vistos desde la metodología historiográca,
han sido concebidos, en parte, como instrumentos de rescate de los precursores y
próceres de una ciencia nacional, o como una búsqueda –de cierto modo fallida –
del origen de las líneas o escuelas actuales de la psicología. En dos palabras, se han
hecho con los métodos de una historia lineal de las ideas.
Pero el estado actual de la(s) disciplina(s) psi reclama a la disciplina histórica
alcanzar un nuevo estadio de reexividad donde se aspira a repensar las bases
epistemológicas de la disciplina, y por ello es útil acudir a las problematizaciones
y los métodos de la historia epistemológica de las ciencias y de los saberes, una
historia que rompe los mapas y las continuidades mentales recibidas. En esto creo
que sigue siendo decisivo y visionario un corto y viejo artículo del francés Georges
Canguilhem, “Qué es la psicología”, una conferencia dictada en 1956, que utilizaré
acá como telón de fondo para leer algunos datos del proceso colombiano.
* Historiador. Doctor en Filosofía y Letras–
Historia, Université Catholique de Louvain.
Profesor en la Universidad Javeriana, Bogotá.
Miembro de los grupos de investigación His-
toria de la práctica pedagógica en Colombia y
Saberes, poderes y culturas en Colombia.
Correo electrónico:
saldarri@javeriana.edu.co
56
Historias y debates de las psicologías en Colombia
Uno de los retos vigentes de este texto consiste en señalar, ya no las semejanzas
y continuidades, sino las diferencias y las rupturas que se ocultan bajo la aparente
unidad del término mismo de psicología. Entender las diferencias de objeto y de
método que pudieron darse las psicologías en el pasado puede ser útil para com-
prender y tomar distancia de nuestros modos actuales de producir ciencia y verdad.
Estas líneas no pretenden ser más que una invitación a una labor colectiva de largo
aliento. Yo mismo no he tratado de hacer expresamente una investigación sobre la
historia de la psicología en Colombia, pero me he topado con ella tratando de estudiar
los regímenes de cienticidad que fueron difundidos por nuestro sistema educati-
vo durante el siglo . Intentaré, en este breve espacio, situar algunos materiales
históricos que he hallado, para proponer no tan siquiera una hipótesis, cuanto más
unas preguntas que puedan servir a sus preguntas desde las disciplinas psicológicas.
Tal vez sí tengo un marco interpretativo amplio –y por ello discutible–, y sería este:
en los cien años situados entre nales del siglo y nales del siglo se operó
en Colombia un desplazamiento mayor en el estatuto de la ciencia, correlativo a la
reconguración epistémica ocurrida en los países metropolitanos: se pasó de un
régimen fundado en la losofía como “ciencia de ciencias” a otro sostenido por las
ciencias, en especial las ciencias físicas y naturales. El problema es que no se trató
de un proceso homogéneo, continuo y generalizado, sino que, a la luz de las pocas
exploraciones que hemos hecho, se muestra fragmentario, disperso y localizado.
Siglos xvii y xviii: la psicología como parte de la física
Según Canguilhem:
Mientras que psicología signica etimológicamente ciencia del alma, es notable que una
psicología independiente esté ausente, en idea y de hecho, de los sistemas losócos de la
antigüedad, donde sin embargo la psyché, el alma, es tenida por un ser natural. Los estudios
relativos al alma se encuentran repartidos entre la metafísica, la lógica y la física. El tratado
aristotélico De Anima (Del Alma), es en realidad un tratado de biología general, uno de los
escritos consagrados a la física. A partir de Aristóteles, y según la tradición de la Escuela, los
cursos de losofía de comienzos del siglo tratan aún del alma en un capítulo de la física
(Canguilhem, 1985, p. 307).
Algunos de estos cursos de losofía fueron enseñados en los colegios, colegios-
seminarios y colegios-universitarios granadinos desde el siglo , pues aunque no
fueron universidades completas al estilo de Salamanca, tuvieron buena parte de los
cursos que formaban los tres ciclos al modo bajomedieval: el studium generale, el
trivium o tres años de artes –gramática, lógica y retórica – y el quadrivium –física,
matemáticas, astronomía (metafísica) y música–, y luego cuatro años de facultades
La psicología antes de la psicología: notas para una historia de la psicología en Colombia
57
mayores: jurisprudencia, cánones o teología, con sus grados de bachiller, licenciado
–o maestro– y doctor dentro de cada rama. El canon peripatético establecido acá
iniciaba la formación universitaria con la denominada “clase de losofía”, que abar-
caba los cursos de lógica, de física –dividida en general o “del ser en movimiento”
y especial o “del alma”, mas la metafísica y la ética –. El “Goudin”1 fue uno de los
cursus enseñados por casi cien años, hasta 1791, aunque sus ediciones se fueron
modicando, especialmente hacia nales del siglo , incorporando poco a poco
la mayor innovación metodológica que afectó al canon losóco desde nales del
siglo : la incorporación de métodos matemáticos a la lógica silogística (Dávila,
2010).2 Para este canon escolástico tardío, la losofía no era una asignatura más,
sino la verdadera “ciencia de ciencias”, y por ello englobaba la física, la “psicología”
y la ética, amén de la “ciencia primera”, la metafísica.
La psicología era objeto de la physica specialis:
El objeto de la física es el cuerpo natural y organizado que tiene la vida en potencia, pues la
física trata del alma como forma del cuerpo viviente y no como sustancia separada de la materia.
Desde ese punto de vista, un estudio de los órganos del conocimiento, es decir de los sentidos
exteriores (los cinco sentidos usuales) y de los sentidos interiores (sentido común, fantasía,
memoria) no diere en nada del estudio de los órganos de la respiración o de la digestión. El alma
es un objeto natural de estudio, una forma en la jerarquía de las formas, incluso si su función
esencial es el conocimiento de las formas. La ciencia del alma es una provincia de la siología
en su sentido originario y universal de teoría de la naturaleza- (Canguilhem, 1985, p. 309).
No podría decir mucho más por ahora de esta psicología de nuestro período
colonial, salvo que no es una “ciencia de la subjetividad”, y entonces tenemos que
pensar en qué régimen de verdad estaba funcionando. Todo ello está por estudiar,
pero la pista que abre Canguilhem es muy fuerte: esta psicología es la heredera de
Galeno y su teoría de los “espíritus animales”, y como se trata de una siología,
el historiador francés no teme establecer liación entre ésta y la doctrina de Gall
sobre las localizaciones cerebrales, ya entrado el siglo . “En suma, como psico-
siología y psico-patología, la psicología de hoy se remonta siempre al siglo II”
(Canguilhem, 1985, p. 310).
Finales del siglo xviii: crisis del canon peripatético
El ocaso de la física aristotélica, en el siglo xviii, marca el n de la psicología como para-física,
como ciencia de un objeto natural, y correlativamente el nacimiento de la psicología como
ciencia de la subjetividad. Los verdaderos responsables del advenimiento de la psicología
moderna, como ciencia del sujeto pensante, son los físicos mecanicistas del siglo (Can-
guilhem, 1993, p. 307).
1 El orden utilizado por el manual de Goudin
conservaba el canon humanist a, pues se
dividía en: I: Logica minor, (De methodo, de
termino, de propositione, de argumentatione);
Logica major (De universalis, de ente rationis:
de postprædicamentis, de argumentatione); II:
Physica generalis (De ente mobili in comuni,
de natura et causis entis mobilis, de pro-
prietate entis mobilis); III. Physica specialis
(De anima); y IV. Ethica, Metaphysica. He
sacado esta organización de la reedición del
siglo : G, Antoine; O.P. Philosophie
juxta inconcussa tutissimaque Divini omae
dogmata, logicam, physicam, moralem et meta-
physicam, quatuor tomis complectens, Auctore
Antonio Goudin, [...] novissime recensuit et
edidit Roux-Lavergne, Paris, Sarlit & Soc.
Bibliopolas, 1886, [1691].
2. Ver los trabajos de la Biblioteca Virtual del
Pensamiento Filosóco en Colombia, dirigida
por Manuel Domínguez Miranda en la Uni-
versidad Javeriana-Instituto Pensar.
58
Historias y debates de las psicologías en Colombia
Desde la cuarta década del siglo , el canon escolástico o peripatético sufrió
en Europa una reforma racionalista conocida como reforma wolana. Christian
Wol (1679-1754) “intentó construir de nuevo toda la losofía escolástica por
completo bajo la perspectiva de la ciencia moderna” (Cavana, 1995, p. 28), trans-
formando la lógica silogística a partir de métodos matemáticos y geométricos.
Wol separa la física de la metafísica y para ello introduce la llamada losofía de
la naturaleza (hidrología, meteorología, óptica, etc.) y divide la metafísica en dos
partes, una general, dedicada al “ser en cuanto tal”, ontología, y una especial, sub-
dividida en tres tratados sobre cada uno de los “modos particulares del ser”: Dios
(teodicea), alma (psicología) y mundo (cosmología).
En su sistema Wol concibe las disciplinas con dos componentes, un modo
empírico-experimental y un modo racional-dogmático. Así, introduce una singular
separación/complementariedad entre psicología racional y psicología empírica que
hará carrera, a la par que suscitará numerosos malentendidos. De Wol “data el
término de Psicología teniendo el sentido de ciencia del yo, una ciencia del sentido
interno”, que era, por un lado, una doctrina sobre las facultades del alma y, por
otro, una demostración racional de su existencia. De nuevo nuestro epistemólogo:
Se ha desconocido la enseñanza de Descartes dos veces: al constituir, contra él, una psicología
empírica como historia del yo –de Locke a Ribot, a través de Condillac, los ideólogos franceses
y los utilitaristas ingleses– y al constituir, creyendo que a partir de él, una psicología racional
fundamentada sobre la intuición de un Yo substancial (Canguilhem, 1993, p. 313).
La reforma wolana trató de ser introducida entre los ilustrados neogranadinos
desde 1774, a través del famoso Plan de Estudios de Moreno y Escandón, sobre el
vacío institucional producido por la expulsión de los jesuitas (Silva, 1992, Quintero,
1999). No sabemos mucho sobre la apropiación de esta dupla psicología racional/
empírica, pero los pocos datos que tenemos indican que hacia 1809 no había lo-
grado institucionalizarse en los planes de estudios de los colegios-universitarios de
Santafé. Ya hacia 1821, en los planes de estudios republicanos, veremos aparecer los
textos de Condillac y de los ideólogos franceses (Cabanis, Destutt de Tracy), pero ha
desaparecido el curso de psicología, en cuyo lugar se enseña una singular trilogía:
gramática general, lógica e ideología, o “ciencia de las ideas”. De modo explícito, el
general Santander manda enseñar estos cursos como “aquella parte verdaderamente
útil de la metafísica”: la doctrina sobre el origen y la naturaleza de las ideas.3 Sólo
cuando los conservadores lograban tomarse el poder para legislar sobre los planes
de estudios (1843, 1847, ver cuadro), la psicología volvía a aparecer como curso
universitario ocial. Frente al sensualismo materialista, esta psicología –que yo
3. Dice Juan Manuel Dávila (2010): “Sobre
la implementación del Plan de estudios del
general Santander y la «recomendación» de
usar a Bentham deben consultarse: «Ley (18
de marzo de 1826) que organiza la instrucción
pública en todo el país», En: Codificación
nacional de todas las leyes de Colombia desde
el año de 1821, hecha conforme a la ley 13
de 1912, por la sala de negocios generales del
Consejo de Estado, Bogotá. Imprenta Nacio-
nal, 1924, tomo II, p. 226; «Decreto (18 de
marzo) que autoriza al Poder Ejecutivo para
formar el plan de estudios», En: Codicación
nacional..., tomo II, p. 232; Decreto (18 de
marzo) que autoriza al Poder Ejecutivo para
formar el plan de estudios, En: Codicación
Nacional, Bogotá, Imprenta Nacional, 1924,
tomo II, p. 241; Decreto (3 de octubre) sobre
el plan de estudios, En: Codicación Nacional,
Bogotá, Imprenta Nacional, 1926, tomo VII,
pp. 434 y 437”.
La psicología antes de la psicología: notas para una historia de la psicología en Colombia
59
presumo, sin mayor prueba, como de corte wolano – oponía una doctrina que
armaba la existencia del alma como fuente del conocimiento.
C C, -
Fuente: Codicación Nacional de Leyes de la República de Colombia (1954)
Antes de detenerme un poco en los sensualistas, señalo una paradoja que
destaca este carácter no lineal de la historia intelectual de la psicología: el canon
wolano ortodoxo, y en especial la doble modalidad de las psicologías, racional
y empírica, sólo serán realmente establecidos en Colombia hacia nes del siglo
, en los cursos de losofía neotomista dictados en universidades y colegios de
secundaria. A despecho de ello, aunque retorna la distinción racional/empírica, no
puede decirse que su contenido sea el mismo a nes del que a nes del : en
Planes
Canon
Plan de
1826
Plan de
1842
Plan de
1847
Plan de
1850
Plan de
1853*
Plan de
1869
Plan de
1880
Plan de
1892
Plan de
1964
Cursos
Ideología,
Lógica,
Gramática
General,
Moral,
Derecho
Natural
Psicología,
Teodicea,
Metafísica,
Lógica,
Moral,
Fundamentos
de la Religión
Lógica,
Psicología,
Teodicea,
Moral
Gramática
General,
Ideología,
Lógica,
Psicología,
Teodicea,
Moral y
Fundamentos
de la Religión
Gramática
General
y
Gramática
Castellana,
Inglés,
Francés,
Historia
Universal,
Historia y
Estadística
de la Nueva
Granada
Filosofía
Elemental:
Lógica,
Psicología
y
Gramática
General
Ciencias
Intelectuales:
Psicología
y
Lógica
Filosofía:
Lógica,
Metafísica,
(Ontología),
Metafísica
Especial
(Cosmología,
Psicología,
Teodicea),
Ética,
Derecho
Natural
Psicología
Problemas
Generales,
[Historia
Filosofía],
Lógica,
Metafísica
(Ontología),
Cosmología
Ética
General,
Ética
Especial*
*Filosofía del
Comunismo
60
Historias y debates de las psicologías en Colombia
este último la psicología empírica era claramente la psicología experimental, tanto
en el sentido biofísico de Gall como en su opuesto, el sentido de la psicofísica del
sentido externo tipo Wundt (Canguilhem, 1993, p. 311).4 No es posible desarrollar
este complejo tema en estas cortas líneas, pero es un tema más conocido por los
historiadores del llamado “darwinismo social” (Sáenz, Saldarriaga, Ospina, 1997).
Volviendo al momento sensualista de la primera mitad del siglo , hay que
decir que la doctrina sobre el origen sensorial de las ideas, resumida en el axioma
“pensar es sentir y sólo sentir”, bloqueaba la emergencia de otras psicologías (si es
que ella lo era). La psicología de los católico-conservadores no pareció, a mi ver, una
ciencia importante –es decir, con potencia innovadora para ese momento –, y hay
que esperar hasta 1870 para que una discusión epistemológica contra el sensualismo
introduzca la idea novedosa de una doble fuente para el conocimiento: las ideas
objetivas procedentes de los sentidos y las ideas subjetivas producidas por el propio
entendimiento. Esta distinción, sostuvo Manuel Ancízar, rector de la recién creada
Universidad Nacional de los Estados Unidos de Colombia y profesor de Psicología
desde 1851, sería la que sentaría las condiciones de posibilidad epistemológicas
para una verdadera ciencia psicológica (Ancízar, 1851, 1870).
En otras palabras: la ciencia general de las ideas estaba tensionada entre sus dos
polos, de un lado, si “pensar es sentir”, abría la puerta al campo de la siología de los
sentidos, pero como concebía el pensar como acto racional, y sobre todo lingüístico
(su proyecto nal era lograr una lengua perfecta que eliminara los errores produ-
cidos por las sensaciones), no sólo no podía dar el salto a lo experimental, sino que
nalmente se le oponía. Cuando Ancízar introduce la distinción subjetivo/objetivo
procedente de Comte a través de Claude Bernard, se abre a un nuevo campo tensional:
La moderna Fisiología, tan adelantada por los admirables experimentos de Flourens, Huxley,
[Claude] Bernard y otros, sobre las funciones de la masa encefálica y de la columna vertebral,
no deja la menor duda acerca de que [...] la inteligencia, la sensibilidad y la voluntad en cuanto
aparecen funcionando en virtud de las sensaciones, son meros resultados del organismo [...] y
no son facultades tan peculiares al hombre que autoricen cientícamente para separarlo de los
animales a causa de ellas y formar un reino aparte... [Pero] si la naturaleza moral e intelectual
del hombre no tuviese otro origen que las sensaciones externas o internas como creyeron los
lósofos del siglo xviii, no habría el menor fundamento cientíco para diferenciar al hombre de
los demás animales, ni en qué apoyar una doctrina espiritualista. La Antropología no tendría
razón de ser, y la Zoología sería bastante para obtener la Historia natural del hombre Ancízar.
(1870, pp. 294-95).5
Si la siología debía ser el terreno de las investigaciones comunes entre lo ani-
mal y lo humano:
4. “En su escrito “Objeto, divisiones y método
de la psicología” (1874) Wilhelm Wundt pro-
pone que el objeto de estudio de la psicología
es la experiencia inmediata, que no es ni la
experiencia interna ni la experiencia externa,
sino que es unitaria pues está constituida por
los dos polos de una y misma experiencia
(Gondra, 1982, pp. 183 y ss.). Siendo esta
afirmación del propio Wundt, valdría la
pena revisar la armación de Canguilhem
acerca del sentido de la psicofísica del sentido
externo tipo Wundt, como más propia de
Fechner (agradezco esta precisión al editor,
Sergio Trujillo).
5. “Según Descartes, las sensaciones humanas
entran en el campo de lo mental, a diferencia
de lo que sostenían sus predecesores. Des-
cartes habría estado de acuerdo con sus pre-
decesores aristotélicos en que la mente es lo
que distingue a los seres humanos del resto de
los animales. Pero los adeptos de la doctrina
de Aristóteles lo explicaban restringiendo la
mente al intelecto, facultad propia y exclusiva
del ser humano. Para Descartes, en cambio,
esa diferencia se basaba en que, si bien la
mente incluía la percepción sensorial, sólo el
hombre poseía esta última de modo genuino.
Descartes negaba que los animales tuvieran
una auténtica ‘conciencia’. El mecanismo cor-
poral que acompaña las sensaciones humanas
podrá darse también en los animales, mas un
fenómeno como el dolor, en un animal, es un
suceso puramente mecánico, desprovisto de
la sensación que experimentan los hombres
cuando sufren” (Kenny, 2000, p. 27).
La psicología antes de la psicología: notas para una historia de la psicología en Colombia
61
A la ciencia de esta manera formada se da hoy el nombre de Psicología o conocimiento del
alma humana en todas sus manifestaciones, y no el de Ideología, palabra que apenas signica
conocimiento del origen y generación de las ideas, no comprendido el análisis de las pasiones
y el de los actos voluntarios o libre albedrío, raíz y causa de todos los hechos sociales y políticos
(Ancízar, 1870, p. 296).
Esta nueva epistemología permite crear las condiciones de posibilidad para
desplazar la idea del sujeto como lugar del error, propia de la psicología racional,
y dar lugar a las psicologías positivistas de fundamento biológico. El texto de Ribot
titulado La psicología inglesa contemporánea empieza a circular en francés y en
español, divulgando los nuevos nombres y temas:
Las principales adiciones consisten en los estudios sobre Hartley; sobre las relaciones de la
moral de Stuart Mill con la doctrina de la asociación; sobre las recientes publicaciones de Bain
y de Lewes; sobre los naturalistas que se reeren a esta escuela, etc., etc. En lo que concierne a
Herbert Spencer la exposición ha sido hecha con arreglo a su nueva Psicología. (Ribot, 1877).
La conclusión provisional de este somero cuadro sobre la apropiación de pa-
radigmas diversos, coexistiendo en un campo conceptual tensionado por episte-
mologías divergentes, es que requerimos acudir a dos nociones de método para
nuestras historias de las ciencias y de las disciplinas cientícas: discontinuidad y
continuidad. Esta última es la constatación de una conexión tensional producida
entre conceptos que habitan en un campo epistémico regido por ciertas reglas de
construcción y ciertos objetos de saber comunes. La discontinuidad, a su vez, es
la constatación de la múltiple coexistencia de proyectos epistémicos dispares, e
incluso contradictorios, que entran en simbiosis. Esta opción de método permi-
tiría también abordar un problema actual: la coexistencia tensional de distintos
“paradigmas” de la psicología aún hoy en albores del siglo , en un campo de
tensiones y coexistencias mucho más complejo y no menos rico que el esbozado
acá para el siglo . Sigo remitiendo al lector al citado texto de Canguilhem, que
abre el abanico conceptual para leer nuevos tipos de epistemes o paradigmas de
la(s) cada vez más divergentes ciencias y disciplinas psi.
Bogotá
11 de diciembre de 2009
62
Historias y debates de las psicologías en Colombia
Referencias bibliográficas
Fuentes primarias
Ancízar, Manuel (1851). Lecciones de Psicología redactadas por M. Ancízar. Escuela
ecléctica. Bogotá: Imprenta del Neogranadino.
—. (1870, octubre). Informe del señor Ancízar [sobre los ‘Elementos de Ideología’
de Tracy]. Anales de la Universidad Nacional EUC, tomo IV, no. 22, pp. 306-96.
Ribot (1877). La psicología inglesa contemporánea. La España Moderna.
Fuentes secundarias
Ardila, Rubén(comp.) (1993). Psicología en Colombia. Contexto social e histórico.
Bogotá: Tercer Mundo.
Canguilhem, Georges (1983). ¿Qu’est-ce que la psychologie? Études d’histoire et
de philosophie des sciences. París: Vrin, 1983, [traducidos por María Luisa Jara-
millo, María Cecilia Gómez y Luis Alfonso Palau con la colaboración de Luis
Antonio Restrepo. Seminario de Historia de la Biología, Universidad Nacional
de Colombia, Seccional Medellín].
Dávila, Juan Manuel (2010). El estrecho enlace de las matemáticas con los demás
ramos de la literatura. La apropiación del método racional en la losofía escolar
en el Nuevo Reino de Granada (1762-1866). Revista Memoria y Sociedad (en
prensa).
Gondra, J.M. (1982). La psicología moderna. Bilbao: Desclée de Brouwer.
Kenny, Anthony (2000). Tomás de Aquino y la mente. Barcelona: Herder.
Peña, Telmo (1993). La Piscología en Colombia: Historia de una disciplina y una
profesión. En: Historia Social de la Ciencia en Colombia. Instituto Colombiano
para el desarrollo de la Ciencia y la Tecnología Francisco José de Caldas, Col-
ciencias, tomo IX.
Sáenz, J., Saldarriaga, O., y Ospina, A. (1997). Mirar la infancia. Pedagogía, moral
y modernidad en Colombia. Medellín: U de Antioquia/Colciencias/Uniandes/
Foro por Colombia.
Una reflexión
sobre la relación
psicología -
trabajo desde una
perspectiva histórica
Hernán Camilo Pulido Martínez*
En este ensayo se examinan diversas formas en las cuales, de manera histórica, se
ha considerado la relación entre la psicología y el mundo del trabajo. Desde allí se
proponen algunos elementos que podrían, quizás deberían, ser tomados en cuenta
cuando se trata de explorar el lugar y las operaciones que la psicología ha establecido
en países como Colombia, en donde más que producirse los objetos psicológicos,
éstos son replicados, adaptados, apropiados e hibridados.
Las historias “oficiales” de la psicología del trabajo
y sus críticas
En primer lugar hay que resaltar la amplia literatura histórica que elogia el desarrollo
de la psicología del trabajo desde una perspectiva focalizada en el avance disciplinar
(p. ej., Muchinsky, 2008). Estos artículos y capítulos en libros, de obligatoria presen-
cia en los cursos introductorios, señalan momentos cumbres del desenvolvimiento
de la relación entre la psicología y el trabajo, en donde generalmente se recurre
a señalar cómo una serie de guras notables ha hecho contribuciones al campo.
Por estas narraciones deslan Frederick Taylor, Henri Fayol, Elton Mayo, Douglas
McGregor, Abraham Maslow y muchos otros psicólogos que directamente se han
interesado, o que de manera indirecta sus propuestas han sido utilizadas, para
* Doctor en Ciencias Sociales, universidad
de Cardi (Reino Unido). Profesor en la
Facultad de Psicología y en el Doctorado de
Ciencias Sociales, Humanas en la Ponticia
Universidad Javeriana.
Coordina el grupo de investigación Estudios
Críticos de las Organizaciones y el Trabajo.
Correo electrónico:
cpulido@javeriana.edu.co
64
Historias y debates de las psicologías en Colombia
entender e intervenir los ámbitos laborales. Al igual que en las demás áreas de la
disciplina, esta forma de presentar la historia de la psicología cumple una función
central, legitima el conocimiento psicológico, y permite a la vez que los nuevos
estudiantes cuenten con unas “verdades establecidas” (Vezetti, 2004), para que de
esta forma se pueda “celebrar” el desarrollo “ocial” del conocimiento psicológico
como una empresa dirigida a hacer cada vez mejores los ámbitos en donde se labora
(Pulido-Martínez, en prensa).
Para describir la relación entre la psicología y el trabajo estas historias cele-
brantes y ociales usan un modo de narración lineal. Se presenta en ellas una serie
de estudios, fundamentalmente de corte estadístico, realizados por el “elenco de
precursores” (Vezzetti, 2007), que da como resultado el constante crecimiento de
las aplicaciones psicológicas (Koopes, 2003). Se construye así la idea de progreso
constante dentro de la psicología del trabajo, progreso que de manera inexorable
lleva del pasado, a través de una creciente producción de técnicas psicológicas, hacia
un único presente celebrado como el mejor (Vezzetti, 2007, Pulido-Martínez, 2007).
Este modo de considerar la historia construye una identidad proyectada hacia el
pasado y evita confrontar que no existe una unidad, sino una heterogeneidad de
posiciones y de prácticas psicológicas en los ámbitos donde se labora, las cuales
entre si no establecen un marco conceptual, y que por lo tanto la psicología se ha
quedado sin piso para comprender los problemas del mundo del trabajo más allá de
las “reacciones” para dar respuesta a las preguntas que le formula la administración
de empresas (Fernández-Ríos, 1995).
En términos generales, como sugiere Rose (1996), esta forma lineal de considerar
la historia de la disciplina sirve básicamente para vigilar sus límites. Es decir, las
historias celebrantes y ociales cumplen el papel de establecer un cierto control
sobre el porvenir de la disciplina, al determinar temas y métodos del pasado que
son valiosos de conservar hacia el futuro (Rose, 1996, Vezzetti, 2007). Esta manera
de concebir la historia de la psicología como un constante progreso es objeto de
persistentes ataques. Por ejemplo, se argumenta que la disciplina se ha mantenido
produciendo más de lo mismo, sin una teorización de los fenómenos humanos
relacionados con el trabajo, y por lo tanto, sin verdaderas innovaciones que lleven
a un progreso como tal. Se señala, entonces, que puede ser dudosa la historia de
los avances de la psicología del trabajo, puesto que ésta se caracteriza por presentar
estudios sucesivos con más de lo mismo (Willpert, 1997), donde la innovación
constituye solamente una cuestión nominal consistente en el uso dentro de la lite-
ratura especializada de palabras nuevas para disfrazar el “vino viejo”. También en
la misma perspectiva de la crítica a las historias lineales, cabe anotar, como lo hace
Hollway (1991) en su estudio genealógico, que a lo largo del desenvolvimiento de
Una reflexión sobre la relación psicología-trabajo desde una perspectiva histórica
65
la relación entre la psicología y el trabajo los niveles de análisis no cambian, están
siempre referidos al individuo y al pequeño grupo. Por último, aunque los estu-
dios históricos que celebran la evolución del campo hacen énfasis en la necesidad
de considerar tanto el contexto en el que se desenvuelve la organización, como
la estructura misma de las organizaciones laborales, los análisis críticos de estas
narraciones muestran que contexto y estructura son tomados como un telón de
fondo contra el cual se adelantan las investigaciones, y no como una parte que debe
ser integrada dentro de los análisis (p. ej., Katzell y Austin, 1992).
A la par de las historias ociales, otras investigaciones se han aproximado al
campo desde miradas que buscan desentrañar las implicaciones que tiene la in-
troducción de la psicología en el mundo del trabajo. Por ejemplo, Loren Baritz en
su obra Los servidores del poder (1974), utilizando un marco conceptual de corte
marxista, analizó la forma que ha tomado la relación entre la psicología y el tra-
bajo en términos del vínculo establecido entre los psicólogos como un grupo de
profesionales y los gerentes como un grupo que está a cargo del control social. Esta
relación, concluye Baritz (1960), no tiene un carácter igualitario, puesto que son los
gerentes quienes tienen la facultad de juzgar si el trabajo psicológico es eciente y
ecaz para solucionar sus problemas administrativos. En estas circunstancias, los
psicólogos del trabajo quedan impedidos de efectuar una crítica activa, pues está
implícito en la relación que se establece que los psicólogos tienen que aceptar los
valores gerenciales como el norte de su trabajo, y como consecuencia deben dar
cumplimiento a las metas que les ja la administración.
La trayectoria de la psicología del trabajo en este tipo de estudios se describe
como una odisea que empieza en la primera década del siglo , con una mutua
indiferencia, entre la administración y la psicología, odisea que avanza en las si-
guientes décadas hacia el total acuerdo entre la gerencia y los psicólogos, alrededor
de las maneras en las cuales debe ser controlada la conducta de los trabajadores y
de los administradores para alcanzar la máxima productividad. La historia de la
relación entre la psicología y el trabajo se torna, desde esta perspectiva, en una serie
de estrategias ofrecidas por los psicólogos, quienes constantemente han tratado de
asegurar una posición, aunque subordinada, dentro de las empresas. Se subraya que
las estrategias psicológicas se presentan como intervenciones novedosas caracteriza-
das por su aparente neutralidad y cienticidad; sin embargo, van dirigidas a mejorar
las ganancias empresariales, y de paso se proponen como objetivo indirecto doblegar
la posible resistencia de los trabajadores, al limitar sus posibilidades de acciones
políticas o de movimientos colectivos (Baritz, 1974, Prilleltensky, 1994, Brief, 2000).
De otra parte, estudios históricos se han preguntado por cómo la psicología del
trabajo ha construido sus objetos. En esta perspectiva se establece que no hay una
66
Historias y debates de las psicologías en Colombia
diferencia radical entre la psicología popular y la psicología académica, sino que, por
el contrario, la una forma la base de la otra (Richards, 1987, Danziger 1997, Sparti,
2001). La investigación aquí resalta tanto las raíces de los objetos psicológicos en
la psicología popular, como las maneras en las cuales esos objetos se construyen
en cadenas de autoridad académica presentes en la elaboración del conocimiento
cientíco. A este respecto los investigadores arman que si los psicólogos pueden
hablar de objetos psicológicos, como por ejemplo de la motivación para el trabajo,
se debe a que el concepto motivación se hallaba con anterioridad en la cultura,
especícamente en la cultura psicológica popular. Así mismo, las maneras en las
cuales se reconstruye el concepto de “motivación” dentro de la psicología del tra-
bajo corresponde a las jerarquías universitarias y de la sociedad más amplia, las
cuales en determinado momento permiten que una versión de las investigaciones
tenga más o menos acogida que otras propuestas, formuladas, por ejemplo, por
actores sociales con menos poder relativo (Gillespie, 1993). Así, la historia de la
relación psicología-trabajo se presenta en esta perspectiva como la relación entre
los conceptos que están en la cultura psicológica amplia de un grupo social, los
cuales son tomados por la psicología académica y transformados en la jerga de la
disciplina para ser devueltos al mundo del trabajo (Danziger, 1977, Richards, 2002).
Se conforma de este modo un ciclo que afecta tanto la constitución de lo público
como las maneras de trabajar y de concebir a los trabajadores.
¿Historia de la psicología o historia de la
psicologización?
Hay que resaltar que ambas, las historias ociales y las que se ocupan de criti-
carlas, asumen un carácter universal, olvidando que unas y otras son propuestas,
esencialmente formuladas para la situación de las sociedades del Atlántico norte
en donde se producen los objetos psicológicos (Estados Unidos, Reino Unido,
Francia y Alemania). En países como Colombia las historias ociales, así como
sus críticas, han sido las únicas perspectivas para entender la evolución de la em-
presa psicológica. En esta medida, la relación establecida entre el conocimiento
psicológico y el mundo del trabajo local es casi desconocida. Cuando los estudios
se han acercado de manera histórica a esta relación lo han hecho para hacer un
aporte a las “historias ociales”, puesto que en lugar de realizar un análisis del lugar
que ocupa la psicología y de las consecuencias que trae su aplicación a unas con-
diciones laborales distintivas de los países en condiciones de periferia, se narran
una serie de hechos aislados, en ocasiones adelantados por psicólogos notables,
los cuales dieron como resultado la difusión de la psicología dentro de las orga-
nizaciones colombianas (ver, p. ej., Enríquez-Martínez y Castañeda-Zapata, 2006,
Una reflexión sobre la relación psicología-trabajo desde una perspectiva histórica
67
Enciso-Forero y Perilla-Toro, 2004, Ardila, 1973, 2000, Urdaneta-Ballen, 2005, y
Acosta-Bermúdez, 1999). Sin un mayor análisis de las implicaciones que ha tenido
la introducción de este conocimiento, y sí con una marcada intención celebrante
de los procesos de expansión de la psicología, esta manera de construir la historia
de la relación psicología-trabajo, en vez de considerar de forma amplia las mani-
festaciones locales, sigue, o mejor se limita a presentar las historias ociales que la
disciplina ha formulado para los países desarrollados, como si lo que ocurrió “allá”
fuese el único o al menos el principal tópico de lo que interesa aquí.
Esta situación no es exclusiva de Colombia, en términos generales se puede
armar que poco se conoce acerca de las transformaciones del conocimiento psico-
lógico y de sus prácticas derivadas en condiciones de subordinación (Dávila-Ladrón
de Guevara, 2001, Ibarra-Colado, 2006). Por consiguiente, al desconocer la historia
poco o nada se han analizado las implicaciones que ha tenido la introducción de
la psicología académica para el mundo del trabajo de los así llamados “países en
desarrollo” (Pulido-Martínez, 2006). En particular, el lugar y las operaciones de
la psicología en Colombia, país que se caracterizada por ser más un receptor que
un productor de este conocimiento, permanecen sin mayor análisis. Cuando se
trata de analizar la situación de recepción del conocimiento psicológico la crítica
asume una característica muy peculiar. Se supone que en el país se realiza lo que
podría llamarse una réplica directa. Como sugiere Peña-Correal (1993), al igual
que en otras disciplinas sociales, en la psicología “se repiten esquemas y modelos
extranjeros que han variado según la inuencia cultural predominante de la época”
(p. 5). Se debe concordar con Peña-Correal que la situación de repetición está es-
trechamente relacionada con la carencia de procesos de investigación. Sin embargo,
la repetición asume particularidades que emergen de las formas en las cuales ésta
se actualiza haciendo diferencias en la copia; por ejemplo, en el país sobresalen las
muy particulares aplicaciones que se hacen derivadas de libros llamados “best sellers”
empresariales, que sucesivamente han ido constituyendo modas organizacionales,
tales como aquellas que se han cimentado alrededor de la “quinta disciplina” o el
más recientemente vendido en cada esquina de la ciudades colombianas ¿Quién
se ha llevado mi queso?
Así, para las condiciones laborales locales en lugar de interrogar las contribu-
ciones colombianas a la empresa universal de la psicología, quizás resulta más con-
veniente formular preguntas por los procesos a través de los cuales la psicología ha
logrado un puesto dentro del mundo del trabajo colombiano. Preguntas tales como
¿qué ha hecho y qué hace?, ¿qué ha permitido y qué permite?, y ¿a qué problemas
se ha aplicado el conocimiento psicológico y sus prácticas derivadas? resultarían
centrales para entender cómo la psicología actúa en condiciones de periferia. En-
68
Historias y debates de las psicologías en Colombia
tonces, se trata de examinar el proceso de psicologización en relación con el mundo
del trabajo en medio de las especicidades de las condiciones locales, más que de
celebrar los efectos benécos de la aplicación de la psicología.
Para estudiar el proceso de psicologización es necesario tener presente que
existe un vacío central. Este vacío consiste en el desconocimiento de la particular
apropiación e hibridación que ha sufrido el conocimiento psicológico relacionado
con el trabajo en países como Colombia. Aquí esta relación presenta características
similares y disímiles cuando se la considera en referencia con las sociedades del
Atlántico norte. La razón es sencilla, como se anotó con anterioridad: en el país no
se conguran los objetos psicológicos, tampoco las preguntas, ni los métodos que
lidian con esos objetos. Mejor se podría decir: localmente se importa, reproduce,
adapta, e híbrida la psicología cuando entra en contacto con los problemas del
trabajo produciendo efectos de psicologización.
Entonces, en las sociedades más consumidoras que productoras de psicología, el
problema de la construcción de la historia de la relación psicología-trabajo repre-
senta nuevos retos, puesto que no resulta de central importancia analizar la historia
de la producción del conocimiento psicológico, o de la contribución de los pioneros
al campo (a no ser que estos autores sean considerados como divulgadores más
que precursores). Como sugieren Alfredo Dagfal (2004) y Eduardo Ibarra-Colado
(2006), se perla la necesidad de acercase a la historia de la psicología desde una
perspectiva en la cual las maneras de apropiación e hibridación del conocimiento
psicológico sean el foco de los análisis; es decir, se requiere de estudios que se dirijan
a examinar la práctica psicológica como tal. La practica psicológica, como corazón
de la construcción de la historia de la psicologización, indiscutiblemente conlleva
la pregunta por los elementos conceptuales o aspectos fundamentales que deben
ser tenidos en cuenta para tal construcción.
Algunos elementos para la historia de la
psicologización
Se puede armar que los estudios de corte histórico que buscan alcanzar un en-
tendimiento crítico del lugar y las operaciones de la psicología en condiciones
de periferia se encuentran en una encrucijada, es decir, aquellos estudios que se
acerquen a la relación psicología-trabajo en una perspectiva que vaya más allá de
hacer un aporte “local” a la historia ocial, hagiográca, celebradora y “universal”
de la disciplina.
Estos estudios deben confrontar una situación que demanda especial atención:
el conocimiento psicológico está producido fundamentalmente en las sociedades
noratlánticas, razón por la cual en las reconstrucciones que se adelanten sus raíces