Las espondiloartropatías (EPA) agrupan distintas enfermedades cuya lesión elemental es una lesión inflamatoria de las entesis axiales y/o periféricas. Se trata de la espondiloartritis anquilosante (EA), las artritis reactivas (AR), la artritis psoriásica (RP) y las manifestaciones articulares de las enterocolopatías inflamatorias crónicas (enfermedad de Crohn y rectocolitis ulcerohemorrágica). Su prevalencia se aproxima a la de la poliartritis reumatoide, y es del orden del 0,2-0,5% en la población general. Estas enfermedades reumáticas tienen características comunes: casi siempre comienzan en el adulto joven con una base genética predisponente (antígeno leucocítico humano [HLA] B27) y tienen una evolución marcada por frecuentes remisiones espontáneas, aunque también hacia una forma crónica invalidante y discapacitante. Todas las entesis pueden estar afectadas. Las localizaciones más características son las sacroilíacas y la columna vertebral, responsables de la afectación axial, y también el calcáneo, las articulaciones claviculares, la sínfisis púbica y las interfalángicas distales en las afecciones periféricas. Algunas artritis periféricas asimétricas pueden completar el cuadro clínico. Cuando en un adulto joven existe un cuadro de raquialgias inflamatorias o de inflamación de las entesis o articulaciones periféricas, habrá que buscar mediante el interrogatorio y la exploración clínica antecedentes personales o familiares de EPA, así como de psoriasis, acné, pustulosis, enteropatía, trastorno urogenital o digestivo y oftalmopatía. En la exploración física hay que descartar un cuadro pelvirraquídeo, entesítico, articular periférico o extraarticular. Las pruebas de laboratorio sirven sobre todo para descartar los diagnósticos diferenciales. Así, el síndrome inflamatorio puede ser muy leve o estar ausente, sobre todo en las formas axiales. La búsqueda del HLA B27 sólo está justificada en las formas iniciales y/o atípicas de EPA, y debe ser interpretada con prudencia, ya que un 7-10% de la población caucásica es portadora de al menos un alelo HLA B27. Las lesiones radiológicas características aparecen casi siempre en la fase tardía, pero cuando lo hacen permiten confirmar el diagnóstico. La piedra angular del tratamiento de las EPA es la asociación de antiinflamatorios no esteroideos (AINE), cuya eficacia es un criterio diagnóstico clave, y de reeducación funcional. Los analgésicos son eficaces como tratamiento complementario de los AINE. Si los AINE resultan insuficientes, se puede plantear la introducción de un tratamiento de fondo. En las formas periféricas, ciertos tratamientos como la sulfasalazina, el metotrexato, la leflunomida y los antifactores de necrosis tumoral (TNF)-α han mostrado su eficacia clínica, sobre todo en las RP. En cambio, sólo el anti-TNF-α ha demostrado eficacia clínica en las formas axiales. Estos tratamientos sólo se pueden utilizar en las EPA después del fracaso de un tratamiento convencional dirigido de forma óptima y de acuerdo con la opinión de un reumatólogo que tenga una gran experiencia en las EPA y en las bioterapias.